Hola a todos, sé que es un poco tarde, espero que tengan un buen inicio de semana ^^, pasaba por aquí a dejarles un episodio, espero lo disfruten, tanto como yo al escribirlo.

No olviden apoyar la obra dejando sus favs y comentarios ;)

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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.

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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^

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El Baile del Cuervo

Por Clarisce

Capítulo 4: El Hombre De Sus Sueños

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Justo, era justo, mil veces se dijo que lo era, cuando vio la escena, cuando notó todo a su alrededor era borroso, pero esto era justo lo que sabía que pasaría. El desastre llamó alrededor de éste problema, lo que era una joven herida y él sin tener ni una palabra en su boca.

Pero esta historia tiene un comienzo un tanto predecible.

— Suficiente... —dijo Emal Swain al sirviente que le servía una caliente taza de té. Éste se retiró y la mujer volvió su mirada a su acompañante—. Te veo nervioso.

— Madre, nunca me has llamado para una reunión, claro que estoy así y cuando lo haces...

— Que pasen algunas cosas desafortunadas, no es algo que deba preocuparte.

— Es que... —se movía nervioso en su entorno— ¿por qué no invitamos a Alain? Él es mejor en esto que yo.

— Te llamé porque necesito que hagas algo.

— ¿No puede hacerlo un sirviente? —preguntó bajando la mirada.

— Nunca te pido nada, vives del nombre de nuestra familia, has reprobado muchos cursos, tu padre ya ni si quiera invierte su interés en ti, he pagado maestros y eruditos para que te eduquen —tomó un sorbo muy delicadamente de su té—. Al final, soy tu madre —le llamó con una mano y el muchacho como una oveja se le acercó— quiero que vueles alto.

— ¿E-En qué puedo ayudar? —preguntó el niño y sintió la cálida mano de su madre en su mejilla.

— Eres un buscapleitos, así que quiero que lo hagas, busca un pleito y luego lastima a una de esas chicas extranjeras.

— ¿Eh? —respondió sorprendido.

La mano de su madre tomó su mentón violentamente, lo apretó entre sus dedos, dejando incluso marcas de las uñas en su piel, mientras su muchacho luchaba para liberarse.

— Ma-Mamá por favor... me lastimas, yo-yo- no puedo hacer nada más, papá me advirtió que si provocaba un problema con los Fleuran me recomendaría para un puesto en el rincón más desolado de Noxus, no- no quiero...

— ¿Desde cuándo decides? —preguntó con la certeza absoluta de que ella era más dueña de su destino que cualquier otro—. Uhm... creo que vivir en un lugar desolado forjará tu carácter entonces —lo soltó violentamente y volvió a tomar su taza de té.

— Es que... yo... —rogó cabizbajo con las manos juntas.

— Mi querido hijo, tú más que nadie sabes todo lo que he luchado por mantener mi posición, tu madre ha borrado amantes, ya sabes, otras mujeres para tener todo esto y que llegará ese- —se detuvo en seco— muchacho —se refería a Jericho— para llevarse el nombre de tu padre, mi posición y seguro sus vidas también, creo que sabes que es mejor vivir que estar bajo varios metros de tierra. Prepárate para esta noche, la celebración de los Fleuran tendrá una última noche hoy en el gran salón y quiero que hagas lo que te pedí.

— Pero... Jericho no es capaz, él-

—Me duele la cabeza, retírate, querido —dijo y giró su rostro para no verlo más.

No era como si no quisiera obedecer a su madre, pero las cosas que le pedía hacer eran horribles, él era un chico travieso, tal vez incluso problemático pero lastimar a alguien de la manera que se lo pidieron, era una maldad planeada que no era capaz de manejar por sí mismo.

Su madre le había pedido que empujara a una de las chicas por las escaleras, ¿por qué? Quién sabe. Los planes de su madre usualmente escondían secretos que nadie más era digno de conocer. Quería que él cometiera una locura, pero ¿cómo podía hacerlo? ¿Habría perdido la cabeza? Aún así, tenía algo de razón, el corazón de su hermano no era tan cristalino como sus intenciones, podía no ser una amenaza ahora, pero... ¿qué le decía que no se voltearía a eliminar a cada uno de sus hermanos cuando lo necesitara?

