Desafortunadamente Derama, decidió dejar el proyecto debido a la falta de tiempo, sus últimos aportes fueron para el capítulo 6, no obstante, sí voy a tener en cuenta algunas de las ideas y tramas que ella en su momento me compartió, imposible no tenerlas en cuenta porque son tan geniales como ella. Así que aprovecho para extender mi agradecimiento por su apoyo, comprensión y paciencia.
Advertencia: Tortura, intimidación, muerte de un personaje.
8. Inframundo
La luna estaba en lo más alto brillando majestuosa junto a un cielo estrellado, el castillo del Inframundo gozaba de una arquitectura exquisita y de una belleza abrumadora. Bajo la caricia de la luna aquella fortaleza parecía aterradora. Y lo era. Aquel lugar, conocido como el reino de los vampiros carecía de bondad, de luz y de clemencia, no obstante, solo sus habitantes, conocían de lleno sus múltiples tesoros y secretos.
El camino de los Vampiros, no fue más sencillo que el de los hombres, durante años, se vieron diezmados por los efectos del arma biológica desplegada durante la revolución, lo que comprometió sus habilidades y redujo el número de habitantes, y esto no sólo se notó con los fallecidos, sino con la carencia de las mujeres para volver a concebir hijos. De la misma forma, los Elfos, que aún permanecían bajo el yugo de los vampiros, corrieron con la misma suerte, y aunque la cantidad de muertos élficos era superior, nunca se supo si el hecho de que no nacieran tantos elfillos se debía a los efectos del gas o la gran resistencia de los elfos que se negaban a darle más esclavos a los chupasangres.
Pero los inmortales seguían de pie, y aunque los humanos habían pronosticado el peor de los escenarios para ellos, su entereza se mantenía intacta, y como todo gobierno, el Inframundo estaba muy bien organizado:
A la cabeza tres señores vampiros: Hades, como rey del Inframundo y soberano de todos. Elegido como el más sabio y más antiguo de la orden, seguido por los senescales: Albafica y Asmita. El consejo, el cual se hacía llamar: 'Los príncipes oscuros', estaba conformado por los primogénitos del primer conciliábulo: Shun, como único heredero de Orfeo, Makaira, hija de Hades, Afrodita, hijo de Albafica, Shaka hijo de Asmita. Tomando el lugar del primogénito de Aioros y después que la familia hubiese purgado una condena por la afrenta de este, Aioria obtuvo el lugar que le correspondía a su hermano, al igual que Minos, el Grifo, quien logró un prestigioso puesto dentro de la camarilla, gracias al gran trabajo de su padre: Minos mano derecha de Hades, y para ocupar el lugar correspondiente al exiliado líder Julián, Camus, hijo de Dégel había sido nombrado como el séptimo miembro debido a las grandes proezas de sus padres.
Realmente todas las decisiones eran tomadas por el consejo, y de presentarse alguna inconsistencia, pasaban a manos de los senescales para ser finalmente Hades quien diera el último fallo, durante 200 años la camarilla vampírica funcionó bajo estrictas órdenes, donde la vida vampira prevalecía por encima de otras, desde luego, cada miembro del Inframundo debía acatar varias normas, las cuales eran muy sencillas, pero quien las violara debía pagar con la ejecución en el peor de los casos.
Dichas normas eran las siguientes y estaban impresas en el salón principal: 1. No matar a otro vampiro, la vida vampírica se respeta y prevalece sobre cualquier especie. 2. Respetar a los vampiros superiores, cualquier ofensa se considera traición a toda la orden y será castigada severamente. 3. El consejo es la voz de la verdad y la razón, por lo que desobedecerlo conllevara a la muerte. 5. No tener intereses románticos ni afectivos con ninguna otra raza, las relaciones con elfos o humanos están estrictamente prohibidas sin excepción y se les considera una aberración ante los ojos de toda la camarilla. 6. Los elfos y los humanos son seres inferiores por lo que no se les tendrá respeto alguno, por lo tanto, todo humano debe morir y todo elfo debe servir a la camarilla como esclavo. 7. Recopilar todo el conocimiento posible.
Seguir las reglas era sencillo, los vampiros no tenían problema con ello, pero los Elfos lo aprendieron de manera violenta, quien desobedecía era ejecutado delante de toda la orden para sentar un ejemplo. Y el único deber de los elfos era el vigilar el sueño diurno de los vampiros y proveer la sangre necesaria para su existencia.
Pese a la tiranía de los vampiros, los elfos aprendieron a vivir en paz a lado de estos y procuraban obedecer al pie de la letra para conservar sus vidas y las de sus familias, porque dependiendo de la causa de sus faltas, castas completas eran ejecutadas o torturadas. No obstante, algunos elfos se habían hecho cercanos a los chupasangres, con ello garantizaban un poco de seguridad para los suyos y más cuando podían fungir como acompañantes de confianza de algún miembro del consejo.
X-X
Shaina despertó mareada, tenía las manos y los pies adormecidos y un fuerte dolor en la cabeza, estaba muy oscuro y era conducida a cuestas por un corpulento hombre que la llevaba con bastante brusquedad, intentó reconocer el lugar, pero lo poco que podía ver era el piso y escuchar algunas voces lejanas, finalmente, la luz tenue de los pasillos dejaban ver con más claridad su entorno y reuniendo toda la fuerza que le quedaba se elevó levemente para observar con más detalle donde estaba, sin embargo, no pudo reconocer nada, y lo único que encontró fue unos largos pasajes de ladrillo.
