Tierra, Fuego, Aire, Agua.
La gente no es creada igual. Nunca lo es. Esa fue la cruda verdad que Izuku Midoriya aprendió a la edad de seis años.
Vivía en un mundo donde la gente podía controlar un elemento natural, comenzando hace años sin un origen específico.
Él no podía. Y cada que lo intentaba un cansancio horrible lo atrapaba.
Su madre, a veces, le contaba historias de viejos tiempos, pero nunca le sabía contar como surgió el control. Pero sí le contó de un ser que era capaz de controlar los cuatro elementos, y con ello mantenía la paz entre todas las naciones. Le contaba como este era considerado un héroe de leyenda y como cada una de las personas que poseían este título habían muerto de forma valerosa, o vivido su vida siendo valiente y persistente para llegar a una vejez digna.
Le contó la historia de Aang, quien acabó con una guerra, y junto a sus amigos construyó la ciudad en la que Izuku vivía; le contó la historia de Kyoshi, quien creó la isla Kyoshi y las órdenes de las guerreras Kyoshi y los Dai Li; la historia de Korra y como enfrentó a numerosos enemigos que casi acaban con su vida y el orden pacifico que tenía el mundo en esa época; de Sena quien murió en batalla campal tras una horrible situación que llevó al mundo al destierro de unos seres llamados "espíritus" (con algunas excepciones, pero nunca le decía quienes); de Nana que enfrentó a un hombre malvado dos veces; y de Toshinori, o como ella a veces le decía All Might, que fue el más valiente de todos. Este último era el favorito de Izuku, pues su madre siempre le contaba de grandes hazañas y de cómo ayudaba a otros con su carisma, siempre con una sonrisa. Su mamá nunca le dio fechas, ni le decía qué título tenían estas personas o cómo lograban controlar los cuatro elementos, dejándolo siempre con muchísima curiosidad... Aunque no sabía por qué estás historias le tintineaban en la cabeza.
En la escuela, a veces contaba las historias de su madre, pero siempre le decían que eran mentiras y cuentos para dormir, sobre todo un niño rubio de ojos rubí que se burlaba de él.
— ¡Ha! ¡Cómo si eso fuera posible, nerd! ¡Además, si lo fuera, nunca me ganaría ese tipo raro a mí, ni a mí fuego control!
— ¡Kacchan nunca perdería! ¡Eso lo se! Pero aun así creo que no deberías de burlarte de mis historias... - Izuku admiraba a ese niño, aunque a veces no podía evitar sentirse triste por sus comentarios...
— ¡Cállate, Deku!
— ... ¿Deku?
— Es otra forma de leer tu nombre. Significa inútil.
— No seas malo, Kacchan...
Cuando le preguntaba a su madre de porqué todos decían que eran historias falsas, ella solo le dedicaba una sonrisa.
— ¡Kacchan! ¡Espera! - el niño de cabellos verdosos iba corriendo atrás del de cabellos rubios.
— ¡Corre más rápido, tonto Deku! - El de cabello rubio dijo con una voz un tanto molesta, aunque tenía una pequeña sonrisa traviesa en sus labios. — ¡Eres demasiado lento y tienes qué mantener nuestro paso! ¡Sino te vamos a dejar!
Izuku estaba familiarizado con este tipo de frases dirigidas hacia él.
— No seas malo, Kacchan... - El niño llegó detrás del de cabellos rubios. Jadeando, trató de recuperar el aire. No era muy bueno corriendo.
— ¿Por qué nos juntamos con éste? - Un niño de cabello largo preguntó en voz baja al rubio y a otro niño regordete. El rubio solo rodó los ojos, aunque el otro respondió.
— Ni nos juntamos con él, sólo se pega a Bakugo. - Y rodó los ojos.
Izuku infló las mejillas volteando a otro lado.
— ¡Cállense! ¡Solo hay qué practicar! ¡Y tú solo observa, Deku! - Fue lo último que dijo el rubio, para dar una patada que generó una flama brillante que iluminó el lugar.
Katsuki e Izuku crecieron juntos. Sus madres eran mejores amigas y desde bebés los dejaban juntos. Su mamá decía que incluso desde que él estaba en su barriga, Kacchan ya lo buscaba. Y se sentía a salvo con él, muy a pesar de las palabras hirientes que éste le dijera. Kacchan era su amigo, y además le tenía gran admiración, más que a los héroes de las historias de su mamá, más que a su favorito: All Might.
Era bueno tener un amigo tan cercano.
Incluso aunque esté lo viera como si tuviera algo mal, como un inútil, como un bebé.
Esas miradas fueron lo que hicieron que se diera cuenta de que a él no lo hicieron igual que a los demás. Pero, aunque esa fuera su premisa, no se iba a detener. Él quería ayudar a la gente y ser valiente, como los héroes en las historias de su mamá.
