Summary: Dicen que un corazón roto no toma buenas decisiones, ¿será tan así? Al menos la idea de convertirse en una chica mala dejando en el olvido la novia perfecta que aspiraba ser le parece de lo más sensato y más aún si tienes a un rompecorazones con un carácter de los mil demonios como guía perfecta para esto.
Culpa a mi "Ex"
I
El sonido de la campana me anuncia que este día ha finalizado.
Bueno, las clases para todos, o casi todos, ya que a causa de mi escasa habilidad en cierta asignatura llena de números me tengo que quedar un bloque más.
Reforzamiento de matemáticas.
Así se lee en la puerta del salón que estoy a punto de abrir y muy de mala gana. Me anima pensar que me quedan solo algunos meses para salir al fin del instituto y hacer lo que se me valga la gana.
Bueno... ojalá pudiera hacerlo.
Tengo una madre que constantemente ejerce presión para que piense de la forma más madura posible —que alguien me diga si esto es posible a los 17 años— y desde luego, escoja una carrera decente. A mi favor tengo a un padre que me anima a hacer lo que yo quiera, como cantar con mi banda en el sótano de mi casa y que me crea el papel de cantante adolescente que podría ser descubierta y llegar al estrellato.
Mi golpe de realidad es que no soy tan buena cantante, pero al menos me defiendo con la guitarra.
Algo es algo, ¿no?
Con indecisión giro el pomo de la puerta y al fin la abro encontrándome con un salón completamente vacío.
Muerdo el interior de mi mejilla y dudo de dar un paso más... si no hay nadie podría irme, la excusa es perfecta: No llegó el tutor.
Simple y para nada una mentira. Aunque no puedo evitar fruncir mis labios, esto es raro porque este chico es la responsabilidad hecha persona.
Del resto de mis compañeros me espero cualquier cosa, porque somos solo 4 los que estamos en esta clase, pero la que generalmente nunca falta soy yo.
Un día que falte no le hará mal a nadie, ¿verdad?
Y creo que lo peor que pude haber hecho fue pensarlo tanto, porque Murphy apareció en gloria y majestad: doy media vuelta para dirigirme a la salida, pero casi choco con un chico que reconozco de inmediato.
No sé cuál habrá sido mi cara, pero por su sonrisa divertida asumo que fue bastante épica.
—¿Acaso te ibas a arrancar, Kinomoto?
¡Maldición!
Casi.
—Ajá... Lo hubiera hecho si no lo hubiese pensado tanto o si tú hubieras demorado unos minutos más.
Su sonrisa se mantiene, lo veo mirar rápidamente hacia la sala para luego volver a dirigirme su atención.
—Sé más rápida para la próxima.
Me hace un lado delicadamente, no sin antes estamparme una hoja en la cara con cero delicadeza.
Asumo que son ejercicios de matemáticas así que de mala gana la recibo no sin antes soltar un bufido. Camino con pesar hacia el fondo del salón y me detengo en los últimos puestos: dejo mi mochila en la silla de al lado y tomo al fin asiento, metiendo bastante ruido.
Oh sí, toda una drama queen.
Mi vista busca a mi compañero y además tutor, quien está pegado mirando su celular, lo que me hace de inmediato imitarlo.
Lo primero que veo es un mensaje que hace que todo mi cuerpo reaccione:
Hoy hay fiesta en la u, ¿te animas a venir?
Vuelco en mi estómago y mi pulso acelerándose de forma estrepitosa tras releer por cuarta vez el mensaje del chico del que llevo flechada desde los 14.
Es que esto es nuevo, primera vez que me invita a su universidad, y si quiere que vaya es porque quizás quiere que seamos algo más.
¿Será?
¿Cómo interpretar esto? Debo escribirle a mis amigas, estoy segura que me ayudarán a entender si hay algo entre líneas que yo no estoy viendo.
Y en eso estaba cuando el carraspeo de mi tutor me hace levantar la cabeza, sus ojos de un intenso café claro están casi encima de mí, pero se desvían rápidamente a la hoja que hace un momento me entregó.
