Advertencia: Violencia, intimidación psicológica, muerte de varios personajes.
Los personajes de Saint Seiya, The Lost Canvas y Episodio G; pertenecen a Masami Kurumada, Shiori Teshirogi y Megumu Okada respectivamente.
5. Valle de sangre
—El misil fue desplegado —apuntó un joven con unos auriculares en la cabeza mientras miraba al monitor.
—La primera ojiva está cayendo, se dirige justo al centro de la ciudad. —Hizo ver otro ingeniero, en lo que Kido apretaba los puños al saber que los laboratorios se verían plenamente afectados—. Según los cálculos, el segundo caerá muy cerca del campo vampiro.
—¿Qué tan cerca? —masculló Mitsumasa.
—500 metros, tal vez menos.
—¿En qué dirección sopla el viento? —Quiso saber.
—Suroeste, el viento llevará el componente, pero será menos potente y tardará en llegar.
—Señor, la tercera ojiva impactó a las afueras de la ciudad —notificó el muchacho de los auriculares para luego agregar—: Las otras dos ojivas no detonaron, pero han quedado muy cerca del campo vampiro y el campo élfico respectivamente.
—El primer impacto debió causar un gran daño —susurró Mitsumasa.
—Señor Kido —apuntó Hakurei—. Nuestras tropas no serán suficientes ante el poco daño que hubo. Los hombres se verán superados.
—¿Las otras dos ojivas pueden ser destinadas de forma manual? —inquirió, su voz era firme.
—Sí señor, pero las personas que lo hagan no sobrevivirán al ataque.
—Fue una misión suicida desde el principio. —Impuso Kido—. El daño causado no es el esperado, pero será suficiente para ganar tiempo. Hakurei, escoge a dos hombres que detonen las ojivas, eso nos garantizará aún más tiempo. El resto, comiencen a evacuar y extiendan la orden. La ciudad del Norte es pérdida total y no tiene ningún sobreviviente humano.
Un largo y producido silenció se extendió por todo el laboratorio en lo que varios pares de ojos se clavaron en la imagen de Mitsumasa Kido, ninguno fue capaz de apartar la vista, aun cuando éste desapareció por la puerta. No obstante, entendieron la gravedad de la situación, comprendiendo que se enfrentaban al fin de la vida como la conocían, y quizá, al fin de su existencia como especie.
X-X
Hades salió de su cabaña justo en el momento para ver como una onda expansiva se llevaba consigo las débiles estructuras. Con su cuerpo instintivamente protegió a Perséfone de la tierra que se levantaba y les caía encima.
—¡Señor! —advirtió Minos corriendo hacia su líder—. Los hombres han atacado. Se sintieron tres explosiones y es… —intentó decir sin ahogarse debido a que el aire se sentía pesado— es imposible conocer realmente el daño de estas. ¿Qué hacemos?
—Busquemos al resto, esto apenas es el inicio —indicó Hades girando levemente para ver a Perséfone a los ojos—. Esto es perfecto —sonrió alejándose del lugar en compañía de Minos, dejando a la pelirroja completamente abrumada ante las últimas palabras.
—¡Ikki! —expresó ella corriendo por el campo sopesando las intensiones de su esposo.
X-X
Hades llegó con un grupo de vampiros y elfos que al igual que él estaban confundidos y mareados por la explosión, el aire era denso y respirar costaba demasiado, además, de un olor dulce que se extendía lentamente.
—¿Qué saben? —interrogó el pelinegro.
—Según pude ver —tomó la palabra un elfo joven—. Fueron dos explosiones, una impactó muy cerca a los laboratorios, otra cerca del campamento vampírico. Hay otras junto a cada campamento, pero no detonaron.
—Los hombres son más peligrosos de lo que pensamos, Albafica, organiza a un grupo para evaluar los daños y atiendan a los heridos —ordenó Hades—. Minos, ya sabes qué hacer.
—Sí señor.
—Galarian —llamó el pelinegro llevándose al otro lejos de los demás—. Ve por la chica, ella es nuestra única garantía. Espero que aún esté con vida.
—Sí señor.
X-X
Eurídice estaba sentada frente a la chimenea cuando parte de la estructura de su casa se vino abajo, cuando logró visualizar sobre el humo y la gruesa capa de polvo, un olor dulce inundó su nariz causándole un fuerte mareo, intentó salir de los escombros observando una brillante estaca de metal que atravesaba su pecho, y cuando quiso retirarla fue detenida por un fuerte dolor en su vientre.
—Oh, no pequeño Shun —dijo acariciando su abdomen buscando una forma de estar más cómoda, por lo que se apoyó con mucho esfuerzo contra lo que quedaba de una columna—. Escogiste un mal momento para llegar. Por favor pequeño, espera un poco más.
Y con fuerza retiró el fino hierro de su cuerpo para luego acariciar su vientre. Hizo un nuevo intento por moverse, pero no pudo dar ni un paso desplomándose en el suelo y vomitando, dejando una gran mancha de sangre en el piso cayendo con un grito de dolor.
X-X
Perséfone llegó en un momento hasta el punto de encuentro con Ikki, sin embargo, el chico no estaba por ninguna parte, completamente preocupada sus piernas temblaron y casi la hacen caer, tuvo que apoyarse en un pedazo de pared para no desvanecerse al ser asaltada por un fuerte mareo, pensando en lo que pudiera estar pasando entre su amante y esposo, se obligó a recomponerse y emprendió la marcha en su búsqueda.
X-X
—Todos aquellos heridos reúnanse en la plaza para ser atendidos —ordenó Albafica—. El resto analicen los daños en los laboratorios y los campos, tú —le gritó a un elfo—, junta a un grupo y llévalos al lugar donde cayeron las otras bombas.
—Sí señor — respondió el elfo antes de dar media vuelta, no pudo avanzar más que un par de pasos antes de apoyarse en un compañero y comenzar a vomitar.
—Patético —señaló el vampiro con un mohín de desprecio—. ¡Muévanse!
X-X
La densa capa de humo los hizo toser con fuerza, Shion sacudió su cabeza para luego fijar su vista al frente, donde antes había un edificio, solo quedaba un puñado de ruinas, sin embargo, la estructura resistió lo suficiente y parte del lugar seguía en pie con la amenaza de caer en cualquier momento.
—¡Aioros! —gritó buscando con la mirada al vampiro en medio del caos—. ¡Aioros!
—Aquí estoy —contestó el otro saliendo de debajo de un pedazo de pared—. ¿Qué pasó? ¡Sísifo! —llamó al recordar todo—. ¿Dónde están? —Quiso saber en lo que hurgaba entre los escombros—. ¿Sísifo?
—¡Maldición! —bramó Shion escupiendo un poco de sangre—. Esto no es bueno. Los humanos… —pronunció mirando desorientado sus manos.
—Sísifo, ¿estás bien? —interrogó el vampiro al encontrar al hombre, quien muy hábilmente había logrado proteger a Sasha—. ¿Están bien? —continuó, poniéndolos a salvo, ambos estaban polvorientos y tosían a grandes cantidades—. ¿Qué pasó?
—Mi padre —intentó explicar Sasha—. Mi padre hizo uso del misil.
—¿Un misil? —inquirió Shion preocupado—. ¿Nos atacaron con un misil? —La joven se hundió en su puesto sin atreverse a mirar hacia el frente—. Esto no es bueno, ¿sabes lo que esto significa señorita? —expuso buscando los ojos de la pelilila—: Que tu raza morirá en un par de horas.
