Red Velvet

Capítulo 113: Felicidad

"¿Por qué escogiste a Ruby?"

Estaba segura de que se le había pasado el efecto del alcohol, ya llevando más de una hora ahí arriba, todas reunidas, hablando, y bebiendo, por su parte pidió ya algo sin alcohol para no deshidratarse más de lo que ya estaba, además, ya había cometido una locura durante la noche, no necesitaba otra.

Estaba sentada en el sofá circular, con Velvet a su derecha y Ruby a su izquierda, su mano firme en la mano cálida de su mujer.

Y quizás, solo quizás, no se le había pasado el efecto del todo para haber tenido el impulso de preguntar aquello, que ciertamente le causaba cierta vergüenza.

No, le causaba mucha vergüenza.

No había hablado con Velvet hace mucho tiempo, nunca le había visto la cara, y siempre hubo una relación de recepcionista y cliente, se sentía muy fuera de lugar al hacerle una pregunta así de la nada sin tener la confianza necesaria.

Vaya desastre de mujer que era.

Velvet justo se había llevado el vaso a los labios, y se vio congelada en su posición con la pregunta, los ojos oscuros de esta observándola con curiosidad, sin pestañear casi, y aquello le causó incluso más vergüenza. Intentó no mirarle las orejas para no ser maleducada, pero las notó de reojo como se tensaron.

Se vio negando de inmediato, quitándole importancia al asunto, haciéndole un gesto a Velvet para que lo olvidase, y huyó de la situación, buscando su vaso a tientas, sujetándolo, para luego darse cuenta de que ya se le había terminado.

Su vergüenza seguía en aumento.

Escuchó a Velvet soltar una risa, estaban cerca, así que no era necesario que gritasen para escucharse sobre el sonido de la música, así que la escuchó claramente, pero no fue capaz de mirarla, ya se había avergonzado suficiente en pocos segundos.

"Jamás imaginé que vería a un Schnee entrar en mi hotel."

Fue lo siguiente que escuchó, y ahora si se obligó a mirar a Velvet. Esta sostenía su vaso en sus manos, estas en su regazo, y los ojos oscuros miraban hacia ningún lugar, pensativos. Se vio tragando pesado antes de volver a acomodarse en el sofá, quitándose poco a poco la tensión, obligándose a pensar que, si bien eran desconocidas, sostuvieron varias conversaciones importantes.

Incluso la amenazó una vez, bueno, parcialmente.

Ups.

Ahora que lo pensaba, eran una de las familias más conservadoras que había en la cúspide de Atlas. Si bien ella tuvo su pasado, a los diecisiete, luego del accidente, se obligó a rectificar su camino, convirtiéndose en la mujer que debía ser a los ojos de la sociedad, así como era el resto de su familia, siempre cuidando sus apariencias, sus reputaciones, manteniendo la frente en alto ante cualquier situación, y sin cometer errores, ninguno de ellos.

Nadie imaginaría que alguno de ellos entraría a un sitio que ofrecía servicios sexuales, de hecho, si ella se hubiese mantenido soltera, si no hubiese vivido esa situación que fue la gota que colmó el vaso, probablemente nunca hubiese tenido el impulso de ir a un lugar así, ya que Coco se lo mencionó por más de cinco años y nunca, jamás, le pareció apropiado, solo fue esa situación que la hizo tocar fondo.

Así que no, ningún Schnee pisaría un lugar así, era el tabú, no solo de la sociedad, si no de su familia, por lo mismo usó las relaciones para molestar a su padre en su adolescencia, para que se le cayese el pelo, lo cual no sucedió, pero si le hizo salir más canas.

Se vio soltando una risa nerviosa, si, debió haber sido una sorpresa verla ahí.

Velvet la miró finalmente, sonriéndole, su expresión corporal parsimoniosa.

Sin juzgarla, ahí, en el Red Velvet, nadie juzgaba a nadie.

Mucho menos se juzgaba el pasado.

"Uno de mis pasatiempos es la fotografía, y mientras estaba haciéndome con el dinero para empezar mi negocio, trabajé en algunas revistas, fotografiando gente famosa, y como tengo buena memoria, recuerdo con claridad cada uno de los rostros de la más alta clase del país."

