13. Cuando caen las mentiras.
Cuando él le abrió la puerta, Sora estaba en medio de un gran bostezo.
No se molestó en reprimirlo, apenas se cubrió la boca y se rio con resignación.
-Si estabas muy cansada, no era preciso que vinieras -dijo Yamato con indulgencia, algo divertido mientras se hacía a un lado para dejarla pasar.
-Te abandoné durante todo el día, al menos quería saber como te lo habías pasado hoy - se sinceró la pelirroja ingresando a la habitación y observando todo con curiosidad - ¿Estuviste componiendo? -señaló la guitarra acústica que estaba extendida sobre los cojines del sillón, cerca del apoyabrazos estaba el bajo eléctrico.
-Sí, lo bueno es que luego de pasar varias horas en el gimnasio, los chicos aceptaron mi sugerencia y estuvimos trabajando bastante , así que ya tenemos algunas ideas interesantes para desarrollar en los próximos días – Yamato estaba particularmente emocionado, hacía bastante tiempo que aquello no sucedía, y le había hecho sentir muy productivo y con ganas de avanzar sobre varias melodías que habían ido surgiendo durante las horas de trabajo.
-Me encantará escucharlas cuando estén terminadas -dijo Sora con una gran sonrisa, aquel era un paso muy significativo.
-Tengo una canción casi lista -dijo él yendo hacia el instrumento acústico sobre el sillón y tomándolo con sus manos para sentarse en uno de los cojines. La observó con curiosidad mientras la chica asentía con aprobación, aun de pie en el medio de la enorme sala – acércate y te mostraré – agregó el joven.
Yamato se apartó un poco para que ella tomara asiento a su lado, aguardó a que Sora se quitara los zapatos y terminara de acomodarse para comenzar con una suave melodía seguida de una sucesión de notas mientras su voz comenzaba a entonar la melodía principal.
La canción era bonita, hablaba sobre la luz y la oscuridad, sobre sentirse perdido y desesperanzado, pero cuando llegaba al estribillo, la voz se elevaba con fuerza y narraba el vaivén de emociones que se atravesaban hasta llegar a la calma y la luz, transcurrida la tormenta, la paz reinaba y volvía a ser dueño de sí mismo.
Sora no podía quitarle los ojos de encima.
Observaba fascinada el hermoso rostro del joven que estaba a su lado, los pequeños hoyuelos que se formaban en sus mejillas cuando cantaba algunas notas agudas, y el entrecejo levemente fruncido mientras ejecutaba las partes que le exigían mayor concentración en la guitarra, que no era su instrumento usual. De todos modos tocaba muy bien y parecía fluir con naturalidad mientras rasgaba las cuerdas.
Mientras cantaba e interpretaba aquella canción, Yamato era deslumbrante, brillaba de manera única, tal como decía en la canción.
A ella casi se le escapó un suspiro de anhelo.
Era demasiado hermoso, le quitaba el aliento.
Advirtió rápidamente la sonrisa bobalicona que se le había quedado en el rostro y desvió la vista hacia el suelo, rogando que él notara su rubor.
La canción terminó y en la estancia reinó el silencio, transcurrieron unos minutos así.
-¿Te gustó? – preguntó curioso Yamato.
-Sí, me ha encantado.- admitió ella sonriendo, dignándose a mirarlo una vez más.
-Pues, esta canción es para ti. – dijo él con una sonrisa sincera.
-Oh, ¿Para mí? Pero es demasiado hermosa, podría ser para ti mismo, porque habla muy bien de todo lo que has recorrido – Sora fue sincera, al hablar se adelantó en dirección a él, algo turbada por el hecho de que él hubiera compuesto esa obra de arte para ella.
-Pero jamás hubiera podido componer esto de no ser por ti – Yamato también se acercó a la pelirroja, se desvió brevemente hacia adelante y dejó la guitarra lentamente en el piso, a sus pies, para volverse hacia la joven representante. La distancia era alarmantemente escasa.
Sora retrocedió con calma, pretendiendo disimular la intensidad de sus emociones.
Aquellos no eran momentos de dejarse llevar.
-Nunca me habían hecho un regalo así -dijo sonriendo - así que te lo agradezco mucho. -inclinó la cabeza hacia abajo, en señal de respeto, para volver a mirarlo a los ojos, aún conmovida por todo – y espero que esto no quede solo entre nosotros, quisiera que puedas llevar el mensaje de esperanza y recuperación a todos tus fans para que se puedan sentir fuertes para luchar.
Yamato le sonrió.
¿Él se había ruborizado un poco?
El silencio se prolongó un poco más. Yamato decidió que sería un buen momento para romperlo hablando sobre una idea que rondaba su mente hacía varios días.
-Mañana será el último show de la ciudad, ¿qué harás en Portugal cuando lleguemos? Habrá algunos días libres y quería saber si estarás con la banda o no.
La pregunta la pilló desprevenida.
-Bueno, tengo unos amigos que compiten en kitesurf precisamente en esas fechas, y probablemente vaya a presenciar alguna de las instancias en las que participen.
-Ya veo -pareció levemente decepcionado.
