Contenido: Yaoi, oneshot, fluff(?), angst, un poco de drama, etc. Parte de la serie #Flufftober2023 propuesto por la página "Es de fanfics".

Pareja: BajiFuyu (Baji Keisuke x Matsuno Chifuyu)

Disclaimer:

Hikari: Y aquí estoy yo nuevamente con el fandom de Tokyo Revengers y sin poder escapar del impulso de hacer algo un poco angst a pesar de tratarse el Flufftober, pequeños detalles jajaja. En fin, no hace falta decir que ni Tokyo Revengers ni sus personajes me pertenecen, todo es auditoría de Ken Wakui, por lo que este fanfic fue escrito únicamente por ocio y no tiene fines lucrativos.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

#Flufftober2023, 2 – Un regalo inesperado

De haber sido cualquier otro año, de haber tenido otras opciones, probablemente Chifuyu se hubiese despertado aquella mañana de ánimos completamente diferentes a los que ahora atormentaban su pecho.

Debatiéndose sobre si fingir algún resfriado sería lo suficientemente creíble para estar todo el día bajo sus sabanas, decidió que no podía mostrarse tan patético durante este día. Especialmente por la fecha indicada en su calendario.

Sonrió de manera obligada, queriendo darse ánimos antes de bajar sus pies de la cama. Dio un último suspiro y finalmente comenzó a cambiar su pijama por el uniforme escolar. A pesar de querer perder los suficientes minutos para crear pretexto de llegar tarde a la escuela, supo que en realidad no lo logró cuando las manecillas del reloj de su pared marcaban aproximadamente la misma hora que todas las mañanas, aunque aquellos breves minutos ya se habían sentido como una verdadera eternidad.

Resignado, salió hacia el pasillo y llegó a la cocina, donde su madre ya estaba terminando de empacar su almuerzo, y su desayuno ya se encontraba servido en la mesa de madera.

-Buenos días. - trató que su bajo humor no se viera reflejado en su desganada voz, supuso que al no ver reacción en su progenitora lo había conseguido satisfactoriamente. - ¿Y Peke?

-Ese pequeño rufián ya se fue a dar la vuelta después de devorar su desayuno. - a pesar de que su comentario parecía una queja, su sonrisa dejaba en claro el gran cariño que ahora también le tenía a la mascota del hogar. - Apresúrate a desayunar, si no, llegarás tarde a la escuela.

-Sí, sí. - bastaron solo tres mordidas para acabar el primer pan tostado, así que se tomó el suficiente tiempo para degustar el segundo. Sin embargo, en tan solo cinco minutos después, ya se encontraba ajustándose los zapatos en la entrada, preparándose para salir.

-Gracias. - dijo con desinterés, mientras terminaba de guardar su almuerzo en su maletín. - Me voy.

-Chifuyu. - llamó de manera poco habitual la mujer - Feliz cumpleaños - el rubio sintió un breve sonrojo en sus propias mejillas ante la sinceridad marcada en tan pequeña felicitación de su propia madre. - ¿Quieres que compre pastel? ¿O la pasarás con tus amigos después de la escuela?

Chifuyu tardó un poco en contestar, a pesar de no tener que pensar sobre la respuesta

-Con mis amigos. No te preocupes, no llegaré tarde- abrió la puerta, dispuesto a marcharse. Pero nuevamente la voz del interior lo hizo detenerse antes de dar el primer paso fuera.

-Ryoko-san… la señora Baji me preguntó por ti esta mañana. Sería lindo si fueras a verla más tarde…- Chifuyu no sintió el valor para mirar directamente a los ojos de su madre. Asintiendo brevemente, dándole aun la espalda, dio una vaga afirmación antes de, por fin, salir de su departamento.

De haber sido otro año. Si tan solo las cosas hubiesen salido de manera diferente. Si Baji-san pudiese seguir vivo a su lado… seguro ese cumpleaños se estuviese sintiendo completamente diferente.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Tenía la fortuna de contar con amigos tan especiales como lo eran la primera división y el resto de la ToMan. De no haberlos tenido, Chifuyu podría apostar que se hubiese pasado todo el día con la mente en las nubes, divagando en todos los escenarios imposibles y con personas que ya no se encontraban a su lado.