En este punto, Jericho era una amenaza, el trabajo constante, peticiones de compromiso y propuestas habían hecho que Emal tomara una medida más apresurada que simplemente eliminar su camino a la cima. Un matrimonio político con alguien de una familia sin poder en Noxus sería apropiado para rechazar a gente como Stelia Diavil.

— ¿Te mandó mamá? —cuestionó Jericho.

La reunión empezaba por la tarde y terminaría de noche; el trabajo no termina ni empieza, pensaba Swain de camino hasta que vio a su hermano parado junto al portón de la casa de los Fleuran.

— ¡Je-Jericho! —gritó asustado— No vine a hacer nada, es... bueno... —se rascó la cabeza.

— Entiendo —dijo en voz baja Jericho mientras respiraba pausadamente— si vas a estar aquí, al menos sé útil —caminó por delante suyo— sígueme.

Caminaron por pasillos varios, con sirvientes en cada esquina, algunos preguntaban a Swain qué hacer y otros pasaban de largo, su hermano mayor parecía perdido.

— Quiero que me avises en qué momento llegan los músicos aquí —señaló un escenario.

— Eh...

— ¿Puedes hacerlo? —preguntó sin esperar mucho de él.

— ¡Obvio! —gritó y pronto se dio cuenta, se cubrió la boca y puso sus manos abajo— No soy un tonto, ve y haz tus cosas, te ayudaré.

— Espero —dijo no muy convencido.

— ¿Sa-Sabes si las muchachas damas de flores vendrán?

— Claro que vienen, son invitadas de la nueva señorita Fleuran.

— ¿Y mamá?

— Madre está arriba atendiendo a los invitados —lo miró serio— ¿algo más?

— Si-Si-Si, yo nada más... eh...

Suspiró cansado y dándole la espalda se fue, su hermano había llegado para ayudar pero con sinceridad, sólo le causaba un dolor de cabeza.

Caminó un poco más para verificar a los sirvientes, en la cocina todo lucía en orden, hasta que dio un paso en falso, giró en la esquina equivocada porque ya saliendo de la cocina se dirigió a los jardines donde...

— Hola —dijo la joven de pelo azul a una distancia de casi medio metro.

¿Qué podía hacer? Dejó caer su libro de anotaciones, en el cual escribía todo lo que hacía para el evento y detalles a no olvidar. Sus labios temblaron antes de contestar y fingió seguridad al mirarla a los ojos.

— Señorita —respondió secamente.

Le dolía el brazo, ¿qué más podía hacer? Era punzante, insoportable, la veía y ardía como un cuchillo caliente sobre su piel más sensible, ojalá ella sintiera lo mismo, pensó.

— Ah... pasaba por aquí, mis hermanas me enviaron a hablar con el cocinero —giró sus ojos a otra parte, parecía tímida.

— ¿Puedo ayudarle en algo?

— No, no, sólo me da gusto ser recibida tan amablemente. Tú —dio un paso adelante y Swain uno para atrás— haces un buen trabajo por aquí... —se dio cuenta pero no dejó de inclinar su cuerpo hacia él.

— Es inapropiado —respondió mecánicamente— tutear a alguien...

— No le diré a nadie, puedes llamarme Irelia —dijo ella animada y sonriendo.

Cualquier otro hubiera retrocedido, por lo menos en su círculo social, llamar la atención de alguien por su comportamiento poco aristocrático era motivo de vergüenza pero ella no parecía avergonzada para nada.

— Ire-

Se detuvo en seco antes de decir su nombre, su vista se nubló, y estos eran consumidos por una oscuridad con bruma que opacaba todo su entorno, entonces al fondo de esa terrible pesadilla estaba alguien, una mujer... mirándolo desde una cima.

¡MI NOMBRE ES XAN IRELIA Y NO TOMARÁS NADA DE NOSOTROS!

Ese grito lo despertó de golpe, como si sintiera escalofríos apoderándose de su cuerpo, tembló de miedo, era sólo un muchacho, no entendía esto, esa visión, esa mujer gritándole con ansias de matarlo.

— ¡Te-Tengo algo que hacer! —dijo casi en grito y salió a toda prisa.

Era sangre lo que chorreaba de sus manos y boca, vio con horror que esa mujer con un salvajismo inimaginado lo amenazó, ¿por qué?