—Eso no puede pasar —dijo ella colocándose de pie, pese a que se encontraba mareada trató de no olfatear el aire —. Hay personas inocentes en los refugios: niños y ancianos. Ningún miembro de las ciudades tenía conocimiento de esta arma. Además, el principal daño del misil no es su onda destructiva, sino lo que se libera con ella —continuó mirando a Sísifo—. Por favor, si alguien debe pagar por esto, somos mi padre y yo. Con gusto ofreceré mi vida a cambio de los demás, dejen a mi pueblo con vida y hagan lo que quieran conmigo.
Aioros y Shion observaron a la joven que valientemente estaba dispuesta a sacrificarse por otros, un acto desinteresado y de admiración. Ella, no era como Mitsumasa Kido, Sasha, tenía esa cualidad que muchos habían dejado atrás: 'Compasión', era una pena que sólo fuera ella.
—¿A qué te refieres con: 'lo que se libera con ella'? —inquirió el peliverde.
—Un gas, una vez suelto en el aire, sus componentes se adhieren al sistema nervioso, no importa si estás vivo o muerto, el sistema nervioso es la base para moverte, así que el objetivo es destruirlo, una vez hecho esto, la movilidad y el resto de las funciones se verán afectadas, en el mejor de los casos un simple mareo y vómito es común; en el peor, una muerte dolorosa.
—¿Y lo acaban de liberar contra sus creaciones? Típico —apuntó Aioros.
—¡No sólo contra ustedes! Este gas no distingue raza o especie, ataca a todos por igual. —Suspiró dejando caer los brazos.
—¿Entonces también ustedes han sido descartados junto con nosotros? —se burló Shion, a lo que la joven asintió —¿Cuánto tiempo tenemos?
—Depende del grado de exposición, los más débiles se verán afectados en cuestión de minutos, horas en el mejor de los casos, los que hayan estado en el centro, tal vez no sobrevivan a pesar de su resistencia.
—Estamos cerca del centro de una de esas explosiones, ¿hay alguna forma de contrarrestar los efectos?
—No en las ciudades, hay un búnker hacia el sur, ahí es donde se siguen desarrollando vacunas y antídotos.
—¿Qué rayos es eso? —habló Aioros, su voz sonaba ahogada—. Huele dulce.
—Usa esto de prisa —interrumpió Sísifo entregando mascarillas antiguas a los presentes y usando una propia ante la sorpresa de los otros tres—. Hablan demasiado y actúan poco, debemos movernos.
—¿De dónde las sacaste? —interrogó Aioros.
—Conozco este edificio como la palma de mi mano —contestó el humano sin darle mucha importancia—. Estas máscaras están en todos los botiquines, y ahora entiendo por qué.
—Aioros, llévalos a ese búnker, si hay alguna solución para demostrar que podemos trabajar en conjunto y salvar a las tres especies, debemos tomarla.
—Lo haré —contestó el vampiro para sorpresa de los dos humanos—. Y sí una sola persona puede demostrar tal valía, es porque aún hay esperanza.
—Tengo que ir con los otros —continuó el elfo—. Tú encárgate de ellos.
—Confíe en mí —respondió viendo a Shion desaparecer en medio de un haz de luz.
—Aioros, muchas gracias por esto —comentó Sasha tomando al vampiro por la mano—. Nunca olvidaremos tu ayuda, eso demuestra que en cada raza hay gente noble.
—Vamos, dejemos de perder el tiempo. —expuso Sísifo.
—¿Aioros? —llamó Galarian mirando directamente a su hijo—. ¿Qué estás haciendo?
—¡Padre! —clamó el rubio acercándose a su progenitor—. El misil contiene gas que puede dañar a vampiros y elfos, tenemos que ir a un búnker en el sur para encontrar un antídoto, ten. —Ofreció la mascarilla—. Ponte esto para evitar el daño.
—¿De qué diablos estás hablando? ¿Qué mentiras te han dicho? —Galarian le dio un fuerte manotazo a Aioros quien dejó caer la careta.
—¡No son mentiras! —interrumpió la pelilila—. Es gas, es peligroso incluso para los humanos.
—¡Tú no interfieras humana mentirosa! —gritó señalando a la chica.
—¡Padre! ¡No es una mentira! ¡El aire comienza a oler dulce, ya debiste darte cuenta!
—¡¿Pones a los humanos por encima de tu especie?! —acotó con fiereza el mayor—. ¡No dejaré que mi hijo se convierta en un traidor!
—¡No es traición si trato de salvar a nuestra propia gente! Aún hay tiempo para evitar que mueran, por favor. —intentó conciliar Aioros.
—¡No! —gritó iracundo el otro vampiro—. ¡No permitiré que manches el nombre de nuestra familia por aliarte con los humanos! ¡Prefiero matarte con mis propias manos!
—No lo hagas —pidió amablemente Aioros viendo a su padre con determinación—. Déjanos ir, nadie tiene porque enterarse de esto.
—¡Jamás! Aioros, no te perdonaré esto —bramó lanzándose directamente hacia su hijo.
X-X
Minos observó la casa de la familia de Orfeo completamente derruida, pensar que hubiera alguien con vida era imposible, pero un lloriqueó lo hizo detenerse y buscar a conciencia entre los escombros. Debajo de lo que era una humilde morada, Eurídice intentaba respirar y sostener a su pequeño recién nacido entre sus brazos.
—Siguen vivos —acotó Minos mirando toda la escena.
—Supongo que Hades te envió por nosotros —dijo la vampira mirando con soberbia al verdugo de su líder—. Me pregunto por qué resultamos una amenaza —expuso aparentando no verse herida.
—No es nada personal, mi señora —aclaró Minos arrodillándose delante de la rubia para mirarla a los ojos—. Simplemente, los justos pagan por los pecadores, espero lo entienda —prosiguió con un toque de burla en su voz.
—Lo único que entiendo es que eres el perro guardián de Hades —gruñó con toda la rabia contenida que su cuerpo pudo aguantar—. Imagino que sabes lo que sucedió con Orfeo.
—¿No lo ha escuchado, mi señora? Los humanos se lo llevaron. —Levantó una mano para acomodar un mechón suelto detrás de la oreja de la vampira—. Pobre de usted, el dolor de la pérdida la hace alucinar.
—Al menos yo conozco el dolor de la pérdida de un compañero que correspondió mis sentimientos con la misma intensidad y me dio una familia. ¿Sabes lo que es eso? Oh, espera —se burló con dificultad por la falta de aire—, no lo sabes, porque Albafica solo te ve como el lacayo indigno de Hades que conoce porque siempre lame las botas de su amo como un perro, de lo contrario no apartaría los ojos de su esposa para ver a alguien como… ¡Aaah!
La voz de Eurídice se cortó cuando la mano del peliblanco se enterró en su pecho destruyendo su corazón y matándola en un instante, mientras un rictus de rabia desfiguraba el rostro del vampiro.
—¡Idioteces! Y no necesitas saber que, en algún momento, Albafica será mío, sin importar su débil esposa.
—¡Eurídice! —se escuchó el grito de Perséfone acercándose hasta ellos—. ¿Qué pasó? —preguntó a Minos—. ¿Está muerta?
—Así es mi señora —contestó el vampiro sin atreverse a levantar la mirada.
—No... ¿Dónde está Ikki? —Quiso saber, en lo que Minos se burlaba por lo bajo.
—¡Eurídice! —gritó Astrea llegando con el grupo y arrojándose hacia el cuerpo de la rubia—. Está muerta —expuso horrorizada para luego girar su vista a la criatura entre sus brazos—. Fuiste lo suficientemente fuerte para traer al mundo a Shun —continuó tomando entre sus brazos al pequeño de cabellos verdes.