Pero, aunque las horas de clases habían sido tortuosas y eternas, gracias a la intervención de Takemicchi y el resto de chicos del Instituto Miso, que llegaron a interrumpir su aburrido almuerzo, es que pudo encontrar un poco de diversión durante el día.

Saltándose las clases de la tarde, fue empujado a pasar horas en el centro de juegos en compañía de sus amigos. Poco después Mikey, Draken, Mitsuya y varios más se les unieron a la diversión, no sin antes felicitarlo y darle pequeños presentes por la fecha en cuestión.

El cielo se pintó de colores anaranjados y a lo lejos, adquirió rosados morados y azules, dejando ver en el horizonte las primeras estrellas de la noche. Pero aquellas señales no eran más que solo sinónimo de fiesta para la banda de pandilleros que comenzaban a divertirse en un escenario nocturno.

Haciendo sonar los motores de las motocicletas, con Chifuyu cerca del frente, solo por la presencia del invencible Mikey, todos condujeron con gran jubilo hacia el templo donde solían haber las acostumbradas reuniones de la Tokyo Manji. Una vez ahí, fue recibido por fuegos artificiales y un pequeño pastel de fresas que no tenía el propósito de ser comido felizmente, sino que apenas pudo distinguirlo, ya que no contó con el tiempo suficiente para agradecerlo antes de que su rostro terminara siendo estampado en el merengue del postre.

La crema batida impidió que pudiese abrir los ojos, pero poco después, tratando de no ser contagiado por las carcajadas de los demás, no perdió tiempo para tratar de vengarse de su compañero, Hanagaki Takemicchi, el culpable de aquella graciosa, pero infantil broma.

Fue hasta cerca de la media noche que los adolescentes dieron por terminada la celebración y comenzaron a regresar a sus casas luego de la orden de su comandante. Chifuyu, tomando el manubrio de su moto, le ofreció el asiento trasero a su compañero para acercarlo a la estación de subterráneo más cercana. Por supuesto, el capitán de la primera división terminó aceptando la invitación.

Era curioso cómo después de aquella ruidosa fiesta, ahora ambos se encontraban envueltos en tal silencio, solo siendo interrumpidos por el ruido citadino de las calles, coches y demás peatones cercanos.

-Chifuyu - fue el capitán quien decidió romper el hielo - ¿Estás bien? ¿Te divertiste? - el chico notó cierta preocupación impregnada en aquellas preguntas.

-Por supuesto que me divertí, compañero - contestó entusiasmado. De todas maneras, era verdad lo que decía - Muchas gracias por todo.

-No tienes que fingir estar feliz. Sé que puede resultar duro que hoy…- Chifuyu detuvo la moto en un semáforo, esperando que la luz cambiara de color.

-No finjo, en verdad es lo que siento - se volteó levemente, para que el otro pudiese ver la sinceridad reflejada en sus pupilas - Pero te mentiría si te dijera que estoy completamente bien - Con un movimiento de mano, volvió a ponerse en marcha- La madre de Baji-san me quería ver hoy. Pero no estoy seguro si podré hacerlo. En su cumpleaños, no encontré el valor para verla de frente.

A pesar de no verlo de frente, Chifuyu pudo imaginar la cara de incomodidad que seguramente estaría poniendo su amigo, tal vez no encontrando las palabras indicadas para consolarlo.

-Ella es una mujer fuerte, pero aún me es difícil verla después… de todo lo que sucedió. Me obsequió esta motocicleta y ya siento que le debo toda la vida. No quisiera recibir algo más de ella, y mucho menos hoy.

-Tal vez no es solo de ella…- Takemicchi se acercó a su oído, para que el viento no se llevara con él las palabras- Tal vez… también es parte de Baji. A él también le hubiese gustado celebrarte en tu cumpleaños.

Chifuyu sonrió de medio lado antes de soltar una pequeña risita.

