Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.

Solo nos pertenecen los OC.

La Pirata de los Cielos

16: Quidditch y ¿Nicolás Flamel?

Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por las ventanas de arriba veían a Hagrid descongelando las escobas en el campo de Quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de pelo de conejo y enormes botas de piel de castor. Iba a comenzar la temporada de Quidditch.

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Desde que Céline derrotó al Trol de montaña (siendo algo atestiguado por los cuadros del lugar), ella era mucho más respetada y reverenciada, tanto dentro, como fuera de Slytherin, causando que Draco escribiera a casa, diciendo que una mestiza había tomado el lugar que le correspondía, como príncipe de Slytherin.

Mientras las lechuzas volaban por el Gran Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en el anillo que llevaba Céline, el cual comenzó a despedir luces azules, amarillas y verdes, antes de desaparecer y solo quedando junto a ella, un paquete de papel regalo Muggle, que era plateado y tenía algunos brillos, inmediatamente Céline, reconoció la letra de la carta. Sus madres estaban al pendiente de ella.

Céline miró con cuidado y los rostros de Céline y Katia se mostraron asombrados y aterrados. — ¡Una máscara Masasli!: se teme por un ataque de Ultramar, más allá de Koasefold. Pero... esta madera, es de Reina Coridalis. Algo que solo se encuentra en Taras-Muth. —razonó, mientras apretaba con fuerza la máscara entre sus manos —Maldita sea. Una máscara de un metal que solo se encuentra en un país como Masasli, con diseño autóctono... eso significan problemas. Pero integrada en madera de Reina Coridalis de Taras-Muth. ¡Mierda, maldita sea! —golpeó su cabeza contra la mesa, mientras guardaba la máscara y la sellaba con magia y diversas runas. —Si escuchas mi oración, oh, auxilia a Søgvinger y Astraksa.

—Céline, creo que debemos de hablar sobre este arrebato, que acabas de tener —dijo Dumbledore, colocando una mano en el hombro de Céline.

—Problemas para mi continente, director. Nada que se pueda hacer, si estoy aquí —gruñó Céline, ahora enfadada. —Mascara de metal que solo se encuentra en otro continente con diseño de ESE continente; revestida y decorada con madera proveniente de un árbol que solo se encuentra en un país enemigo al mío.

Dumbledore frunció el ceño, al no poder conseguir más información. Ingresó en la mente de Céline, pero fue igual que la última vez: cayendo por un peñasco de rocas, lastimándose de seriedad y de camino a un agujero lleno de lanzas; el director salió de allí y se asombró al sentir su cuerpo arder. Supo, sin necesidad de mirar, que estaba lleno de raspones por rocas... ¡ROCAS DE UN LUGAR DENTRO DE LA MENTE DE UNA PERSONA!

¿Cómo consiguió Céline Potter este poder?

¿Cómo era posible un escudo Oclumántico como aquel?, ¿Quién se lo enseñó?, ¿Qué más sabía?

Mucho.

La chica indudablemente, sabía mucho.

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Recuerdo

Era sábado y los maestros estaban reunidos. —Entonces, ¿Qué tenemos, en estas últimas semanas? Y lamento mucho, el que no nos pudiéramos reunir la semana pasada —dijo Dumbledore.

Tranquilo Albus —dijo Minerva sonriéndole con cariño —sabemos que estás muy ocupado con los cargos del Wizengamot y la Comunidad Mágica Internacional. No hay problemas.

Entonces, ¿hay algo más, parte de los castigos de los gemelos Weasley? —preguntó Dumbledore con una pequeña sonrisa, intentando dejar fuera de su mente el pensamiento de Alex Potter.

Este año está lleno de sorpresas. —dijo Minerva —Slytherin está sumando muchos puntos, recientemente con tres alumnos que están sumando puntos a grandes rasgos.

Siempre tuve la sensación de que mis alumnos son más capaces que los tuyos, Minerva —era de las pocas ocasiones en las cuales Snape sonreía: cuando podía bromear con la profesora McGonagall. —Volkova y Greengrass son las más capaces en mi salón, desde hace ya bastante tiempo que las he visto. Es asombroso que niñas de once años, prosperen tanto en las Pociones, como lo están haciendo ellas.

No solo pociones —dijo McGonagall sonriente, aunque teniendo el enfado y los celos en su interior, de que la chica no hubiera estado en su casa —Céline heredó de su padre, la grandeza para las Transformaciones.

