Hola chicos, cómo están? Espero que anden muy bien. Bueno aquí con una actualización más de esta historia que parece no tener fin XD. Pero déjenme decirles si tendrá fin, de hecho hay unas cosas que quiero decirles;

*Esta historia esta entrando en la parte final, que espero terminarla antes de que salga FROZEN 2.

*Estaré actualizando un poco más seguido, ya que ahora si tengo más tiempo para escribir, pero sobre todo inspiración.

*Con respecto al resto de las historias, quizás las llegue a terminar en un algún momento XD. Aunque en esas si, tardaré un poco más tiempo.

Cuídense mucho queridos lectores y disfruten :D.

PD: Perdónenme si no escribí más sobre la primera escena. Jeje no soy tan bueno XD

Capítulo 19: Cartas sobre la mesa.

Jamás en su vida Elsa se había sentido tan nerviosa como en ese momento. Estar frente a Anna, solas, sin que nadie las interrumpiera y siendo la noche aún muy joven. ¿Pero cómo debía de reaccionar? ¿Cómo era que debía de actuar en esos momentos? ¿Debía de dejarse simplemente llevar por el momento? Eran muchas preguntas y pocas o nulas las respuestas.

Se podría decir que Anna estaba en la misma situación, aunque un poco más tranquila. Lo que Elsa provocaba en ella era algo que nunca había sentido, sus besos, sus caricias, cada vez que sus manos la acariciaban, eran una bomba de emociones que no sabía como manejarla.

Pero ninguna se atrevía a ir un paso más allá, a tomar ese riesgo. Anna quería abalanzarse sobre su novia, quería sentirla, besarla, acariciar cada parte de su cuerpo, descubrir que había debajo de aquellas prendas.

―Anna… Yo, no tengo idea de que estoy haciendo― dijo Elsa con toda sinceridad. Ni siquiera se había percatado en que momento habían pasado de su sala a su habitación.

―Solo déjate llevar…

Anna aprovecho ese momento para atrapar los labios de su novia en un beso apasionado, Elsa apenas si había podido reaccionar ante tal acto, haciendo caso a lo que su novia le había dicho; dejarse llevar. Ninguna de las dos quería separarse de la otra, apenas tomándose un breve momento para respirar y volver a retomar aquella danza de labios y caricias.

Contra todo pronóstico, ahora era Elsa quien tomaba la iniciativa, despojándose de su blusa y buscando hacer lo mismo con Anna, lográndolo al final. Las mejillas de la rubia platino estaban en los tonos más rojos posibles, era la primera que miraba a Anna de esa forma…

―¿Quieres ayudarme con esto?― dijo Anna con cierto tono pervertido, mientras señalaba su sostén. La pelirroja le dio la espalda, mientras que Elsa se había quedado en un estado de shock, acercándose lentamente para "ayudar" a su novia.

Anna cerró los ojos casi al instante cuando sintió los dedos de Elsa pasar por espalda. Le relajaba enormemente como la rubia se tomaba su tiempo, jugando con su cabello, acariciando sus hombros, hasta que por fin Elsa había cumplido con la petición de su novia.

―¿Te gusta lo que ves?― dijo Anna al darse vuelta.

―Yo… Anna…

―Ahora es mi turno, date la vuelta.

―Anna… Yo…

Pero antes de que Elsa pudiera decir algo, Anna volvía a atraparla en un beso apasionado, pero ahora la pelirroja se las arreglaba para que ambas cayeran sobre la cama, quedando ella encima de Elsa.

―Ahora eres mía― dijo Anna en voz baja mordiéndose el labio inferior.

―Lo soy…

XXXXXXX

El sonido del despertador retumbaba por toda la habitación, indicando que ya eran las seis de la mañana. Y casi como si fuera por acto reflejo, Elsa estiró uno de sus brazos para alcanzarlo y apagarlo.

"No recuerdo haberla puesto tan temprano" se dijo Elsa para si misma mientras seguía buscando el despertador.

