¡Hola a todos ^^!
Espero no llegar demasiado tarde, sólo quise postear éste episodio, que para mí es el que más me ha gustado. También quiero darle las gracias a los que le dieron una oportunidad, por seguir la historia y comentar, siempre pueden seguirme en mi IG /OnlyStarling y TikTok con el mismo nombre pero un punto al final de la "y".
Espero que tengan un hermoso día o noche, no olviden dejar sus comentarios para apoyar la historia a seguir. Hasta muy pronto :D
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Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Riot Games tiene los derechos de los personajes usados.
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Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^
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El Baile del Cuervo
Por Clarisce
Capítulo 9: Un Beso, Un Abrazo, Una Boda
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Si ella regresaba, si recordaba quién fue el canalla que maldijo su existencia, podría destruir nuevamente su ciudad y el mundo junto a Raum, pero ahí estaba él, jugando a ser la voz de los espíritus, dejando que las aguas fluyan y destruyan toda barrera que él naturalmente hubiera creado para ella y sólo ella.
Ese día, mientras se terminaba de arreglar, miró su reflejo a través de un espejo, practicó sonrisas, como le era acostumbrado, luego metió su mano al bolsillo, encontró su libreta de cosas que debía hacer, tenía una agenda completa.
En una página, con una hora designada y algunos detalles anotados, estaba el recordatorio de su caída al suplicio, pero no duraría demasiado, después de la ceremonia, acompañaría a su nueva esposa a su habitación, en donde ella le esperaría hasta la noche, él en cambio tenía una reunión a la cual acudir y de la cual no volvería.
Poco le importaba cualquier sentimiento o resentimiento surgido de la acción, él no iba a consolarla, no iba a dejarse atrapar por un encuentro, había programado también que no estaba muy emocionado por besar a la novia en la ceremonia, no era obligatorio besar a nadie, así que tachó con un lápiz aquella parte.
Guardó su libreta, pero cuando quiso hacerlo con el lápiz, éste resbaló de su mano y se rompió, Jericho se quedó viendo la punta quebrada en el piso por un par de segundos, tratando echar fuera de su cabeza cualquier pensamiento sugerente a lo que sucedería.
Enserió su rostro y caminó fuera de la villa que habitaba, el mayordomo le esperaba fuera con una carrosa, miró bien y notó que había un par de guardias extra, posiblemente su madrastra los había enviado para evitar que huyera de su deber.
No iba a hacerlo. Rió para sí mismo mientras subía al mismo, se acomodó libremente y pensó en todos los detalles que esa mujer había planeado, como evitar que cometiera el error de desobedecerla en ponerse un cúmulo de hormigón en el cuello por voluntad propia.
Irremediablemente optó por no retrasar más la voluntad escrita para su vida, porque no importaba lo que le hicieran, él saldría a flote, después de todo era su mejor cualidad.
— Joven maestro —le habló el mayordomo sentado frente a él— no tiene que hacer nada de esto si no lo desea, yo podría darle el tiempo que necesite para escapar.
Tobias Lille era un noble de una casa caída, no era un hombre que llamaba la atención, pero era bueno en su trabajo, a diferencia de otros, su madre tenía dificultad tratándolo y más con la clara simpatía que tenía hacia Jericho. Lo había criado desde que llegó a la casa Swain, siendo un pequeño y solitario bebé, así que si en algún momento se dieran riendas sueltas a preferencias por tomar el título de la casa, estaría de su parte, así como gran parte de la servidumbre.
Pero si se trataba de castigar al último hijo, él incluso daría su propia carne para ser maltratada a cambio. No era justo para los demás y tampoco para la señora de esa casa, quien manejaba con sumo cuidado las lealtades.
Ahora que, un matrimonio con tanta desventaja, era una sentencia, que Lille quería evitarle a su maestro, aunque esto le costara su trabajo, Jericho podría escapar y ver la luz lejos de esta malagradecida casa, ascender a un gran puesto en el imperio y dejar atrás todo. Sí, Lille podía hacer eso y más.
— ¿Estás preocupado por mí? —preguntó y le sonrió.
— Joven maestro, no se burle.
— Confía en mí, no hay nadie que pueda impedirme seguir adelante, ni si quiera una señorita tan insignificante —bajó la mirada.
