Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.

Gracias por leer y nos veremos después.

Nada, solo un poco de amor sincero y verdadero entre este par uwu.


"¿Cómo pedirle a tu pareja que se case contigo?"

Esa era la pregunta que no dejaba dormir a Aomine Daiki desde tres meses. El mismo tiempo que paso desde la más reciente unión de uno de sus amigos de la Generación de los Milagros con su respectiva pareja.

Si bien ya ninguno era soltero, el moreno era el único de la temible generación de los milagros de Teiko que aún no estaba casado.

Siendo sinceros, era lo último que podría imaginar en su vida.

En toda su vida no había pensado en el amor o siquiera tener alguna pareja. Si, había tenido novias e incluso antes de los dieciséis había dejado de ser virgen pero aquello no le era de gran relevancia en su vida.

No le interesaba otra cosa que no fuera el baloncesto y ser el mejor en ello. Alguien imposible de alcanzar.

Entonces llegó a Too y todo eso cambio.

Fue ahí donde conoció a Sakurai Ryou. El escolta del equipo, el castaño favorito de todos, su cocinero personal.

Su primer amigo en preparatoria, su apoyo incondicional. Su compañero de clase y equipo.

Su primer novio, su confidente, su amante. Su honguito, su pareja.

Su todo.

Por esa razón, luego de diez años de conocer al castaño y casi nueve de ser pareja es que estaba listo para el siguiente paso en su relación y vida.

-Daiki-san, la cena esta lista- anuncio el castaño desde la puerta de la cocina al moreno que estaba perdido en sus pensamientos en su oficina del hogar que comparte con Ryou. El castaño regreso sobre sus pasos mientras esperaba a que su pareja llegara a la cocina.

Por supuesto, por ese chico, ese sensual y hermoso castaño estaba listo para lo que fuera.

Incluso el matrimonio.

-Ryou...- llamo en un susurro al castaño mientras abrazaba su cintura y besaba su cuello mimando a su novio -¿qué sería de mi sin ti y tu deliciosa comida?-

El castaño río divertido -seguramente Daiki-san hubiera muerto ya de hambre a causa de Momoi-san- un buen punto como siempre, pensó el moreno abrazando con mayor fuerza a Ryou.

Se apartó del más bajo y después sentó a Ryou en la barra de la cocina sin mayor dificultad. El castaño extrañado por la actitud del moreno sólo atino a acariciar las mejillas de su novio al igual que sus cabellos esperando paciente a que Aomine mencionara algo más, sin en cambio, los zafiros de Daiki le veían fijamente.

-¿Daiki-san?-

-Ryou...- volvió a llamar a su pareja -hemos estado juntos casi diez años, diez años en los que tú y yo hemos estado creciendo y aprendiendo al lado del otro. Hemos caído y nos hemos levantado en compañía del otro. Si te soy sincero, cuando estábamos en la universidad temía el día que no entraras por esa puerta debido a que me habías dejado porque te diste cuenta que yo no te merezco, que no soy el indicado para ti- explicó mientras acariciaba las mejillas húmedas del castaño.

Ryou había empezado a llorar al recordar y oír tan hermosas palabras.

-Soy jodidamente afortunado de ser yo a quien llamas con orgullo tu pareja-

-Daiki-san... yo...-

-Por esa razón- hablo del nuevo el moreno limpiando las lágrimas del castaño -¿me harías el honor de casarte conmigo, Sakurai Ryou?-

El castaño río aun con lágrimas en los ojos -pero creí que ya estábamos casados, Daiki-san- luego de eso beso los labios de Aomine -tantos años juntos creí que sólo era un sueño. Admito que me sentía celoso de los chicos pero después pensé que no necesito un anillo ni una gran fiesta para saber que le pertenezco a Daiki-san así como el me pertenece a mí. Yo te amo aun si no tengo un anillo en mi mano- luego de eso Aomine se adueñó de sus labios en un nuevo e intenso beso.

Lo cargo a la habitación que compartían casi toda una década y cerró la puerta pues no iban a salir de ahí en un largo tiempo.

Olvidando la cena de esa noche y el hermoso anillo con un zafiro en el centro el cual estaba estratégicamente escondido entre las pertenecías del moreno.

Quizá mañana lo recordarían.