.05. Ansiedad
El suplicio comenzó al día siguiente. Cuando su sueño se vio interrumpido por los golpes en la puerta.
-Yamato. -la voz de Sora desde el otro lado le puso en modo alerta.
Se incorporó en la cama, aún desorientado y con los ojos luchando por permanecer cerrados.
¿Se habría dormido? ¿Se le habría hecho tarde?
El sonido de los nudillos en la puerta volvió a sobresaltarlo.
-Ya voy -con voz ronca y aún confundido, sus ojos vagaron por la oscura habitación hasta encontrar una pila de ropa casual.
Se vistió apresuradamente y se dirigió a la puerta de la habitación.
La abrió con brusquedad y cara de pocos amigos.
Ella lo observó con idéntica expresión.
-Tenemos la evaluación mensual con tus médicos en una hora.
-Aun falta una hora -se quejó Yamato con frialdad -todavía tenía media hora para descansar y desayunar rápido.
-Parte del tratamiento consiste en tener horarios establecidos para despertar. Vamos, desayuna y vístete de manera decente por lo menos.
-Pero si…
Sin darle tiempo a responder, ella le dio la espalda y se alejó por el pasillo.
-Perra -dijo él por lo bajo. Estaba realmente molesto. No se suponía que fuera todo así, la noche anterior habían zanjado sus diferencias. O eso creía.
Está bien, quizás sí fue bastante grosero con ella.
Ingresó de mal talante, levantó las persianas y buscó entre su ropa una camisa oscura y un pantalón a juego. Estaba furioso.
Esa tonta iba a escucharlo, no se iba a quedar de brazos cruzados mientras recibiera maltratos gratuitos. Lo enloquecía ver la manera en la que Sora pasaba de un trato dulce y cálido a aquel fríamente cordial y exigente.
¿No podía haber alguien más estable?
De mal humor descendió hacia la habitación que ella le había indicado para presentarse.
Descubrió que se trataba de la que le correspondía a la manager. Era notoriamente más pequeña que la suya, con menos comodidades.
Ella le esperaba en un sillón de color mostaza y ya había ubicado su ordenador portátil en la mesa que tenía delante, aguardaba a que él se acercara.
Le señaló un sitio a su lado para que tomara asiento.
No quería acercarse a ella, pero lo hizo de mal modo.
Se ubicó y dio comienzo a la reunión.
Su psicóloga y su psiquiatra le consultaron por sus estados de ansiedad y la abstinencia.
-Tengo momentos de ira indescriptible -se sinceró él - a veces me deprimo demasiado, no alcanza lo mucho que haga en el gimnasio, los chicos a veces me acompañan pero me siento bastante solo en general, comprendo la razón por la cual no puedo asistir a fiestas y otros eventos, pero la soledad me hace mucho daño.
Ambos profesionales anotaban en sus cuadernos.
-¿Te ayudaría a sentirte mejor si la señorita Takenouchi estuviera más presente durante esos momentos de soledad? – la psiquiatra observó a ambos a través de la pantalla.
-Si tuviera un mejor carácter, seguramente. Pero no es el caso, no me interesa compartir mi tiempo con alguien que no está interesada en mi evolución.
Ellas consultaron a la manager con la mirada. Sora se tomó su tiempo para contestar.
-Aún no terminamos de limar asperezas. Me disculpo por no haber estado muy presente, les diré que entiendo que mi prioridad fue organizar buenos itinerarios y le dejé bastante solo, es cierto -dirigió la vista hacia el vocalista, quien la observaba impasible – lamento que te hayas sentido tan solo y abrumado, Yamato, ahora que ya tengo más definido lo que haremos, podré estar más presente, a pesar de tus faltas de respeto.
-¿Faltas de respeto? ¿Y las tuyas?
-¿Te falté el respeto al contestarte detalladamente cómo me iba a entrometer si no cumples con tu parte del contrato? ¿Te insulté acaso como hiciste tú esta mañana? No soy una perra, Yamato Ishida, soy alguien muy responsable, lamento no haber podido acercarme antes. Pero me comprometo a partir de ahora a estar muy presente.