A menos que tuviera pesadillas.
A ese hombre de cabello rubio lo asesinaron.
Dos picos de tierra bien afilados lo atravesaron: El primero fue por su espalda, destrozando la parte baja de su columna, lo que lo conectaba con sus piernas. El segundo atravesó su estómago, parte de un pulmón y sus intestinos. Diez minutos de agonía que para él fueron eternos.
Pero fueron minutos suficientes para escuchar al hombre enmascarado frente a él decir: "Maldita Raava. Si intentas destruir mi mundo ideal otra vez... Te juro que tú próxima vida será la última. No volverás a ver ni a Tui ni a Agni jamás", para que luego el de ojos azules fuera a mover los brazos con la poca fuerza que le quedaba por última vez, e empalar al hombre de negro con otros dos picos iguales o más afilados que los que atravesaron a él, clavándose en su estómago y parte de su cráneo.
El rubio, que se veía que era bastante musculoso, dio un suspiro al aire. Todo su cuerpo pareció desinflarse, al punto que parecía un esqueleto... Y cerró sus ojos permanentemente...
Fue en ese momento que Izuku despertó, temblando y con un dolor en su abdomen que se esfumó al instante. No era algo placentero soñar con la muerte, y mucho menos cuando ese sueño era tan recurrente, pues podía detectar qué días lo iría a tener: cada luna llena, desde los seis años (cuando se dio cuenta de su realidad como un ser distinto a los demás, uno inferior) hasta la actualidad.
El de cabello verde tenía la costumbre de ponerle nombre a todo lo que escuchaba, veía, y soñaba, para después anotarlo en una serie de libretas que tenía acomodadas en su librero, todas con un título en común: "Diario de análisis para el futuro, volumen" y el número que llevaba. Esta pesadilla nunca la anotaba, pues ya se la sabía de memoria, pero al menos le tenía nombre: El sueño de la luna roja.
Siempre que la luna roja lo atrapaba en sus sueños y lo despertaba, solo se sentaba, prendía la lámpara de noche junto a su cama, y empezaba a ver todo lo que tenía a su alrededor: Cobijas, cortinas, el espejo, su lámpara, un peluche en forma de hurón rojo de fuego (regalo de su tía Mitsuki, la mamá de Kacchan), el mapa mundi de su pared (regalo de su padre enviado por correo hace ya unos años).
En las noches de pesadilla sentía la garganta seca y despertaba con muchísima sed, y si se había acabado el vaso de agua que colocaba su madre en el buró antes de ir a dormir, no se levantaba por otro. Tenía miedo de que cuando saliera de su habitación se encontrara con la escena de la luna roja, viera los intestinos del hombre de cabello rubio o viera al hombre de traje negro empalado contra la pared con el cráneo destruido.
Entonces trataba de distraerse observando el mapa mundi o leyendo las libretas con sus recordatorios. Cuando veía el mapa mundi se preguntaba cómo era el mundo afuera de ciudad república: ¿Tendrían animales por todos lados? ¿O estaría igual de avanzado como en la ciudad? A veces le gustaba imaginarse yendo a esos lugares, sobre bisontes voladores o viendo patos tortugas en libertad y no en los estanques privados de las familias ricas. También leía sus recordatorios: que si había acabado la tarea, que si había enviado un mensaje a su padre ese día, que si no había olvidado comer, que si había ayudado a alguien hoy...
Y se volvía a dormir abrazando su almohada.
Esas pesadillas no eran lo único que atormentaba a Izuku. Desde los siete años, aunque seguía a Bakugo de cerca, este comenzó a tratarlo peor de lo que ya lo hacía: Las malas miradas y las palabras rudas que salían de la boca del rubio, se volvieron golpes de los que no se podía defender, aunque agradecía que al rubio nunca se le hubiera ocurrido golpearlo usando fuego control... además de que, a veces, el rubio era amable con él y... Bueno. Sabía que no era tan malo. El rubio siempre decía que era para enseñaré a defenderse, pero que era tan inútil que parecía que las palizas que le daban eran a propósito y no con el objetivo de enseñarle a defenderse. "Estúpido Kacchan", solo pensaba el de azul...
¡Pero no todo era malo! Al menos cuando se trata de su mamá...
Su mamá, Inko Midoriya... Una mujer dulce, amable y cariñosa. Ella siempre hacía todo mejor para él, lo amaba y él a ella... Siempre se preocupaba por él, le contaba esas historias que tanto le gustaban, tomaba su mano y lo hacía sentir especial, lo abrazaba las noches que La Luna Roja lo dejaba demasiado mal, lo curaba de los golpes que Kacchan y sus amigos le daban (siempre preguntando quién lo golpeaba, pero él poniendo de excusa que se caía o chocaba con cosas. No era difícil de creer pues era bastante torpe), ayudándole a recordar cosas que le faltaban, contándole de su padre y como su madre y él se conocieron, contándole también las historias que su padre le había contado a ella, y contándole del país de origen de ella...