Poco a poco se fue recuperando logrando mantener la cabeza en alto donde reconoció al hombre que estuvo a milímetros de matarla caminando al lado de la chica de gran belleza que le salvó la vida, ambos, iban en silencio, mientras que el resto del equipo de vampiros caminaban tras ellos completamente empapados de sangre y murmurando sobre su triunfo contra los humanos hallados en el bosque. Por un momento la cobra sintió una norme furia y quiso lanzarse sobre los chupasangre para vengar la muerte de sus camaradas, pero le fue imposible y cuando se dio cuenta ya estaba ingresando a un enorme salón con gran luz y mucho más limpio y agradable que el resto del camino.
—¿Está viva? —escuchó decir a un hombre, pero no supo de quien se trataba hasta que el vampiro que la llevaba en su hombro la arrojó sin delicadeza en el suelo donde fue obligada a inclinarse delante de un trono—. ¿Por qué traen a esta humana hasta aquí?
—Padre, Makaira quiso traerla —explicó Shun mirando a la pelinegra divertido esperando que esta tomará la palabra.
Por su parte la Cobra quedó impresionada por el hombre que se hallaba delante de ella, el cual tenía una espesa cabellera negra, ojos turquesa y brillantes como si contuvieran el universo entero en ellos, su porte era exquisito y sentado en el trono con un gabán negro parecía un dios mitológico.
—Nos encontramos con un grupo de humanos muy interesante, padre —recalcó Makaira con voz tranquila mirando al pelinegro mientras este continuaba contemplando a la humana—. No son iguales a otros, ella por ejemplo, fue capaz de acabar con dos de los nuestros con bastante facilidad.
—Es porque eran de los más patéticos y débiles —señaló Manigoldo, quien estaba con el grupo y fue testigo de la hazaña de los humanos frente a los suyos.
—No existe ningún miembro de la camarilla, débil o patético —expuso el vampiro en el trono mirando al otro—. Algunos ya están muy viejos, pertenecían a la primera manada por lo que sus habilidades son inferiores. Supongo que hablas de Teo, Kree y Milar quienes no están aquí presentes.
—Así es —respondió Makaira.
—¿Cuál es tu nombre, muchacha? —preguntó el pelinegro a la humana.
—Te diré mi nombre cuando escuché el tuyo —escupió la peliverde, Makaira quiso golpearla, pero fue detenida por la mano de Shun y la mirada de su superior.
—Muy osada —contemplo el gran líder caminando con pausa hasta la Cobra quien levantó la mirada para verlo a los ojos—. Mi nombre es Hades —contestó inclinándose para quedar a la altura de la chica quien se sorprendió ante aquella respuesta—. Vaya, te ves confundida.
—Llegamos a pensar que habías muerto —susurró ella en lo que Hades se levantaba para caminar por el lugar arrastrando su largo gabán por el piso.
—¿Y por qué pensaron eso? —interrogó el rey del Inframundo mirando de reojo a Shaina—. ¿Creyeron que al ser uno de los miembros más antiguos sucumbiría ante sus patéticas armas? ¿Y qué haces tú acá niña? ¿Alguien no te quiere en casa? —sostuvo volviendo al trono.
—Soy de Asgard, ustedes nos atacaron, y yo solo intenté recuperar a los míos —dijo Shaina sin reflejar ninguna duda e ignorando las nauseas que sentía en ese momento, lo único que recordaba era haber recibido varios golpes en la cabeza—. Y ahora temo que soy la única que queda con vida.
—Miente —protestó Makaria sin levantar la voz—. Ella no es de Asgard, viene de otra comunidad. Sus armas, su ropa y su acento son diferentes a la de los asgardianos.
—Digo la verdad —escupió la cobra.
—El grupo afirma que acabaste con dos de los nuestros con mucha facilidad —comentó un apuesto vampiro en el que Shaina no había reparado, este caminó con paso elegante para ubicarse al lado de Hades, su cabello rubio y largo brillo bajo la luz del recinto, su voz era tan apacible que parecía un pequeño canto, su rostro era el de un ángel y su ropaje era impecable y de un blanco brillante.
—Soy fuerte, pertenezco al grupo de búsqueda —contestó Shaina—. Todos los días nos enfrentamos a muchas adversidades. Cuando volvimos a Asgard todo estaba destruido.
—Nadie tiene tanta suerte para acabar con uno de nosotros a menos de que esté bien entrenado —aclaró Hades clavando su mirada en la Cobra quien se vio en la obligación de observar a otro lado—. Uno de los nuestros escapó con tu pueblo, Aioros es su nombre.
Shaina intentó mantener la neutralidad, sin embargo, un pequeño movimiento de sus labios pareció traicionarla.
—¿Lo conoces? —preguntó Hades, Makaira chasqueó la lengua en lo que Shun se mantenía estático—. ¿Qué me dices de los Generales Marinos? —Ante esto la humana hizo un gesto de sorpresa—. A ellos no los conoces. Interesante.
—No sé de que hablas. Lo repito nuevamente, soy de Asgard.
—¿Y has visto a un elfo? —continuó con el interrogatorio el rey—. Algunos escaparon, Shion fue uno de ellos. —Shaina movió la cabeza negativamente aunque esto hizo que un fuerte mareo la atacara, no obstante, se mantuvo firme en su lugar—. Qué curioso, creo que solo uno de ellos pudo haberte entrenado para ser tan rápida.
