· Prólogo ·
—Lo siento, señor Flippy… No pudimos salvarlo...
Flippy permaneció estoico ante la noticia. Cerró por una mísera de segundo sus ojos, y el doctor se cubrió los oídos con presteza, vaticinaba lo que ocurriría.
Y en efecto, ocurrió.
—No es verdad... —Abrió los orbes verdosos que poseía, exaltado—. ¡NO ES VERDAD! ¡NO PUEDE SER VERDAD! ¡DÍGAME QUE MIENTE! ¡DÍGALO!
—Señor, cálmese... estamos en un...
—¡DÍGALO, DOCTOR! —Sus globos oculares rogaron en su miseria—. Por favor... se lo suplico...
Hipó al tiempo que sus ojos se entrecerraron, permitiendo sin oponerse que las lágrimas fluyeran y se deslizaran por su piel.
Era inverosímil, no lo creería por más que el doctor intentase explicarle el damnificado estado que impidió que el corazón de su "esposo" siguiera latiendo, que su equipo hizo su mejor ahínco en alargar su vida, que daba sus más grandes condolencias, que...
—¡No quiero oír eso! ¡Maldición! ¡Quiero que me diga que él está bien!... quiero... —Se desplomó en el suelo blanquecino del hospital, sollozando el nombre de la persona que más amó, ahoraen una camilla de hospital donde fue hace minutos su defunción.
El doctor sintió indulgencia por la situación del hombre que plañía en el suelo, y se agachó para acariciar su hombro en muestra de empatía, susurró más: "Lo lamento, señor", mientras Flippy se derrumbaba en su lío emocional.
—Mi hijo... —susurró Flippy, ido, y sin cesar su lamento—. ¿Cómo se lo voy a explicar...?
El doctor suspiró con pena.
—Creo que de forma medio metafórica y no tan explícita sería lo más correcto... ¿cuántos tiene el niño?
—Siete años...
El doctor percibió en su conciencia más peso emocional.
—Lo siento tanto...
Flippy lo tenía claro, el hombre se lo había dicho en todo ese lapso temporal de lamentos, pero no podía simplemente aceptar esas disculpas; el doctor hizo su esfuerzo, sí, y aunque sus razones no eran válidas, Flippy se sintió resentido con él.
Aun así...
—Déjeme verlo. —Su tono fue más frío, seco, como si el llanto lo hubiese secado emocionalmente.
Tal vez porque así fue.
El doctor asintió, acomodando su bata cuando se irguió y dándole la mano a Flippy para ayudarle, Flippy lo rechazó con un ligero manotazo que el doctor prescindió por su momento de compasión.
Cuando entraron a la habitación de color pastel, Flippy ahogó un sollozo en lo más profundo de su garganta, se acercó con una lentitud que denotaba la inquietud y aflicción que la coyuntura le generaba, incluso percibió un remordimiento anodino cuando su mano se acercó a la fisonomía de aspecto tranquilo.
Splendid tenía los ojos cerrados, sufaz demostraba el maltrato que el doctor y los enfermeros intentaron remendar, fallando miserablemente en el intento. Flippy le acarició la mejilla, percibiéndola gélida, de una forma insalubre para la calidez humana ordinaria; notó como sus pómulos estaban teñidos de una tonalidad semejante al burdeo, así como notó que los tubos respiratorios no cumplían su función de inhalar y exhalar cuando su dedo se acercó a los labios para acariciarlos por última vez, estos estaban suaves aún, algo resquebrajados y endureciéndose, pero con esa suavidad (por más mínima que fuera) que Flippy nunca despreciaría.
(Y ahora mucho menos lo haría.
No volvería a besarlo nunca más.)
No supo cuándo se escurrió una lágrima por su faz hasta impactar la pálida del difunto, solo fue consciente de ella cuandocayó justamente en el lagrimal de Splendid.
Flippy sujetó la gélida mano y la apretó, así como apretó sus labios y entrecerró los ojos, presintiendo que lloraría otra vez.
(El cuerpo inerte y sin vitalidad de Splendid recibió unas pocas lágrimas más, tal vez más que pocas.
A Flippy no le extrañó el escozor de sus ojos.)
[…]
Miles no comprendía nada, o bueno, más o menos.
Veía personas a su alrededor, todas ellas portaban una apariencia lóbrega y una pesadumbre que percibía de forma latente, como su tía Giggles, por ejemplo, que lloraba desconsolada en los brazos de la tía Flaky, o la señorita Lammy, que aunque era una mujer de porte elegante y estoico, no podía retener el flujo de lágrimas que corrían su sencillo maquillaje, la comparaba con la condición de su abuela Gloria, ella se abrazaba a sí misma y a su hija.