Además de una hábil enfermera que, en base a sus habilidades curativas como maestra agua, trabajaba como enfermera privada, atendiendo a gente que requería de sus cuidados en sus casas. Atendía de todo: viejos, niños, mujeres, hombres, deportistas, maestros, no maestros, incluso atendía a gente importante como el general Enji Todoroki y a su familia.
Cuando tenía ocho años, fue la primera vez que fue a casa de los Todoroki, acompañando a su mamá. Era una casa bastante tradicional, con un gran jardín en el centro. Ahí vio por primera vez un pato-tortuga en vivo, en el pequeño estanque que tenían en el centro del gran jardín.
Su mamá estaba atendiendo al general, cuando él se acercó al pequeño estanque, a ver a esos curiosos animales, hincándose frente a este. Estiró su mano hacia uno de los animalitos...
— No toque a Aoi, le va a morder.
Izuku se asustó, sintiendo que se iba de frente a punto de caer en el estanque.
Una mano lo agarró del cuello de su camisa azul y lo jaló hacia atrás, cayendo de espaldas sobre el pasto. Izuku apretó los ojos por el golpe en su cabeza, sobándose. Y cuando abrió los ojos lo vio.
Era un niño, más o menos de su edad. ¡Tenía una mirada extraña! Sus ojos eran un gris morado, como si combinaras el fuego de una brasa hirviendo y el agua de una noche de tormenta, y su cabello estaba dividido a la mitad: Su lado izquierdo era rojo como el fuego, su lado derecho era blanco como el hielo. También notó que portaba ropas elegantes de la nación del fuego.
— ¿Se encuentra bien? - El niño de dos colores preguntó, manteniendo una mirada estoica. Izuku solo asintió, sentándose en el pasto algo apenado. — Me alegra. - Y el niño se sentó junto al de cabello verde observando el estanque...
— ... ¡S-Soy Midoriya Izuku! - Dijo de golpe el de pecas, haciendo una reverencia y estirando su manita hacia el otro para presentarse. Su mamá le había dicho que presentarse de mano era la forma elegante de hacerlo, pero como nunca lo había hecho se sentía muy raro.
El de mirada estoica hizo una pequeña reverencia con la cabeza, para luego estirar la mano y tomar la del otro niño.
— Todoroki Shoto...
¡Ey! Ese era el apellido del general-¿Sería su hijo? Su mamá le había contado que el general tenía varios hijos, pero nunca pensó que se encontraría con uno de ellos. ¿Querría ser su amigo?
— ¿Le gustan los patos-tortugas? - Shoto preguntó viendo de nuevo al estanque. Izuku se sorprendió por la propiedad con la que le hablaba. ¡Él no estaba acostumbrado!
— ¡Si! ¡Aunque nunca había visto uno en vivo! - El de ropa azul asintió con entusiasmo. Unos patitos se acercaron hacia donde estaban ellos.
— Eso es bueno... ¿Viene con la señorita que nos atiende? - Izuku asintió con la cabeza, mientras Shoto solo asintió de vuelta. — Entiendo... - se quedaron en silencio unos segundos... Y de repente, tomó uno de los pato-tortuga entre sus manos. — Nene es más amable, creo que ella no le va a morder. - Y se lo pasó al niño de cabello verde.
Izuku no pudo evitar sonreír, tomando el animalito entre sus manos.
— ¿Todos tienen nombres?
— Así es. - El niño de cabello dual respondió. — Nene es la que tiene entre sus manos. La reconocemos porque tiene una manchita en su caparazón que parece un corazón. - Dijo señalando la manchita. Izuku la vio... ¡Sí tenía forma de corazón! — Aoi es ésta - señaló con el dedito. — A ella le reconocemos porque su caparazón tiene un tinte azul.
Y fue nombrando a los diez patito-tortugas de su estanque: Nene, Aoi, Haru, Rena, Hana, Yuki, Hekapu, Feza y Kurimo. Izuku mantuvo a Nene en sus manos... ¡Tenía que anotar los nombres antes de que se le olvidaran! ¡También el nombre del niño! Tenía tantas preguntas que-Oh cierto, no traía su libreta... "Todoroki, Todoroki, Todoroki" se repitió en su cabeza muchas veces para no olvidar el apellido del niño. Al menos ese lo recordaría...
El niño más serio observó al de cabello verde unos instantes, y ladeó la cabeza al ver el semblante nervioso del niño.
— ¿No le gusta sostener a Nene? ¿Pasó algo?
— ¿¡Uh!? ¡No-Digo si! ¡N-No es nada! ¡Estaba pensando en algo más! - El de pecas se puso tan rojo como la ropa del de ojos grises. Intentó distraerse viendo al animalito en sus manos, acariciándole la cabecita...
