Advertencia: Violencia, muerte de un personaje.


4. Ruptura al vuelo

El sonido de la alarma rompió la quietud de la noche, algunos guardias humanos miraron las torres de vigilancia preguntando: 'qué diablos pasaba' antes de que sus compañeros vampiros les desgarraran el cuello, uniendo sus gritos al estridente sonido. Algunos residentes que lograron despertar lo suficiente para asomarse por la ventana pudieron escuchar los gritos a lo lejano, lo que generó más confusión.

Por su parte, Shion maldijo al escuchar la alarma y se apresuró a dirigir a su grupo:

—¡Olvídense de los civiles, nuestra misión es tomar las armerías! ¡Dohko, encárgate de las armerías del Sur y Este, yo me encargaré del resto! —ordenó echando a correr ante el asentimiento del castaño.

Shion lo intentó, realmente intentó que el grupo de elfos y vampiros que estaban con él reprimieran sus instintos, y su grupo lo hizo tan bien, que él mismo vio como incluso los vampiros estaban dispuestos a seguirlo solo noqueando a los guardias; pero bastó una frase, una palabra de los humanos que se asomaban a las ventanas de su vivienda para que todo esfuerzo se esfumará con el aire.

—¡Las bestias! —gritaron los hombres y el férreo control de los vampiros se rompió comenzando así con la masacre, contagiando a los elfos, quienes, recordando su propio odio, se transformaron salvajemente.

Y entonces, cada ser humano que se atravesaba en su camino era devorado o despedazado, manchando las calles de sangre hasta su destino.

Uno de los guardias responsables del centro de mando despertó ante el sonido de la alarma, confundido, comenzó a revisar cada uno de sus monitores, solo para encontrar la terrible imagen de Sage, Nicolás y Perséfone. Ahogó un grito de horror antes de enfocarse en otras cámaras al tiempo que tomaba un teléfono:

—¡Comuniquen al señor Kido que los vampiros han escapado de los campos y se dispersan por la ciudad! —expuso horrorizado y sin colgar se dirigió al micrófono—. ¡Esto es una emergencia máxima! ¡Todos los civiles deben evacuar la ciudad! ¡Repito! ¡Todos los civiles vayan a los puntos de evacuación! ¡Guardias, a sus puntos de defensa! ¡Alerta roja!

X-X

Perséfone bebió la última gota de sangre de Nicolás, saboreando observó los monitores, viendo como uno a uno empezaban a transmitir interferencia, dando a entender que las cámaras estaban siendo destruidas como se había planeado. La vampira dio un vistazo rápido por el laboratorio buscando la llave manual de los collares, al hallarla, fijó sus hermosos ojos sobre una carpeta que estaba en el escritorio de Sage y donde su nombre reposaba, al abrirla se llevó las manos a la cara.

—Maldita sea —susurró— ¡Maldita sea! —gritó comenzando a destruir todo el lugar para luego desvanecerse del laboratorio para encontrarse con los suyos.

X-X

La estridente sirena de la ciudad lo hizo ponerse de pie de un solo salto, a su lado su esposa le miraba confundida y asustada, y él no sabía que estaba pasando, por lo que atinó a buscar su ropa y armas para enfrentarse a cualquier amenaza fuera la que fuera. Un altavoz se dejó escuchar, pero lo único que lograron entender fue: 'Evacuar la ciudad'.

—¿Qué está pasando, Deuteros? —preguntó una hermosa rubia por enésima vez mientras sacaba algunas mochilas preparadas.

—No lo sé —contestó él nuevamente—, nada más haz lo que te digo.

—No sé si logremos llegar a la ciudad del sur —comentó ella angustiada—. Ni siquiera sabemos que está pasando.

—Confía en mí y haz lo que te digo. —Cortó—. La ciudad del viento del sur es la más alejada —explicó mirando a dos pequeños: un niño y una niña que estaban abrazados sentados sobre la cama— niños —llamó con suavidad inclinándose para mirar a los más jóvenes a los ojos—, todo estará bien, tienen que obedecer a mamá y hacer todo lo que ella diga, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —contestó la más pequeña.

—Perfecto —expuso él desordenando el cabello de ambos niños—. Todo estará bien —le dijo a su familia saliendo de la casa a grandes zancadas.

El panorama afuera no era el más alentador, los lugareños de la ciudad del norte corrían de un lado a lado completamente asustados, llevando entre sus cosas pertenencias que lo único que generaban era una carga innecesaria.

—Ve al punto de evacuación señalado —le ordenó a su esposa dándole un cálido beso antes de correr por toda la villa hasta llegar con el escuadrón de protección—. ¡Sísifo! —gritó al ver a su líder—. ¿Qué está pasando?

—Los vampiros y elfos escaparon, de acuerdo con los guardias de las torres se dirigen a las armerías, en algunos puntos como la zona sur se han destruido las cámaras y hemos perdido contacto —expuso el rubio.

—¡Maldita sea! —acotó con una mediana sonrisa Aspros—. Solo volémosle la cabeza —agregó señalando su manilla.

—Si la torre de control emitió la alerta es porque los mandos a distancia no sirven —explicó Deuteros.

Aspros observó su manopla de hierro y luego depositó un beso en ella con una divertida sonrisa:

—Sea lo que sea, estoy preparado.

—Ahora sé por qué mandaste a bañar esa cosa en plata —apuntó el menor de los gemelos—. Con eso no matarás a ningún vampiro.

—Apunta al lugar correcto, cariño.

—Dejen de perder el tiempo y diríjanse a las armerías de respaldo, es obvio que no atacan al azar. Soliciten las balas expansivas y las granadas de luz, y no sean idiotas arrojando las granadas al aire, utilicen los lanzagranadas para enterrarlos en el pecho de los vampiros. —Mandó Sísifo.

—Den la orden de que enciendan las emisiones de frecuencia de baja gama, eso neutralizara a los elfos para que les corten la cabeza —habló un hombre de cabellos blancos quien caminaba con mucha prisa hacia el otro lado.

—Señor Hakurei, ¿a dónde se dirige? —interrogó Sísifo yendo tras él.

—A los laboratorios —expuso el científico deteniendo su andar—. Sabes muy bien que las manillas no tendrán mayor efecto si no estamos lo suficientemente cerca de los collares —continuó siguiendo su camino—, que, a mayor distancia, menor impacto tienen. Debemos recuperar el control a distancia para evitar una invasión. Lo mejor es explotar todos los collares, y, el programa de respaldo está en los laboratorios.

—Yo voy con usted. —Ofreció Sísifo, pero antes de partir se dirigió a su grupo—. Deuteros, estás a cargo, usen las luces ultravioletas.

X-X

El primer grupo en caer fue el de la zona sur. Cuando sonaron las sirenas, algo que no esperaban los vampiros y elfos, pero a lo que igual estaban preparados, se apresuraron a llevarse consigo al primer escuadrón. Las luces ultravioletas no eran nada para los elfos, por eso luego de deshacerse de aquellos que las manejaban, acabar con el resto de los hombres fue más sencillo.

Un par de incrédulos intentaron hacer uso de las manillas, pero grande fue su sorpresa cuando notaron que su única arma de defensa no funcionó. El más asombrado fue Ignacio, al darse cuenta de que sus amenazas no surtieron efecto siendo degollado por las ágiles manos de Dégel.

—Te dije que lo pagarías —expuso el vampiro disfrutando del sabor de la sangre real—. Aunque eras despreciable, tu sangre es agradable.

Abrirse camino en la primera parte del campamento no representó ningún problema, pero ante la alarma, los hombres rápidamente se organizaron para hacer usos de sus armas enfrentándose a los inmortales.

