La suma de todas sus partes
Rojo. Angry!Draco.
Ron, Harry y Hermione se encontraban en la sala común esa noche. La chica miraba nerviosamente a ambos chicos pues aún no sabía que estaban en mejores términos.
Ron escribía un pergamino atrasado para la clase de encantamientos. Harry, por su parte, revisaba un enorme libro antiguo leyendo sobre la poción duplicadora.
Hermione suspiró profundamente.
—¿Está todo bien?— preguntó tentativamente.
—¿Eh? — comentó Harry totalmente concentrado en entender la función de las orquídeas dragón.
—Pregunto que si todo está bien. Entre ustedes, me refiero —replicó Hermione dejando su elegante pluma de ganso en la mesa.
Ron se sonrojó y carraspeó sonoramente. Harry levantó la cara del libro y respondió con la seriedad máxima que le era posible.
—Oh, sí. Tuvimos una charla hace un rato y ya lo hemos arreglado todo— dijo con convicción.
Había pasado toda la mañana ensayando esa respuesta para que pareciera natural y poder pasar la prueba de los ojos inquisitivos de Hermione.
Ciertamente, la chica saltaba la mirada de uno a otro tratando de desentrañar los secretos en su mente. Harry se sorprendió de que aún no hubiera aprendido Legeremancia por su propia cuenta.
—¿Es cierto, Ron? —dijo finalmente dirigiéndose al chico pelirrojo.
El chico Weasley asintió efusivamente temiendo arruinar la sencilla mentira blanca que estaba dando Harry.
El Salvador del mundo mágico tenía confianza en que Ron deseaba esconder su aventura sexual de Hermione; aún así se encontraba a la espera del mejor momento para cambiar el tema.
Hermione apretó los labios como evaluando sus ganas de enterarse de lo que había pasado contra la sensatez y paz que le podía traer la ignorancia.
Finalmente pareció decidirse por la ignorancia y con una palmada alegre exclamó:
—Me da gusto tenerlos de nuevo conmigo—dijo con honestidad.
Los tres Gryffindor se sonrieron. Harry se sentía mucho más aliviado ahora que ese tema estaba zanjado. Sin embargo, aún se hallaba conflictuado por haber tenido sexo con el ex novio de su mejor amiga. "Es solo sexo, incluso Ron lo entiende así" se escuchó la voz de Zabini en su cabeza, sin embargo, en esta ocasión se escuchaba extrañamente monótono, como si Malfoy-Intelectual añadiera el tono.
Al ir a la cama, Harry seguía sopesando, en animado debate con las diferentes voces en su cabeza, qué significaba para su amistad con Hermione el haber tenido relaciones con Ron.
"El sexo y el amor son diferentes, Potter" escuchó decir a la voz de Draco Intelectual antes de perderse en un sueño inquieto.
El desayuno de los Gryffindor estaba siendo aderezado con el último cotilleo de la escuela: la desaparición de Draco Malfoy.
Después de haber especulado un par de días sobre el extraño comportamiento del rubio, la mayoría del alumnado, en particular los Slytherin, no se habían conformado con la excusa de los profesores de que había ido a pasar una temporada con un familiar enfermo.
—Mi madre dice que los familiares de los Malfoy desaparecieron después de la guerra—había dicho una chica de tercero.
—Lo tienen encerrado para hacerle embrujos experimentales como parte de su condena—juraba un chico alto y de lentes de sexto de Ravenclaw que había pasado una buena parte de la mañana coqueteándole a Hermione.
—Es un idiota, te lo digo yo —dijo Ron sin ocultar su enfado—. Sólo quiere lucirse frente a ti.
La chica se había sonrojado visiblemente y Harry sabía que adoraba ver a Ron tan celoso por ella.
Sonriendo para sus adentros, Harry decidió enfocarse en los huevos revueltos frente a él. Estaba siendo una mañana difícil; el continuo hablar sobre Draco provocaba muchísima ansiedad en él. Aunque era cierto que él no se preocupaba si el Slytherin estaba con un familiar, lo que en realidad le provocaba mucha angustia era la incertidumbre de Malfoy y sus hábitos alimenticios.
Estaba tratando de hacer un plan para cuidar a los Draco cuando empezó a sentir que le observaban.
Levantó la mirada y escaneó las mesas de Hufflepuff y Ravenclaw pero sólo pudo observar a un par de chicas sonriéndole descaradamente.
Con una mirada de extrañeza volteó la mirada hacia la mesa Slytherin y descubrió a Zabini mirándole fijamente. Contrario a lo que podía esperar, Zabini no le miraba con la expresión cínica de lujuria y deseo que siempre tenía. Con un movimiento de cabeza, le indicó al Gryffindor que salieran a hablar.