Shoto asintió nuevamente en silencio, y así se mantuvieron un rato hasta que Izuku volteó al niño doble.
— ¿Puedes controlar algún elemento? - Preguntó con curiosidad, a lo que el niño serio asintió.
— Apenas estoy aprendiendo, pero sí, puedo controlar el fuego. ¿Por qué pregunta? - ladeó la cabeza nuevamente.
— ¡Oh, nomás! Curiosidad... Solo amo mucho el control de los elementos. ¡Es fascinante!
— ... ¿Usted controla alguno? - preguntó de vuelta el de piel pálida.
— N-No... - Izuku contestó, encogiéndose en su lugar. Bajó al patito y lo volvió a poner en el estanque.
— Oh... - Todoroki solo respondió, viendo a Nene de nuevo en el agua. — Entonces usted es igual a mi hermano, Natsuo. - Dijo con tranquilidad.
Izuku solo pudo parpadear viendo al niño. Ahora tenía más curiosidad.
— ¿Tienes más hermanos? - Todoroki asintió con la cabeza. — ¿Y son maestros?
— Mi hermana Fuyumi es una maestra agua, igual que mi madre, pero ninguna tiene mucha práctica. Mi hermano Touya es Maestro fuego, igual que yo y mi padre. - La mirada de Shoto se posó sobre el estanque. Aunque Izuku notó un toque de melancolía en su voz.
Iba a preguntarle más cosas: ¿Qué clase de técnicas usa? ¿Quién le enseña? ¿En qué escuela va? Pero no pudo ya que escuchó la melodiosa voz de su madre atrás de él.
— Izuku, ya terminé. Hora de irnos.
Ambos niños voltearon atrás, donde la mujer de azul estaba junto a un hombre grande y fuerte que sostenía una bolsa con hielos en su mano, apretándola contra su brazo.
Izuku se levantó de su lugar y estuvo a punto de correr con su mamá, pero volteó a ver al niño y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse.
— ... Gracias... - El niño de rojo tomó la mano amablemente, y se levantó. Cuando Izuku vio que Shoto ya estaba de pie, ahora sí, salió corriendo.
— ¡Adiós Todoroki-kun! ¡Espero que seamos amigos!
La siguiente vez que Izuku volvió a ver a Todoroki-kun fue un día especial. Mitsuki e Inko tenían la costumbre de dejar a sus hijos un día de la semana en casa de la otra, por lo que ese día estaba Kacchan en su casa. ¡Y estaban jugando un juego de mesa! ¡Hanafuda! Aunque obviamente el rubio seguía siendo él.
— ¡Te voy a ganar Deku!
— ¡No! ¡Esta vez voy a ganar yo!
— ¿¡Me estás retando?!
— Es de los únicos juegos en que te puedo retar~ - Y le dedicó una gran sonrisa que llegó hasta sus ojos.
Estuvieron unos minutos así cuando su mamá entró por la puerta con el teléfono en la mano.
— Katsuki-kun, ¿Crees que puedas decirle a tu mami que venga por ti y si puede ayudarme con Izuku? - Dijo pasándole el teléfono. — Me acaban de llamar por emergencia y bueno...
— La vieja está trabajando. - Dijo Katsuki de golpe. — No creo que se pueda, tía Inko... - Graciosamente, todavía pasaba que cuando estaba en presencia de Inko, el niño se calmaba de golpe.
Inko frunció el ceño, llevando su pulgar a su boca y mordiendo la uña.
—... Okay, creo que los voy a tener que llevar conmigo. - Se frotó el rostro con algo de frustración. — Levanten sus cosas, vamos a salir un par de horas y en un momento regresamos ¿Va?
Ambos niños asintieron al mismo tiempo.
A los diez minutos ya estaban frente a la misma casa tradicional. Les abrió una chica alta, de unos quince años, con cabello blanco como la nieve y pequeños rayos en éste de color rojo.
Kacchan alzó una ceja viendo el cabello de la muchacha, "qué raro" pensó.
— ¡Señora Midoriya! Qué bueno que llegó... - La voz de la muchacha sonó aliviada, dejándolos pasar.
— Disculpe la tardanza, y disculpe que traje a mi hijo y a mi ahijado... - Inko hizo una leve reverencia, para luego dejar pasar a los niños primero. Comenzó a hacer preguntas mientras la niña de cabello blanco los guiaba al jardín principal. Y en cuanto llegaron, la de cabello verde se fue a otro lado casi corriendo, seguida de la de mechas.
Izuku entró al jardín, tomando la mano de Kacchan y buscando con la mirada al niño de cabello doble... Extrañamente el rubio no intento aflojar el agarre, y de hecho estaba algo... ¿Alarmado? Pero Izuku no lo noto en ese momento, pues vio al otro lado del jardín al niño que buscaba. Estaba sentado junto a un gran árbol, y parecía estar leyendo un pequeño libro.