-¿Quieres venir? Será divertido, y si te interesa, hasta puedo enseñarte el deporte. -dijo con rapidez.
-¿Tú también compites? -le gustó la idea de Sora, estaba intrigado.
-Hace años que no compito, porque no tengo tiempo para entrenar muy en serio, pero me gusta practicarlo, porque me ayuda a liberar la mente y a olvidarme del estrés.
-Me gustaría ver esa faceta tuya -confesó Yamato -siempre te he visto alrededor de la banda, pero no hablas mucho de ti misma o de lo que te gusta hacer cuando no estás trabajando.
-Nunca nadie me ha preguntado al respecto -se encogió de hombros.
Volvió a bostezar.
-Pues, si no es molestia, me encantaría acompañarte a ese campeonato. -Yamato habló decidido.
-Es muy lindo de tu parte, y definitivamente, me encanta la idea de mostrarte algo en lo que me especializo.
-Si no podemos volver al gimnasio, con eso me conformaré -dijo el rubio mordazmente.
Le gustó la manera en la que el rostro de ella se puso en alerta ante la simple mención del asunto. La joven se tardó en contestar.
-¿Me has estado extrañando? – preguntó Sora y se echó a reír para quebrar el momento de tensión.
-En realidad he logrado distraerme, los hoteles sin gimnasio exclusivo hacen que sea más fácil el acercamiento de algunas mujeres como para pasarlo bien mientras mi representante me ignora.
Fue un golpe bajo. Lo sabía.
Vio como la expresión risueña de ella cedía unos instantes a una de enojo, y rápidamente la recompuso en una sonrisa de cortesía que pretendía disimular su molestia.
Si, Sora ya no podía engañarle. Le agradaba alejarla de su zona de confort y calma ante la posibilidad de una amenaza. Hasta ahora ella no parecía dispuesta a bajar la guardia ante tantos avances. Yamato entendía perfectamente la responsabilidad de ella y por eso no había invadido su espacio ni traspasado ningún límite, pero a veces se preguntaba si sería tan real ese interés.
Sabía que la pelirroja no era del tipo de personas que compite con otras para captar la atención de nadie, pero quería ver si reaccionaría bien ante una posible competencia.
Le sonrió de medio lado.
-¿Por qué no te vas ya a dormir, Sora? Estás exhausta y te lo has pasado bostezando.
-¿Me estás echando? ¿O esperas a alguien más? – lo dijo con sarcasmo pero procurando no demostrar mucho lo que sentía.
-No, no espero a nadie. Puedes irte a descansar tranquila, sino puedes revisar las cámaras. -hizo una breve pausa mientras ella volvía a bostezar -¿Lo ves? Vete antes de que te quedes dormida aquí, a menos que sea precisamente eso lo que quieras.
La última frase se la dijo muy en serio, y notó el rubor en la mejillas de ella, encendiéndose.
También percibió calor en su propio rostro.
-No te la des de gracioso, Ishida. Que cuando pueda hacer los cambios que necesito, veremos si eres tan valiente.
-No me desafíes, Takenouchi.
Ella le sonrió.
Era difícil entender cuándo era broma y cuando era en serio.
Sora se retiró a su habitación de inmediato. Sentía que iba a peligrar su entereza si seguía jugando con fuego.
Cuando descendió del elevador en su piso, minutos más tarde, suspiró profundamente.
Estaba a punto de explotar todo ante sus narices. Necesitaba dar ese primer paso que Mimi le había sugerido. Ya no soportaba el jueguito de seducción de Yamato y la estúpida manera que ella tenía de derretirse ante cada una de sus palabras.
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Se levantó muy temprano aquella mañana. Había logrado dormir profundamente, pero aun sentía un incómodo revuelo en su mente.
Le escribió un escueto correo al equipo médico de Yamato para reunirse lo antes posible.
Aquél día la banda estaría inmersa en su último show de París antes de viajar al Reino Unido – y luego de unos días allí, instalarse en Portugal para tomarse sus días de merecido descanso, más tarde, cruzarían el océano atlántico hacia Norteamérica – así que Sora necesitaba dar el primer paso hacia la nueva etapa de su relación con Yamato.
Recibió la respuesta casi de inmediato. Podrían reunirse en una hora.
Se pidió un desayuno bien cargado, podía entender su nerviosismo, lo que estaba por hacer, era algo sin precedentes en su brillante carrera. Conocía a la médica psiquiatra y a la psicóloga personalmente, habían trabajado varias veces juntas, suponía que podría ir sin rodeos.
En el horario indicado, habiéndose dado una agradable ducha, con un elegante pantalón de vestir oscuro y una impecable camisa blanca, aguardó a que sus colegas se conectaran.
-Sora, ¿Cómo estás? – la agradable mujer de gafas y cabello oscuro la recibió con una sonrisa amable en la sala virtual -me llamó la atención tu mensaje, tengo algunos pocos minutos para escuchar la propuesta que tienes.
-Lamento la molestia causada, discúlpame, Ruki – Sora se inclinó de modo respetuoso ante la doctora.
