Recapitulando:
Cierro mis ojos con temor, no sé qué va a ser de mí el día de mañana, si soy reiniciado, entonces tendré que repetir todas mis acciones. Tendré que volver a hacer las tareas y a su vez, tendré que fingir no saber absolutamente nada.
Será más difícil por el sensor de Puck. Con la información que tengo mentir es extremadamente complejo.
Tengo que superar esto a la primera, tengo que hacerlo si quiero cumplir mis objetivos.
Aprender magia fue algo bueno pero a la vez tendré que esforzarme si quiero poder controlar el miasma en mi cuerpo.
Cai dormido, muerto de cansancio por el día tan pesado.
El día tres sería el día que las mabestias atacasen.
Pero eso nunca sucedió.
Prologo.
Un día como cualquiera.
Abro los ojos una vez más. Mi cuerpo se ha acostumbrado a despertarse antes del amanecer, y aunque las pesadillas persisten, me estoy volviendo más resistente a ellas. Observo por la ventana y veo un entorno oscuro y sombrío, dominado por los bosques en la distancia. Sin embargo, poco a poco me siento más cómodo en este lugar.
Hoy, como todos los días, debo continuar con mi entrenamiento mágico. Ha pasado una semana desde que llegué aquí. Aquella noche no sucedió nada, esperé y esperé, pero nada ocurrió. Cuando fui con Ram a buscar suministros, tampoco encontré rastro alguno de Meili ni de su perro.
Estuve ansioso al principio, pero los días pasaron rápidamente sin mostrar ningún indicio de peligro. Ahora, me siento más competente en el manejo de la magia. Mi entrenamiento se centra más en controlar el flujo de maná dentro de mi cuerpo que en utilizar la magia en sí.
Con Puck como mi entrenador, he logrado mejorar mi control sobre mi propio cuerpo y la energía mágica que lo impregna.
A pesar del riesgo de ser atacado por el miasma si me distraigo, he estado practicando la meditación y realizando ejercicios constantes para mantener mi concentración. El flujo de maná en mi interior se ha vuelto más suave y fluido. Con la ayuda de Puck, he construido un circuito dentro de mí y ahora entiendo cómo funciona el maná y cómo condensar la magia.
Comienzo a formar una teoría sobre la naturaleza de la magia.
Después de cambiarme y tomar una ducha, me dirijo a la cocina para preparar el desayuno para los tres. Mientras cocino, repaso en mi mente lo que he leído en la novela. Según el relato, Od Laguna es el creador de todos los seres en este mundo y es quien otorga magia y bendiciones divinas a la gente.
Sin embargo, no está claro si Od Laguna es una persona o si posee conciencia. La creación de los diferentes países pareciera estar predestinada, lo cual resulta extraño desde mi perspectiva, pero a la gente de este mundo no parece importarle.
Se dice que existen cuatro países, cada uno asociado a uno de los cuatro espíritus creados por Od Laguna. Supongo que hay algo más profundo en esa conexión, algo que todavía no comprendo del todo.
Mi tren de ideas es interrumpido por Rem.
— Veo que ya estas cocinando. — Dice mientras empieza a barrer la cocina.
— Es un buen día, el clima esta frio así que pienso hacer algo cálido. — Empiezo a pangar la papa que tengo en mis manos.
A pesar de mis esfuerzos, no he logrado hacer mucho progreso en mi relación con Rem. Aunque Beatrice me ha informado que ya no emito el mismo olor que antes, todavía no he logrado establecer una buena conexión con ella.
Rem ya no es tan hostil como solía ser, pero aún me mira con indiferencia, como si no le importara. A pesar de ello, sigue sin confiar en mí.
Una noche decidí salir a entrenar mi magia. Me alejé lo más posible de la mansión para poder concentrarme, aunque asegurándome de no ir a ningún lugar sospechoso, simplemente me dirigí al patio. Sin embargo, cuando me di cuenta, había un vaso de agua junto a mí. Fue un gesto amable por parte de Rem, pero a mi parecer, también fue una advertencia sutil para recordarme que ella siempre está vigilándome.
— ¿Quieres el huevo duro o blando? — Miro a Rem con una sonrisa.
Aunque ella aún me considera un enemigo, nunca renunciaré a perseguir lo que deseo: la tranquilidad.
Con determinación, finalizo los preparativos del desayuno y coloco los platos cuidadosamente sobre la mesa. Observo con orgullo lo que he creado: un plato exquisito y sofisticado.
En el centro, destaca un puré de papa elaborado siguiendo la receta de mi tierra natal. He añadido generosas porciones de queso de alta calidad, suavizado con leche y mantequilla para obtener una textura cremosa y sin grumos.
En otra parte del plato, he creado un homelet de huevo sazonado con sal y pimienta, aportando un contraste de sabores y una presentación elegante.
Dado que en este mundo no existe el chocolate, decidí preparar una leche con canela. Calenté cuidadosamente la mezcla hasta obtener un té aromático y reconfortante, perfecto para las frescas mañanas.
Como guinda del postre, he dispuesto un plato separado de frutas frescas, cortadas en pequeños cubos, proporcionando un toque de frescura y dulzura natural.
— Ja, aunque somos sirvientes estamos comiendo bien.
Me reí orgulloso al ver tal banquete enfrente de mí. Roswall no se queja con lo que hagamos, en cambio, son ellas quienes siempre se quejan de que uso muchas cosas.
Ram fue la primera en ceder después de preparar una avena cubana con pan tostado y mermelada. Simple pero para ella fue lo que le hizo ceder.
Por otro lado Rem sigue quejándose, pero al ver a su hermana disfrutando la comida no dice nada.
— Roswall es rico, esto no es nada para él, si nos alimentamos bien rendiremos más.
Ram llego y ambos chocamos puños, sintiendo ya el estómago pidiendo alimento.
— El señor Roswall es de verdad una gran persona, sabe que para rendir debemos comer bien así que dejo que Marco cocine para nosotras.
Rem mira a su hermana fijamente. Probablemente este pensando sobre cuando fue que se corrompió tanto.
Pero al final ella también empieza a comer con gusto.
Cuando Ram se va a atender a Roswall, yo me quedo lavando los platos. Una tarea que es tediosa pero que se siente satisfactoria hoy.
— No puedo creer que hicieras que mi hermana lavara los platos una semana. — Dice Rem con un tono molesto.
— Jeje, ella fue la que aposto, fue una gran lucha. — Miro orgulloso a Rem.
Ella me ve e intenta decir algo, en el instante que esta por hablar decide no hacerlo e irse.
No puedo con esto.
Seco mi mano como puedo y agarro su hombro para detenerla.
— ¡Rem!
Ella voltea instantáneamente, su mirada no estaba sorprendida, si no asqueada porque yo le tocase.
— ¿Qué quieres?
Me detengo por un momento. No puedo evitar sentirme intimidado por ella, después de todo si hago algo mal es probable que en un ataque de ira me mate así tenga la palabra de Roswall.
— He estado viviendo en esta mansión por una semana ya. Se que no te caigo bien, sé que tiene que haber un motivo. — Me inclino levemente hacia ella. — Si puedes, me gustaría hablar sobre eso, sea lo que sea, responderé a todo con lujo de detalles mientras sea posible.
Quiero dejar de sentir ansiedad por ella. Realmente no me interesa llevarme bien o no, de hecho no es como que ella me caiga bien, después de todo me ha estado intimidando todo este tiempo.
Lo que quiero es quitar este peso de encima.
Rem parece pensar por unos segundos, ella simplemente mira a lo lejos aunque me esté dirigiendo la mirada. No sé qué está pensado, pero ya está bueno.
Rem da un largo suspiro y esta vez sí me mira.
— En la noche, antes de dormir, iremos al patio a hablar. Allí estaremos tranquilos.
«También me puedes matar tranquila»
Claro, aunque llegado ese caso luchare con todo lo que tengo, he estado entrenando como nunca. Casi como cuando estaba investigando en mi proyecto.
Estudio, investigo, debato y pongo en práctica.
Mi magia puede no ser fuerte ya que no puedo controlarla por completo, sin embargo si uso todo de mi puedo llegar a dar buena pelea.
— Claro, igualmente después de entrenar con Ram no tengo más que hacer.
Como ya no necesito estudiar el idioma con ella. Ram ha sido mi mentora en el uso de la magia del viento, y poco a poco he progresado desde crear ráfagas de viento hasta levantar objetos con su fuerza.
Sin embargo, la magia del viento requiere una concentración mucho mayor que la magia del fuego. Para mí, resulta complicado comprender cómo el maná puede generar viento. Lo que he hecho es imaginar que mi maná reduce la presión en mis manos, permitiendo así crear un vacío que atrae el viento. Gracias a esto, he logrado levantar objetos y generar ráfagas de viento, aunque aún no he dominado la habilidad de crear cuchillas de viento u otras manifestaciones más sutiles.
Me resulta difícil comprender cómo el viento puede cortar, ya que el aire es simplemente un gas sin la capacidad física para hacerlo. Aunque observo cómo Ram realiza estas proezas, para mí sigue siendo un misterio incomprensible.
Dado que mi magia se basa en el entendimiento, me resulta imposible replicar esas habilidades. Sin embargo, esto no me desanima. Si logro controlar el viento de manera precisa y lanzo un objeto a gran velocidad, sin duda causará más que un simple corte.
El día transcurre tranquilamente hasta mi sesión de entrenamiento con Puck. Nos encontramos en el patio de la mansión, donde Emilia está ocupada conversando con los espíritus mientras nosotros practicamos.
He entablado muchas conversaciones con Puck, y a pesar de que siempre le muestro mi respeto, también siento que tenemos una buena relación. Aunque sinceramente, no estoy seguro si él comparte esa percepción.
— Oye Marco, antes de empezar ¿Me podrías decir como lo hiciste?
Miro a Puck dudoso de lo que está preguntando, pero entonces me percato que está viendo hacia un lugar en la mansión, giro mi cabeza y puedo ver a Beatrice mirando hacia nosotros.
Esta se sobresalta y desaparece.
— Creo que ella necesita una forma de distraerse y ocupar su mente, por lo que he decidido estimular su curiosidad y hacerla investigar cosas.
Tal vez le guste o no, pero en momentos de sufrimiento, cualquier distracción puede resultar útil. En lugar de hablar directamente con ella, simplemente la guío hacia otras actividades y le doy la oportunidad de ver y explorar cosas nuevas.
Puck deja de mirar hacia la mansión y saca un hechizo. A diferencia de hacer cosas simples como bolas de fuego y más, hacer magias con procesos como bolas de fuego que explotan, bolas de hielo que congelan y más necesitan de hechizos.
— Un hechizo es la forma de modificar la magia de este mundo, entre más estudias y más practicas a prueba y error puedes añadir cosas y quitarlas de tu hechizo. Esto causará que tu magia tenga efectos diferentes.
Mientras veo el hechizo por primera vez me doy cuenta de lo que sucede.
Los hechizos son sistemas de múltiples campos que llevan a un proceso. Puck creo un hechizo para hacer una estaca que al impactar congele un pedazo de la zona.
El hechizo muestra la forma y una fórmula para modificar el área de este, desordenado pero los hechizos de Puck se ven muy nítidos así que puedo entender mejor.
También puedo ver que al usarse se crea la composición química del agua. Hay más cosas pero no puedo entenderlo bien aún. Supongo que serán cosas como la cantidad de materia y la temperatura.
Con esto me doy cuenta de que la magia en este mundo puede tener un significado físico. De alguna forma que no entiendo el maná es capaz de transformar la leyes de la física a su antojo, pero aun así las necesita para operar.
Como si fuese un cálculo más que usar magia.