X-X

Sasha se levantó sobresaltada no solo por las sirenas, sino por la voz apresurada de su padre que la sacó rápidamente de la cama, apenas con el tiempo suficiente para medio vestirse con una playera, pantalón y tenis encima del camisón. La joven Kido, corrió tras Mitsumasa quien le daba indicaciones de cómo llegar a la ciudad del sur y luego al búnker, al mismo tiempo que le pasaba una mochila.

Por el camino encontraron a Pandora y luego, Kido dejó a ambas chicas a disposición de unos cuantos guardias.

—Papá, ¿a dónde vas?

—Tengo que ir a los laboratorios —explicó el hombre caminando apresurado—. Sigue tu camino y no mires hacia atrás.

X-X

Hakurei y Sísifo llegaron sin mayor problema hasta los laboratorios encontrándose con un panorama completamente aterrador. Los cuerpos sin vida de Sage y Nicolás estaban tirados por el suelo y ambos tenían en su expresión una mueca de miedo. El mayor de los gemelos no se detuvo a lamentarse, caminó rápidamente hasta los monitores, solo para encontrarse con la sorpresa de que los collares de los inmortales habían sido desactivados y el lugar era chatarra de cables y pantallas rotas.

—¡Maldición! —bramó fuertemente estrellando los puños contra la mesa.

—¿Quién hizo esto? —Quiso saber Sísifo mirando los cadáveres.

—La esposa de Hades —expuso un corpulento hombre que acababa de llegar—. Yo la escolté hace algunas horas. El señor Sage me pidió traerla porque aparentemente no se sentía bien.

—¡Maldita sea, Sage! —volvió a bramar Hakurei—. Sabía que te sentías atraído por esa vampira, te lo advertí —acotó mirando el cadáver de su hermano mientras una gruesa lágrima rodaba por su rostro—. ¡Fuiste un estúpido!

—¿Qué hacemos ahora, señor Hakurei? —llamó Sísifo, lamentaba la pérdida del científico, pero en ese momento no había tiempo para llantos—. ¿Señor? —insistió al no tener respuesta y a notar que seguían perdiendo imagen en las pocas pantallas que aún seguían activas.

—Señor Sísifo —habló Hasgard—. Ya hemos avisado a las otras ciudades de este inconveniente, pero a su vez, nos han informado que los elfos que vivían allí han desaparecido.

—¿Quieres decir que los elfos están con los vampiros? —interrogó apresurado el rubio, en lo que Hakurei dejaba escapar una sonrisa nerviosa.

—Era de suponerse. —Apuntó el científico—. Lo que debemos hacer es irnos —dijo tomando cuanta información podía.

—Espere. —Pidió Sísifo—. Debe haber alguna forma de enfrentarnos a ellos, lo que sea.

—Nuestras armas serán inútiles ante seres tan poderosos como ellos —explicó Mitsumasa llegando a los laboratorios con una mueca seria—. Puede que dañemos a alguno, incluso puede que logremos matar a unos cuantos, pero no los detendremos a todos. Estamos perdidos, y lo único que podemos hacer es escapar.

—¿A dónde? —preguntó aterrado Sísifo—. Nos seguirán. —Pero Kido no contestó—. De acuerdo —expuso mirando a Hasgard—. Diles a todos que se refugien en la ciudad del viento del sur, es la más alejada. Que un grupo se encargue de evacuar a las personas, los demás debemos frenar a los inmortales para que nuestra gente pueda escapar.

—Sísifo, ven conmigo. —Pidió Kido.

El castaño lo siguió obedientemente.

—Deja todo atrás y reúnete con Sasha y Pandora, vayan al bunker de Andreas, es subterráneo y el lugar más seguro.

—Pero…

—Hazlo, el resto trataremos de salvar las vidas que podamos, pero tu trabajo es prioridad, ¿entendido?

—De acuerdo —agregó luego de un momento.

X-X

El escuadrón de protección recibió la noticia de que las manillas eran inservibles en ese momento, aunque algunos se asustaron ante esta situación se mantuvieron firmes, aceptando darles todo el espacio suficiente a los refugiados de poder escapar.

Norberto se plantó seguro ante tres elfos y dos vampiros que lo miraban retadoramente, los primeros observaban con serenidad, mientras los segundos tenían una mirada sádica en sus ojos. El humano, sin embargo, no se dejó amedrentar y con su arma apuntó hacia la cabeza de uno de los inmortales.

—Baja el arma y no te haremos daño, humano —expuso uno de los elfos haciendo refunfuñar a los vampiros que ya había sugerido arrancarle la cabeza al hombre—. Dijimos, que no mataríamos a nadie a menos de que fuera necesario —comentó a los vampiros.

—¡Norberto! —gritó un joven llegando con él—. No te preocupes tenemos esto.

—No hagas nada estúpido Tenma —bramó el hombre, mientras el muchacho sacaba un orbe plateado.

—No hay tiempo que perder —agregó el castaño oprimiendo un botón en el aparato que empezó a brillar—. ¡Cúbrete! —gritó arrojando el artefacto hacia los inmortales.

Un fuerte estallido se escuchó por toda la zona y una luz se extendió por el cielo, cuando la granada con incrustaciones de plata y luz ultravioleta detonó a los pies de los sobrenaturales, cientos de semillas de plata volaron clavándose en los cuerpos imponentes de las criaturas, quienes al sentirse agredidas dejaron salir un grito de dolor, en especial los vampiros que fueron quemados por la luz ultravioleta y heridos de gravedad por las piezas de plata. Tenma no supo cuál de las dos razas le causo más miedo.

—¡Corre! —rugió Norberto al ver como los elfos se lanzaban sobre ellos.

El muchacho fue rápido, logrando escapar con mucha habilidad, pero el hombre no corrió la misma suerte, y mientras los otros marchaban detrás del castaño, Norberto, se vio siendo arrastrado por un látigo que rodeó su tobillo y lo llevaba directo a un hermoso elfo de mirada desafiante.

—¿Me recuerdas? —dijo el inmortal de cabellos blancos mirando los ojos ausentes del humano—. ¿No? Tu mujer desfiguró por varios días el rostro de mi esposa, la quemó con una plancha de plata. ¿Sabes cuanto tardó en sanar? —interrogó inclinándose para mirar de frente a Norberto—. Lo suficiente para que ella cayera en una incontrolable depresión. Pero no te preocupes, tu muerte será más rápida.

El hombre tragó saliva, pero antes de poder replicar o suplicar por su vida, el elfo levantó ágilmente el látigo rodeándolo con mucha destreza alrededor del cuello de Norberto.

—Mírame bien —expuso viendo los ojos inyectados de sangre del humano— para que nunca me olvides. Mi nombre es Lune.

La presión de la soga se hizo más fuerte y con un estremecedor movimiento, el elfo rompió el cuello de Norberto, quien cayó como un costal sobre el pavimento.

—Y los hombres pensaron que esto no podría ser usado como un arma.

X-X

Sasha corría de la mano de Pandora, delante de ellas tres escoltas se aseguraban de que nadie los interceptara, por lo que suspiró tranquila. Un ruido surcó el cielo, el grupo se detuvo en seco mirando a su alrededor sin poder descubrir nada. La joven Kido levantó la vista encontrándose con una siniestra mirada, pero antes de poder gritar, vio como uno de sus guardianes era levantado como una pluma para luego desaparecer de la vista de todos.

—¿Qué fue eso? —expresó Pandora, viendo como otro de los hombres se desvanecía en el cielo.

—Abajo. —Fue lo último que alcanzó a decir el único escolta que quedaba de pie antes de ser devorado por la oscuridad.

