Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.
Gracias por leer y nos veremos después.
El juntos para siempre, no termina en juntos para siempre.
»Siempre supe que estábamos destinados a conocernos. Nuestra historia de amor empezó cuando nuestros labios se rozaron por primera vez.
El que tú ya no me ames no significa que has dejado de ser el dueño de mi corazón«
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Sakurai estaba sentado en el rincón de su sofá mientras veía su anillo de matrimonio con tristeza y añoranza.
Añoranza que ya había perdido al igual que el brillo de sus ojos.
No tenía nada por el cual seguir despierto en el enorme departamento que compartía con su esposo. Quizá debería ir a dormir ya para la jornada del día siguiente.
Quizá debía intentar hablar con Aomine y arreglar sus problemas maritales.
Quizá debía dejar de llorar cada que discutía con el moreno.
Quizá debía quitarse su argolla matrimonial, ponerla en la mesita de centro de su hogar y juntarlo con los papeles de divorcio que hace tres meses Aomine se había dado a la tarea de presionarlo para firmarlos.
Quizá debía rendirse, dejar de luchar por su matrimonio y aceptar el hecho de que Aomine Daiki ya había dejado de amarlo hace tiempo.
Pero no quería hacerlo.
La puerta de su departamento se abrió y por ella cruzo Aomine agotado de la jornada del día. Ni siquiera noto que el castaño estaba en la sala llorando en silencio.
Sakurai noto que el anillo que Aomine debía llevar igual que el ya no estaba. No había rastro o alguna señal de que estaba casado con él. Con el honguito de Toó.
No había nada.
Y eso fue lo que le dolió.
-Me rindo- expreso con pesar el castaño llamando la atención de Aomine que para ese entonces se había dado cuenta de su presencia -tu ganas, voy a darte el divorcio. No quiero que te sientas más comprometido conmigo. Los últimos meses me has dejado en claro que lo que una vez nos unió ya está más que perdido para ambos- agrego mientras se quitaba el anillo de matrimonio tan dorado y brillante como el futuro que soñó alguna vez con el moreno. En silencio y bajo la mirada expectante de Daiki firmo los papeles de divorcio ignorando las lágrimas que su destrozado corazón liberaba con cada letra que su mano escribía.
Aomine no menciono nada. Y el que pensaba que el divorcio entre su novio de casi toda la vida iba a ser más difícil de lo que pensó.
-Ahora que ya obtuviste lo que querías me voy- expreso el castaño sin ver al moreno. Paso a un lado de su ex esposo y tomo las maletas que estaban previamente preparadas por el mismo esa mañana. Daiki esperaba todo menos que el castaño fuera quien tomara la decisión de irse del departamento -puedes hacer lo que quieras con el departamento, no me interesa. Mandare a alguien por el resto de mis cosas, entre menos contacto tengamos mutuamente será mejor para los dos- explicó poniéndose sus zapatos sin atreverse a darle el rostro a su ex marido.
No quería que lo viera llorar con los pedazos de su corazón destrozados en las manos.
Aomine quiso decir tanto y a la vez nada al castaño que estaba seguro estaba llorando con el alma en la mano. Ryou siempre ha sido un llorón, en especial cuando era por su culpa y culpa de sus estupideces. Ya no recuerda cuantas veces lo ha hecho llorar al punto de fragmentar un pedazo del castaño.
Verlo en aquel estado lo hacía sentir la peor basura del mundo. Pero... era lo que quería ¿no?
Dejar de lidiar con las lágrimas que un chico tan bueno como Sakurai Ryou derramaba por un bastardo como él.
Dejar de pensar en su esposo cada que se acostaba con alguna de sus amantes.
Dejar de soñar con un futuro prosperó con su ex marido.
Dejar ir a Sakurai Ryou sin miedo a nada. Sin miedo a que el castaño supiera sobrellevar su pena y dolor y saliera adelante sin su ayuda. Saliera adelante gracias a alguien más.
Otra persona que no era el.
-Ryou...- habló al final con un nudo en la garganta debido al último pensamiento que tuvo de su ex esposo al lado de alguien más.
-No me busques, Aomine- luego de eso salió en silencio del departamento con sus maletas, sueños y esperanzas rotos en lo más profundo de su corazón.
Cerro la puerta y después sollozo, lloro todo lo que creyó ya no podía hacerlo. Dejo todo atrás.
Tal y como Aomine lo hizo con el, con su matrimonio y todo lo que construyeron juntos.
»Es lo mejor« pensaba aun con lágrimas rodando por sus mejillas mientras caminaba a la salida del edificio y tomaba un taxi rumbo al único lugar donde estaba seguro su ex esposo nunca iría a buscarlo.
Solo esperaba que Imayoshi-san y Susa-san lo aceptaran de imprevisto.
-¿Cómo está?- pregunto Aomine tomando un café con su amiga de la infancia. Momoi Satsuki sabía que luego de volver a ser soltero su amigo no ha sabido sobrellevar su separación con el castaño.
Aun lo extraña por las noches.
Aun espera ser recibido por Sakurai cuando regresaba a aquel frío departamento por las noches.
Aun lo amaba.
Pero no sabía si el sentimiento era mutuo con Ryou.
-No sé si sea correcto decírtelo, Aomine- expresó la peli rosa sintiendo pena por su mejor amigo.
-¿Por qué no deberías decírmelo, Satsuki?- pregunto. Él quería saber de su ex marido y Momoi no lo ayudaba.
La ojo rosa suspiro, sabía que tarde o temprano Aomine debía enterarse de todo eso. Pero sinceramente esperaba que fuera lo más tarde posible.
-Ya ha pasado un año desde que Ryou-chan se fue, Aomine ¿no crees que sea momento que hagas tú lo mismo?- el moreno chasqueo la lengua. No quería oír eso de los labios de su amiga.
-Satsuki- insistió por una respuesta. La peli rosa le estaba dando muchas vueltas al asunto.
Momoi suspiro. Ryou-chan iba a molestarse con ella en cuanto Aomine lo supiera.
-Daiki- hablo con seriedad a su amigo, este le regreso la mirada -Sakurai va a casarse el próximo mes-
El mundo de Aomine Daiki se derrumbó.