Harry asintió. Terminó con rapidez su desayuno y se dirigió a sus amigos.
Ginny, Hermione y Ron inclinaron sus cabezas cuando vieron la intención del chico de gafas.
—Parece que Zabini tiene algo que decirme.
Ron giró para ver a Zabini salir de la habitación. Al voltear, lanzó una mirada sugestiva a Harry que Ginny y Hermione no notaron.
—¿Crees que tenga información sobre Malfoy?—inquirió Hermione sin levantar la vista de su libro.
—No veo por qué otra razón querría hablar —mintió el chico levantándose de inmediato yendo tras el Slytherin.
Una vez fuera del Gran Comedor, Zabini se acercó a Harry toscamente.
—¿Crees que Weasley quiera pasar una noche conmigo?—inquirió el Slytherin de inmediato.
—¿Ginny o Ron?—respondió Harry con una media sonrisa.
—Cualquiera es bueno—se encogió de hombros.
Harry sonrió. Ciertamente, pensar en Ginny debajo del cuerpo caoba del Slytherin estaba aumentando su lujuria, pero combinado con la idea de tener a Blaise y a Ron desnudos haciendo algo parecido a lo que había hecho con Draco el día anterior le estaba provocando una fuerte erección. "¿Será que pueda tener sexo con Ginny ahora que sólo somos amigos?" pensó en su propia voz.
—¿Ningún rastro de celos?—inquirió Zabini.
Harry parpadeó. No, no estaba sintiendo las irrefrenables ganas de asesinar a Zabini como cuando éste hablaba de sus encuentros con Draco. Seguramente tenía que ver con que Blaise hablaba de la posibilidad de estar con los Weasley mientras que con Draco ya era algo pasado.
—¿Celos? ¿Por qué tendría celos?—respondió tratando de sonar despreocupado.
El Slytherin enarcó una ceja.
—Tus ojos siempre te delatan, Potter—refirió mientras caminaban hacia las mazmorras.
Harry caminó un poco por detrás de su acompañante lo cual resultó positivo pues caminaban por los pasillo más estrechos de Hogwarts, aquellos donde normalmente sólo una persona puede andar cómodamente.
—¿Qué ocurre, Zabini?—preguntó, un poco harto del silencio que mantenía el chico alto.
—No podemos hablar en este lugar, Potter, tendrás que esperar a que lleguemos a un lugar más privado.
Harry se preguntó por qué no iban a la sala de los menesteres; después de todo, Zabini ya lo había llevado ahí alguna vez.
Finalmente se detuvieron en un diminuto cuarto de servicio. El polvo se acumulaba en los viejos armarios; la madera podrida de antiguas cubetas estaba llena de arañas y, Harry sospechaba por el ligero zumbido, algunas otras criaturas mágicas. Zabini conjuro fuego que prendió las viejas velas.
—Supongo que aquí estará lo suficientemente alejado—dijo el chico arrugando el ceño —. Tenemos un problema, Potter: Draco no está comiendo.
Harry lo miró un momento preguntándose si eso había sido una broma de mal gusto.
—No me digas… —contestó al fin.
—No estoy de broma, Potter; eso es muy peligroso.
—Eso ya lo habíamos establecido, Zabini; lo hablamos cuando estuvimos en el salón de los menesteres.
Harry estaba a punto de irse del diminuto cuarto ponderando si alcanzaría a llegar a su siguiente clase o si debía simplemente aceptar la inasistencia.
—No, Potter, esto va más allá. ¡Anda! ¡Llama a un Elfo!
Harry enarcó una ceja considerando la salud mental del Slytherin, pero cedió después de considerar que la clase siguiente era ya un tiempo perdido para él.
—Eh… ¿Hay…? ¿Hay algún Elfo Doméstico por aquí?
El silencio reinó en el cuarto de servicio, el murmullo de las criaturas mágicas aumentando la ominosa sensación de abandono.
Zabini miró a Harry e hizo una mueca instándole a continuar.
—NECESITO A UN ELFO DOMÉSTICO—exclamó Harry con la voz más potente y grave que pudo producir.
El característico crujido de la aparición de un Elfo doméstico detrás de Harry hizo que volteara de repente, levantando el polvo con el movimiento.
—Windy está aquí para ayudar a Harry Potter, señor. Kreacher nos dijo "Cuiden a Harry Potter".
Harry reconoció en la pequeña criatura rasgos femeninos. Era un poco más pequeño de lo que había sido Dobby y el Gryffindor sintió una punzada en su corazón al recordar a su amigo.
Se limpió las gafas con la túnica, esperando que Zabini hiciera algún comentario. El silencio que cayó sobre las tres figuras en la oscuridad de un viejo cuarto de servicio hizo ponderar a Harry que, aunque la situación era curiosa, estaba lejos de ser lo más extraño que le había pasado en el año.