—El lunes el profe de matemáticas hará examen sorpresa, aprovecha este spoiler que te acabo de dar y avancemos en esto.
—Como digas, estimado tutor —bromeo, pero no logro sacarle ni una mínima sonrisa.
¡Arrg!
Ese carácter, aunque ya debería estar acostumbrada, llevo teniendo clases de reforzamiento con él desde los 15, porque sí, las matemáticas no son lo mío.
Opto por casi lanzar mi celular al fondo de mi mochila intentando con eso evitar distracciones.
Mi tutor es bueno, explica paso a paso cómo ir resolviendo una horrible ecuación de 3 variables, que la odié desde que el profesor en clases comenzó a explicar esta materia.
¿Esta ecuación me ayudará en algo en mi vida?
¿Me ayudará a entender si de verdad le gusto a uno de los mejores amigos de mi hermano? ¿Será que los besos del otro día y que me dejaron en las nubes significan algo más?
Debería estar en casa, arreglándome para ir a esa fiesta y así salir de mis dudas, ¿no?
—Y como vez, aplicamos el método de sustitución y voilá, ecuación resuelta.
Asiento intentado demostrar que mi mente estaba atenta y no pensando en cierto espécimen masculino.
—Sí, por supuesto, el método de sustitución —repito.
Mi tutor me mira con una ceja alzada para luego resoplar.
—Solo alguien muy ingenuo te creería, eres pésima mintiendo, Kinomoto.
—Perdón, es que mi mente está en otro lado —y es la simple y pura verdad, ¿para qué mentir? —. Creo que estás perdiendo tu preciado tiempo conmigo.
—Lo pierda o no es cosa mía, pero si andas en otro lado como dices, lo mejor sería terminar la tutoría.
—¿De verdad? —estoy segura que debo tener una sonrisa de oreja a oreja.
Lo veo asentir para luego ponerse de pie e ir hacia el escritorio del profesor que hay frente al pizarrón.
Guardo con rapidez mi estuche en mi mochila, pero al momento de tomar la guía que estábamos resolviendo me percato con sorpresa que en la parte trasera hay una carita feliz junto a un mensaje:
¡Éxito para el lunes!
Busco con la vista a mi tutor y una leve punzada de culpa me invade y no, no puedo apartarla.
Él todo dispuesto a perder el tiempo conmigo y de tener una paciencia envidiable —pese a su malhumor constante—, y yo una distraída chica que solo piensa en su crush, lo que claramente no me ayudará a pasar el ramo que más me cuesta.
Sí, lo sé, muy poco considerado de mi parte.
—Oye... ¿sigues con ánimo de seguir siendo mi tutor personalizado el día de hoy?
Su mirada contrariada me causa risa.
—Lo sé, lo sé, soy la contradicción en persona, pero la verdad me tiene que ir decente el lunes y bueno, no puedo desaprovechar la oportunidad de que me ayudes, así que prometo prestar atención en los 45 minutos que quedan.
Agarro la guía y me dirijo al pizarrón. Saco un plumón que había en el escritorio y comienzo a escribir el ejercicio número dos.
Rasco mi cabeza mientras intento recordar el paso a paso que me enseñó hace un momento mi tutor, quien tiene su vista pegada en mí: esto claramente no ayuda a mi concentración.
Comienzo a desarrollar la ecuación, pero me quedo pegada en el paso 1 que he borrado ya unas cuantas veces. Mi estancamiento dura unos minutos hasta que lo siento acercarse para quitarme el plumón.
—¿Prestarás atención de verdad? —me pregunta mientras apoya su espalda en la pizarra borrando con ello mis intentos de cálculos.
—Te dije que sí y ¡hey, estás borrando lo que estaba desarrollando!
—¿Estas operaciones sin sentido? —me pregunta mientras toma el borrador y termina por desaparecer el resto.
Abro mi boca para decir algo, pero sus manos se posan ahora en mis hombros guiándome a retroceder y provocando con ello mi mutismo, algo que pocas veces ocurre. Mis manos tocan el borde del escritorio del profesor y me apoyo en él, cruzo mis brazos y estoy segura que debo tener una arruga marcadísima entre mis cejas.