—Madre, debes ponerte a salvo —advirtió Perséfone buscando con los ojos a Ikki—. Vayan al campamento, aquí no estás a salvo. Ni mi hermano, ni Shun deben verse expuestos a lo que sea haya liberado el hombre —agregó antes de comenzar a toser con fuerza.
—¡Hija, debes venir con nosotros! —respondió la otra abrazando al niño contra su vientre.
—Iré en un momento —contestó mareada por el aire viciado y limpiándose discretamente los rastros de sangre de sus labios—. Adelántate. Iré tras de ti cuando pueda. Por favor, cuida de Makaria.
Astrea suspiró pesadamente, con su túnica protegió a Shun, para luego marchar sobre los escombros y andar por un camino diferente al que había tomado su hija.
—Una criatura con suerte —le dijo Minos al cadáver de Eurídice, acto seguido caminó tras Astrea.
X-X
—¡No! —gritó Sasha al ver a Aioros volar contra una columna, y sin pensarlo tomó una asta de plata para intentar atacar a Galarian, quien fácilmente la detuvo.
—Señorita, Sasha —bramó Sísifo y como lo hiciera ella antes también se enfrentó al vampiro, quien lo sostuvo por el cuello impidiéndole respirar.
—¡Sísifo!
—Suéltalo —dijo Aioros dándole una buena patada a su padre quien cayó unos cuantos metros por delante, mientras el humano recuperaba el aliento—. ¡Padre, escucha! ¡Todos estamos en peligro! ¡Los necesitamos con vida para sobrevivir!
—¿Has creído sus mentiras? ¡Te consideraba mejor que eso! —bramó el otro inmortal arrojándose sobre Aioros, pero esta vez el más joven logró controlar a su padre.
—¡No son mentiras! ¡Debiste ver las extrañas armas que arrojaron sobre nosotros! —explicó el rubio colocando todo su peso sobre el cuerpo de Galarian—. ¡Esas cosas están liberando una especie de veneno que puede matarnos!
—¡Son mentiras! —logró articular el otro sintiendo el brazo de su hijo sobre su cuello—. Todo es mentira y tu maldita afición por los humanos no te deja ver.
—¡No es mentira! —gritó Sasha tratando de acercarse y siendo detenida por Sísifo—. ¡Los misiles tienen un gas que ataca a todo ser vivo que respire!
—¿Ves cómo es una mentira? ¡Los vampiros estamos muertos!
—¡Pero aún se mueven! —gritó frustrada—. Aunque no están vivos en la forma tradicional, el hecho de que se muevan y se reproduzcan les da la calidad de seres vivos, por favor, ayúdanos a controlar los daños, no estamos mintiendo.
—No me importa. Solo engañan al bastardo que tengo por hijo para escapar. ¡Pero yo no caeré en su juego!
—Padre por favor…
—¡No! ¡Acaba conmigo de una vez! Es lo único que te falta para completar tu traición —exigió acercando su rostro al de su hijo.
Aioros respiró profundamente ante las palabras de su padre, su vista se posó sobre una estaca de plata que estaba tirada por el lugar, con determinación e ignorando el dolor en su palma, tomó el arma entre sus manos para con ésta atravesar el hombro del mayor y clavarlo contra el piso.
—¡Cobarde! —rugió Galarian al sentir su carne quemarse y siendo incapaz de moverse de su lugar—. Al menos ten el valor de completar tu obra o de lo contrario voy a buscarte para matarte, ¡lo juro! ¡Y si no lo hago yo, lo hará tu hermano! No lo dudes.
—Lo siento, solo espero que algún día lo entiendas.
—¡Aioros! —gritó el vampiro mientras el otro emprendía el camino con los humanos—. ¡Regresa Traidor! —exclamó una última vez completamente iracundo y fuera de sí haciendo un gran esfuerzo por liberarse de la estaca sin importar que la carne se desprendiera.
X-X
Cuando Ikki vio el arma de los hombres arrasar con buena parte de la ciudad, la idea de saber qué pasó con su padre lo motivó para ir a los escombros que quedaron cerca del campamento vampírico, donde para su sorpresa se encontró a un grupo de humanos con extrañas máscaras parecidas a la cara de una mosca.
—¡Ignórenlo! ¡Avancen a los restos del campamento, eliminen todo lo que encuentren! —Escuchó a alguien gritar.
Sonrió de lado antes de comenzar a destrozar esos débiles cuerpos humanos, sin darse cuenta, que, por alguna razón, varios de los intrusos lograron escabullirse a su costado, pero antes de que pudiera reaccionar una sombra se interpuso en su camino.
—Llegó tu hora, bestia —expuso Aspros.
A diferencia de otros, el hombre era veloz y la falla de Ikki fue subestimarlo y lo supo cuando una gruesa herida apareció en su costado obligándole a retroceder con un inesperado ataque de tos.
—Qué interesante espada llevas ahí —indicó cuando hubo recuperado suficiente aire—. Pero no te servirá de mucho, humano.
Nuevamente y teniendo cuidado de que la hoja de la espada no lo alcanzara, Ikki logró arrojar sobre el suelo al mayor de los gemelos, quien aprovechándose de la guardia baja rompió la quijada del inmortal con la ayuda de su manopla de plata y se deslizó fuera de su alcance dejando escapar una sonrisa burlona.
—Tienes muchas agallas, humano —se levantó parpadeando varias veces para aclarar su vista extrañamente nublada, pero no pudo evitar arrugar la nariz al percibir un extraño olor dulzón que se hacía más fuerte a cada momento—. Dime una cosa y tal vez tu muerte sea rápida. ¿Qué le hicieron a mi padre Orfeo?
—Ya lo hemos dicho antes, jamás estuvo con nosotros —contestó a través de la mascarilla que llevaba, por lo que su voz sonaba ronca—. No entiendo de donde sacaron esa idea. —Antes de lanzarse a un nuevo ataque, el vampiro se arrojó a su encuentro, pero una cadena de plata se enredó en el cuello del inmortal tirándolo al suelo de rodillas—. ¡Deuteros!
—¡Mátalo! —expuso el otro sosteniendo con toda su fuerza a Ikki quien bramaba de dolor e intentaba liberarse—. Aspros, ¿Qué esperas?
—Espera, este maldito me las debe —comentó golpeándolo nuevamente con la manopla—. ¿Te gusta eso?
—Deja de jugar hermano, aún hay un gran número de ellos, debemos aprovechar que son vulnerables.
—Sí, lo haré —respondió hundiendo su espada en el abdomen del vampiro quien rugió como una bestia.
—Aspros solo mátalo —sostuvo el gemelo al ver que su hermano únicamente se estaba divirtiendo al herir al vampiro sin matarlo.
—Esta bestia merece sufrir.
—¡Maldición! ¡Tenemos una maldita cantidad de vampiros por matar, no hay tiempo de jugar con ellos! —dijo sacando un arma de fuego y dirigiéndola al pecho del inmortal, pero antes de que pudiera disparar vio a su hermano siendo decapitado por Hades, quien a su vez tomaba la espada entre sus manos.
—¡Aspros! —En un arranque de ira, Deuteros cambió su objetivo y disparó a Hades quien no esquivó con la suficiente rapidez y recibió un rozón en el hombro antes de atacar al Gemelo obligándole a soltar a Ikki.
—Que interesante elemento —expuso el pelinegro rodando su mirada por el arma—. Muy buena para esta batalla. ¿No lo crees Ikki?
—Mi señor —intentó decir el más joven, poniéndose con dificultad en pie.
—No me imaginé verte en tan mal estado —comentó el líder vampiro observando al muchacho.