— ¡Ven Kacchan! - Dijo de golpe, jalando al niño rubio. — ¡Hola, Todoroki-kun!
— ¡No me digas que hacer! - Contestó el rubio, pero aun así siguió al de cabello verde.
Al escuchar aquellas voces, Shoto alzó la mirada de su libro, viendo al par de niños. Lo cerró, y se levantó de su lugar.
— Midoriya-kun, es un gusto verlo de nuevo. - Dijo haciendo una reverencia en cuanto llegaron frente a él. Izuku devolvió la reverencia tras soltar a Kacchan, para que el otro solo chasqueara la lengua alzando una ceja de forma juzgadora. — ¿Quién es quién lo acompaña, si pudiera saber? - Preguntó con curiosidad, ladeando la cabeza.
— ¡Él es mi amigo Kacchan!
— ¡Hey! ¡No hables por mí, Deku! - dijo dándole un leve golpe en el hombro al de ojos verdes. — Soy Bakugo Katsuki, ni se te ocurra llamarme con ese estúpido apodo, extra-mitad-mitad.
—... ¿Deku? ¿Extra? ¿Mitad-mitad?
— Kacchan, no seas malo... - el rubio volvió a chasquear la lengua.
— ... Es un gusto, Bakugo-kun. - Dijo haciendo una reverencia.
— ... ¿Siempre eres tan estirado?
— ¡K-Kacchan!
Todoroki solo parpadeó...
— ¿Estamos jugando a las preguntas o.…?
— ¡Todoroki-kun, no!
— ¿¡QUÉ QUISISTE DECIRME, MALDITO HOT'N'COLD?!
Las visitas a la casa de los Todoroki se volvieron cada vez más continuas. Había días en que Izuku iba con su mamá, ¡había días en que incluso los acompañaba Kacchan! Y había otros en que se quedaba en casa de los Bakugo.
Le gustaba ir a la casa de su nuevo amigo. Iba a jugar, a hablar de patos tortuga, a preguntarle sobre su fuego control ¡Incluso una vez le tocó ver cómo Shoto levantó la pierna muy alto, generando una llamarada de luz! Era asombroso. Ya llevaba poco más de un año conociéndolo y cada vez le caía mejor. Además, era MUY gracioso ver a Kacchan y Todoroki-kun discutir (o más bien, Kacchan gritarle a Shoto y que esté ni se inmutara).
Aunque a veces le daba asco el olor a carne quemada que dominaba en la casa, y con el pasar de los días este olor era más dominante.
—... Todoroki-kun. ¿A tu mamá se le quema mucho la comida? - Preguntó Izuku uno de los días en que fue con Katsuki. Katsuki volteó a ver a Izuku de reojo. Él también había notado el olor, pero no había dicho nada.
Shoto se paralizó de golpe, viendo las cartas que estaban boca abajo frente a él.
— ... No. De hecho, el olor es culpa de mi padre y mi hermano Touya. - El niño tomó entre sus manos una carta del memorama con el que estaban jugando, como queriendo distraerse.
Kacchan solo le dio un codazo a Izuku, y negó con la cabeza en silencio. Izuku se volvió a quedar callado...
— Mi hermano quiere perfeccionar una técnica que le ha enseñado mi padre y no lo ha soltado en días. - El niño siguió hablando, tomando las cartas del juego que acababa de ganar. — Se ha quemado por querer perfeccionarla.
Los dos niños se quedaron callados, viendo al niño de cabello dual.
— Le toca, Bakugo-kun...
— ... Sí, claro. Como sea... - Ambos niños se veían claramente incómodos. Shoto levantó su vista, viendo a ambos.
— ¿Se sienten bien ambos? - Preguntó el niño. — Se ven algo pálidos... Puedo llamar a la señorita Midoriya para que los revis-
— Estamos bien, Icyhot. Cállate.
— La pregunta es... ¿Tú estás bien...? - Y la clara empatía del pequeño de pecas se hizo notar en esos instantes.
Shoto ladeó la cabeza, haciendo un mohín.
— Sí, estoy bien. Quizás algo preocupado, pero... Estoy bien.
Y no volvieron a hablar del tema.
Pasaron los días y las visitas continuaban. Llegó un punto en que Inko mejor prefirió dejar a Izuku en casa de los Bakugo por casi dos semanas.
Ya tenían diez años.
