Hola a todos:
Dejo el tercer capítulo, basado en el Extra Edición 15, donde podemos ver a El Cid sonriendo. En serio, Capricornio sabe sonreír xD
Gracias por leer.
Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por diversión.
Día 3: La sonrisa más brillante
El Cid, Lacaille.
Pre Canon, amistad, entrenamiento, discípulos, sonrisa.
Después de aquella práctica que su maestro, El Cid, tuvo con el santo de Tauro, Lacaille se sentía mucho más tranquilo.
Y es que no podía evitar preocuparse por él. La cercanía de la guerra santa era algo que no dejaba indiferente a nadie. El problema era que, el guardián de Capricornio era mucho más frío y serio que Degel o Albafica. Lo que podría afectar su desempeño en el campo de batalla más adelante, puesto que estaba obsesionado con perfeccionar su Excalibur.
Eso no tenía nada de malo, pero Lacaille presentía que, emocionalmente, El Cid necesitaba un aliciente extra para mejorar su confianza en cuanto al filo de su espada. El aprendiz de santo de plata lo sabía, puesto que ya llevaba un par de años viviendo y entrenando bajo la tutela de Capricornio.
Su maestro nunca mostraba emoción alguna, a pesar de lo tenso que pudiera ser la situación. Sin embargo, hoy había sido completamente diferente, y todo gracias a Hasgard de Tauro. Esa tarde sería para recordar, dado que fue la primera vez que Lacaille vio sonreír al El Cid.
La sonrisa más brillante, que nunca le había visto, adornaba su rostro en estos momentos, en que todos caminaban de regreso a las doce casas. Capricornio y Tauro platicaban con cierta cordialidad después del enfrentamiento que tuvieron, donde ambos demostraron lo poderosas que eran sus técnicas zodiacales.
Dicho entrenamiento benefició a los dos guerreros y a sus respectivos aprendices. Hasgard pudo admirar la resistencia y el poder de Excalibur, puesto que perdió un mechón de cabello como resultado. El Cid consiguió hacerle frente a la velocidad y fuerza del Gran Cuerno, logrando con ello aumentar el filo de su espada. En cuanto a Lacaille y Teneo, se sintieron todavía más orgullosos de ser sus discípulos.
Quizás mañana El Cid volvería a su talante frío, pero Lacaille sabía que su maestro había dado un paso más en su meta de convertir a Excalibur en una espada sagrada.
Continuará...
Gracias por leer.