Conoce ciertamente las plantas y está en segundo lugar en mi invernadero —dijo Pomona, sonriendo con cariño —por delante suyo, está Neville Longbottom, ese chico sí que sabe de Herbología.

Céline demuestra un grandioso conocimiento teórico y una destreza practica que ya me hubiera gustado a mí, tener a su edad. —dijo Minerva con una sonrisa de orgullo herido, pues verdaderamente, hubiera deseado tenerla en su casa, tal y como lo estuvieron sus padres.

No solo es destreza práctica —dijo Filius, con una sonrisa de orgullo —es como si esa niña, hubiera nacido con la varita en la mano. Su concentración a la hora de aprender y emplear los hechizos, me hacen desear tenerla en mi casa.

He recibido las anotaciones de mis compañeros y tanto Greengrass, como Davies, están en los lugares dos y tres, por debajo de Volkova —dijo Snape —agradezco a los presentes, por los puntos que han otorgado a Volkova.

Dumbledore se mostró algo preocupado. —Entonces, ¿los tres alumnos en los primeros puestos, son amigos?

Grandes amigos, Albus lo aseguro —aseguró Snape.

Les estaba explicando el otro día a mis alumnos, sobre la Raíz de Mandrágora, que se usan para la Poción de Pensamiento Rápido. Y la Srta. Volkova acotó lo siguiente: «Profesora, esto es peligroso, debido a la fácil adicción a la poción de pensamiento rápido, debido a que puede causar que las personas beban más y más, causando deficiencia en la respuesta del pensamiento ordinario, al no beberla. Su consumo está prohibido y se ha reemplazado con la poción Agudizadora de Ingenio»

Se sabe que todavía se usa la Poción de Pensamiento Rápido, especialmente por Magos Tenebrosos en Rusia y Albania y si te descubren usándola, serás encarcelado —dijo Snape, sonriendo con orgullo.

Esto era malo, desde el punto de vista de Albus: La chica Slytherin guapa, capaz con la magia, que era la mejor de su clase y comenzaba a hacerse de un círculo de amigos... justo como Tom S. Ryddle... justo como Lord Voldemort. —Entonces, Alex sería el cuarto o quinto mejor, ¿verdad? —decidió buscar algo que calmara su mente y sin lugar a dudas, escuchar a los maestros, elogiar a su Niño-Que-Vivió, le sería útil, para calmarse.

Por favor, Albus gruñó Snape Potter no sería el cuarto, ni quinto mejor, ni siquiera si nos deshacemos de la mitad de la clase —gruñó Snape, mientras que Albus miraba a su espía con incredulidad. —Cuando fracasa al preparar alguna poción, siempre les echa la culpa a todos los que están a su alrededor, en lugar de asumir que fue su propia responsabilidad, por su falta de atención y arrogancia.

Si no logra transformar algo en mi clase, echa la culpa a su varita mágica a pesar de que ya le he demostrado en repetidas ocasiones, que no hay nada negativo o malo con su varita —dijo Minerva, apretando los labios y frunciendo el ceño.

Demuestra grandes celos hacía Volkova y la culpa por sus fracasos, que obviamente son suyos y de nadie más —dijo Flitwick enfadado. —Ver como ella logra estar por encima de los demás, tampoco ayuda al temperamento del joven Sr. Potter. Ni siquiera James o Sirius, eran tan problemáticos en mi salón de clases.

Los he descubierto varias veces, con tareas copiadas al calco de Granger. —gruñó Pomona decepcionada de Alex Potter —Les he ordenado repetir sus tareas y no me las entregan, argumentando que se quedaron sin tiempo. —Los otros maestros suspiraron y dijeron haber encontrado exactamente las mismas fallas en las tareas entregadas por Alex, dejando a Dumbledore en un shock absoluto.

Fin del Recuerdo

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El día anterior al primer partido de Quidditch, estaban Céline, Daphne y Tracy de camino a su salón de clases personales, para que ellas aprendieran más sobre la magia oscura, como tanto querían.

Cuando los tres estaban por entrar, cuando Snape cruzó el pasillo. De inmediato, Céline se dio cuenta de que Snape cojeaba. Las tres chicas se preguntaron qué podría haberle pasado a su jefe de casa.

