Abrió sus ojos lentamente, cubriéndose con su brazo, ante la luz cegadora que se presentó delante de ellos

- ¿Dónde estoy? - murmuró, sentándose - Lo último que recuerdo, es que Kirinmaru me atacó - se puso de pie - Pero... este es el bosque de la aldea - estiró su brazo, con la intención de tomar su espada - ¿He? - abrió sus ojos, en señal de sorpresa, al darse cuenta de que no estaba - Sakura...

Miró a su alrededor, intentando encontrarla, sin embargo, no lograba observar o percibir nada más que los árboles y su propia presencia. Su mente estaba confundida, ¿en que momento había regresado? ¿Qué ocurrió con Kirinmaru? ¿Acaso, fue salvada o, estaba muerta? No, eso era imposible, no podía morir, no ahora que había heredado su espada y podía elegir su camino, no ahora que se había reencontrado con Inuyasha y podían estar juntos para siempre

Comenzó a caminar, sin tener un rumbo certero. Sentía como si pisara sobre las nubes, sin embargo, su cuerpo le pesaba demasiado, casi, como si estuviera hecho de plomo. Se detuvo repentinamente, ante la imagen, con la que sus orbes castaños se encontraron

- No te alejes demasiado - aquella conocida y dulce voz, provocó que su cuerpo se tensara

- No mamá - la pequeña niña volteó, sonriendo

Vestía un kimono verde, adornado con flores blancas. Su pelo negro, estaba elevado en una cola de caballo, resaltando sus profundos ojos marrones. Volvió a dirigir su mirada hacia el árbol, concretamente, hacía arriba

- Kagome - otra niña, visiblemente mayor a ella, vestida con un traje de sacerdotisa y sosteniendo un arco, se acercó - ¿Qué haces aquí?

- Hay algo allá arriba - señaló - Puedo sentir su aroma

La niña miró, en la misma dirección, en que su pequeña hermana lo hacía

- Inuyasha - sonrió - ¿Acaso estas espiando a mi hermanita?

- ¿He? Entonces ¿de verdad hay algo?

Antes de obtener una respuesta, el pequeño peliplata, que se ubicaba en una edad intermedia entre las dos jovencitas, descendió, colocándose al frente del árbol

- No hables tonterías - se cruzó de brazos - ¿Quién querría espiar a esta niña?

- Hablas como si fueras mucho mayor que ella - respondió, divertida

Inuyasha

Los ojos de la morena se llenaron de lágrimas, ante aquella secuencia, la cual transcurría frente a sus ojos

Lo recuerdo... esa fue la primera vez que vi a Inuyasha

- Niñas - todos miraron en dirección a la aldea - Les dije que no se alejen demasiado

Mamá...

- Vine en busca de Kagome - la tomó de la mano

- De acuerdo - sonrió - Hola Inuyasha - acaricio su cabello - ¿Cómo has estado?

- Bien, señora - desvió la mirada

- ¿Y tu madre?

- Supongo... que está en casa

- Genial, iré a visitarla entonces - estiró su mano, tomando la de su hija mayor - Vengan, regresemos a la aldea

Instintivamente, Kagome tomó la mano de Inuyasha, provocando que se sorprendiera

- ¿Qué... qué haces? - su tierna voz. provocó una sonrisa divertida en la niña

- Vamos a la aldea - respondió dulcemente - Podremos jugar allí

Sin ninguna objeción y sin soltar la mano de ella, los cuatro comenzaron a caminar en dirección al pequeño lugar, en dónde Mao y Hoshiyomi estaban tomando el té

Lazos de traición

- Hermana...

Murmuró, arrodillada a su lado, con sus ojos castaños contraídos en una expresión de tristeza. De repente, la morena frunció el entrecejo, apretando la empuñadura de Sakura y comenzando a respirar agitadamente

- ¡Kagome! - se puso de pie - ¿Estas bien?

Por un momento, pensó que se encontraría con la mirada desorientada de ella, sin embargo, segundos después, relajó su expresión y su respiración se normalizó

- Kagome - susurró, tomando su mano libre y apretándola con nostalgia - Por favor... resiste... Kikyou ya está en camino

¿He?