—¡Corre! —gritó Sasha a Pandora.

Ambas corrieron con todas sus fuerzas, ninguna sabía a donde ir exactamente y tampoco se detuvieron a preguntar, encima, escuchaban una especie de aleteo que les hacía erizar la piel, finalmente las dos chicas se perdieron en medio de las ruinas de un antiguo edificio, el cual fue derrumbado para que las hélices de la energía eólica pudieran funcionar.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó la pelinegra agachada en un rincón.

—Debemos dividirnos, tal vez alguna logre escapar. Tú ve por ese lado —señaló hacia el frente—, yo iré por donde veníamos.

—¿Estás loca? Serás presa fácil en esa dirección.

—No estaremos a salvo en ninguna dirección —hizo ver para luego desviar su mirada hacia el cielo— pero al menos una debe lograr salir, así que haz lo que te digo. A la cuenta de tres empiezas a correr.

—De acuerdo.

—Uno, dos… tres…

Ambas chicas corrieron en su respectiva dirección, Sasha volvió a escuchar el aleteo, pero esta vez fue consciente, que el ruido que escuchaba era de alguien saltando muy rápido por encima de ella.

—Ahí estás —escuchó decir y antes de poder reaccionar perdió la conciencia por un fuerte golpe en la cabeza.

X-X

—¡Ahora! —bramó Sísifo ordenando a un grupo de hombres arrojar una malla de plata sobre un par de inmortales, los cuales gritaron ante las quemaduras, sin embargo, nada de lo que hacían parecía detener a los enemigos, quienes seguían empeñados en atacar y continuar a como dé lugar.

—¡Maldita sea! —refunfuñó Rhadamanthys lanzando su arma al suelo cuando ya no tuvo más municiones—. Nos están ganando.

Sísifo observó a su compañero reaccionando rápidamente y tomando una saeta para ponerla sobre su arco y atravesar el corazón de un vampiro que estuvo a milímetros de cortarle la cabeza al otro.

—¡Demonios! Eso estuvo cerca —expuso Rhadamanthys viendo al vampiro retorcerse de dolor antes de perder la vida, pero este acto hizo enfurecer más a los inmortales.

—¡Retirada! —bramó Sísifo, pero muchos no alcanzaron a dar la vuelta.

Sísifo tenía buena puntería, por el camino logró deshacerse de un par de sobrenaturales gracias a sus flechas con punta de plata, un tiro directo al corazón o la cabeza era suficiente, pero sus saetas se estaban acabando, al igual que las municiones y las ideas.

Las lámparas ultravioletas eran efectivas para detener a los vampiros, y las ondas de baja frecuencia confundían a los elfos y les hacía inseguro usar su teletransportación, pero eso no impidió que algunos locos lo intentaran, algunos terminaban destrozados al aterrizar en medio de un muro, pero otros tenían éxito y lograban desmantelarlas y asesinar a quien las manipulaba. Sísifo no se imaginó ese carácter tan violento por parte de los elfos.

Debido al desespero, todo tipo de arma fue puesta a disposición, y por eso ahora, algunas zonas de la ciudad del norte ardían en llamas debido a las explosiones, convirtiendo toda la villa en un río de sangre por parte de ambos bandos. Los sobrenaturales sabían que no tendrían otra oportunidad y los humanos necesitaban tiempo para salvar a cuantos pudieran.

—¡Sísifo! —escuchó una voz de mujer corriendo hacia él.

—¡No deberías estar aquí, Pandora! —bramó tratando de hacerse entender por encima del ruido de las armas de fuego y las explosiones—. ¡Vete!

—¡Se llevaron a Sasha! ¡Se la llevaron!

Sísifo quedó en una sola pieza ante aquella declaración, rápidamente giró su vista hacia los inmortales y con determinación se arrojó hacia ellos.

X-X

La mañana llegó rápidamente para fortuna de los hombres, muchos murieron aquella noche, los otros corrían desesperados para recibir asilo en alguna otra ciudad. La villa del Viento del Norte estaba desolada, a diferencia de cada día, ahora todo estaba en ruinas, algunos lugares aún ardían, mientras otros destruidos se viciaban por el humo.

Los vampiros se habían retirado para esconderse de los rayos del sol y como se había dispuesto, los elfos procuraban que nadie los atacara mientras los chupasangres descansaban.

Shion observó las ruinas de la impresionante ciudad del norte y a su vez se impacientó por el silencio prolongado de ésta, miró a su gente, algunos más pálidos y otros incluso vomitaban en algún rincón debido a las ondas de baja frecuencia que no sabía que podían dañarlos de tal manera, y que costó mucho trabajo eliminar. Abrumado se dejó caer en un escalón mientras se llevaba las manos a la cabeza.

—¿Qué pasa amigo? —dijo Dohko caminando directo hacia él, sin verse mejor que el resto.

—No quería esto —expuso con un dejo de tristeza—. Muchos inocentes murieron anoche —aclaró mirando directamente a su compañero quien entendida perfectamente sus palabras—. ¿Cuántos de los nuestros no aprovecharon esta guerra para obtener una venganza? No fue una rebelión, fue una masacre perpetuada por los nuestros. No somos mejores que los vampiros, mucho menos somos mejores que los hombres.

—Los humanos hicieron uso de armas que no teníamos contempladas: esas lámparas y granadas diezmaron a los vampiros, y ni que decir de ese maldito ruido, ¡todavía siento que el cerebro me va a estallar! Además, ¿No esperabas que todos simplemente olvidaran años y años de maltrato? —dijo sabiendo que se ganaría la desaprobación de Shion—. El recuerdo de la felicidad es solo eso, un recuerdo. El odio cuando se recuerda sigue siendo odio.

—Lord Byron —susurró—. Somos primitivos, eso es lo que somos.

—Sé que anoche todo se salió de control, no queríamos llegar tan lejos, pero muchos se dejaron llevar. Pero tú Shion, sigues siendo nuestro líder y aún podemos ser mejores que las otras dos razas. Esperemos la nueva reunión y cuál es el plan para seguir, mientras tanto, busquemos una forma de calmar este maldito malestar, siento que dejé un brazo en alguna parte de la calle, y mi estómago definitivamente se quedó en… bueno, no te daré detalles.

X-X

Al caer la noche, un grupo de humanos yacía encerrado en una casa temerosos de su futuro incierto. El consejo de vampiros y elfos se reunió con rapidez.

—A pesar de las circunstancias no previstas, fue un buen trabajo el de anoche —expuso Hades mirándolos a todos.

—Pero seguimos sin tener noticias de mi padre —acotó Ikki observando con desdén a su líder, mientras Perséfone le dirigía una mirada de súplica.

—Además, muchos humanos escaparon, tenían rutas alternas que no conocíamos —tomó la palabra Albafica—. A Orfeo tuvieron que habérselo llevado por ahí.

—En los laboratorios no había rastros de él —explicó Shion— y la mayoría de los sobrevivientes son civiles que no saben nada.

—Sangre fresca —expuso Minos—, muero de hambre.

—No serán asesinados —se interpuso Shion—. Dime Hades, ¿cuál es el plan, ahora?

—¡Atacar a las demás ciudades hasta que encontremos a mi padre! —acotó Ikki.

—Calma tu ímpetu muchacho. —Apuntó Hades—. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo con los humanos, ¿no es así, Shion? —agregó como leyendo los pensamientos del elfo.

—Tienes razón —le dio la palabra el peliverde—, anoche hicimos más de lo que habíamos prometido y arrasamos con vidas inocentes; como lo había mencionado anteriormente Aioros, creo que lo mejor es que cada raza tome una ciudad y vivamos tranquilamente.