— ¿Qué tienes que cambiar del hechizo para aumentar su ancho o largo? — Le pregunto a Puck, mientras sigo observando para ver cómo funciona.
— Mmm, como espíritu simplemente con el hecho de visualizarlo cambia, pero para los humanos es más complejo, ya que la visualización no causa ese efecto.
Eso significa que para los mortales hacer hechizos es complejo, por ello hacer magias explosivas y más solo lo pueden hacer personas prodigio o gente con mucha experiencia.
Modifican los hechizos sin saber porque, solo lo hacen porque eso causa un efecto en el hechizo.
— Es algo peligroso.
— Si, si modificas algo que no es el hechizo cambiará de forma impredecible.
Si intentas hacer hechizo de fuego para hacer una llama que no sea muy caliente, pero en cambio haces una llama explosiva.
Solo de pensarlo me aterra.
Tengo que usar a Puck para conocer cada parte de los hechizos, por suerte los patrones no son tan extraños.
— Puck ¿Puedo intentar modificarlo?
— ¿Tu? ¿Acaso tiene que ver algo con tu mundo?
Puck me mira con una mirada resignada, después de todo he estado practicando con él, él sabe que mis logros en magia se deben a ese conocimiento.
Asiento con la mirada y este se simplemente me alza su pulgar.
— Si mueres no me culpes. — Dice Puck con una sonrisa y su pulgar arriba.
— Confío en mi maestro. — Le giño el ojo.
Pienso que puedo hacer, si puedo cambiar su forma entonces puedo hacerlo más aerodinámico.
Una estaca no tendrá la misma velocidad ni precisión que un objeto con una forma aerodinámica y puntiaguda, similar a un proyectil. El problema con las estacas es que su forma romboidal genera cierta resistencia al avance.
Le pido a Puck que modifique la forma del hechizo, transformándolo en una especie de proyectil con una punta cónica suavemente alargada, similar a los cohetes hipersónicos. Esta nueva forma afilada permitiría que el hechizo atravesara cualquier obstáculo con mayor facilidad y, al mismo tiempo, su diseño aerodinámico garantizaría una velocidad más alta y un control más preciso.
— Continuemos.
No tiene sentido seguir hablando de mi mundo, ahora que cambie su forma física puedo hacer algo más. Cambiar su composición química.
Con una sonrisa en mi rostro lo puedo ver. Esto me guará a un nuevo futuro.
— Sigue todos mis pasos al pie de la letra.
Puck asiente con la cabeza y pone una expresion sería, en espera de lo que está por ver.
—Borra todo lo del centro del hechizo y reemplázalo por Dióxido de Carbono o CO2.
Aun si Puck no sabe que es, por lo que veo la notación química es igual a mi mundo.
— Esta cantidad la harás de acuerdo con esta fórmula.
Mientras observo el círculo mágico, comienzo a notar cambios en su configuración. Del centro del hechizo, empiezan a surgir pequeñas bolitas que se agrupan formando un cubo. Al examinar más de cerca, puedo reconocer la estructura atómica del hielo seco.
Estas diminutas esferas representan átomos de dióxido de carbono, que conforman la composición del hielo seco. Su disposición en forma de cubo indica una estructura ordenada y estable. Es fascinante presenciar cómo la magia puede materializar y manipular la estructura molecular para crear formas específicas.
Con esta nueva configuración, el hechizo adquiere propiedades relacionadas con el hielo seco, como su capacidad para generar temperaturas extremadamente bajas y producir una niebla densa. Esto abre un abanico de posibilidades para su uso en combate o en situaciones que requieran un enfriamiento rápido o efectos visuales impactantes.
Los elementos se fueron juntando, el hechizo empieza a tomar forma. Puck no puede entender que está sucediendo pero sabe que no es cualquier cosa.
Ahora el proyectil esta hecho de hielo seco, pero eso no es todo.
— Puck, cambia ahora la estructura del proyectil. Tendrá la misma forma pero será hueco por dentro.
Puck me mira confundido, como si le costase entender lo que está sucediendo.
— Vamos bien, no te distraigas que esta parte es esencial.
— Estoy listo para ver con que me vas a salir ahora. — Dice Puck sonriendo.
— En el fondo del proyectil empieza a añadir. "H3C-HCOH-CH3" La concentración es de 99%.
Aunque ellos no sepan sobre estadística, puedo apostar que funcionará, si ya tienen los conceptos de nuestro mundo en la magia, la estadística no debe ser una excepción.
— ¿Estás seguro de que esto no es peligroso? — Puck me mira con sorpresa.
Puck añade todo al hechizo, este toma forma rápidamente, ahora era claro, no tiene elementos innecesarios por lo que se ve bastante eficiente.
— Si sale bien entonces será un hechizo ultra mega peligroso.— Alzo mi puño con fuerza. — ¡Dispara!
Puck me mira nervioso, este apunta hacia la lejanía, a unos árboles que estaban a la afueras de la mansión.
— ¡Ugh! Si lo dices así me da mala espina. — Pero en contradicción Puck sonríe. — Aunque no te niego que estoy emocionado. ¡Vamos.!
El ambiente se carga de anticipación mientras el hechizo se desarrolla rápidamente. Puck concentra su maná y el brillo del círculo mágico se intensifica, dando forma a algo extraordinario. Un cristal gigantesco, con una longitud de un metro y un ancho de treinta centímetros, se materializa frente a nosotros. Es un arma de aspecto legendario, listo para ser desplegado como el ataque final definitivo.
— ¿Qué es ese color? ¡Nunca había visto un hielo de ese color ya aspecto!— Pregunta Puck con asombro.
A diferencia del hielo convencional que conocemos, este hielo emana un brillo excepcionalmente vívido y posee una tonalidad nunca vista. Un blanco puro y radiante que impregna todo su ser, creando un efecto visual impresionante. Además, el cristal emite un vapor helado que se expande por el entorno, añadiendo un toque de misterio y poder al hechizo.
— Es hielo seco, capaz de bajar su temperatura mucho más que los hielos convencionales. — Sonrío maliciosamente. — Eso no es todo, lo mejor debe estar por venir.
Dentro de la estaca, se empieza a crear un líquido traslucido, su olor empieza a escapar, un olor fuerte y profundo, un olor muy característico.
— ¡Alcohol! ¿¡Hay alcohol dentro!?
Puck solo abre la boca al ver que de la nada se empezó a crear alcohol. Este solo puede añadir más maná mientras sigue tratando de entender.
— Es alcohol isopropílico, un alcohol que causa una reacción muy curiosa a altas purezas.
Ahora, nos encontramos al borde de un momento trascendental, listos para disparar este prodigio mágico hacia los árboles distantes y ser testigos del resultado de nuestro esfuerzo y destreza. La tensión en el aire es palpable, como si el universo mismo aguardara el desenlace de nuestra proeza.
— ¡Dispara! — Exclamo con fervor, liberando toda la energía acumulada en mi ser.
En un instante lleno de misterio y poder, Puck activa el hechizo. Un estruendo ensordecedor estremece el ambiente, resonando como el látigo de un dios invisible. Súbitamente, una onda de choque me embiste con fuerza, arrojándome hacia atrás mientras intento asimilar la magnitud de lo que está sucediendo.
— ¿¡Qué fue eso!? — Exclama Puck, desconcertado por el inesperado fenómeno.
Sin apartar la mirada del horizonte, sigo observando con asombro y fascinación cómo el proyectil surca el campo a una velocidad vertiginosa, dejando a su paso una estela de neblina blanca. Ha trascendido los límites del sonido y avanza velozmente hacia los árboles distantes.
— ¿Sabes qué sucede cuando se mezcla hielo seco y alcohol isopropílico? — Río descontroladamente, levantando los brazos al aire mientras el proyectil se acerca inexorablemente a su objetivo. — ¡Presencia el poder del nitrógeno líquido!
En el preciso instante en que grito esas palabras, el proyectil impacta contra el primer árbol, traspasándolo con una fuerza sobrecogedora y provocando un estruendo atronador al hacer contacto con el suelo. Puck, asombrado, observa el suceso, pero lo que sigue supera todas las expectativas. El cristal, sometido a una presión extrema, estalla en una explosión de energía liberada.
¡BOOM!
Una neblina envuelve el lugar, devorando todos los árboles cercanos en su vorágine. El impacto de la explosión se expande por el entorno, dejando a su paso un silencio sepulcral. Mi atención se mantiene enfocada en el resultado de nuestro arrojo, mientras aproximadamente diez árboles quedan congelados en su totalidad, inmóviles, presos de una gélida escultura.
— ¿¡Qué fue eso!? — Escucho el grito de Emilia acercándose, pero tanto Puck como yo estamos absortos en lo que acabamos de lograr. La neblina se disipa lentamente, revelando el impactante resultado de nuestra osadía.
Diez árboles, una vez orgullosos y erguidos, ahora yacen inmovilizados bajo su propio peso, víctimas de la congelación absoluta.
— ¡JAJAJAJA! ¡Lo hemos logrado! — Exclamo con vehemencia, dirigiendo una mirada de triunfo hacia el horizonte.
En ese instante, siento que he trascendido mis propias limitaciones. Aunque solo Puck lo pueda usar sin duda es un añadido a la fuerza general de nosotros.
Esto es más que el ataque usado, a diferencia de ese ataque este no cubre con una gruesa capa de hielo, este congela todo el lugar.
Emilia me toma de los hombros y me mira con sorpresa.
— ¿¡Qué hicieron!?
Puck no dice nada y yo solo me quedo riendo de la emoción. Unos minutos después ambos nos calmamos, me doy cuenta de que Emilia estaba también mirando hacia donde fue dirigido el hechizo.
La conexión entre Puck y yo se vuelve más profunda en ese momento, nuestros ojos comunicándose en un lenguaje silencioso pero cargado de entendimiento. Ambos sabemos lo que queremos y lo que estamos dispuestos a lograr.
— El maná utilizado en este hechizo fue similar al que empleé contra la chica, pero esta vez fue mucho menor.— Reveló, captando la atención sorprendida de Emilia. El hechizo se cargó rápidamente, algo que desafía las expectativas habituales
Emilia y Puck me miran con asombro, conscientes de que este tipo de hechizo requiere grandes cantidades de maná. Tradicionalmente, Puck puede ejecutarlo, pero la cantidad de maná es diferente. O al menos eso es lo que creo. Es posible que sea una habilidad que nunca antes hayan presenciado.
— Es impresionante. En todos mis años de existencia, nunca había presenciado un hechizo tan organizado. No imaginaba que pudiera lograrse algo así modificando los componentes mágicos... —Comenta Puck, posándose en la cabeza de Emilia. — Eres asombroso, esta vez no puedo evitar decirlo. Estoy verdaderamente impresionado, Marco.
Emilia, con sorpresa reflejada en su rostro, mira hacia arriba. Nunca ha escuchado a Puck elogiar a alguien de manera tan destacada. Curiosa, ella no puede evitar preguntar:
— ¿Cuánto tiempo llevas practicando ese hechizo?
— A decir verdad, solo lo he estado practicando durante treinta minutos — respondo, sin perder la seriedad en mi expresión.
Para mi es imposible realizar tales hechizos, pero si es comprender su funcionamiento entonces supongo que puedo hacerlo.
Emilia me observa, como si esperara que en cualquier momento me riera y admitiera que es una broma. Sin embargo, al ver que mantengo mi seriedad, ella toma mis manos con firmeza y me mira directamente a los ojos, buscando respuestas y conexiones más profundas.
— No solo eres muy inteligente sino que también eres capaz de hace cosas como esta. — Emilia entonces me sonríe. — Si alguien como tu confía en que tengo potencial, entonces también tendré que creerlo.
Esas palabras de Emilia me sacuden. Yo no soy particularmente inteligente, quizás más que el promedio pero comparado con un superdotado no soy nadie.