De no haber tenido el nudo en su garganta, le hubiese querido agradecer a su compañero por tan simples palabras.

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Quería creer que lo que le dijo Takemicchi hace unos momentos era verdad. Esa era la única razón por la que Chifuyu se había atrevido a subir hasta el quinto piso del complejo de departamentos donde vivía.

Casi era la una de la mañana, cualquier vecino que se atreviera a tocar una puerta que no fuese su propio departamento seguramente sería una molestia, sin embargo, quería creer que la señora Ryoko no pensaría de esa forma cuando supiera que era él. Además, pudo ver desde las escaleras interiores que las luces de la casa seguían encendidas, así que confiaba en que ella aún estaba despierta.

Aun dudoso de sus propias acciones, tocó con timidez el timbre de la puerta, esperando pacientemente y en silencio cualquier tipo de respuesta. Su respiración se detuvo cuando notó pasos presurosos desde el interior y casi cae en el pánico de salir corriendo hacia las escaleras. Aun así, se mantuvo en su lugar hasta que la puerta se abrió con desconfianza hasta dejar ver a la mujer de mediana edad y con cabello alborotado asomándose detrás de ella.

- ¡Oh, Chifuyu! ¡Vaya susto que me has dado! - pareció calmada en cuanto lo reconoció. - Vaya, los jóvenes de ahora sí que disfrutan desvelarse. A tu madre le dará un ataque si se entera que sigues despierto a esta hora- sonrió mostrando sus dientes y el chico tuvo que bajar la mirada tímidamente.

"Lo había olvidado. Tienen la misma sonrisa".

-L-Lamento venir tan tarde- dio una sencilla reverencia- Mi madre mi dijo que había preguntado por mi temprano así que… ¡ah! Pero probablemente hubiese sido mejor idea regresar por la mañana…- despeinando su propio cabello de su cabeza, comenzó a sentirse nervioso por la situación. La señora, dedicándole una sonrisa maternal, terminó tomándolo de la muñeca y dándole una muda invitación para pasar, cerrando la puerta detrás de ellos una vez que estuviesen dentro.

-Tengo algo para ti, no te robaré mucho tiempo- Chifuyu asintió en silencio al ver como ella ingresaba nuevamente al pasillo. Sus dedos nerviosos se entrelazaban entre ellos, queriendo desbordar la ansiedad que comenzaba a subir por su garganta, especialmente cuando notó que ella ingresaba en la habitación del fondo, aquella que él también reconocía perfectamente.

No tardó mucho en salir nuevamente a su vista, luego de haber pasado menos de un minuto en la habitación de su hijo fallecido.

-Estaba limpiando el otro día y encontré esto- depositó en las manos del chico una pequeña caja de cartón. No estaba forrada ni tampoco tenía algún distintivo como un moño o un lazo, pero supo de inmediato que se trataba de algún tipo de presente- Mi torpe hijo no dejó ninguna nota ni nada por el estilo. Pero luego de ver lo del interior… bueno, supuse que sería para ti. Keisuke no demostraba muchas de sus emociones, pero era realmente torpe cuando se trataba de ti, así que… lamento no saber exactamente qué es lo que él te hubiese querido decir al darte esto.

Chifuyu notó de inmediato el brillo en los ojos oscuros de la mujer. A pesar de estar sonriendo, su sonrisa afligida dejaba al descubierto su dolor aun no superado. Dispuesto a rechazar el regalo de la manera más cortés que pudiese pensar, Ryoko presionó con amabilidad la caja hacia su pecho, anticipándose a las acciones de Chifuyu.

Él, por supuesto, lo comprendió con tan simple acto.

-Lo siento…- su voz salió más rota de lo que hubiese querido. Se maldijo a sí mismo cuando notó que ya no podía decir otra cosa. De intentarlo seguramente se rompería en llanto antes de poder decir cualquier cosa así que, dando una rápida reverencia, salió corriendo del departamento hacia las escaleras. Ella simplemente lo miró con un deje de felicidad entremezclada con la nostalgia.