—¿Crees que eso pueda funcionar? —habló solemnemente Asmita—. ¿Crees que los humanos vivirán tranquilos sabiéndose vecinos de un par de razas abominables para ellos?

—El tomar la ciudad del norte es suficiente prueba de que no somos débiles —explicó Shion pausadamente—. ¿Cuánto tiempo nos tomó tomar la ciudad a pesar de sus esfuerzos? Apenas un par de horas, imagínense que hubiéramos hecho con más tiempo. Los humanos se dieron cuenta de que pelear con nosotros solo los llevara a una eventual derrota.

—¿De verdad piensas que podemos vivir en paz? —preguntó Julián, intentando convencerse así mismo.

—Sí, sí lo creo, pero sé que no será fácil, así que cada raza debe estar siempre preparada, por ahora, los humanos que tenemos bajo nuestra tutela serán nuestra prueba de que queremos negociar y no masacrar —expuso Shion—. Que los hombres tomen la ciudad más grande, nosotros las otras dos y esta ciudad debe ser destruida por completo, ya que aquí se concentraron los principales laboratorios. Para evitar molestias, cada ciudad debería tener un líder para reunirnos cuando sea necesario, aún debemos delimitar los límites de nuestro territorio, pero durante años ellos asesinaron a muchos de los nuestros, sus muertos no son nada en comparación con nuestras pérdidas, así que podemos exigir la plena libertad para explorar tierra adentro y apropiarnos de lo que creamos suficiente, mientras ellos permanecen en el territorio asignado.

—Me agrada la última parte del plan —sonrió Julián—, nos dará la oportunidad de alejarnos de los humanos y no volver a ver sus asquerosas caras, tampoco la de los elfos por muy bonitas que sean, yo me encargaré de los grupos de exploración.

—Eso sigue sin solucionar el problema de mi padre —habló más sereno Ikki.

—Lo mejor, muchacho —indicó Shion— es que haya un intercambio, los humanos a cambio de Orfeo.

—Puede que funcione —tomó la palabra Hades—. Pero es mejor no apresurarnos. No sabemos que otros elementos tengan a la mano los humanos, anoche hicieron uso de armas que no teníamos contempladas. Muchos elfos y vampiros cayeron ante el escuadrón de protección de los hombres y otros más están severamente heridos. No hay que subestimarlos tampoco. Yo digo: que vayamos con calma, analicemos bien la situación y luego enviemos un representante de cada raza a hablar con los humanos y poner sobre la mesa nuestras propuestas.

—¿Qué pasará con los sobrevivientes que están bajo nuestra tutela en este momento? —interrogó Dohko.

—Serán nuestra garantía y como expuso el maestro Shion, los usaremos de intercambio, por lo tanto, no debemos hacerles daño —manifestó Hades ganándose un par de miradas de desaprobación por parte de los suyos—. Lo mejor, es que tu gente se haga cargo de ellos, maestro Shion. Por ahora quedémonos todos en la ciudad del norte, mientras hablamos con más calma, aún estamos… alterados debido a los eventos de anoche.

X-X

Llegar a la ciudad del Viento del Sur tomó más tiempo del pensado, en el lugar Mitsumasa se había reunido con su grupo en los laboratorios buscando alternativas para recuperar a su hija y desde luego su poder y posición. Pero nada de lo que encontraba parecía ser un método eficaz.

—Creo que no tenemos de otra que ir al búnker —señaló uno de los científicos.

—No, es demasiado pronto para rendirnos, además, si nos escondemos de esta manera solo perderemos terreno que no podremos recuperar, debemos persistir.

—No tenemos más alternativas.

—Rendirnos nunca será una alternativa —expuso Mitsumasa mirando por una ventana que daba paso a un enorme aparato—. ¿Crees que eso logre eliminar a los vampiros y elfos? —interrogó al científico mirando desconfiado el artefacto—. Un mal cálculo podría significar nuestra aniquilación.

—Está equipado con seis ojivas compuestas, prácticamente todos nuestros recursos están en ese proyectil.

—Recuerdo muy bien —expuso Kido con las manos en la espalda— que dijiste que las granadas harían un tremendo daño, sin embargo, esos demonios se siguieron moviendo. ¿Qué te hace pensar que en esta ocasión será diferente?

—Porque esta arma está destinada a destruir la vida, y los vampiros y elfos son seres vivos, no en el concepto tradicional de la palabra, pero aún se mueven, viven y se alimentan como cualquier ser vivo, su única diferencia es su gran fuerza y longevidad, pero, a fin de cuentas, su raíz es la misma que la nuestra, y esta arma está enfocada a destruir esa raíz —aclaró—. Debemos tener cuidado con la fuerza y potencia de esta, o terminaremos con nosotros mismos en el proceso, el detalle es que las personas que sean enviadas a esta misión no regresaran con vida.

—Ya veo. ¿En cuánto tiempo estará listo?

—En una semana.

—Tienen 4 días y no más —ordenó Kido dándose la vuelta—. Deuteros, Como no sabemos nada de Sísifo, lo mejor es que tomes su lugar, por lo tanto, quiero que organices un grupo que escolte a los ciudadanos hasta el búnker.

—Pero señor —intentó protestar Hakurei, pero Mitsumasa lo detuvo con un movimiento de mano.

—No expondré a más gente ante un nuevo ataque de esos demonios. Una semana es tiempo suficiente para que los inmortales reduzcan nuestra población a la nada. Por lo tanto, debemos ponerlos a salvo en lo que está lista esta arma. Deuteros, ya escuchaste, organiza a la gente y que empiecen a partir hacia el búnker. Y por favor, que alguien le comunique a Andreas de estar pendiente. Aspros, tú ven conmigo, hay algo que quiero mostrarte.

Los aludidos hicieron como se les pidió, el menor fue directo a organizar a la población, mientras el mayor de los gemelos acompañaba a Kido hasta una residencia que éste tenía en aquella ciudad. Mitsumasa lo llevó por la gran casa, guiando a Aspros por los largos pasillos directo a la planta más baja de la mansión, donde una enorme habitación albergaba una cantidad impresionante de reliquias.

El mayor caminó hacia una enorme pared, donde una imponente espada descansaba, Kido la tomó con delicadeza para luego dirigirse al gemelo.

—Esta espada la compró mi abuelo hace mucho tiempo. Es una reliquia invaluable —explicó al más joven—. Está hecha de hierro egipcio, por lo que su filo y dureza son impresionantes pese a estar bañada con una gruesa capa de plata —expuso, mientras el gemelo rodaba sus ojos por el arma—. Para mi abuelo no fue fácil adquirir esta reliquia, se dice que esta espada fue empuñada por el mismo diablo y que fue maldecida por los dioses, le llamaron: 'Invisible Sword'

La espada era majestuosa, su hoja era larga y gruesa, mientras su empuñadura se abría como un par de alas negras albergando en el centro una gema roja, se veía muy pesada, pero cuando Aspros la recibió de manos de Mitsumasa notó lo ligera que era.

—Esta arma te servirá para acabar con los vampiros y los elfos sin problema, no pienso que nadie más merezca poseerla —acotó el mayor.

—Señor, no creo merecer esto.

—Claro que sí. Eres el más apropiado —aclaró poniendo una mano sobre el hombro del gemelo—. Y como agradecimiento quiero que me traigas la cabeza de Shion y Hades, para añadirlas a mi colección.

—Cuente con eso, señor.

X-X

Deuteros había dado la orden de que toda persona debía tomar sus pertenencias necesarias y viajar hasta un punto en específico donde estarían a salvo de los inmortales, en ese momento, él conversaba con Kardia, quien estaría liderando el escuadrón de protección de los humanos que viajarían.