Sin embargo, si eso hace que ella empieza a creer más en si misma entonces está bien.
— Claro, aunque seas todavía una niña sí que tienes el potencial de llegar lejos.
Emilia al escucharlo suelta mis manos y se cruza de brazo.
— ¡No soy una niña!— Emilia gira su cabeza y hacer un puchero. — ¡Hmpf!
— Lo importante es tu mentalidad, a mis ojos todavía lo eres, pero eso no siempre será así. Tendrás que demostrarme que estoy equivocado.
Si la impulso a querer cambiar de su estado típico, si la impulso a querer mejorar y poco a poco va cambiando, su autoestima también mejorará.
Cuando ella misma vea cómo ha cambiado seguro que su autoestima también subirá.
— Ya eres bastante hermosa, solo sigue así. — Le alzo mi pulgar, lo que hace que ella me dé la espalda y se vaya.
— ¡Tonto! — Grita Emilia mientras corre.
Puck me mira, ya está por anochecer así que él se ira con ella.
— ¿Mañana seguimos?
— ¡Claro que sí! ¡Tenemos que hacer más cosas como esta!
Los ojos de Puck brillan con intensidad, se ve emocionado sinceramente, no como cuando solo sonríe porque sí.
— Convence a Beatrice de que venga a una sesión con nosotros, de seguro quiere saber que sucedió.
— ¡Si! — Dice Puck antes de irse en la dirección que se fue Emilia.
Fue un experimento emocionante, la noche ha llegado y es hora de ver a Emilia. Cuando me voy la vuelta para devolverme puedo ver por un ínstate que una persona deja de ver. Sin embargo no pude reconocer quien estaba viendo.
Tampoco es que importe.
Con alegría en el corazón por los avances significativos obtenidos, camino por los pasillos de la mansión en busca de una puerta en particular.
Durante toda la semana, he estado visitando a Beatrice, dándole tiempo para reflexionar sobre nuestras conversaciones y permitiéndole formular preguntas mientras exploramos la nomenclatura de mi mundo. Siempre me quedo con ella antes de nuestras lecciones de magia con Ram, intentando establecer una conexión con ella.
Rápidamente siento la sensación de la puerta. Ya me he acostumbrado por completo.
La sensación familiar de la puerta se aferra a mí mientras la abro, anticipando el encuentro de hoy. Sin embargo, en lugar de la típica biblioteca que siempre he conocido, descubro que se ha agregado un elemento nuevo: una cama circular con una funda de color salmón. Sobre ella, libros flotantes y otros descansan delicadamente.
Beatrice, sentada en la cama, está absorta en la lectura y anotaciones de un libro que flota frente a ella. Al percibir mi entrada, ella habla sin apartar la mirada de sus escritos.
— Hola Pucky, lo siento, ahora estoy un poquito ocupada de hecho. — Beatrice continúa escribiendo en su cuaderno, sin darse cuenta de que soy yo quien acaba de entrar.
«¡Lo logré!»
Beatrice ha estado completamente inmersa en su trabajo, totalmente distraída de cualquier otra cosa que suceda a su alrededor. Camino hacia la cama y me siento en ella, y solo entonces ella levanta la mirada, sorprendida al ver que no soy Puck, como de costumbre. Aunque siempre vengo a esta hora, hoy parece haberla tomado por sorpresa.
— Mi futura ayudante está trabajando duro en ello. — Le doy una sonrisa cálida.
— ¡Que dices de ayudante de hecho!— Beatrice hace un puchero y gira la cabeza. — Aún no se acaba el día.
Dejé el anzuelo con Beatrice para despertar su interés, pero cuando vi que estaba funcionando, le propuse un trato: si no lograba comprenderlo en una semana, me ayudaría a construirlo en el patio de la mansión. Por eso, aunque respondía a sus preguntas, siempre daba respuestas vagas y evasivas.
— Vaya, quién lo diría. El gran espíritu Beatrice no cumpliendo su promesa. — Lanzo palabras provocativas, y Beatrice da un pequeño sobresalto ante ellas. Baja la cabeza y murmura en voz baja:
— Supongo que nadie dijo que no lo haría.
Me acerco a ella, fingiendo que no escuché nada.
— ¿Qué dijiste? No te escuché bien.
Beatrice se enfada y se cruza de brazos. Se pone de pie sobre la cama y me desafía.
— ¡Demuéstramelo! Aún no he descubierto todo, pero tengo una hipótesis. ¿Crees que un humano como tú puede ser más inteligente que un espíritu de hecho?
Comienzo a sentir temor. Si Beatrice realmente comprende todo, no podré convencerla de abandonar este lugar. Aunque, en realidad, no tengo planes de sacarla, solo deseo que ella tome su propia decisión.
Aunque hacer un contrato con ella no estaría mal.
— A ver, que tienes para decir.
Beatrice entonces me lanza el libro de apuntes de ella. Cuando lo lanza simplemente me queda mirando mientras yo leo.
— Esto es…
No puedo ocultar mi asombro. Sus apuntes comenzaron con teorías sobre el mecanismo para moler harina y maíz, luego pasó a considerar que era una máquina que se coloca en un río y aprovecha su movimiento para realizar alguna tarea. Pero ahora, con esta última hipótesis, ha dado en el clavo. Una máquina capaz de generar fuerza a partir de un material.
Esto congela mi sangre. Ha llegado a casi toda la verdad con solo las pistas que le di. Quizás los espíritus realmente están en un nivel intelectual superior. Pensar que le tomaría solo una semana llegar a esta conclusión.
Aunque todavía no sabe cómo se crea esa fuerza.
— ¡Increíble! — Me lanzo hacia ella, pero rápidamente esquiva mi intento y termino cayendo en la cama. Aprovecho la situación y tomo su pierna, haciendo que caiga junto a mí.
— ¡Ah! — Beatrice cae sentada en la cama, mirándome con enfado por mi acción.
Yo empiezo a reír, rio y rio sin parar por el acto tan tierno que acabo de ver. Hoy he reído mucho, este ha sido un día de verdad divertido, fuera de todo el estrés de Rem claro.
— Has llegado a la meta.
Beatrice abre los ojos exaltada, pero al ver mi sonrisa pícara cambia su expresion.
— ¡Te dije que podía de hecho! — Beatrice hace una pose orgullosa, poniendo su mano en su pecho y alzando la cabeza.
— No dejes de sonreír, te ves linda cuando sonríes.
— ¡Qu…!
Beatrice brinca levemente, se sonroja un poco y tapa la cara.
— ¡Que rayos dices de la nada supongo! — Beatrice me lanza un libro a la cara.
Agarro el libro con mi mano y ella parece querer hacer más, pero rápidamente cambia su expresion a una seria.
Es triste ver que no actúa acorde a sus sentimientos, pero también el trauma que tiene no es cualquier cosa.
Beatrice se levanta de la cama y me mira fijamente.
— Algo ha ocurrido. — Beatrice activa el traslado de puerta. — Te necesitan en el primer piso, parece ser algo de gran importancia.
Sin poder seguir el ritmo de los acontecimientos, soy transportado hacia el primer piso. Aparezco frente a una de las puertas y me apresuro hacia la entrada de la mansión.
«No, por favor...» «Todo estaba yendo bien...»
Capitulo1.
Noche eclipsada por el carmesí.
Finalmente, había logrado encontrar la calma, esa serenidad que tanto anhelaba después de tantos años. Sin embargo, al llegar al vestíbulo que daba a la entrada, me encuentro con Rem, Ram y Emilia hablando con alguien en la puerta.
Me acerco lo más rápido que puedo y escucho las palabras que nunca deseé escuchar.
— ¡Unas bestias han atacado el pueblo! ¡Han herido a muchas personas y se han llevado a varios de ellos! ¡Por favor! — El hombre se arrodilla frente a todos. — ¡Les suplico que los salven a todos!
Las lágrimas del hombre y su ropa manchada de sangre dejaban claro que esto no era un asunto común. Algo realmente grave había sucedido. Rem y Ram parecen desorientadas, ya que su misión principal es cuidar la mansión.
Emilia es la primera en tomar la palabra.
— ¡Tenemos que ir! — Dice Emilia sin duda alguna.
Rem y Ram miran a Emilia con una expresion seria.
— Fuimos encargadas para cuidar la mansión, no podemos salir.
Mis manos tiemblan, pero decido enfrentar el miedo que me invade. No puedo permitir que la tragedia se consuma sin actuar. Me interpongo rápidamente en la conversación.
— Los habitantes también forman parte de Roswall.
Consciente de que los habitantes del pueblo también forman parte de Roswall, y dejarlos perecer sería una traición a nuestra palabra. No hay tiempo que perder, aunque desconozco los detalles de lo que está ocurriendo, sé que esta no es una situación que pueda compararse con una novela.
— ¡Tenemos que ir! — exclamo con determinación, dirigiendo mi mirada directamente a Rem. Ella entiende que no podemos permitirnos dudar en estos momentos cruciales.
— Ese podría ser tu plan — responde Rem, su tono lleno de desconfianza.
Sin titubear, agarro firmemente el brazo de Rem y lo acerco hacia mí. Nuestros rostros se encuentran, el suyo mostrando sorpresa y enojo. No hay tiempo para rodeos; necesito su fuerza para enfrentar esta situación.
Aprieto mi agarre y le hablo con firmeza:
— Jamás mataría a alguien que no lo merezca. Puedes desconfiar de mí, pero no te atrevas a compararme con un asesino. — Suelto su mano con fuerza. — Decide rápidamente si te convertirás en una asesina, porque eso está en tus manos. Yo haré todo lo que esté a mi alcance para salvar a estas personas.
Las tres se quedan mirándome. Después de todo, nunca habían presenciado esta faceta de mi personalidad, pero estoy cansado de tanta estupidez. No puedo permitir que la gente muera mientras permanezco impasible.
— ¡Di algo.! — Grito desesperado a Rem.
Ella cierra los ojos por un instante, sus manos temblando, pero rápidamente los abre.
— No confío en ti, pero tampoco puedo permitir que las personas a las que el señor Roswall cuida mueran.
Una sonrisa se dibuja en mis labios al escuchar esas palabras. Emilia y yo compartimos una mirada de alivio. Ram, por su parte, parece comprender la gravedad de la situación.
— ¡Ram! Transmítele estas palabras a Beatrice: "Recuerda que apostamos, te necesito ahora". Ella entenderá. — Indico con urgencia.
Ram comprende al instante lo que quiero decir.
— Entendido — responde ella antes de correr hacia el interior de la mansión.
— Quédate en la mansión, necesitamos llegar rápido. — Le digo al hombre que nos acompaña, notando que sostiene un hacha en su mano. — Dame el hacha, necesito una forma de defenderme.
Tomo el hacha y los tres nos dirigimos apresuradamente hacia el pueblo. Ram y Emilia llevan la delantera, sus cuerpos sobrepasan la velocidad humana, pero yo también tengo mis ases bajo la manga. Sonrío mientras activo mi magia del viento, creando una ventisca a mis espaldas que me impulsa con mayor velocidad. Solo debo coordinar cada paso para evitar tropezarme.
Nos precipitamos hacia el pueblo, nuestros corazones latiendo al ritmo de la urgencia y la incertidumbre. A medida que nos acercamos, la visión del fuego devorando la zona se hace más clara. Las llamas danzan salvajemente, alimentadas por el caos que se ha desatado. Los gritos desgarradores resuenan en el aire, una sinfonía desesperada de angustia y temor.
«¡Rooswaall!»
El panorama que se despliega frente a nuestros ojos es una visión dantesca, una pesadilla que parece haber cobrado vida. El fuego se aferra a las casas como un monstruo insaciable, consumiendo madera y esperanza por igual. Las llamas danzan con furia desenfrenada, devorando todo a su paso y dejando tras de sí un rastro de desolación.
