Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.

La Pirata de los Cielos

14: Ganando Respeto y clase de vuelo.

Céline nunca había creído que pudiera existir un chico al que odiaría a un nivel mayor que aquél que tenía reservado para Dudley Dursley y luego llegaban su hermano, Ron Weasley, Hermione Granger y Draco Malfoy. Sin embargo, los de primer año de Slytherin sólo compartían con los de Gryffindor la clase de Pociones, así que no tenía que encontrarse mucho con tres de ellos y al cuarto lo tenía que aguantar siempre. O, al menos, así era hasta que apareció una noticia en la sala común de Slytherin; que los hizo protestar a todos. Las lecciones de vuelo comenzarían el jueves... y Gryffindor y Slytherin aprenderían juntos. —Perfecto —dijo en tono sombrío Céline—. Justo lo que siempre he deseado: Verles la cara al Trio de Oro y a los Mortífagos Jr. sobre una escoba. —Deseaba aprender a volar más que ninguna otra cosa.

—Hey, anímate —le dijo Tracy sonriente.

—Tienes razón —la sonrisa tiró de las mejillas de Céline —por cierto, —y bajó la voz, sabiendo que Daphne, estaba al otro lado suyo — "¿Es mucha molestia, si pido verlas a ambas en el cuarto piso, en el viejo laboratorio de alquimia del lado este?"

— "¿Para qué?" —preguntó Daphne.

—Prefiero hablarlo, dónde no esté Draco, engañando a Pansy, con Crabbe y Goyle —dijo Céline con voz normal y una gran sonrisa.

— ¡CÁLLATE POTTER!

—Volkova, mi pequeño Dragón —dijo ella normalmente, mientras se alejaba.

— ¡¿A DÓNDE CREES QUE VAS, POTTER?!

—Volkova, mi pequeño Dragón. —respondió la rubia de ojos verdes, como una Lora, solo para fastidiar a Malfoy, quién se sonrojó de ira, ante la literal repetición de palabras de la rubia de ojos verdes, mientras todos se reían de la sencilla broma frustrante de Céline —Y en cuanto a donde voy: Pues a desayunar. —Varios la siguieron, tras la humillación a Draco.

Cuando subieron a desayunar en el Gran Salón, Hermione Granger estaba casi tan nerviosa como Neville con el tema del vuelo. Eso era algo que no se podía aprender de memoria en los libros, aunque lo había intentado. En el desayuno del jueves, aburrió a todos con estúpidas notas sobre el vuelo que había encontrado en un libro de la biblioteca, llamado Quidditch a través de los tiempos. Neville estaba pendiente de cada palabra, desesperado por encontrar algo que lo ayudara más tarde con su escoba, pero todos los demás se alegraron mucho cuando la lectura de Hermione fue interrumpida por la llegada del correo.

La sorpresa de Céline recibiendo un paquete y una carta de sus madres, fue magnánima y se quedó mirando el sobre con ojos muy abiertos.

— ¡Hey! —dijo Tracy, palmeando el hombro de Céline, quién fue como si se quedara apagada. — ¿va todo bien?, ¿Por qué tan sorprendida?

—Mis madres están en un lugar tan lejano, como los Emiratos Árabes Unidos, si no es que un lugar aún más lejano que eso —explicó levemente Céline, mirando la carta y señalando la firma, sobre el papel —y está, es la firma de Mamá Susanna. —Abrió el sobre, extrajo la carta y la leyó.

—Jamás había escuchado sobre anillos de comunicación —dijo Daphne sorprendida.

—Artefactos encantados de comunicación, que en el fondo son muy sencillos de crear. —dijo Céline, mientras se colocaba el anillo y destruía el sobre con su magia de viento, agarrándolo en la mano y lanzándoselo a la cabeza a Draco Malfoy, quién se llevó los brazos frente al rostro, para protegerse de un posible ataque, ante lo inesperado de que el papel volara ante su rostro —Si solo vas a ir a molestar a alguien, causando que le rebajen puntos a Slytherin y no a pedirle matrimonio a Crabbe, Goyle o Parkinson, entonces ve a sentarte, Malfoy —gruñó Céline, tan fríamente , que hizo saltar a Draco, quién la miró pálido por un segundo y corrió a sentarse en su lugar. Mirando mejor, supo lo que había atraído la mirada de Draco.

Un lechuzón había entregado a Neville Longbottom un paquetito de parte de su abuela. Lo abrió excitado y les enseñó una bola de cristal, que cabía en su puño, que parecía llena de humo blanco. — ¡Es una Recordadora! —explicó—. Mi abuela sabe que olvido cosas y esto te dice si hay algo que te has olvidado de hacer. Mirad, uno la sujeta así, con fuerza, y si se vuelve roja... oh... —se puso pálido, porque la Recordadora súbitamente se tiñó de un brillo escarlata—... es que has olvidado algo... —Neville estaba tratando de recordar qué era lo que había olvidado.

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Horas más tarde, estaban Céline, Daphne y Tracey en un salón abandonado.