—Nos tomará por lo menos una semana o más, llegar hasta el búnker —aclaró Kardia en un suspiro dejando caer los hombros.

—Es lo único que tenemos por ahora.

—¿Qué harán ustedes, Deuteros?

—Aún no es muy clara la situación, atacaremos a los inmortales para recuperar la ciudad, y desde luego nuestras vidas. —Respiró profundo mirando lo lejano— Solo esperemos que ellos no ataquen primero. Por lo tanto, es mejor que marchen cuanto antes.

—Le diré a Milo que me ayude. —Resopló.

—Se alegrará de ver a su padre —expuso el otro divertido.

—¿Tú crees? Andreas no ve a su hijo desde que mi hermana murió, toda su vida la ha dedicado a trabajar en los proyectos que le ordena el señor Kido. Milo, no es que le tenga mucho aprecio a su padre.

—Mejor tarde que nunca —dijo dándole una palmada en la espalda a Kardia— Organiza todo amigo, y marchen cuanto antes.

X-X

—Se hizo como indicó, señor Hades —habló cautelosamente Minos—. Todo está debidamente resguardado.

—Perfecto —contestó el pelinegro con una copa de sangre—. No bajes la guardia —expuso fijando su mirada en una hermosa rubia que caminaba hacia él—. Puedes marcharte.

—Sí señor.

—Eurídice, ¿Cómo estás? —saludó con calidez Hades.

La rubia vampira no contestó, sin embargo, sus ojos se clavaron intensamente sobre su líder.

—¿Qué pasará cuándo los humanos no entreguen con vida a Orfeo? —enfatizó sus palabras.

Hades guardó silencio ante la implicación en las palabras de la rubia.

—La ausencia de mi esposo es devastadora para todos. Cualquiera que sea el resultado final, solo espero que mi familia reciba su respectivo lugar debido al sacrificio de Orfeo —aclaró con su mirada bien fija en los ojos de Hades—. Nadie más tiene que sufrir, mucho menos mis hijos, y ten en cuenta que ante ciertas circunstancias, no hay nada que permanezca oculto entre el cielo y la tierra.

—Entiendo —sostuvo con igual intensidad—. Por favor descansa, no queremos que algo malo te pase a ti o al hijo que viene en camino. Tu familia es muy importante para nuestra casta.

X-X

Después de un par de días, y a pesar de que el plan de Shion era sólido requería un trabajo constante por parte de las tres razas, y no muchos vampiros querían hacer ese trabajo.

Esa noche después de una innecesaria discusión, Aioros caminaba sin rumbo fijo por lo poco que quedaba de pie de la ciudad del norte. Varios vampiros se habían trasladado a otros puntos de la villa, mientras otros, como él, seguían existiendo en sus casas de siempre. Pensaba en su padre, y como él estaba a favor de la muerte y sacrificio de inocentes. Lo entendía, finalmente Galarian había vivido durante mucho tiempo bajó los crueles experimentos de los humanos.

Un suspiro se esfumó con la fría noche, las estrellas brillaban con potencia iluminando con soberbia el cielo infinito. Aioros se permitió disfrutar del aire, siendo consiente que durante toda su existencia nunca se había sentido tranquilo, no había quien gritara una orden, o lo mirara con desprecio, esa serenidad de cierta forma era satisfactoria.

—Dan muchos problemas —expuso una voz de vampiro. Aioros se quedó a una prudente distancia observando el camino por donde venían los murmullos—. Deberíamos asesinarlos.

—Calla —expuso otro—, el señor Hades los necesita con vida.

—¿Para qué?

—No es obvio. Para recuperar al señor Orfeo.

—Tal vez el señor Orfeo ya esté muerto.

—Espero que no.

Poco a poco las voces se fueron alejando, hasta ya no entenderse lo que decían, pero Aioros, como siempre tan curioso, llegó justo hasta las instalaciones Graude, ahora, el lugar favorito de Hades. Los dos vampiros que conversaban estaban en la planta baja del edificio.

Con detenimiento, Aioros caminó por los largos e iluminados pasillos, marchando de un lado a otro sin estar seguro hacia donde ir, luego de un largo recorrido, decidió darse por vencido y regresar por donde había llegado, pero unos murmullos por los conductos lo obligaron a quedarse. No teniendo mucho que hacer, decidió encontrar la fuente de aquellas voces que parecían muy lejanas.

Por fin llegó hasta un pasillo completamente oscuro y recordó algunas fotos terroríficas de lugares abandonados que había visto en libros, valientemente y siendo consiente que él mismo era un demonio, se adentró en la penumbra buscando respuestas hasta fijar su vista en unas empinadas escaleras que le invitaban a seguir con el escrutinio en el fondo de un sótano.

—¿Qué es este lugar? —se preguntó y por curiosidad se deslizó cayendo torpemente hasta la planta baja—. Qué buena caída —se dijo divertido.

—¿Aioros, eres tú? —escuchó decir en medio de la oscuridad, y en un par de zancadas llegó ante su interlocutor.

—Sísifo. ¿Qué haces en este lugar? —inquirió viendo al humano tras una enorme reja de acero, acto seguido giró su vista hacia una delicada joven de cabellos lilas—. ¿Quién es ella?

—Es la hija de Mitsumasa Kido —explicó recargándose sobre la reja.

—No entiendo, ¿no debiste ser la primera en ser evacuada debido a tu prestigio? —volvió a preguntar el vampiro.

—¿No lo sabes? —inquirió Sísifo, en ese punto no sabía que tanto podía confiar en Aioros—. Tu gente vino directamente por ella.

—¿Por qué? —insistió.

—¿Qué pasa Aioros, acaso no te cuentan todo? —se burló para luego darle la espalda—. Cuando me enfrenté a los vampiros para rescatarla, casi logran asesinarme, pero fue el mismo Hades quien pidió que me dejaran con vida, y al despertar, ya me encontraba en esta celda. ¿Por qué tú no sabes esto? —interrogó con desconfianza.

—¿Qué te puedo decir? Mi líder es desconfiado y yo no soy el mejor de sus súbditos. —Aioros medito detenidamente a ambos humanos, para luego centrar toda su atención en la joven—. ¿Eres hija única? —le preguntó. La chica, aunque asustada contestó afirmativamente con un movimiento de cabeza—. Entiendo. Kido es como su gobernador, ¿no?

—Así es, gracias a la fundación Graude tenemos un lugar al cual llamar casa, y durante años los Kido, han protegido a los humanos —explicó Sísifo viendo una sonrisa dibujarse en el rostro del vampiro—. ¿Qué pasa?

—Que tu líder tiene mucha semejanza con el mío —explicó cruzándose de brazos—, por lo que he de asumir que Kido no les ha revelado toda la información a sus súbditos, por lo que si alguien conoce todas sus jugadas esa es su única heredera.

Sísifo observó con detenimiento a Sasha quien se limitó a hundirse en un rincón de la celda desviando su mirada.

—¿Hades desea torturarla para tener información? —preguntó preocupado el humano.

—Solo especulo —contestó el inmortal—. A estas alturas, no hay mucho que puedan hacer.

—¿Qué pasará con los humanos? —se atrevió a preguntar Sasha con voz ausente.

—Se habla al respecto —suspiró Aioros—, Shion dice que ustedes ya no son una amenaza, por lo que se ha puesto sobre la mesa el que tomen una de las ciudades existentes, siempre y cuando prometan no levantar sus puños contra nosotros. Por otro lado; Hades afirma que no podemos bajar la guardia y que su tecnología puede afectarnos nuevamente.

El vampiro suspiró con más fuerza, dando un ligero recorrido por todo el lugar, para luego volver a buscar los ojos de Sísifo.