Sus labios esbozan una media sonrisa y siento cómo el calor se acumula en mis mejillas y no por vergüenza, sino porque mis cuotas de enojo van en aumento.
—Segunda y última oportunidad para que me prestes atención —me dice casi como advertencia.
Mi tutor y sus aires de profesor estricto.
¡Por favor, solo es mi compañero!
El genio de las matemáticas y otras asignaturas, incluso clubes como el de debate.
Sí, bastante perfecto.
Me obligo a contar hasta 10 mentalmente para luego soltar un "Vale".
Alcanzamos a hacer 2 ejercicios más, él último lo hice sola y me sentí de lo más victoriosa cuando su rostro serio pasó a una sonrisa con cuotas, mínimas, pero existentes de orgullo.
—La prueba del lunes será de esto, debería ser pan comido para ti, Kinomoto.
—Lo será —suelto con seguridad mientras acomodo mi mochila a mi espalda—. Muchas gracias.
Asiente con su cabeza y corto nuestro contacto visual apenas siento vibrar mi celular en mi mochila, por supuesto que de inmediato lo reviso:
Avísame si vienes, puedo hablar con el odioso de tu hermano para convencerlo.
Siento mi rostro enrojecer: él quiere verme sí o sí, eso es claro.
El fin de semana pasado tuvimos un acercamiento que pensé que solo podría ocurrir en mis sueños, pero no, fue real, tanto así que mi frecuencia cardiaca se dispara tan solo al recordar el cómo nos besamos, y podría asegurar que aún percibo el sutil toque a alcohol que dejó en mis labios.
—Eres hermosa, Sakura.
Dios, su voz grave, aún resuena en mis recuerdos y siento que soy una jalea humana nuevamente.
—¿Estás bien? —la pregunta de mi compañero me vuelve al presente—. Estás algo colorada.
Asiento rápidamente y me maldigo por nuevamente andar en las nubes, pero no puedo evitarlo.
Que tu crush te bese y que ahora te invite a una fiesta es algo que obviamente te tendría en la estratósfera, ¿no?
—Oye, tutor con ego nivel dios, ¿si un chico te invita a una fiesta e insiste en ello, será porque le gustas?
La cara de mi tutor es para retratarla y siento vergüenza apenas termino de hacerle esta ridícula pregunta, pero es que vamos, solo tengo amigas mujeres y a mi hermano no voy a preguntárselo, se volvería loco si sabe que uno de sus mejores amigos me besó y no solo una vez, y en nuestra casa más encima.
—Una amiga me preguntó eso recién —suelto rápidamente intentando con ello disminuir en algo mi vergüenza, pero teniendo el efecto opuesto, más al ver la sonrisa ladina de mi tutor.
—Supongo —me responde a secas para luego hacerme un gesto de despedida y salir del salón.
—¡Hey! —corro para darle alcance, dios, este chico camina demasiado rápido—. ¿Pero es algo que harías tú?
—No lo sé, Kinomoto, probablemente sí.
—Probablemente sí —repito y lo veo asentir para luego seguir caminando.
—Espera, espera —no se detiene así que le doy alcance nuevamente y comienzo a caminar junto a él—. ¿Mi amiga debería ser más directa y preguntarle?
—Si eso le ayudaría, imagino que sí.
—Okey, le diré, espero no haberte incomodado tanto con mis preguntas, es solo que necesitaba una visión masculina.
—Entiendo... que te vaya bien en la fiesta, Kinomoto.
—Graci... —niego rápidamente—. Yo también espero que le vaya bien.
Y en estos momentos quiero cavar un hoyo y hundirme profundamente en él.
La sonrisa de mi tutor me hace avergonzarme aún más por lo que me adelanto casi arrancando de la situación.
—¡Nos vemos el lunes! ¡Gracias por la clase! —le grito ahora bien alejada para que no vea mi cara que de seguro ya parece un tomate.
Lo veo asentir para luego sonreírme ampliamente, le devuelvo la sonrisa y tras ello doy media vuelta decidida: iré a esa fiesta a como dé lugar.