El suelo se tiñe de un carmesí oscuro, manchado por los rastros de sangre que han quedado como testigos mudos de la tragedia. La escena es macabra, un recordatorio sombrío de la violencia y el sufrimiento que se han desatado en este lugar. Algunas mabestias yacen sin vida en el suelo, muestra de que ha ocurrido una lucha.
Los gritos desgarradores cortan el aire, una sinfonía cacofónica de terror y desesperación. La gente corre frenéticamente, buscando refugio en casas que aún no han sido devoradas por las llamas. Pero no todos tienen la suerte de encontrar protección a tiempo, yace en el suelo un doloroso recordatorio de aquellos que no lograron escapar de la furia desatada.
Por un instante, quedamos paralizados ante la escena, inundados por una mezcla de incredulidad y horror. Pero el deber nos llama a actuar, a enfrentar la oscuridad con valentía y determinación. Me dirijo a Emilia, consciente de que su habilidad para curar y proteger puede marcar la diferencia en medio del caos.
— Emilia, quédate en el pueblo, cura a los heridos y protege a los demás. Aguanta hasta que lleguen Beatrice y Ram. — Le indico a Emilia, consciente de su capacidad para sanar y brindar protección. Ella asiente decidida y se dirige hacia los gritos y las trincheras, dispuesta a enfrentar la adversidad con compasión y valentía.
Mientras observo su determinación, no puedo evitar sentir una mezcla de preocupación y desconcierto. ¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Cómo es posible que el pueblo se haya sumido en este caos de sangre y fuego? El hedor a sangre y la propagación de las llamas alimentan mi indignación y la necesidad de descubrir la verdad. ¿Por qué Roswall haría algo así?
— ¡Rem! Apaga el fuego.
Ella me mira durante unos breves instantes, pero su pronta respuesta deja claro que está dispuesta a actuar.
— ¡Huma!— Grita Rem, invocando grandes cantidades de agua que arroja con destreza hacia los puntos donde las llamas amenazan con devorarlo todo.
Es entonces cuando Rem señala un rastro de sangre que se asoma en el suelo, una pista que podría llevarnos hacia las personas desaparecidas.
— ¡Debe ser donde se llevan a las personas! ¿Cómo demonios paso algo así?
La rabia me consume. Estoy asqueado, no solo por el horror que nos rodea, sino también porque intuyo la mano del culpable detrás de todo esto. Sé que Subaru, el protagonista de la novela debía ganarse la confianza de los aldeanos al salvar a los niños, pero esto va más allá de una simple historia.
El secuestro selectivo solo puede tener un propósito más siniestro, uno que aun no comprendo del todo. No entiendo el porqué, pero tendré que descubrirlo.
Tengo que descubrir que esta en ese maldito libro.
— ¡Vamos! — Tomo del brazo a Rem y seguimos el camino.
Emilia, con su fuerza y resiliencia, se ha quedado en el pueblo para proteger a aquellos que necesitan ayuda. Confío en que ella cumplirá su tarea con dedicación y coraje, mientras nosotros avanzamos en busca de respuestas. A medida que nos adentramos en el bosque, notamos que varios cristales han desaparecido, un indicio más de que algo siniestro se está gestando en las sombras.
— Los cristales… — Rem mira dudosa hacía el bosque, pero luego me lanza una mirada.
El miedo se agolpa en mi interior mientras contemplo la incertidumbre que refleja el rostro de Rem. Sin embargo, no puedo permitir que la inocencia pague el precio de las ambiciones de un psicópata despiadado. Tampoco puedo permitir que la mera existencia de mi ser provoque más muertes y sufrimiento.
En un intento de controlar mis temores, aprieto con firmeza el mango del hacha, buscando en él un apoyo tangible. En ese preciso instante, tres mabestias emergen de entre los arbustos, su apariencia grotesca y sus cuernos amenazantes despiertan en mí una repulsión visceral.
Rem, sin vacilar, se lanza contra los perros monstruosos. Empuña su maso con determinación y lo arroja con precisión, golpeando a las bestias una tras otra. Los impactos hacen estallar a los perros en una explosión de fuerza brutal, reduciéndolos a nada más que cuerpos inertes en el suelo.
La escena es impactante, los cuerpos sin vida de las mabestias yacen allí, sin haber tenido la oportunidad de ofrecer resistencia ante la arremetida de Rem.
— Eres fuerte. — Miro los cuerpos de las mabestias.
— Eso no es algo que se le dice a una chica. — Responde.
Avanzamos con determinación a través del espeso bosque, con solo la tenue luz de la luna para guiarnos. Para contrarrestar la oscuridad, conjuro una pequeña llama de fuego sobre mi cabeza. Aunque esto puede atraer a más mabestias, nos permite rastrear el camino marcado por la sangre.
Sin embargo, nuestra progresión no será sencilla. Varios monstruos se lanzan sobre nosotros, desatando su ferocidad sin piedad. En un instante, una mabestia se abalanza hacia mi rostro con sus fauces abiertas, buscando morderme. Con una maniobra ágil, me agacho y la criatura pasa de largo, dándome una oportunidad de contraatacar.
Rápidamente, descargo un poderoso golpe con mi hacha, partiendo a la mabestia en dos mitades. Sin pausa, giro mi cuerpo y, aprovechando el impulso, elevo el hacha desde abajo para atacar a otra de las mabestias. El filo del arma corta limpiamente a través de su cabeza, derribándola al suelo. Aunque el impacto es fuerte y casi hace que pierda el agarre del hacha, me esfuerzo por mantenerlo firmemente entre mis manos.
Dos perros más se abalanzan hacia mí desde los laterales, y me doy cuenta de que no puedo depender únicamente de Rem, quien también está luchando contra sus propios enemigos. Sin dudarlo, suelto el hacha y, con ambas manos, conjuro bolas de fuego que lanzo hacia las mabestias, buscando impactarlas y repeler su avance.
— ¡Mueran! — Grito mientras las llamas chocan directamente contra el rostro de las mabestias, deteniendo su avance y asfixiándolas. Las criaturas luchan desesperadamente en todas direcciones, pero tomo mi hacha y, una por una, les corto la cabeza.
Siento el peso del esfuerzo en mi cuerpo, el hacha se hace cada vez más pesada y el uso constante de la magia agota mis energías. Jadeo cansado, pero no podemos permitirnos perder tiempo.
— Recircula tu mana para tomar energías, no tenemos tiempo que perder.
La miro y veo que ha aniquilado a un gran número de mabestias. Su maso gotea sangre, pero su vestido permanece impoluto, lo cual demuestra sus impresionantes habilidades y destreza.
— ¡Sí! — Respondo con determinación.
Continuamos corriendo, sin detenernos, mientras nos enfrentamos a las mabestias que se interponen en nuestro camino. Nuestro agotamiento comienza a notarse, especialmente en mí, ya que no poseo un cuerpo sobrehumano como el de Rem. Sin embargo, no dejamos que eso nos detenga y seguimos adelante, luchando sin descanso.
— ¡Al frente.! — Grito y empiezo acelerar.
La escena es desgarradora. Los cuerpos heridos y agonizantes esparcidos por el suelo, los aullidos silenciosos de aquellos que intentan pedir ayuda. Mi cuerpo reacciona con náuseas, pero me contengo para no vomitar. Rem, más valiente que yo, se apresura a auxiliar a las personas heridas.
Entre los cuerpos, un niño sale de un arbusto y se aferra a mi pierna. Su mirada vacía y sus balbuceos incoherentes revelan que ha sido profundamente afectado por los ataques. Su brazo está horriblemente mutilado, incluso puedo ver el hueso expuesto.
Mientras Rem comienza a curar a los heridos, comprendo que lo más importante es sacar a estas personas de aquí lo antes posible.
Tomo al niño en mis brazos con cuidado y lo llevo a un lugar seguro. Es evidente que necesitan atención médica urgente y que no podemos permitirnos perder más tiempo en este campo macabro.
Mi voz se entrecorta, pero trato de mantener la calma mientras busco soluciones para ayudar a estas víctimas desamparadas.
— ¡Rem! — Camino hacia ella con el niño en mis brazos. — Saca a los niños primeros, llevamos al pueblo con Emilia.
Le pongo el niño a un lado de ella.
Hay otros dos niños más, pero estos no parecen estar heridos, solo inconscientes.
— ¡Pero las mabestias pueden venir! — dice Rem mirándome.
— No te preocupes. — Me pongo firme. — Protegeré a esta gente con mi alma. — Le pongo mi brazo para chocar los puños y sonrío.
Ella me ve sorprendida, después de todo el miedo dentro de mí ya no está.
— Te demostraré que soy de fiar, así que vete y vuelve rápido.
Rem me mira por unos segundos, rápidamente toma a los tres niños, y sin darme la mano sale del lugar.
— ¡No mueras! — dice Rem desapareciendo en la oscuridad del bosque.
— Si eso te hace feliz. — Respondo al aire.
Hay otras nueve personas en el suelo, rápidamente las acomodo boca arriba. Las heridas de algunos son mortales mientras que otros están con pequeñas laceraciones.
Con el hacha corto las prendas de las personas y empiezo a hacer torniquetes. No sé cuánto se tarde Rem, pero detener el sangrado es esencial.
Las personas apenas pueden abrir los ojos, algunos jadean mientras que otros escupen sangre por la boca. Las heridas de algunos son mortales.
— ¡Lo siento! — le digo a una persona, que con su pantalón y un palo hago un torniquete, para detener el sangrado de su pierna faltante.
— ¡AAAGHH! — grita ese hombre, intentando sostener mi mano pero no puede generar fuerza para quitarme de encima.
Con el torniquete hecho, intento dirigirme hacia otra persona, una mujer, cuando me acerco veo que no está reaccionando, pero sus ojos me están mirando. Intento ver qué está sucediendo así que quito su camisa y…
— ¡Mierda! — tapo instintivamente la zona. — Su vientre estaba masticado, la sangre ya estaba tapando todo su cuerpo, espesa.
Esta mujer ya está muerta.
Intento dirigirme a otra persona. Sin embargo la vida no es tan agradable.
¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr!
¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr! ¡Grr!
Giro mi cabeza en todas las direcciones, el gruñido de las mabestias llena el ambiente mientras mi única fuente de luz es la luna. Aprieto el hacha con fuerza mientras me preparo, observando cómo varios ojos rojos se asoman desde las sombras. Estoy rodeado por estas bestias, con muchas personas detrás que proteger. La situación está completamente en mi contra, no soy tan fuerte como Rem, ni tengo tantas ventajas mágicas como Emilia. Pero...
— No crean que no defenderé a las personas aquí, no crean que me quedaré de brazos cruzados mientras un psicópata hace lo que quiere. — Aprieto el hacha y comienzo a generar fuego.
Es hora de darlo todo, es hora de hacer valer todo el trabajo que he realizado. Yo no soy alguien con quien puedan jugar a su antojo, nunca me rendiré.
Las llamas envuelven el hacha, ardiendo intensamente. El mango comienza a carbonizarse y a quebrarse, pero entonces creo un viento a mi alrededor. Con el viento, moldeo el hacha, haciéndola fundirse con la temperatura que estoy generando. Al diablo con el miasma, ahora tengo algo que hacer.
— Protegeré estas personas con mi vida. — El hacha ahora es una masa de hierro líquido, el cual se sostiene por la presión y fuerza del viento. — ¡Los protegeré porque me llamo Marco Luz!