— Los jonios no son lo que cree, siento magia en esa niña, no debe descansar en laureles, si resulta ser una bruja, podría encantar su mente y guiarlo a decisiones complicadas.
— ¿La conociste? —levantó la mirada y fijó sus ojos rojos en un serio hombre adulto que parecía estar incómodo— ¿cómo es? No, no me digas, prefiero verla yo mismo, además llegaremos dentro de poco.
— No habrá una boda suntuosa, sólo es una ceremonia en el salón principal de los Swain, la casa principal ya está arreglada para ello.
— Es curioso que me preparen para este sacrificio y mi padre no mueva ni un solo dedo.
Las voces callaron, Lille sabía muy bien que el señor de la casa Swain era una voz en mudo, no había ninguna orden dada desde lo alto, mas eso no significaba que no hubiera una regla, la cual era jamás omitir el cuidado del pequeño Jericho.
— Llegamos —dijo el joven peliblanco.
No había notado cuando el carruaje se quedó quieto, lo único que escuchó fue a uno de los caballos relinchar y luego al conductor carraspear antes de decir algo.
Abrió la puertecilla y bajó del carruaje para encontrarse con una fila de sirvientes, estos se encontraban cabizbajos y esperando órdenes, se pusieron junto a la puerta mientras el peliblanco amenizaba el asunto con una clara orden.
— Fuera de aquí —dijo y todos se dispersaron.
Jericho entró por la puerta de la casa grande, ésta vez no para comer con su familia sino listo para la guillotina, dispuesto a entregar parte de su libertad a una niña joniana.
Cuando llegó al portón del salón principal, supo que era su momento, abrió la puerta girando el pomo de la misma y se encontró a su padre y madre, estos junto a un rostro que no conocía, era el oficiante de la boda.
Caminó sin decir nada y aunque el salón era grande, no había una gran iluminación en él, suspiró y dio pasos agigantados hasta llegar al frente, donde estaba su prometida.
— Querido —saludó con fingido cariño su falsa madre.
Su novia parecía estar nerviosa, frotaba sus manos constantemente como una mosca, tenía un velo, seguro no podía caminar con esa cosa, su madre había insistido en darle aquel que había usado en su propia boda, muy amable, ¿verdad?
— Es momento de iniciar —volvió a hablar.
Isain, su padre, tomó a la novia por el brazo, la puso frente al oficiante y se acercó a su oído, Swain no podía escuchar pero notó un apego extraño en esa situación.
— Las bodas siempre son un motivo emocionante para reunir a la familia —añadió el oficiante.
Un verdugo y nada más, pensó Jericho, giró ligeramente su cabeza y vio cómo su futura joven esposa usaba una tiara, lucía muy costosa, su brillo rojizo como la sangre le recordó algo más, giró de inmediato al frente.
— …bajo las siguientes circunstancias y el poder otorgado por nuestro emperador, los uno en matrimonio, con el permiso del señor de este mundo y los amos de esta tierra bendita.
— "¿Es todo?" —se preguntó mentalmente, estaba poniendo los ojos en blanco cuando el oficiante carraspeó— "¿Y ahora qué quiere?" —ya estaba suficientemente molesto.
— El velo, joven amo —añadió.
— Sí —añadió desganado.
Se puso frente a la joven y con ambas manos extendidas hacia ella, no dudó en tomar el borde de aquel estrafalario y horrible velo y ponerlo ligeramente hacia atrás para ver el rostro de su novia.
No había ninguna emoción salvo la de terminar con esto de una vez por todas, su madre y padre habían dado un par de pasos atrás, sin querer entorpecer el primer paso como pareja de los recién casados.
Notó primero los labios, eran regordetos y rosados, como un pétalo, intentó quitar ese pensamiento de su cabeza, luego notó lo que eran ojos azul como el cielo y… una cabellera… ¿oscura como después del anochecer?
Se detuvo.
Espera. Pensó, su cabeza paró de pensar, no, no podía ser, tragó saliva y miró con atención todas esas expresiones, incluso aquella que parecía querer llorar, la de esa niña… la niña joniana, la… ella no era quien creía, ese rostro, había soñado tantas veces con ese blanco y terso rostro, esos labios que parecían pétalos y aquellos feroces ojos….
Era como si su cerebro no pudiera con toda la información recibida, así que se quedó estupefacto.
— Irelia… —susurró y ella sonrió al acto.