—Yo… estoy bien —dijo tragándose un ataque involuntario de tos.
—No sé qué está pasando, pero desde que cayeron esas cosas del cielo y explotaron, hay un extraño aroma dulce que se extiende por todo el lugar… y muchos se han vuelto débiles —indicó Hades—. Me pregunto por qué —observó a Deuteros.
—Es el fin de su existencia —escupió el hombre con desdén.
Hades caminó hasta el hombre blandiendo la espada para parecer más amenazante, pero Deuteros esquivó el ataque y disparó directo al pecho de Hades, quien pese a que se movió rápido no evitó una nueva herida en su hombro lo que lo hizo gritar de incredulidad brotando su rabia para lanzarse nuevamente contra el humano y arremeterlo con la espada, pero por alguna razón, el humano podía igualar su velocidad… ¿O era él quien no podía superar la velocidad del humano? ¡Imposible!
—Espere, mi señor —pidió Ikki—. Quiero saber que hicieron con mi padre —acotó mientras se lanzaba al ataque.
—¿De verdad quieres saberlo? —inquirió Hades atacando con más ahínco al humano, el cual lo esquivaba con mucha agilidad.
Deuteros apuntó el arma nuevamente a Hades, pero este último se movió dejando a Ikki al alcance de los disparos, el gemelo no dudó y jaló el gatillo logrando herir al más joven, siendo igual alcanzado por el inmortal, tanto hombre como vampiro cayeron al suelo. Deuteros rodó lejos de él al tiempo que descargaba su arma para disparar a Hades, quien, a pesar de toda su velocidad, recibió otra herida en su muslo y gruñendo con frustración se levantó para gritarle a un herido Ikki:
—¿Qué no puedes concentrarte en otra cosa? Por ejemplo, en el humano que está a punto de matarnos —siseó furioso mientras buscaba a dicho hombre quien aprovechó la oscuridad para ocultarse.
—Hades —Ikki jadeó tratando de levantarse—, los humanos insisten en que no se llevaron a mi padre.
—¡No lo hicimos! Orfeo nunca fue recluido por nosotros, ¿por qué tu maestro sigue insistiendo en eso? —gruñó Deuteros escondido entre las sombras, aprovechando la pelea interna de los dos vampiros se dirigió a una pequeña radio insertada en su chaleco—: A todo aquel que me escuche, no saldremos con vida de esto, así que eliminen a tantos elfos y vampiros como puedan, suerte, compañeros. —Apagó la radio y volvió a sacar su arma.
—¿Entonces en dónde está? —gritó frustrado el vampiro de cabellos azules.
—Eso deberías preguntárselo al único testigo de su desaparición —soltó la voz desde un punto diferente de la oscuridad. Ikki se volvió hacia Hades ignorando al humano.
—¿Dónde está mi padre Hades? —manifestó y pese a sus heridas llegó con rapidez hasta el otro para tumbarlo sobre el suelo, pero Hades lo arrojó lejos.
—De verdad eres persistente —dijo el pelinegro viendo como se le dificultaba al otro moverse—. Muchos en tu lugar aceptarían mi palabra sin dudar.
—Porque ninguno te conoce como yo.
—¿Conocerme? Acostarte con mi esposa no te da el privilegio de conocerme —gruñó el mayor.
Ikki abrió los ojos por la sorpresa mientras que Hades se acercaba, y de pronto, todo comenzó a tomar una claridad aterradora.
—Tú… mi padre…
—Lo que hicieron fue traición, y solo hay un castigo para eso, y tu padre no estuvo de acuerdo.
—¡Maldito! —acotó el menor cayendo de rodillas—. Mi padre no tenía nada que ver en todo esto.
—No, no tenía nada que ver con esto, únicamente trató de protegerte como el buen padre que fue —expuso caminando lentamente para enterrar la hoja de la espada con violencia en el muslo izquierdo de Ikki quien intentó fingir que no sufría—. Ahora ¿Cómo vas a pagar su sacrificio?
—Perséfone jamás fue tuya, nunca lo será.
—Te enteras de la muerte de tu padre y aún piensas en ella… muy mal —continuó levantando la quijada del otro con el filo de la espada—. ¿En realidad crees que ella dejaría su prestigio por ti? ¿De verdad crees que lo que siente ella por ti es amor? No fuiste más que una aventura en su vacía vida —Hades, ahora hirió al chico en el abdomen—. Prepárate para tu fin —prosiguió alejándose un poco y poder tomar impulso—. ¡Muere!
Hades se lanzó rápidamente hacia Ikki quien viendo su inminente fin sostuvo con alevosía la mirada de su líder, pero antes de que la espada se enterrara en su corazón, unas cuantas gotas de sangre le empaparon la cara para descubrir después, que quien había recibido el impacto era Perséfone.
—¡No! —bramó Ikki intentando sostenerla antes de caer—. Resiste —pidió sin notar que Hades estaba muy abrumado con lo que acababa de pasar.
—¿Perséfone? —divagó el vampiro viendo a su esposa entre los brazos de Ikki.
—¿Por qué? —acotó el peliazul realmente acongojado.
—Ikki, lo lamento —dijo ella intentando respirar—. Gracias por hacerme tan feliz… te amo. —Finalizó muriendo entre los brazos de su amado.
—¡No!
Ante las últimas palabras de su esposa, Hades se irguió con fiereza aceptando que se había equivocado y que ese: 'Te amo' dirigido hacia su enemigo, le dolía en el alma.
—¡Maldito! —manifestó Ikki olvidando su dolor para arrasar con Hades.
—Insensato —escupió el pelinegro al recibir un fuerte puño en su rostro que lo hizo retorcerse—. ¡Ya tuve suficiente de ti!
Ikki estaba tan molestó que le fue imposible pensar con claridad, para Hades fue muy fácil arrojarlos sobre el suelo y sin clemencia golpeó una y otra vez al más joven hasta que este dejó de moverse.
—Ella murió por tu culpa, todos ellos murieron por tu culpa, ten eso muy presente muchacho —rugió atravesando el cuerpo de Ikki con la espada nuevamente en su pecho—. No —se detuvo antes de llegar más adentro—. Tú mereces sufrir. Mereces arder ante la llegada de un nuevo día —continuó poniéndose de pie y limpiando sus ropas—. Aquí te quedarás —expuso enterrando el arma en la otra pierna del chico—. Y te calcinarás al lado de ella. Finalmente, eso es lo que querían… estar juntos.
—Hades… te arrepentirás… de todo esto. Te lo juro.
—Pero tú no estarás ahí para verlo, el sol pronto saldrá.
Con una última mirada Hades observó el cuerpo inerte de la que alguna vez fue su esposa, lamentando que las cosas hubieran acabado de semejante manera, sin dar marcha atrás decidió continuar con su camino, debido a que el trabajo aún no terminaba.
Al llegar a la plaza Hades, logró ver como los pocos humanos que quedaban de pie estaban siendo acorralados por algunos vampiros, maravillado dio la orden para que los asesinaran, pero antes de poder hacer algo, Shion apareció delante de ellos.
—¡Suficiente! —pidió el elfo—. ¡Necesitamos a estos humanos vivos! El aroma dulce que inunda los campamentos es un veneno, necesitamos a los humanos para acceder al antídoto.
—¿Nos traicionas? —preguntó solemnemente Hades—. ¿Eres consiente de lo que eso significa?
—¡No es traición pensar en la salud de nuestra gente! Lo han visto, muchos se sienten mareados, vomitan o tosen sin una razón aparente, ¡los más débiles podrían morir! ¡Escúchame, Hades…!