Yamato se sorprendió. ¿Le había escuchado? Sintió la intensidad de su vergüenza subiendo por el rostro hasta tornarlo rojo.
-¿Eso fue…? -la psicóloga intervino de inmediato.
-No te preocupes, sé que es parte de la agresividad por la abstinencia -le dijo Sora con semblante serio.
-M…me disculpo -la rabia de Yamato se percibía desde todos los ángulos, estaba furioso por haber sido tan descuidado, aquella entrevista solo le perjudicaba.
-Veo que hay que seguir trabajando y ajustando las dosis de algunas medicaciones -dijo la psiquiatra -no te preocupes Yamato, esto es normal en el proceso, la señorita Takenouchi tiene experiencia en este campo. Confío en que podrán acoplarse más a partir de ahora. Por favor, mantenme informada sobre el desarrollo de este mes.
-Aplicaremos más técnicas de manejo de impulsos en la terapia – dictaminó la psicóloga.
-De acuerdo, aguardaremos a que nos informen las medidas a tomar para seguirlas -Sora se despidió y cerró la sesión.
Yamato se puso de pie rápidamente.
-¿Para esto me provocaste? ¿Para dejarme mal parado ante mi equipo médico?
Ella también se puso de pie y lo miró a los ojos.
-¿Provocarte? ¿En serio? Solo cumplo mi parte del trato, Ishida -lo miró con seriedad y el ceño fruncido - Alguien tenía que detener tus groserías. Sugiero que intentemos dejar esto atrás, tú puedes insultarme y agredirme, pero yo sigo teniendo la última palabra.
Yamato tuvo el impulso de irse sobre ella, estaba fuera de sí. Sora pestañeó y tuvo que hacer un esfuerzo para no demostrar el miedo que le había surgido. Había vivido esto otras veces, pero cada vez que sucedía, la tomaba completamente desprevenida.
Él volvió en sí de inmediato, vio la expresión atemorizada en los ojos de ella.
-Lo siento -se alejó, horrorizado -lo siento, yo no sé qué me pasó.
Retrocedió algo nervioso.
-Yamato, tranquilo. -ella intentaba acercarse, él había sido consciente muy rápido de lo que estaba pasando.
-No soy un monstruo, no le haría daño ni a una mosca – se acercó hasta la puerta, seguía retrocediendo -lo siento.
-Yamato.
Él abrió la puerta, muy turbado y preocupado. Salió al pasillo, quería huir a su habitación, dejar atrás esa oscura parte de sí mismo que nunca había experimentado.
Los violentos recuerdos de su infancia le alcanzaron, vio el puño del imponente hombre, él defendiendo a su madre y a Takeru. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
No, todo había cambiado, él no era un monstruo.
Él un nunca sería como ese hombre, se lo había prometido a sí mismo en el hospital luego de aquella golpiza.
Sintió el agarre de las manos de Sora en su brazo. Ella le obligó a detenerse. Había salido tras él para contenerlo.
Pero Yamato, abrumado, solo quería alejarse, sabiendo que realmente había perdido los estribos y estaba nervioso. En todos los años que llevaba, siempre había volcado el odio hacia sí mismo, la autodestrucción como máxima regla. El autocastigo. Por haber provocado a ese hombre. La culpa, quemándolo por dentro.
Él no era así.
Su pulso acelerado había tomado el control de su sentido del oído, daba pasos apresurados al ritmo que dictaba su agitado corazón.
-Yamato. Espera. Por favor.
-Yo, nunca.
-Tranquilo -la voz de ella otra vez se había transformado, ahora le hablaba con dulzura y calma -esto es parte de lo esperable entre las reacciones de abstinencia -la escuchó lanzar un quejido, esforzándose por detenerlo -por favor, Yamato. Necesitas tranquilizarte.
-Nunca le hice daño a nadie -él temblaba violentamente -yo no soy como él.
-Yamato. Ven aquí. Sé que no querías dañarme -ella bajó la voz -de hecho no lo hiciste. Ven conmigo.
