Capitulo 24: Noche de percance.

Anna, Rapunzel y Olaf se encontraban en el centro comercial en busca del vestido perfecto para la cena benéfica. Anna estaba un poco nerviosa, ya que era la primera vez que asistía a un evento de esa magnitud y quería impresionar a todos. Olaf la notó un poco tensa y le preguntó:

—¿Estás bien, Anna? Pareces un poco estresada.

—Sí, Olaf, solo estoy un poco nerviosa. Quiero lucir bien esta noche y no encuentro el vestido adecuado— respondió Anna con un tono de preocupación.

—No te preocupes, Anna. Aquí hay muchas tiendas y seguro encontraremos el vestido perfecto para ti— dijo Rapunzel tratando de animarla.

Anna asintió y comenzaron a caminar por el centro comercial en busca del vestido ideal. Entraron a varias tiendas y probaron diferentes vestidos, pero ninguno de ellos parecía ser el adecuado para Anna. Después de un rato, Anna comenzó a sentirse frustrada y desanimada. Estaba caminando de un lado a otro en cada una de las tiendas de ropa a las que entraba, con una expresión preocupada en su rostro. Había recorrido casi todas las secciones y no había encontrado el vestido perfecto para la cena de beneficencia que se celebraría esa misma noche.

—¡Esto es imposible!— dijo Anna, frustrada. —¿Cómo voy a poder encontrar el vestido perfecto en tan poco tiempo?

Rapunzel le tomó del brazo y la llevó a una tienda elegante. —Mira, Anna, ¿qué tal este vestido?— dijo, sosteniendo un vestido de noche de seda rosa con un hermoso escote. Anna lo tomó con las manos y lo sostuvo frente a su cuerpo, girando en frente del espejo para mirarse.

—No lo sé... no creo que sea lo que busco— respondió, decepcionada.

Mientras tanto, Olaf se encontraba buscando en los estantes de la tienda para encontrar algo que pudiera regalar a su pareja. —Creo que esto es perfecto" dijo mientras sostenía un pequeño collar con un corazón. Rapunzel se acercó para verlo. —¡Qué lindo es! Seguro que a Elsa le encantaría— dijo.

Anna dejó el vestido y comenzó a pasearse por la tienda, examinando cada detalle en busca de algo que pudiera gustarle. —¿Qué tal si vamos a otra tienda?— preguntó, algo frustrada.

—Por supuesto, Anna. Encontraremos el vestido perfecto para ti, no te preocupes— respondió Rapunzel.

Los tres amigos salieron de la tienda, caminando hacia la siguiente. Anna se detuvo en seco cuando vio un vestido en el escaparate de la siguiente tienda, un vestido de noche negro, con encajes y un gran escote en la espalda. —¡Ese es el vestido!— exclamó, señalando el vestido en el escaparate.

—¿Estás segura?— preguntó Olaf.

—Absolutamente segura—respondió Anna.

Los tres entraron en la tienda y se acercaron al vestido que había llamado la atención de Anna. La dependienta se acercó a ellos y preguntó si podía ayudarles. Anna le preguntó por el vestido y la dependienta lo sacó para que pudiera probárselo. Anna se dirigió al probador con una sonrisa de emoción en su rostro.

Después de un momento, Anna salió del probador, y Rapunzel y Olaf se quedaron asombrados. El vestido le quedaba perfecto y hacía resaltar su belleza natural. Anna se miró en el espejo, dando vueltas y apreciando su elección. —Creo que he encontrado el vestido perfecto— dijo, sonriendo de oreja a oreja.

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Elsa estaba sentada en su sillón, con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas en su regazo. El apartamento estaba en silencio, solo se escuchaba el tic tac del reloj en la pared. Aunque faltaban varias horas para la cena, su mente no podía dejar de pensar en ello. Estaba nerviosa. La idea de presentar a Anna como su pareja ante toda su familia la hacía temblar. Había sido un paso importante para ella, y aunque estaba firme en su decisión, el miedo a fallar no se esfumaba.

Intentó concentrarse en su respiración, en inhalar y exhalar lentamente para tranquilizarse. Pero su mente seguía dando vueltas. ¿Qué pensarían sus padres? ¿los demás? ¿Qué pasaría si alguien se ofendía?

Una parte de ella se arrepentía de haber aceptado ir a esa cena. Recordó el brillo en sus ojos, la emoción en su voz. Y entonces se dio cuenta de que no podía fallarle.

Se levantó del sillón y caminó hacia la ventana. Miró hacia afuera, hacia el horizonte, hacia un futuro incierto pero emocionante. Se recordó a sí misma que tenía a Anna a su lado, que juntas podían enfrentar cualquier cosa.

