Hola! Este es mi primer Fanfic!
Espero les guste.
Con Amor, Sakura.
Él se había ido, para siempre
Y para Siempre…
Era demasiado tiempo.
Capitulo 1 "La luz en el desierto"
Ishizu corría a prisa por el desierto polvoriento, su larga túnica blanca se agitaba en el aire caliente, su cabello negro ondeando tras ella. Esa noche no había luna que atravesaran la densa oscuridad, incluso así, ella estaba completamente segura de que reconocería el camino con los ojos vendados.
Solo el latido de su corazón y su agitada respiración irrumpía en el profundo silencio del desierto egipcio mientras avanzaba decididamente hacia su destino. Aunque ya no poseía el collar del milenio para predecir el futuro, ella había aprendió a confiar plenamente en su propia intuición, y esta le decía que algo estaba por suceder. Lo sentía en lo profundo de su ser, y esa sensación no la había abandonado desde que el faraón se había marchado para siempre.
— Por favor, que la tumba esté a salvo — era su mantra constante mientras avanzaba.
Se había quedado en el desierto para cuidar de la tumba del faraón, convenciéndose de que toda lucha por el poder había finalizado cuando el faraón regresó a su tiempo, donde él pertenecía. Había pasado sus días en solitario, con la tranquilidad y la calma como sus constantes compañeras, algo que solo el desierto podía ofrecerle, hasta esta noche, en la que fue despertada por un sonido tan aterrador que la hizo sentir que todo a su alrededor se estaba desmoronando. Se sentó en su cama, intentando discernir lo que estaba sucediendo, cuando sintió el suelo gemir y retorcerse bajo sus pies.
Se levantó de un salto, intentando mantener el equilibro en medio de las violentas sacudidas, pero la fuerza del terremoto era demasiado feroz, y la obligó a sujetarse de los muebles para mantenerse erguida y llegar hasta la salida de su tienda. Tambaleándose, logró hacerse camino fuera del campamento, junto con algunos compañeros investigadores, que aún adormilados, se miraban y hablaban atónitos unos a otros mientras la tierra gritaba desde su centro.
Ella no prestó atención a lo que decían, no podía dejar de pensar en la tumba del faraon, y en todo lo que había sucedido. Era extraño y nada común un terremoto de esa intensidad en esa zona arqueológica. Con el corazón latiendo a mil por hora, comenzó a correr, con la certeza absoluta de a donde tenía que dirigirse.
Sin perder el tiempo, avanzó deprisa entre nubes del polvo y piedra cayendo a su alrededor. Con cada paso que daba, sentía aumentar la intensidad del terremoto, que no parecía tener intención se acabar pronto ¿cuánto tiempo había transcurrido ya? ¿Segundos, minutos? No importaba, presentía que el epicentro estaba cerca y que ella se estaba dirigiendo directamente hacía allí.
Llegó a lo que una vez había sido la tumba del faraón, jadeando y cubierta de polvo del desierto. Se limpió el sudor de su frente con una mano temblorosa y con la otra extrajo de un bolsillo de la túnica la linterna que siempre llevaba con ella. Después de dos intentos logró encenderla, y lo que vio, la dejó sin aliento.
Se acercó lentamente sin creer lo que veían sus ojos. La tumba había quedado en ruinas tras la batalla final entre él y su descendiente Yugi, cuando esté último lo venció en un épico duelo de monstruos, un mes atrás. Solo había quedado a la vista el inicio de las escaleras que conducían hacia el interior de la cámara principal. Ahora el lugar lucia devastado, no quedaba nada, ni rastro de las escaleras, y en donde una vez habían estado, un enorme agujero profundo y oscuro ocupada su lugar.
No pudo evitar el escalofrío que subió por su espalda, erizándole la piel, sus piernas le fallaron y cayó de rodillas frente al agujero, sus pensamientos se agitaban a mil por hora, tratando de hallar una explicación a lo que estaba sucediendo. No cabía duda que el terremoto se había originado en este lugar, pero ¿como era posible que hubiera ocurrido precisamente allí, en la tumba del faraón?
