Pizza

Bonney llegó al 322 de la Wholecake Drive en su motocicleta de trabajo, lista para hacer la última entrega de la noche. Una pizza jumbo estilo Hawaii, tres combos de pizza con doble queso, una pizza mediana vegana, seis paquetes de papas fritas, cuatro refrescos de limón y siete roles de canela (postre especial de la casa y predilecto por casi todo el mundo). Bonney se preguntó quien querría tanta comida, ni siquiera ella solía comer tanto. Quizá era una cena familiar, sin embargo, se le hacía raro que se lo pidieran hasta las once de la noche. Solo porque ella era la hija del dueño y porque prefería desvelarse un par de horas a que el restaurante de su familia tuviera un mal review en internet fue que Bonney decidió adentrarse en los suburbios en aquella noche de lluvia. Bonney tocó el timbre, una, dos, tres veces. Pensó que quizá el timbre estaba roto por lo que trató de tocar la puerta varias veces.

- ¡Puta madre! ¡Seguro el maldito GPS me mando a la dirección equivocada! ¡Ahora tendré que volverle a llamar a esa vieja a ver donde chingados vive! – Gritó Bonney, sacando el celular de su bolsillo.

Sin embargo, antes de que ella pudiera hacer la llamada la puerta de aquella casita suburbana fue abierta. La mujer que la abrió estaba en una silla de ruedas y tenía a una pequeña bebé en brazos, sosteniéndola maternalmente. Bonney tragó saliva y rezó a todos los santos porque aquella mujer y su hija no hubieran escuchado aquel lenguaje soez que había empleado.

- ¡Oh! Disculpe la tardanza y los inconvenientes. ¿Es usted la señora Charlotte Lin-Lin?

- No te disculpes, discúlpame a mi por pedir mi cena tan tarde y causarte inconvenientes linda. – Dijo la señora Lin-Lin con amabilidad.

- Bien, serían setenta dólares señora Lin-Lin.

- Perfecto. Por cierto, cariño. ¿Podrías hacerme el favor de ir a mi cocina a dejarme la cena? Es que desde que di a luz a mi pequeña Anana casi no puedo caminar. Y no te preocupes por el dinero, yo ya lo dejé en la mesa de la cocina, junto con algo de propina.

- ¡Claro! ¡Claro que puedo hacerlo! – Contestó Bonney.

Bonney camino por un largo pasillo hacia la cocina, deleitándose por el decorado que parecía salido de los años cincuentas, todo tapizado de colores suaves y con varias fotografías en blanco y negro de aquella mujer, con quien parecían ser sus hijos ¿o sobrinos? A Bonney le empezaba a desconcertar como había tantos niños y jóvenes diferentes con esa señora ¿De verdad había tenido tantos hijos? Fácil en aquel recorrido fotográfico había contado treinta creaturas. Tal vez ella era de la vieja escuela y no usaba anti-conceptivos o quizá eran adoptivos. Aunque aún así seguía siendo raro que tuviera tantos hijos. Incluso a Bonney se le hizo raro que aquella mujer, pese a verse de al menos cincuenta años recién hubiera dado a luz otra vez. Todo aquello era bastante raro, sin embargo, ella prefería no juzgar. Finalmente ella llegó a la cocina la cual también se encontraba decorada también con aquel estilo retro de toda la casa. Bonney puso cuidadosamente todos los alimentos en la mesa, agarró los setenta dólares y cuando se dispuso a salir escuchó el rugir de su motocicleta.

- ¡Me quiero volver chango! ¡Mi moto!- gritó Bonney al darse cuenta que su motocicleta estaba siendo robada.

La joven trató de correr a al menos para ir a ver hacia donde iba aquel mequetrefe o quien era, sin embargo, cuando estaba por salir del pasillo, vio algo aterrador. Ante ella se encontraba parada la señora Lin-Lin, sin ningún rastro de su bebé recién nacido y con una mirada como la de una hiena al encontrar a una gacela herida deambulando en la pradera. En sus brazos en lugar de su pequeño bebé ahora sostenía una Uzi y un machete.

Bonney sudó en frío y se maldijo a si misma por no haber tramitado su permiso de cargar un arma oculta. Ella no tenía que ver toda la película para saber que su personaje no llegaría al final…

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Bueno, aquí con un fanfic espuki para este Halloween. Espero que les guste, jeje.