— Puede besar a su novia —añadió el oficiante.
— Yo no creo… no creo que sea… necesario, eh… yo-
Iba a retirarse, giró su talones y tan pronto mostró esa acción, la joven novia tomó el rostro de Jericho con naturalidad, apretó los labios como si no pudiera decir nada y apresó a su esposo, lo hacía con delicadeza, éste ya no se movió, tenía un miedo que no podía explicar.
Irelia negó con la cabeza inconscientemente, estaba conmovida, no podía creer nada de lo que pasaba, así que se acercó a él y dado que tenían el permiso, posó sus labios sobre los de Swain mientras el velo caía sobre ellos. Al principio iba sólo ser un beso de compromiso, pero ahora era más que eso, Jericho tenía la mente en otra parte pero cuando regresó se entregó a aquella amorosa acción, no pensaba en hacerlo, sólo lo hizo. Apretó los labios tanto como ella lo hizo, respiró ansioso mientras su mano se dejaba caer en el cuello de la joven joniana.
No fue hasta que el oficiante carraspeó vehemente que ambos se dieron cuenta de sus acciones que se alejaron, Irelia algo nerviosa por dejarse llevar y Jericho, consternado con lo que podía ser un atentado contra la pureza de la dama que había jurado odiarlo en su otra vida.
— Vaya, parece que ambos tienen una buena compatibilidad —añadió la señora Emal.
Se acercó a Irelia para darle una palmada mientras la felicitaba, tal como lo haría una suegra.
— Bienvenida a la familia —sonrió y se apartó para dejar que su esposo se acercara como era costumbre.
— Que sean felices —dijo el señor Swain y se apartó— ¿nos vamos? —preguntó mirando a su esposa.
— Lille los guiará a su habitación, pasaran la noche en la residencia principal, por ser su luna de miel, disfruten de la estancia —añadió y se fue junto al señor de la casa.
Tanto el oficiante, como los señores de la casa dejaron solos a la nueva pareja. Jericho no salía de su estupefacción, miraba la nada y de repente tenía la mano de… Irelia contra la suya.
— ¿Qué haces aquí? Creí que…
— Tomé el lugar de mi hermana, no sabía.
— Mentira —dijo enojado, finalmente girando su cuerpo hacia ella para verlo y quitando su mano—. Mi madre y tú planearon todo, ¿verdad? Están… —miró sus ojos fijamente— ¡estás buscando volverme loco!
— Los espíritus nos guiaron, ahora estamos casados —dijo ella con entusiasmo, queriendo apaciguar las emociones negativas del peliblanco— y sé que has pensado en mí, tanto como yo.
— Olvídalo, esto… no sé cómo lo hiciste, me embrujaste, me… me… ¡me besaste! —dijo recordando.
— Y me devolviste el beso —dijo Irelia.
Los ojos rojos de Jericho estaban a punto de salirse de sus órbitas, nunca había estado tan confundido, molesto e irritado, era imposible para él sentir algún tipo de emoción tan fuerte, pero tan sólo verla, imaginarla y sentirla había hecho que no pudiera contenerse.
— Suficiente, quedemos en un acuerdo, tú y yo no somos una pareja, tú y yo vamos a divorciarnos en cuanto podamos, no quiero lidiar contigo.
— ¿Qué… dices? —dijo ella entristecida.
— Hago esto por nosotros, por ti —dejó de mirarla— si supieras lo que yo sé, me lo agradecerías.
— ¿Acaso viste algo que yo no vi en tus sueños? ¿No piensas en mí?
— Tú… —dijo y tomó por los hombros a la joven— no estás en tus cabales, no sabes lo que hice —le tembló la voz y recordó los campos jonios llenos de cadáveres deshaciéndose como mantequilla al sol— los espíritus de los que tanto hablas, no fueron sinceros, te pido que entiendas.
— Me estás lastimando ahora —dijo Irelia.
Cuando ella dijo eso, comenzó a llorar, él nunca… nunca creyó ser la clase de hombre que vería a su enemigo derramar una lágrima, o si quiera verlo indefenso o en su caso, indefensa, virtualmente abierta a ser herida por todo lo dicho.