En esos días hubo luna llena. Izuku estuvo todo el día un poco ausente, pensando en cómo le haría para no gritar esa noche. ¿Tendría que amarrarse a la cama? No, si lo hacía no se podría calmar, no podría ver a su alrededor para asegurarse de que no estuviera dentro de la pesadilla. ¿Kacchan pondría un mapa en su cuarto solo por ese día? Tenía sus libretas, pero su rutina para calmar la ansiedad de las pesadillas era muy específica (mirar sus cosas, su mapa y pensar en lugares distantes, luego leer sus libretas) y si no la seguía empezaría a llorar. Luego pensó en el dolor de su abdomen ¿Que tan fuerte le iría a doler esa noche? Y luego en sus gritos ¿Qué pasaría si por gritar en medio de la noche su amigo se molestaba con él por haberlo despertado? ¿Qué haría si gritaba y despertaba también a los tíos Mitsuki y Masaru? El dolor del abdomen a veces era muy fuerte y esas eran las noches en que mamá iba con él porque no podía evitar gritar del dolor y luego llorar por el miedo que tenía de que un día ese dolor fuera real y-
— Deku, estás murmurando otra vez. - Escuchó a su amigo decir. Sorprendentemente estaba calmado. Normalmente Kacchan siempre le decía directamente "Cállate" o "Cierra la boca" o cualquier otra forma agresiva de pedirle silencio a su murmullo extraño, pero en este momento era... Una situación distinta.
Automáticamente, se llevó la mano a su boca.
— P-Perdón... - dijo viendo a otro lado.
Kacchan volvió a verlo con esa mirada que le decía en silencio: "Hay algo mal contigo". A Deku no le gustaba esa mirada, era peor que cuando lo golpeaba porque era lento, que cuando lo trataba como bebé o cuando lo llamaba Deku. La odiaba porque nunca sabía por qué se la daba, además de darle una extraña sensación que le daba escalofríos. Izuku no decía nada nunca, pues su amigo siempre disimulaba... Pero la de hoy estaba directamente sobre él.
— ... ¿Por qué siempre me miras así?
Bakugo se dio cuenta de que lo miraba y volteó a otro lado.
— ¿Mirarte cómo?
— Pues-Pues... Así... ¿Creo? Es... Es raro...
— ¡Ha! ¿Quién te crees? Cómo si alguien te fuera a ver de una forma que no denote que eres molesto. - El rubio dijo, volviendo a su tono usual agresivo.
— ... Ya, nada. - El de camisa azul hizo una mueca.
Pasado el tiempo ya era de noche. Dormiría en un pequeño futón junto a la cama de su amigo. Pero la ansiedad lo agarró desde como las ocho, media hora antes de la hora de dormir de su amigo y la hora en la que los mandaban a acostar a ambos. Izuku se quedaba dando vueltas en la cama puesto que no estaba acostumbrado. Esa noche no fue diferente.
Además de que, la verdad, no quería dormir esa noche: La pesadilla siempre lo agarraba de distintas maneras, y no quería despertar a nadie de la casa. Siempre se sentía mal cuando despertaba a su mamá... Y ahora hacerlo en casa de su amigo Kacchan sería muy mala idea... ¿Qué tal si por gritar se molestaba y ya no quería jugar con él? ¿Lo tomaría como un bebé por llorar por una pesadilla? Por lo que sabía, las pesadillas eran sueños malos nada más, pero... La suya se sentía tan real que...
El cansancio le pegó de golpe. Cómo siempre en luna llena... Oh, espíritus.
Los picos afilados se clavaron en el cuerpo del hombre rubio, y otros dos se clavaron en el del hombre de negro. En todo el tiempo que ha tenido esta pesadilla, era la primera vez que notaba que el hombre de negro realmente no tenía una máscara: Una sombra le tapaba el rostro y el cabello, como si estuviera borroso, como en esos programas donde hacen entrevistas a personas anónimas. También, el sueño estaba cambiado en el lado del rubio: Lo vio toser, llevándose la mano débil a su boca, y vio como un chorro de sangre la manchó. Y todo terminó como siempre, un suspiro que hizo luces elevarse y...
Izuku despertó más agitado que de costumbre, sentado en el futón y volteando a todos lados. Oh no, su lámpara no estaba, ni su cama, sus cobijas, su peluche...
Las lágrimas escurrían por sus mejillas, y lo único que pudo pensar fue en ver sus manos... ¿Estarían manchadas de…? Estan limpias... El dolor en su abdomen se esfumó al instante de bajar sus manos.
Volteó a sus lados buscando con la mirada algo que lo logrará calmar... Y vio unos rubíes mirándolo.
— ¿Zuku, estás bien? - Pudo escuchar la voz de Kacchan, en voz muy baja, casi gentil (si es que podías decir que era gentil con ese tono rasposo). El niño rubio frunció un poco el ceño, pero su mirada no era de enojo...
Izuku solo lo vio. La costumbre le decía que barriera todo bajo la cama y dijera un simple 'sí, estoy bien', pero la mirada de Kacchan le decía que no lo hiciera... Era la mirada de siempre, esa que no le gustaba, que le decía que algo mal había con él, pero está vez tenía un toque extraño, algo con más... Calidez, preocupación, confianza, protección...