—¡Mientes! —rugió el líder vampiro fuera de sí—. ¡Todos ustedes! ¡Tú, con tu cara de lealtad, tu sonrisa falsa, finges amor mientras nos engañas con otros! ¡Mátenlos, mátenlos a todos!
—¿De qué hablas? —Fue el susurro de Shion ante el silencio que siguió al arrebato del vampiro, pero no duro mucho, los gritos de los humanos rompieron la quietud ante la ferocidad de los chupasangres, los pocos elfos que había entre la multitud de pronto se quedaron inmóviles sin saber que hacer, los ojos de Dohko se encontraron con los de Shion.
—Váyanse, váyanse tan lejos como puedan —susurró el peliverde antes de desaparecer con los humanos sobrevivientes.
Dohko no daba crédito a lo que veía, y aun tratando de aceptar lo que sucedió tomó al primer elfo que encontró:
—Largo, vayan por las crías y lárguense —ordenó aterrado tratando de pasar la voz, pero algunos estaban mareados y solo un puñado pudo teletransportarse.
—¡Traición! —bramaron los vampiros.
—¡El Cid! —jadeó Hades—. Ya sabes qué hacer.
Ante la orden, el vampiro emprendió el camino para dar marcha al plan, en lo que, los que quedaban apresaban a los elfos que no lograron escapar.
X-X
Milo se acercó al río para lavarse la cara y tomar un poco de agua, no pudo evitar suspirar al mirar a los lados y ver a muchos jóvenes y niños como él tratando de descansar, resulta que una noche estaba durmiendo y al momento siguiente era levantado por su tío con la orden de evacuar.
Fijó sus ojos de nuevo en su reflejo borroso, los vampiros y elfos se habían revelado. ¿Qué tan malo era eso? ¿Querían una maldita ciudad? ¡Pues deles su maldita ciudad y que se pudran en ella! Los humanos podían lograr sobrevivir en su lado de la raya, no sería fácil, pero no sería la primera vez que el humano persistiera en condiciones tan malas, y con una ciudad como refugio, era mejor que esto.
Miró hacia su espalda para ver a una anciana sentada a un costado de una carreta con una manta en sus hombros mientras la que parecía ser su nieta le daba un tazón de sopa, la mujer apenas y podía mantener el ritmo.
—Debimos tomar vehículos más rápidos.
—Demasiado peligroso. —La voz lo sacó de sus pensamientos, levantó la vista y se encontró con su tío Kardia ofreciéndole un tazón—. Sé que es desesperante viajar tan lento, pero los vehículos hacen mucho ruido y no pueden llevar a tanta gente a la vez.
—A este paso no seremos muchos los que lleguemos al refugio —refunfuñó tomando el tazón.
—Lo lograremos Milo, tal vez no todos, pero la mayoría lo lograremos, confía en mí. No falta mucho
—Estamos dejando un camino de cadáveres, nos encontrarán.
—Estamos siendo cuidadosos con eso, Milo.
Milo mordió su respuesta y suspiro bebiendo de su sopa, su tío Kardia era el único miembro de la familia que no lo había abandonado por muerte o por trabajo, por lo tanto, podía confiar en él.
X-X
Guilty estaba ocupado enfrentándose a un pequeño escuadrón, las ondas de baja frecuencia lo tenían mareado, sin embargo, logró acabar con su enemigo con facilidad. Cuando llegó a la plaza y aunque sentía que en cualquier momento vomitaría, vio como Shion se interponía entre vampiros y humanos para luego huir con los últimos.
—Esto no es bueno —dijo y pese a su molestia corrió tan rápido como pudo para buscar a su hija—. ¡Esmeralda! —gritó a una hermosa joven de cabellos rubios que le miró preocupada.
—Padre, ¿estás bien? —Quiso saber ella.
—Tienes que irte.
La elfa quiso protestar.
—No, no discutas. Debes irte, Shion nos ha traicionado y eso solo implicará problemas para nuestra raza.
—Ven conmigo, padre.
—No puedo, quedarme aquí te dará tiempo de escapar, vete.
—No, no quiero, padre —acotó abrazando al elfo—. Ellos te matarán.
—No sé qué nos depare el destino —dijo él alejando a su hija—. Pero con que uno de nosotros sobreviva es suficiente para que nuestro pueblo se levante más adelante. No discutas y haz como te digo. ¡Ahora!
—Sí.
X-X
—¿Crees que todo esté bien? —preguntó un angustiado Mu a su primo.
—Sí —contestó el otro sin apartar la mirada de los niños vampiros quien estaban al otro lado de la cueva—. Pronto todos volverán.
—Esas explosiones —dijo Mu—. Mi padre tenía razón, los humanos son peligrosos con su tecnología.
—Puede que sí —expuso—. Pero hoy eso se acaba, seremos libres.
Lune observó a los pequeños por largo rato, para luego caminar hacia la salida donde el vampiro Malnigoldo sonreía ladinamente.
—¿Estarás así todo el tiempo? —pronunció el vampiro—. ¿Piensas que nuestros niños sean capaces de matar a los suyos? No son salvajes.
—No los vigilo porque tema de las intenciones de los vampiros —suspiró—. Mi hijo está asustado, y no me gusta verlo así.
—Oh, el pequeño peliblanco que se parece tanto a ti.
—¿Lune? —comentó—. Se parece a mí, pero no es mi hijo, es mi sobrino. Mi hijo es el más pequeño, el de cabellos lilas. Él se parece a mi esposa.
—Oh, ¿y qué con el padre del otro? ¿Y por qué lleva tu nombre?
—Murió —contestó en un suspiro—. Durante algunos experimentos, al igual que su esposa. Y antes de morir decidieron que el niño llevara mi nombre, ya que soy su única familia.
—Ya veo. Yo también perdí a mi padre durante los experimentos. Espero ver a cada humano desaparecer de la faz de la tierra.
—Dices cosas muy duras —manifestó el elfo sentándose en una roca—. No todos son malos.
—¿Bromeas?
—Quiero pensar eso.
Lune bajó la cabeza acongojado y esperando que al final del día el mundo no acabara de semejante manera, pero pasos rápidos se escucharon por el camino, obligando a los dos guardias a ponerse de pie al ver tres elfos correr hacia ellos.
—Hey, ¿Qué pasa? —preguntó el vampiro interponiéndose en su camino.
—¡Ignórenlo! —gritó uno de los elfos golpeando a Manigoldo tan fuerte como pudo—. ¡Tomen a tantos como puedan! ¡Lune, tú también, toma a tantos niños como puedas y huye!
El aludido trató de seguir a sus compañeros, pero la imagen del Cid y Minos caminando hacia la entrada lo hizo detenerse.
—Siempre me toca el trabajo sucio a mí —dijo Manigoldo recuperándose rápidamente para luego sacar uno de los collares de plata de su bolsillo mientras se levantaba.
—¿Qué significa esto? —preguntó el elfo esquivando los intentos de Manigoldo de atraparlo—. Creí que los collares habían sido destruidos.
—Creíste mal —indicó el Cid entrando a la cueva donde estaban los niños en compañía de Minos.
—No los van a tocar —dijo Lune apareciendo en su camino y golpeándolo en el pecho haciéndolo retroceder y luego repitió su acción con Minos, los dos parecían inusualmente débiles.
—Si valoras tu vida, es mejor que no pelees —acotó El Cid, girando sobre sus talones.
—¿Qué significa todo esto? ¿Por qué nos traicionan?
—La traición, elfo —explicó Minos—, la cometió tu líder, por lo tanto, haremos como acordamos.
