HOOOOOLAAA! :D
Después de estar mucho tiempo ausente por fin estoy de vuelta con un capitulo de esta historia, que aunque no lo crean, si llegará a tener su final xD quizás sea lento, pero si lo tendrá.
Quiero agradecer a todas la personas que me han dejado una review, de verdad que leerlas me dieron cierta fuerza para continuar con esta historia y con el resto de mis fics.
Creo que es todo de mi parte por ahora. Espero que les vaya a gustar el capitulo de ahora, es algo aamm bueno ya lo sabrán cuando lo lean xD
Hasta la próxima queridos lectores, los quiero :D Adrián fuera.
Capitulo 16: ¿Negación?
Era una agradable tarde en la ciudad de Arendelle, el verano era sin duda una de las mejores épocas del año para disfrutar de la ciudad. Con este buen clima, Anna había decidido invitar a Elsa a dar una vuelta por el centro comercial, nada en especial, solo pasear por enormes pasillos, mirar los aparadores y quizás comprar algo de comer. Elsa no estaba del todo convencida si aceptar la invitación de Anna o no, ya que ella aún no se sentía del todo lista para salir y pasear con su novia a la vista de cientos de personas, pero ante la insistencia de la pelirroja, fue cediendo poco a poco.
Y tal como Anna lo había prometido, la visita al centro comercial estaba resultando de lo más casual. Elsa se veía bastante relajada, ya que la gente no parecía prestarles atención, hasta cierto punto les daba lo mismo ver a dos chicas tomadas de las manos paseando por el centro comercial. Claro que estaba que la pelirroja se estaba conteniendo, por decirlo de una forma, ya que de vez en cuando y sobre todo cuando las nadie las veía, esta le robaba un fugaz beso en los labios a su novia. Lo único que le quedaba a Elsa por hacer en esos momentos era reírse de los nervios, aunque tuviera miedo por pensar que alguien la fuera a reconocer y que se empezaran a correr chismes que llegaran hasta su familia, Anna le daba esa seguridad y confianza de que todo iba a salir bien, de que todo estaba bajo control.
―Muero de hambre, ¿quieres a comer algo? ― preguntó Anna con cierta cara de sufrimiento.
―No me caería nada mal una hamburguesa con queso ― Anna se aguantó una carcajada al escuchar a Elsa decir eso ―. ¿Qué?
―Nada, es solo que a veces eres la persona más cómica del mundo y no te das cuenta ― Elsa solo sonrío ante el comentario de la pelirroja.
Las dos chicas empezaron a caminar rumbo al área de comida. En el trayecto, Elsa no podía dejar de pensar en como su vida estaba cambiando drásticamente, aunque ya era un tema recurrente en su mente, le seguía pareciendo impresionante como casi de la noche a la mañana, había pasado de ser una chica bastante introvertida que solo preocupaba por cumplir con las exigencias de su familia y que prácticamente no conocía el mundo exterior, a estar paseando por el centro comercial como si fuera algo que siempre hubiera hecho. Elsa sabía que la mayor parte de crédito de ese cambio, se lo tenía que dar a una simpática pelirroja que ya hacía tomada de su mano.
No muy lejos de ahí, en una de las mesas del fondo del área de comida, se encontraba un grupo de chicos sentados disfrutando de la comida, curiosamente todos estaban sentados alrededor un pelirrojo que tenía cara de pocos amigos.
―Hans, ¿podrías animarte un poco? Haces que me deprima con solo verte ― dijo Gastón.
El pelirrojo ni se inmuto por el comentario de su amigo. Se suponía que este día sería de festejo y felicidad, ya que el padre de Hans por fin había decidido que su hijo se iba a hacer cargo de una parte de la gran empresa familiar. Era lógico pensar que Hans estaba más que emocionado, por fin obtendría lo que tanto había soñado, un puesto real dentro de la empresa. Pero sus ilusiones se vinieron abajo cuando su padre, optó por hacerlo gerente de un pequeño despacho en el centro de la ciudad.
―No puedo creer que mi padre me haya eso. Me trató como alguien que pide limosna afuera de un banco ― dijo Hans claramente molesto.
―Hans, cariño, no entiendo de por qué tienes esta obsesión extraña por querer hacer que tu padre te ponga como accionista principal de su empresa o algo así. Suenas como si fueras un príncipe que se quiere convertir en rey por línea de sucesión ― mencionó Cruela, siendo bastante sarcástica.