Huyendo frenético, Swain buscó un rincón, entre todas las habitaciones por arreglar entró a una vacía, encontró una mesa con un mantel grande y se metió debajo de rodillas, estaba hiperventilando, ¡no entendía! Nadie sabía... pero cubriendo su rostro se mostró vulnerable, como ningún otro ser humano podría verlo jamás, ¡debía ser perfecto! ¡Debía ser fuerte! ¡Debía no morir! Pero ahí estaba, con la persona que más lo odiaba, no, no sólo eso, alguien terrible y sangriento. Un alma que iba a destruirlo.

Tengo que... matarla o me matará, yo... no puedo...

Tartamudeaba mientras la presión en su pecho hacía que no pudiera respirar, estaba a punto de caerse sobre su propio rostro, si alguien lo veía así, si sus hermanos averiguaban esto todo se perdería y...

La puerta de esa habitación sonó, alguien había entrado, Swain con temblorosas manos limpió sus lágrimas, el frenetismo de sus movimientos no se calmaba, era como si la visión de pesadillas quisiera permanecer siempre.

Pronto escuchó pasos, eran pausados, diligentes y melódicos, pedía a quien fuera que lo estuviera escuchando que se fuera, la persona que había entrado tenía que irse, cuando dejó de escuchar más y sonó la puerta, ideó el plan de correr lejos de la propiedad de los condes o volver a casa; su reputación valía más que un castigo que pudiera dar su madre.

— ¿Estás bien? —preguntó pronto una voz a sus espaldas levantando el mantel.

Swain frunció el ceño y se giró de inmediato. Su primer pensamiento fue "va a matarme", seguido de un "debo hacerlo, debo matarla yo".

En cuanto la joven Irelia se agachó bajo la mesa con clara preocupación en su rostro, su mano intentó alcanzarlo y él la jaló para ponerla debajo.

— No voy a dejar que me mates —advirtió tembloroso.

Era extraño ver a alguien tan sosegado y en control, con el cabello desordenado y eufórico, ahora más, lloroso y con miedo. La sorpresa no duró mucho, hasta que algo dentro de ella le decía que él no haría nada, no sabía qué, tal vez los espíritus que tanto acechaban a los suyos.

— ¿Cómo?

— Voy a —Swain se acomodó sobre su cuerpo, con una mano detuvo las muñecas de la joven y de su bolsillo de chaleco sacó una cuchilla escondida en una pluma— a... acabar con esto —sus labios temblaban.

— Te vi... en mis sueños —confesó Irelia al notar el arma en su cuello.

— Yo también —dijo Swain y apretó los dientes.

— ¿Es lo que tienes que hacer? —preguntó la joven de pelo azul cerrando sus ojos, aquellas hermosas pestañas bajaron en cámara lenta mientras el muchacho de cabellera plateada se debatía entre sus visiones y la realidad.

— ¿Quién te envió?

Irelia soltó una risilla, haciendo que su cuerpo se moviera, acercándola al filo de la cuchilla que tenía en su cuello, Swain al darse cuenta alejó de inmediato este peligro, aunque era tarde para darse cuenta de su error por completo. Tiró la pluma con punta filosa al piso.

— Jaja... olvidaste algo —dijo ella y abrió sus ojos.

La visión de estar bajo una mesa cubierta con un mantel, sólo los dos hizo que la joven se sonrojara ligeramente y mirara con ternura al atormentado chico, éste aún sostenía sus brazos con una mano y tenía su cuerpo sobre ella.

— ¿Puedo? —preguntó Irelia y Swain soltó sus manos y en cuanto lo supo, se levantó.

Estaba sobre ella...

¿Estaba sobre ella?

¡ESTABA SOBRE ELLA!

-PUM-

Chocó de golpe contra la parte anterior de la mesa y salió de aquel espacio cerrado, mirando cómo aquella muchacha se incorporaba, era más alta y grande que él, claro, tenía 12, obviamente estaría más desarrollada que él, aún con eso, nunca se levantó o se opuso a sus manos.

— Es tuyo —dijo Irelia debajo de la mesa, mientras sacaba su brazo hasta donde Swain.

— Mi libreta —contestó y la tomó.

