¿Qué tal? Ya volví para dejarles otra actualización, disfruten de la lectura, no olviden dejar su comentario y favs para apoyar a que la historia se siga publicando, un saludito y pasen un bonito día (o noche :P). Hasta pronto

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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.

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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^

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El Baile del Cuervo

Por Clarisce

Capítulo 7: Ninguno Sabe

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No era ella un simple demonio en busca de sangre, él lo entendía, a pesar de que evitó sus más grandes tragedias, pensaba que nada podía ser gratis en esa nueva vida.

Soltó sus cosas de inmediato al llegar al palacio, veía cómo un joven se le acercaba raudo, Swain apretó la mandíbula porque la agresión que enfrentaba no era para menos.

Esta persona que apenas había visto ahora lo estrelló contra la pared, no había nadie en los pasillos, ¿quién era? Se preguntó dos veces mientras la silueta osca de un muchacho molesto lo saludaba.

— ¿Quién te crees que… —iba a recriminarle pero fue interrumpido.

— Corta tu actitud, ¿qué PUTAS hiciste? —le dijo aquel desconocido.

— No sé de qué hablas —se soltó de golpe de su agarre.

— Eres un maldito error, imbécil. No pudiste seguir adelante después de destruir Noxus, para luego… quitármela.

— No entiendo, ¡no entiendo! —gritó Swain y se liberó mientras veía de lejos a un muchacho llamado…

Darius.

— Eres… el joven prometedor de las listas, Darius.

Este calmó su mirada por un segundo y se acercó a su oído.

La mano de Noxus…

Un recuerdo se desbloqueó al instante, la mano de Noxus, aquel comandante que había desechado por sus planes, que murió a manos de un Rey Demaciano y que ahora estaba… ¿aquí?

— ¿Lo recuerdas? —preguntó Darius esperando ver una respuesta.

— Moriste…

— Es nuestra segunda vida, yo… —bajó la mirada— desperté en éste cuerpo y en ésta época, dudo que hayas olvidado lo que hiciste.

— Debemos ir a un lugar privado —pidió Swain y jaló del brazo al joven Darius.

Caminaron juntos hasta llegar al jardín del palacio, en éste se quedaron frente a frente, ahora sí, con ánimos de decirlo todo.

— Estuve buscándote desde que recuperé éstas memorias, quise pensar en por qué tantas cosas habían cambiado, ¿por qué soy mayor que tú? ¿Por qué me arrebataste todo por lo que había trabajado?

— Quisiera decirte que recuerdo todo como si fuera ayer, pero te equivocas. Estas memorias son confusas, eres el primero —se le iluminaron los ojos— que me hace saber que nada de esto es una locura en mi cabeza.

— Swain, ¿sabes lo que hiciste? —preguntó Darius.

— Inicié una guerra contra Jonia.

— Tuvimos paz por un tiempo antes de eso, encontré a alguien y cuando creí que todo estaba bien, de repente era un muchacho de nuevo —se miró a sí mismo— demasiado joven para todo…

— No sé cómo ayudarte, sólo sé que desperté hace mucho más tiempo y… he estado trabajando para…

— Para no morir por tu demonio.

— ¿Cómo me encontraste?

— El hombre que nos cría, a mi hermano y a mi, tenía que pasar por el palacio, una revisión de sus armas y archivos, así que aproveché en preguntar por ti. No creía que fueras alguien irrelevante o un niño más pequeño que yo —rió.

— ¿Cuántos años tienes? —preguntó Swain.

— 18.

— ¡Oh! Cielos… —se apenó y cubrió su rostro— hasta tú eres mayor.

— Revierte lo que hiciste, necesito volver con ella —arrugó su rostro en preocupación— éramos felices e intentamos… podíamos… ¡tú y tu maldita magia! Si no puedes hacerlo, usa tus malditas semillas de oscuridad y controla a Darkwill, vamos a acelerar todo, puedes hacer un plan y matar a todos, hacemos las paces con Demacia y yo vuelvo con mi esposa.

Era un tontería tras otra, su semblante cambió.

— ¿Estás loco? —preguntó chirriando los dientes— No, eres estúpido —le cubrió la boca.

— Es tu culpa y no te he matado nada más porque necesito que me regreses a mi tiempo.

— No puedo, no sé nada de esto, no provoqué la regresión, yo… estoy peor que tú. Además no puedes hablar de esas cosas, ni si quiera han pasado, yo ya no tengo a mi demonio y no puedo acceder a las semillas de oscuridad de la "Rosa Negra" como si fueran mi dulcería personal, ¡piensa imbécil! —dijo a punto de explotar.

— ¿Cuál es tu plan entonces?

— Primero dime, ¿eres el único que recuerda cosas? —preguntó curioso.