Y luego estaban el tío Splendont, la tía Wanda, los señores Shifty y Lifty, y otras personas que estaban relacionadas a su papá Splendid, quien estaba en una especie de "caja pesada" que, según percibieron sus oídos, se llamaba "ataúd".
«¿Él sigue... muerto...?», era lo que pensaba Miles.
A sus cortos siete años, Miles (y la mayoría de infantes de Tree Town) ya poseía un ligero conocimiento de la línea delgada entre vida y muerte, no de una forma total, más bien parcialmente, lo suficiente para saber el funcionamiento de la "maldición", aunque no para tener el asaz entendimiento de qué era un funeral o que la "ley" tradicional de morir y revivir no aplicaría en ese caso. Su papá Flippy se lo explicó hacía unos 2 años lo más sensible que se permitió, solo porque vivían en un sitio donde la muerte era tan típica que hasta aburría su mofa incesante.
Su papá Flippy fue su centro de atención tras ese pensamiento, él lucía peor que el resto a su juicio pueril, su rostro se mantenía ecuánime, aunque no era ciego y notaba las gotas engrosadas que surgían de sus orbes verdosos, y aunque Flippy intentaba elaborar la sonrisa más sincera para regalársela, Miles la percibía lánguida, apesadumbrada y poco verídica.
Flippy le agarraba la mano fuertemente, incluso Miles tuvo miedo que se la rompiese, pero era más un miedo pasajero e insustancial en comparación con el que brotó de su conciencia en desarrollo.
«¿Qué pasará ahora?»
Miles era consciente que su padre fue un sargento en la guerra, pese a que esa "revelación" le fue muy impresionante (por no decir maravillosamente increíble) a sus cinco años, el asunto cambió drásticamente cuando fue testigo de lo que la guerra conllevaba.
"Secuelas", él solía escuchar esa palabra cuando se producía una segunda película de una ya existente, así mismo con los libros que sus padres leían. Miles descubrió que esa palabra era más que una segunda o tercera parte, su padre Flippy era el ejemplo ideal de ello, cuando veía como se medicaba o perdía el control, Miles le tenía un miedo exuberante a su padre cuando eso sucedía, su papá Splendid era quien lo protegía y mantenía la familia unida, y las circunstancias que presenciaba lo inquietaban.
—Miles... —Escuchó una vocecita llamándolo que irrumpió sus preocupaciones internas, cuando volteó, sus ojos se encontraron con los curiosamente diferentes de tonalidad de Dylan—. ¿Qué es esto? ¿Por qué todos visten de negro? ¿Es una fiesta oscura o algo?
Miles quiso responder que poseía las mismas dudas al respecto, pero no lo hizo, solo por querer ser el inteligente del momento, en un intento inconsciente de poseer el control que no tenía.
—Creo que se llama "funeral"... —respondió, dudoso, apuntando, posteriormente, la "caja" que contenía el cadáver de Splendid—. Y eso se llama "ataúd"...
Dylan observó con curiosidad los señalamientos de Miles, los halló interesantes a la par que intrincados, una combinación que Dylan amaba por una parte y odiaba por otra.
—Qué nombres tan raros. —declaró, ofuscado—. Los adultos siempre ponen nombres raros para todo.
—¿Verdad que sí? —aseveró, frunciendo un poco el entrecejo de manera infantil, Dylan asintió secundándole.
El ataúd fue, finalmente, enterrado en su totalidad, con la tierra que revelaba su removimiento previo en la superficie, y Miles, por segunda vez en todo ese alboroto, lloró, tal como lo hizo cuando el asesinato contra su padre aconteció, con la diferencia que, en su inocencia, creía que ocurriría lo común y su padre Splendid estaría en casa a la mañana siguiente nuevamente, sonriente y optimista, regañando a su padre Flippy por alguna tontería y leyéndole un "cuento" sobre detectives y crímenes, porque Miles estaba aprendiendo a leer y esos libros eran lo mejor de lo mejor.
Pero Cub le había dicho que, cuando el ataúd era enterrado, la persona no volvería a la vida, porque eso sucedió con su mamá cuando era un bebé.
Y Miles se abrazó Dylan cuando pudo soltarse del agarre excesivo de su papá.
(Papá Splendid no regresaría otra vez).
Ignoremos que a Andy le encanta torturarse subiendo más cosas sin tener la decencia actualizar las que ya tiene solo porque siente la sección del Flippy/Splendid medio tiesa.