Tuvieron que pasar unos minutos para que recapacitara y se diera cuenta de que esa no era su alarma, ya que ella no usaba ninguna para despertarse. Pronto sus ojos se abrieron como platos al notar lo que estaba pasando o mejor dicho, lo que había pasado la noche anterior.

A su lado, se encontraba una Anna dormida plácidamente dándole la espalda, parecía como si nada la fuera a despertarla. Elsa no pudo evitar observar detenidamente a su novia. Se talló los ojos para comprobar que esto no se trataba de un mal sueño, pero no, era la realidad, Anna estaba durmiendo a su lado.

"Tienes más pecas de lo que pensé", se dijo para sí misma al notar que Anna no llevaba su blusa y tenía la espalda al descubierto.

Las mejillas de Elsa se pusieron rojas al recordar con más claridad lo que había pasado esa noche; los besos, las caricias, las palabras que Anna le murmuraba al oído. Una leve sonrisa apareció en su rostro, estaba feliz, feliz de que todo eso paso con Anna… Con su Anna.

Elsa se recostó una vez más y se acercó a la pelirroja para abrazarla por la espalda, encajando su rostro perfectamente en hueco del hombro y el cuello de su novia. Podía sentir su calor, percibir su aroma por completo, ese que tanto la volvía loca.

—Buenos días…— dijo Anna al sentir el contacto de Elsa. Aunque con voz adormilada.

—¿Pensé que estabas dormida?

—En realidad desperté cuando escuche la alarma. Siempre despierto temprano, para así no llegar tarde a la escuela.

—Ya veo.

Anna se dio la vuelta para quedar de frente a Elsa. Observando hasta el más pequeño detalle de su rostro, notando unas ligeras pecas en el rostro de la rubia. Esta era quizás la primera vez que examinaba con detenimiento el rostro de su novia. Las dos parecían estar dentro de un pequeño trance, ninguna quería dejar de mirar a la otra. Todo esto era una especie de montaña rusa de emociones.

—Anna no quiero que pienses que yo soy…— Elsa era la primera en romper el silencio.

—No voy a pensar nada malo, Elsa. No voy a obligarte a nada que no quieras, además, estuvo increíble— dijo Anna mostrando la sonrisa más picara posible. A Elsa no le quedo de otra más que sonrojarse.

Anna cerró sus ojos y se acercó lentamente para depositar un tierno beso en los labios de su novia. Elsa se dejó llevar también por el beso, le fascinaba la naturalidad con la que Anna la besaba, podía sentir como en cuestión de sus segundos sus miedos y todo aquello que le preocupara se esfumaran en solo unos segundos, con un solo un simple beso.

—Será mejor que nos levantemos para desayunar e irnos al colegio. No quiero que tengas una falta por mi culpa— dijo Elsa al momento de romper el beso.

—¡Pero yo no quiero ir, mamá!—

—No voy a permitir que mi record de asistencia se manche por tu culpa, Anna.

—Está bien no tienes porque ser tan ruda conmigo— contestó Anna rondando los ojos—. Entonces, ¿qué es lo que va a querer su majestad para desayunar?

—No se supone que yo soy la que debería de invitarte a desayunar, después de todo estas en mi casa.

—Quizás, pero ahora yo seré quien cuide de ti.

Elsa soltó una ligera risa, no podía creer la ternura con la que Anna podía expresarse. Por un momento sintió envidia por ella, por tener esa capacidad para expresar sus emociones de forma tan natural, sin forzarlas, sin cuestionarlas.

—Si ese es el caso. Entonces, quiero pan tostado con mermelada.

—Sus deseos son ordenes, majestad.

XXXXXXX

(Algunas semanas después)

Luego de haber sobrevivido a las primeras semanas del nuevo ciclo escolar y de haber logrado reconciliarse con Elsa, Anna sentía que lo peor ya había pasado, ahora solo había que disfrutar de la calma.