―¿Quieres que te lo vuelva a repetir? ― respondió el de la misma manera ―. ¡Soy el menor de trece hermanos! Toda mi vida me han educado para ser el director de la empresa de la familia, y yo me pregunto, ¿para qué? Si delante de mi están mis doce hermanos mayores.
Todos los demás solo hicieron una mueca en señal de que esta historia ya la habían escuchado antes. Aunque todos en el fondo sabían que Hans no era la persona más adecuada para tener un puesto así, quizás esa había sido la razón por la que su padre no lo tomaba en cuenta.
―Hans, oye no quiero arruinarte más el día pero…
― ¿Pero qué, Gastón? ― interrumpió Hans.
―Ya viste quien está sentada por allá― dijo Gastón señalando discretamente hacía el otro extremo del área de comida, justo a la mesa donde se encontraban Anna y Elsa ―. Tengo que admitir que Anna tiene muy buenos gustos.
Hans se sorprendió bastante al darse cuenta a quien se refería Gastón. En este punto de la historia, a él ya le importaba poco lo que Anna hiciera con su vida, pero verla ahí junto a Elsa Winter, era algo de llamar la atención, más haya de los rumores que estaban circulando alrededor de ellas, a Hans le provoca una cierta rabia que Anna fuera feliz y más junto a Elsa.
El pelirrojo se levantó de su lugar dispuesto a ir y confrontar a Anna e hizo caso omiso a las palabras de sus compañeros que le decían que no hiciera ninguna escena, que no valía la pena. Él no sabía exactamente por qué lo estaba haciendo, tal vez solo se estaba dejando llevar por sus emociones, celos, rabia o simplemente el deseo de provocar a Anna.
Ajenas a esa situación, Anna y Elsa seguían en su conversación, hablando sobre lo que vendría para el próximo semestre, sobre "Frozen Voice" y demás cosas. Era más que obvio que la pelirroja era la que más hablaba de las dos. Elsa solo se limitaba a decir algunas cosas en el momento oportuno o simplemente asintiendo, pero siempre con una gran sonrisa en su rostro. Anna por su parte disfrutaba al máximo ver a Elsa de esa forma, segura de misma y actuando como una chica normal, sin tapujos, sin temores, siendo ella misma, pero de pronto todo eso cambio de un instante a otro. Anna había girado su mirada para mirar alrededor, nada en especial, solo desviando un poco su vista y fue ahí donde se topó un rostro familiar, uno que deseaba no volver a ver en mucho tiempo.
―Anna, ¿estás bien?― preguntó Elsa notando el cambio repentino de su novia.
― ¿Qué? Ah, no es que yo solo vi, no tiene importancia es que no… ― Anna empezó a balbucear más y más conforme Hans se acercaba a ella―. Recordé que vi una tienda donde tienen unos hermosos vestidos, deberíamos ir y darles un vistazo― dijo Anna muy apresurada.
―Claro, ¿pero no deberíamos esperar la comida primero?
―Es que… Ya no tengo hambre y creo que la tienda la cierran en unas horas así que porque no nos vamos ya… ― Anna se puso de pie y trato de jalar a Elsa del brazo para empezar la "huida" de ahí.
― ¿A dónde con tanta prisa, señoritas?
Al escuchar esa voz, Elsa supo porque Anna estaba actuando de esa manera. Al girar su cuerpo se encontró con la figura del menor de los Southern, con una sonrisa arrogante en su rostro. Casi por acto reflejo, Elsa soltó su brazo de la mano de Anna, y dio un paso hacia atrás.
― ¿Qué es lo que quieres, Hans? ― preguntó Anna bastante molesta.
―Anna, cariño, no deberías de enojarte, lo rudo no va contigo― respondió Hans con sarcasmo ―. Es un gusto el volverla a ver señorita, Winter.
Elsa no respondió ante el saludo del pelirrojo, no tenía intenciones de hacerlo en primer lugar. Anna aprovecho ese breve momento y miró a Elsa de reojo y pudo notar una mirada conocida, la misma que Elsa había mostrado durante su viaje a Gjerstad, aquella llena de inseguridad, miedo y desconfianza.
"Esto va a acabar muy mal si no hago algo", pensó Anna volviendo su mirada hacía Hans que seguía con una sonrisa burlona.
―Hans, no sé qué es lo que pretendas, pero si no te largas en los próximos cinco segundos, te juro por Dios que voy a gritar tan fuerte que…
―No tienes que ser tan exagerada, Anna. Solo quería pasar a saludar y ya, no era mi intención molestarte a ti y a tu novia.
―Pues si ese es el caso entonces te sugiero que…
―Ella no es mi novia― dijo Elsa en seco.