—El día de hoy, les enseñaré un hechizo oscuro y dos hechizos básicos, que aprenderemos en el futuro aquí mismo: en Hogwarts —dijo Céline.

— ¿Y cuáles son esos hechizos, profesora Volkova? —preguntó Tracy con fingida seriedad, pero Daphne no pudo evitar una risa feliz.

Estas dos, harán que mi título como Reina de Hielo de Slytherin, no me dure, pero es que nada —pensó Daphne divertida.

Obscuro: se trata de una venda que se atará alrededor de los ojos del rival y si bien el Lumos sirve para iluminar una habitación oscura, como lo haría una linterna... —Céline fue interrumpida por su alumna de cabello negro.

— ¡También puede enceguecer al oponente! —saltó alegremente Tracy, haciendo que una asustada Daphne, diera un paso atrás, ante la abrupta reacción de su amiga.

—Deslumbrar al oponente —le corrió Céline sonriente y orgullosa —pero sí, estás en lo correcto, señorita Davies. Enceguecer a tu rival por unos cuantos segundos, puede darte la ventaja. Entonces son tres hechizos: El Sonorus será un sonido de muy alto volumen y podrías incluso ensordecerlo.

—Bien, pongámonos a practicar, entonces —dijo Daphne sonriente, tras aceptar esta clase de entrenamiento —no es solo magia oscura. Estos son hechizos inesperados, ¡en la magia marcial! —razonó ella y lo aceptó.

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El tiempo de entrenamiento diario de las tres jóvenes brujas, ya había finalizado y estaban caminando, por el pasillo del segundo piso del lado este, Céline escuchó con claridad las voces de Snape y Filch. Haciendo una señal de silencio, se acercaron a mirar por la rendija de la puerta: El profesor Snape tenía la túnica levantada por encima de las rodillas. Una de sus piernas estaba magullada y llena de sangre. Filch le estaba alcanzando unas vendas. —Esa cosa maldita... maldita sea la idea del director de usar semejantes medios de defensa... —decía Snape—. ¿Cómo puede uno vigilar a tres cabezas al mismo tiempo?

Unas confundidas chicas de Slytherin, se alejaron sin saber muy bien qué pensar o lo que se ocultaba en el tercer piso, pero buscarían averiguarlo.

Pero no era solo la trinidad de Slytherin, quien escuchó todo esto. También fue el trio de Oro de Gryffindor: Ron, Hermione y Alex

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La mañana siguiente amaneció muy brillante y fría. El Gran Comedor estaba inundado por el delicioso aroma de las salchichas fritas y las alegres charlas de todos, que esperaban un buen partido de Quidditch.

— (...) Muy bien, muy bien. Flint casi mata al buscador de Gryffindor, cosa que le podría suceder a cualquiera, estoy seguro, así que penalti para Gryffindor (...)

Céline escuchó perfectamente a Hermione Granger, pero no sabía si creerle, respecto a lo que comenzó a pasarle a la escoba de Nate Wilson, el actual Buscador de Quidditch: —Lo sabía —resopló Hermione—. Snape... Mira (...). Está haciendo algo... Mal de ojo a la escoba —dijo Hermione.

—Este par de idiotas —gruñó ella, mientras veía a Granger, Weasley y a su hermanito, ir a buscar a aquel que estaba maldiciendo al muchacho. —Corrijo: Ese trio de idiotas. Pues con razón son Gryffindor: No piensan antes de actuar. Etsi ja jahdata, kiroa ja tuhoa se, joka haluaa vahingoittaa Nate Wilsonia (Encuentra y persigue, maldice y destruye a aquel que quiere causar mal a Nate Wilson) —ella podía verlo, gracias a su ojo de Dragón: Podía ver el color de la magia que estaba empleando el profesor Snape no buscaba dañar a Nate, sino auxiliarlo; pero no ubicaba a aquel que quería herirlo, así que lo hizo ella.

— ¿Qué podemos hacer? —preguntó Alex.

—Déjamelo a mí —dijo Hermione, decidida y levantándose de la silla, cruzando por en medio del público y dirigiéndose hacia algún lugar.

Todos miraban aterrorizados, mientras los Weasley volaban hacía él, tratando de poner a salvo a Nate en una de las escobas. Pero aquello fue peor: cada vez que se le acercaban, la escoba saltaba más alto. Se dejaron caer y comenzaron a volar en círculos, con el evidente propósito de atraparlo si caía. Marcus Flint cogió la Quaffle y marcó cinco tantos sin que nadie lo advirtiera. —Vamos, Hermione —murmuraba desesperado Ron.