Por consejo de sus amigos y para tratar de salirse un poco de la rutina, Anna decidió pasar el fin de semana en casa de sus padres. Aunque el recuerdo de su última visita y el "pequeño" incidente con Elsa en su habitación seguía muy presente, Anna sabía que tarde o temprano tendría que hablar sobre ese tema con sus padres.

Así que ahí se encontraba ella, mirando por la ventana del autobús, observando el paisaje sin más. Pronto el sonido de su celular la hizo volver a la realidad.

"¿Cómo va el viaje?"- Elsa.

"Había olvidado lo aburrido que era viajar en autobús T-T. Es lo malo de tener a una amiga con auto y aprovecharte de eso. "- Anna

Era increíble como un simple mensaje de su tan amada rubia platinada la podía hacer cambiar de humor en pocos segundos. Ninguna otra persona podía provocar esa clase de reacciones.

"Supongo que sí "- Elsa

Por el resto del camino, la charla entre las dos no paso de ser lo más normal del mundo. Anna pensó por momentos en lo interesante que era siempre el platicar con Elsa, hasta de las cosas más simples. La forma en la que ella solía contar las cosas o expresarse sobre algunos temas, era simplemente confortante el escucharla.

La charla se tuvo que terminar cuando después de casi una hora y media, Anna por fin había llegado a su destino.

"Supongo que no hablaremos hasta el domingo"- Elsa

"¿A qué te refieres? ¿¡Me abandonaras!?"- Anna

"No es necesario los dramas, Anna. Es solo que no quiero ser un estorbo, quiero que disfrutes de la compañía de tu familia"- Elsa

"No eres un estorbo, Elsa. Está bien, aceptaré tu petición, aun así, no dudes en llamar si necesitas algo, ¿está bien? No importa que sea y por cierto, no intentes engañarme mientras no estoy, Winter. Tengo ojos en todo Arendelle"- Anna.

"Yo no sería capaz de hacer algo así… Te quiero"- Elsa.

"También te quiero"- Anna.

XXXXXXX

El ambiente durante la hora de la comida era de los más normal, aunque era muy diferente a otras ocasiones. Anna podía notar que sus padres lucían algo agotados, como si no hubieran dormido en días, aunque eran buenos para disimularlo.

―Saben, hace tiempo que no probaba esta comida china, había olvidado lo buena que era― dijo Anna, tratando de romper el hielo de la situación.

―Si bueno… Es barata y rinde bastante― dijo su padre sin darle mucha importancia.

Anna soltó un ligero suspiro. Ella sabía que las cosas en su casa no iban bastante bien, económicamente hablando, esto lo había notado rápido al ver que faltaban algunas cosas en la casa. Pero no quería profundizar en ese tema, ya tenía otros problemas como para tener que lidiar con algo así.

― ¿Y qué tal la escuela, Anna? Fue una sorpresa que vinieras, pensábamos que tendrías mucho trabajo― preguntó su madre, tratando de que volver a retomar la conversación.

―El inicio de clases fue todo un infierno, por lo que pensé que sería buena idea el tomarme un descanso― dijo Anna mientras recordaba todo lo que había pasado con Elsa durante esos días.

―Esa chica llamada Elsa, ¿sigue ayudándote?

―Sí… ― respondió Anna con un ligera sonrisa―. Creo que si no fuera por ella, seguramente ahorita estaría trabajando en alguna tienda de comida rápida o algo así.

Anna no pudo evitar soltar un ligero suspiro al recordar todo lo que había vivido con Elsa en los últimos meses. Jamás se hubiera imaginado que esa chica reservada e introvertida, ahora se había convertido en la persona más especial para ella.

―Espero un día conocer a esa tal Elsa y darle las gracias personalmente por ayudarte― mencionó su padre.

―Pronto lo harás, papá. Vive justo frente a mi departamento así que, es casi seguro que la conocerás tarde o temprano.