Yamato detuvo su marcha, con la mirada ausente. Temblaba.
Sora apareció en su campo visual.
-Ven -dijo con suavidad. Vio la mano de ella aferrarse a la suya, y la siguió dócilmente hasta la puerta de su habitación, pero no quiso entrar.
-Escucha, tranquilo. ¿Está bien? -estaba genuinamente preocupada, apretaba su mano pero no obtenía respuesta de él, que estaba clavado en el suelo, estático, atemorizado y respiraba agitadamente - Lo siento, no me di cuenta de que podría estar provocando algo así, tranquilo, no has hecho nada, solo fue una reacción inconsciente pero ni siquiera te acercaste ni me tocaste. Estarás bien.
-Nunca. -dijo él -nunca fui así.
-Estarás bien. Sólo tranquilízate. Respira.
Yamato estaba sufriendo un ataque de ansiedad.
Sora se enfocó en indicarle que respirara a la par de ella, haciendo que el joven conectara nuevamente con la situación presente.
Él comenzó a sentir las manos de Sora en su cabello y brazos. Se limitaba a apoyar sus manos y cerrarlas con fuerza sobre los brazos de él, para que Yamato se concentrara en el tacto, de manera que su cuerpo y mente volvieran a reaccionar juntos.
Hacía tanto tiempo que no sufría un ataque de esos, que ya se había olvidado de las numerosas sensaciones.
Logró volver en sí poco a poco, siguiendo el ritmo de la respiración de ella muy cerca.
Regresó a la realidad, y observó el mundo a su alrededor, con el rostro bañado en lágrimas como un chiquillo y el cuerpo sudando a mares.
Habían ingresado otra vez en la habitación, no sabía cómo Sora había logrado meterlo otra vez allí.
Estaban sentados en el suelo, ella con la espalda apoyada en la pared, y conteniéndolo con uno de sus brazos alrededor de sus hombros, mientras que su otra mano acariciaba el cabello de él. Yamato temblaba y se aferraba a su cintura como si fuera lo único que pudiera hacer, estrechándola con fuerza y procurando tranquilizarse.
Cuando se dio cuenta de eso, se alejó con brusquedad, con el rostro completamente ruborizado. Ella también estaba así.
-Lo siento mucho -se excusó.
-Podríamos obviar esto en la próxima reunión mensual -mencionó ella, sonriendo indulgentemente y sintiéndose avergonzada.
-Por favor -dijo él, se pusieron de pie con lentitud, ayudándose mutuamente. Ni siquiera se atrevían a mirarse.
-Está bien. Ya pasó -ella peinó su cabello desordenado, procurando demostrar una calma que no sentía, aquello le había revuelto varias sensaciones– déjame acompañarte a tu habitación, puedes descansar si quieres, o podemos ir a almorzar, o lo que necesites.
-Está bien. Te lo agradecería mucho.
Sora no esperaba que él lo aceptara.
Así que se excusó para pasar al pequeño cuarto de baño y cambiarse con una vestimenta más informal.
Ingresó a la pequeña habitación y el espejo le devolvió su imagen turbada.
Apoyó la espalda contra la puerta.
Temblaba.
Primero el miedo, en seguida el arrepentimiento, sabía que ella había desencadenado la reacción de él, se reprochó haber actuado con una altivez tan marcada, no era propio de ella. Su orgullo herido por haber escuchado el insulto de aquella mañana le había hecho actuar de manera muy irresponsable.
Estaba preocupada. Normalmente sus emociones no repercutían en esos casos, siempre se majeaba con precaución, le dolía la frialdad y el rechazo categóricos de él.
¿Qué tenía de especial ese tal Yamato Ishida?
No lo comprendía. Tendría que andarse con cuidado. No podía sacrificar su brillante carrera por un tipo que de alguna inexplicable manera le atraía tanto. Había intentado mantener distancia, todo para enlentecer la inevitable necesidad de involucrarse, como iba a requerir el tratamiento.
Su mente era un manojo de nervios y preocupación. ¿Y si aquello escalaba hasta convertirse en una atracción con la cual no pudiera ser profesional?