Con un grito, doy un pisotón en el suelo, creando una potente onda de viento que azota en todas las direcciones. Decenas de mabestias salen disparadas hacia mí, pero utilizo magia de viento para acelerar mi cuerpo y actuar con rapidez. Con un movimiento horizontal, las bestias son envueltas por las llamas, mientras que trozos de metal caen sobre ellas, dejándolas inmovilizadas.
El hacha ya no me permite moverme con agilidad, así que aprovecho para quemar a las mabestias restantes. Caen una a una, pero sé que todo tiene un límite. El hierro fundido en el hacha se agota, dejándome indefenso ante las mabestias restantes que se lanzan hacia mí. Soy atacado desde todas las direcciones, si me muerden, será mi fin.
— ¡Fura! — Creo una explosión de viento a mi alrededor, lanzando a las mabestias en diferentes direcciones.
Chocan con el suelo y los árboles, ocultándose entre los arbustos. Ahora que he perdido el hacha, solo me queda esto. Miro un pequeño cuchillo de cocina que uno de los aldeanos tenía. Rápidamente adopto una postura defensiva, confiando en mi entrenamiento con armas de corto alcance.
Seguro de mí mismo, espero que las mabestias me ataquen, pero el ataque no llega. Parece que se burlan de mí, gruñendo en diferentes direcciones.
Pero entonces me doy cuenta de sus intenciones.
— ¡Mierda!
Con un rápido movimiento, me lanzo hacia las mabestias que se acercan a los heridos, utilizando magia de viento para impulsarme. Con todo mi impulso, me abalanzo sobre la primera mabestia y acuchillo su cuello, dejándola tendida en el suelo. Levanto mi brazo para acuchillar hacia otra mabestia que se acerca a una persona, pero los errores tienen consecuencias.
— ¡Agh! — Mi brazo es mordido por una mabestia, que utiliza su peso para hacerme perder el equilibrio y caer. Quedo indefenso en el suelo, sintiendo un dolor intenso. La mordida parece desgarrar por completo mis músculos. Cierro los ojos por un momento, recordando aquel momento en el que fui atravesado por una bala. En comparación, esto no es nada.
— ¡Bastardo! — Acuchillo directamente a la cabeza de la mabestia que me atacó, y una vez cae, me doy cuenta de que hay varias mabestias sobre mí. Se lanzan directamente hacia mí, con sus bocas deseando desgarrarme por completo. Pero no se lo permitiré.
Con una explosión de viento, detengo la velocidad a la que se lanzan, haciendo que queden suspendidas en el aire por un instante.
En ese instante retrocedo y arrodillado uso otra magia.
Tal como si de un lanzallamas se tratase una llamarada atrapa a todas las bestias, haciendo que estas caigan al suelo carbonizadas.
Me levanto para ver la situación y aun quedan mabestias, viendo que su ataque sorpresa salió hay unas que se dirigen hacia mí. Pero no todas siguen a la manada, puedo ver como una está dirigiéndose hacia los heridos.
Intento mover mi brazo izquierdo, pero no responde. La mabestia se acerca rápidamente, y me siento mareado por el estrés. Aunque estoy rodeado de mabestias, Rem no aparece por ninguna parte.
— ¡Ya debería estar aquí! ¡Ella es más rápida que yo! ¿Me dejará morir?
¿Será un error de cálculo y me dejará morir? La sangre hierve dentro de mí, al final, ella sigue siendo la misma bastarda.
Pero yo no lo soy.
Sin opciones, utilizo el fuego para derretir el cuchillo de cocina, transformándolo en una bola de hierro fundido. Tomo una posición de lanzamiento y, como si estuviera lanzando una bola de béisbol, disparo la bola de hierro fundido. Utilizo magia de viento para impulsarla, haciendo que viaje a una velocidad increíble. La bola atraviesa a la mabestia y, por un breve momento, sonrío por haberlos salvado.
Pero como mencioné antes, los errores tienen consecuencias.
El proyectil destruye parte de un árbol, que comienza a caer en dirección a las personas. Instintivamente, corro hacia el lugar y, utilizando magia de viento, intento empujar el árbol en otra dirección. Sin embargo, parece que mi magia no es lo suficientemente fuerte y no logra tener efecto debido a mi debilidad.
«Mierda» «Mierda»
«No es momento de contenerse»
Con ese pensamiento, libero mi maná sin control. Me lanzo hacia el árbol mientras cae y, en el aire, me coloco en posición para patearlo. En el momento en que mi pierna toca el árbol, grito:
— ¡UL FURA! — Mi propia versión del hechizo se desata, canalizando la presión en mis pies y haciendo que todo el viento ataque en un instante. El viento por sí solo es inútil, pero a altas velocidades puede levantar incluso casas sin esfuerzo.
El viento me lleva junto con el trozo de árbol, volando en el aire hasta caer al suelo. Intento controlar mi caída utilizando magia de viento, pero el golpe que recibo me arrastra hasta chocar con el tronco del árbol. Mi mente comienza a verse borrosa, pero no tengo tiempo que perder. Camino hacia donde se encuentran los heridos, colocando mi chaqueta en mi brazo para tapar la herida.
Mientras camino, me doy cuenta de que partes del árbol están incrustadas en mi pierna. El dolor es insoportable, mi cuerpo arde y mis ojos se sienten pesados. Pero no me voy a rendir, no lo haré en este mundo, aunque me cueste la vida.
Cuando finalmente llego, veo que las mabestias me estaban esperando, como si estuviera orquestado de alguna manera.
Sus miradas llenas de furia se clavan en mí, pero mi determinación aplasta cualquier atisbo de miedo que pueda surgir. Aún tengo maná y quiero probar algo. Después de todo, el viento es el mejor conductor del sonido.
Si utilizo una onda mecánica y la potencio con magia de viento para aumentar su fuerza y alcance, tal vez pueda lograr algo. Me posiciono frente a los heridos, mis propias heridas gotean sangre mientras jadeo exhausto.
— ¡No soy un juguete! — Preparo mi garganta mientras todas las mabestias me observan con ira. Rápidamente finalizo los preparativos y grito: — ¡MUERAAAN!
Una onda increíblemente poderosa se propaga por el aire, levantando polvo a su paso. Avanza hacia las mabestias, obligándolas a retroceder debido a la intensidad del grito. Mis oídos comienzan a sangrar, al igual que los de los heridos.
Ya no puedo más.
— ¡Buarh! — Una gran cantidad de sangre sale de mi garganta. Mi corazón late con fuerza, mi visión se vuelve rojiza. En este preciso momento, el miasma me ataca con ferocidad, mi corazón parece querer escapar de mi pecho mientras caigo al suelo sin fuerzas.
Arrodillado, intento reunir maná para controlar el miasma, pero no logro concentrarme. Para empeorar las cosas, como si fuera una broma cruel, los escucho.
¡Grr!
Tres mabestias permanecen frente a mí, las demás han escapado pero por alguna razón estas tres se han quedado. Su saliva es roja, parecen heridas pero a la vez me observan fijamente.
Soy su alimento para recuperarse.
Mientras se acercan, intento levantarme, usando todas mis fuerzas, pero mi corazón vuelve a doler y la sangre brota de mi nariz y oídos. Caigo al suelo, esperando mi final, al fin y al cabo, todo lo que hice fue en vano. No pude lograr que Rem confiara en mí y por eso ahora moriré.
El haberme ilusionado durante esta semana ha sido un error que debo pagar. Las mabestias saltan hacia mí y no puedo hacer más que observar cómo intentan devorarme.
Mi brazo está roto, mis piernas están heridas por completo, no puedo usar maná debido al miasma. Lo único que puedo hacer es mirar cómo se acercan lentamente, deseosas de comenzar de nuevo.
No voy a cerrar los ojos, no voy a huir. Si este caos es algo que debo soportar siempre, entonces debo fortalecerme, acostumbrarme y seguir adelante.
— ¡Huma!
Escucho un grito a mi lado y, en esa dirección, múltiples estacas de hielo atraviesan a las tres mabestias, que caen completamente destruidas a mi lado.
— ¿¡Estas bien!? — Grita Rem, poniéndose a mi lado y sin dudarlo un segundo, usa magia de sanación.
Yo la tomo del brazo y la señalo hacia los heridos.
— Yo me encargo de alejar a las mabestias, puedes ir a rescatarlos.
Rem me mira por un instante. Aunque estoy a punto de morir, debo actuar de acuerdo con lo que creo. Puedo sobrevivir, pero ya hay muertos allí. Cada vida que salve es una ganancia.
Rem asiente y rápidamente carga a múltiples personas. Mientras estoy acostado, intento alzar un poco la vista para ver mis heridas. Sin darme cuenta, mis piernas tienen mordeduras de las mabestias, probablemente cuando estaban por atacar a los heridos.
Actué sin pensar, usé mi cuchillo pero no me di cuenta de las otras bestias.
Supongo que no tengo más opciones. Deben estar cerca, después de todo, no creo que hayan huido muy lejos.
Pasados unos minutos, Rem ya ha llevado a todos los heridos, confirmando lo que pensaba. Realmente me estaba observando. La ira surge en mí. Después de todo, nunca intenté nada malo ni hice algo sospechoso. Por este maldito miasma, yo.
Doy un suspiro, rindiéndome ante el destino. Y entonces...
La oscuridad...
Capítulo 2
Aquel fuego intenso.
Abro mis ojos y soy recibido por el hermoso firmamento, mi cuerpo duele por montón pero ya me puedo mover. Intento levantarme, a pesar de mi dolor muscular tengo que saber que sucedió.
Cuando me levanto miro que a mi alrededor solo se pueden ver personas en mí misma situación, unos acostados durmiendo y otros jadeando de dolor. Giro mi cabeza y puedo ver que Emilia se encuentra curando heridos en otro lado.
— Despertaste, supongo. — Detrás de mí está Beatrice.
Al verla, parece estar molesta. La verdad es que no esperaba que viniera. Le doy una sonrisa agradecida y tomo su mano, lo que la sorprende.
— Gracias por salvarme, Beatrice. No estás obligada a hacerlo, pero gracias por venir.
— ¡Hmpf! Una apuesta es una apuesta. — Dice Beatrice, ladeando la cabeza.
Yo me río un poco, pero inmediatamente empiezo a toser.
— No te esfuerces, tu cuerpo está en un mal estado. Aunque no tengas problemas con tu sangre y demás, tu puerta está en un estado delicado.
Puedo sentirlo. Mi puerta está descontrolada. Beatrice rápidamente me dice que el miasma que antes no tenía comenzó a salir. De alguna forma, ahora estoy como si hubiera muerto.
Miro a Beatrice con seriedad.
— ¿Qué ha sucedido?
— Verás...
Cuando ella llegó, Emilia ya había aniquilado a todas las mabestias y estaba curando a los heridos lentamente. Sin embargo, las mabestias volvieron a atacar de repente, lo que la obligó a detenerse en su labor de curación. Hace unos minutos, volvieron a reanudar las curaciones, ya que las mabestias huyeron nuevamente. Cuando llegué, mis heridas eran bastante graves, pero Beatrice me curó por completo, aunque mi puerta no puede ser curada debido a la interferencia del miasma.
— Tu puerta tiene que curarse por sí misma. Yo simplemente le di el maná necesario para hacerlo. No te recomiendo usar magia mientras eso sucede. Afortunadamente, tienes una gran cantidad de maná, así que no debería tomar más que unos días.
— ¿Pudiste remover las maldiciones.? — Le pregunto a Beatrice.
Entonces, ella me mira con seriedad
— Sí, pude remover casi todas, pero en tu pierna derecha hay una serie de maldiciones complejas.
Al parecer, hay varias maldiciones en mi pierna que impiden que Beatrice haga los cálculos necesarios para curarla. No me había dado cuenta de su existencia.
— ¿Es posible que una sola mabestia haya hecho eso.? — Pregunto.