Anna giró su cabeza, bastante sorprendida de haber escuchado esas palabras. Ahora la mirada de Elsa había cambiado drásticamente, ahora era como una especie de mezcla entre enojo y desafiante, era la primera vez que Anna veía esa expresión en el rostro de la rubia platino.
―Mil disculpas, pero hubiera jurado que ustedes eran pareja― dijo Hans sin inmutarse ante la mirada de Elsa.
―Pues déjeme decirle, joven Southern, que usted a malinterpretado las cosas. La señorita Summers es solo una amiga y nada más.
Hans se quedó callado ante las palabras de la rubia platino. Lo único que hizo fue mirar a Anna que tenía una expresión de sorpresa en su rostro, como si esta no creyera lo que Elsa estaba diciendo y afirmando. Hans solo levantó sus manos en señal y alzó sus hombros en señal de que no importaba, ya no había más que decir. El pelirrojo se dio la media vuelta y se alejó en dirección hacia donde se encontraban sus compañeros. Elsa notó como aquel chico se alejaba poco a poco y también dándose cuenta de que había algunas personas que se le quedaban mirando fijamente, posiblemente eran curiosos que habían escuchado toda esta escena.
Elsa se giró para tomar su bolso y salir de ahí lo más pronto posible, sin importarle nada, ni siquiera los gritos de Anna que venía detrás de ella. Elsa se encontraba en una especie de trance, esto era precisamente a lo que tanto temía, eso a lo que siempre le estaba huyendo. Por otro lado, Anna intentaba alcanzarla para tratar de calmarla, en parte quería detener a Elsa y preguntarle el por qué había dicho eso y por otra parte, quería alcanzarla para decirle que todo estaba bien, que no iba a pasar nada, pero cómo podía asegurarlo, cómo podía demostrarle a Elsa que todo iba a estar bien.
Anna siguió a Elsa hasta afuera del centro comercial, más concretamente al estacionamiento, lugar donde por fin pudo alcanzarla cuando esta se frenó para buscar las llaves de su auto.
― ¿¡Quieres por favor escucharme!?― dijo Anna con impotencia. Elsa no respondió―. Elsa por favor, trata de calmarte. Todo va a estar, confía en mi por favor, Hans es un idiota, solo dijo eso para molestarme, él es así le gusta provocar a las personas. Solo tienes que…
― ¡Basta! ― gritó Elsa―. Basta…
―Elsa… ¿Por qué le dijiste eso?
― ¿Y qué querías que le dijera? ― dijo Elsa dándose la vuelta y encarando a Anna ―. ¿Que tú y yo salimos, que somos pareja y esas cosas? ¿Y que luego él vaya y le diga a su padre y luego él le diga a mío sobre nosotras? ¿Es eso lo que querías que le dijera?
―Elsa eso no es lo que…
―No importa, Anna. Ya no importa…
Elsa agachó la cabeza y Anna pudo notar como algunas lágrimas empezaban a caer de su rostro. Ella intento acercarse, pero Elsa levantó su brazo en señal de que se detuviera.
― ¿Por qué te da tanto miedo? ¿Por qué te importa tanto que el mundo sepa quien eres en verdad? Elsa no puedes vivir de esa manera, tienes que ser libre. Que más da si tus padres se enteran o no sobre nuestra relación, lo único que verdaderamente importa es tu felicidad.
Elsa apretó con fuerzas sus puños y aún con lágrimas en los ojos, levantó la cabeza y miró fijamente a Anna.
―Yo no soy como tú, Anna. Yo no he tenido esa vida que tú si has tenido; llena de emociones, amigos y todas esas cosas que te vuelven una persona "normal". Lo siento, pero no puedo…
―Elsa yo no soy una persona normal― dijo Anna también con lágrimas en sus ojos―. Es decir, mírame, soy quizás la chica más distraída de todo Arendelle y quizás también la más inmadura. Ni siquiera soy capaz de conseguir un trabajo para pagar la renta y en cambio tengo que depender de alguien más.
Ambas chicas se quedaron mirándose fijamente. Ninguna se atrevía a decirle nada a la otra por temor a arruinar más la situación. Anna por fin se había atrevido a decirle sus miedos e inseguridades a Elsa de forma clara y directa. Las dos habían llevado al límite sus emociones, Anna aceptando de que aún era demasiado inmadura y hasta inocente como para enfrentarse al mundo y de como un ligero cambio en vida, podía provocar un tremendo maremoto. Y por el otro lado, Elsa reconocía que por mucho que ella quisiera a Anna, ese cariño y amor no bastaba para que sus miedos se esfumaran así como así, no importaba cuanto se esforzara la pelirroja, descongelar el corazón de Elsa era una tarea casi imposible.
