.04. Amargo Encierro

El vuelo inicial fue largo y pudieron descansar a gusto. Yamato durmió profundamente, aun molesto por la situación con Hayato, con la manager metiche y con la discográfica.

Entendía que Akira estaba muy preocupado y tendía a ser más indulgente con él por los largos años de amistad que los unían.

Y sí, sabía que todo era por su bien.

Pero detestaba sentirse en falta todo el tiempo, casi como si le estuvieran haciendo un favor.

Para él era muy difícil todo. No quería perder su banda, no quería ser una escoria ignorada por las personas a las que apreciaba.

Quería curarse, quería estar bien, quería dejar de avergonzar a su familia con sus actitudes infantiles, quería que se sintieran orgullosos de él.

Aquello sería un desafío.

Las semanas de internación habían tenido unos pocos buenos momentos, y ahora comenzaba a alimentarse mejor, a beber mucha agua y a volver a desear hacer ejercicio, lo cual servía para motivarlo.

La psicóloga y sus sesiones eran positivas, pero notaba que cada cita vinculada a su salud mental lo dejaba completamente agotado y apático.

Ahora la perspectiva de comenzar una nueva gira era lo suficientemente convincente como para dar lo mejor de sí y curarse.

Sí, se los iba a demostrar a todos.

Él podía.

Sora iba despierta al lado de Yamato.

No le había gustado la expresión hosca de él cuando vio que iría a su lado. Parecía demasiado enojado.

Pero ya había lidiado varias veces con actitudes de desdén y rechazo de parte de artistas con síndrome de abstinencia, y estaba segura de que aunque llevara algún tiempo, pronto se ganaría la confianza de él y podrían comenzar a trabajar en serio.

Se dedicó a repasar el itinerario de los primeros días, había telefoneado previamente a los organizadores y sabía que llegarían directamente a Shangai. Aquella gigantesca ciudad sería una de las primeras de la gira y luego de tres noches consecutivas de shows, podrían tener el primer descanso.

Cuando el avión aterrizó, Yamato comenzó a sentirse mejor.

No importaba lo que dijeran, él ya estaba en acción, comenzaba la gira, tendría que ser muy fuerte pero sabía que estaba a la altura del desafío.

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Las primeras ciudades de Asia que visitaron les dejaron recuerdos imborrables. La gente se había enloquecido con la música y nada podía ser mejor que aquello.

La banda se hospedaba en un lujoso hotel en Shangai – uno de los primeros destinos - durante unas semanas, era un buen punto para tomar diferentes vuelos a ciudades más lejanas y así dar varios shows en China. Los fans eran innumerables.

Yamato por su parte, se pasaba las horas libres cantando, ejercitando los dedos con el bajo, haciendo ejercicio en el gimnasio exclusivo que tenía KOD a su disposición o meditando. También era importante que se conectara a las dos sesiones de terapia semanales para su tratamiento. Eran las únicas actividades que no suponían un riesgo para él por posibles recaídas, así que las fiestas nocturnas estaban vedadas para el famoso vocalista. A veces se aburría mucho, pero lo solucionaba con una buena película o solicitando un buen masaje en la recepción del hotel, no salía por nada del mundo del último piso en el que se hospedaban los tres.

Fue una de esas noches en las que los chicos fueron invitados a una gran fiesta cuando se quedó solo en su habitación y decidió que quería un poco de oxígeno y contacto con personas, se le ocurrió ir a la zona común de deportes que tenía aquel maravilloso complejo de cinco estrellas, ya podría retirarse rápidamente si la situación con los otros huéspedes se tornaba molesta.

Bajó y quedó maravillado por la piscina enorme que había allí, la pista de atletismo y las canchas para tenis. Aquello sería un paraíso para su mejor amigo. Sonrió con nostalgia al recordar a Taichi, que amaba locamente los deportes. Estaba decidiendo si empezar por la natación cuando escuchó unas pisadas que se dirigían hacia él. Se preparó para ser abordado por un posible fan que lo hubiera reconocido mientras se giraba, pero para su gran sorpresa se encontró con su nueva mánager. Sora estaba con un conjunto deportivo, el cabello recogido y el rostro de color rojo por el sofocamiento. Le sonrió y se detuvo a su lado con una expresión de extraña sospecha.

-No te vi otros días por aquí – dijo procurando recuperar el aliento.

-Es la primera vez que bajo. Siempre me la pasaba en nuestro gimnasio.

-Oh -ella sonrió – privilegios de ser un artista de fama mundial.

- ¿Tú no? ¿Qué no te quedas en este mismo hotel?

-Si, claro. -lanzo una risita – pero comparto el gimnasio con el resto de los mortales.

-Pues… puedes venir cuando quieras al nuestro, Akira se la pasa leyendo o tocando y nunca va, y Hayato se la pasa llevándose chicas a su habitación. – se encogió de hombros. Aquello era muy cierto, siempre estaba solo allí.

-Lo consideraré -dijo Sora – hay horas en las que es imposible entrenar en el gimnasio de mi piso.

