Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.
Solo nos pertenecen los OC.
La Pirata de los Cielos
23: La Advertencia de Dobby.
Luego de que Dumbledore comprendió, cuan desastrosos resultaron ser sus planes para 1991, decidió que necesitaba investigar sobre la vida de Céline Volkova. Si es que iba a guiarla en su camino a derrotar al mal, para siempre.
Albus Dumbledore podía ser todo lo viejo que él quisiera, tener tantos títulos académicos como quisiera; haber acumulado tantos conocimientos, como fuera su deseo; ser el líder del Wizengamot y el Jefe Brujo de la Asociación Internacional de Magos; pero para algunos aspectos, seguía comportándose, como un mocoso inmaduro.
Seguía creyendo que el bien y el mal, eran tan absolutos, como los colores blanco y negro; sin ver la existencia de las áreas grises.
Creía que solo él, podía salvarlos a todos del mal absoluto. Solo él, podía ayudar a los Mortífagos ya encerrados en Azkaban, a que se arrepintieran de sus actos, a que regresaran a la luz, pero sería más sencillo, si tan solo ellos lo escucharan.
Pero ahora mismo, necesitaba saber más sobre Céline, pues no comprendía, como la hija de dos perfectos Gryffindor, podía no solo estar en Slytherin, sino pisotear a todos los Hijos de los Mortífagos y ponerse al mando de su generación, en menos de un año.
Dumbledore olvidó que Céline literalmente, viajó desde otra dimensión, para así poder asistir a Hogwarts.
Sus planes para este año, fueron deshechos, debido a que Céline era una Slytherin. Eso significaba, que ella seguía las reglas, como cualquier otro buen Slytherin o un Ravenclaw.
Eso significaba, que ella jamás saldría de noche a explorar el castillo, incluso teniendo en sus manos, la Capa de Invisibilidad. —No quería explorar el castillo. Solo quería su pertenecía, por ser la primogénita. ¡MALDICIÓN! Pero entonces, ¡¿Quién robó la Piedra?! —recordó a Tom saliendo como un espectro. Pero no solo eso, sino que encontraron a Quirrell pasando las trampas, así que Voldemort no tenía la Piedra, pues esta fue robada ANTES de que pudiera mover el espejo. Él no la había robado, ¿Quién lo hizo entonces?
Esto era frustrante.
Muy frustrante y en demasiados niveles.
¡NADIE SE BURLABA DE ALBUS DUMBLEDORE!
.
Céline no gritó, pero estuvo a punto. La pequeña criatura que yacía en la cama tenía unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos verdes y saltones del tamaño de pelotas de tenis. Era un Elfo Domestico, como los de la Mansión Potter, pero ella los conoció a todos y a este no.
El Elfo y ella se quedaron mirando el uno al otro. Como en un concurso de miradas, para descubrir, quien iba a parpadear antes.
Aquel pequeño Elfo se levantó de la cama e hizo una reverencia tan profunda que tocó la alfombra con la punta de su larga y afilada nariz. Céline se dio cuenta de que iba vestido con lo que parecía un almohadón viejo con agujeros para sacar los brazos y las piernas. —Hola, ¿Quién, eres? —preguntó Céline.
—Céline Potter —dijo la criatura con una voz tan aguda que Céline estaba segura de que se había oído en el piso de abajo—, hace mucho tiempo que Dobby quería conocerle, señora... Es un gran honor...
— ¿Cuál es tu nombre? —preguntó la rubia.
—Dobby, señorita. Dobby a secas. Dobby, el Elfo Doméstico —contestó la criatura.
—Estoy encantada de conocerte Dobby —se apresuró a añadir Céline—. Pero no eres un Elfo Potter, ¿has venido por algún motivo en especial?
—Sí, señorita —contestó Dobby con franqueza—. Dobby ha venido a decirle, señorita..., no es fácil, señorita... Dobby se pregunta por dónde empezar...
—No has conocido magos muy amables, ¿verdad, Dobby? —Céline acercó las dos sillas de su habitación. —Por favor, siéntate.
Para consternación suya, el elfo rompió a llorar, y, además, ruidosamente. — ¡Sen-sentarme! —gimió—. Nunca, nunca en mi vida... A Dobby ningún mago le había pedido nunca que se sentara..., como si fuera un igual.
Por fin consiguió reprimirse y se quedó con los ojos fijos en Céline, mirándole con devoción. —Definitivamente: no has conocido a magos educados —dijo Céline, intentando animarle.