Con linterna en mano, Ishizu se inclinó sobre el agujero, y dirigió la luz hacia el interior. Lo que vio la dejó helada. La oscuridad parecía un ente vivo, casi como si tuviera voluntad propia, se aferraba a los bordes del agujero con enormes tentáculos de oscuridad, adhiriéndose a la roca, y cada grieta del suelo rocoso. La oscuridad parecía tragarse la luz que emanaba su linterna, consumiéndola completamente.
El miedo la invadió cuando uno de esos tentáculos se alzó por encima de ella, Ishizu se arrastro lejos de allí, pateando roca y polvo, entre jadeos y gemidos de terror. La linterna se le cayó de las manos, perdiéndose en la oscuridad del agujero. Con las piernas aún temblándole, se puso de pie y se alejó de allí. No sabía que era esa cosa, pero sabía que no quería estar cerca de ella.
Cuando estuvo a varios metros de distancia, se apoyó contra una roca y se dejó caer de nuevo sobre la arena. Sentía su cuerpo tenso, y le dolía la cabeza. Su corazón latía fuertemente y su respiración era un jadeo entrecortado. Necesitaba calmarse, necesitaba salir de allí cuánto antes.
Se tomó un momento para calmar su corazón palpitante, sin perder de vista la dirección en la que se encontraba la tumba. ¿Que había visto en el interior del agujero? ¿Era realmente una cosa viviente o su mente le estaba jugando una mala pasada? ¿Era una alucinación, o algo más siniestro había despertado en la tumba del faraón? No supo cuánto tiempo transcurrió mientras estuvo sentada allí, mirando a la nada, tratando de encontrar una explicación.
Sus pensamientos se interrumpieron de repente, cuando una franja de luz apareció en el horizonte, anunciando el amanecer. Ishizu se incorporó rápidamente, sus músculos protestaron, pero sintió alivio al ver la luz del día. Sin embargo, su alivio fue efímero, no se había alejado de la tumba tanto como pensaba. A esa distancia, aún podía notar los tentáculos de oscuridad ondulando en el borde del agujero. La magnitud del desastre, que ahora veía en la luz de la mañana, la dejó sin aliento de nuevo.
No se dio cuenta cuando había dejado de temblar, pero ahora, con claridad, podía ver la gravedad de la situación y el impacto de lo que había presenciado. Algo terrible y maligno había sucedido en aquel lugar. La luz del amanecer revelaba los detalles más aterradores del terremoto, el agujero y la oscuridad que aún salía de el. Un escalofrío la recorrió cuando se dio cuenta de lo imprudente que había sido al acercarse demasiado a la tumba y exponerse de aquel modo. Decidió que era momento de buscar ayuda, pero algo brillante y dorado llamó su atención en la distancia, cerca del agujero.
Ishizu experimentó una conmoción tan fuerte, que pensó que caería de nuevo sobre la arena. Solo existían pocos objetos que brillaran de esa manera, y ella los conocía muy bien. Con una mezcla de miedo e incertidumbre, y una chispa de esperanza, se acercó con precaución. A medida que se aproximaba, pudo ver que se trataba de un objeto metálico, dorado, antiguo y misterioso, que brillaba con una luz intensa y suave al mismo tiempo. Sintió que algo la llamaba, atrayéndola, guiándola hacia el. Era como si estuviera esperándola, como si supiera que ella iba a estar ahí.
Con una sensación de alivio y la vez de preocupación recogió el artefacto, apartando las rocas y polvo del desierto que lo rodeaba, y lo miró con asombro. Allí, entre sus manos, resplandeciendo a la luz del sol, estaba el rompecabezas del milenio.
Una conocida oleada de poder y energía le sobrevino, haciéndola estremecer.
— Faraón — susurró, comprendiendo en ese momento que sus suposiciones sobre el final de todo habían sido equivocadas
Espero les haya gustado!
El segundo capítulo en breve!
Envíenme sus comentarios.