-Cuando gustes, eres más que bienvenida. -intentó que no sonara muy seductor, no era la idea que ella le interpretara así. A veces notaba que la pelirroja era cálida y al siguiente momento se retraía, mientras sus ojos mostraban gran recelo.

-Gracias. – hizo una breve pausa - Oye… ¿qué hizo que bajaras del Olimpo a entrenar aquí?

-Qué graciosa eres -dijo con ironía - Estaba terriblemente aburrido. No he tenido contacto con nadie más aparte de los chicos y mi psicóloga. ¿Acaso no deberías estar más presente? -bromeó con cierto desdén fingido – Ahora ellos se han ido a una fiesta y yo no tengo permitido socializar.

- Disculpa, no me es fácil acercarme, lamento que te sientas así. -dijo ella con honestidad mientras estiraba los músculos de sus fatigados brazos, se giró hacia él -Tienes razón, no he compartido mucho contigo, pero te estoy vigilando, tengo acceso a cámaras en tu piso y puedo ver todas las personas con las que interactúas, aunque no dentro de tu habitación. Y con respecto a socializar, solo tienes que cuidarte, si te apetece puedo acompañarte en la próxima fiesta, seré como una guardaespaldas - no lo dijo con ironía, y Yamato entendió perfectamente el significado de aquellas palabras.

-Sé a qué te refieres, pero me estoy comportando– ella asintió ante las palabras del joven y se quedó unos instantes en silencio.

-¿Por qué no vamos a cenar en un rato y lo conversamos más tranquilos? - Sora se lo dijo sinceramente, pero él no esperaba que aquellas palabras produjeron una respuesta tan automática en su cuerpo, un calor que subió por su pecho hasta las mejillas.

-Creo que es lo más adecuado– aceptó intentando sonar más serio.

Así que durante media hora se dedicaron dar unas vueltas alrededor de la pista de atletismo y al cabo de un rato Yamato decidió darse una ducha para ingresar a la piscina, mientras ella se marchaba a su habitación.

Habían decidido cenar más tarde en alguna de las terrazas del hermoso restaurante del hotel, con vistas a la inmensa ciudad que se desplegaba ante sus ojos.

Él no se sentía nervioso, pero sí preocupado. Se preguntaba si lo que iba a hacer estaba bien, pero decidió que solo era una mala pasada de su cabeza, cenar con su nueva mánager no tenía que significar nada malo ¿verdad? Podrían hablar de trabajo. Específicamente de la expectativa que estaba generando la banda a nivel mundial. Sí, ese era un perfecto tema de conversación.

Cuando llegó a la habitación que ocupaba lo hizo con el tiempo sobrado para ducharse y elegir cómo vestirse.

Se rio pensando en la cara que pondría Akira cuando le dijera que había tenido una cena exclusiva con Sora, el guitarrista ya estaba harto de escuchar a Hayato hablando de lo maravillosa que le parecía la representante y sobre lo mucho que deseaba invitarla a salir cuando acabaran con el compromiso de la gira mundial. Yamato festejaba los comentarios del histriónico baterista disfrutando del enojo que parecía vivir Akira ante la sola mención del asunto.

-Sé que les resulta guapa, pero no quiero que se le acerquen con algún propósito que no sea hablar sobre la gira. No compliquen los negocios de la banda. Hay una cláusula muy específica en su contrato que hace alusión a no desarrollar un vínculo amoroso entre un miembro de la banda y ella -agregó preocupado -Han confiado en nosotros para triunfar con la mejor mánager a la que podríamos aspirar – Y sí que tenía razón.

Hayato era un mujeriego sin remedio y Yamato se encontraba soltero por primera vez en mucho tiempo. Pero ninguno le hablaba realmente en serio, lo hacían con el solo fin de irritarle.

A pesar del roce inicial que había tenido el día en el que el viaje había comenzado, ahora todo marchaba de maravilla con ella, era muy profesional y sabía exactamente como tratar con todos los que se interponían en su camino, incluso los músicos de KOD se habían vuelto más puntuales y responsables con los horarios, ensayos, entrevistas y pruebas de sonido.

Así que con las palabras de aquella reunión con los chicos aún frescas en la mente, Yamato se dirigió al piso del restaurante con gesto burlón.

La gente se vestía muy elegante allí. Contempló su reflejo varias veces, procurando acomodar el cabello rubio y rebelde. Se sorprendió al notar que estaba ganando peso, lo cual era excelente porque había estado hecho un saco de huesos a causa de su consumo problemático y abusivo con las drogas, y las mejoras en su alimentación y el ejercicio daban rápidamente frutos.

Vestir prendas formales no era su fuerte ni lo que más le gustaba usar, pero recordaba que su ex novia siempre le resaltaba lo bien que le sentaba el estilo.

Encontró a Sora en la puerta del restaurante. Sin maquillaje y con un sobrio vestido rojo oscuro que se ajustaba con elegancia a su cuerpo esbelto.

Se abrieron paso entre varias mesas hasta ubicarse en una que parecía algo apartada, pero que permitía hablar sin tener que elevar demasiado la voz.