Y eso no era un alivio.
—Pregúntale acerca de las órdenes de los profesores—murmuró Zabini.
—¿Por qué no le preguntas tú?—preguntó el aludido poniéndose los lentes de nuevo.
—Slughorn les ordenó no hacer caso de mis llamados…
Harry lo miró inquisitivamente; a veces hacía esa mueca cuando alguien le hablaba de detalles raros. Le gustaba imaginar que sería la misma mirada que Hermione le daría a él si estuvieran en una situación similar.
—En mi defensa debo decir que dejé de pedir postres a media noche a mediados de quinto año—exclamó el chico mostrándose un poco avergonzado.
Harry rodó los ojos exasperado, pero aún así hizo lo que le habían pedido.
—Windy, hola. Eh… ¿los profesores te han dado alguna instrucción?
Harry oyó un leve "¡¿es en serio?!" en la voz murmurante de Zabini.
—Los profesores nos dan muchas instrucciones, Harry Potter—respondió sencillamente la criatura.
—Eh… sí, me refiero… —Harry dió un codazo a Zabini que murmuraba algo así como "no puedo creer que este idiota haya vencido al señor Tenebroso"—. Me refiero a que si te han dado alguna instrucción especial recientemente.
"Acerca de Draco" escuchó detrás de él.
—Acerca de Draco Malfoy, digo.
Los ojos de Windy se abrieron demasiado y comenzó a frotarse las manos en desesperación.
—Los profesores dijeron que no podíamos decirle nada a los estudiantes de Hogwarts, que era un secreto, Harry Potter.
El corazón de Harry dio un vuelco. Aparentemente, Zabini se había tomado todas esas molestias porque de verdad había algo de qué preocuparse. Sin embargo, era evidente que no podrían saber nada más si no lograban hacer hablar a la elfina.
—Bueno… —oyó decir a Zabini— Técnicamente, nosotros no somos estudiantes de Hogwarts.
Harry razonó. La magia del colegio estaba reservada a los estudiantes, DE DOCE A DIECISIETE AÑOS. Así que el colegio ya no los reconocía como estudiantes. Ellos se habían quedado a estudiar por voluntad propia.
—¡Cierto! Windy, nosotros no somos estudiantes.
El Gryffindor pudo ver el titubeo en los ojos de la elfina.
—Sólo tienes que decirnos cuáles fueron las instrucciones de los profesores.
La elfina dudaba. Estaba claro que iban en una línea gris en la magia de los Elfos Domésticos. Oyó el bufido de desesperación de Zabini antes de que éste le gritara:
—¡Abre el pico, so tonta!—exclamó furioso.
Harry le dió otro codazo y lo fulminó con la mirada.
—Los estudiantes no deben golpearse en Hogwarts. La magia del castillo lo impide.
Harry volteó a ver confuso a Windy. ¿Qué era lo que decía acerca de no golpearse? Draco-enojado le había dado una tunda el día que ocurrió el accidente.
—¡Ah, los antiguos secretos de Hogwarts!—dijo Zabini más tranquilo— Los fundadores de Hogwarts crearon diversas mentiras para que los Elfos no intervinieran en las clases de sus estudiantes. Recuerda, Potter, en aquellas épocas muchas más familias poseían Elfos Domésticos y los llamaban cuando algún profesor les ponía alguna mala nota.
Harry asintió pensando que era algo que, en sus muchos años en la escuela, debía haber aprendido ya.
—Eso de que los estudiantes no se pelean a golpes debe ser parte de esas mentiras que hicieron creer a los elfos para que no intervinieran.
Harry entendió la idea de Blaise.
—¿Lo ves, Windy? No somos estudiantes; de otra forma, la magia del castillo ya nos hubiera detenido.
Acto seguido propinó un duro golpe al brazo de Zabini, quien ahogó un grito ante la sorpresa.
Windy sonrió.
—Entonces sí puedo contarles, Harry Potter. Los profesores dijeron "Lleven comida a Draco Malfoy, donde sea que se encuentre, todos los días, si nadie se la ha llevado".
Harry suspiró aliviado. ¡No había nada de qué preocuparse! Draco estaba comiendo porque los elfos le llevaban comida a cada una de sus partes.
—¡Gracias, Windy! Me has dado una muy buena noticia, puedes irte.
Windy hizo una reverencia y desapareció en el aire con el crujido común de su especie.
Harry volteó a ver a Zabini quien sostenía su brazo en el lugar donde Harry lo había golpeado. Esperaba ver una expresión de alivio pero sólo vio preocupación.