Por primera vez en su vida laboral, se enfrentaba a algo que la atemorizaba, era peligroso.
¿Y si renunciaba?
¿Cómo lo explicaría? Se avergonzaba de estar fallando tanto. Se suponía que este era el regreso después de su gran crisis personal, debía brillar más que nunca a nivel profesional.
Cerró los ojos.
Era un hecho. Le gustaba. Le sería útil que él la odiara, pero ya debía comenzar a involucrarse más.
Le preocupaba el tratamiento de Yamato, sabía que nadie más podría ayudarlo.
"Las mujeres no somos un centro de rehabilitación para nuestras parejas"
Las palabras de Mimi resonaron en ella.
Se odiaba.
Se cambió en silencio, dudando de lo que debía hacer. Podría ayudarlo, quien estaba siendo afectada era ella, no veía en Yamato signos de interés hacia ella.
Salió del cuarto de baño sonriendo.
Haría lo mejor que pudiera. Solo esperaba poder tolerarlo.
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-Recuerda que debes cumplir con la entrevista en tres horas y pronto debemos estar arribando al estudio. ¿Quieres comer algo antes de ponernos en marcha?
Él la miró, aún aturdido por el suceso de aquella mañana. Sora le había acompañado desde ese entonces y ya comenzaba a sentirse a gusto con ella. No le interesaba moverse pero sabía que aquel día sería largo.
-¿En tres horas?
-Sí. Podríamos comer algo, ¿Te parece? No sabemos cuanto tiempo estaremos en ese canal de televisión, deberías comenzar a pensar en cambiarte de ropa si es que así lo prefieres - hizo un recorrido visual rápido sobre él -y en el estudio te maquillarán.
-¿Me veo muy mal?
-Para nada -ella sonrió mientras hacía unos garabatos en su cuaderno del itinerario.
-Ahora me arrepiento de haber aceptado, hoy no fue un día fácil. Pero si vas conmigo creo que podré hacerlo.
-Te lo dije más temprano, pidieron que fueras tú. Y eres el que mejor habla mandarín.
-Llevo mucho tiempo sin practicarlo -chasqueó la lengua, algo molesto -¿Tú sabes?
Sora asintió riendo.
-Puedo oficiar de traductora.
Como toda respuesta, él sonrió de medio lado, se incorporó y se metió en su cuarto de baño para ducharse y cambiarse.
El agua caliente obró un milagro, logrando relajar su cuerpo luego de una mañana tan intensa.
Cuando salió del cubículo de la ducha, observó su reflejo e intentó arreglar su expresión de tristeza y preocupación. Había perdido tanto el control, que se sentía muy avergonzado, sentía que Sora había visto su mayor vulnerabilidad, se sentía desnudo. Quizás nunca había mostrado esa arista de su personalidad a nadie. Respiró profundo.
Ella era la mejor, ¿Cierto? Eso decían, se resignó a salir de la habitación luego de vestirse y peinarse.
Sora le aguardaba sentada en el balcón, observando la gigantesca ciudad en silencio.
-¿Vamos? -le vio aparecer ante sus ojos y le sonrió amigablemente, le indicó que los esperaban en el lujoso hall del hotel para llevarlos a la entrevista. El chofer ya se había anunciado.
Hasta aquella mañana, Sora había sido una especialista en fastidiarle, pero su conducta había cambiado muchísimo desde el suceso de su ataque.
Dócilmente la siguió hasta el pasillo, bajaron por el ascensor y caminaron por el impresionante hall hacia la puerta principal, donde les aguardaba un coche oscuro de vidrios templados.
Subieron y ella se dirigió en un impecable mandarín al conductor para darle unas indicaciones. Yamato también lo hablaba con bastante fluidez, quedó gratamente sorprendido al comprobar que ella podría desempeñarse con naturalidad en aquel país.
La observó de reojo, estudiando su expresión seria y la concentración que tenía mientras anotaba algunas palabras en su agenda. Sí, ella era una verdadera profesional.
Imaginó que no se fijaría en un perdedor como él, no sabía porqué pensaba en esas cosas, pero por alguna razón aquello lo deprimía.