Estaba en lo cierto, exageró en sobremanera su actuar, pero... tenía una razón, tuvo una especie de visión, algo que lo hizo ver lo que pasaría o lo que pasó, ¡estaba confundido! La joven se había presentado amablemente y lo que él vio fue a una mujer furiosa bañada en sangre, ¿tenía la culpa?

— Gracias —dijo en tono bajo, como si susurrara.

— ¿No vas a preguntar nada? —salió a gatas de ahí, ambos estaban sentados en el piso, con luz tenue y a puertas cerradas.

— ¿Debería? —preguntó también.

— Yo no creía en esto hasta que te vi —pausó y respiró hondo— me hablaron de un llamado de los espíritus y ahora que te veo, pienso —sonrió inadvertidamente al ser opacada por el brillo de los ojos rojos que la observaban— que he soñado contigo desde hace algunos años y no pensaba que eras real, esto... que siento —tocó su pecho y luego su estómago— es muy raro, como... mariposas.

Era claro que sentía algo fuerte, algo que la emocionaba, que le aceleraba el corazón y que promovía todo tipo de fuertes sentimientos, todo porque ella y él eran enemigos, lo sabía, lo sabía, eran enemigos, nada más y nada menos. En su otra vida habían peleado constantemente, podría decirse que él hizo cosas en contra de los Jonios que tanto había promovido en los últimos años, aún creyendo que así no sucedería lo que cambió su vida.

— No vayas a tocarme de nuevo o acercarte, no somos amigos, no nos conocemos, si soñaste conmigo, probablemente no fue bueno —reclamó Swain, se levantó del piso y miró a la joven a la distancia.

Quería ignorar el hecho de que era una belleza, que estaba rojo y que no tenía intenciones de acercarse a ella para comprobar lo que le pudiera hacer, porque nada garantizaba que la sangre que tenía ella en sus visiones, no fuera suya.

Algún día ella sería fatal, violenta y... miserable. Concluyó.

Pero no era sólo él quien se alejaba, cerraba la puerta y se iba, sino ella también, se había alejado de lo que pensaba, cambió de opinión. Cuando vio por primera vez a Jericho, habló de ello con sus hermanas por la noche antes de dormir, su hermana mayor le dijo que no se acercara a ninguno de los enviados por los Swain, esa familia guardaba muchos secretos e intenciones violentas.

Oh... pero ella quería verlo, hablarle, saber cómo era el prospecto de los espíritus.

No iba a mentir, estaba perpleja en un inicio, después curiosa y luego ansiosa. La noche anterior no pudo dormir, imaginaba verlo caminar por el salón, que él se diera cuenta de que podían conocerse, ser amigos y entender finalmente la voluntad de los espíritus, pero él fue cortante, siempre que ella daba un paso, él se iba para atrás, siempre que ella lo miraba, él giraba su rostro al lado contrario y cuando finalmente estuvieron juntos, terminó siendo ignorada.

Había bailado alegremente con sus hermanas la noche anterior, feliz, pero ahora estaba preocupada, ¿cuál era el propósito de mostrarle a Swain tomando su mano mientras las pesadillas la perseguían en sus sueños?

Se puso de pie también, mirando la nada y estando en silencio, contoneó su cuerpo un par de veces y bailó relajada, desahogó sus preocupaciones y guardó los suspiros que luchaban por salir, giraba y levantaba sus manos al aire, se deslizaba en el espacio como una mariposa.

Cuando terminó se sintió más descansada pero antes de hacer otro movimiento un grito la alertó, ¿era alguna de sus hermanas? Salió de inmediato dejando la puerta abierta de ese salón.

Corrió por el pasillo a toda prisa y lo que vio la hizo parar en seco, era Swain al inicio de las escaleras, mirando perdidamente a la joven abajo, quien estaba herida. Pasó de largo y fue a ayudarla. Ésta no podía mantenerse consciente y finalmente se desmayó, otras fueron a ayudar mientras arriba, sólo veía la mirada fría del peliblanco deslizarse a través de las acciones de todos los presentes.

El escándalo se manejó correctamente mientras los sirvientes llevaban a la herida a una habitación de descanso, Swain no perdió el tiempo y desapareció.

No podía creerlo, ¿él había hecho algo tan ruin?


Fin de Episodio 04