Respiró hondo, tratando de calmarse. Cerró los ojos por un momento y se dejó llevar por la emoción. Sintió el calor en su pecho, la sensación de que todo estaba en su lugar. Abrió los ojos y miró hacia el cielo. Sabía que todo iba a salir bien, que juntas podían superar cualquier obstáculo.

Elsa decide que lo mejor para calmarse es tomar una ducha. Se dirige al baño. Enciende la llave del agua y espera a que salga lo suficientemente caliente. Mientras tanto, se quita la ropa y se queda parada frente al espejo, observando su reflejo. Finalmente, el agua está lo suficientemente caliente y Elsa entra a la ducha dejando que el agua caliente caiga sobre su piel, cerró los ojos y trató de dejar de lado los pensamientos que la angustiaban. Trató de concentrarse en el sonido del agua, en la sensación de relajación que la invadía.

Después de varios minutos, Elsa salió de la ducha y se envolvió en una toalla blanca. Caminó hacia su habitación, donde puso un poco de música en su teléfono y comenzó a bailar.

Cerró los ojos y dejó que su cuerpo se moviera al ritmo de la música. Sus pies se deslizaron por el piso de madera mientras su cuerpo se contorneaba suavemente. Cada movimiento fue una liberación de tensión acumulada. La habitación se convierte en su pista de baile, y ella se deja llevar por los movimientos fluidos de sus brazos y piernas.

Los pensamientos que la preocupaban parecen desvanecerse mientras baila. El estrés y la ansiedad que había estado sintiendo se disipan por un momento, reemplazados por la emoción del baile. Elsa se siente más en sintonía con su cuerpo, con sus emociones, con su ser.

La música se detiene y Elsa se queda quieta por un momento, sintiendo el latido de su corazón y la respiración agitada. Se da cuenta de que todavía tiene algunas horas antes de la cena benéfica, y decide aprovechar el tiempo para prepararse y estar lista para la noche.

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Anna se encontraba en su departamento arreglándose para la cena con Elsa. El vestido negro que había escogido le quedaba perfecto, pero aun así, no podía evitar sentirse nerviosa. Estaba sentada frente al espejo, con una brocha en la mano y un poco de rubor en la otra. Estaba nerviosa y no dejaba de mover las piernas de un lado a otro. Rapunzel y Olaf estaban sentados en su cama, tratando de animarla pero sus nervios no parecían calmarse.

—Anna, te ves espectacular. No tienes nada de qué preocuparte - dijo Rapunzel mientras ayudaba a Anna con los últimos detalles.

—Sí, y recuerda que Elsa es tu novia, ella te acepta tal y como eres - añadió Olaf.

—Lo sé, pero esto es importante para ella. Quiero que todo salga perfecto - dijo Anna con un tono preocupado.

—Todo saldrá bien, confía en ti misma - dijo Rapunzel, dándole un abrazo a su amiga.

Anna sonrió, agradecida por el apoyo de sus amigos. Tomó una respiración profunda y decidió dejar de preocuparse. Sabía que Elsa la amaba y que todo saldría bien.

—Tienes razón. Todo saldrá bien— dijo Anna. De repente, un sonido interrumpió sus pensamientos: era el timbre de la puerta.

Anna se apresuró hacia la puerta y la abrió de golpe. Al otro lado estaba su amada, Elsa, luciendo un impresionante traje negro. Anna no pudo evitar quedarse boquiabierta por un momento ante la presencia imponente de su novia.

—Estás... hermosa— dijo Anna con la voz temblorosa, incapaz de apartar la vista de ella.

—Tú también lo estás— respondió Elsa, sonriendo dulcemente mientras admiraba el vestido negro de noche que Anna llevaba puesto.

Elsa y Anna caminaron juntas hacia el estacionamiento, donde el automóvil de Elsa las esperaba. Elsa abrió la puerta del lado del copiloto para Anna y luego corrió hacia el lado del conductor.

Mientras iban en el auto hacia la cena, Anna no podía dejar de sentir nerviosismo por la reacción de los padres de Elsa. Sabía que presentarla como su pareja en la cena podría generar una reacción negativa por parte de los padres de Elsa, lo que podría afectar todo el proceso de cambio que estaba atravesando.

—Elsa, ¿estás segura de que debería presentarte como mi pareja en la cena?— preguntó Anna mientras ajustaba su asiento en el auto. —No me molestaría si no lo hicieras.

Lo entiendo, Anna. Si es lo que prefieres, no tendré problema en no presentarme como tu pareja - dijo Elsa con una sonrisa suave.