-Oh, no hay ningún problema. Cuéntanos, ¿Es algún ajuste de medicación lo que necesita Yamato?
La psicóloga, que se había conectado en medio del diálogo anterior, aguardaba expectante.
-Esta vez el problema soy yo - admitió Sora, estudió las expresiones sorprendidas de las dos mujeres a través de la pantalla – seré breve.
Pero antes de poder continuar, se vio interrumpida por las palabras de una de sus interlocutoras.
-¿Tiene algo que ver con el hecho de que se hayan vuelto bastante cercanos con Yamato? – la joven psicóloga, que había permanecido en silencio hasta ese entonces, se acercó a la cámara y estudió las expresiones de la pelirroja con detenimiento – Me explicaré mejor, Yamato me lo comentó en las últimas dos sesiones. Dijo que ya hacía tiempo que notaba algo diferente en la manera en la que él se estaban relacionando contigo, y que estaba preocupado porque no quería interferir en tu trabajo, a su vez que controlar sus impulsos, que es algo en lo que hemos trabajado mucho con el tratamiento de la adicción, se le hacía difícil a la hora de marcar distancia contigo, y se sentía mal por eso. Pero me lo dijo desde su propia perspectiva, jamás mencionó que a ti te ocurriera lo mismo.
Sora estaba muda. ¿Entonces él ya había hablado la respecto? Se sentía tonta.
-Bueno, sí. – la pelirroja hizo una breve pausa – no es que haya querido interferir en el tratamiento, simplemente empecé a notar cierto interés en él y al principio pensé en no prestarle atención – se sinceró – pero no pude dejarlo en segundo plano, comenzó a intensificarse mucho, y siento que fallé. Me disculpo por no haber sido responsable. Y lamento esto, porque nunca me había sucedido y ya no puedo ser imparcial u objetiva con Yamato. Creo que eso dificultará todo el tratamiento y es lo que menos necesita.
Las mujeres hicieron una breve pausa, hasta que Ruki, la experimentada psiquiatra, sonrió con indulgencia a Sora.
-El hecho de reconocer el problema es muy responsable de tu parte, y te lo agradecemos. No sabíamos si a ti también te había sucedido, y realmente es un asunto serio.
-Lo es. Y me disculpo nuevamente por cometer esta falta - Sora llevó ambas manos a su regazo y se inclinó hacia adelante con ímpetu, sentía una profunda vergüenza – de verdad todo esto tomó demasiadas proporciones y no hice nada para detenerlo, así que si deciden desvincularme del tratamiento y de la parte de representación, lo aceptaré sin reparos. No quiero empeorar los avances de él ni interferir con su proceso. Lo siento.
Ya estaba. Ahora lo dejaba en manos de ellas.
-Creo que lo mejor será discutirlo entre nosotras y hablar también con Yamato, en primer lugar. Probablemente la banda también deba tomar conocimiento sobre esta situación según lo que se decida. ¿Qué dices? ¿Podrías esperar a que tomemos una resolución? Y también háblanos de las opciones que puedes proponer si quisieras seguir siendo su representante.
La pelirroja asintió. No podía llevarles la contra, finalmente era hora de hacerse cargo de la situación, que aunque no había pasado a mayores, ya estaba al borde de desencadenar demasiadas consecuencias que podrían interferir de una mala manera en el principal objetivo: La rehabilitación de Yamato.
-Gracias a ambas. De momento aguardaré a su decisión. La única alternativa a desvincularme, sería la de retirarme del equipo médico y continuar con mi rol de representante, pero entenderé si lo mejor es alejarme definitivamente.
-Te lo informaremos cuando lo hayamos resuelto. Por lo pronto, mantente a distancia prudencial de Yamato – Ruki consultó la hora en su teléfono móvil -Tengo que retirarme, pero lo trataremos en cuanto podamos, con prioridad. ¿Sí? Puedes hablarlo con él si quieres, para que vaya pensando en esto con seriedad.
-Gracias otra vez – Sora volvió a inclinarse.
Las dos mujeres en la pantalla se despidieron cordialmente. La sesión se cerró.
Sora se quedó sentada sobre la silla frente a su ordenador portátil, en total silencio.
Temblaba.
Ahora ya no estaba en sus manos. Aguardaría a que tomaran la decisión, ni siquiera sentía que su opinión valiera.
Llevaba tanto tiempo cargando con la culpa en soledad, que finalmente pudo abrirse a llorar.
Dejó que toda la tristeza y los nervios acumulados tomaran el control. Se rindió y se sintió derrotada y abrumada. Cerró los ojos, recordando brevemente la hermosa canción que Yamato le había regalado la noche anterior. Asumía el riesgo.
Suponía que lo peor sería que la información se filtrara a la prensa del corazón, que desde que había comenzado la gira no había tenido noticias frescas del famoso cantante, o la menos, no de las noticias crudas y denigrantes con las que solían acosar y asediar al joven.
Se levantó con lentitud lo peor de su crisis pasó, no podía permitirse seguir así. Tendría que terminar con su equipaje para el día siguiente y cambiarse para ir al teatro para la prueba de sonido con la banda.
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