—Entonces, ¿Sobre qué querías hablarnos? —preguntó Daphne, en aquel salón de clases.

—Soy muy buena para leer las emociones de otros y para escuchar —dijo Céline. —Sé que ambas, están buscando mayores conocimientos sobre la Magia Oscura —ambas palidecieron y se asombraron, por partes iguales —desconozco sus motivos, pero no está en mí, el preocuparme por eso. Solo quiero ofrecerles mis conocimientos en el área.

— ¿Sabes sobre magia oscura? —preguntó Tracey incrédula —pero... ¡Pero los Potter son una familia Luminosa! Siempre lo han sido.

—Si yo viviera con los Potter toda mi vida, entonces mi apellido sería Potter. —puntualizó Céline sencillamente —Una de mis madres es Aleksandra Volkova, una familia prominente de la magia luminosa y mi otra madre es Susanna Lainé, cuya familia ha empleado la magia oscura por generaciones. Pero antes de poder enseñarles magia como tal. Encantamientos y hechizos, maleficios y maldiciones, ambas necesitan aprender sobre el arte de protección mental, llamado Oclumancia. Es lo más importante y lo primero que mi madre Susanna, me enseñó —Daphne y Tracey se miraron, antes de asentir.

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Aquella tarde, a las tres y media, Alex, Ron y los otros Gryffindors bajaron corriendo los escalones delanteros, hacia el parque, para asistir a su primera clase de vuelo. Era un día claro y ventoso. La hierba se agitaba bajo sus pies mientras marchaban por el terreno inclinado en dirección a un prado que estaba al otro lado del bosque prohibido, cuyos árboles se agitaban tenebrosamente en la distancia. Los Slytherins, como Céline, Daphne y Tracy, ya estaban allí, y también las veinte escobas, cuidadosamente alineadas en el suelo.

Alex había oído a Fred y a George Weasley quejarse de las escobas del colegio diciendo que algunas comenzaban a vibrar si uno volaba muy alto, o que siempre volaban ligeramente torcidas hacia la izquierda.

Entonces llegó la profesora, la señora Hooch. Era baja, de pelo canoso y ojos amarillos como los de un halcón. — ¡Bueno ¿qué están esperando?! —bramó—. Cada uno al lado de una escoba. Vamos, rápido. Céline y Alex miraron sus escobas: Todas las escobas que estaban presentándoles eran viejas y algunas de las ramitas de paja sobresalían formando ángulos extraños. —Extiendan la mano derecha sobre la escoba —les indicó la señora Hooch— y digan con fuerza y decisión: «arriba».

— ¡ARRIBA! —gritaron todos. Las escobas de Céline y Alex, saltaron de inmediato en sus manos, pero fueron de los pocos que lo consiguieron, junto a Malfoy, Parvati Patil y Tracy Davies.

La de Hermione Granger no hizo más que rodar por el suelo y la de Neville no se movió en absoluto. «A lo mejor las escobas saben, como los caballos, cuándo tienes miedo», pensó Alex, y había un temblor en la voz de Neville que indicaba, demasiado claramente, que deseaba mantener sus pies en la tierra. Luego, la señora Hooch les enseñó cómo montarse en la escoba, sin deslizarse hasta la punta, y recorrió la fila, corrigiéndoles la forma de sujetarla. Alex y Ron se alegraron muchísimo cuando la profesora dijo a Malfoy que lo había estado haciendo mal durante todos esos años, mientras que Céline negaba con decepción, como si Draco fuera su hermanito menor o su hijo. —Ahora, cuando haga sonar mi silbato, dais una fuerte patada —dijo la señora Hooch—. Mantened las escobas firmes, deberán de elevarse un metro o dos y luego bajad inclinen sus cuerpos suavemente. Ahora: Preparados... tres... dos... —Pero Neville, nervioso y temeroso de quedarse en tierra, dio la patada antes de que sonara el silbato. — ¡VUELVE, MUCHACHO! —gritó, pero Neville subía en línea recta, como el corcho de una botella... Cuatro metros... seis metros... Céline y Alex le vieron la cara pálida y asustada, mirando hacia el terreno que se alejaba, lo vio jadear; deslizarse hacia un lado de la escoba y... Antes de darse cuenta, ya Céline estaba en el aire, aproximándose a Neville, usando su magia de viento, para impulsarse más de lo que la vieja escoba le permitiría.

Rápidamente, Céline estaba al lado de Neville — ¡Neville, dame la mano! —gritó la rubia.

Neville la miró aterrado, mientras seguían ascendiendo. Y lograron escuchar apenas, quizás fuera Ronald Weasley: — ¡NO CONFÍES EN ESA SERPIENTE, LONGBOTTOM! —Neville tomó su mano y Céline usó un hechizo para ser más fuerte y evitar que Neville se le cayera o resbalase, mientras le ayudaba a subirse a su propia escoba, mientras ambos descendían.

Se escuchó un ruido muy fuerte y todos miraron como la escoba de Neville chocó contra la torre de Gryffindor y acabaron en tierra firme, dónde Neville comenzó a vomitar. —G-Gracias. Muchas gracias.