―Ya veo. Solo espero que no se convierta en una distracción para ti.

― ¿A qué te refieres con eso, papá? ¿Qué insinúas? ― preguntó Anna con una ligera molestia.

―No estoy insinuando nada, Anna. Eres mi hija y te conozco lo suficiente como para decir que sueles divagar en varias cosas, solo quiero que te concentres en tus estudios.

Anna no creía del todo las palabras de su padre. Recordaba que estos eran el tipo de comentarios que a ella le molestaban de su familia.

―Anna, seré franco contigo. Esta familia está pasando por momentos muy complicados, lo último que necesitamos es que tú pierdas el rumbo o te distraigas de tus estudios.

― ¿Piensas que podré hacerlo? ¿Acaso crees que sigo siendo esa niña ingenua? Ya cambié papá, lo estoy demostrando― Anna no podía dejar de apretar sus puños.

― ¿Ingenua? Si mal no recuerdo hasta hace apenas un tiempo estabas gritándole a los cuatro vientos que habías encontrado el amor de tu vida con un chico al que apenas habías conocido.

―Eso fue… diferente, no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora. Además, ¡yo también recuerdo que hasta hace apenas unos meses tú tenías empleo!

Por un instante todo se había congelado. Para Anna habían sido los segundos las más largos en su vida, jamás se había atrevido a decirle algo a así a nadie y menos a su padre. La pelirroja no aguantaba ni un segundo más y sin decir una palabra, se puso de pie y se dirigió hacia su habitación, lo último que escucho fue a su madre llamándola para tratar de que se detuviera.

Su padre solo se quedó observando como su hija se alejaba y escuchaba como azotaba la puerta con fuerza. Sentía una impotencia enorme, desesperación, en el fondo sabía que lo que le había dicho su hija era verdad.

―No lo hagas― dijo la mujer al observar a su esposo levantarse de la mesa.

―¿Por qué la defiendes?

―No la defiendo, pero en este momento no va a escucharte. Es mejor dejar las cosas así.

XXXXXXX

Eran cerca de las ocho de la noche y Anna no había salido de su habitación desde su breve pelea con su padre. No quería agrandar más el problema, aunque en el fondo sabía que ella era la culpable de todo esto y que quizás esta no era la mejor solución, pero no quería bajar, no quería volver a enfrentarse a su familia, volver a escuchar el mismo discurso, enfrentarse de nuevo al pasado. Ya había sido suficiente por una tarde. Sabía que tarde o temprano tendría que disculparse con su padre y aclarar las cosas, pero todo eso sería después de un buen descanso.

Pero pronto esa momentánea paz se veía interrumpida por unos golpeteos singulares en su puerta. Fue fácil identificar de quien se trataba; era su padre. Con mucho pesar, Anna se acercó a la puerta y solo la abrió un poco, apenas unos centímetros.

― ¿Qué pasa? ― preguntó Anna, sin muchos ánimos.

―Te traje la cena. Pensé que te apetecía un sándwich, sé que son tus favoritos.

―Gracias…

― ¿Puedo pasar?

Anna no estaba del todo segura si aceptar la petición de su padre. Quería estar sola, no se sentía del todo bien, pero en el fondo quería disculparse con él y arreglar las cosas.

―Sí, puedes pasar― su padre asintió con la cabeza.

El ambiente realmente se sentía tenso. Para Anna esta era una escena que ya había vivido muchas veces, pero en esta ocasión era diferente, toda esta situación era diferente.

―Papá… No quiero sonar grosera contigo, pero no quiero hablar en este momento― dijo Anna de la forma más sincera posible.

―Lo entiendo, hija. Solo quería disculparme contigo.

"Y trayéndome un sándwich crees que es la mejor forma de hacer"

Al no obtener ninguna respuesta por parte de su hija, el hombre decidió que era mejor dejarla sola, ninguno de los dos parecía querer arreglar las cosas o al menos no por el momento.

