Capítulo 17: Si pudiera decirle.
Lo que había pasado en el centro comercial había sido un golpe muy duro para la relación de Elsa y Anna. Aunque las intenciones de la pelirroja eran buenas y esta solo buscaba ayudar a Elsa a ser más abierta con la gente y hacerle ver que no había nada porque temer, que podía ser "libre" y poder abrir su corazón al mundo y sobre todo con ella. Pero a pesar de eso, Anna tenía que admitir que sus acciones se habían vuelto algo egoístas, priorizando aspectos que quizás Elsa aún no podía asimilar. ¿Pero quién era la culpable de todo esto? Esa era la pregunta que Anna se estaba haciendo, ¿acaso ella había tenido la culpa por haber llevado a Elsa esas instancias, sabiendo de antemano que aún no estaba lista para eso? Aunque no era como sí ella hubiera planeado que Hans apareciera en ese lugar. Pero Elsa tampoco podía quedar libre de culpa, después de todo, si ella hubiera sido un poco más abierta y no se hubiera dejado llevar por sus miedos, quizás y solo quizás las cosas hubieran terminado de otra manera. Al final y como cita una vieja frase; "El "hubiera" no existe".
Anna se encontraba navegando por terreno desconocido, ¿qué se supone que debía de hacer?; ¿Buscar a Elsa y tratar de solucionar los problemas y aclarar las cosas? ¿Disculparse con ella? ¿Esperar a que fuera Elsa quien se disculpara? No importaba cual fuera la opción que la pelirroja escogiera, ella sabía que esto no se iba a solucionar de la noche a la mañana.
Pero mientras Anna tenía una lucha interna sobre qué hacer y cómo solucionar todo este embrollo, Elsa también se encontraba librando su propia batalla, aunque con otro enfoque. Al contrario de la pelirroja, la rubia platino estaba más preocupada por las consecuencias que aquel inoportuno encuentro con Hans podía provocar a futuro, ya que ella sabía perfectamente que él conocía a su familia y solo faltaba que él abriera la boca para provocar un caos. Era más grande el miedo de que su familia se enterara de lo de su relación con Anna, que en si de lo que la propia Anna sintiera en ese momento.
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Lejos de arreglar las cosas con su novia, Elsa trataba de evitarla a toda costa, desde no responder sus mensajes hasta al punto de no salir de su departamento para así no tener que cruzarse con ella por los pasillos del edificio. Y también ocurría lo mismo con su familia, aunque a ellos si les respondía sus mensajes, de forma breve claro, pero al menos respondía. Todo esto con la finalidad de "no levantar sospechas", como si se tratara de una señal de "todo en orden".
Y ahí se encontraba ella, sumergida en un mar de pensamientos y encerrada en su habitación, sin nada más que hacer más que navegar por internet y rezando para que las cosas, de alguna mágica manera se solucionaran.
Ya habían pasado un par de días desde el incidente en el centro comercial y Elsa parecía seguir firme en no querer salir y enfrentarse otra vez al mundo, no quería enfrentar la verdad, no quería mirar a Anna. Fue en ese lapso de pensamientos que el celular de Elsa timbró, señal de que estaba recibiendo una llamada. La rubia platino iba a hacer caso omiso de esta, ya que seguramente se trataba de Anna, insistiendo una vez más en querer verla, pero Elsa se llevó una leve sorpresa al notar que la persona que la llamaba no se trataba de Anna, si no de Belle.
Elsa dudó por un momento si responder o no, después de todo, Belle era su amiga, alguien completamente ajeno al círculo de amigos en común que ella y Anna compartían. Elsa soltó un leve suspiro y tomó su celular para responder la llamada…
― ¿Hola? ― preguntó Elsa sin muchas ganas.
―Creí que no ibas a responder― respondió Belle, que por el ruido que Elsa podía escuchar de fondo, esta dedujo que se encontraba caminando por la calle.
―Si bueno… Eso no importa, ¿qué sucede? ¿Por qué me llamas? ― eso sonaba más como a reclamo que otra cosa.
