Heeey! Queridos lectores, cómo están? Espero que muy bien, si lo se no tienen que decirlo D: Me eh desaparecido de este mundo por un tiempo, pero descuiden jeje sigo vivo.
Les dejó el capitulo 7 de esta bonita historia :D, cuidensen mucho! les mando un abrazo y un besazo y hasta luego :D
Capitulo 7: La decisión de Elsa.
Por fin había llegado él día. Después de varios intentos fallidos, Anna estaba por enfrentarse a su cruda realidad. Ese día, se vencía el plazo que el director les había dado a ella y a Elsa para saber si aceptaban o no estar en el proyecto de radio. A pesar del "buen momento" que ambas pasaron en la noche de su cumpleaños, el regalo y todo lo demás, Anna tenía la esperanza de que Elsa cambiaría de opinión, pero no fue así. Con tan buena o con tan mala suerte, al parecer debía ser ella la que le diera la noticia al director, ya que no había señales de su vecina por ningún lado.
Mientras esperaba en la oficina del director, Anna empezaba a trazar su futuro, su cabeza daba giros y giros sin llegar a algún lugar. ¿En dónde trabajaría? ¿Qué pasaría con sus padres? ¿Ahora qué sería de su vida? Cualquier persona que supiera lo que pensaba, seguramente le diría que estaba actuando de una manera algo inmadura, hasta infantil, que tal vez no era él fin del mundo. Pero sí que lo era para ella.
Habrá esperado por al menos unos 20 minutos, hasta que por fin pudo pasar al despacho del director. Éste, muy amablemente, la saludó y comenzó a hacerle las típicas preguntas: cómo estaba, cómo había estado su fin de semana y ese tipo de cosas, antes de llegar al verdadero asunto.
―Muy bien Anna, ¿Elsa y tú llegaron a algún acuerdo? ―Anna no lucía muy animada en contestar.
-Bueno… usted verá que…
-Me imagino que ella no aceptó.
-Así es director… traté de no rendirme, tal y como usted me había dicho pero simplemente… Elsa se negó a pesar de todo lo que pasó ayer y…
-¿Ayer? ¿Qué pasó ayer entre ustedes? – el tío de Elsa se escuchaba curioso.
Anna empezó a recordar todo lo que sucedió. La pelea, su reconciliación con Elsa y también el regalo de ésta. Si lo pensaba mejor, ella había visto dos caras diferentes de la chica del departamento 302. La primera, de una chica molesta, exaltada y, al mismo tiempo, que daba la impresión de estar preocupada y ser protectora. Y luego de unos minutos había visto a una chica triste, confundida, arrepentida. ¿Cuántas caras mas podía mostrar Elsa?
-¿Anna? ¿Se encuentra bien?
-¿Qué? ¿Me estaba hablando? – Anna parpadeó por un momento, no supo el cuándo fue que su mente se había ido.
-Me estaba diciendo que usted y Elsa tuvieron una especie de encuentro el día de ayer.
-Oh sí, es verdad… no es nada importante. Ayer fue mi cumpleaños y Elsa me llevó un regalo, ¿lo ve? Nada con importancia
El director Winter se quedó pensando por un momento. Eso no sonaba a su sobrina, tenía que haber algo más. Sin embargo, ya sería en otra ocasión para averiguar qué pasaba.
-Bueno si es así, entonces supongo que no llegaron a una decisión, ¿verdad?
-Me duele decirlo, pero así es.
-Lamentó mucho escuchar eso, señorita Summers. Así que no me queda más que cancelar el proyecto.
Estás ultimas palabras habían golpeado duro en el pecho de Anna. Su tan preciada oportunidad se le había escapado. Y a pesar de todo, estaba tranquila. En su interior era un manojo de nervios, sentía frustración, tristeza. Quería soltarse a llorar y a la vez gritar de la impotencia. Y curiosamente el sentimiento que menos la invadía era el enojo con Elsa, es decir... Cualquier otra persona estaría furiosa con ella; y más porque era a quien debía culpar, pero Anna no podía enfadarse con su vecina. Anna fácilmente podía tomar eso como el pretexto perfecto, pero por más que lo hubiera intentado, le era imposible culparla.
En ese momento el director Winter se distrajo por un instante para atender una llamada de su secretaria, y Anna aprovechó ese momento para retirarse. Iría a despedirse de sus amigos, pasaría por sus cosas y regresar al departamento. O quizás terminar este ultimo día de clases para ella y dejar las cosas bien. Y justo cuando la pelirroja se disponía a salir de la oficina, se vio sorprendida al encontrarse frente a frente con Elsa.
-¡Elsa! – dijo Anna sorprendida, no esperaba encontrarse a la rubia en ese momento.
-Oh, estás aquí.
-Si… aquí estoy y tú también.