—Te seré sincero. Muchos quieren que los humanos sean exterminados, otros (muy pocos debo aclarar) están a favor de que vivamos en paz.

—Eso es una utopía —escupió Sísifo.

—¿Crees que los humanos ataquen de nuevo? ¿Crees que en serio se arriesguen después de ver lo que fuimos capaces de hacer en un par de horas? ¿Acaso son tan idiotas?

—Tampoco somos muy inteligentes —expuso el hombre caminando hasta la pared para recargarse en ésta—. Puede que no tengamos las herramientas para defendernos de ustedes, pero tampoco aceptaremos tan fácilmente coexistir con un par de razas… abominables.

—Entiendo —aclaró el inmortal acercándose más a la reja—, ruega que tu pueblo no levante su puño nuevamente contra nosotros, si los humanos demuestran no ser una amenaza, será cuestión de tiempo para que los liberen y les dejen tranquilos. Pero si hacen lo contrario…

—¿Qué pasará? —preguntó Sasha.

—Te aseguro que las consecuencias serán severas —contestó cortante Aioros.

—Por favor déjanos ir —expuso la chica corriendo hasta la reja y apretando los barrotes—. Necesito ir con mi padre. Yo sí creo que podemos vivir en paz, solo déjame llevarle el mensaje a él.

—No puedo hacer eso —aclaró el vampiro—. Ni siquiera sé por qué están separados del resto.

—Vamos Aioros, simplemente abre la reja —acotó Sísifo—, debes dejarnos ir.

—Ustedes serán intercambiados por Orfeo, si los dejo ir lo pondré en más peligro del que ya está —Finalizó caminando hasta la salida.

—¿Orfeo? —preguntó Sísifo—. ¿Qué tiene que ver Orfeo con nosotros?

El vampiro se giró contrariado.

—Ustedes se lo llevaron antes de la rebelión —comentó pausadamente.

—Eso no es cierto.

—Parece que al igual que a mí, Sísifo, no te dicen todo lo que van a hacer.

—No tenemos a ninguno de los suyos —aclaró el humano—, y de ser así, lo habrían encontrado en las recámaras de contención de los laboratorios.

—Minos dijo —intentó decir aclarando sus pensamientos—. Él dijo: que los humanos vinieron por Orfeo y que se lo llevaron por alguna extraña razón que solo ustedes conocen.

—Te puedo asegurar que eso no es cierto —insistió— Yo habría sido el primero en saberlo, es más, yo mismo hubiera dado la orden de traerlo, además... si quieres pruebas, en el laboratorio central están las bitácoras con los sobrenaturales que serán requeridos y para que procedimiento, si tomamos a Orfeo debe haber un registro del por qué y donde está.

El vampiro no dijo nada, con una última mirada salió del lugar, su mente estaba dividida entre creer las palabras de un simple humano o cuestionar los actos de los suyos, así que tal vez, sería bueno buscar esas bitácoras.

—Debemos salir de aquí cuanto antes —expuso Sasha cuando ya no vio al vampiro—. Sísifo, debo llegar con mi padre a como dé lugar.

—Quisiera reunirla con su familia, señorita Sasha, pero esta vez no sé cómo ayudarle.

—Sísifo —llamó caminando hacia al hombre para buscar su mirada—. Debemos hacer lo que sea para salir, mi padre…

—¿Qué sucede? —Quiso saber al ver a la chica bajar la mirada— ¿Señorita?

—En la ciudad del Viento del Sur, hay un arma secreta —explicó dándole la espalda a Sísifo—. Un misil, cargado con... no estoy segura, pero es una sustancia que se impregna en cada ser vivo cortando su ciclo de vida, no estoy segura si se expande por aire o agua, solo sé que romperá el ciclo de vida a nivel celular, para de esta forma evitar cualquier tipo de regeneración, afecta cualquier tipo de vida, si mi padre la usa, matará todo tipo de vida en el área afectada, no solo sobrenaturales, también humanos, vegetales y animales por completo.

—Eso, es un suicidio —meditó el rubio— y rompería cualquier idea de paz.

—Es más que eso —dijo ella mirándolo nuevamente—. Sísifo, sí eso llegase a pasar, me temo que estaríamos firmando nuestro propio exterminio. Es imperativo que lleguemos con mi padre e impidamos que haga una estupidez.

—Pero el misil —intentó decir pese a su amargura—, podría liberarnos de los inmortales.

—Sí, pero no está probados los efectos a largo plazo, y no hay como tales medidas de contención en caso de que se salga de control.

—Sé que las palabras de Aioros, en cuanto a que cada uno tome una ciudad suenan maravillosas, pero…

—Sí seguimos con vida podemos pelear más adelante, o escapar. Pero enfrentarnos a los inmortales en este momento, únicamente significaría nuestra propia aniquilación.

Sísifo respiró profundamente, con una mueca bajó la cabeza analizando la situación y observando la celda en la que se encontraban.

—La única forma de llegar con su padre es confiar en Aioros. —Sasha quiso protestar—. Señorita, es el único modo que veo que nos sirve. Él… él podría sacarnos y garantizar nuestro viaje.

—¿Qué tipo de relación tienes con ese vampiro? —interrogó no muy convencida—. Parece noble, pero sigue siendo un vampiro, no sabemos si podemos confiar en él, que tal si su estrategia es ganar nuestra confianza para luego derrotarnos y tomar el resto de las ciudades. Inclusive sus palabras pueden ser mentiras y solo están esperando que bajemos la guardia para destruirnos.

—No lo sabemos, pero ¿Qué otra opción tenemos? Hasta donde veo, estamos limitados, y no tenemos mucho de donde escoger. Es confiar en él para que nos ayude a llegar a la ciudad del sur, o quedarnos aquí sentados para ver el fin del mundo.

X-X

Algunos días después nuevamente el consejo estaba reunido. Shion mantenía su posición de convivencia e incluso algunos cuantos ya parecían estar de acuerdo con el líder de los elfos al ver que los humanos no habían hecho nada para tratar de acabarlos o recuperar la ciudad.

—Creo que es evidente que los hombres ya no representan una amenaza, al menos no tan grande como hubiésemos pensado —expuso Shion—. Los elfos que se han dirigido hasta las otras ciudades han visto como todos los humanos decidieron dejar sus refugios para marchar lejos de nosotros, al menos no nos han subestimado.

—¿Y si solo quieren distancia para después atacar? —Acotó Albafica.

—Los humanos no son tan idiotas para enfrentarse a nosotros sin un plan o un arma secreta, pero no debemos darles la oportunidad tampoco, es hora de llegar a un acuerdo. Si bien a largo plazo puede darles la oportunidad de reagruparse también nos brindará la opción de fortalecer nuestras debilidades. Un enfrentamiento futuro puede ser inevitable, pero al menos dejará a los civiles de ambas partes fuera.

—Recuerdo muy bien —tomó la palabra Asmita—, que dijiste que tus elfos vieron que aún hay un escuadrón viviendo en la ciudad del sur y junto a ellos está Mitsumasa Kido. ¿Cómo estamos tan seguros de que su presencia en esa ciudad no es por qué están planeando una forma de aniquilarnos?

—Sí ellos no han marchado con los demás, podría significar que esperan nuestro ataque —expuso Dohko—. Tal vez solo buscan tiempo para que su gente pueda escapar.

—Eso no lo sabemos —apuntó Minos.

—Tienes razón, no lo sabemos —habló Shion con la misma tranquilidad de siempre— Por lo tanto, preparar las defensas de nuestra posición es fundamental, pero aun así debemos abrir el diálogo y llegar a un acuerdo que nos convenga a todos.