—De nada —dijo la rubia princesa.

—10 puntos por salvar a su compañero de estudios, señorita Volkova —dijo la entrenadora Hooch, mientras se llevaba a Neville a la enfermería. —No deben moverse mientras llevo a este chico a la enfermería. Dejad las escobas donde están o estaréis fuera de Hogwarts más rápido de lo que tardéis en decir Quidditch. —Neville, con la cara surcada de lágrimas.

Casi antes de que pudieran marcharse, Malfoy ya se estaba riendo a carcajadas. —¿Vieron la cara de ese gran zoquete? —unos pocos Slytherins le hicieron coro. Muchos menos de los que él se esperaba. Esto solo reflejaba que él no era el Príncipe Plateado de Slytherin, como su padre le había dicho quesería.

¡Levicorpus! —gruñó Céline y Draco gritó y quedó de cabeza, como sujetado por una pierna, mientras gritaba aterrado. —Wingardium Leviosa Extremix. Wingardium Leviosa Extremix. —Y se fue elevando en el aire más y más, mientras gritaba aterrado. —Liveracorpus —gruñó ella, antes de arrojarle una ráfaga de viento, que desaceleró la velocidad de la caída. Todos lo miraban fijamente, mientras que él se recuperaba. Entonces, desde la garganta de Céline, salió una risa falsa, mientras lo señalaba burlonamente. — ¿Vieron la cara que puso Malfoy?! —preguntó con ironía e irá, goteando de sus palabras —Oh sí, qué divertido es reírme de la desgracia ajena, ¿Verdad? —Y todos miraron con furia a Draco, quien se encogió de miedo, mientras que los demás se alejaban de allí.

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Daphne, Tracey y Céline, estaban comiendo y charlando sobre hacer la tarea. Cuando se presentaron unos visitantes mucho menos agradables. Malfoy, flanqueado por Crabbe y Goyle. —¿Comiendo la última cena, Potter?

—Volkova, mi pequeño Dragón —dijo Céline, mirándolo con una expresión de aburrimiento en el rostro. —Siempre junto a Crabbe y Goyle por lo que veo. Una niña rica como tú, necesita que le lleven los libros e implementos de pociones y astronomía, para así no dañarse sus delicadas manos, ¿Verdad?

— ¡CÁLLATE POTTER! —rugió Draco sonrojado de ira.

—Volkova, mi pequeño Dragón —dijo ella.

—Te desafío a un duelo de Magos...

—Volkova —dijo ella rápidamente.

—Nos veremos cuando quieras —dijo Malfoy—. Esta noche, si quieres. Un duelo de magos. Sólo varitas, nada de contacto. ¿Qué pasa? Nunca has oído hablar de duelos de magos, ¿verdad? A medianoche, ¿de acuerdo? Nos encontraremos en el salón de los trofeos, nunca se cierra con llave.

—Sí lo he escuchado. Y no. —Draco la miró confundido —no será esta noche, será ahora mismo —y desenfundó su varita mágica, mientras se ponía de pie. Draco la miró enfadado. Quería engañarla, para meterla en problemas con Filch, pero si se retractaba, dejaría mal parado al apellido Malfoy... De todos modos: Ninguno de los dos, sabía suficiente de magia, como para causarse verdadero daño... —Spongify —Draco gritó asustado, cuando su brazo derecho comenzó a moverse independientemente y parecía un caucho.

—Creo que el triunfo de la señorita Volkova es obvio —Snape ya estaba allí, arrastrando las palabras. —Una curiosa elección de hechizo, para un duelo de pocos segundos. Malfoy: 10 puntos personales menos, por provocar a una compañera y 10 puntos personales menos, por lanzar un reto frente a todos los alumnos —y se giró hacía Céline, enseñando una sonrisa —durante la hora del almuerzo. Volkova: 10 puntos personales por astucia y 10 pensamiento rápido.

Dumbledore ya estaba allí. —Señorita Volkova, está usted en detención...

—Director —dijeron Céline y Snape. El jefe de Slytherin le dio la palabra a su alumna.

—El Artículo 115 del Reglamento de Hogwarts, estipula que el director no tiene derecho a decidir castigo alguno, cuando es un asunto interno de una Casa de Hogwarts —dijo Céline, dejando a Dumbledore incrédulo, ante el conocimiento de la rubia de ojos verdes —Y este es un asunto exclusivamente de la Casa Slytherin, por ser Draco y yo, miembros de la misma, por mucho que Draco esté actuando de forma tan Gryffindoriana.

— ¡CÁLLATE POTTER! —gritó Draco, sintiendo mucho dolor en su brazo.

—Es Volkova, imbécil —le regañaron Céline, Daphne, Tracy y Katia, haciéndolo saltar hacía atrás, del miedo.

Draco fue llevado a la enfermería, Céline se sentó a almorzar y tanto Dumbledore, como Minerva y Hermione Granger, se quedaron furiosos, ante el uso de Céline de emplear el Reglamento de Hogwarts para escapar impunemente de su castigo por lastimar a un compañero de clases.