-Yo… es que yo venía… venía a hablar con mi tío respecto al proyecto…
-Descuida, yo le acabo de decir que tú no aceptaste. No te preocupes no estoy enojada contigo por si pensabas eso, creo que mas bien yo estoy enoja…
-Acepto.
-Porque soy una… espera, ¿qué?... ¿podrías repetir eso?
-Que acepto participar en el proyecto.
La cara que Anna tenía en ese instante, era la misma que puso el director. Ninguno de los dos podía creer que Elsa había dicho esas palabras. No pasó mucho tiempo para que los dos reaccionaran.
Ante la nueva postura de Elsa, el director de inmediato cambió su decisión. El proyecto de radio de la universidad estaba en marcha. Antes de que las dos se retiraran a sus clases, Elsa le dijo a Anna que tenía que hablar con ella a la hora del almuerzo. Aunque ella había aceptado participar en todo esto, tenía unas cosas que aclararle a la pelirroja.
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Anna esperaba tranquilamente en la cafetería. Esta le había dicho a sus amigos lo que había pasado en la oficina del director. Ninguno de ellos lo podía creer y a decir verdad, ella tampoco lo creía. ¿Qué había hecho cambiar de opinión a Elsa? Seguramente pronto lo descubriría, pero los minutos pasaban y la rubia platino no se presentaba. Anna ni siquiera se podía terminar el sándwich que había comprado, la angustia la estaba matando. Y agregándole mas leña al fuego, tampoco había visto en todo lo que iba del día a su "amigo" Kristoff.
Cuando ya faltaban unos diez minutos para que el timbre sonara, Elsa por fin apareció. Lucía de la misma forma que en la oficina, una mirada algo distraída, ojos cansados y se podía notar que apenas se había puesto algo de maquillaje. Llevaba algunos libros en la mano y una barra de fibra en la otra.
-Héy, ¿cómo estás? – saludó Anna.
-Hola…
-¿Sucede algo, Elsa? ¿De qué querías hablar? Por cierto, quiero darte las gracias por haber aceptado participar en el proyecto y…
-Quiero hacer un trato contigo.
-Si un di… Espera, ¿qué? ¿Un trato?
-Sí, Anna, un trato. Escucha… decidí ayudarte en el proyecto porque… – Elsa hizo una pausa – No importa eso, la cuestión es que te ayudaré pero con una condición.
-Oh ya veo y ¿cuál es?
-El trato es este… Yo solo voy a ayudarte de aquí hasta que se termine el semestre, en ese lapso tú tienes que conseguir un trabajo aparte y…
-¿Por qué me ayudas, Elsa?
-¿Qué?... Ya te dije que eso no es lo importante ahora, Anna. Escucha, hablaré con mi tío y le diré que todo el dinero sea para ti, a mi no me interesa ese pago.
Anna trataba de digerir lo que estaba pasando. En todo este tiempo que conocía a Elsa, aunque fuera corto, era la primera vez que la veía comportarse así. Lo que mas quería saber en ese instante, era saber la razón por la que la estaba ayudando, tenía que haber una explicación a todo, ¿seria por lástima, buena fe o simplemente que Elsa no era tan fría?
"Ella solo quiere ayudarte, no le des mas vueltas al asunto", se dijo a sí misma.
-Acepto entonces – dijo Anna muy animada – No sabes cómo te lo agradezco.
–No tienes por qué hacerlo – Elsa le regaló una media sonrisa–. Ahora me tengo que ir a mi clase.
–Oh sí, es verdad, yo también tengo que irme y supongo que nos veremos a la salida.
–Supongo que sí, mi tío dijo que tiene que enseñarnos la cabina de radio al final de las clases.
–¡Perfecto! Préstame tu celular para pasarte mi número, a veces suelo ser muy despistada y olvido las cosas, así que si por una extraña razón no llego a tiempo, solo me marcas y listo.
Elsa titubeó por un momento. Era la primera vez que alguien, que no fuera parte de su familia, le pasaría su número. Si lo pensaba mejor, Anna tenía razón y era algo que todas las personas hacen cuando son amigos ¿no? La rubia finalmente accedió y le entregó su celular.
–¿Sucede algo? – preguntó Elsa al notar que Anna miraba su celular con cierta curiosidad.
–¿Qué? No, para nada, soy algo distraída, ¿recuerdas? – Anna rio por lo bajo – Listo ya tienes mi número, márcame para cualquier cosa.
Anna le entregó de vuelta su celular y Elsa simplemente asintió ante el gesto de la pelirroja, quien terminó por despedirse para volver a clases. Elsa solo se quedó ahí mirando cómo poco a poco Anna se alejaba.
"Espero que todo esto no sea una mala idea".