—Si no conoces a Aioros, y no conoces a Shion y tampoco a los Generales Marinos, ¿cómo es posible que hayas vencido a dos de los nuestros con tus manos? —preguntó esta vez un vampiro de cabellos celestes que hasta entonces permanecía muy quieto cerca del trono, y por su hermosa apariencia y el mareo, la Cobra había pensado que se trataba de una estatua—. ¿Cómo sabes que la plata nos hiere?
—Mi padre me entrenó —retó mirando con alevosía al vampiro—. Era un hombre fuerte y valiente. Asgard se formó con lo que quedó de los habitantes de la comunidad Rosa de los Vientos, siempre estuvimos preparados para pelear contra ustedes.
—Lo curioso de todo esto —tomó la palabra Makaira caminando para plantarse frente a Shaina—, es que cuando llegamos a Asgard, ninguno estuvo a nuestro nivel y luego apareces tú con un grupo de guerreros muy bien entrenados y organizados. No logro entender, por qué si Asgard tenía guerreros tan fuertes, estaban desprotegidos. ¿Por qué sus mejores armas no estaban vigilando el lugar? Nos tomó 20 minutos destruir a tu pueblo —continuó hincándose para observar a Shaina a los ojos—. Y a ti y a tu grupo les tomó 10 minutos matar a tres de los nuestros. ¿Dónde estaba una milicia tan poderosa cuando destrozamos Asgard? ¿Por qué dejar desprotegido el lugar?
—No todos somos tan fuertes —contestó rápidamente la Cobra desviando la mirada, debía pensar muy bien sus palabras—. Algunos tenemos un don natural, en mi caso, fui entrenada desde niña.
—Mi querida hija tiene razón —dispuso Hades nuevamente—. Yo no dejaría que los más fuertes marcharan dejando el lugar desprotegido. Si tanto esperaron por nosotros, ¿por qué no estabas en Asgard cuando fue atacado?
—Han pasado 200 años desde que ustedes destruyeron la comunidad Rosa de los Vientos —explicó Shaina armándose de todo el valor que aun quedaba en su cuerpo—. Estuvimos esperando durante todo ese tiempo un nuevo ataque que jamás llegó, disculpa si fuimos ingenuos —agregó mirando directamente al gran líder—. Necesitábamos comida, y solo los más entrenados podíamos llevarla, lamentablemente, los hechos coincidieron. Si dejamos a Asgard sin protección fue porque no imaginamos que ustedes aun estuvieran con vida. Y ese ha sido todo mi pecado. Ahora bien, acaben conmigo como lo hicieron con el resto. Estoy lista para morir.
—Tú mirada me es muy familiar —dijo Hades caminando nuevamente hasta la chica y obligándola a retenerle la mirada—. Te pareces a él. ¿Eres descendiente de Deuteros?
—No lo sé —contestó intentando soltarse de él pero le fue imposible, sin embargo, ella conocía sus orígenes, no por nada era tan respetada, eran muy pocos los que podían decirse ser descendientes de los valientes hombres que se enfrentaron a los inmortales en la rebelión y murieron salvando a su pueblo.
—Nunca olvido una mirada, y mucho menos una tan soberbia como la de él. La tuya es exactamente igual —continuó el líder mayor soltando a la joven—. Por tu propio bien, es mejor que me digas donde está el resto de tu comunidad, porque ese cuento que acabas de proliferar con tanta seguridad no te lo cree ninguno de los aquí presentes. Conozco a los humanos y conozco a las mentirosas.
—Ya lo dije, solo quedo yo. ¡Soy asgardiana!
—No me dijiste tu nombre —recordó el pelinegro logrando hacer refunfuñar a su hija.
—Me llamo Shaina, y soy la única persona que queda con vida del antiguo pueblo, los demás fueron masacrados por tus hijos.
—No te creo.
—Yo tampoco —secundó las palabras de su padre Makaira.
—Querida hija —sonrió el rey—. Encárgate de nuestra amiga, Shaina, hasta que nos diga toda la verdad. Confío en ti —continuó mirando a la morena—. Sé que obtendrás la información que requerimos.
—Con gusto padre —aceptó la chica tomando a la Cobra por el cabello para arrastrarla por el lugar y sacarla de allí.
—Trajimos varios humanos para un provechoso festín —acotó Manigoldo—. Si no nos alocamos, tendremos suficiente para una semana.
—¿Y por qué no interrogan a los otros, ya que la chica no quiere colaborar? —preguntó el rubio de inmaculada presencia—. Alguno estará dispuesto a decir todo.
—Eso haremos, señor Asmita —contestó Manigoldo—. La chica, sin embargo, es la líder, los otros humanos la llamaron: 'comandante'.
—Hagan lo que tengan que hacer. Ahora salgan de aquí todos —ordenó Hades.
—¿Piensas que Aioros o Shion están detrás de todo esto? —inquirió el peliceleste buscando la mirada de Hades cuando el resto del grupo salió del lugar.
—Es apenas lógico, Albafica —contestó Amista—. Sí los humanos pudieron acabar con tres de los nuestros sin mayor problema es porque alguno de ellos está detrás de todo esto. Aunque podrían ser de la comunidad de Julián. Me sorprende que aún haya humanos con él.
—Ella se mostró asombrada cuando pregunté por los Generales Marinos —corroboró Hades—. Este grupo no está con Julián.
—Antes de empezar el interrogatorio —habló Albafica—, Shun me comentó sobre un lugar llamado Santuario. Creo que hasta cierto punto, los chicos tuvieron algo de suerte —indicó el peliceleste—. Les contaré los pormenores de su misión.