―No tienes que ser tan ruda, Elsa. Bueno, la verdad es que me acorde de ti.
― ¿De mí? ― preguntó Elsa, sin comprender del todo a que se refería Belle.
―Sí, verás… Mi padre me encargó que le llevara un paquete a un buen amigo suyo y casualmente él vive cerca de tu edificio, así que pensé; "¡Hey! No sería mala idea visitar a Elsa". Así que, ¿qué dices? ¿Aceptas a una pobre alma en desgracia en tu departamento?
Aunque la idea no sonaba mal, Elsa no estaba segura si era lo correcto en estos momentos invitar a Belle a su departamento y menos en esta situación. Pero quizás eso era lo que necesitaba en ese momento, hablar con alguien sobre el tema o simplemente desahogarse.
―Ya veo― contestó Elsa ―. Si ese es el caso, entonces eres bienvenida, Belle.
― ¿De verdad? Bien, estaré ahí en diez minutos― respondió Belle con algo de sorpresa, pero muy entusiasmada.
Al colgar el teléfono, Elsa se apresuró a limpiar un poco su departamento y de paso también ella, ya que su aspecto no era precisamente el más indicado para recibir una visita. Sin embargo y sin que Elsa pudiera imaginárselo, alguien ya se encontraba justo afuera de su departamento.
Anna llevaba aproximadamente ahí parada como diez minutos, simplemente con la mirada fija a esa puerta, como si se tratara de una gigantesca muralla. Por consejo de Olaf y Rapunzel, Anna había tomado la iniciativa de buscar arreglar las cosas, pero ella sabía perfectamente que Elsa no le abriría la puerta, al menos no por completo. Por lo que la pelirroja optó por algo diferente y había decidido escribirle una carta a la rubia platino.
Con la carta en sus manos y mirándola fijamente, Anna no tenía el valor para tocar esa puerta y enfrentarse a Elsa, pero si ella no hacía algo, entonces todo se iba a quedar congelado.
― ¿Vas a tocar la puerta? ― dijo una repentina voz, que hizo que Anna volviera en sí.
Anna giró su cuerpo para darse cuenta de que se trataba de Belle. La chica venía con dos cafés, uno en cada mano y lucía muy extrañada por ver a Anna parada justo ahí.
― ¿Tú qué haces aquí? ― preguntó Anna que no parecía estar muy contenta con ver a Belle.
Belle no supo que responder. Estaba más que claro que Anna no estaba del todo contenta por verla y era más que obvio que Elsa tenía algo que ver en todo esto.
―Escucha, no sé qué está pasando, pero te juro que no es lo que parece.
― ¿Y qué se supone que esto parece? ― preguntó Anna con bastantes celos―. ¿Qué es lo que quieres con Elsa?
―Pasaba por aquí, verás, mi padre es inventor y me pidió de favor que le entregara un paquete a un muy buen amigo suyo, pero él vive bastante lejos, así que decidí mejor entregárselo a su hija, Jane Porter, ella vive cerca de aquí y como las dos nos llevamos bastante bien… ―Belle hizo una pausa al notar que Anna no le estaba prestando atención―. Como sea, llamé a Elsa para ver si podía visitarla ya que tengo algo de tiempo libre y pues ella acepto.
El rostro de Anna reflejaba impotencia, no podía creer que Elsa le haya permitido a Belle irla a visitar y no pedírselo a ella. La pelirroja agacho la cabeza y se dio la vuelta para regresar a su departamento, no quería iniciar una pelea o algo por el estilo. Belle se quedó estática al ver como la pelirroja se alejaba poco a poco, pero justo antes de que Belle tocará la puerta del departamento 302, Anna la tomaba del brazo.
―Por favor, dale esto de mi parte― dijo Anna a punto de quebrarse.
Belle miró fijamente la aquella carta que la pelirroja sostenía en su mano. La chica asintió con una sonrisa.