— Si te preocupa que mi hermano lo sepa, no, no lo sabe, es tan estúpido como siempre. Además no quisiera que recuerde, ya lo perdí una vez y no lo volveré a hacer…

— Mira, tendremos que hacer las cosas a paso lento, no puedo adelantar nada, perdí mis ventajas como tú, pero si conseguimos poder y obtenemos experiencia, pronto podríamos llegar a la misma posición que teníamos en nuestra vida pasada.

— Debes ayudarme a quedarme en la capital, si me llevan fuera de aquí no podré protegerte para que me regreses a como estábamos. Sin tu demonio y sin la "Rosa Negra", tendremos un camino espinado.

— La paz con Demacia se ve muy lejana si no llegamos al poder. Y ya para con "regresarte", no controlo esto, no lo provoqué —dijo ya resentido— bueno, no intencionalmente, pero nada asegura que podamos regresar.

— Busca una excusa para que mi hermano y yo nos quedemos, necesitarás mi ayuda de ahora en adelante —amenazó con su dedo.

— ¿Pero… y tu carrera militar? Si no sigues con tu vida, jamás tendrás el puesto de Gran Comandante.

— Ya lo hice una vez, no necesito seguir con esa charada, vamos a conseguir las cosas rápidamente y entonces volveré a verla —añadió esperanzado— y vas a arreglar esto, necesito que Demacia y Noxus estén en buenos términos, necesito encontrarla, tal vez tiene miedo, está lejos de mí y nuestros hijos…

— Considerando el tiempo que estuvieron aquí y el cerco a Demacia, dudo que ella te recuerde. La mujer con la que te casaste, haría lo imposible para volverte a ver.

— Tienes razón, ella conoce los caminos secretos aquí, se los enseñé en caso de una invasión.

— Vete, tengo cosas que hacer —dijo ya muy cansado.

— No hemos acabado, idiota —se apartó y le amenazó con un gesto violento de su mano.

Había sido una sorpresa encontrarlo, miró cómo se alejaba aquel llamado "Darius", lo miró y sintió que algunas cosas comenzaban a cobrar sentido, tales como una vida completada que fue cambiada, regresada al punto de partida o mucho más atrás.

Swain recordaba muy poco de él, pero la razón por la cual no había cuadrado una pareja para "La Mano de Noxus" era porque aquel desgraciado estaba atravesado por una loca historia de obsesión y sufrimiento. El comandante caído, casado con una demaciana por acuerdos de paz, enamorado en secreto, pero lo peor no era eso, quizás Darius podría destruirlo o asesinarlo, mas él no era su problema sino su hermano, su historia se divisaba como si fuera ayer, Draven fue maldito por la organización, lleno de la plaga negra, provocado para cometer el peor delito a su razón. Si bien Swain sabía que él no lo hizo, conocía perfectamente al autor, Le'Blanc.

En la primera vida, Le'Blanc desarrolló una especie de odio insano por el hermano de Darius, ya que tuvieron una contrariedad y como se le fue prohibido asesinarlo, hizo que fuera miserable, tanto como pudiera. Al inicio no era un problema, pero si él recordaba su vida anterior, sería algo problemático, al ser el más representativo de la organización y la imagen de odio.

Swain regresó a casa de madrugada, la luz ya casi se asomaba a la distancia, un increíble tono naranja y azul se reflejó en la ciudad cuando él ya llegaba a su hogar.

Caminó con calma hasta encontrarse con un sirviente, el cual hizo una reverencia y le entregó un documento.

— ¿Más trabajo? Estoy agotado, dáselo a mi padre.

— Joven maestro —dijo Lille, su mayordomo— hay algo que debe saber.

— Dime —respondió mientras avanzaba y era seguido.

— Llegó su prometida, la recibieron en la mansión principal, está en una habitación separada de todo, la servidumbre espera su orden.

— Asigna a Emeri —dijo Swain y recordó que la señorita Tawk, quien era realmente leal, moriría antes de encariñarse con una extraña, que bien podría estar ya aliada con su madre— ella sabrá informarme.

— De acuerdo —bajó la cabeza.

— Estaré dormido todo el día, si alguien me busca y no es mi padre, mándalo a volar —advirtió el muchacho mientras abría la puerta de su habitación.

— Así será —respondió y vio como cerraban la puerta tras él.

Cuán difícil era lidiar con todo en ese momento, con una agenda ocupada, entre seminarios de obras en Noxus, asignación de asesorías para jóvenes nobles, lecciones de sucesor que tomaba a escondidas… para ahora tener que lidiar con la prometida que le había sido impuesta. Sabía que el matrimonio era sólo un acto en papel y que no habría una ceremonia, pero qué complicado era esperar ese día y más con la novia ya presente en su vida.

No era el único que detestaba la situación, aquellos leales a su palabra, como el mayordomo también expresaban su claro desdén por la jovencita que había aparecido como una pila de hormigón pegada a su cuello, traída a la casa de los Swain con ningún otro motivo mas que para destruir cualquier plan que Jericho tuviera de ascender.