OoooooO
Frente a mí tengo la entrada del campus de la universidad de mi crush, él estudia en la facultad de economía así que asumo que ahí es la fiesta y gracias a la música que escucho, asumo que dicha facultad está cerca.
Asumo, sí, porque podría preguntarle, pero quiero sorprenderlo, demostrar que pese a ser una chica de preparatoria ya tengo 17 y que perfectamente puedo salir sola y aceptar la invitación de un universitario 2 años mayor.
Oh, sí, totalmente empoderada.
Salir de casa no fue difícil, ni mi padre ni mi hermano estaban, así que convencer a mi madre fue un simple trámite, además, fui honesta... bueno, casi, ya que involucré a más personas, pero al menos sabe que estoy acá, aunque sin mis amigas.
Pero vamos, ¿qué podría pasar?
Sigo a un grupo de chicas que pasan a mi lado y que llevan varias bolsas con alcohol y comida.
La música cada vez se escucha más fuerte hasta que finalmente me encuentro con un montón de personas bailando, bebiendo y otros en el pasto compartiendo.
Definitivamente aquí es.
Saco mi celular y cuando estoy a punto a de escribirle su voz grave me hace detener toda acción.
—¡Viniste!
Sus brazos me atrapan y me alzan, y sí, ya me estoy derritiendo. Su sonrisa está a centímetros y no puedo centrarme en otra cosa que no sean sus labios.
Pero para mi pesar esta cercanía duró poco.
—Podrías pasar por una chica universitaria —me comenta mientras me mira de pies a cabeza, y ya siento como mi corazón late frenéticamente.
—¿De verdad?
—Ajá, estás a menos de un año de serlo, y si te vistes así, créeme tendrás a un sequito de chicos a tus pies.
Contigo me basta.
Sonrío de seguro embobada, es que por favor, su sonrisa perfecta, sus ojos de un claro celeste y esos piercing en su ceja y nariz, que le dan todo el toque de chico malo, me matan.
—Ven, quiero presentarte a mis amigos —su mano me jala y me dejo guiar, y ya siento que estoy caminando sobre las nubes—. ¿Le dijiste a tu hermano que venías?
—¡Estás loco! Touya me mata.
—Corrijo, nos mata.
Nos miramos cómplices y comenzamos a reír. Su agarre continua y lo aumenta cuando nos topamos con un montón de gente bailando en una improvisada pista de baile.
—No me sueltes —me susurra cerca de mi oído generándome una seguidilla de escalofríos.
Asiento y obedezco sin dudarlo.
Disfruto el ver cómo la gente lo está pasando tan bien, veo parejas besándose como si su vida dependiera de ello, otros bailando mientras intentan beber haciendo que sus bebidas salten por todos lados, de fondo la música sonando cada vez más fuerte: un completo caos, pero que miro con una sonrisa en la cara.
—¡Allá están!
Miro en dirección hacia donde apunta, mi vista se clava en un grupo de chicos y chicas bastante animosos conversando y bebiendo cerca de un árbol.
—Les presento a Sakura —le escuchó decir cuando al fin llegamos frente al grupo.
Sonrío con cierta esperanza de que agregue algo más a mi presentación, pero me recrimino lo ridícula que soy, aún no hemos hablado del tema y además ¡ni siquiera le he expresado mis sentimientos!
Y lo sé, quizás puedo estar ilusionándome, sí, y mucho... pero su mirada, el cómo aferra con fuerza mi mano mientras seguimos ahí junto a sus amigos, me hacen imposible no soñar con que le importo.
—¡Hola a todos! —saludo con bastante emoción.
Él me sonríe y suelta suavemente nuestro agarre: me alegra ver que sigue a mi lado intentando hacerme sentir lo más cómoda posible y lo logra a la perfección.
Al rato de estar con él y sus amigos me relajo, acepto sonriente una bebida que tiene algo de alcohol, unos toques como definió una de las chicas. Él se ríe, conversa con todos, bromea y a ratos me mira y me sonríe mientras yo bebo con timidez mi bebida, que creo que tiene más que solo unos toques de alcohol, pero no me quejo, estoy disfrutando mucho de esto.