— No tengo conocimiento al respecto. — Responde Beatrice. — Sin embargo, es posible que haya alguna bestia que haya mutado para tener esa capacidad. Por eso...
Beatrice señala hacia la entrada del bosque.
— La chica que te trajo, la ogro de pelo azul, fue a matar a esa bestia.
— ¿Rem? — La miro con extrañeza. No tiene sentido. — ¿Estás segura de que fue Rem, la sirvienta?
Beatrice asiente con la cabeza. En ese momento, me levanto instintivamente y miro a mi alrededor, pero no veo a Rem. Entonces, Ram aparece detrás de mí, da la vuelta y me toma de la camisa.
— ¿Dónde está Rem.? — Pregunta Ram, mirándome con enojo.
— Según Beatrice, está en el bosque. Acabo de enterarme de eso. — Respondo.
Ram se suelta de mi agarre y camina decidida hacia el bosque. La tomo del brazo y le digo:
— ¿Qué planeas hacer si vas allí? ¿Tienes algún plan?
— ¡Cállate! Tengo mis propios métodos para localizarla. Si tan solo no hubiera usado su forma ogro...
Ram me explica que, como gemelas, son capaces de sentir las emociones y pequeñas sensaciones de la otra, dependiendo de cuánto una desee enviar esa sensación. Sin embargo, Rem está en un estado de trance en el que su fuerza se incrementa, pero solo piensa en matar todo a su alrededor.
Ram me revela que tiene una habilidad que le permite compartir sentidos con otros seres vivos, lo que le permitiría averiguar la posición de Rem.
— Aun así, todavía es de noche. Si esperamos hasta que amanezca, tendremos más posibilidades. — Sugiero.
No puedo arriesgarme ahora. Aunque me encuentro en esta situación, no tiene sentido arriesgarlo todo sin un plan sólido.
El grito desesperado de una mujer nos interrumpe a Ram y a mí. Nos giramos rápidamente para ver a una mujer caminando de manera errática, sus brazos cubiertos de vendajes manchados de sangre. A pesar de sus heridas, la mujer parece no notar el dolor. Cuando me ve, se acerca hacia mí.
— ¿Has visto a Petra? No la trajiste con las personas que salvaste. — Dice la mujer, con una mirada vacía. Aunque llora, sus emociones parecen distantes e indescriptibles
— Lo siento, no pude verla. — respondo seriamente, mirándola a los ojos.
La madre me mira y cae de rodillas al suelo. Por un momento, agarra con fuerza el suelo, luego se levanta y comienza a correr hacia el bosque. La detengo agarrándola del brazo, pero ella lanza un puñetazo hacia mi rostro sin detenerse.
— ¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Mi hija! ¡Mi pequeña! — grita, cayendo al suelo por mi agarre, mientras llora desconsoladamente. — ¡Tengo que ir a por ella!— Ignora sus heridas que vuelven a abrirse, sus brazos empiezan a sangrar mientras intenta levantarse y liberarse de mi agarre.
No puedo evitar sentir asombro. Nunca había presenciado el amor incondicional de una madre por su hija, incluso en medio del dolor y la certeza de su propia muerte. Es algo abrumador.
Con cuidado, suelto a la mujer y la ayudo a levantarse.
— Usted es realmente una gran madre. — Le digo, mirándola a los ojos. — Iré a buscar a su hija. Usted quédese aquí y espérela. Le prometo que la traeré, sin importar lo que cueste.
La mujer me mira y me abraza sin dudarlo, continuando con sus lágrimas mientras me agradece.
— ¡Gracias! ¡Gracias de verdad!
Miro a Ram a los ojos y ella me devuelve la mirada. Ambos nos dirigimos hacia el bosque determinados.
— ¿Te vas aun con tus heridas? ¿No temes morir? — Beatrice me mira con preocupación.
Me detengo ante esa pregunta de Beatrice.
Observo a Beatrice con determinación cuando me pregunta si voy a ir con mis heridas y si temo morir. Su preocupación es comprensible, pero le respondo con orgullo:
— ¿Miedo? Por supuesto que sí, pero sentir miedo y hacer lo que debo hacer son cosas diferentes. — Le sonrío. — Ya no huiré más por miedo.
Beatrice no dice nada, pero suelta un suspiro y algo cae a mi lado, clavado en el suelo con un brillo violeta.
— Al menos, defiéndete, supongo. Tienes que mostrarme más de tu mundo de hecho— Beatrice me da la espalda, visiblemente ruborizada por sus propias palabras.
Me agacho y tomo la daga, agradecido por el gesto.— Jaja, ojalá sea cierto.
Empezamos a correr hacia el lugar donde estaban los heridos, cuando llegamos solo pude ver los rastros de mi pelea.
— ¿Esto lo hiciste tu? — Dice Ram con su mirada hacia todo el lugar.
— Tengo una buena maestra. — Pongo mi mano en su hombro. — Anda, usa esa habilidad para ver que esta sucediendo.
Ram cierra los ojos, aunque para mi solo está de pie con los ojos cerrados puedo sentir un flujo de maná saliendo de ella.
Unos segundos después ella abre los ojos.
— Marco, los animales parecen estar huyendo de esa dirección. — Ram señala hacía el lugar donde estaba el tronco caído.
— Vamos entonces, no hay tiempo que perder.
Ambos corremos por unos minutos, no habían mabestias por ningún lado, en cambio solo estaba calmado.
— Eso es extrañó. — Dice Ram mientras mira a su alrededor.
— Esta demasiado calmado.
Ya me esperaba que varias mabestias nos atacaran, pero ninguna ha atacado hasta el momento. Seguimos corriendo pero entonces empezamos a escuchar ataques.
Aceleramos el paso y llegamos a un campo abierto rodeado de árboles, como un circulo simulando un coliseo.
Al llegar al campo abierto rodeado de árboles, notamos que en el centro se encuentra Rem, la chica de pelo celeste, luchando ferozmente contra las mabestias en todas las direcciones. Quedo impresionado por sus habilidades, su manejo del maso y su fluidez en los movimientos. Ella aplasta a las mabestias una tras otra, mientras una mabestia más pequeña se encuentra a un lado.
Sin embargo, no había considerado algo importante: mi presencia y el miasma que está emanando de mí. Antes de que pueda reaccionar, Ram me empuja y rápidamente desata sus habilidades, formando espadas de viento para enfrentar a una mabestia, despedazándola al instante.
«Maldición, olvidé que mi miasma puede atraer a las mabestias.» Dije a mi mismo.
Observo a mi alrededor y veo a Petra, que está sentada desmayada en un árbol en el extremo opuesto del campo.
Me levanto rápidamente y apunto hacia Petra con determinación.
— Iras por ella y la llevaras a la aldea, luego vendrás por nosotros. ¿Entendiste?
— Esto no es momento de bromas, si ambos salimos seremos atacador por todos.
Entonces le doy una leve palmada a la espalda de Ram, esto hace que ella me mire con enojo.
— Confía en mí, cuando salga te vas a tapar los oídos, entonces irás por Petra. — Miro a Ram con confianza. — Rem puede cuidarse a si misma pero esa niña no.
Miro hacia Rem. Al verla no puedo sentir más que odio, mi mirada se contorsiona pensando en que estuvo viendo mientras yo me mataba.
Pero Ram me toma el hombro.
— Perdona a Rem, ella ha pasado por mucho, pero no es mala persona. — Me dice Ram antes de tapar sus oídos con sus manos.
¿Buena persona?
Si lo fue antes no se, pero no puedo pensar en ella como una buena persona.
Aunque yo tampoco lo soy. Se que si reinicio puedo salvarlos a todos, pero eso significa tener que empezar de nuevo, significa tener que buscar otra forma de ganarme la confianza para poder salvarlos.
Significa tener que luchar de nuevo.
Corro a toda velocidad hacía Rem, corro determinado, después de todo tengo que aprovechar ese instante para distraerla.
Mi objetivo es distraerla lo suficiente para que Ram pueda llegar hasta Petra y mantenerla a salvo. Aunque siento odio y resentimiento hacia Rem en este momento, entiendo que Ram confía en ella y que ha pasado por dificultades.
A medida que me acerco, mis pensamientos se entrelazan con la determinación de no desperdiciar mi vida y arriesgarla por una causa justa. Estoy dispuesto a luchar y reiniciar si es necesario, pero no voy a permitir que mi vida sea en vano.
Cuando estoy lo suficientemente cerca, grito con todas mis fuerzas, tratando de llamar la atención de Rem y distraerla de las mabestias a su alrededor.
— ¡Puedo regresar… — El mundo se detiene en un instante crucial, suspendido en un vacío que solo permite percibir sombras y silencio. Mi cuerpo se vuelve inmóvil, aprisionado en un estado de impotencia mientras una neblina misteriosa envuelve mi visión, sumiéndome en una oscuridad opresiva. Aunque mis ojos no captan nada, puedo sentirlo, una presencia etérea que se acerca lentamente.
Una mano invisible, casi etérea, comienza a deslizarse suavemente por mis piernas, ascendiendo con una delicadeza cautivadora. No puedo moverme ni resistirme, pero siento una respuesta latente dentro de mí, una conexión que trasciende los límites físicos. La mano continúa su ascenso, recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, despertando sensaciones contradictorias de placer y dolor.
Mis sentidos se agudizan cuando la mano finalmente alcanza mi pecho, penetrando sin esfuerzo. Un torrente de dolor se desata, recorriendo mi ser en oleadas, como si mi cuerpo fuese un lienzo donde se pintará el sufrimiento. Sin poder resistirme, contemplo con angustia cómo la mano alcanza mi corazón, aplastándolo con una fuerza abrumadora.
En un instante, la bruma se desvanece y regreso a la realidad, jadeando por el dolor que se desvaneció pero aún lacerante en mi interior. Mi corazón parece latir con una intensidad renovada, como si hubiera sido arrancado de las fauces de la muerte. Rem sin poder pensar grita hacia mi con todas su fuerzas, abalanzándose para atacarme.
Las mabestias hacer lo mismo pero al interponerse en el camino de Rem estas son aplastadas por ella.
Rem, en un acto desesperado, lanza su maso con determinación, apuntando directamente a mi cabeza. Sin embargo, con una ágil pirueta, consigo esquivarlo en el último momento, librando mi cabeza de un destino funesto. Enfocado en mi objetivo, comienzo a correr a toda velocidad, alejándome de Rem y dirigiéndome hacia un grupo de mabestias que esperan ansiosas.
Mientras tanto, mis ojos buscan a Ram, pero ella ha desaparecido, llevándose a Petra consigo. Ahora, solo me queda despertar a Rem de su trance y contar con su ayuda para poder enfrentar esta batalla que se avecina. Afortunadamente, sé que no ha pasado mucho tiempo en su estado, por lo que confío en hacerla regresar a la realidad.
Entonces me olvido de alguien. La maldición de mi olvido se ve interrumpida por una exclamación de frustración que escapa de mis labios.
— ¡Mierda!
Sin previo aviso, un pilar de tierra surge del suelo, elevándome en el aire y lanzándome hacia las alturas. Me veo obligado a recurrir a mi magia para detener la caída. Concentro toda mi energía en generar un viento ascendente que actúe como un paracaídas, ralentizando mi descenso. Sin embargo, los efectos de la magia se manifiestan de forma irregular y no logro controlarla adecuadamente, lo que resulta en un aterrizaje forzoso y doloroso.
Justo en ese instante, una horda de mabestias se abalanza sobre mí. Mi cuerpo, aún afectado por los efectos de la magia, se encuentra en un estado de debilidad y no puedo reaccionar con la rapidez necesaria. Consigo acuchillar a una de las mabestias, pero es insuficiente para detenerlas. Están a punto de atacarme, sus fauces ansiosas por desgarrarme, cuando alguien me empuja de repente.