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Mientras Anna se encontraba en su habitación, maldiciéndose por no haber tenido el valor suficiente de haber hablado con Elsa y de tener que mandar a alguien a hacer el que se suponía era su "trabajo", por su parte, Elsa ahora se encontraba lidiando con la visita de Belle.
Hasta ese momento, Belle aún no le había revelado sobre su encuentro con Anna, ya que su intención era averiguar porque Elsa había aceptado está repentina visita, pero Elsa se había mantenido bastante callada, más allá de contestar las simples y típicas preguntas. Los minutos pasaban y a Belle se le habían agotado las preguntas, por lo que decidió recurrir a su ultima carta.
―Creo que es hora de que me vaya― dijo Belle mientras se levantaba del sofá.
― ¿Tan pronto? ― preguntó Elsa.
"Soy una pésima anfitriona", pensó Elsa.
―Solo venía a saludar y charlar un poco o ¿acaso hay algo más por lo que me tenga que quedar?
Elsa estaba entre la espada y la pared. Por un lado, no estaba del todo contenta con la visita de Belle, ya que ella había aceptado la invitación por puro reflejo y nada más. Pero por el otro lado, tenía que admitir que la presencia de su amiga le agradaba, le hacía creer que no se encontraba sola pasando este trago amargo.
A pesar de todo eso, Elsa aún no se sentía lo suficientemente cómoda como para contarle a Belle su situación, si la chica se había ganado la "confianza" de Elsa de forma rápida, pero no lo suficiente.
"No puedo… No puedo decirle", se dijo Elsa a sí misma. Lamentándose por su falta de valentía.
―No, no hay nada que contar― dijo Elsa a secas―. Gracias por haber venido.
―Ni lo menciones― le respondió Belle con una sonrisa. Era momento de sacar su as bajo la manga―. Por cierto, me encontré con tu amiga Anna a fuera de tu departamento y me pidió que te diera esto.
De pronto la mirada de Elsa cambio drásticamente al escuchar el nombre de su novia, preguntándose inmediatamente, ¿qué hacía Anna a fuera de su departamento?
"¡Te tengo!", pensó Belle. Al notar el cambio brusco que sufrió la rubia platino.
Belle dejó la carta que Anna le había entregado sobre la pequeña mesa de centro y terminó por despedirse de Elsa. Pero justo antes de salir del departamento, Belle notó que la rubia ni siquiera se había movido de su lugar, se había quedado ahí sentada, con la mirada fija en esa carta.
― ¿No piensas tomarla? ― pregunto la chica.
―Yo…
Elsa tenía un fuerte nudo en la garganta. Había tratado todos estos días de evitar a Anna para así no tener que causar más problemas y ahora ocurría esto.
―Oye, no sé qué esté pasando entre tú y esa chica, pero por la forma como en la que me pidió que te diera esta carta, creo que es muy importante que la leas― dijo Belle. Elsa ni siquiera notó el momento cuando ella se sentó a su lado.
Con el pulso a tope, Elsa tomó la carta, pero aún no se atrevía a leerla. Fue hasta después de ver a Belle que le sonría y la animaba a hacerlo que por fin pudo empezar a leerla.
Para Elsa.
No estoy segura si vas a perdonarme por lo que hice, sé que fui una egoísta y una tonta al obligarte a hacer algo para lo que tú aún no estabas lista. Jamás me detuve a pensar si en verdad querías hacerlo y comprenderé si no quieres volver a verme o hablarme. Pero quiero que sepas que aunque en estos momentos no quieras verme, ni hablar conmigo, quiero que sepas que estaré aquí para ti.
Aunque te ocultes sé que estás sufriendo, no dejes que el miedo a ti misma controle tu cuerpo, me afecta verte mal, porque me importas, ahora y siempre vas a importarme. No dejaré que te derrumbes y vuelvas a cerrar tu corazón, eres mucho más de lo que crees tener por dentro.
Te quiero, Elsa Winter. Aunque no me puedas escuchar, siempre tú vas a estar en mis pensamientos y mi alma.
Tuya, Anna.
PD: Me debes una comida, un día la cobraré.