X-X
Makaira arrastró con violencia a Shaina durante todo el camino, la cobra que aún no se recuperaba del todo, intentaba inútilmente soltarse de su captora, pero todos sus esfuerzos eran inútiles. La presión en su cabeza era desesperante y ella sentía como si el pelo se le fuera a desprender en cualquier momento. Quería liberarse cuanto antes, no quería seguir sintiendo ese dolor, por lo que respiró con pausa recordando las trampas que traía dentro de su ropa, y contaba con que los vampiros no hubieran requisado bien.
Con dificultad se llevó las manos a un costado intentando no perder el equilibrio debido a los jalones, y lo encontró, no era suficiente, apenas una pequeña navaja bañada en plata, muy sutil, pero tal vez le daría una mínima oportunidad de poder emprender la huida, y debía ser rápida y atacar cuanto antes.
Makaria estaba concentrada en su camino, por lo que el ligero ardor en su mano la hizo soltar a su presa y proliferar una maldición. La humana al verse liberada se levantó con demasiada rapidez y echó a correr por los largos pasillos, la vampira sonrió divertida al ver a la joven peliverde luchar de semejante manera. No obstante, Makaira le dio alcance con tanta velocidad que Shaina apenas pudo reaccionar, sintiendo a la pelinegra sobre su espalda.
—Así que ocultabas más cosas en tus prendas —dijo Makaria con una rodilla sobre la espalda de la Cobra quien intentaba inútilmente soltarse—. ¿Qué más ocultas? —continuó pasando sus manos por la figura de la ateniense.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Manigoldo observando a las dos mujeres en el suelo.
—La humana guarda muchas sorpresas —contestó la vampira mirando a su compañero—. Tendré que quitarle la ropa —demandó halando a Shaina por el cabello para luego pasar sus largos dedos por la cremallera de la licra que lentamente fue descendiendo—. ¡Levántala!
Manigoldo sonrió complacido y sin esperar una segunda orden elevó a la chica quien forcejaba bajo el agarre y maldecía constantemente.
—Tienes agallas —apuntó el vampiro viendo la tenacidad de la humana que hacía todo por liberarse.
—Es una molestia —comentó Makaria dándole un fuerte golpe en el estomago a la cobra haciéndole perder el ímpetu—. No me hagas matarte antes de tiempo —aclaró levantando el rostro de Shaina quien intentaba recuperarse. Makaira no le dio tiempo de respirar desprendiéndola de la ropa con mucha violencia en lo que Manigoldo procuraba que no cayera al suelo.
—Me agrada lo que veo —dijo el vampiro saboreando el olor del cabello de Shaina—. Para ser una humana no está nada mal. Y esas venas se ven suculentas.
—¿Guardas más sorpresas, linda? —preguntó Makaira para diversión de Manigoldo quien vio como la vampira deslizaba sus manos por el cuerpo de la humana arrebatándole con furia el sostén y luego las pantaletas—. ¿Ocultas algo en tu recto? Porque también buscaré ahí si quieres. —Por respuesta la vampira recibió un escupitajo que hizo reír al hombre—. Desgraciada.
Un nuevo golpe llegó con mucha rapidez, Shaina no fue consciente de ello hasta que se halló en el suelo donde Manigoldo la dejó caer y se carcajeó divertido.
—No hagas enfadar a la jefa, amor —sugirió él.
—¿Tienes con qué atarla? —interrogó la pelinegra en lo que Manigoldo le pasaba una soga a la vampira quien giró a Shaina para amarrarle las manos hacia adelante y sin ninguna cortesía nuevamente la tomó el cabello para llevársela consigo.
Shaina fue arrojada con violencia a una celda oscura, durante el resto del camino recibió insultos y golpes y aunque intentó defenderse, su fuerza no se comparó a la de Makaira que ahora le veía con orgullo en lo que cerraba la reja.
—Espero que este tiempo te llevé a analizar bien las cosas, ya que si no nos dices la verdad tendrás que atenerte a las consecuencias.
—¡Yo ya dije la verdad! —recriminó y notó que su captora no fue capaz de desatar sus manos.
—Quítalas como puedas —escupió la otra para luego alejarse con tétrica carcajada.
—No deberías hacerla enojar —dijo un hombre en otra celda—. Ella puede ser muy cruel cuando se lo propone. Por cierto, ¿que eres? No reconozco tu aroma.
—¿Que eres tú? —indagó Shaina tratando de buscar con la vista a quien le hablaba dándose cuenta que delante de ella en otra celda había un hombre completamente decaído, apenas podía verlo por los rayos de la luna que se filtraba por medio de un agujero en el techo en todo el centro de la plaza, pero sus rostro estaba cubierto por mechones de cabello revuelto.
—Soy un elfo —contestó caminando hasta la reja, Shaina dio un paso hacia atrás al ver el aspecto del hombre—. No te asustes.
—¿Que te pasó? —preguntó ella mirando las cuencas vacías del elfo.
—Vi algo que no debía, por lo tanto, me arrancaron los ojos.
—Eso no es justo.
—Te impresionarías. ¿Eres una humana?
—Sí.
—Hace mucho tiempo no sabíamos de un humano. No recuerdo mucho de ellos, apenas lo que me han dicho: 'que son seres despreciables'. ¿Por eso estás aquí?
—Sí, soy tan despreciable como tú cuando viste lo que no debías.