—Los niños —murmuró Lune—. ¡No lo permitiré! —expuso arrojándose sobre los otros.
El elfo resistió lo mejor que pudo, pero fue una desventaja de tres contra uno. Manigoldo aprovechó su fortaleza para distraerlo lo suficiente y para que el Cid diera el golpe letal atravesando su cuerpo con su brazo.
—Dicen que mi puño es afilado —comentó el vampiro con el corazón de Lune en su mano—. No se equivocan. Fuiste muy osado elfo, lástima que no estarás para ver las consecuencias de tus actos.
El cuerpo del elfo cayó fuertemente sobre el suelo generando un ruido seco, ninguno de los vampiros siquiera lo miró y los tres se adentraron hasta el fondo de la cueva. Al ingresar, el interior era un caos, los niños vampiros solo miraban confundidos mientras los niños elfos se apretujaban unos contra otros tratando de alcanzar las ráfagas de luz que aparecían y desaparecían.
—¡Atrapen a tantos como puedan! —gritó Minos.
Los elfos podían teletransportarse, pero los vampiros eran muy rápidos, y haciendo uso de esta habilidad, los tres chupasangres se abalanzaron sobre el grupo de elfillos para colocar los collares. Un destello de luz llamó la atención de todos cuando un elfo bastante demacrado sujetaba a las dos últimas mujeres embarazadas a las que no les habían colocado el collar, miró con odio puro a los tres vampiros:
—sobrevivan —susurró antes de desaparecer con su carga para que ningún destello de luz volviera a brillar.
—¿Qué está pasando? —preguntó un confundido Mu intentando teletransportarse lejos a pesar de que sus habilidades no lo permitían, para luego ser atrapado por Minos.
—Amiguito —apuntó Minos—. Pagan las malas decisiones de su líder —dijo cerrando el collar a su alrededor.
—Llévalo a él —ordenó Malnigoldo a Minos quien aceptando salió de la cueva—. Sí valoran su vida —expuso buscando a un elfillo peliblanco—, es mejor que no hagan nada estúpido. Vamos.
—Me quedaré contigo —acotó El Cid parándose al lado de Manigoldo mientras Mu intentaba escapar a toda costa.
—Tienes mucha energía, pequeño elfo —indicó Minos viendo los inútiles esfuerzos del más joven, quien se alborotó con más violencia al ver el cuerpo sin vida de su padre.
—¡Papá! ¡No! ¡Papá! ¡Los voy a matar, se los juro!
—Y decían que los elfos eran tranquilos, este niño no se ve así —dijo sarcásticamente Minos.
—¡Los odio!
—Sí quieres culpar a alguien niño, culpa a tu líder —sostuvo el peliblanco buscando la mirada de Mu—. Su traición costó la vida de tu padre y la perdición de tu pueblo. No lo olvides pequeño.
Como si aquellas palabras fueran un calmante, Mu dejó de pelear cerrando sus ojos y esperando por lo que seguía.
X-X
—Los humanos que osaron invadir la ciudad han caído —manifestó Hades, quien ya había reunido a todos los inmortales—. Antes de lanzar un nuevo ataque necesitamos reagruparnos.
—¿Por qué no enviar a los elfos a las ciudades restantes? Sería más rápido —preguntó Aiacos, quien pese a sus heridas peleó hasta el cansancio.
—Eso hubiéramos querido —contestó Hades caminando por el lugar en lo que los vampiros empezaban a rodear a los elfos—. Pero lamentablemente fuimos testigos de una terrible traición. —Los murmullos se escucharon con potencia—. Shion —continuó el vampiro—. Nos ha traicionado, aun sabiendo lo que eso significaba. ¡No intenten hacer nada! —Mandó al ver a los elfos dispuestos atacar—. De hacerlo, sus niños morirán.
—¿Qué dices? —acotó Dohko al llegar apresado por los vampiros, para los elfos no pasó desapercibido el collar que adornaba el cuello del castaño—. No pueden hacer esto.
—Tú estuviste en cada una de nuestras reuniones —le dijo Hades—. ¿Recuerdas en qué quedamos en caso de haber una traición por parte de alguno?
—¿Y ahora usan a nuestros niños para doblegarnos? Están haciendo lo mismo que los humanos —escupió el castaño—. No permitiremos nada de esto.
—Ah, ¿no? —interrogó el pelinegro, acto seguido Minos llegó con Mu entre sus brazos—. Si alguno mueve un solo dedo, este pequeño será el primero en morir —indicó colocando el filo de la espada muy cerca del cuello del niño.
—¡Hades, eres un miserable!
—Cierra la boca Dohko. Todo esto es culpa de su líder, quien se enfrentó a nosotros escapando con los humanos. Él, los eligió a ellos sobre ustedes, ahora, pagarán las consecuencias. ¡Los collares!
Como lo hicieran con los niños, los elfos nuevamente se vieron doblegados por aquellas cadenas que durante años tuvieron que llevar en sus cuellos.
—Ante una traición —explicó Hades—: Acordamos que el pueblo del traidor pagaría las consecuencias. Agradezcan elfos, que no los asesinaremos, pero a partir de ahora, serán nuestros esclavos, pero si me dicen dónde está Shion, puede que sea clemente.
Un largo y profundo silencio se instaló en el centro de la ciudad.
—¿Nadie? ¿Ni siquiera tú Dohko? ¿En serio creen que soy tan estúpido de pensar que Shion actuó solo?
—Shion dijo que buscaría el antídoto para el veneno que liberaron las armas que cayeron del cielo —contestó Dohko.
—Asesinen al niño —ordenó Hades.
—¡No! —gritó una hermosa elfa de cabellos lila quien se arrojó contra los vampiros, recibiendo un fuerte golpe por parte de Minos en el abdomen, acto seguido cayó de rodillas tosiendo sangre.
—¡Miserable! —bramó Dohko recibiendo un fuerte golpe en el vientre que lo hizo hincarse.
—¡Mamá!
—Esto no tenía que ser así —continuó el líder de los vampiros—. Ya hubo muchas muertes por hoy —explicó haciendo un gesto para que liberaran a Mu, quien se arrojó sobre su madre quien lo abrazó con fuerza—. Si alguno sabe del paradero de Shion, más vale que me lo digan. La mañana está llegando —observó—. Creo que no tendré que decirles que deben hacer. Solo yo, sé cómo explotar esos collares, así que, si aprecian sus vidas, es mejor que obedezcan.
La verdad no hubo mucho que pudieran hacer los elfos, teniendo que aceptar el mandato de los vampiros, procurando sus cuerpos hasta llegar una nueva noche, donde el consejo volvió a reunirse.
—No estoy de acuerdo con esto Hades —indicó Julián—. ¿Por qué debemos esclavizar a los elfos? ¿No sería mejor buscar a Shion y que él pague por sus actos?
—Sabías muy bien lo que iba a pasar en caso de traición —expuso Asmita—. Shion, lo sabía también y, aun así, prefirió a los humanos sobre su propia gente. Tú estuviste de acuerdo.
Julián analizó las palabras, no habría imaginado traición por parte de nadie, por eso aceptó, luego viró su mirada hacia Galarian quien en ese momento había perdido su brazo.
—¿Qué hay de Aioros? Él también cometió traición.
—Y doy mi vida como castigo —tomó la palabra Galarian—, esperaré la luz del sol en el siguiente amanecer como pago, moriré igual que… Aioros, firmó su propia sentencia al confiar en los humanos, por lo tanto, no me extrañaría que su cuerpo haya sido alcanzado por los rayos del sol sin que nadie le ayudara.