Elsa optó por no decir nada más, dar media vuelta y volver a su auto. Lo hecho, hecho estaba y ya no había nada más por hacer, al menos por ahora. Anna tampoco opuso resistencia o dijo algo para evitar que Elsa se fuera de ahí en su auto, supuso que regresaría a su departamento. Anna no pudo evitar fruncir el ceño y pensar que todo esto había sido provocado por una sola persona, pero no era tiempo para pensar en eso, ahora lo que más quería era regresar a su casa.
"Será una larga caminata", pensó Anna mientras emprendía camino de regreso a su departamento.
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Las cosas no pasan porque sí, siempre hay un trasfondo, algo que nos indica la razón de porque están ocurriendo las cosas de esa manera. Ya sea que nos demos cuenta o no, al final son los momentos de más tensión en nuestra vida, los que nos indican que algo está pasando y que debemos de estar prevenidos para la peor. Para Elsa, está era la única forma en que podía explicarse todo lo que había ocurrido con Anna en el centro comercial. Razonando de que en primer lugar, ella no debería de haber aceptado esa invitación por parte de Anna, tenía que haber sido más precavida, pensar mejor las cosas.
Se sentía culpable de todo, le había sin duda roto el corazón a Anna, al grado de incluso haberla dejado a su suerte en el estacionamiento. Pero qué debía de hacer, acaso ir al departamento de la pelirroja, tocar la puerta y disculparse por todo, decirle que solo fue un arranque de emociones y que lo sentía, prometerle que nunca volverá a ocurrir. No esa no era la solución.
Elsa se encontraba en su habitación, solo con la tenue luz de su lámpara de cabecera iluminado el lugar. Nada más que ella y su soledad y sus pensamientos sobre que lo que se vendría para el futuro de su relación con Anna, porque a pesar de todo, ella aún se consideraba su novia, aunque era más que obvio que en estos momentos tenían que darle una pausa a todo esto por tiempo indefinido.
Por su parte, Anna se encontraba en la terraza del edificio. Hacia un par de horas de había llegado, aunque aún no había entrado a su departamento. Una capa de humo la rodeaba, provocada por el cigarrillo que llevaba fumando hacia apenas unos minutos. Su cabeza era un manojo de emociones, aunque era la culpa la que más la atormentaba. Su falta de criterio e inocencia le habían jugado una mala broma, ella había creído que Elsa había cambiado por completo, que por fin sus miedos se habían esfumada para dar paso a una nueva Elsa. Pero jamás se detuvo a pensar en que esos cambios toman tiempo, que no se dan de la noche a la mañana.
― ¿Qué haces aquí?
Una voz conocida la hizo salir de su pequeño trance. Anna giró su cabeza para ver que se trataba de Rapunzel, no se había percatado de su presencia, ¿cuánto tiempo llevaba ahí parada? Fue lo que Anna se preguntó.
― ¿Estás bien? ― Anna no respondió―. Debo suponer que todo esto tiene que ver con Elsa, ¿no?
Anna soltó una bocanada de humo y simplemente asintió. No tenía muchos ánimos de hablar sobre el tema en esos momentos, ya habría otro momento para hacerlo.
―No sé lo que haya pasado entre ustedes dos, pero sé podrás resolverlo.
Anna no optó por nada más sonreírle a su amiga, quizás la sonrisa más falsa que jamás había dado en su vida, ya que no estaba segura si en verdad las cosas iban a estar bien.
Ajeno a todo esto, Elsa continuaba en su habitación, mirando un punto fijo en el espacio. Su mente parecía haberse apagado por un instante, sin nada más que la imagen de Anna a punto de llorar frente a ella. En su último esfuerzo por tratar de pensar en algo más, tomó su laptop y se puso navegar por internet, tratando de encontrar algo que la distrajese. Fue en ese momento que optó por poner algo de música, nada en especial, solo una playlist aleatoria de esas miles que existen por ahí. Con tan buena o con tan mala suerte, había encontrado una que era perfecta para la ocasión. Quizás dejándose llevar por sus sentimientos o solo por cumplir con el cliché de escuchar música triste cuando algo así sucede, decidió ponerse a escuchar las canciones que venían en esa lista.
"De verdad tengo que estar loca", se dijo a si misma al momento que le daba "play" a la primera canción de la lista, titulada, "Do you feel it?" del grupo "Chaos Chaos".