En un momento comienza a sonar una canción que está bastante de moda y que prende a todo el mundo.
—¿Bailamos? —volteo encontrándome con unos ojos oscuros que no se parecen en nada a los de mi crush, miro rápidamente a mi alrededor, pero no veo señales de él, la verdad hace bastante rato que había desaparecido de mi campo visual, pero como estaba tan cómoda con el grupo no le había dado importancia hasta ahora.
El chico frente a mi sigue sonriente esperando que acepte y para no ser descortés asiento con mi cabeza.
—¡Soy Souta, por si no lo recuerdas! —me dice prácticamente gritando.
—¡Y yo Sakura! —comento provocando su risa.
—Lo recordaba, tienes un lindo nombre, Sakura.
Le sonrío algo nerviosa y nuestro diálogo queda ahí, bailamos dos canciones y a la tercera le digo que me gustaría algo para tomar. Aunque en realidad solo fue una excusa para buscar a cierto chico.
—¿Qué quieres para beber? ¿Jugo, vodka, ron... o cerveza?
—¡No te preocupes! —exclamo y me apuro en detener la intenciones que tiene Souta por ir a buscarme algo para beber con lo primero que se me viene a la cabeza—. ¿Hay baños cerca? Necesito con urgencia uno.
—Hay y de hecho están bastante cerca —sigo con mi vista la dirección que apunta con su índice derecho—. Justo por detrás de ese árbol verás un camino que te lleva directo hacia el edificio de la facultad, ahí encontrarás los baños y si quieres beber algo, tenemos un cooler con bebidas para todos los gustos.
—Muchas gracias, Souta.
—No hay de qué, hermosa.
Me guiña un ojo, gesto que provoca que el calor que ya siento en mi rostro a causa del alcohol, aumente y haga que quiera arrancar de ahí y me dirija hacia el camino que me señaló tan amablemente mientras intento con disimulo buscar a mi crush.
Mientras voy caminado de reojo veo a una pareja que está besándose con bastantes ganas en una banca, la chica está a ahorcajadas sobre el chico, quien en un movimiento rápido la alza provocando la risa en ella. Quito rápidamente la vista de ellos al sentir que estaba mirando de más, sin embargo, algo me hace volver a mirarlos, quizás ese sexto sentido que dicen que tenemos las mujeres.
Sexto sentido que en estos momentos odio tener.
Yue.
Siento como si el tiempo se detuviera y el ruido desapareciera haciendo que solo escuche a mi corazón latir y quebrarse a la vez en un montón de pedacitos pequeños de desilusión.
Mi vista rápidamente comienza a nublarse y mis ojos a arder. Aprieto mis labios con fuerza y cómo puedo me armo de valor para dar media vuelta y huir de esa escena que no quiero seguir viendo.
¡Maldigo mi ingenuidad, soy tan estúpida!
Intento frenar un par de sollozos y agradezco el nivel de ruido que hay: no quiero que alguien me vea en este estado.
Busco con desesperación algo que me haga olvidar la imagen de Yue casi comiéndose a esa chica, y más porque me hace recordar la escena que protagonizamos la semana pasada en la cocina de mi casa, esos besos que yo sentí cómo algo más cuando quizás solo fueron simples besos que él da a cualquiera.
¡Pero yo no soy cualquiera!
Limpio con rabia las lágrimas que se acumulan en mis ojos lo que me ayuda a centrar mi vista en el cooler del que Souta me había hablado recién.
Perfecto.
Sí, quizás sea la peor decisión, sobre todo porque mi cuerpo con suerte ha probado el alcohol en mis cortos 17 años, pero por un momento, quiero dejar de lado mis inseguridades.
Saco la tapa del cooler y tomo o más bien robo una botella de lo que parece ser ¿vino? Leo la etiqueta y sí, es vino con toques dulces y con una tapa bastante fácil de abrir.
Y yo que pensaba que solo a la gente adulta le gustaba beber esto.