—¿Cuál es la diferencia entre la traición de Aioros y la de Shion? —interrogó Julián nuevamente ignorando las palabras de Galarian.
—Que la traición de Aioros la esperamos —sostuvo Hades con firmeza—. Por ello, jamás se le informó sobre nuestros planes. Aioros, poco o nada sabía. Pero Shion, conocía cada paso, estaba enterado de cada una de nuestras estrategias, era el líder de los elfos y aun así decidió darnos la espalda… Dime, Julián, ¿qué nos hace pensar que todos los elfos no estaban con los humanos?
—Todos escuchamos decir que las armas contenían un veneno que afectaría todo el que lo oliera, los humanos que nos atacaron usaban extrañas máscaras, y muchos elfos y vampiros se han estado debilitando, no sabemos cómo ayudarlos —insistió Julián.
—Razón de más para dudar. ¿No te parece que fue muy conveniente que el lugar donde se congregaban los elfos haya quedado intacto después del ataque de los hombres? Además, ¿Por qué se llevó solo a los humanos y después ordenó a su gente a huir? Aún no sabemos cuántos lograron escapar.
—¿Imagina si los elfos que escaparon se hacen aliados de los humanos y trabajan en nuestra contra? —interrumpió Asmita—. Nuestra única garantía para evitar eso es retener a los elfos con vida, hacerlos esclavos me parece castigo suficiente.
—No estoy de acuerdo con todo esto —dijo Julián bajando la mirada.
—Sí no te gusta, eres libre de irte. Pero no cuentes con el apoyo de los tuyos en el futuro. Si te vas, perderás todo.
Julián observó a su líder, furioso giró sobre sus talones y salió de la habitación a pasos agigantados.
—Dejémoslo pensar —indicó Hades—. Muchos de los nuestros cayeron en la guerra, entré esas, mi esposa, quien fue vilmente asesinada por los hombres de Kido. Fue inyectada con un suero de plata y luego fue asesinada con esa espada —señaló el arma que descansaba sobre una pared lateral—. De no haber sido por Ikki, yo también hubiera caído. Perdí el control por lo que le pasó a Perséfone y eso casi me cuesta la vida, lamentablemente el muchacho también pereció por este suero y esta espada. Ikki peleó hasta el final, demostrando ser muy fuerte y se llevó consigo a varios humanos, entre ellos a Aspros. —Hades guardó un largo silencio antes de continuar—: Tristemente, estos hombres confesaron haber asesinado a Orfeo, el mismo día que ocurrió la rebelión. Para Ikki, esto no fue fácil de asimilar y yo no pude hacer nada para ayudarle. —Finalizó estrellando su puño contra la pared.
Un largo silenció impregnó el lugar.
—Lo más triste de todo esto, es que Eurídice también murió durante las explosiones, no sin antes dar a luz al pequeño que estaba en su vientre y a quien llamó Shun. Es una pena que el niño no pueda conocer a nadie de su familia.
—Es muy triste escuchar esto. Toda la familia de Orfeo pereció cruelmente por esta guerra —expuso Asmita—. ¿Qué pasará con Shun?
—Estará bajo mi custodia —se ofreció Hades—. Es lo mínimo que puedo hacer por el sacrificio de su padre y hermano, quienes pelearon valientemente por nuestra causa. Se lo debo a Ikki y se lo debo a Orfeo.
—Es usted muy benevolente mi señor —acotó Minos.
—¿Cuál es el siguiente paso? Un grupo de exploradores llegaron a la ciudad del Sur, ya no había nadie. Debemos suponer que los humanos siguen por ahí y que son peligrosos —expuso Albafica.
—Por el momento, concentrémonos en la recuperación de los que resultaron heridos y afectados por el veneno, luego seguiremos buscando —suspiró Hades—. Por ahora es mejor que nuestro pueblo se albergue en otro lugar, muy lejos de los hombres, en un lugar donde ellos no puedan llegar. No sabemos que otras armas tengan a su alcance. Subestimarlos fue nuestro error. Debemos… volver a empezar.
X-X
La noche estaba llegando a su fin, la luna se ocultaba para darle paso al astro rey que pronto se desplegaría por la tierra que alguna vez perteneció a los hombres.
-No despeguen los ojos -ordenó El Cid al grupo de pequeños vampiros y elfos refugiados en la oscuridad de un edificio-. Aprendan el valor de afrontar las consecuencias de la traición.
El pequeño Mu miró horrorizado hacia el frente, donde un niño vampiro de cabellos castaños no mayor a él estaba parado en el límite de la entrada -y a pesar de permanecer en las sombras-, observaba claramente el patio exterior.
Galarian caminó con paso firme y la cabeza arriba, no había duda en su mirada, ni tristeza, sabía que el futuro de su familia estaría en buenas manos, Aioria, aunque aún era un pequeño vampiro, velaría por los suyos y al final del día, Galarian sabía, que el pequeño león -como acostumbraba a llamarle-, limpiaría el nombre de su familia, en el caso de que su muerte no fuera suficiente.
Su mirada se clavó en el último rastro de oscuridad mientras se arrodillaba frente al sol naciente. Poco a poco, la luz llegó a su cuerpo, la sangre brotó de sus labios por la fuerza con la que los mordió para ahogar los gritos de agonía. No había muerte más violenta para un vampiro que el ser calcinado hasta el último suspiro.
-Es tu turno, Aioria.
La piel de Galarian oscureció mientras su cuerpo ardía con un fuego invisible, apenas liberando un humo blanco que inundaba todo el lugar a un aroma de carne quemada. Galarian, padre de Aioros y Aioria, murió frente a los ojos de elfos y vampiros, calcinándose hasta que de su cuerpo no quedó más que un montón de cenizas las cuales fueron arrastradas por el viento.
-Lo mataré -susurró el pequeño vampiro castaño ante los ojos de un aterrado Mu-. ¡Algún día encontraré a Aioros y lo haré pagar por esto, lo juro padre!
Aquellas palabras fueron lo último que escuchó el pelilila antes de ser arrastrado a su nueva celda
X-X
El tiempo pasó con lentitud, los elfos habían sido fácilmente doblegados y ahora los vampiros se dividían en dos grupos, uno para buscar el refugio de los humanos y el otro para encontrar un nuevo hogar, por ahora, todos seguían viviendo cerca de la ciudad del norte, debido a su debilidad a los rayos del sol.
Julián observó por última vez la tierra donde había nacido, girando sobre sus talones para marcharse de su hogar.
—Señor Julián —llamó una voz tranquila.
—¿Hades te envía? —preguntó el aludido viendo a un hermoso vampiro caminar hasta él—. Sorrento.
—No mi señor. Quiero que sepa que yo estoy a favor suyo y que lo seguiré a donde vaya.
Julián observó al chico por largo rato, Sorrento siempre había sido fiel a su familia por lo que no le sorprendió verlo allí parado.
—Y no soy el único mi señor, otros estamos dispuestos a marchar con usted. Hay… muchas dudas acerca de cómo surgieron las cosas, Shion no abandonaría a su pueblo sin un fuerte motivo, y Aioros amaba a su padre, no lo hubiese condenado a una muerte tan horrible.
—Entiendo —interrumpió el peliazul alejándose del recuerdo de la muerte de Galarian—. Tal vez exista un lugar donde podamos vivir todos en paz.
—Parece un sueño mi señor.
—Pero no imposible, Sorrento. Iremos muy lejos y tal vez estemos en peligro.
—No importa, señor —indicó otra voz.
—Issac. ¿Tú también?
—Sí mi señor. —contestó el vampiro en lo que Julián veía que ellos dos no eran los únicos—. Además… señor… hay alguien a quien tal vez deba escuchar cuando estemos muy lejos de aquí.