Llegaron al estudio de televisión y descendieron del coche, habiendo sido recibidos por un grupo de personas que los guiaron hacia el salón de maquillaje.
Allí fueron agasajados por un productor del programa en el que lo entrevistarían y con Sora conversaron brevemente sobre los límites que deberían ser tomados en cuenta en la entrevista, haciendo hincapié en el camino que debía evitar tomar el conductor del show.
El productor manifestó cierto interés por el tratamiento de Yamato -la prensa no había sido piadosa con él, y el surgimiento de la gira había sido sumamente cuestionado por la opinión pública – pero ella se mantuvo firme.
-No voy a negociar ese punto, mi cliente está en tratamiento y los detalles no tienen que trascender, y si en la entrevista se toca el tema, la cancelaré en ese mismo instante.
Yamato se sintió tranquilo cuando la escuchó decir eso, era lo que necesitaba en un día agitado como aquél, respeto y conversaciones amenas.
-Las personas tienen un extraño morbo, se olvidan de que cada artista es un ser humano con sus propios problemas, que no deben hacer un circo alrededor de una temática tan grave que pone en riesgo a tantas vidas, quien consume también es víctima de un sistema basado en un perfeccionismo irreal, y huye a través de una increíble evasión. Por favor, no banalicen las preguntas, Yamato es un artista muy talentoso y tiene mucho más que un simple titular amarillista para ofrecer. Además, si quieres proteger a los consumidores de tu programa, lo mejor es no hablar de conductas que puedan ser replicadas por fans que se encuentren perdidos. Él está cambiando eso y lo que quiere dejar como huella va más allá de sus carencias y traumas, que son cosas que todos hemos atravesado.
El hombre pareció comprender que eso no se negociaría. Caviló unos segundos y se marchó luego de agradecerle a Sora la sinceridad.
Yamato respiró aliviado. La maquilladora se había retirado y estaban solos en el camerino.
-Gracias. -dijo en dirección a la manager.
Ella solo anotaba en su libreta, apenas lo miró, pero él vio que sonreía con suavidad.
-A todos les encanta usar su dedito señalador y juzgador, sin entender que esta problemática nos trasciende a todos como individuos. – finalmente se volteó hacia él - No tienes nada que agradecerme. Entiendo que todos comienzan a consumir por diferentes asuntos personales, pero eso no les da derecho a excavar en tu autoestima sin piedad. Estás haciendo un tratamiento y quiero que te sientas acompañado y protegido.
-Eso es muy atento de tu parte.
-Después de mi error de esta mañana -hizo una mueca de incomodidad, se puso de pie ante él e inclinó su cuerpo hacia adelante, en una sentida reverencia -me disculpo por todo lo que ocasioné hoy, Yamato. Fue muy errado de mi parte, y poco profesional.
Él se sorprendió.
Estaba tan acostumbrado a asumir los errores él, que le desarmó escuchar la primera disculpa sincera en varios meses. Siempre era él quien era culpable.
-No tienes que disculparte, Sora – dijo él, se sintió avergonzado al recordar la escena en la habitación de ella y especialmente la manera en la que se había aferrado a ella, como un niño temeroso.
-Claro que debo disculparme – dijo Sora con seriedad -fue una falta de respeto, no lo tomes a la ligera. debes aprender a marcar tus propios límites de autodefensa.
-¿Límites?
-Al menos los sanos -dijo ella, parecía sorprendida -¿Nunca se han disculpado contigo?
-En realidad, tengo la tendencia natural a asumir la culpa de todo. Soy autodestructivo por naturaleza.
-Y ese es un triste concepto de ti mismo, debemos trabajar en la manera que te percibes y describes.
El productor interrumpió la conversación, apareciendo en el camerino.
-Adelante, rockstar. Es tu turno para la entrevista.
Yamato se puso de pie y asintió.
-Límites -dijo en voz alta, se volteó a mirar a Sora y le dedicó una sonrisa muy sincera -Gracias. Creo que tú y yo nos llevaremos muy bien.
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