—No exageres, Zabini, no te golpeé tan duro.
Con una mirada ligeramente furiosa, Zabini respondió:
—Tienes un excelente gancho derecho, Potter; al menos es mejor que tu capacidad para escuchar.
—¿De qué hablas? Los elfos le están dando de comer a todas las partes de Draco. No hay nada de qué preocuparse.
El moreno lo miró con incredulidad y dejó de frotarse el brazo; se recargó en una de las mohosas paredes de un armario viejo casi tan alto como él y suspiró.
—Oíste lo que dijo la elfina y escuchaste lo que quisiste escuchar, Potter. Ella no dijo que estaban dando de comer a Draco sino que LE LLEVABAN comida.
Harry se sorprendió un poco pero no alcanzaba a entender a qué se refería el Slytherin.
Exasperado, el chico suspiró aún más fuerte y continuó:
—No están obligando a Draco a comer, simplemente le llevan comida y cada parte de Draco decide si come o no.
Harry enmudeció por un momento pensando en las implicaciones de lo que acababa de oír.
—Ayer encontré al Draco llorón —prosiguió Zabini—. Estaba cerca del aula de pociones, muy tarde en la noche. Me dijo que iba a hablar con Slughorn porque había faltado a muchas clases, aunque dudaba que alguien lo hubiera notado porque es insignificante.
Ante esas palabras Zabini volvió a lanzar un bufido de exasperación.
—Le pregunté de inmediato si había comido algo y me dijo que no, pero que ya estaba harto de que los Elfos domésticos lo siguieran a todos lados con bandejas de postres; dijo que él no merecía la deliciosa comida de Hogwarts—dijo enmarcando el final con una voz más aguda haciendo mofa del Malfoy-Inseguro.
Harry comenzó a preocuparse. Era verdad. Los elfos sólo llevaban comida pero no podían obligar a las partes de Draco a comerla.
—Slughorn fue ayer a un evento del ministerio de magia así que lo llevé a la Enfermería con la excusa de que me dolía la cabeza.
Harry levantó la mirada que había bajado ponderando las opciones que tenían.
—La señora Pomfrey me dijo que iba a retenerlo ahí lo más que pudiera, pero, como la vez anterior, tampoco podía obligarlo a quedarse sin levantar sospechas.
Harry comenzó a desesperarse también.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué me trajiste hasta este lado del castillo? Pudiste haberle dicho a la señora Pomfrey o a McGonagall o algún otro profesor.
—Lo saben—sentenció el Slytherin—, pero no pueden hacer nada más sin levantar las sospechas de Draco o de los demás alumnos. ¡Por eso te lo estoy diciendo a ti! Tú y yo debemos asegurarnos de que todas las partes de Draco se mantengan comiendo.
La mente de Harry Potter no había tratado de trabajar tan rápidamente desde la batalla de Hogwarts. Blaise y él, quizás Hermione, Ron y Ginny también, podrían asegurarse de que Draco no perdiera su magia.
—Te traje hasta aquí porque, como ya te diste cuenta, todo Hogwarts empieza a sospechar. Los Slytherin podrán ser muy poco listos pero son suspicaces y tratan de vigilarme. Creen que yo estoy escondiendo a Draco.
Zabini sonrió ligeramente, como satisfecho de ser el centro de atención.
—Además, necesitaba confirmar mis sospechas y los Elfos no hacen caso de mis solicitudes.
Harry Potter, el-niño-que-vivió para sufrir por Draco Malfoy, empezó a cavilar un plan para mantener a Draco con magia y con vida.
—Volvamos—dijo de repente Blaise—, debemos hacer un plan de acción. Necesitamos que tus amigos nos apoyen. Esto ya no es un asunto de faldas, mi ami… Draco Malfoy puede morir si no hacemos algo al respecto. Pero no ahora, ya nos hemos ausentado demasiado. Los veré en el salón de los menesteres a la media noche. Procuren que no los vean.
Acto seguido, empujando ligeramente a Harry, Zabini salió del cuarto de servicio. Harry apagó las velas con un movimiento de varita y, luego de unos minutos, siguió a distancia prudente al Slytherin de vuelta a la normalidad del Colegio.
Correr entre las clases con la mente enfocada en la situación de Draco le tenía muy agotado. Ahora corría desde la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras hacia la clase de Pociones. Sabía que el Profesor Slughorn había encontrado al Draco que atendía las clases y le permitió ausentarse de todas así que no esperaba verle pronto.
Su sorpresa fue mayúscula cuando, al dar la vuelta en un pasillo, alcanzó a escuchar un gemido leve.