—Entonces marchemos cuanto antes, para que los rayos del sol no nos alcancen.
X-X
Ikki abrió lentamente los ojos, estaba en un lugar oscuro y su cuerpo se sentía pesado, una gota de agua lo hizo girar a la derecha, solo para encontrarse con un charco que le recordó su instinto manifestado en una enorme sed.
—No te muevas —dijo una voz femenina, Ikki intentó ponerse de pie, pero le fue imposible—. Tus heridas aún están abiertas.
—¿Quién eres?
—Mi nombre es Esmeralda —contestó sintiendo la fija mirada del vampiro sobre ella.
—Eres un elfo —comentó con desdén—. ¿Por qué me ayudas? ¿Dónde está Hades? —Recordó.
—Calma. —Pidió ella colocando su mano sobre el pecho del muchacho—. Te encontré muy malherido, tu cuerpo estaba siendo consumido por los rayos del sol… yo… yo no podía dejarte ahí. Tenía que ayudarte.
—¿Qué pasó con Perséfone?
—¿Hablas de la pelirroja junto a ti? —Ikki asintió—. Ya estaba muerta cuando te encontré. —El vampiro cerró por un momento los ojos.
—¿Dónde estamos?
—Escucha. No sé qué está pasando. Pero estamos muy lejos de la ciudad del Norte —explicó, Ikki atendía atentamente—. Mi padre me dijo que Shion nos traicionó, por lo tanto, ahora mi pueblo paga las consecuencias. Yo no puedo regresar y por lo que veo tú tampoco.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque llevas mucho tiempo inconsciente, sin embargo, no has dejado de repetir que asesinaras a Hades. No sé qué pasó entre ustedes, pero he de suponer que no es nada bueno y que posiblemente fue él quien te hirió de semejante manera.
—Eres muy astuta. Mi padre siempre dijo que los elfos eran sabios, no se equivocó —dijo incorporándose pese al dolor—. No sé qué harás tú, pero yo debo volver por la cabeza de Hades.
—¿Estás loco?
—Escucha —expuso poniéndose de pie—. Él asesinó a mi padre, y ahora mi madre y hermano deben estar en peligro.
—¿Y si no? —interrogó ella en lo que Ikki la miraba sobre el hombro—. Tu madre y hermano puede que estén bien, pero ¿Qué tal si tu presencia los pone en peligro? Como te dije —continuó buscando la mirada del vampiro—, no sé qué pasó con tu líder, pero ahora, el que él te crea muerto, puede significar una ventaja para el resto de tu familia. A menos que toda tu familia lo haya ofendido, ¿fue así?
—No, quien cometió la injuria, fui yo. Mi padre, posiblemente fue daño colateral, al igual que Perséfone.
—Por eso, ¿no has pensado que podrías estar poniendo en peligro a tu familia al volver? Que Hades piense que se salió con la suya, tú tendrás tiempo de luchar después.
Ikki observó a la elfa por largo rato, sintiéndose mareado se dejó caer sobre el suelo.
—En este estado, tampoco es mucho lo que pueda hacer.
—Es muy sensato de tu parte.
X-X
—¿Cuánto tiempo más nos tomará llegar al bunker? —preguntó Sasha a Sísifo, ambos se veían cansados.
—Es un largo camino, una semana o dos —contestó viendo hacia un bulto en la tierra—. Y mientras viajemos con él nos tomará más tiempo.
—Igual necesitamos descansar —dijo ella ignorando el tono del hombre.
—Señorita, he estado pensado. ¿Y qué tal si el plan de Aioros es saber dónde está nuestro refugio?
—¿Crees eso después de todo lo que él ha hecho por nosotros? —Sísifo quiso decir algo—. No, él se enfrentó a su propio padre, arriesgo su vida. Es difícil creer que nos está engañando.
—Opino igual, pero sigue siendo un vampiro, y… prefiero estar prevenido.
—Sé que ya has pensado en una estrategia para defendernos de él en caso de ser necesario —dijo con una sonrisa—. Te apoyo en lo que sea.
X-X
—¿Lo encontraste? —preguntó Hades mientras dejaba que un pequeño peliverde jugara con su dedo índice.
—No hay rastros, pero muchos cuerpos quedaron irreconocibles, de algunos solo quedó una parte —contestó Minos.
—Una posibilidad no es una certeza, sigue buscando —ordenó mientras cargaba al pequeño bulto—. Por ahora, es momento de cenar, ¿no es así pequeño Shun? ¿Tienes hambre? Seguro que sí.
Minos alcanzó a escuchar el gorgoteo del bebe antes de cerrar la puerta. Caminó pensando en su tarea cuando una silueta en el borde de la muralla llamó su atención.
—Señor Albafica —sonrió acercándose a él.
—Minos, mano derecha de Hades —saludó de forma ausente.
—¿Qué te preocupa? —Se acercó a él, levantando la mano para acariciar su larga cabellera, pero deteniéndose en el último momento.
—Mi esposa, Agasha —respondió el otro volteando a verlo directamente a los ojos—. Mientras estuvo escondida con el resto estuvo bien, pero cuando se mudó al campamento su salud empeoró, ¿sabes por qué? —cuestionó con una nota de preocupación en su voz.
—No sabemos que contenían esas armas —respondió dándose el lujo de colocar un mechón de cabello detrás de una de las orejas del peliceleste como un gesto de consuelo.
—Pero, Shion, dijo que era veneno, y que había un antídoto. —Se acercó más tomando las solapas del otro.
—No sabemos que sea cierto y que no, lo único que podemos hacer es cuidar a nuestros enfermos, y solo los más débiles se ven realmente en peligro —dijo sin dejar de acariciar el cabello del otro.
—¡Mi esposa está embarazada! ¡Eso ya es un riesgo en sí!
—Tranquilo —susurró tomando las manos de Albafica y apretándolas contra su pecho—. Tu esposa es fuerte, la cuidaremos hasta que se recupere.
—Pero si hay un antídoto…
—No podemos confiar en que Shion o los humanos lo den de buena gana, o que de verdad exista dicho antídoto, por ahora, confía en mí.
«¿Cómo Eurídice y Orfeo confiaron en ti?» fueron las palabras que no se atrevió a decir Albafica, solo miró intensamente los ojos del peliblanco, todo esto… algo estaba tan mal y no podía identificar que era, por ahora la salud de su esposa y su hijo por nacer era más importante que cualquier cosa, así que suspiró y se alejó del otro obligándolo a soltar sus manos.
—Tienes razón, me dejé llevar por la emoción, me disculpo Minos, mano derecha de Hades —agregó tratando de recuperar el control de sí mismo.
—No hay nada que disculpar, puedes confiar en mí para lo que sea —colocó una mano en la mejilla del otro, haciéndolo temblar.
Continuará.
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Muchas gracias a todos los que siguen la historia, espero esté siendo de su agrado y nos acompañen a Derama y a mí, hasta el final de esta.
Como una aclaración: Los personajes de la línea de espectros de la serie, son los pertenecientes a The Lost Canvas, por si de pronto tenían la duda. Más adelante estarán leyendo sobre los personajes de la serie clásica.
8D: Hola, muchas gracias por leernos; que bueno que la historia está siendo de tu agrado, vamos un poco lento, pero por ahora el proyecto sigue en pie y esperamos no demorar tanto para llegar al final. Nuevamente muchas gracias, es grato tenerte aquí.
Nyan-mx, beautyonly, Ivonne Galvn, 8D y Natalita07; Muchas gracias por sus bellos comentarios.
Nos estamos leyendo.