—De acuerdo —tomó la palabra Hades—. Les daremos una última oportunidad a los humanos. Por lo tanto, enviaremos a un representante de cada clan a la ciudad del sur para que lleven nuestro mensaje, desde luego liberaremos a los humanos que tenemos bajo nuestra tutela como una ofrenda de paz —fijó su vista en Ikki quien lo observaba con desdén—. Y exigiremos la liberación de Orfeo. Si los humanos se rehúsan o se enfrentan a nosotros de alguna forma, no nos dejaran otra opción que cazarlos.

—Esas son palabras muy duras, Hades —agregó Shion.

—Lo sé y lamento la brusquedad de ellas, pero sabes muy bien que es la única alternativa que nos queda si queremos llegar a este acuerdo de paz. —Sostuvo fuertemente la mirada del elfo.

—Entiendo. —Aclaró Shion todavía desconfiado—. Por parte de mi clan, enviaré a Aiacos. Es de mi completa confianza.

—Perfecto. Por parte de los nuestros —pronunció Hades mirando a todos—, enviaremos a Zosther. —Un vampiro de cabellos caoba hizo una reverencia.

—Perfecto.

Ante este último acuerdo la reunión fue finalizada, mientras un inconforme Ikki salía completamente iracundo de la habitación, caminando a grandes zancadas hasta el lugar más apartado de la zona. Necesitaba respirar.

—Por fin te encuentro —expuso una cálida voz haciendo sonreír al vampiro.

—Perséfone —llamó caminando hasta ella para besarla—. Lamento si he estado ausente, todo el tema de mi padre.

—No importa —dijo suspirando profundamente— Tengo algo que decirte…

—¿Crees que mi padre aún siga con vida? —preguntó ignorando las palabras de la vampira— Yo creo que sí, quiero creer que sí.

—Lo sabremos pronto —contestó ella—. Pero también creo que tu padre sigue vivo, y mañana en la noche cuando él regrese con nosotros habrá una gran celebración.

—En efecto —sonrió tomándola de la mano para luego buscar sus ojos—. Por lo tanto, deberíamos escapar cuando todos estén distraídos.

—¿Sigues con eso? —expuso colocando su pálida mano sobre el rostro del vampiro.

—Sí. Es la única forma que podremos estar juntos. Pase lo que pase, cuando lleguen los mensajeros, en medio de la algarabía, escaparemos. Ten todo listo —acotó besándola suave pero insistentemente.

—Espera, espera —dijo ella al sentir las manos de Ikki recorrer su cuerpo—. No puedo quedarme, Hades me espera. Tendremos mucho tiempo más adelante.

X-X

En la ciudad del sur los científicos e ingenieros daban los últimos toques al arma que serviría para recuperar la ciudad del norte, concentrados, vieron ante las cámaras a un grupo de humanos en compañía de un vampiro y un elfo a la entrada de la villa. Kido observó detenidamente a los recién llegados.

—¿Qué cree que eso signifiqué, señor? —expuso Aspros mirando las pantallas—. ¿Una ofrenda de paz?

—La señorita Sasha, no está entre ellos. —Apuntó Deuteros.

—Pienso que no nos queda de otra que salir a ver qué es lo que quieren. —Sostuvo Kido ganándose el reproche de los gemelos.

—Señor, hablar con esas cosas…

—Silencio, Aspros —mandó el mayor—. No bajen la guardia.

Ambos gemelos caminaron de lado a lado de Kido, en las murallas varios soldados se asentaron esperando cualquier instrucción. Cuando Mitsumasa salió en medio de la noche, tanto el vampiro como el elfo les dieron la orden a los humanos de marcharse, quienes confundidos corrieron hasta el refugio sin mirar atrás.

—Venimos en paz —sostuvo Aiacos—. Hemos venido a dialogar.

Kido observó a los visitantes por largo tiempo.

—Lo que tengas que decir elfo, dilo de una vez, no tengo todo el tiempo —expuso a una prudente distancia.

El vampiro quiso decir algo, pero fue acallado por el otro.

—Hemos decidido dar fin a esta guerra —aclaró el elfo sin moverse de su lugar—, por lo tanto, se tomó la decisión de que ustedes tomen la ciudad de Sur como refugio. Tiene buenas condiciones para su sobrevivencia, mientras que la del Este y Oeste nos corresponderá a nosotros, la ciudad del Norte será desmantelada y abandonada en su totalidad.

—¿Dejarles dos ciudades? —escupió Aspros—. ¿Saben cuánto nos costó levantar cada cimiento de esas tierras? Sin mencionar que estaríamos flanqueados por ustedes, y eso me parece una posición muy precaria.

—Es eso o la muerte. Ustedes eligen —acoto con desdén el vampiro.

—Y si aceptamos sus objeciones, ¿nos dejaran vivir en paz? —quiso saber Kido—. ¿Contamos con su palabra de que no nos atacarán en el futuro?

—Es el trato —explicó Aiacos—. Claro, si ustedes prometen no levantar sus puños contra nosotros.

—No confiaremos en ustedes —expuso Aspros con soberbia—. No son más que unas bestias.

—Hemos traído a los humanos como una ofrenda de paz. Si aceptan las condiciones no habrá más muertes sin sentido —continuó el elfo—. Esta guerra no es conveniente para ninguno. Entréguenos a Orfeo, tomen su ciudad y viviremos todos tranquilos.

—¿Orfeo? —susurró Kido—. Nosotros no tenemos a Orfeo. Díganme más bien: ¿qué hicieron con mi hija?

—Nosotros no sabemos nada de tu hija, humano —sostuvo furioso el vampiro dando un paso hacia adelante—. ¿Qué hicieron con Orfeo?

—Ya te dije que no tenemos a Orfeo. Nunca estuvo con nosotros —enfatizó Kido.

—¡Mentira! —bramó el chupasangre dando otro paso adelante—. Entréguenlo, antes de que pierda la cabeza.

—Prepárense —expuso Kido a los gemelos—, esto es una trampa.

—Espera —pidió Aiacos al ver el rostro embravecido del vampiro—. No te precipites, debe haber una buena explicación para todo esto.

—Cállate, elfo —expuso Zosther—. Estos humanos nos están engañando —continuó caminando hasta los hombres.

—¡Ahora! —gritó Deuteros al ver al vampiro dirigirse a ellos.

Un ruido de encendido se escuchó por toda la zona, en varios rincones un grupo de lámparas de luz ultravioleta se prendió alrededor del vampiro, quien empezó a sufrir de quemaduras y a bramar de dolor.

—¡Maldición! —masculló el elfo al mismo tiempo que se llevaba las manos a la cabeza, enfocó su vista en el origen de la luz solo para ser deslumbrado por las mismas, no tuvo más remedio que arriesgarse a teletransportarse para destruir las lámparas, sin embargo, cuando se posicionó frente a una de ellas, se vio envuelto por una red de plata que lo elevó en el aire—. ¡Se arrepentirán humanos!

—¡Acaben con ellos! —sostuvo Kido, ante su orden, una bala penetró en el cerebro del vampiro quien cayó ante un agonizante ruido de dolor.

Aiacos observó al tirador, siendo consiente que pronto sería su fin, pero la soga que sostenía la red se rompió dejándolo en el suelo completamente abrumado y lesionado, antes de poder decir algo, fue teletransportado lejos de los hombres.

—Escaparon —pronunció Aspros—. Malditos elfos son muy veloces.

—No tenemos tiempo que perder. Es hora de atacar —expuso Kido caminando hasta los laboratorios—. En cualquier momento llegarán, es mejor que demos el golpe antes.