Se detuvo completamente y se acercó a escuchar a un viejo salón a la derecha del pasillo, varita en mano. Se oían ruidos de forcejeo entre dos personas. Dos hombres, para ser exacto. Harry se excitó pensando que sería algún Draco teniendo acción con Zabini. "Puedes darte el lujo de no asistir a pociones un día, Harry" se oyó la audaz voz de Ginny en su cabeza.
Después de su charla con Zabini había tenido mucho qué pensar mientras las clases pasaban. Pociones del último período era justo el recordatorio de que Draco llevaba ya una semana dividido en Dios-sabrá-cuántas partes.
Los gemidos y resoplidos no parecían ser los gemidos usuales de una sesión de sexo intensa sino que había algo mucho más… "animal" en la forma en la que el ruido salía del cuarto.
Harry ejecutó un hechizo simple que le indicó que la puerta no estaba cerrada mágicamente pero había un débil hechizo silenciador que disminuía poco a poco. Se alarmó de inmediato. Si Draco era quien había lanzado el hechizo bien podría estar perdiendo magia con quien fuera que estuviera.
De un golpe entró en la puerta y los miró: Draco y otro cuerpo estaban en el piso, con el rubio encima tratando de soltar sus muñecas del duro agarre de la otra persona. Le bastó a Harry ver un destello de pelo rojo para adivinar que era Ron. Ninguno de los dos dieron alguna señal de haberlo visto entrar.
—¡Eres un puto marica de mierda, Weasley!—gritó Draco al tiempo que Ron giraba su cuerpo para tratar de lanzarlo al piso.
Harry trataba de pensar, no quería hechizar a ninguno de los dos y su boca estaba seca; gritar no era una opción.
Observó cómo Ron cambiaba de posiciones hasta quedar de nuevo sobre Malfoy, sus manos apretando el cuello del rubio. La expresión de ira de Draco aumentó cuando Ron comenzó a apretar.
—¡RON! ¡DETENTE!—graznó Harry con un hilo de voz al tiempo que corría para empujar a su amigo.
El pelirrojo soltó el cuello del Slytherin y cayó sobre su trasero con un sonoro golpe seco.
—¡Ya llegó tu novio a defenderte, comadreja!—exclamó Draco recuperando el aliento, aún en el piso.
Harry ayudó a levantarse a Ron y lo sostuvo para que no continuara la pelea.
—Lo que ocurra entre Harry y yo no es tu maldito asunto, hurón de mierda.
Malfoy tenía el labio roto y una rajada en la mejilla; su camisa estaba en un estado lamentable: no tenía ya cinco de los seis botones y el cuello parecía haber pasado por una mezcladora de cemento. El pantalón desgarrado indicaba que, quizás, no era la primera pelea que tenía el rubio.
Ron no estaba tan mal, salvo por el fuerte cardenal que comenzaba a brotar justo debajo del ojo. La camisa desaliñada y el pantalón polvoso daban cuenta de lo que había pasado así como su cabello enmarañado.
Las hormonas de Harry le decían que ambos chicos se veían muy apetecibles, pero su cerebro les hizo callar en un modo que hubiera enorgullecido a Molly Weasley.
Ron había dejado de luchar por librarse del fuerte brazo de Harry que lo sujetaba para que no se lanzara contra el Slytherin, pero, súbitamente, Malfoy volvió a abalanzarse contra ellos. Ron levantó los puños para enfrentarlo, pero el chico de lentes se lanzó en modo fútbol americano hacia la cintura del rubio para detenerlo quedando así abrazándolo.
El color rojo en la piel de Malfoy se intensificó mientras empujaba a Harry.
—¡NO ME TOQUES!—gritó al zafarse del Gryffindor.
El pecho de Harry le punzó como no sabía que podía hacerlo.
—Malfoy, tienes que tranquilizarte—dijo Harry aferrándose a la cordura que le daba el saber que sólo era una parte de Draco—¿Qué ocurre? ¿Es que no has comido?
—¿A ti qué te importa, Potter? Mejor preocúpate por curar a tu noviecito estúpido.
Harry miró a Ron para indicarle que se tranquilizara pues estaba apretando los puños.
—Dime, Malfoy, —exclamó el Gryffindor— ¿por qué te interesa tanto golpear a Ron?
—Son unos desviados, la gente como ustedes no debería existir.
—Eso no fue lo que pensaste cuando me besaste después de golpearme.
Draco entornó los ojos y levantó el puño. Sin embargo, sus piernas fallaron ligeramente y cayó al suelo de rodillas.
Harry, alarmado, se arrodilló junto a él ignorando el gesto de burla de Ron.
—¿Hace cuántos días que no comes?—preguntó el Héroe del mundo mágico.
—Ve a que te den por el culo, Potter.
Harry sintió el aliento de Ron cerca de su oreja.