O sea, ella.

Y eso que Velvet solía usar un velo sobre su rostro para anular un poco la buena visión que tiene, aun así, pudo reconocerla. Bueno, no la culpaba, ella tenía rasgos identitarios de su familia, características fáciles de reconocer, como su cabello claro o sus ojos. Si hubiese tenido rasgos más comunes, quizás le habría sido más difícil saber quién era.

Pero, si Velvet supo quién era desde el primer momento, y sabía cosas sobre la alta clase de Atlas, probablemente debía de saber que fue a un lugar así estando comprometida, ya que, en ese momento, aun no existía ninguna noticia sobre la separación.

Eso debía de verse fatal.

"¿Te diste cuenta de que estaba yendo a un lugar así estando comprometida?"

Me causó vergüenza decirlo en voz alta, diciendo la palabra 'comprometida' como un susurro, como si fuese una palabra indebida, que no debía ser dicha, y honestamente, en ese momento de su vida, si era algo así. Era prácticamente su némesis.

Velvet la miró, mirando hacia arriba, recordando.

"Si sabía eso, pero no es algo relevante, todos son bienvenidos en mi hotel. Pero creeme, por lo mismo sé reconocer a los infieles, y me pareció que tu prometido de ese entonces tenía todas las cartas para ser uno, y se notaba que no eran felices, que era solo un negocio más como varios matrimonios en Atlas, así que no te culparía si necesitaban compañía de cualquier tipo."

Velvet volvió a mirarla, y notó sus orejas un poco cabizbajas, cierta preocupación en su rostro.

"A pesar de que mantenías la compostura, estabas cansada, harta, y si bien sabía algo de los Schnee, tenía la suposición de que no habías ido con la intención de acostarte con alguien solamente, quizás solo necesitabas desahogarte."

Si, eso necesitaba.

Se vio recordando ese momento, como entró en ese lugar, la persona que era en ese momento, y se tensó, por inercia apretando la mano de Ruby en el proceso, y si bien esta estaba completamente ajena a su conversación con Velvet, se tomó un momento para agarrar su mano, para apretársela, y le sirvió para aferrarse a su lugar, para recordarse una vez más que ya no era esa mujer, que era diferente, que ahora era feliz, y hacía las cosas por gusto y no por desesperación, huyendo.

Notó como Velvet le dio una mirada de reojo a Ruby, y creía que esta había notado el agarre de ambas intensificándose, y se sintió enrojecer, lo que era un peligro, porque estaba oscuro, pero Velvet la notaría sin problema.

"Ruby es una buena chica, demasiado buena, y siempre la han adulado porque es buena para escuchar, porque es empática, porque genera confianza. La conozco desde hace mucho tiempo, y sabía qué, si alguien podía quitarte esa carga de encima, iba a ser Ruby."

Los ojos oscuros de Velvet brillaron, y se vio girando el rostro, mirando a Ruby, quien estaba mirando hacia Yang y Blake, estas hablado de quien sabe qué, parecía bien metida en la conversación, pero, aun así, notó su mirada. Ruby giró el rostro, los plateados observándola, calmos, tranquilos, suaves, y, sobre todo, felices. Sin decirle nada, esta le sonrió, sujetando firme la mano que tenía sujeta, llevándosela a los labios, dándole un beso en el dorso de la mano, para luego volver a añadir algo en su conversación.

Ruby siempre atenta a ella.

Ahora sí que estaba roja.

Antes de volver donde Velvet, se preparó mentalmente, que ya podía verla de reojo, sonriendo como una madre orgullosa de sus hijas, alegrándose por Ruby, a quien cuidó por varios años, a quien protegió. Al final, tal y como dijo Ruby, el Red Velvet era su familia.

Y si, la familia de Ruby era la propia, y la iba a adorar con locura.

Se vio carraspeando, intentando recuperar la compostura perdida.