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Luego de un día de escuela bastante agitado, Anna se encontraba tomando un café en compañía de Kristoff, ya que éste la había invitado, al salir del colegio, diciéndole que tenía una sorpresa para ella. Mientras esperaban sus bebidas, la pelirroja le contaba todo lo que le había pasado el día de hoy, la decisión de Elsa, el trato que ella le había propuesto, también de cómo el director les había presentado su nuevo "lugar de trabajo".
Y hablando de ese espacio, el lugar no era más que un pequeño salón de clases abandonado, que habían adaptado como una pequeña cabina de radio. A pesar de que no era lo mejor del mundo, cumplía con todos los requisitos para el proyecto.
El joven rubio escuchaba atentamente las palabras de Anna. A él también le sorprendió la noticia de que Elsa había cambiado de opinión, aunque no la conociera del todo.
–¿Oye, no te dijo la razón por la que aceptó?
–No, solo dijo que no era importante y ya. A decir verdad, sigo algo confundida.
–Bueno, al menos sabes que va a ayudarte.
A Anna se le dibujó una pequeña sonrisa. Kristoff tenía razón, gracias a Elsa las cosas mejorarían para ella, o al menos eso es lo que parecía. Sin embargo, así como aquella sonrisa apareció, también hubo otra expresión en su rostro, que hasta a Kristoff la notó.
–¿Te pasa algo, Anna?
–¿Qué? ¿A mí? No para nada, cómo crees.
–Es que mencionamos a Elsa y parece que tu actitud cambió un poco.
–Sí bueno… es que… noté algo raro en ella, además de lo normal – Anna hizo un pausa para recordar el momento – Fue cuando le di mi número. Por una simple curiosidad revisé sus contactos y…
–Espera, ¿husmeaste en su celular?
–¡Hey! Yo no le diría husmear, fue una simple casualidad, es todo – Kristoff rio ante el esfuerzo de Anna por ocultar su crimen.
–Como sea. ¿Y qué fue lo raro?
–Lo raro fue que solamente tiene de contactos a su familia.
–Eso no suena para nada raro, Anna.
–Es que no entiendes, parecía que no tuviera ningún amigo o amiga, conocido o algo por el estilo, solo a su familia. Creo que yo soy la primera amiga en su vida.
Cuando Kristoff se disponía a contestar, sus bebidas habían llegado. Anna decidió ya no hablar sobre el tema de Elsa o sobre el proyecto. No al menos por ahora. La tarde continuó de lo más normal, risas, más café, unos chocolates y alguno que otro chiste malo del rubio.
Pasadas unas horas, Anna tenía que regresar a su departamento. Como era de esperarse, su amigo se ofreció a llevarla. La plática continuó durante el trayecto y el chico parecía algo nervioso, cosa que Anna no entendía por qué.
Ambos bajaron del auto y caminaron hasta la entrada del edificio. Anna se acercó a Kristoff para darle un beso de despedida, claro, en la mejilla, pero cuando ella estaba por dárselo, su rubio amigo giró la cabeza y le robó un beso. Esa acción hizo que Anna abriera los ojos como platos. No podía creer que en verdad él le había robado un beso así como así.
–¿Por qué hiciste eso?
–¿Te molestó qué lo hiciera?
–Sí, es decir, no exactamente… solo que, ¿por qué lo hiciste, Kristoff?
–Anna, tu y yo llevamos saliendo ya un tiempo. Pensé que ya era hora para dar, tu sabes, el siguiente paso – La pelirroja se quedó muda – ¿Te gustaría ser…?
–Kristoff, no…
–Oye, ni siquiera he terminado la pregunta.
–Escucha, eres un gran chico y un buen amigo. Es solo que… tengo muchas cosas en las qué pensar, está el proyecto, el dinero de la renta, Elsa y…
–¿Elsa? ¿Qué tiene ella ver con todo esto? ¿Acaso ella…?
–¿¡Qué!? No, no, no es lo que piensas – Las mejillas de Anna tomaron un color rojo ante la insinuación de su amigo – Solo… no quiero distraerme, es todo. Elsa cambió de opinión y fue por algo y quiero saber por qué. Y si yo soy su primera amiga, creo que quiero conocerla más y… ayudarla también como ella me está ayudando.
Kristoff no decía nada. Era más que obvio que no estaba muy contento con la explicación, excusa, que Anna le estaba dando. Aunque si lo pensaba un poco mejor, era una razón bastante aceptable.
Los dos ya no dijeron nada más, excepto por un "lo siento" de Anna cuando entró al edificio. Las escaleras parecían infinitas y cada paso era más lento que el anterior. Primero lo de Elsa y ahora lo de Kristoff, vaya día que había tenido. Cuando por fin llegó a su departamento, su vista se dirigió hacia al otro lado del pasillo para mirar con detenimiento la puerta con el número 302 en ella. Suspiró y pensó en la chica que vivía en ese lugar.
"Espero que todo esto sea una buena idea", se dijo a sí misma antes de entrar a su departamento.