—Buena jugada. Lástima que Makaria te odie tanto, serás el blanco constante de sus ataques. Espero que tengas la suficiente resistencia, humana —continuó acostándose en un rincón de la celda—. No nos alimentan seguido, y el agua, bueno, si hay alguna filtración por las paredes, ahí la puedes conseguir. De lo contrario, lo siento por ti.
Shaina observó al elfo analizando como este parecía haber perdido las ganas de vivir hace mucho, quiso decir algo más, preguntar su nombre, pero unos pasos la obligaron a buscar refugio en un rincón, se sentía tan agotada que sabía que cualquier cosa que hiciera sería inútil.
—Acércate a la reja y desataré tus manos —comentó una voz tranquila, Shaina reconoció al muchacho que estuvo a punto de matarla en el bosque—. ¡Vamos, no tengo todo el tiempo, pronto amanecerá!
Sin embargo, la Cobra se tomó un par de segundos antes de obedecer. Se acercó con cautela y extendió las manos para que el vampiro pudiera cortar las cuerdas. Él fue rápido, Shaina apenas y vio el movimiento de sus manos.
—Ponte esto —agregó el vampiro entregándole una bata maltratada a la chica—. La temperatura baja considerablemente en la madrugada.
—¿Ahora te preocupas por mí?
—Entonces permanece desnuda si lo prefieres —aclaró, pero la Cobra decidió quedarse con la prenda—. Sabía decisión.
—Disculpa mi desconfianza —acató con sarcasmo—. Pero intentaste matarme.
—Créeme, te estaba haciendo un favor. En unos días desearas estar muerta.
—¿Qué pasó con el resto de mi equipo? ¿Están muertos? Escuché que…
—Aún no. —Shun observó a la chica con algo de tristeza, imaginando lo que le esperaba si no cooperaba. Su hermana podía ser muy violenta cuando se lo proponía—. Tenemos un festín —agregó alejándose del lugar—. A ti te tocó la peor parte. Así que piensa muy bien lo que vas a decir.
X-X
Hilda caminó por los largos pasillos del templo principal en completa calma, los días pasaban y su dolor empezaba a convertirse en una especie de resignación, tal vez no volvería a ver a su hermana y tampoco a su esposo. Esa mañana contrario a marchar al puesto de vigía como hacía todos los días para esperar la llegada del escuadrón de búsqueda y rescate, se enfiló por los corredores del Santuario. Finalmente, se halló dentro de un extraordinario salón, donde Saori Kido entrenaba con un sorprendente báculo.
Hilda no imaginó poder impresionarse más, la heredera Kido danzaba por todo el lugar como una experta blandiendo su arma de lado a lado, su pie estaba descalzo, pero cada uno de sus movimientos era como si estuviera caminando en el aire. La representante del Santuario daba ligeros pasos y giros; con una mano rodaba el cetro en lo que con la otra recibía el báculo para repetir el movimiento una y otra vez.
Parecía de ensueño, apenas y se podía apreciar la danza y los giros, el color dorado del cetro hacía que se vieran pequeños rayos de luz. Hilda estaba tan distraída que el súbito ruido de la madera rompiéndose ante el filo del báculo la hizo dar un gran brinco.
—Buenos días, Hilda. Es bueno tenerte por acá —dijo la pelilila mirando el semblante blanco de la otra—. Te ves asustada.
—Cortaste limpiamente y a la mitad ese pedazo de madera con tu báculo. ¿Qué es eso? Es impresionante.
—Fue un regalo que los habitantes del Santuario le hicieron a mi abuela Sasha —explicó dejando que Hilda observara de cerca el cetro—. Está hecho de oro —continuó en lo que la peliplata grababa en su memoria cada detalle de aquel majestuoso báculo. Era dorado, parecía pesado pero Saori lo sostenía sin ningún problema, en la parte superior una especie de águila extendía sus alas juntándolas para formar una circunferencia—. Es la diosa de la victoria. Nike. Siempre obtendremos la victoria.
—Es una buena forma de verlo.
—Tenían mucha fe. Bueno, aún la tienen.
—Cortaste ese pedazo de madera como si nada. Ese cetro parece lujoso, pero es impresionante que pueda hacer algo como eso.
—Fue diseñado como una reliquia —continuó Saori invitando a Hilda a caminar—. Pero con el paso del tiempo cada generación le agregó algo diferente para convertirlo en una poderosa arma. Resistencia, especialmente. Mira —enseñó acercando el cetro al rostro de la otra—. Tiene un impresionante filo en su en rededor, y ese filo está bañado en plata.
Hilda observó el báculo y sin apartar la vista, vio como Saori en un ligero movimiento convertía el gran cetro en un pequeño bastón.
—¿Cómo…?
—Mi padre le agregó ese detalle —dijo Kido viendo a su compañera—. Cuando era niña no podía manejarlo por su gran tamaño. Así que mi padre le agregó un mecanismo que lo reduce, y así puedo guardarlo en mi cinturón. Mi padre sabía de ingeniería y otras ciencias. Era un hombre muy inteligente. Este báculo tiene muchas sorpresas, es un arma impresionante y hay que manejarlo con prudencia.
—Todo este tiempo pensé que eso era una espada —comentó viendo como Saori dejaba el cetro guardado en su cinto—. Es impresionante. Todos ustedes son impresionantes.
—Como te dije antes, somos entrenados desde muy temprana edad. Mira —indicó caminando hasta un balcón con vista a una pequeña plaza donde un grupo de niños se entrenaba—. Son nuestros aprendices. Su entrenamiento inicia desde los cinco años. A los 13, forman parte de una unidad.
—¿Una unidad?