— ... No. No estoy bien... - Izuku negó con la cabeza, sintiendo más lágrimas bajar por sus mejillas y sintiendo la ola de ansiedad venir de golpe.
El rubio se quitó las cobijas de encima, bajando de la cama e hincándose junto a él. Buscó automáticamente la mano del de ojos esmeralda, jalándolo del brazo y dándole un abrazo. Izuku lloró durante unos diez minutos en el hombro de Katsuki, mientras solo podía sentir gentiles caricias en su cabello.
El de ojos rubí no dijo nada, no hizo preguntas, nada. Solo lo abrazó y dejo que llorara. Y cuando por fin se calmó, lo jaló a su cama, dejándolo dormir junto a él.
Y se quedaron juntos esa noche.
Al día siguiente lo primero que sintió fue a Katsuki separarse del abrazo en el que se habían quedado, para luego empujarlo de la cama, haciendo que cayera sobre el futón.
— ¡Oye!
— ¡Despierta más temprano, nerd! - Esto hizo reír al rubio, y la verdad es que también hizo reír al niño de pelo verde. Tenía que ser Kacchan... — Y para todo esto, ¿Qué diablos soñaste anoche?
Izuku borró su sonrisa, viendo al suelo. Dio un suspiro rascándose la nuca.
— Es solo una pesadilla... Una muy... Fea...
— Eres un llorón entonces. - Dijo encogiéndose de hombros. — Nadie a nuestra edad llora con tontas pesadillas. - El tono burlón se hizo notar, sonriendo de lado de forma retadora.
Izuku se quedó en silencio unos segundos...
— ... Sueño con una batalla. - Dijo de golpe, abrazándose a sí mismo. — Dos personas enfrentándose. Uno vestido de negro, otro con ropa de los colores de las naciones. Es como si estuvieran en bandos enemigos... - Respiró hondo. — La pelea nunca la logró ver bien, hay... Luces que me encandilan por todos lados y lo único que puedo hacer es sentir lo que pasa. Fuego, tierra, aire y agua pasando a mi alrededor a punto de lastimarme y...
Izuku sintió un escalofrío en su espalda. Solo le había contado del sueño a su mamá, contárselo a Kacchan se sentía liberador. Agradecía que su amigo, de tener una sonrisa burlona, se quedara callado escuchándolo.
— Cuando por fin puedo ver, está el hombre de colores clavado en dos picos de tierra, justo en su panza... Y el otro de negro le dice algo de una tal... ¿Rava? Algo así... Luego el de colores mueve el brazo y... Le encaja dos picos de tierra al de negro, uno en la panza igual y otro en su cara... Y después de eso despierto siempre.
Kacchan hizo una mueca, suponía que se imaginó la escena. No dudaba que su amigo entendiera que el sueño era algo aterrador.
— Vaya... Eso suena malo... Pero no entiendo por qué te pusiste a llorar. - Oh, creo que no entendió.
— ... Cuando-Cuando despierto... siento un dolor horrible en mi pancita... Pero se me quita luego luego.
Bakugo frunció el ceño aún más. Parecía pensar en algo, pero solo sacudió la cabeza como quitándose lo que hubiera pensado de la mente.
—¡Ha! ni para soñar sirves. - Dijo volteando a otro lado.
— No seas malo, Kacchan.
— Ya, no importa. Hay que ir a desayunar antes de que la vieja nos venga a regañar.
Luego de desayunar, su madre fue por él. Parecía molesta, y se quejaba en voz baja por algo.
— Mami, ¿Pasó algo con Todoroki-kun y su familia?... - Inko salió de sus pensamientos viendo a su hijo. — T-Te ves tensa...
Inko dio un suspiro, haciendo una mueca.
— Todo está bien. Solo... el general Enji Todoroki es una persona difícil y cada vez me hace el trabajo más difícil.
— Oh...
Pasaron los días, estaba en la escuela otra vez.
Pero la situación era diferente. Desde que le contó su pesadilla, el rubio estaba cambiando. Los insultos y golpes que siempre supo que no eran enserio (Kacchan siempre dijo que era entrenamiento, para que "aprendiera a defenderse solo") se volvieron reales. Ahora parecía estar enojado con él. ¿¡Fue porque lo despertó?! No... Eso era absurdo... Pero...
No sabía qué pensar.
Pasados los días, había vuelto con su mamá a casa de los Todoroki.
— Te veo cansado, Midoriya-kun... ¿Te encuentras bien? - Izuku, quién normalmente era bastante animado al estar ahí, estaba callado.
Ah sí, hace poco Shoto comenzó a tutear a Izuku.
— ¿Uh? S-Si, estoy bien... - Dijo, jugando con el pasto. Los niños estaban abajo del árbol del patio.
— ... Mhm... - Shoto lo vio directamente. — No suenas como si estuvieras bien.