"Al final, tenías razón. Me hizo sentir cómoda, me hizo sentir tranquila. Ruby fue todo lo que necesitaba y más. Sé que cometí errores al sentirme confundida, al tener miedo de avanzar, al verme luchando contra lo que quería y lo que se esperaba de mí. Debí haber lucido como una villana en ese entonces."

Cuando se alejó.

Cuando hizo sufrir a Ruby.

Cuando la obligó a separarse de esa familia.

Ese era otro de sus grandes remordimientos.

Errores que no cometería de nuevo.

Velvet se acercó un poco más a ella, teniendo un aura cómplice, por inercia se acercó más, queriendo escucharla lo mejor posible.

"Ruby sufrió mucho desde que le dijiste que no se vieran más, era como un cachorro abandonado, pero creeme que, a pesar de incluso consolarla, de verla llorando, jamás te culpó de nada, nunca. Sabía que tenías tus razones, y Ruby se encargó de dejar claro que tu no debías ser culpada por su sufrimiento."

Oh.

Por eso no la odiaban, tal y como deberían, incluso Yang y Blake deberían de haberse enojado con ella por hacer sufrir a Ruby, pero no fue así. Por supuesto que sentía que merecía aquel enojo por parte de ellas, se merecía ser tratada como escoria por haberle hecho daño a Ruby, así como se trató a si misma por eso.

Le gustaría devolver el tiempo, el volver al pasado, y entender que aquel accidente fue un accidente, y así jamás hubiese tenido miedo, el saber que su prometido estaba siendo deshonesto con ella y terminar aquella relación antes de siquiera concertarla, el haber decidido desde antes que su reputación, que su máscara frente a la sociedad no era tan importante como su felicidad. Eso hubiese hecho de su vida algo mucho mejor, pero temía que de ser eso posible, tal vez nunca habría conocido a Ruby.

No, a quien engañaba, Coco la hubiese hecho ir al Red Velvet, no tenía duda de eso, y ahí conocería a Ruby. No sería como lo fue, claramente, ella misma más adaptada a ese mundo, pero sabía que sin importar lo que hubiese ocurrido, como hubiese ocurrido, sabía que se habría enamorado perdidamente de Ruby, sin importar el orden de lo ocurrido durante su vida.

Ruby era su persona especial.

Se vio sonriendo, apretando la mano ajena en la suya, sujetándola, aferrándose a ella, acariciando los nudillos ajenos con su pulgar.

"No merezco a Ruby, pero no la dejaría ir, jamás."

Escuchó a Velvet soltar una risa apenas terminó de hablar, y quizás era un poco tóxico de su parte aquella frase, pero no le importaba. Ruby era suya, y mientras hubiese amor entre ambas, siempre sería suya, nunca, pero nunca, haría nada para perderla. Ya no importaba si el mundo entero ardía, no la iba a soltar, por nada.

Cuando miró a Velvet, esta parecía feliz, alegrándose por ellas a pesar de todo el camino rocoso por el que pasaron.

"No, no la dejes ir nunca, esa chica es muy feliz contigo."

Vaya, lo sabía, sí, pero escucharlo de alguien más, la hizo sentir avergonzada.

Se alegraba de haber sido suficiente para Ruby.

De que su persona, con todos sus altos y bajos, fuese capaz de hacer a Ruby feliz, y si lo miraba así, no se creía capaz de lograr algo así. Pero seguiría así, seguiría haciéndola feliz.

Porque se hacían felices mutuamente.

Y eso era lo que más quería en la vida, el seguir felices, porque habían sufrido mucho en la vida, merecían un momento de paz, una vida tranquila, y quería dársela, quería darle a Ruby todo lo bueno que pudiese darle, todo, absolutamente todo.

Iba a hacer lo que sea, porque Ruby era su todo.

Se vio agarrándose de Ruby al encontrarse con las escaleras.

Coco le había pedido otro vaso para ella, bueno, tal vez dos, y se le subió el alcohol a la cabeza demasiado rápido, y las escaleras se vieron horribles, casi una trampa mortal.

Fueron las primeras en irse, llevaban ya horas ahí, y ni ella ni Ruby eran realmente buenas para las fiestas, pero las demás parecían recién estar calentando, Yang estaba ansiosa de volver a meterse en la pista de baile, su energía infinita, Coco estaba igual, ya habiéndose tomado varias copas. Ella, por su parte, ya estaba destruida con una sola vez que bailó.