En fin, creo que lo más sensato es esconder la botella que acabo de robar y para mi suerte encuentro una bolsa de papel en donde cabe perfectamente.
Sin mucho pensarlo comienzo a beber, al principio me dan nauseas, el sabor es intenso y con un leve deje amargo, pero al cabo de un momento mis papilas gustativas parecen adaptarse.
Me alejo de la universidad sin tener un paradero claro, mi meta es intentar borrar cualquier recuerdo de ese chico del que he estado enamorada hace ya 3 años.
¿El vino ayuda?
Sí, en algo, al menos las ganas de llorar disminuyen un poco al igual que mi lucidez, quizás por esto es que de un momento a otro me encuentro ingresando a un local de comida rápida, ¿por qué estoy aquí?
Ni idea.
—¡L-lo siento! —suelto apenas choco con un par de sillas, mi cuerpo claramente ya está siguiendo otro ritmo que a duras penas puedo controlar.
Y vamos, le acabo de pedir disculpas a unas sillas, ¡a unas sillas!
Rio fuerte mientras me enfoco en intentar caminar derecho y llegar al mesón para ordenar una maldita hamburguesa a ver si con eso esta sensación de ebriedad totalmente nueva en mi cuerpo, disminuye un poco.
Síp, porque un rayo de raciocinio me comienza a invadir, raciocinio que desaparece por completo al ver al chico que está por atenderme.
—¡Tú! —le grito bastante sorprendida.
—Buenas noches... ¿Kinomoto?
—Kinomoto o Sakura la ingenua, como quieras la verdad.
De seguro lo que dije se escuchó mejor en mis pensamientos.
—¿Estás... bien?
—Mmejor que nunca —me llevo el vino a la boca y bebo un sorbo—. Y lamento informarte que estabas muy equivocado, mmmuy.
Mi tutor me mira algo confundido y estoy segura que resoplé fuerte. Vamos, ¿cómo no se va a acordar de nuestra conversación?
Estaré algo ebria, pero mi memoria no me falla.
Niego con la cabeza y me volteo mirando hacia las mesas del local. Bebo un largo sorbo de vino, que ya me parece jugo de uva y lo alzo como si fuera una copa.
—¡El amor apesta! ¡Oh, sí! ¡Una mmierrrda, eso es!
Un grupo de chicos que estaba al fondo comienza a aplaudir lo que me da ánimos y a la vez me hace reír, al parecer este tipo de escenas no solo ocurren en las películas.
Me volteo hacia el mesón con una sonrisa bailando en mis labios la que se mantiene firme pese a tener en frente la cara de pocos amigos de mi tutor.
—Y ahora necesito una hamburguesa, Li.
Cuando voy por otro sorbo, Li me quita la bolsa —con mi vino en su interior, por supuesto— lo que me hace de inmediato lloriquear y quizás hasta gruñir un poco.
—¡Hey, eso es mío!
—Si vas a embriagarte, hazlo con algo más decente que este vino de dudosa procedencia —lo veo mirar por un momento alrededor para luego sonreírme—. Sígueme.
¿Eh?
Locura o no, solo me tomó un par de segundos asentir a las palabras de mi compañero.
—Y sí, el amor apesta y mucho, Kinomoto —lo veo beber un sorbo de mi vino y me causa risa ver su reacción, sus ojos viajan de la bolsa a mí con bastante sorpresa—. Hey, esto no está para nada mal.
Notas de Caris:
¡Hola, hola!
Nueva locura por acá y pese a que quería empezar a compartirla cuando tuviera más caps escritos, acá va :) Digamos que el hecho de comenzar a compartirla me "obliga" en cierta medida a darme un tiempo para hacer cosas que me gustan (como escribir) y que me sacan un poco de las preocupaciones de mi vida y me hacen olvidar a mi yo en plena adultez con altas dosis de estrés :D
En fin, ¿les llama un poco la atención? ¿sí? ¿no? ¿la continuo?
Háganmelo saber, por fiss, por fiss.
Un abrazo!
La historia también la estoy subiendo en wattpad, por si quieren seguirme me encuentran como CarisBleu.