—Así es… nuestro ejército está conformado por unidades —aclaró e Hilda hizo un gesto requiriendo más información—. Nuestro capitán es Arles. Creo que lo recuerdas —la peliplata asintió divertida—. Le siguen sus dos hijos: Saga y Kanon, quienes fungen como generales, cada uno tiene a su cargo a tres comandantes, Shaina es uno de ellos. —Hilda asintió distraída—. Y cada comandante tiene bajo su tutela cinco oficiales quienes lideran una unidad de 15 soldados aproximadamente.
—Saga y Kanon, son hijos de Arles, ¿no te parece algo, nepotista?
—Nuestra milicia fue fundada por Indira, esposa de un extraordinario guerrero, Deuteros. Luego de que Deuteros muriera, ella tomó las riendas de la guardia, y junto con Sísifo fundaron lo que hoy en día es nuestra tropa. Sus hijos perpetuaron su trabajo, y la familia ha estado a cargo desde entonces. Arles, Saga y Kanon, son sus descendientes, y han sabido ganarse su lugar, no solo están donde están por su linaje, es porque son los mejores de toda la orden.
—Vaya, es impresionante todo esto, en cuanto lo demás, ¿quieres decir que hay 159 personas en tu ejército?
—Que rápida eres con los números. En realidad son más. Suele variar en algunas ocasiones. Como te dije, a los 13 años deben ingresar a una unidad. Sin embargo, a los 60 se están retirando, pero no es un retiro del todo. Los mayores por lo general instruyen a los más pequeños —señaló nuevamente el campo—. No todos terminan dentro de la milicia, algunos se forman como agricultores, maestros o doctores. No obstante en caso de una guerra, todos deben estar preparados para la batalla. No hay ni una sola persona en este lugar que no sepa defenderse. De igual forma, no hay ni una sola persona no esencial viviendo en el Santuario.
La mirada fija de la heredera fue una clara directa hacia Hilda.
—Mi gente…
—Si tu gente y tú deciden quedarse, es necesario que aporten a la comunidad, y deben empezar sus entrenamientos cuanto antes. Sin excepciones. ¿Lo entiendes, Hilda?
—Quiero ayudar, y mi gente también lo desea. Pero… seguimos esperando a nuestras familias y…
—Tal vez empezar a trabajar en el Santuario les ayude a despejar la mente. —Saori caminó hasta el otro extremo del balcón, de ese lado, podía verse un pequeño río—. Nos estamos quedando sin agua. Y necesitamos todos los recursos para no perecer. El cobre que prometieron…
—Lo tendrán. Aun si mi hermana y esposo no regresan lo tendrán.
—Gracias.
—Ellos regresarán, ¿cierto? —preguntó con voz quebrada.
—Le dije a Shaina que si en tres días no hallaban a tu gente debía regresar con todo su equipo. Ya pasaron seis días.
—¿Crees que estén muertos?
—Puede que sí —contestó sin titubear, Hilda se impresionó pero al observar de cerca a la joven pudo notar como su mirada se apagaba con aquel pensamiento—. O puede que no, conozco a Shaina. Ella no se da por vencida. Seguro sigue buscando a tu hermana. Pero no podemos tener esperanza en algo tan efímero —sostuvo con determinación—. En este caso, debemos imaginar el peor de los escenarios. Esperar por fantasmas no nos hará ningún bien.
—Tienes razón. —Hilda dio un rápido vistazo a todo el campo, y tomando aire preguntó—: ¿Qué pasó con sus armas? ¿Por qué un lugar como este no tiene armas lo suficientemente resistentes para un ataque?
—Te seré sincera porque sé que puedo confiar en ti. Mis ancestros, hicieron lo imposible para construir este lugar. Todos los recursos los gastaron sabiamente, y durante muchos años estuvimos esperando un ataque por parte de los inmortales, por ello, en su momento, se construyeron muchas armas. Pero las principales quedaron resguardadas en nuestro sistema de seguridad. Hay trampas en cada rincón. Toda la plata y el cobre fueron utilizados para forjar mecanismos de defensa que se activaran ante el movimiento de algún intruso. Y nuestra arma más poderosa es esa —señaló hacia el cielo. Hilda levantó la vista para observar la gran estatua de Athena.
—No es una estatua común, ¿cierto?
—Está equipada con millares de balas de plata que se despliegan en todas las direcciones. Su velocidad y potencia son inimaginables, de tener que hacer uso de esa arma, todo el Santuario seria destruido. Tiene la fuerza suficiente para atravesar lo que sea y no distingue entre ninguna especie.
—De usarla todos morirían, ¿no?
—En el peor de los casos, sí. Pero si somos lo suficientemente rápidos estaremos a salvo. Cada rincón del Santuario guarda secretos, muchos de ellos están bajo nuestros pies —explicó señalando una baldosa con un símbolo de Nike, Hilda revisó el lugar con detalle—. Cada miembro del Santuario conoce estos rincones. Busca el símbolo y estarás a salvo, Odín.
—Es… —observó ella levantando la loza con bastante facilidad—.Un túnel.
—Un pequeño hueco para resguardarse. Es lo suficientemente espacioso para dos o tres personas, cuatro si se acomodan bien.
—Aun así, ¿cómo le avisarás a todos?
—Te ves preocupada.
—Claro, no quiero que lo que queda de mi gente muera por esa arma —levantó la vista hacia la estatua.