Cuando vuelvo a tomar conciencia de la situación, me doy cuenta de que Rem se ha colocado en mi lugar, todavía transformada en una bestia. A pesar de su estado, en un fugaz instante, logra esbozar una sonrisa, salvándome de las garras de las mabestias.
Ella me salvo…
— ¡Y una mierda!
No puedo permitir que esto suceda. No puedo aceptar que ella asuma ese riesgo por mí. Agarro su brazo y lo tiro hacia mí con fuerza, utilizando mi magia de viento para impulsarnos hacia atrás. Caemos al suelo, rodando violentamente y deteniéndonos abruptamente al chocar con un árbol. A pesar del dolor que me recorre, no me suelto de Rem, la abrazo con fuerza.
Aun herido, hago un último esfuerzo y utilizo la daga que me queda para golpear el cuerno de Rem. La daga se rompe al impacto, pero el cuerno Rem comienza a disminuir de tamaño. Rem, sin embargo, se desmaya por el agotamiento de su transformación. Rápidamente, le doy una fruta bocco para despertarla, colocándola con suavidad en sus labios.
Sus ojos se abren lentamente, confusos y aturdidos. Lo primero que intenta hacer es levantarse, pero no la suelto de mis brazos, impidiéndole moverse.
— No te muevas. —Le advierto con voz firme, tratando de ocultar el dolor en mi tono.— No deber tener magia.
Pero ella no puede contener sus emociones y comienza a sollozar, su voz quebrada por el llanto.
— Pero ¿por qué me salvaste? — pregunta Rem entre sollozos, con voz entrecortada por la angustia que la consume. Las lágrimas bañan su rostro mientras busca desesperadamente una explicación a mi acto de valentía. Su rostro, antes radiante y adorable, ahora se contorsiona, revelando sus verdaderas emociones y su dolorosa autorreflexión.
En medio de ese tenso silencio, Rem se voltea hacia mí, con ojos vidriosos y enojo palpable. Siente la necesidad de señalar mi presencia en este caos y recordarme el temor que le infundía. Su voz resuena en el aire cargada de reproche y frustración.
— Tú hiciste todo esto, incluso viniste a rescatar a quien te intimidó. — Sus palabras parecen un grito desgarrador. —
Mientras sostengo su mirada, observo cómo sus lágrimas persisten, negándose a detenerse. Su rostro, una vez adorable, se transforma en una máscara de dolor y justificación de su sacrificio.
Con un gesto de determinación, me pongo de pie, alejándome de ella. Aunque intenta gritarme, sus palabras apenas alcanzan mi oído.
— ¡Debiste haberme dejado! ¡Soy inútil! En lugar de ser útil, solo causo más y más caos. Todo lo que he hecho en el pasado es el karma que ahora me golpea. — Su voz se quiebra, mientras sus piernas flaquean en el intento de levantarse. — ¡Déjame! ¡Déjame morir aquí! Mi vida ya no tiene valor, cualquier cosa que haga solo me genera insatisfacción, no puedo olvidar mis pecados pasados.
Le doy la espalda, preparándome para enfrentar a las mabestias con coraje y determinación. Sin embargo, sus palabras retumban en mi mente, dejando un eco persistente.
— ¡Te odio! Desde el momento en que llegaste a este lugar, te odié por tu mera presencia. Cada palabra que pronunciabas despertaba en mí una sensación de repulsión, incluso llegué a vomitar todos tus desayuno a causa de tu asquerosa existencia. ¡Yo también vi de comienzo a fin como eras atacado por las mabestias!
Mientras verifico que todo lo que había preparado para esta confrontación se encuentre intacto y listo para ser utilizado, me doy cuenta de que algo falta en esta ecuación.
— ¡Me odio a mí misma! Odio todo lo que he hecho hasta ahora. — Pronuncia con voz ronca y apretando los puños con fuerza, dejando escapar su frustración. — Y lo sé, sé que también sientes asco por mí, sé que no soportabas escucharme siento fría contigo. Sé que me odias también.
Justo en ese momento, Interrumpo su desahogo con una voz firme.
— Lo sé, lo sé todo.
— Si lo sabes, entonces ¿por qué viniste? — pregunta, sus lágrimas continúan fluyendo, su cuerpo tiembla mientras lucha por levantarse.
Contemplo sus ojos vidriosos por un instante, y una respuesta sincera escapa de mis labios.
— Si he de pensar en una razón, no la tengo.
— ¡Entonces!
— Morir es el final, aun si no me caes bien no te voy a dejar morir. Yo me prometí no volverlo a hacer. — Le doy una sonrisa.— Ya me salvaste dos veces, al menos déjame salvarte una vez.
Corro hacia las mabestias, empiezo a esquivar los ataques de tierra mientras cargo con maná lo que preparé.
Cuando veo que la mabestia que antes era un perro se transforma en un monstruo gigante hablo.
— ¡Meili! — Grito con todas mis fuerzas, si ella de verdad esta entonces puedo intentar negociar. — Se que estas ahí, domadora de bestias.
Las mabestias dejan de moverse, incluso la mabestia gigante deja de moverse, en cambio todas se quedan calladas, incluso dejando de gruñir.
— Vaya, ¿me podrías decir quién es el hermanito? ¿Nos hemos visto antes.? — La voz de la mabestia retumba en el aire, y de entre las fauces de la criatura surge una niña vestida con una túnica. Sus ojos se dirigen hacia mi posición con una mirada desafiante.
— No, solo sé quién eres. Solo quiero darte una advertencia: si no quieres morir, sería mejor que te alejes. — Respondo, manteniendo la serenidad en mi voz.
La chica, en respuesta a mis palabras, guarda silencio por un instante antes de romper en risas desenfrenadas.
— JAJAJA, no sé qué te hace pensar eso, hermanito. Eres solo un humano rodeado de mis mascotas. No entiendo por qué debería temerte. — Su voz se llena de burla y desprecio.
Un esbozo de sonrisa se dibuja en mis labios, consciente de que aquel que ríe último ríe mejor. Adopto una postura de lanzamiento, tomo una bola de cristal blanca entre mis manos, sintiendo cómo quema mi piel con su gélido poder.
Ahora que está activada, es imposible detenerla, pero es mi carta final.
Dentro de la bola se encuentra un líquido letal, y ha llegado el momento de liberarlo.
Con todas mis fuerzas, lanzo la bola directo hacia las fauces de la mabestia gigante. La esfera emprende un veloz viaje hacia su objetivo, mientras Meili observa confundida y la mabestia intenta desesperadamente romper la esfera con sus poderosos brazos.
En ese instante, corro hacia Rem y me coloco delante de ella, dispuesto a protegerla. Mi cuerpo comienza a generar una barrera de fuego, y en medio de las llamas grito con determinación:
— ¡Este es el poder de la ciencia!
¡BOOM! El estruendo retumba en el aire mientras una lluvia de nitrógeno líquido cae por todas partes. Utilizo toda mi reserva de mana para crear una poderosa barrera de fuego alrededor de Rem y de mí.
Con determinación, intento desintegrar las gotas que logran atravesar la barrera con el poder de mi fuego, pero algunas logran esquivar mis llamas y alcanzan a mojarnos. Rápidamente, me coloco frente a Rem, protegiéndola con mi cuerpo, mientras ella continúa llorando.
Con ternura y preocupación, poso mis manos en su rostro para secar sus lágrimas. En medio de una esfera de fuego que nos envuelve, somos solo ella y yo. A pesar de las gotas que siguen cayendo, congelando mi espalda, no aparto la mirada de sus ojos. De alguna manera, me siento profundamente conectado con ella. Su odio, su ansiedad, todo ha sido provocado por la tragedia que ha vivido.
Mientras fui perseguido, hubo momentos en los que hice planes para matar a mis vecinos y escapar. Solo porque pensaba que eran espías en mi contra, claro que a diferencia yo nunca los traté mal.
— Rem, todos cometemos errores. Todos nos enfrentamos a nuestros demonios y a las consecuencias de nuestras malas decisiones. Es natural sentir odio hacia uno mismo, creer que el mundo está en nuestra contra y que nuestro sufrimiento justifica nuestras acciones. Puede parecer que debemos hacer cosas para compensar, pero a veces nos damos cuenta de que eso solo es hipocresía. Es posible que desees morir para poner fin a ese dolor, para escapar de esa sensación.
— ¡Sí! ¡Si muero, todo mejorará! Soy solo un inútil cargado de ira y dolor.
En ese momento, tomo su mentón suavemente, acerco su rostro al mío y le hablo desde lo más profundo de mi corazón.
— Morir no hará que todo mejore. Todo lo que dices y haces tiene consecuencias, pero es precisamente eso lo que te hace moverte. Lo que te hace diferente es cómo actúas. No se trata de sufrir eternamente.
— ¿Entonces? ¿Si no se trata de odiarse, de qué se trata.? — Pregunta, reflejando en sus ojos una imagen que casi puedo reconocer como mi propia.
— Se trata de mejorar. De avanzar, de seguir adelante y reírle a la adversidad. Lo que hiciste no puede cambiar, pero tienes la oportunidad de aprender y crecer a partir de ello. Puedes disculparte por tus errores y seguir adelante. — Sostengo sus manos con firmeza mientras dejo de mantener la barrera de fuego y un aura de frío nos envuelve. — Lo lograrás. Comenzarás a moverte desde este momento, avanzarás y te convertirás en una mejor versión de ti misma. Cuando sientas que todo se desmorona, cuando quieras compartir una alegría o simplemente necesites compañía, estaré allí para ti.
Rem aprieta mis manos con fuerza, intentando esbozar una sonrisa entre las lágrimas.
— No merezco eso.
— Nadie lo merece. En cambio, debes ser agradecida por lo que tienes. — Sonrío. — El merecimiento está en tu interior.
El tiempo se agota y debo hablar rápido. Estoy quedándome sin fuerzas.
— Haz que esas personas olviden el daño que les hiciste. Convierte el odio que diste mil veces en amor. Ve y expresa todo lo que llevas en tu corazón, purifícate a ti misma y sigue adelante.
Siento que mi cuerpo ya no responde, estoy a punto de colapsar. El miasma dentro de mi puerta está causando estragos. He utilizado demasiada magia incluso con mi puerta dañada. Si no sobrevivo, todo habrá sido en vano.
— Vive por ti, vive para ser feliz. La vida está hecha para eso, para ser feliz y hacer felices a las personas que aprecias. Creo en ti, estaré contigo cuando me necesites.
Esas son mis últimas palabras antes de girar la cabeza y vomitar una gran cantidad de sangre. Mis ojos se nublan y mientras caigo, escucho a Rem gritando mi nombre. Aún no estoy inconsciente, puedo sentir la llegada de Ram y luego me encuentro en una cama.
La increíble comodidad me hace desear dormir para siempre.
Todo es caos, toda esta destrucción es indirectamente culpa mía. Al final, todo lo que hago parece llevar a la muerte.
Quizás ese sea mi destino, pero no dejaré de luchar.
Cuando me doy cuenta, siento unas manos pequeñas en mi pecho y a alguien sostiene mi mano con fuerza. Esas pequeñas manos parecen temblar. El flujo de magia excesiva no debe ser algo sin importancia.
El miasma ha invadido mi puerta debido a la falta de maná. Como un veneno letal, está destruyendo todo en su interior.
De las manos de Beatrice siento una sensación cálida mientras ella canaliza su mana con todas sus fuerzas. Escucho las últimas palabras de este día.
— No mueras, porque si mueres... estaré sola de nuevo.
Oscuridad...
SS-Rem.
Aquel desconocido.