Pero en cuanto la luz del medio día se posó sobre el enorme ventanal de la habitación que se le había asignado a Irelia, la jonia recibió una visita, era una jovencita, la misma notó los ojos azules como el cielo mirándola directamente.

— Señorita Xan —se inclinó e irguió su postura pero sin mirarla— estoy aquí para ayudarla con lo que necesite.

Primero ese rostro impoluto yacía sin expresión y luego de unos segundos cambió a uno más amigable, le sonrió y se acercó a ella de inmediato.

Emeri sólo pensó que su nueva ama era algo fornida, no muscular, sólo… tenía un cuerpo definido, caderas anchas, piernas gruesas, en sí era que lucía como un bloque de madera bien definido.

— ¿Qué pasa? —preguntó Irelia.

— Nada señorita, es…

— ¿Es…?

— No tenemos permitido mirar a los ojos a los amos en la familia.

— Pero yo aún no pertenezco a la familia, por favor llámame Irelia, ¿eres mi acompañante?

— Sí, señorita.

— Entonces muéstrame el jardín y los salones, tal vez luego podamos saludar a los señores de esta casa.

— Ninguno está disponible, la señora no ha vuelto de la ciudad y el señor está ocupado con terrenos en la frontera pertenecientes a la familia.

— ¿Mi… prometido sabe que llegué? —preguntó tímida.

— Tengo entendido que está ocupado con asuntos varios.

— Ah… —suspiró, pero no era uno de lástima sino de alivio— creo que estará bien si me acompañas al jardín.

— Prepararé algo para que coma en el jardín, si le parece, tal vez unas galletas y alguna bebida, ¿tiene preferencias? —Emeri estaba siendo muy eficaz.

— Gracias —sonrió, algunos mechones de su cabellera oscura y azul como el cielo mismo cayeron sobre su rostro.

Emeri sintió su corazón sobresaltado, era una belleza, al menos habían elegido a una dama hermosa, lástima que su amo Jericho Swain no quisiese absolutamente nada de ella, al final se divorciarían cuando él obtuviese el título familiar, pero ése era un secreto.

— Sh… —se le salió.

— ¿Uh? —se preguntó Irelia.

— Eh… señorita, le mostraré de inmediato los jardines, ¿pero no quiere que la ayude a cambiarse u ordenar sus cosas? —preguntó notando maletas y un gran escudo cubierto con una manta.

— Este lugar es momentáneo —dijo triste— la boda no está muy distante y creo que esperaré a la habitación nupcial.

— Pero señorita, ésta será su habitación… —dijo Emeri con algo de incomodidad.

— ¿Qué? —soltó sobresaltada— ¿no dormiré con mi esposo?

— El joven maestro ha dado instrucciones, dormirán en sitios diferentes y 1 vez al mes, usted visitará al maestro bajo condiciones de producir un… ah… heredero.

— Sólo soy un objeto de reproducción —bajó la cabeza y cayó sentada en la cama— ¿entonces no pasaré tiempo con él? ¿Qué tipo de matrimonio es éste? —dijo algo indignada.

Ser sólo alguien hecho para hacer herederos en la familia, alguien con quien ni si quiera iba a convivir, era algo chocante, al menos en su cultura, donde las parejas podían vivir unidas por un respeto mutuo, mas ahora sólo podía ser una ilusión, bueno… de todos modos ella no quería amor en este "contrato", se resignó y a pesar de apretar los labios, imaginando un hombre sobre ella, montándola como un animal sin tener ni temer otra salida, estaba asqueada.

— Yo no tenía idea que usted desconocía el contrato… —bajó la cabeza— perdóneme señorita.

Sí lo sabía, Emeri era inteligente, tal como su joven maestro había indicado, debía quitarle la ilusión a la pobre muchacha, hacer que renuncie a la relación. Eso facilitaría un divorcio en cuanto el título familiar le fuera otorgado.

— Relájate —tomó a la joven por los hombros, cuando la levantó, le acarició la cabeza— todo está bien, ahora acompáñame a tomar algo, ¿si?

— Eh…

Esperaba un berrinche o una reprimenda, pero Irelia no era así, ese conformismo estaba enfermándola desde hace 2 años, nada podría romper su espíritu, al final sabía que ese matrimonio fracasaría por causa suya, después de todo su prometido no era el joven sirviente que conoció en la boda de una de sus hermanas de baile. Si no era él, debió imaginar un escenario diferente, incluso si tanto su marido la detestaba, podría pedir eliminar los días de encuentros para producir un heredero.

No dejaba de pensar en él, incluso cuando tomaba la decisión de cuartar sus posibilidades a darle un hijo a la familia Swain, en su pensamiento, aquel joven sirviente que conoció, le sobresaltaba el corazón y el mismo rumbo de su vida.

Era cuestión de tiempo hasta que su futuro esposo se cansase de ella, sólo eso…

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Fin de Episodio 07
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