Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.
Gracias por leer y nos veremos despues.
Insinuaciones sexuales y un poquito mas (?).
Contrario a lo que todo el mundo pensaba sobre él, Aomine Daiki era un chico respetuoso y educado.
Mal hablado, impulsivo y una bestia en sus acciones la mayoría de las veces, pero educado.
Su actual interés romántico -su crush- lo sabía perfectamente. Todos en Toó lo sabían, Satsuki lo sabía. Su amigo era un buen chico.
Un chico con las hormonas a tope y con ganas de tener sexo con quien pudiera. Y si era Ryou Sakurai, su crush, por el mejor.
Pero el hongo no era así, a pesar de saber sus sentimientos hacia él, el castaño se ha sabido controlar. Por más insinuaciones que su compañero le ha hecho.
No quería sexo ocasional.
Quería más y eso lo sabía Aomine y lo respetaba.
Era el chico que queria de cualquier modo. Y si Ryou quisiera perder su virginidad hasta terminar la preparatoria lo haría así.
Entonces... por que...
-A-Aomine-san- jadeo el castaño arrinconando al moreno en los vestidores. Sus ojos brillosos, sus mejillas sonrojadas, sus labios húmedos. Dios, era una tentación para Aomine -a-ayúdeme, y-yo, no me siento bien. M-mi cuerpo arde-
Joder.
-¿Tú? ¿Qué estás diciendo?- el castaño se abrazó a su cuello mientras frotaba su pecho en el del peli azul, su pene estaba despertando -no me tientes-
-¿Por qué no?- un lindo puchero se dibujó en las facciones de Ryou haciendo que el moreno se enamorada un poco más de el -¿acaso ya no le gusto a Daiki-san? ¿Ya no le excito?- Aomine trago duro, ese no era el hongo del que se enamoró.
Pero...
-Al diablo con todo- exclamo Aomine apartando al castaño de su cuerpo tomándole de la cintura y empotrándolo en la puerta de los vestidores. El castaño abrió sus piernas y las enredo en la cintura del moreno quien atacaba su cuello mientras frotaba su pelvis en el castaño -maldición Ryou, tu cuerpo huele delicioso- paso su lengua por el cuello del castaño produciendo varias marcas alrededor de su cuello.
-Aomine-san- gimió el castaño mientas enredaba sus dedos en las hebras azulinas del moreno -m-me duele, ayúdeme-
Sucristo.
Daiki no daba crédito a lo que estaba oyendo, mucho menos de lo que estaba viendo.
Ryou. El chico más adorable, benévolo, calculador y adorable honguito que haya conocido tenía una erección.
Una dolorosa, marcada y notoria erección bajo sus pantalones. Aomine sintió un fuerte tirón en su entrepierna. Ryou lo excitaba muy bien.
-Quiero tener sexo con Daiki-san- jadeo con sinceridad el castaño besando sensualmente el cuello del moreno, lamió con capricho la mejilla de Aomine incitándole a mas -¿Daiki-san no quiere hacerlo conmigo?- beso inocentemente los labios del moreno que para ese momento había mandado a volar su autocontrol.
Aomine sabía que ese chico, ese lujurioso chico no podía ser Ryou, podía verlo en sus ojos dilatados, acuosos de lujuria y deseo de sexo desenfrenado.
Pero por dios que si ese era un jodido sueño no quería ser despertado. En la vida se le presentaría una oportunidad así de nueva.
-No sé si sea lo mejor, Ryou- se lo pensó por un momento. No sabía si el castaño se arrepentiría después de eso. O si se acordaría de todo.
El castaño soplo en la oreja de Aomine y después hablo -quiero los bebés de Daiki-san dentro de mí-
¡Santa mierda!
Y fue ahí cuando todo rastro de cordura y paciencia que había dentro de Aomine Daiki se fue de paseo.
-Quítate los pantalones y la ropa interior, Ryou- los ojos del castaño brillaron y no dudo en acatar lo que el peli azul ordeno.
Vaya que ese dia iba de bien a mejor, sin duda alguna.
Su noche de sexo desenfrenado por fin se haría realidad.