―Solo quería que supieras que no me molesta tu relación con esta chica…

―Elsa, esa chica se llama Elsa, papá.

―Sí… Tu relación con Elsa. No reaccione de la mejor manera, quizás porque todas estas situaciones me tienen algo estresado. Solo quiero que seas feliz Anna y que logres cumplir con tus sueños.

Anna asintió levemente, con una sonrisa en su rostro. Sus ojos se estaban poniendo cristalinos, pero no quería empezar a llorar, aunque tenía unas fuertes ganas de hacerlo. Su padre finalmente terminó por salir de la habitación, deseándole buenas noches y que ya por la mayoría hablarían de esto más tranquilos. Anna sentía como si alguien le hubiera quitado un gran peso de encima.

"Elsa tiene que saber esto" se dijo para si misma, tomando de inmediato su celular.

Pero antes de marcar, Anna se detuvo por un instante. Aunque todo esto era una noticia muy importante y marcaba un punto y aparte en su relación, quizás era mejor hablar sobre todo esto con Elsa de frente. Apenas las dos estaban llevando su relación de una manera más abierta, decirle esta noticia de golpe quizás no era la mejor de las ideas.

XXXXXXX

La noche para Elsa era de lo más normal, disfrutando de una película y un delicioso café. Después de mucho tiempo de estarse preocupando por su relación con Anna, ahora las cosas parecían haberse calmado y estaban tomando un buen rumbo. Ahora no solo se sentía más segura con respecto al "que dirán" de la gente, si no también ahora tenía un grupo de amigos que la aceptaban tal y como era ella. Por primera vez en su vida, Elsa se sentía parte de algo, parte de algo real.

Pronto esa tranquilidad se vio interrumpida por el sonido de su celular. Elsa pensó de inmediato que se trataría de su hermosa pelirroja, con la típica llamada de "buenas noches", pero para su sorpresa, se trataba de su madre.

―Hola, mamá. ¿Qué sucede?― respondió Elsa.

―Elsa, es un milagro que respondes a mi llamada. Haz estado ausente durante varios días.

―No tienes porqué preocuparte, mamá. He estado ocupada con algunas cosas.

―Me alegro de que ocupes tu tiempo, Elsa. Recuerda no distraerte tanto, recuerda que tienes que demostrar todo tu potencial en la universidad.

"Siempre lo mismo. Por una vez quisiera que me preguntaras, cómo estoy, si he dormido bien o cualquier cosa"

―Hija, te llamo porque quería recordarte que en unos días habrá una cena importante a la que tu padre esta invitado y como sabes, tu padre quiere que nos acompañes.

―No te refieres a esas cenas aburridas donde papá se pone a hablar y a presumir sus negocios frente a otras personas iguales a él.

―Elsa, por favor no digas esas cosas, conoces muy bien este tipo de eventos. Solo te pido por una vez que acompañes a tu padre, que te relaciones más con los negocios familiares.

Elsa no quería continuar con esta charla más, era una que ya había escuchado una y otra vez. Por muchos años ella había intentado relacionarse más con el mundo de padre, pero simplemente no le atraía, aunque claro, esto a sus padres parecía no importarles y seguían insistiendo una y otra vez.

―Mamá, si lo que quieres es que vaya a cena, simplemente tienes que pedirlo, no es necesario que me recuerdes esas cosas― dijo Elsa no muy animada.

―Esta bien, hija. Recuerda que es una cena de gala, si quieres podríamos ir de compras y elegir un hermoso vestido.

―Aún no he dicho que voy a ir. Tengo que irme mamá, cuídate.

Elsa soltó un enorme suspiro, no quería ir a esa aburrida cena, no quería saber nada sobre su familia en ese momento. Pensaba que de alguna manera irónica, la vida le estaba recordando que a pesar de que ahora estaba pasando quizás por los mejores momento de su vida, no le sería tan fácil librarse de esa presión de sus padres, esa presión de cumplir con unas enormes expectativas.