Al terminar la pequeña carta, Elsa tenía varios sentimientos encontrados. Estaba evitando a toda costa no ponerse a llorar, no quería que Belle la viera en ese estado.
―Creo que necesitas unos momentos a solas. Es mejor que me vaya― dijo Belle al notar como Elsa apretaba con fuerza la carta.
― ¡No, espera! ― dijo Elsa muy apresurada―. Necesito que le des un mensaje a Anna de mi parte.
―Elsa, me encantaría hacer eso pero… Creo que lo correcto es que tú se lo digas personalmente.
―No puedo, Belle. Ojalá pudiera decirle que no hay nada como su sonrisa, tan sutil, perfecta y real. Decirle que no tiene ni idea de lo maravillosa que me hace sentir al verla sonreír. Ojalá pudiera decirle todo lo que veo, decirle como es ella todo para mí, tener la fuerza para decirle que me encanta la forma en como juega con sus trenzas y su peculiar forma de hablar. Decirle que sea ella quien me perdone por ser una fría y cobarde "reina de hielo". Que no tiene que disculparse de nada, que yo también la quiero.
Al terminar esas palabras, Elsa no aguantó más y se desplomo sobre las rodillas de Belle, soltando lagrimas sin parar. La rubia se había olvidado por unos instantes de sus miedos y había dejado fluir lo que en verdad sentía. Ya no le quedaba más, la "reina de hielo" se estaba derritiendo.
Belle permaneció a su lado todo el tiempo, sin decir una palabra, solo acariciando su cabello. Elsa no paraba de llorar y soltar todo lo que por mucho tiempo había mantenido guardado. Levemente se podía escuchar la voz de Elsa repetir; "Te quiero, Anna"
―Es una tontería, pero necesito que me ayudes con algo― dijo Elsa, tomando fuerzas de la nada y mirando a Belle directo a los ojos. Esta última solo asintió.
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En su habitación, Anna se encontraba escuchando música y pensando en si Belle le había entregado la carta. No estaba del todo segura como Elsa iba a reaccionar, maldiciéndose una y otra vez por el hecho de no haberse atrevido a tocar esa puerta. En este punto, Anna estaba al borde de la decepción, se encontraba sola, luchando una batalla que no estaba segura si iba a ganarla. Ella quería a Elsa con todas sus fuerzas, pero no estaba segura si Elsa la quería también de esa forma.
El sonido de la puerta de su cuarto abriéndose la hizo salir de su pequeño espasmo. Se trataba de Olaf quien entro a toda prisa a su habitación.
―Olaf, te he dicho miles de veces que toques antes de… ¡Hey! ¿Qué te pasa? ― dijo Anna al ver como su compañero de piso la jalaba de brazo, sacándola de la cama.
―Será mejor que escuches bien― dijo el simpático chico.
Olaf llevó a Anna hasta la puerta de su departamento. Afuera de esté se encontraba Belle, quien solo se limitó a sonreírle y decirle que prestará mucha atención.
―Elsa no tiene el valor para hablar contigo, pero ella espera que esto solucione algo― dijo Belle, mientras mandaba discretamente un mensaje de texto a Elsa diciéndole que estaba todo listo.
Anna no sabía que rayo era lo que estaba pasando. Pero de pronto, se empezó a escuchar el sonido de una canción retumbando por todo el pasillo del edificio.
―La canción se llama "You are the one" del grupo "HIM" ― dijo Belle. Mientras la canción empezaba a sonar, Elsa desde su departamento empezaba a cantarla.
"No I won't surrender
At any cost
You're something so sweet and tender
From my heart
Yes I've done my evil
I've done my good
Just believe me honey
I won't let go of you
You are the one
And there's no regrets at all
You are the one
And there's no regrets at all
We've had our share of misfortune
We've had our blues
And God is not on our side
Yes it's true
We keep forgetting baby
The beauty of us two
There is no one who can take that away
From me and you
You are the one
And there's no regrets at all
You are the one
And there's no regrets at all"