—Seguro que quieres ver ese espectáculo, Malfoy. Harry cabalgándome, gimiendo para mí—medio susurró con veneno y odio.
Malfoy trató de levantarse pero las piernas no le respondían así que se conformó con escupirle al pelirrojo.
El escupitajo cayó en la boca de Ron quien se relamió diciendo:
—Así es como le escupo a Harry antes de penetrarlo…
El aludido le dio un codazo a Ron y lo fulminó desde el rabillo de su ojo. Draco inspiró con fuerza y logró levantarse.
Harry lo sostuvo pues amenazaba con trastabillar.
—Suéltame, Potter—exclamó tratando, en balde, de empujarlo— Tú y la mierda de Weasley pueden irse a follar como los malditos animales que son.
El forcejeo de Draco era débil pero hacía difícil a Harry tratar de ayudarle a sostenerse. Desesperado, Harry lo tomó por la cintura, lo atrajo hacia su cuerpo y lo sostuvo en un fuerte abrazo; dejando sus caras muy cerca.
Nuevamente, Harry sintió sus labios ser golpeados con los del Slytherin. Como había sido la ocasión anterior, no fue algo suave ni agradable sino algo salvaje, carente de todo amor.
Instintivamente, Harry movió su cabeza hacia atrás y miró a los ojos a Draco. En ese momento pudo ver el dolor y la ira acumularse en ellos. Draco trató de zafarse de Harry pero éste lo sostuvo con firmeza.
—Ea, Malfoy, si lo que querías era besar a Harry no es necesaria tanta violencia.
—¡Cállate, Weasley!—gritó el rubio con voz seca. Harry observó las lágrimas de Malfoy formarse y se le rompió el corazón un poco.
—Draco…—susurró.
Los ojos de Malfoy se abrieron con sorpresa. Era difícil saber qué era lo que sentía. Su rostro estaba encajado por la ira, pero sus expresión era de dolor profundo.
—No te atrevas a usar mi nombre, Potter—susurró lleno de veneno.
Harry lo besó suavemente. El reflejo de Malfoy se activó de inmediato y comenzó a morder su labio. El Gryffindor trataba de mantener el beso suave, pero le era imposible. Claramente, el Draco violento lo era en todos los sentidos.
—¿Me va a tocar mirar?—dijo Ron visiblemente irritado.
Malfoy rompió el beso sorprendido. Una lucha profunda se observaba en su gesto, dominado por una cierta ira. ¿Hacia quién iba dirigida? Harry no podía saberlo.
—No soy un maldito maricón, Potter—dijo volviendo a la faena de liberarse del fuerte abrazo del Gryffindor.
—No tienes que serlo para disfrutar—trató de razonar Harry.
Sabía que no tenía mucho sentido, pero en ese momento sus hormonas luchaba con el amor por Draco. Estaba muy débil. Debía darle algo de comer pronto o algo grave le ocurriría. Debía cansarlo sólo un poco más para poder llevarlo a la enfermería pero ¿cuánto tiempo pasaría hasta entonces? El cuerpo retorciéndose de Malfoy comenzaba a lastimarle.
Volteó a ver a Ron quien seguía con la ropa sucia, aunque su apariencia era menos desaliñada. Tuvo una idea, aunque no sabía si era producto de sus estúpidas hormonas desatadas o de la desesperación de hacer algo por Draco.
—Ron, ¿dijiste algo acerca de un espectáculo?
La sorpresa del pelirrojo fue evidente. Se le veía molesto y miró a Harry como si le hubieran salido tres cabezas de repente.
—¿QUÉ?—exclamó alarmado.
—Draco aquí quiere ver un espectáculo… Quizás quiera…—cortó la frase para acercarse al oído de Malfoy quien había dejado de forcejear— PARTICIPAR.
Notó el estremecimiento del chico y lo miró a los ojos. ¿Había otras formas de cansar a Malfoy sin lastimarlo? Seguramente sí, pero era una nueva oportunidad de intimidad con Draco y no iba a dejarla pasar. "Te has convertido en un pervertido, Potter" le dijo su voz interna estilo Zabini.
Ron se mantuvo con los brazos cruzados.
—Estás loco si crees que voy a dejar que ese animal me toque.
Harry rodó los ojos. No era el momento para que Ron tomase la posición de adolescente caprichoso.
—Está bien—dijo luego de un silencio tenso donde Draco jadeaba con el afán de soltarse de los brazos de Harry—, entonces el espectáculo lo haremos Malfoy y yo.
Nuevamente tomó los labios del Slytherin con los suyos. El Slytherin actuó inmediatamente de nuevo. Esta vez Harry se dejó llevar por lo salvaje del rubio. Poco a poco fue relajando el agarre sobre el rubio. Se deleitó explorando la boca de Draco y dejándole explorar la suya.