Vaya. Todoroki no era bueno para leer el ambiente... Debía verse MUY mal para que su amigo bicolor notara su actitud.
— P-Pues... Ay... - Se rascó la nuca. — Solo estoy pensando... Cosas de... Mi escuela y eso...
— ¿Pasó algo con Bakugo-kun? - Izuku abrió los ojos como platos — Parecen muy unidos y bueno. - Se encogió de hombros. — Normalmente estás muy hablador, incluso cuando Bakugo te insulta. Si son cosas de la escuela, supongo que es sobre Bakugo-kun.
Izuku hizo una mueca, comenzando a jugar con sus dedos.
— N-No es eso... Es que... - Suspiró cerrando los ojos. — Bueno, sí es sobre Kacchan. Ha estado más... Enojado últimamente.
— ¿Enojado por qué?
— Pues... No sé. Simplemente está como... Queriendo que me aleje de él. Siempre hemos jugado bastante brusco, pero...
— ¿Lo ha golpeado de verdad?
Izuku solo asintió con la cabeza. Shoto llevó una mano a su barbilla.
— ¿Hiciste algo como para que se enojara?
— ... ¿Qui-Quizás despertarlo en medio de la noche?
— ¿Y por qué lo despertaste?
— Tuve una pesadilla...
— hmmm... ¿Qué clase de pesadilla? - Shoto ladeó la cabeza, haciendo una mueca.
— Una muy fea... Yo... No quiero hablar de eso. - El de cabello doble asintió con la cabeza, pero manteniendo la mano en su barbilla.
— ... Quizás se enojó contigo por la pesadilla. - Dijo de golpe. — Mi padre se enoja con mi madre, con mis hermanos y conmigo por cosas absurdas también. Cosas absurdas es igual a gente enojada. Es simple.
— ... ¿Qué? - Izuku frunció el ceño.
— A veces la gente enojona tiende a serlo porque son gente con lógica impecable, o eso es lo que creen. Mi padre es un estratega militar; Bakugo-kun es una persona que quiere ser el mejor, y para ello también intenta crear estrategias para ganar siempre.
Izuku frunció más el ceño. Eso era verdad: Kacchan siempre apuntaba a la victoria, no había derrota en su futuro... Era algo que admiraba mucho de su amigo.
— Una pesadilla podría considerarse absurda para alguien que solo piensa en el éxito. Para cómo es Bakugo-kun, es probable que haya visto tu pesadilla como algo de debilidad o algo así. - Y se encogió de hombros.
— ... Pues... Siempre me ha visto como un bebé. Por lo torpe que llegó a ser y eso...
— Quizás ese sueño haya sido la gota que derramó el vaso.
— ... Ay... - Izuku volteó hacia el piso, aguantando las lágrimas. Sintió la mano de su amigo posarse sobre su hombro.
— Lamento que su amistad se viera rota por algo tan absurdo... Si necesitas hablar, siempre serás bienvenido, aunque no vengas con tu madre.
— ... Gracias... Todoroki-kun...
Lamentablemente esa fue la última vez que vio a Shoto Todoroki.
La razón salió en las noticias en cadena nacional: El hermano mayor de la familia Todoroki, Touya, había muerto dentro de la casa tras lo que pareció un intento de suicidio provocado por las propias llamas del maestro fuego, incinerado en llamas azules tan calientes como el mismo infierno, y solo había quedado el hueso de la mandíbula del muchacho de dieciocho años. La familia Todoroki perdió la casa que tenían en ciudad república, además de su primogénito, resultando en que el General tuviera que volver a su natal Nación por un tiempo, llevándose a su familia en el proceso. No se sabe si volverán, pero era una tragedia grande para la nación del fuego el haber perdido un potencial miembro de élite de la nación, y una desgracia para una familia tan ejemplar.
Izuku e Inko sabían que no era una familia ejemplar, las señales estaban ahí, pero no dijeron nada pues lo que menos debían de hacer en estos momentos era echarlos de cabeza. Y lamentablemente se enteraron muy tarde. Cuando fueron a ver si todavía no se iban de la ciudad, solo encontraron la casa estaba siendo demolida. Izuku sintió una piedra caerle encima en esos momentos. ¿Y los patos tortuga? ¿El gran árbol? ¿Y Todoroki-kun?...
Inko le prometió que conseguiría el teléfono y/o dirección de los Todoroki en la nación del fuego en cuanto pudiera, pero Izuku solo pudo llorar en su cuarto. Ni siquiera se pudo despedir... ¡Lo último que Shoto vio de él fue...! Su llanto por Kacchan... y le prometió que estaría ahí...
Mierda.
Primero perdía a su mejor amigo por una cosa absurda, y ahora perdía a su otro amigo por algo que no era culpa de ninguno de los dos…
Ese día, se dio cuenta de que el mundo se empeña en hacerlo sufrir.
… Híjole, y a penas llevaba diez años de esto.