Apenas ordenaron la cena, ella dejó a un lado el menú y apoyó su barbilla en una de sus manos, observándolo y sonriendo con suavidad.

-Yamato, finalmente podremos hablar en profundidad -dijo con voz pausada – Sabes que estoy aquí es por ti, y me gustaría explicarte detalladamente cómo trabajo ante casos de adicción, sé que estás en tratamiento y voy a encargarme de eso. – aquello enfrió todo el ambiente de manera instantánea.

-Soy todo oídos -dijo él procurando no sonar agresivo. Notaba los músculos de sus hombros y espalda tensos porque imaginaba hacia donde se iba a dirigir la charla. Probablemente reproches hacia su mala actitud.

-Mira, estuve tomándome un tiempo para acercarme a ti en estos días, estuve concentrada en planificar los itinerarios detallados y por eso no tuve el tiempo para ti, lo positivo es que tengo casi toda la gira resuelta en ese sentido, así que ahora comienza mi trabajo personalizado.

-E imagino que consistirá en ser como mi sombra. -dijo Yamato con cierta resignación.

-Admito que así podría verse desde fuera. – dijo Sora con honestidad, sincerándose mientras agitaba con suavidad la bebida que acababan de servir en su copa. Aguardó a que el personal del restaurante se alejara para continuar - en adelante la manera en la que se harán las cosas cambiará, deberás informarme con la mayor antelación posible los movimientos que tengas en mente para cada día. Y así como el la recepción de este hotel elabora un informe diario para mí de de cada actividad que contratas bajo estricta reserva, también Akira y Hayato están comprometidos a acompañarte en este proceso.

-¿Así que cuando bajé al centro deportivo y apareciste fue porque te lo informaron? – protestó de inmediato. Aquello no le hacía gracia.

-Puede parecerlo, pero en mi defensa diré que se trató de una mera casualidad, yo estaba entrenando en el centro deportivo del hotel cuando me informaron que te acercabas al área de la piscina por el celular, solo tuve que acercarme a ti. Pero de aquí en adelante, deberás comunicarme cada movimiento. Mi prioridad mientras pueda, será estar contigo en todo momento.

-De acuerdo -él se cruzó de brazos, aquello ya se estaba tornando una tortura.

-Ni siquiera notarás que estoy allí, si no quieres hablarme iré en silencio, si no quieres verme, caminaré detrás de ti. Pero este control es necesario en especial al principio, e incluso si la abstinencia te está llevando a querer consumir, deberás comunicárselo a tu terapeuta, y ella me dará indicaciones claras sobre como sobrellevar la situación contigo.

Yamato suspiró frustrado e hizo un breve silencio para calmar su ira.

-Mientras no te metas en mi cama, estaré bien -bufó Yamato, dejando ver con claridad su enojo. Estaba furioso, detestaba que lo trataran como a un imbécil.

Sora se quedó helada ante el desplante de él, pero no iba a permitir que sus infantiles protestas tuvieran efecto en ella. Redoblaría la apuesta.

Se inclinó hacia adelante, acercándose más a él y observándolo con fijeza y seguridad.

-Me meteré donde tenga que meterme, así sea tu cama o tu baño y me importan un carajo tus berrinches de niño mimado - dijo muy seria.

Yamato la observó sorprendido ante las palabras de ella. Se echó hacia atrás, habiendo sido pillado desprevenido.

-Lo siento – se disculpó de inmediato con una falsa calma, no quería que todo se tornara más agresivo. Le cedió el control de la situación a ella y bajó la mirada algo avergonzado. Se detestaba a sí mismo cuando se tornaba grosero, pero acababa de toparse con alguien que no parecía acobardarse, lo que menos necesitaba era ganarse a un nuevo enemigo.

Ya se lo habían dicho sus colegas, nadie estaría mejor capacitado para ayudarle. Ella era su última esperanza para salir de esa pesadilla.

Sora se echó hacia atrás con lentitud y apoyó la espalda en el respaldo de su silla, descansando su peso cómodamente sobre uno de sus brazos mientras llevaba su copa hacia los labios para beber un sorbo, conforme al ver la expresión avergonzada de él. Con eso le bastaba. Sabía perfectamente que al principio tendrían muchos roces, por lo que se había informado previamente.

Yamato tenía mal carácter y baja tolerancia a la frustración, y eso implicaría poner mucho de sí misma hasta que él lograra bajar la guardia y ser colaborativo en su propia recuperación. No pretendía que él fuera su amigo, simplemente que fuera inteligente y se dejara acompañar.

No iba a disculparse.

Él necesitaba saber que ella era quien estaba a cargo de la situación.

Cuando llegó la cena, el ambiente volvió a ser un poco más cálido y apacible y Yamato rompió el hielo hablando sobre la planificación de esa semana.

Sora lo agradeció internamente, él parecía haber comprendido la importancia de llevarse bien y aquella fue una excelente oportunidad para limar las asperezas previas y disfrutar del delicioso menú.

Llevaría tiempo, pero confiaba en que el joven que tenía frente a ella lograría sobreponerse a sus problemas para volver a disfrutar de su vida.

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