No tenía la energía para eso.

Ruby estaba riendo mientas la sujetaba y la ayudaba a bajar las escaleras.

Se sentía temblar, pero estaba firme ahí, segura.

Sabía que más de alguien las vio mientras bajaban, notando lo cerca que estaban, pero ni siquiera tenía la cabeza suficiente para darse cuenta si de verdad la veían o no, la tenía nublada.

Caminó sosteniéndose de Ruby, avanzando por el lugar, hasta llegar a la salida. El viento frio le llegó en el rostro, y fue como un golpe de lucidez, por suerte no hacía tanto frio como en invierno, o ahí si se le congelaría la cara. Pero el aire fresco le sirvió, ya sentía que podía caminar sin problema, pero a pesar de eso Ruby no dejó de sostenerla, la mano de esta firme en su cintura.

Si, estaba helado al ser de noche, pero estaba calentándose, y ya no sabía si era el alcohol, todas las emociones que sintió durante la noche, o simplemente la cercanía.

Estaba muy enamorada, estaba muy feliz.

Sabía que todo había sido idea de Coco, para ayudarla a distraerse, y si, sirvió.

Se sentía llena.

Caminaron hasta el auto, Ruby guiándola, y esta la ayudó a subirse. Se había puesto el abrigo, pero ya ahí adentro empezó a sentirse más acalorada, pero sabía que, si le pedía a Ruby que bajara el techo, eso la haría enfermarse, esa era una locura que no debía cometer, su salud era importante. Ruby se sentó a su lado, frente al volante, y encendió el motor, este rugiendo como siempre, y adoraba ese sonido.

Le tenía mucho cariño a ese auto.

A todo lo que tuviese relación con el Red Velvet, en realidad.

Eran sus inicios a pesar de todo.

El principio de su mejoría.

Ruby comenzó a salir del estacionamiento, y se quedó mirándola, recordando todo lo que ocurrió durante la noche, lo que habló de Ruby, lo que le dijeron de Ruby, y por supuesto lo que hizo con Ruby, exponiéndolas. Aún su celular no empezaba a sonar, así que aún no empezaba aquella noticia a moverse, pero sabía que al día siguiente más de alguna notificación le llegaría al respecto.

Era un hecho, una información así no iba a pasar desapercibida, y si pasara, si resultaba que ni siquiera se volvía un rumor, pues no iba a ocultarlo tampoco, no iba a contenerse más, nunca más.

Porque amaba a esa mujer demasiado, y quería darle todo el amor que pudiese, en cualquier momento y lugar, sin pensar en el que dirán.

Adentro del auto estaba oscuro, solo se veían las luces rojas del tablero y de la radio, así que podía ver a Ruby más por las luces que provenían de afuera que por las del interior, pero era suficiente para notar sus rasgos, sin importar lo tarde que fuese, así que notó cuando las mejillas ajenas se encendieron.

Y no se había dado cuenta que había sido su culpa.

De manera inconsciente había llevado una mano hacia el muslo ajeno, hacia los pantalones rasgados, sus dedos metiéndose dentro de la tela solamente para sentir un poco más de la piel ajena, cosa que siempre disfrutaba, que siempre anhelaba. Se vio tan enfrascada observándola que su cuerpo se movió por sí solo, y ahí entendió por qué su mano ardía aún más que el resto de su cuerpo.

Tenía mucho calor, y ahora además tenía un calor algo más diferente.

Más insoportable.

No era lo correcto, mucho menos mientras Ruby estaba ocupada manejando, pero esta seguía haciendo el trabajo sin problema, sin importar de su intromisión.

Así que siguió.

Movió los dedos por la pierna ajena, por la piel cálida del muslo, pasando las uñas, aferrándose a la carne, y se vio jadeando cada vez que la sujetaba.

Pero quería más.