—El mecanismo para ponerla en funcionamiento está en la misma estatua. Y solo mi sangre puede activarla. Un piquete en el dedo y un código y esto se convertirá en un infierno… El lugar donde se encuentra la estatua de Athena fue especialmente diseñado para que todos puedan escucharme desde cualquier punto del Santuario. Solo tengo que decir dos palabras y todos deberán ponerse a salvo.
—¿Que palabras?
—Lo sabrás en su momento.
—¿No piensas decírmelo?
—No por ahora. Necesito que tú y tu gente busquen algo que hacer… gánate mi confianza Hilda y te contaré todo el secreto.
—Es absurdo. Yo… —intentó protestar pero la mirada serena de la otra la obligó a callar—. Está bien.
X-X
Makaira no esperó a que terminara de ocultarse el sol, con gran afán se acomodo lista para lograr obtener toda la información que requería, su padre confiaba en ella, y ella no estaba dispuesta a defraudarlo. Con sus ropas bien puestas y su sonrisa triunfal, Makaria salió de la habitación en el preciso momento que las luces se encendían para iluminar el castillo en medio de la noche.
Su pie se posó con firmeza sobre la baldosa, en lo que su largo vestido negro se levantaba con cada paso que daba, sus tacones altos reproducían un ligero ruido seco contra las lozas, y su cabello atado en una coleta le daba ese aire de superioridad que le recordaba a todos que ella era la legítima hija de Hades y que no había otra vampira en el castillo que pudiera superar su belleza.
—Te ves de buen ánimo hoy —dijo una voz masculina—. Escuché que trajeron deliciosa sangre fresca.
Un vampiro de cabellos aguamarina caminó lentamente hasta la chica, sus ropas eran oscuras y llevaba una larga capa negra colgada en su hombro derecho.
—Así es, Camus —contestó ella marchando al lado del vampiro—. Tendremos un festín esta noche con algunos de ellos.
—¿Algunos?
—No vamos a devorar a todos en una sola noche.
—Eso es adecuado. Sin embargo, escuché también, que tienes prisioneros con otro interés.
—En efecto —respondió—. Un par de interesantes humanos que tienen mucho que decir —continuó deteniéndose frente a una puerta—. Supongo que ya conoces los pormenores.
—Algo, creo que el consejo debió haberse reunido primero.
—El tiempo apremia.
—Nosotros somos dueños del tiempo.
—En resumen: Un grupo de humanos acabó con tres de los nuestros en menos de 10 minutos, mostraron una habilidad impresionante y gran resistencia. Ellos afirman no estar con los Generales Marinos, que no conocen a Shion ni Aioros, y que sus habilidades son un talento natural.
—Todo eso suena interesante, y… a una completa farsa.
—Por eso necesito un buen interrogatorio. ¿Quieres ayudar? La líder está en la celda, pero el que tengo en este cuarto en serio te fascinará.
—Encantado de ayudarte —aceptó con gran sonrisa, en lo que Makaria abría la puerta. En el interior amarrado de pies y manos en una silla un golpeado hombre de cabellos rosados y ojos verdes aguardaba—. ¿Quién es este caballero?
—Un traidor —contestó Makaria—. Su nombre es Alberich, un asgardiano que vendió a su propia gente por salvar su vida.
—Que desagradable —escupió Camus, algo que odiaban los vampiros era a los traidores.
—Él nos habló del Santuario —explicó la vampira ubicándose tras el humano para enterrar sus uñas en los hombros de Alberich—. Nos mostró donde estaba Asgard. Hacerlo hablar fue sencillo. Muy sencillo. Apenas vio a sus dos compañeros ser devorados por mi grupo empezó a cantar como un pajarito.
—¿Si ya te dio toda la información por qué lo mantienes con vida?
—Bueno, ¿recuerdas que te dije que tenía a la líder en una celda? —preguntó en lo que Camus asentía—. Su nombre es Shaina, y ella asegura ser de Asgard, sin embargo, este de acá —acotó jalando al hombre del cabello para que echará su cabeza hacia atrás—. Él dice que no la conoce y que posiblemente nuestra querida Shaina venga del Santuario. Lo que sea, alguno de los dos miente. Y después de los últimos acontecimientos, le creo más a él que a ella. Es un traidor, pero hasta ahora a dicho la verdad. Sin embargo…
—No vale la pena tenerlo con vida.
—Exacto.
—¡No! ¡No! —protestó Alberich—. Dijiste que si te daba la información no me matarías, lo prometiste.
—Yo no prometí nada —dijo Makaira levantando los brazos—. Te dije que si me dabas información, yo pensaría en dejarte con vida. ¿Pero sabes qué? Un traidor como tú, no merece vivir.
—¡Espera, espera! Te juro que ellos son del Santuario. Debe haber alguna forma de llegar a un arreglo.
—Claro que no —comentó ella en lo que la puerta se abría dejando ver a un vampiro de cabellos azules quien traía a rastras a una maltrecha Shaina—. Mira quien está acá —continuó tomando a la chica como si fuera una muñeca para ubicarla delante del asgardiano—. ¿La conoces? —El hombre negó—. ¿Qué hay de ti, hermosa? —Makaira tomó a Shaina por el rostro para que la observara—. ¿Lo conoces? —La chica asintió—. ¿En serio? Dime su nombre.
Ante la pregunta, Shaina se quedó congelada, intuía que el hombre en la silla era un asgardiano, pero no conocía su nombre. Hilda no estaba segura de cuanta gente se habían llevado y en realidad los demás ciudadanos de Asgard dieron tantos nombres que acordarse de uno en especifico le era imposible.
—Yo no trataba con todos —contestó la humana.