Hermione había cruzado las gradas hacia donde se encontraba Snape y en aquel momento corría por la fila de abajo. Ni se detuvo para disculparse cuando atropelló al profesor Quirrell y, cuando llegó donde estaba Snape, se agachó, sacó su varita y susurró unas pocas y bien elegidas palabras. Unas llamas azules salieron de su varita y saltaron a la túnica de Snape. El profesor tardó unos treinta segundos en darse cuenta de que se incendiaba. Un súbito aullido le indicó a la chica que había hecho su trabajo. Atrajo el fuego, lo guardó en un frasco dentro de su bolsillo y se alejó gateando por la tribuna. Snape nunca sabría lo que le había sucedido. Fue suficiente.

Allí arriba, súbitamente, Nate pudo subir de nuevo a su escoba. Nate iba a toda velocidad hacia el terreno de juego cuando vieron que se llevaba la mano a la boca, como si fuera a marearse. Tosió y algo dorado cayó en su mano. — ¡Tengo la Snitch! —gritó, agitándola sobre su cabeza; el partido terminó en una confusión total.

— ¡No es que la haya atrapado, es que casi se la traga! —todavía gritaba Flint veinte minutos más tarde. Pero aquello no cambió nada. Harry no había faltado a ninguna regla y Lee Jordan seguía proclamando alegremente el resultado. Gryffindor había ganado por ciento setenta puntos a sesenta.

Céline, Daphne y Tracy, seguían de cerca al Trío de Oro. Querían obtener más información y ellos iban hacía Hagrid. Pero ninguno hablaba, hasta que llegaron a la cabaña de Hagrid y el semi-gigante, comenzó a preparar el té.

—Era Snape —explicaba Ron—. Hermione y yo lo vimos. Estaba maldiciendo la escoba. Murmuraba y no te quitaba los ojos de encima.

—Tonterías —dijo Hagrid, que no había oído una palabra de lo que había sucedido—. ¿Por qué iba a hacer algo así Snape?

Alex, Ron y Hermione se miraron, preguntándose qué le iban a decir.

Alex decidió contarle la verdad. —Descubrimos algo sobre él —dijo a Hagrid—. Trató de pasar ante ese perro de tres cabezas, en Halloween. Y el perro lo mordió. Nosotros pensamos que trataba de robar lo que ese perro está guardando.

Hagrid dejó caer la tetera. — ¿Qué sabéis de Fluffy? —dijo.

— ¿Fluffy? —preguntaron los tres amigos, sorprendidos por tal nombre, para una bestia así.

—Ajá... Es mío... Se lo compré a un griego que conocí en el bar el año pasado... y se lo presté a Dumbledore para guardar...

— ¿Sí? —dijo Alex con nerviosismo.

—Bueno, no me pregunten más —dijo con rudeza Hagrid—. Es un secreto.

— ¡Pero Snape trató de robarlo!

—Tonterías —repitió Hagrid, frunciendo el ceño—. Snape es un profesor de Hogwarts, nunca haría algo así.

— ¡Entonces ¿por qué trató de dañar a Nate?! —gritó Hermione. Los acontecimientos de aquel día parecían haber cambiado su idea sobre Snape. —Yo conozco un maleficio cuando lo veo, Hagrid. Lo he leído todo sobre ellos. ¡Hay que mantener la vista fija y Snape ni pestañeaba, yo lo vi!

—Les digo que están equivocados —dijo ofuscado Hagrid, cruzándose de brazos. —No sé por qué la escoba de Nate reaccionó de esa manera... ¡Pero Snape no iba a tratar de matar a un alumno! Ahora, escúchenme los tres atentamente: Se están metiendo en cosas que no os conciernen y eso es peligroso. Olvídense de Fluffy y olviden lo que está vigilando. En eso sólo tienen un papel el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel...

— "¡Ah!" —susurró Céline —. "Entonces hay alguien llamado Nicolás Flamel que está involucrado en esto, ¿no?" —Daphne y Tracy se taparon la boca, cuando escucharon a Alex decir exactamente lo mismo que su hermana, evitando así, reírse por la coincidencia... Hagrid pareció enfurecerse consigo mismo.