Pero era algo que quería que entendiera, si recobraba sus memorias, la Irelia del pasado lo asesinaría por usar su inmaculado cuerpo dadas las circunstancias, por aprovecharse, él sí recordaba todo, incluso Darius recordaba todo de su pasado, ¿qué le decía que ella no lo haría? ¿Sería capaz de arruinarla sólo porque ella no sabe nada? Era un abuso y no había regresado al pasado para humillar a la guerrera más hábil de los jonios.
— Le diré a Lille que te lleve a tu habitación, tengo cosas que hacer.
— ¿Vas a dejarme en nuestra primera noche? No volverás, ¿verdad? —dijo ella limpiando su rostro.
— Estoy cumpliendo con mi deber al desposarte, pero nada me obliga a pasar mis noches a tu lado.
— Podrías al menos decirme lo que hice, ¿qué hice para que no quieras escucharme?
Swain la soltó y enfurruñado en su actitud, lo pensó por unos segundos más, hasta que se giró a ella para hablar, iba a decirle la verdad porque a pesar de todo, su cuerpo mismo temblaba en emoción, no podía evitarlo y si ella seguía, era capaz de tomarla y llevarla a la habitación para terminar lo que empezaron.
— Esta vida, no es la única que hemos vivido, tú y yo no somos amantes, fuimos enemigos —tocó su propio brazo y la miró— me cortaste el brazo cuando intenté destruir el placidium, así que no soy un héroe, ni tu alma gemela, soy tu enemigo… —dijo más que informativo, estaba enojado y algo triste por confesarlo.
¿Qué debía hacer ahora? Irelia bajó la mirada y algo incrédula vio hacia Swain, éste había temblado desde la primera vez que la vio, no era porque estuviera emocionado, había sido por el dolor que le fue causado, ella lo lastimó y traumatizó para que no se metiera más con Jonia, ¿quién era él entonces? ¿Un invasor? ¿Un enemigo capaz de destruir sus tierras?
Deseó poder decirle que recordaba sus motivaciones, pero no era así, no sabía la manera en que pudiera comunicarse o cómo hablar del asunto. Antes se preguntaba la razón de que él no quisiera que ella lo tocase, pero ahora lo entendía.
— Hay… ¿alguna otra razón por la cual nuestro matrimonio deba acabar en divorcio? —preguntó la ojiazul.
— Sí, pero no es asunto tuyo.
Dijo convencido de que había dejado claras sus intenciones, además ella parecía igual de pensativa que él, con la nueva información, sólo parecía confundida pero no daba ningún paso atrás. Así que ahora que todo era claro, podía abandonar el lugar sin que ella corriera tras él.
— Te esperaré —dijo antes de que él cerrara la puerta.
Escuchó sus pasos perderse en el pasillo, Irelia caminó hasta la ventana y miró claramente cómo un fino carruaje llegaba a toda prisa, de éste salió una joven muy agraciada, corrió como un par de metros hasta encontrarse con Jericho, éste salía a prisa de la casa.
No debería espiar, pensó, pero su curiosidad hizo que siguiera viendo, la dama de cabello naranja corrió hacia él y lo abrazó.
Las palabras de su esposo habían cobrado sentido, habían otras razones para pedir el divorcio, quizás… esa mujer era su amante, la mujer… no, no, no, estaba dejando de lado la información que le había dado, ellos eran enemigos, los espíritus le advirtieron de él, así que no era de verdad, esa atracción, ese fuego, sólo era furia y odio.
La joven suspiró y salió del salón para encontrarse con el mayordomo.
— ¿Puedes llevarme a la villa de tu maestro?
— Se-Señora… pero debe pasar la noche aquí, los amos mandaron a arreglar la habitación.
— No. Yo quiero irme a la villa que me pertenece por matrimonio, donde viviré con mi esposo.
— El joven amo debe autorizar que-
— Nada. Soy su esposa y viviré ahí. Traslada mis cosas a la villa —dijo seria viendo desde arriba al hombre que poco a poco sintió algo de temor a dar una negativa.
Algo rondó en su cabeza y no eran precisamente las advertencias de su nuevo esposo, era la mujer que corrió hacia él, ¿a impedir la boda? ¿A llorar por su amante perdido? ¿Quién era ella?
¿¡Quién era ella!? Repitió su mente, pero deseando ignorar esa voz sintió que calaba más y más en su interior, llegando finalmente a la conclusión de que le estaban mintiendo y no dejaría que siguieran haciéndolo.
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Fin de Episodio 09