Anna suspiró aliviada y le sonrió a Elsa.

—Gracias, Elsa. Solo quiero asegurarme de que todo salga bien esta noche— dijo Anna con un tono más relajado.

Anna sonrió aliviada y agradecida por la comprensión de Elsa. Sabía que aún tenían un largo camino por recorrer, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para proteger su relación.

La conversación se detuvo por un momento, dejando un silencio incómodo en el auto. Elsa decidió encender la radio para romper el hielo, y después de un rato, comenzaron a cantar juntas algunas canciones. Finalmente llegaron al restaurante, Elsa estacionó el auto y bajaron juntas. Al entrar, pudieron ver a los padres de Elsa sentados en una mesa cerca de la entrada. Anna sintió un nudo en la garganta y Elsa tomó su mano para darle ánimos.

—Todo saldrá bien— le dijo Elsa con una sonrisa.

Anna le devolvió la sonrisa, agradecida por el apoyo de su pareja. A pesar de los nervios, estaba lista para enfrentar lo que viniera.

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El centro de convenciones se erguía majestuoso ante ellos, con sus altas columnas y su fachada de mármol pulido que brillaba bajo la luz de los focos. Al entrar, una enorme alfombra roja se desplegaba ante ellos, guiándolos hacia el interior del edificio. El vestíbulo estaba decorado con motivos dorados y plateados, y la luz de las lámparas de araña hacía que todo brillara con un brillo especial. Mientras avanzaban por el pasillo, podían escuchar el murmullo de la gente y el tintineo de las copas. El sonido de la música de fondo les llegaba en oleadas, acompañado del olor a perfume de las damas y el aroma de la comida que se servía en el banquete. Los camareros, elegantemente vestidos, caminaban de un lado a otro con bandejas de plata, ofreciendo bebidas y canapés.

Al llegar a la puerta del salón principal, las dos chicas se encontraron con un par de guardias, que comprobaron sus invitaciones antes de dejarlas pasar. Al entrar en el salón, quedaron impresionadas por la magnificencia de la decoración. Las paredes estaban adornadas con murales de época, que contaban la historia de la familia real, y el techo estaba decorado con frescos que representaban escenas de la naturaleza y del universo.

Las mesas estaban cubiertas con manteles blancos y plateados, y los centros de mesa eran arreglos florales impecablemente dispuestos. Los cubiertos de plata y las copas de cristal brillaban bajo las luces del salón. La elegancia y la sofisticación se respiraban en el aire.

Anna luce un poco sorprendida por la elegancia del lugar, ya que ella no está acostumbrada a asistir a este tipo de eventos. Sus ojos se iluminan al ver la hermosa decoración con flores frescas, mesas cubiertas con manteles de seda y cubiertos de plata relucientes. La luz suave y cálida que ilumina el ambiente crea una atmósfera de sofisticación y glamour. Anna se siente un poco intimidada por la multitud de personas vestidas con sus mejores galas, mientras que Elsa parece desenvolverse con naturalidad en este entorno. Los hombres de trajes elegantes y las mujeres de vestidos largos y brillantes charlan animadamente mientras esperan el inicio de la cena. El sonido suave de la música de fondo complementa la atmósfera elegante y relajada.

A medida que se acercan a la mesa, Elsa siente que su corazón late más rápido. Anna también está nerviosa, pero trata de mantener la compostura. Cuando finalmente llegan a la mesa, los padres de Elsa se ponen de pie para saludarlas. El padre de Elsa, Agnar, luce un traje elegante y su madre, Iduna, un vestido largo y sofisticado.

Elsa los saluda con una sonrisa y les presenta a Anna como su amiga. Anna se inclina cortésmente y saluda a los padres de Elsa. Los padres de Elsa devuelven el saludo y les ofrecen que se sienten. La mesa está decorada con flores de colores y platos elegantes. Las copas de vino brillan bajo las luces del lugar.

Elsa y Anna se sientan en los asientos que les ofrecen, una al lado de la otra. Elsa trata de mantener una conversación casual con sus padres, pero no puede evitar sentirse nerviosa. Anna también intenta participar en la conversación, pero se siente un poco fuera de lugar en ese ambiente sofisticado. Mientras tanto, los padres de Elsa observan a su hija con cierta sorpresa. Notan que su actitud ha cambiado y que se ve más relajada y segura de sí misma. Están contentos con lo que ven y deciden no hacer preguntas por el momento. En su lugar, conversan con Anna sobre su trabajo y su vida en Arendelle.

Aquella escena era observado por alguien en particular… En aquella cena se encontraba Runear Winter, el abuelo de Elsa.