Oyó la risa ligera de Ron quien pareció darse por vencido con lo que veía.
—Y Ginny dice que YO soy el que se está volviendo adicto al sexo—dijo el pelirrojo al tiempo que tomaba su varita dle piso y le lanzaba un hechizo candado a la puerta y reforzaba el hechizo de silencio.
Malfoy dejó de morder el labio de Harry y escupió con ira:
—No soy homosexual, Potter.
—Está bien—dijo de nuevo el chico de gafas—, yo tampoco soy homosexual, y Ron tampoco.
El aire confundido de Draco se mezcló con su expresión de asco e ira.
—Somos bisexuales. Disfrutamos con ambos géneros.
—De hecho, Harry, Ginny y Charlie piensan que soy pansexual—dijo Ron mientras se quitaba el pantalón dejando ver un calzoncillo perfectamente blanco.
Harry sintió a Draco reaccionar entre sus pantalones y aflojó aún más el abrazo en el que lo sostenía.
—¿Por qué no hacemos algo más productivo con toda esa ira que sientes, Malfoy?—dijo al tiempo que lo soltaba totalmente y empezaba a acariciar su pecho.
El toque de Harry hizo estremecer de nuevo al Slytherin quien se lanzó a besarlo, de nuevo con demasiada fuerza.
Ron ya estaba desnudo y se acercó al cuello de Harry mientras Malfoy rompía la camisa de su amigo.
—No, Weasley, no quiero que toques a Potter.
El chico detuvo sus besos suaves y miró a Draco, luego a Harry quien contempló la situación.
—Entonces, ¿cómo piensas que va a ser esto, Malfoy?
—Yo no soy un maricón—dijo con voz temblorosa—pero ustedes sí así que yo seré el hombre aquí.
El interior de Harry tuvo un pequeño orgasmo al escuchar a Draco despreciarlos así. Ron intentó decir algo, pero Harry le cortó.
—Si eso es lo que quieres, Malfoy—exclamó arrodillándose frente a él y abriendo sus pantalones.
Harry ya ubicaba la ropa interior verde que todas las partes de Draco llevaban así que no perdió tiempo en contemplarla y comenzó a besar el bulto de Draco por encima de él. Olía a sudor y a semen seco. Era obvio que la ira de este Draco también se manifestaba con energía sexual.
Lanzó una mirada breve a Ron invitándolo a unirse antes de que la mano de Draco le empujara de nuevo a su entrepierna con un suspiro. Sintió, más que vio, a su amigo titubear. Era obvio que le gustaba dominar, no ser dominado. Pero al final él también se arrodilló frente a Malfoy y empujó su cara junto a la del chico castaño.
Malfoy soltaba palabrotas y les insultaba. Harry, lejos de ofenderse, comenzó a tocarse por encima del pantalón.
—Desnúdate, Potter—dijo Draco en un hilo de voz—, mientras tanto voy a disfrutar de esta perrita.
Observó a Ron morderse el interior del labio para no responder el insulto pero ambos se levantaron.
Harry desabrochó sus zapatos y comenzó a bajar su pantalón mientras Draco empinaba a Ron y comenzaba a practicar un beso negro. En ese momento estuvo seguro que todas las dudas de su amigo se disiparon pues comenzó a gemir con desesperación.
Harry se desnudó totalmente y comenzó a acariciar su propio miembro; la escena era más que erótica. Draco soltaba manazos sobre el trasero de Ron mientras su boca se perdía entre los dos montes de su amigo.
—Potter, ven a que Weasley haga lo de siempre: lamerte las bolas.
El pelirrojo gruñó entre sus gemidos de placer pero miró a Harry con lujuria. El chico se acercó a su amigo y le puso el miembro en la cara. Ron trató de engullirlo pero Draco soltó un manazo aún más fuerte que lo hizo respingar.
—No, Weasley, sólo los testículos.
Un destello de deseo fue visible en los ojos de Ron. Harry comprendió que la lujuria le estaba ganando al orgullo. Obediente, el chico se limitó a pasar su lengua por las bolas de su amigo. Harry le acariciaba el cabello mientras con la otra mano trataba de masturbarse sin golpear la cara de su amigo.
—Potter, ven—dijo Malfoy luego de unos minutos donde solo se escuchaban gemidos y azotes—quiero probar algo.
El miembro de Harry saltó un poco al escuchar la sensual voz de mando de Draco. Se acercó a él y observó que empezaba a jugar con sus dedos en la entrada de Ron.
—Chúpasela a tu novio mientras lo penetro.
Harry sintió que las piernas se le doblaban. ¿Era él quien estaba ayudándole a Draco o acaso él le estaba robando la energía?