Chifuyu no terminó de bajar hasta el segundo piso. Se quedó en el descanso que había entre pisos, aquel lugar especial donde pasó varias noches junto con Baji durante extensas horas nocturnas, platicando, riendo, comiendo el peyoung yakisoba que tanto le gustaba.

A pesar de que aquello solo haría la herida más grande, las fuerzas en sus piernas lo abandonaron por completo, así que terminó sentándose en uno de los peldaños mientras abría con manos temblorosas el susodicho paquete.

Si Chifuyu ya sentía que estaba reteniendo las lágrimas en sus parpados antes, simplemente este fue el golpe de gracia. Las lágrimas rodaban por sus mejillas antes de si quiera tratar de detenerlas.

En su interior, un maltrecho y descocido gato de peluche sin terminar estaba oculto entre varias cobijas y franelas pequeñas. El pobre peluche estaba descosiéndose de algunos dobleces, el relleno se esparcía por debajo y era claro que le faltaban dos de sus cuatro patas. Al fondo de la caja, descubrió una hoja doblada varias veces, arrugada de las esquinas y reconoció la letra de Mitsuya al instante, dejando leer instrucciones claras pero sencillas de lo que parecía ser el armado del probable gato.

Sin embargo, estaba claro que alguien tan habilidoso como Mitsuya no sería el culpable de tal atrocidad.

- ¿Podría ser que… Baji-san intentaba…? - no importa cuando rebuscara entre el relleno, la tela cortada o las franelas del fondo. No había nota, cartas ni tampoco ninguna pista que le indicara de quien era o para quien sería.

Pero comprendió la corazonada de la madre de Baji en ese instante. Prestando un poco más de atención, se percató que el gato tenía un pequeño desgarre cerca de una de sus orejas, que parecía haber sido a propósito, diferente al resto de desgarres, además, de una pequeña cruz echa con papel aluminio colgando de su cuello.

- ¿Se supone que es Peke J?- se preguntó a sí mismo, en una mormada voz, tratando de no dejar salir su llanto a modo de gimoteos.

¿Por qué Baji le estaría haciendo tal regalo? ¿Por qué jamás se lo había mencionado? Estaba claro que llevaba tiempo cosiéndolo, con tantos meses haciéndolo era una sorpresa que bien podría haber sido planeado con bastante tiempo de antelación.

En su carta no lo mencionó. Ni tampoco antes de propinarle la golpiza en Valhala, mucho menos luego de clavarse aquella navaja en su vientre y morir en sus propios brazos.

Tuvo tantas oportunidades, tantas posibilidades de poder mencionarlo, de darle una pista… pero simplemente pasó de largo.

De no haber sido por su madre, nunca lo hubiese recibido. El propio Mitsuya que había visto aquella tarde no le dio indicios si quiera de saberlo, tal vez ignorando que aquel proyecto sería regalo para alguien más…

Sin poder contenerse, abrazó el deforme pero simpático animalito entre sus brazos.

Fue el primer cumpleaños que pasaba sin Baji. En realidad, solo fue uno el que pasó en su compañía, el del año pasado, pero no creyó que su ausencia en su vida sería tan pronta como para evitar celebrar el segundo a su lado.

Y este sería solo el comienzo. El dolor de pasar muchos más cumpleaños con aquella soledad le pareció por sobre todo desgarrador, desgastante, aterrador… por mucho que tuviera amigos, por mucho que pudiese ayudar a Takemicchi a cambiar el futuro… cualquier cosa que pudiesen lograr, Baji-san ya no estaría en ningún otro cumpleaños.

Ni pensar que aquel gatito incompleto sería el ultimo regalo inesperado que pudiese obtener por parte de Baji Keisuke de ahora en adelante…

o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o*~o

Hikari: En un principio esto solo tendría pinta de angst y terminaría con un bonito fluff pero no me nacieron la inspiración para terminarlo de manera milagrosamente romántica, así que continué con la primer vertiente jajaja, perdonen por esto. En fin, apenas el segundo día y esto ya rompió con un par de reglas, pero para eso eestán los retos xD, hacer volar la imaginación. Nos vemos mañana, ¡bye bye-perowna!