Pero no debía, claro que no, pero el alcohol en su sangre la hacía ser aún más desinhibida de lo normal cuando su mente se calentaba, lo había comprobado antes. Era capaz de todo, y en cualquier lugar, con tal de mermar esa necesidad en su cuerpo, incluso no le habría molestado el hacer algo así frente a las personas con las que compartió durante la noche.

Era una mujer sucia, lo sabía.

Y era lo que la hacía sentir mejor.

Ruby jadeó al igual que ella, pero su agarre estaba firme en el manubrio, manejando a una velocidad estable, sin perturbar su trabajo, concentrada en eso.

Si Ruby ponía su mente en algo, podía lograr lo que sea.

Incluso manejar con cuidado y de manera perfecta mientras su mano comenzaba a moverse, mientras se posicionaba sobre la ropa interior ajena. Estaba segura de que en el proceso de llegar ahí había rasgado aún más los jeans, pero no le importó. Los destrozaría por completo con tal de llegar a su objetivo, y sabía que Ruby la entendía mejor que nadie, que entendía esa necesidad.

Aún tenía la camisa que Ruby rompió tiempo atrás, y quería tener más prendas que Ruby pudiese romper a su antojo.

Pudo sentir el calor en Ruby, sus dedos pasando por encima de la tela, sintiendo como poco a poco la humedad comenzaba a hacerse presente. La posición no era cómoda, en lo absoluto, pero por ahora era suficiente para calmarse, o al menos para satisfacer el fuego que la quemaba por dentro.

Ruby volvió a jadear cuando sus dedos se metieron adentro de la tela, porque quería sentir ese calor de manera directa, así como la humedad, y no se arrepintió. Era tan cálido, adoraba estar ahí, y si tuviese más espacio, entraría, pero no lo haría, porque quería entrar hasta el fondo, y si no podía hacerlo, iba a sentirse decepcionada.

Así que se conformaría con el exterior.

Se comenzó a mover, sin dudarlo ni por un momento, sus dedos resbalando entre los pliegues, pasando por encima del clítoris duro y palpitante, y quería más, como ansiaba más.

No era suficiente.

Ruby estaba muy atenta al frente, al camino, a alrededor, como la buena conductora que era, pero sus jadeos eran evidentes. Ella misma estaba siendo un peligro, lo tenía claro, y lo fue aún más cuando con su mano libre comenzó a levantarse el borde del vestido, solamente para poder meter su mano en su propia ropa interior.

Ruby dijo su nombre, como un susurro, mirándola de reojo, pero sin permitirse distraerse.

Confiaba mucho en Ruby para hacer eso, ambas confiaban en la otra, y, sobre todo, Ruby confiaba en si misma para hacer la labor en ese instante, porque no había dicho ni la palabra, ni tampoco se había detenido.

Comenzó a tocarse tal y como estaba tocando a Ruby, y, de hecho, se vio saliendo de aquel agujero que ensanchó, solo para abrirle el pantalón, desabrochándolo, para poder tener más espacio, y lo tuvo, así que ahí, ya tuvo mayor libertad de moverse, de moverse más como quería, y ella misma se vio abriendo más las piernas para poder tocarse a sí misma, no sin antes bajarse la ropa interior, quitándola del medio, no la quería cerca.

Si el cinturón de seguridad no estuviese estorbándole, también se habría quitado el abrigo, como quería sacárselo.

El auto de Ruby tenía los vidrios tintados, sí, pero no como su auto, no era algo completamente efectivo como la familia Schnee garantizaba que fuese, pero aquel riesgo, la hizo ser aún más desvergonzada. Alguien podría verla, de eso no tenía duda, pero en ese momento no le importaba, no le importaba nada.

Su vestido estaba arriba de su pelvis, dejaba visible todo lo que estaba haciendo, y esperaba que Ruby pudiese verla de reojo lo más posible, así que debía darle la mayor visibilidad que podía. Incluso notaba como los giros que Ruby daba eran lentos, parsimoniosos, así como su conducción, solamente para mirarla con mayor detención.

Por su parte, se concentró en esta, en sus ojos ahora oscurecidos, en su rostro, en su cabello, en su cuerpo, en el calor que sentía en sus manos, así como miraba también hacia afuera, teniendo las ansias grotescas de que alguien la viese, quien fuese, y notase la clase de persona que era, el animal en celo que se convertía, la verdadera mujer tras la máscara.