—Señor, pero todavía es de noche —hizo ver Deuteros—. Dijimos que atacaríamos en el día y el misil aún no está listo.

—No hay tiempo para dudas —habló con autoridad Mitsumasa—. Si no hacemos esto cuanto antes, moriremos al llegar el alba.

X-X

—¡Lune! —llamó Aiacos al reconocer a su salvador—. ¿Qué haces aquí?

—Shion me envió como una medida de seguridad —explicó arrastrando al otro—. Por si las cosas se complicaban.

—Los humanos…

—Lo sé. Debemos comunicarles a los demás. Esto no será bueno para los hombres, pero ellos mismo se lo buscaron.

—¿Escuchaste lo de Orfeo y Sasha? —interrogó.

—Lo escuché y estoy tan confundido como tú.

X-X

En la gran ciudad del Norte, todos esperaban ansiosos a los mensajeros, grande fue su sorpresa cuando vieron a Lune llegando con un malherido Aiacos en brazos.

—¿Qué pasó? —manifestó Albafica.

—Los humanos nos atacaron —explicó Aiacos—. Tenían trampas preparadas.

—¿Qué hay de Zosther? —Quiso saber Hades.

—Murió —acotó Lune—. No pude hacer nada para ayudarle.

—¿Aún crees que los humanos son inocentes? —se dirigió Hades a Shion.

—En vista de eso y teniendo en cuenta que su tecnología es peligrosa, lo mejor es atacar —expuso Asmita, ganándose la aprobación del grupo.

—Esperen, debe haber una buena explicación. —Tomó la palabra el líder elfo—. ¿Están seguros de que no fueron ustedes los que iniciaron este enfrentamiento? —interrogó a Aiacos y Lune.

—Zosther se molestó mucho cuando los humanos afirmaron no tener a Orfeo.

—Es decir —Shion observó directamente a Aiacos—: ¿Qué asesinaron a Orfeo?

—No señor, ellos aseguraron nunca haber tenido a Orfeo bajo su custodia.

—Seguramente mienten con el fin de confundirnos —sostuvo Hades—. Tal vez en este momento usan a Orfeo como arma para acabarnos.

—Hasta ahora no han empleado a alguno de los nuestros en contra de nosotros mismos, ¿por qué empezar ahora? —sostuvo seriamente Eurídice a su líder.

Un largo silencio se instaló en la habitación.

—No estamos seguros de la profundidad de sus experimentos —susurró un frustrado Shion—. Así que cualquier cosa es posible.

—Es hora de desplegarnos. —Anunció Hades y no hubo nadie que estuviera en contra, el líder elfo aceptó la propuesta en silencio.

X-X

La orden había sido dada, cada grupo se organizó para dar inició a una nueva guerra. Perséfone, caminaba con afán hasta su cabaña, por el camino fue interceptada por Ikki.

—Debemos irnos ahora —expuso el vampiro.

—¿De qué hablas? Estamos en medio de una guerra —señaló ella— Tu padre…

—Mi padre tal vez ya esté muerto o algo peor, no lo sé —habló con un dejo de tristeza— Solo sé, que si no aprovechamos este momento no tendremos otra oportunidad.

—De acuerdo —aclaró besando delicadamente al muchacho—. Nos vemos en veinte minutos a las afueras de la ciudad.

—Ahí estaré.

Perséfone dio media vuelta y con paso ligero caminó hasta su choza para buscar provisiones y marchar junto a su amado, tan distraída estaba que no notó a Hades tras ella.

—¿Vas a alguna parte? —preguntó el vampiro con voz tranquila.

—Hades —llamó ella dando un pequeño brinco—. No me di cuenta de que estabas en casa. —El pelinegro sonrió, pero no respondió—. Solo arreglo algunas cosas, por si tenemos que marcharnos a otra parte.

—Como siempre tan precavida —dijo caminando hasta ella—¿O será que piensas marcharte? ¿Marcharte con otro tal vez?

La pelirroja observó con firmeza a su esposo parándose derecha para verse más alta y no dejarse amedrentar.

—¿Y si así fuera qué? —sostuvo con soberbia a lo que Hades pareció verse amenazador—. Estoy embarazada. —Soltó ante los ojos iracundos del pelinegro.

—¿Y es de él? —preguntó alejándose de ella para analizarla mejor—. ¿Lo es?

—No lo sé —dijo rápidamente—. Me enteré la noche de la revolución cuando revisé mi expediente.

—Es de él —expuso más para sí que para su pareja–. De lo contrario no huirías —continuó caminando hasta ella para acorralarla contra una pared—. Ya tuve suficiente de ese muchacho que ha osado insultarme bajo mi techo y por tanto tiempo. Espero que te hayas despedido de él.

—Hades, por favor…

—¿Me suplicas cuando lo único que tenías que hacer fue lo que no hiciste? Serme leal. Terminé con tus juegos, si quieres conservar tu puesto y todo lo que conlleva vas a quedarte aquí, la paternidad del niño me es irrelevante, pero si te vas, ningún grupo vampiro les dará ayuda, serán ustedes 3 contra el mundo, piénsalo bien porque no habrá vuelta atrás —añadió saliendo de la habitación.

X-X

Aioros aprovechó el desconcierto del consejo para acercarse a Shion.

—Hay algo que debes ver, sígueme sin que nadie te vea.

El aludido solo asintió con la cabeza. Ambos avanzaron escondiéndose en las sombras hasta llegar a los laboratorios.

—Algo está mal maestro Shion, la hija de Kido y Sísifo son prisioneros en los laboratorios.

—¿Qué? Nadie nos notificó de ellos.

—A nosotros tampoco nos informaron, los descubrí por casualidad, y ellos también señalan que no atraparon a Orfeo, es más, mira —dijo entregándole un cuaderno grande—, estos son los vampiros y elfos que han sido llevados a los laboratorios y los procedimientos a realizar, incluso está el registro de Perséfone a pesar de que fue un llamado de emergencia.

Shion revisó con detalle el registro.

—No hay nada de Orfeo. ¿Por qué? Llévame con ellos.

—Sísifo —bramó el inmortal una vez en la prisión.

—Aioros, por fin te dignas a venir, pensé que nos habías olvidado —expuso el aludido—. Shion… gracias por la visita. ¿Al fin nos van a explicar nuestra situación?

—Sísifo, ¿ustedes capturaron a Orfeo por sospecha de una rebelión? —Soltó el peliverde.

—¿Bromeas? Si hubiésemos tenido la mínima sospecha de una rebelión ustedes estarían muertos, te lo aseguro.

—¿Qué ocurre? —preguntó Sasha acercándose a los barrotes.

—La primera reunión con tu gente salió mal —respondió Shion después de un largo silencio—: Atacaron a los nuestros y se negaron a aceptar nuestras condiciones. Sísifo, sí encuentro la forma de liberarte —dijo sin responder al alegato del otro—, ¿irás con tu gente y los convencerás de aceptar el trato?

—Sí —contestó Sasha de manera inmediata—. ¡Les prometo que yo misma convenceré a mi padre, no importa lo que haya que hacer o decir, debemos parar esto antes de que sea demasiado tarde!

—Perfecto, libéralos Aioros.

Pero antes de que el castaño se moviera una enorme explosión cimbró la tierra seguida de una fuerte luz y poco a poco, una densa niebla rosada comenzó a extenderse desde el campamento de los vampiros.

Continuará

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Muchas gracias a todos por leernos, espero la historia esté siendo su agrado, y si, se están preguntando sobre los personajes de la serie clásica: los van a encontrar un poco más adelante, porque la idea es dar un ligerísimo salto en el tiempo para eventos futuros.

Bueno, gracias y nos estamos leyendo.