Volteó, al sentir una poderosa energía, la cual, parecía provenir de la espada, al fondo de la habitación

- ¿Qué...? - abrió sus ojos enormemente - ¿Qué le sucede?

El arma comenzó a temblar, al mismo tiempo en que un poderoso brillo la envolvía. Por su parte, el arma que poseía la menor de las hermanas, se mostraba más inquieta, conforme pasaban los minutos

La jovencita redirigió su mirada a Kagome, suponiendo que, quizás, aquellos sucesos, estaban relacionados con el estado en el que ella se encontraba

- Tsuki - susurró, tomando el pomo del arma y volviendo a posar sus orbes en la espada contraria - Dime, ¿Qué está pasando?

Se siente... como si desearan luchar... ¿Por qué?

Sin previo aviso, Tenseiga se elevó y, con un rápido movimiento, se desplazó hacía la castaña, con la intención de lastimarla

- ¡Hugh! - cerró sus ojos y, en un acto reflejo, desenvainó a Tsuki, colocándola en el camino

El sonido, del choque de ambas afiladas hojas, retumbó por toda la silenciosa habitación. Rin, utilizando la mayor cantidad de fuerza posible, logró lanzar a Tenseiga a una de las esquinas, mientras procesaba lo que ocurría

- ¡¿Qué demonios fue eso?! - gritó, notablemente, afectada - ¡¿Qué ocurre?! - miró su arma unos momentos, para redirigir sus orbes castaños a su oponente

El brillo que la envolvía, había desaparecido, sin embargo, aún podía sentir la energía proveniente de ella. Intentó acercarse, sin embargo, el pálpito de Tsuki, la hizo detenerse

- ¿He? - volvió a mirarla, al mismo tiempo en que una secuencia apareció en su mente

El fuego consumía todo a su paso, al mismo tiempo en que el humo dificultaba notoriamente la visión de cualquier ser que se encontrara en el lugar

- Mal... maldición - gruñó el pelinegro, con sus ojos clavados en el cielo nocturno, el cual, desaparecía lentamente bajo la gran nube.

Miró a un costado, en dónde logró distinguir aquella conocida figura. Poco a poco, su imagen fue volviéndose cada vez más nítida, a medida que se acercaba. Su largo pelo plateado, atado en una cola alta, se bamboleaba al ritmo de sus pasos. Su largo kimono azul, razgado en sus brazos y más oscuro en la zona del abdomen, debido a la sangre que emanaban sus heridas, aún le seguía dando el aspecto imponente y respetable que lo había enamorado. Sus ojos, los que normalmente poseia un intenso dorado, ahora se veían completamente rojos

El youkai, de ojos castaños, posó su mirada en Tsuki, la cual, era sostenida por la mujer, y finalizó en aquella nueva espada, de la que no tenía conocimiento, más allá del extraño y potente brillo color verde, que emanaba. La peliplata se detuvo a su lado, observándolo fijamente

- ¿Por qué lo hiciste? - susurró Gekko - ¿Por qué, Jinsei?

No obtuvo respuesta, más que la escalofriante sonrisa que se formó en sus labios, al mismo tiempo en que elevaba su arma

- Yo... te amaba, Jinsei - su vista comenzó a nublarse, debido a las lágrimas que amenazaban con escapar - Tú... decías que me amabas... Acaso... ¿me mentías?

- ¡Jinsei! - la voz de Inu No Goku se oía a la distancia

- ¡Hermano! - Kiyomeru también estaba acercándose

- No lo hagas, por favor - sus últimas palabras, se oyeron como un suspiro

Ella no se detuvo, ni consideró su súplica del joven, sólo se limitó a clavar el filo de la espada, en su pecho, atravesando su corazón

- Tsuki... - la morena abrió grande sus ojos, mirando su arma - Tú... viste como mataban a tu amo - murmuró - Eso... fue horrible

Sin previo aviso, la hoja de Tenseiga cortó su brazo, provocando que profesara un sonoro grito de dolor