Fue difícil hallar el ángulo pero una vez que la cabeza de Harry estuvo debajo de la cadera de Ron y Draco se encontraba en posición le penetró sin misericordia y comenzaron a escucharse los fuertes gemidos de Ron.
Draco parecía poseído. Bufaba, soltaba palabrotas, soltaba golpes con sus fuertes palmas sobre el trasero de Ron. Éste gemía y animaba al rubio a empujarlo con más fuerza. La cabeza de Harry estaba siendo golpeada una y otra vez por la cadera de Ron, quien, por su tamaño, le provocaba arcadas momentáneas.
Por su parte, el Héroe del mundo mágico no podía creer el sueño erótico en el que estaba. A pesar de que en realidad se sentía desplazado de la acción, el fuerte abdomen de Ron sobre su cabeza y el ruido que hacía Malfoy le estaba excitando demasiado.
Súbitamente, Draco se detuvo y Harry pudo escuchar el gemido de Ron que indicaba al mismo tiempo alivio pero también decepción; el rubio había salido del pelirrojo. Con una última palmada, Malfoy empujó al Gryffindor quien se acostó junto a Harry. El chico de ojos verdes se preguntó si Ron tenía la semilla de Draco dentro de él y un sentimiento de celos comenzó a surgir.
—Potter, necesito tu boca.
No era posible que Harry pudiera sentirse aún más excitado, pero la voz de Draco jadeando del cansancio mezclado con lujuria, desdén y superioridad le pusieron aún peor. Hizo el intento de levantarse, pero la voz de Draco le detuvo.
—No—ladró—, ven de rodillas, como la perra marica que eres.
Pudo sentir a su amigo apretar los puños, pero sabía que Ron había disfrutado sentir a Draco dentro tanto como lo había hecho él. Se acercó, una vez más, al Slytherin y éste lo tomó del cabello. Le jaló la cabeza y comenzó a besarlo violentamente. Draco ya no temblaba de las piernas pero era evidente que la posición inclinada le era bastante incómoda.
Con fiereza, Draco Malfoy jalo el cabello de Harry y lo posicionó de nuevo frente a su pene. Harry no pudo evitar pasar la lengua por sus labios, pensando que iba a probar ese miembro firme que había estado en su mejor amigo.
Draco rió con desprecio.
—Eres un maldito desviado, Potter; pero al menos la chupas muy rico.
Dicho eso y sin mediar algún otro aviso, Draco empujó su miembro hacia la boca de Harry quien, con los labios entreabiertos sintió que se ahogaba por un momento y trató de empujar las caderas del rubio. Sin embargo, luego de la sorpresa, trató de hacer lo que las otras partes de Draco le habían enseñado.
—Muy bien, Potter—declaró el rubio por encima de su cabeza.
No duraron mucho tiempo, Draco comenzó a follar su boca con la misma fiereza con la que había penetrado al Gryffindor pelirrojo quien se había levantado ya y se masturbaba ligeramente, pasando sus dedos por donde había estado el mismísimo Draco Malfoy.
El estallido de la semilla de Draco no tomó a Harry desprevenido, pero no esperaba recibir tanto líquido en la boca. Malfoy no detuvo sus embestidas sino que, al contrario, sostenía la cabeza del chico con fuerza. Sin otra opción, Harry comenzó a engullir el semen de Draco Malfoy.
Sin soltarlo del cabello, Draco empujó un poco a Harry quien todavía sentía el sabor fuerte de Draco en la boca y comenzó a besarle. Parecía que esa parte de Draco Malfoy no conocía otra forma más que besar con mordidas.
De repente, Draco le empujó con demasiada fuerza, abrió mucho los ojos y tocó sus labios.
—¡Son unos cerdos asquerosos!
Con un movimiento de mano y un hechizo no verbal, la varita de Draco Malfoy, abandonada lejos de él, voló hacia su mano. Un nuevo movimiento y estaba vestido de nuevo, su ropa en perfecto estado. Levantó su varita y Harry se preparó para recibir un hechizo. Cerró los ojos y oyó a Ron gritar "¡NO!" pero el golpe nunca llegó.
Al abrir los ojos vio a Draco violento, las lágrimas corriendo por sus mejillas y su ceño tan fruncido que era imposible distinguir al chico del que Harry estaba cada día más enamorado.
—¡NO VUELVAN A ACERCARSE A MÍ, IMBÉCILES!
Y con eso, Malfoy se lanzó contra la puerta y, con un violento movimiento de la varita, abrió el candado mágico de Ron.
Harry aún estaba sorprendido cuando escuchó la pregunta de Ron.
—¿Cómo fue que rompió mis candados mágicos?