Sabía que iban llegando a los departamentos, estando cerca, y por lo mismo, comenzó a apresurarse, a moverse más, porque quería venirse ahí afuera, en movimiento, y quería hacer que Ruby se viniese con ella.

El calor era insoportable, cada vez más, en propio y el ajeno, así como la desesperación y el anhelo de venirse, de venirse lo más pronto posible.

Los jades de Ruby y los propios eran evidentes, eran un concierto ahí dentro, que ni la leve música podía imitar.

Dios como quería venirse.

Se vio llevando un pie hacia el tablero del auto, arriba de la guantera, abriendo aún más las piernas, haciendo aún más evidente lo que estaba haciendo para cualquiera que pudiese verla desde afuera, desde cualquier ángulo, incluso notó a Ruby tensarse al verla.

El rostro ajeno se puso tenso, lo notó en cada parte de su expresión, así como en lo rojo de su piel, y conocía a Ruby lo suficiente para saber cuándo iba a venirse, sin importar lo silente que intentase ser, lo controlada que estuviese, así como ahora.

Solo un poco más.

Estaba segura de que estaba mojando el asiento de cuero, pero no le preocupaba, ya lo limpiaría.

No ocultó sus gemidos, no los acalló, mucho menos ahora que se sentía tan cerca, que estaba tan caliente, tan lista para correrse, y, además, quería que Ruby la escuchase, sin importar cuan fuerte sonase el motor, quería que estos le llegasen a Ruby sin problema.

Y ahora, se volvieron incluso más desinhibidos, escandalosos, sobre todo cuando Ruby apretó los dientes, sus ojos fijos en el camino, tensa, pero sin querer parar, lo veía en esta, y por supuesto que ella iba a satisfacer los deseos de su mujer, así que movió sus dedos más rápido, haciendo más presión, usando toda su energía para que ambas lo sintieran, para que ambas pudiesen llegar al éxtasis.

Finalmente, Ruby se vino, la notó temblar mientras el auto se iba deteniendo, para finalmente detenerse del todo, Ruby tirando su cabeza hacia arriba, soltando un gemido grave que le hizo poner los pelos de punta, su cuerpo temblando.

Y ahí, pudo venirse.

Se vio atrapando su propia mano entre sus piernas, soltando un grito, su cuerpo por completo removiéndose en el asiento, temblando, así como su interior, su clítoris palpitando fuertemente contra sus dedos.

Se sentía tan bien.

Cuando fue capaz de mirar hacia el frente, se vio en la entrada del estacionamiento de los departamentos, el sujeto de seguridad refugiado en su cabina, y se vio sudando aún más al pensar que estaban tan cerca. Este les dio la entrada, permitiéndoles el paso, y para cuando eso ocurrió, Ruby ya había recuperado lo suficiente la compostura para volver a avanzar, para pasar por el lado del de seguridad, ambas fingiendo que nada ocurrió, aunque dudaba que el hombre les hubiese dado mirada alguna, ocupado en sus cosas.

Y estaba ligeramente decepcionada de eso, pero no iba a tentar más a su suerte.

Soltó un suspiro aliviado, acomodándose en el asiento mientras Ruby se estacionaba en su lugar usual, su auto ahora al lado de este.

Ruby apagó el motor, y la observó, ambas se miraron.

Pero a pesar de todo lo que ocurrió, aun había calor en los ojos ajenos, y estaba segura de que también en los propios.

No era suficiente.

Con Ruby nunca tenía suficiente.

Y eso era lo mejor de todo.


Capitulo siguiente: Diversión.


N/A: Ay, se puso intensa la cosa ah, nunca lo habría esperado con el comienzo tan tranquilo, pero en algún momento iba a ocurrir, así que todo está bien, además, es 113 más me crece, así que debía de haber algo coqueto. Me gusta el equilibrio en los capítulos, aunque probablemente en el siguiente falle un poco en eso, ya saben por qué.

Nos leemos pronto.