—La familia de magos a la que sirve Dobby, señorita. Dobby es un elfo doméstico, destinado a servir en una casa y a una familia para siempre.
—Pero ¿por qué no los abandona? ¿Por qué no huye?
Dobby negó varias veces con la cabeza, abofeteándose la cara, con sus grandes y largas orejas. —Un elfo doméstico sólo puede ser libertado por su familia, señor. Y la familia nunca pondrá en libertad a Dobby... Dobby servirá a la familia hasta el día que muera, señorita.
— ¿Y nadie puede ayudarle? ¿Puedo hacer algo?
—Céline Potter pregunta si puede ayudar a Dobby... Dobby estaba al tanto de su grandeza, señorita, pero no conocía su bondad... Céline Potter es humilde y modesta —dijo Dobby, respetuoso. Le resplandecían los ojos grandes y redondos—. Céline Potter no habla de su triunfo sobre El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado... Pero Dobby ha venido a proteger a Céline Potter, a advertirle, aunque más tarde tenga que pillarse las orejas en la puerta del horno, de que Céline Potter no debe regresar a Hogwarts.
Hubo un silencio, sólo roto por la reacción de la princesa. — ¿Qué-qué? —tartamudeó Céline—. Pero si tengo que regresar; el curso empieza el 1 de septiembre.
—No, no, no —chilló Dobby, sacudiendo la cabeza con tanta fuerza que se daba golpes con las orejas—. Céline Potter debe estar donde no peligre su seguridad. Es demasiado importante, demasiado bueno, para que lo perdamos. Si Céline Potter vuelve a Hogwarts, estará en peligro mortal.
— ¿Por qué? —preguntó Céline sorprendida y hasta incrédula.
— "Hay una conspiración, Céline Potter. Una conspiración para hacer que este año sucedan las cosas más terribles en el Colegio Hogwarts de Magia" —susurró Dobby, sintiendo un temblor repentino por todo el cuerpo—. "Hace meses que Dobby lo sabe, señorita... Céline Potter no debe exponerse al peligro: ¡es demasiado importante, señorita!"
— ¿Qué cosas terribles? —preguntó inmediatamente Céline—. ¿Quién las está tramando? —Dobby hizo un extraño ruido ahogado y acto seguido se empezó a golpear la cabeza furiosamente contra la pared. — ¡Está bien! —gritó Céline, sujetando al elfo del brazo para detenerlo—. No puede decirlo, lo comprendo. Pero ¿por qué ha venido usted a avisarme? —Un pensamiento repentino y desagradable lo sacudió—. ¡Un momento! Esto no tiene nada que ver con Vol..., perdón, con Quien-usted-sabe, ¿verdad? Basta con que asiente o niegue con la cabeza —añadió apresuradamente, porque Dobby ya se disponía a golpearse de nuevo contra la pared. Dobby movió lentamente la cabeza de lado a lado.
—No, no se trata de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, señor.
—Pero tiene que ver con él, ¿verdad? —Dobby asintió. Céline lo pensó. No todos los Mortífagos llegaron a Azkaban. Muchos enviaron a sus hijos... sus ojos se abrieron. — ¿Algún Mortífago, un sirviente de Aquél-Que-No-Debe-Ser-Nombrado? —Dobby asintió, sus ojos brillaban.
—Dobby... Dobby lamenta no poder darle más información, Señorita —y las lágrimas comenzaron a correr por el rostro de Dobby, quien se desapareció, con un chasquido de dedos.
Céline se quedó pensando un momento, antes de levantarse e ir a buscar a sus padres... no los encontró en su habitación, comenzó a recorrer la casa, de una habitación a otra, pasando por el invernadero, el laboratorio de pociones de Lily, la biblioteca, hasta la cocina, luego fue a la oficina de lord Potter, actualmente en poder de James, donde llamó a la puerta y escuchó un «adelante» — ¿Qué ocurre, Céline?
—Un Elfo Domestico llamado Dobby, ha venido a verme, para informarme que algo muy malo pasará este año en Hogwarts y que los culpables, serán los Mortífagos —dijo ella, dejando a sus padres con los ojos muy abiertos. Lo repitió todo en voz calmada, para que ellos supieran, que habían entendido bien.
Ante esto, James escribió una carta a Minerva, quien contestó con otra, diciéndole que estaría al pendiente de cualquier cosa inusual, que pudiera llegar a pasar.