Sostengo su mano con fuerza, mis lágrimas se mezclan con el torrente de emociones que atraviesan mi ser. Mientras lo miro, inconsciente y vulnerable, un cúmulo de recuerdos de esta semana se agolpan en mi mente.
El primer día que llegó, su presencia se hizo evidente en el momento en que abrió la puerta de su carruaje. Un aroma peculiar impregnó mis sentidos, sentí inmediatamente el olor del miasma. Si no fuera por las palabras de mi hermana, lo habría atacado sin pensar.
No me considero una persona virtuosa, pero sin duda soy mejor que esos despreciables cultistas. Por eso no permití que encontrara la felicidad en este lugar.
Recuerdo claramente la primera vez que se atrevió a pronunciar esas palabras que sacudieron mi existencia:
"No soy de este mundo".
Instintivamente, dirigí mi mirada hacia el espíritu que nos acompañaba, esperando escuchar su negación, deseando que fuera una mentira para poder atraparlo en sus propias palabras. Sin embargo, su sorpresa genuina evidenciaba su veracidad.
Cuando logró que el señor Roswall accediera a permitir que nadie lo atacara dentro de los dominios de la mansión, una inquietud invadió mi ser. Si aquel repugnante individuo tenía algún plan maquiavélico para dañar a los habitantes de la mansión, no debía permitirse su presencia aquí.
Mi mente gritaba en silencio: "Es un cultista".
Pero fue mi hermana quien me recordó que en ninguna circunstancia podía atacarlo. Ella y el señor Roswall lo estaban protegiendo, resguardando a ese asqueroso cultista de sus deseos más oscuros.
Luego, tuvo el atrevimiento de preparar el desayuno. Cuando vi a mi hermana sentada frente a esa bandeja de alimentos que él había elaborado, casi sucumbí ante un impulso irreversible. La sensación de repulsión se apoderó de mí y apenas pude contenerla.
Fingí comer con normalidad, pero en cuanto tuve la oportunidad, me dirigí rápidamente al baño para vomitarlo todo. Aquel hombre había irrumpido en mi rutina, arruinando mi paz y perturbando mi mundo.
Lo peor de todo es que nadie parecía cuestionarlo, como si ignoraran la posibilidad de que fuera un espía infiltrado. Incluso mi propia hermana parecía estar comenzando a simpatizar con él.
— No es una mala persona, si tan solo hablaras con él lo entenderías. — Me dijo mi hermana esta mañana, tratando de convencerme de que le diera una oportunidad.
Pero yo no podía ignorar mis instintos, mi desconfianza hacia aquel individuo. Su olor, curiosamente, había disminuido en los últimos días, lo cual me generaba cierto alivio.
No sabía si los cultistas eran capaces de ocultar su esencia de esa manera, pero al menos esa disminución me brindaba un poco de tranquilidad. Después de todo, si realmente fuera un cultista, no habría ocultado su esencia, ya que para ellos eso sería considerado un pecado imperdonable.
Sin embargo, a pesar de todo, no pude permitirme comer lo que él había preparado.
Mis sospechas y desconfianza se acentuaron cuando, por la mañana, se atrevió a agarrarme del hombro. En ese momento, mi mente se inundó de temores y pensamientos apocalípticos. "Me va a atacar", resonaba en mi cabeza. Luego, con voz firme, me pidió hablar, asegurando que sabía que lo odiaba, pero desconocía el motivo.
"Porque eres un asqueroso cultista", deseé gritarle, dejando que mi repulsión y resentimiento se manifestaran abiertamente. Sin embargo, me contuve.
Durante su conversación con el espíritu, apenas lograba escuchar lo que decían. Las palabras se perdían en el aire, como susurros incomprensibles. Pero algo en su actitud me llamó la atención: parecía estar enseñándole algo al espíritu, algo que no alcanzaba a comprender. Y entonces...
¡BOOM!
Un estruendo estremecedor recorrió todo el lugar, haciendo temblar los cimientos de la mansión. A lo lejos, pude ver cómo los árboles se encontraban congelados, víctimas de un ataque sorprendentemente veloz, mucho más rápido que una flecha o una bala mágica. Mis piernas temblaron instantáneamente ante aquel suceso, pues recordé que solo hace poco tiempo esa persona no era capaz de utilizar magia.
Incluso cuando observé su puerta mágica por primera vez mientras dormía, aparte del ominoso miasma, no pude percibir ninguna señal de algo extraordinario.
Esto me llevó a recordar las extrañas anomalías relacionadas con su puerta. "No puede ser", murmuré al segundo día de su llegada. Su puerta estaba adquiriendo forma y estructura, algo que solo ocurre cuando se aprende a controlar la magia por primera vez.
Es decir, él nunca había utilizado la magia de manera consciente. A partir de entonces, día tras día, esa puerta comenzó a revelarse con mayor claridad y a someterse a su voluntad. Su progreso en el arte mágico era simplemente indescriptible. De alguna manera, parecía asimilarlo todo rápidamente, aprendiendo a conjurar magia.
Sin embargo, todo esto parecía demasiado sospechoso, demasiado bueno para ser verdad. Era lógico desconfiar y mantener mis reservas. ¿No es así?
Entonces, la tragedia ocurrió. Aquella misma tarde, nuestro señor partió para atender asuntos relacionados con la petición de esa persona. Lo primero que vino a mi mente fue que este individuo tenía la intención de asesinar a todos, desacreditando al señor Roswall en el proceso.
Sin poder contenerme, le grité que eso era parte de su siniestro plan y que deseaba acabar con él en ese mismo instante. Sin embargo, algo en su mirada, algo en su semblante, dejaba entrever un profundo temor, incluso mientras sonreía. Tenía miedo, pero se negaba a rendirse.
Entonces, pronunció palabras que retumbaron en mi mente: "Jamás mataría a alguien que no lo merece. Puedes desconfiar de mí, pero no me compares con un asesino".
¡Mentiroso!, exclamé en mi interior. ¡En mi aldea también ocurrió algo similar! Quería liberar toda mi ira y acabar con esta situación de una vez por todas. Sin embargo, opté por seguirlo, lo seguí únicamente porque él también tenía miedo.
Al igual que yo, él también tenía miedo.
Permanecí allí, observando desde la distancia mientras se desataba su batalla. Mostró un hechizo mágico asombroso, algo que nunca había presenciado en nadie. Mi hermana decía que él tenía talento, pero por alguna razón no podía utilizar la magia de manera convencional.
Así que esperé, y seguí esperando...
Mientras el daba su vida por esas personas yo estaba viéndolo desde un árbol. Quería que muriese, quería decir que fue a causa de su miasma, que fue porque era un cultista y se equivocó. —
Cuando hizo que cayese el árbol, una sonrisa apareció en mí. Sorprendida toque mis labios, sintiendo como se arquean. Casi como esa vez, esa vez cuando mi hermana perdió su cuerno.
"¡Por fin!" Grite para mi misma.
Pensé que el causaría la muerte de esas personas, entonces podría matarlo diciendo que lo hizo él. Que es un traidor y por ello lo mató.
Para mi sorpresa eso no sucedió, se lanzo con todas sus fuerzas y arriesgando su vida logro salvar la de los demás. Cuando él estuvo por morir, sin darme cuenta ya había bajado y usado mi magia para salvarle la vida.
Reproche mi cuerpo por hacerlo, pero ya lo había hecho.
No fue entonces cuando lo estaba curando que dijo:
— Lleva a los heridos primero.
Cuando el dijo eso me di cuenta de mi error, ese hombre estaba herido, su puerta estaba sobrecargada de miasma y el olor que antes no estaba apareció luchando para salvarlos. No sé cómo o porqué, pero aunque el olor me hacía querer matarlo no lo hice.
En cambio decidí acabar con las mabestias que lo maldijeron. El grito que el dio causo que todas se dirigiesen en una misma dirección, así que cuando lo dejé con la señorita Beatrice inmediatamente me dirigí hacia ese lugar.
Entonces todo se volvió nebuloso.
Solo estaba actuando acorde a mis pensamientos. Quería morir por mis actos, siempre causando caos, siempre causando malas cosas a los demás. Esa persona les salvo usando su vida como sacrificio y yo quería matarlo.
Destruí a todas las mabestias que pude mientras era mordida y atacada.
Mi cuerpo no me respondía, simplemente estaba actuando instintivamente. "Usar mi vida como ficha para redimirme" Ese es el único pensamiento que estaba en mi cabeza.
No podía ver que sucedía, como si estuviese atrapada en una prisión dentro de mí.
Pero entonces, cuando recobre la consciencia, estaba en frente de él. Lo había empujado para sacarlo de todas las mabestias. Lo había salvado de nuevo, con la intención de ofrecerme de sacrificio y que me perdonase.
Quería pedir perdón, pero no iba a poder.
Luego, cuando volví a abrir los ojos una sensación cálida rodeo mi cuerpo. Ese hombre me estaba abrazando, quise quitármelo de encima pero no pude, no quería hacerlo.
Pero el había arruinado mi acto.
Le grité, le grité y grité hasta cansarme. No podía ver que expresion estaba haciendo pero de seguro me veía asquerosa. Llena de sangre con lagrimas en los ojos, le grité todo lo que pude pensar para que me dejará morir.
Para que se salvara.
— Ya lo sé, lo sé todo.
Fue su primera respuesta, entonces aprieta sus puños con fuerza. No pude ver su expresion pero sus palabras mostraron la rabia que tenía.
— Se que estabas viendo.
Cuando dijo eso me sorprendí, después de todo me oculté bastante bien, pero de algún motivo se dio cuenta.
Entonces va y crea un caos impresionante. De su costado saco una bola blanca de un tamaño mayor al de una manzana, no sabía que era pero se parecía al hechizo de la mañana, entonces. Una explosión de escarcha estaba a punto de tocarme.
"Por fin, me va a matar" Pensé.
Cerré mis ojos esperando el final pero entonces un calor fue lo que recorrió mi cuerpo. No fue la fría muerte si no un calor abrasador.
Me enfurecí, consumida por la rabia de que él me hubiera salvado. Deseaba morir en ese instante, poner fin a mi sufrimiento y rendirme ante el destino. Sin embargo, él comenzó a hablar, mientras las gotas que congelaban su espalda caían. A medida que mi deseo de morir aumentaba, él era la única fuente de luz que podía ver. Estaba allí, frente a mí, protegiéndome de todo.
Le confesé que merecía la muerte, que deseaba abandonar este mundo.
Pero él acercó su rostro.
Le dije que me odiaba, que no valía nada y que debería morir.
Sin embargo, él tomo mis manos.
Me estaba viendo a mí, no veía a la Rem perfecta que realizaba las tareas del hogar y cumplía con sus responsabilidades. Él había visto mi horrendo interior, le dije cosas terribles, hice cosas que no tienen perdón.
Mientras lloraba y mi rostro se contorsionaba, podía verlo a él. Decidido, con una sonrisa en su rostro a pesar de todo el dolor que debía estar soportando. Me protegía con su calidez. Deshizo su magia y el viento irrumpió sin piedad, pero en ese momento no sentí el frío. Su calor recorría mi cuerpo y su mirada se adentraba en mí como si siempre hubiera estado esperándola.
Irónicamente, la persona a la que menos esperaba era la que más deseaba. La persona que tenía frente a mí pronunció las palabras que siempre anhelé escuchar.
"Creo en ti, estaré contigo cuando lo necesites".
Ese hombre que tenía frente a mí había despertado algo en mi interior. Sentía que mi vida, antes gris, comenzaba a vibrar con colores intensos. Sentía que podía moverme, que deseaba seguir adelante y poder verlo más.
Pero entonces, él cayó al suelo después de vomitar sangre. Y solo en ese momento, por primera vez, pronuncié su nombre.
— ¡Marco.!