Runeard es un hombre mayor y con una gran presencia, su estatura imponente y su cabello blanco como la nieve lo hacen destacar en cualquier lugar. Lleva un elegante traje oscuro que hace juego con su corbata. A su lado se encuentra su esposa, la abuela de Elsa, una mujer de aspecto dulce y tranquilo que siempre ha sido un apoyo incondicional para su hijo y su nieta.

Runeard sigue observando a Anna con detenimiento, tratando de descifrar su relación con Elsa. Él siempre ha sido muy protector con su familia y siente que la presencia de Anna en la cena puede ser una amenaza para su estabilidad. A sus oídos habían llegado los rumores sobre la supuesta relación entre Elsa y Anna, y no estaba muy contento al respecto.. No obstante, decide no hacer ningún comentario al respecto y esperar a ver cómo se desarrolla la noche.

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Anna salió a tomar un poco de aire fresco, necesitaba despejarse después de la tensa situación en la mesa. Mientras se encontraba allí, Hans apareció de repente a su lado. Anna lo miró sorprendida, no había esperado verlo allí.

—Hola, Anna —dijo Hans con una sonrisa en los labios— No esperaba encontrarte aquí.

—¿Tú que haces aquí?— respondió Anna con frialdad-. ¿Qué quieres?

—Recuerda que mi familia también tiene sus influencias en Arendelle, además, solo quería hablar contigo -respondió él-. Sobre Elsa.

Anna se tensó por un momento al escuchar el nombre de su novia. Ella conocía a Hans mejor que nadie.

—No te engañes, Anna—dijo con voz suave— La familia de Elsa no aceptara tu relación con ella. Sería mejor que te alejaras antes de que te lastimen.

—¿Qué estás diciendo?— preguntó Anna, su voz temblaba levemente— Yo… No voy a abandonar a Elsa.

—Eso es lo que tú piensas— respondió Hans con un tono burlón. —Pero no te das cuenta de que solo eres una diversión para ella. Te lo repito, la familia de Elsa nunca aceptará tu relación.

—¡Eso no es verdad! ¡Tú no lo sabes! -exclamó Anna, tratando de controlar su ira. —¿Cómo puedes ser tan cruel?

—Solo digo la verdad— dijo Hans con una sonrisa malvada. —No te hagas ilusiones, Anna. Elsa nunca te tomará en serio.

Anna se quedó mirando fijamente a Hans, no podía creer lo que estaba escuchando. Recordó su pasado con él y cómo la había utilizado para sus propios fines. Se dio cuenta de que Hans no había cambiado y que seguía siendo el mismo hombre sin escrúpulos que recordaba.

—No creo ni una sola palabra de lo que dices— dijo Anna, su voz temblaba de ira. —No necesito tu preocupación, Hans. Además, ¿qué sabes tú sobre el amor verdadero? Solo me utilizaste y después me dejaste. No tengo tiempo para tus comentarios ahora…

Lejos de toda esta escena, la cena continuaba. Elsa aun con cierta incomodidad parecería estar manejando todo de buena manera, aunque pronto eso cambiaria.

El rostro de Elsa se iluminó con una expresión de sorpresa al ver a su abuelo Runeard Winter acercándose a su mesa. Había pasado años desde la última vez que lo había visto y no se esperaba encontrárselo en aquella cena. Por un momento, Elsa dudó si debía saludarlo o no, pues su relación con él había sido tensa en el pasado, pero decidió que era mejor actuar con educación y respeto.

—Abuelo, qué sorpresa verte aquí— dijo Elsa con una sonrisa forzada.

Runeard Winter la miró con una mezcla de orgullo y desdén en sus ojos. —Es bueno verte, Elsa. Aunque no debería ser una sorpresa, después de todo, esta es una cena de la familia Winter. Runeard Winter tomó asiento a su lado, ignorando la incomodidad de Elsa.

En un momento dado, Elsa se atrevió a preguntarle a su abuelo por qué había venido a la cena, y este le respondió con una sonrisa maliciosa en el rostro:

—Solo quería asegurarme de que mi nieta estuviera a salvo. He escuchado ciertos rumores y me preocupa que hayas tomado una mala decisión.

Elsa frunció el ceño, sin entender a qué se refería su abuelo. Su padre que estaba atento a la conversación entre ellos intervino.

—¿De que hablas, papá? ¿Qué clase de rumores?— Runeard centro su mirada en su nieta.

—He escuchado que estás saliendo con una chica. Una chica que, según dicen, es un poco... diferente. No sé si eso es verdad, pero si lo es, deberías tener cuidado. Tu reputación y la de nuestra familia están en juego.

Elsa sintió un nudo en la garganta, sabía que su abuelo se refería a Anna, pero no entendía por qué estaba mencionándola en ese momento. Agnarr intentó intervenir, pero Runeard lo ignoró y siguió hablando con Elsa:

—Tú eres la heredera de nuestra familia, Elsa. Tienes una responsabilidad con tu apellido y con nuestra historia. No puedes arriesgar todo eso por una simple... atracción.

Elsa sintió un golpe en el corazón al escuchar las palabras de su abuelo. Ella sabía que lo que sentía por Anna era mucho más que una simple atracción, pero no sabía cómo explicárselo a Runeard.

—Yo... yo sé lo que estoy haciendo, abuelo -dijo Elsa con la voz entrecortada.

—Espero que así sea, Elsa. De lo contrario, tendrás que enfrentar las consecuencias -respondió Runeard con una mirada fría.

En ese momento, la rubia platino se levanta de la mesa y piden que la disculpen. Elsa sale del lugar para buscar a Anna y se encuentra con ella afuera. Puede notar la preocupación en el rostro de su novia y se acerca para abrazarla.

—¿Estás bien, Anna? - pregunta Elsa con una sonrisa.

—Sí, solo necesitaba un poco de aire fresco - responde Anna, correspondiendo al abrazo de Elsa.

—Me alegra que estés aquí - dice Elsa, acariciando su cabello.

—Yo también, Elsa. Pero… Hans estuvo aquí, tratando de amedrentarme con la familia de tu padre - dice Anna con tristeza en su voz.

Elsa sintió una sensación de inquietud que se instaló en su pecho cuando Anna le contó las palabras que Hans le había dicho sobre su relación. Elsa no podía evitar pensar en la opinión que su familia tendría sobre su elección amorosa. Además, las palabras de su abuelo resonaban en su cabeza, quien siempre había sido un hombre muy conservador y tradicional en sus ideas.

—Anna, vámonos de aquí. No quiero que estemos en este lugar ni un minuto más.

Finalmente, Elsa decidió que lo mejor era abandonar la cena. Se acercó a su padre y le explicó la situación, pidiéndole disculpas por cualquier inconveniente causado. Después de despedirse de los demás invitados, Elsa y Anna salieron del lugar juntas.

—Lo siento mucho, Anna— dijo Elsa mientras caminaban juntas rumbo al coche. —No quería que algo así sucediera. ¿Estás bien?

—Estoy bien, Elsa— respondió Anna. —Solo me asusté un poco. Pero no me importa lo que piensen los demás, yo te apoyo en todo.

Mientras Elsa conduce hacia su hogar, Anna conecta su celular al estéreo del coche. Busca en su lista de reproducción una canción que sabe que calmará a su amada. Encuentra "San Lucas" de Kevin Kaarl y comienza a cantar. Con una voz dulce y melodiosa, Anna canta cada palabra de la canción, mirando fijamente a los ojos de su novia.

Elsa se siente envuelta por la dulzura de la voz de Anna y se deja llevar por la letra de la canción. Cada palabra parece diseñada especialmente para ese momento y para ellas dos. Mientras escucha a Anna cantar, Elsa siente como la tensión de la noche se desvanece poco a poco.

Las luces de la ciudad brillan a su alrededor mientras se deslizan por las calles. Elsa siente como la canción de Anna le envuelve y le abraza. La letra le hace pensar en todo lo que ha pasado durante la noche, en la presión que siente de su familia y en la incertidumbre que tiene respecto a su futuro. Anna se acerca a Elsa y le toma la mano, entrelazando sus dedos. La voz de Anna sigue sonando en el estéreo, pero ahora siente la calidez de la mano de su amada en la suya. La letra de la canción ya no importa tanto, lo importante es el momento que están compartiendo.

Finalmente, llegan a su destino. Elsa apaga el motor del coche y Anna detiene la canción. Las dos se quedan en silencio por un momento, disfrutando de la calma que se siente en el interior del vehículo.

—Gracias…—dice Elsa, finalmente rompiendo el silencio.

—Por qué?— pregunta Anna.

—Por estar aquí conmigo. Por apoyarme y cuidarme. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Anna sonríe, sintiendo cómo su corazón se llena de amor por Elsa.

—Siempre estaré aquí para ti, mi amor. Siempre juntas— responde.

Las dos se miran a los ojos, sintiendo cómo la conexión entre ellas se fortalece en ese momento. Saben que hay muchos desafíos por delante, pero también saben que juntas pueden superarlos todos.