—Qué curioso. Asgard era un pueblo muy pequeño. No entiendo, por qué no conoces a uno de tus congéneres.
—¡Ella es del Santuario, estoy seguro! —gritó el humano, ahora Shaina comprendía de donde sabían tanto los vampiros, había un traidor en Asgard.
—Sí, sí. Él no deja de repetir eso —tomó la palabra Camus, ahora era él quien observaba a la chica con desdén—. ¿Qué sabes tú del Santuario?
—No sé nada, lo juro.
—De acuerdo. —Makaira empujó con violencia a Shaina arrojándola al suelo—. Uno de ustedes dos no dice la verdad y esta noche, sabremos quién es el que nos miente.
Camus sonrió divertido, en lo que Alberich forcejaba bajo sus ataduras, y Shaina observaba aterrada el rostro inexpresivo de Makaira.
—Sera una noche muy larga, querida niña —dijo la vampira y la Cobra no pudo evitar dejar escapar una lágrima.
X-X
La brutal golpiza duró apenas unas horas, Shaina se aferró a su historia de forma obstinada y el asgardiano hizo lo mismo, ninguno dijo nada diferente a las palabras antes pronunciadas, pero él, habló del punto de intercambió, entonces Shaina comprendió, que los vampiros estaban muy cerca del Santuario, y que pudieron haberlo encontrado antes gracias a Alberich, por lo tanto, debía hacer lo que pudiera para salir de ahí y avisar a los suyos. Pero sus opciones eran reducidas. ¿Qué podía hacer en esa situación? Por suerte, la tortura terminó con rapidez, ella seguía con vida, él, seguramente había muerto después del último golpe que lo arrojó contra un muro.
Ahora nuevamente estaba tirada en su celda, y apenas podía mantener los ojos abiertos.
—Toma —dijo una voz masculina entregándole un recipiente con agua, ella no se detuvo a cuestionar el obsequio y con premura aceptó el regalo bebiendo febrilmente aunque cada trago pasaba con dificultad—. Esas heridas se ven muy mal —continuó él, Shaina levantó la vista y distinguió al muchacho de cabellos verdes que le entregó algo que vestir la noche anterior—. A mi hermana se le suele pasar la mano —indicó y con un paño húmedo empezó a limpiar las heridas de la chica.
—No necesito tu ayuda —acotó con voz trémula—. No quiero nada de ti.
—Mi nombre es Shun —siguió él ignorando el tono de la chica—. Oye, no puedes seguir soportando esto. Debes decirles la verdad.
—Yo ya dije la verdad —contestó molesta y haciendo uso de la poca fuerza que le quedaba se arrastró para alejarse del vampiro—. Solo quedo yo, solamente yo. No hay nadie más.
—Escucha —comentó Shun mirando sobre su hombro para asegurarse que estaban solos—. Hay un escuadrón buscando a tu gente, es cuestión de tiempo para que los hallen, hacerte la valiente no te hará ningún bien. Alberich fue quien nos dio la ubicación de Asgard. Lo encontramos en un yacimiento.
Shaina olvidó por un segundo su dolor. Los vampiros conocían la mina de cobre de la que les habló Hilda y eso no era bueno.
—También nos contó sobre el Santuario y su trato comercial.
—El mundo es muy grande, Shun.
—Tal vez nos tome tiempo encontrar a los demás, pero mi padre está empeñado en hallarles y no se rendirá tan fácilmente.
—Y lo que hallarán será otras comunidades, no mi gente, mi gente ya no está. Todos murieron, digo la verdad.
—No lo haces —atacó él—. Tus labios tiemblan cuando aseveras eso, es como si dijeras mentiras o por si por el contrario pensaras que con decir aquello en voz alta de verdad vas a causar su exterminio. Es curioso que ese hombre hable de otra comunidad y tú lo niegues todo.
—Oye, ese hombre que tú dices, no está bien de la cabeza. Nosotros no teníamos ningún trato comercial con nadie. Nadie. Hace mucho tiempo no veíamos a alguien distinto a nosotros.
—Deja de mentir. Además… puedo ayudarte.
Shaina observó con arrogancia al vampiro y se arrepintió de ello cuando vislumbró en los ojos de aquel inmortal mucha bondad. La mirada de Shun era distinta, no como la de Hades quien se veía tan imponente y casi divino, ni tampoco como la de Makaira que lo único que transmitía era sadismo. ¿Por qué ese vampiro era diferente a ellos?
—¿Ayudarme? —preguntó con algo de calma—. ¿Por qué querías ayudarme?
Shun la contempló en silencio, se puso de pie y caminó hasta la puerta de la reja la cual estaba abierta. Shaina ya había prestado atención a ese detalle, pero la ocasión en la que intentó escapar cuando un vampiro se descuidó, se ganó un fuerte golpe. Que estuviera esa puerta abierta no significaba nada.
—Quiero evitar una guerra entre tu pueblo y el mío —aclaró finalmente el inmortal buscando la mirada de la cobra—. La última guerra entre nuestros pueblos, ocasionó innumerables y valiosas pérdidas.
—¿Y eso te importa por qué…?
—Porque perdí a toda mi familia en la rebelión, y no quiero volver a pasar por eso. Además, no considero que los humanos sean tan malos como me han dicho.
Shaina guardó silencio observando al chico quien parecía ser sincero.
—¿A quién de tu familia perdiste?
—A todos —suspiró con voz cansada—. Mi padre, mi madre y mi hermano —contestó y al ver la cara confundida de la Cobra agregó—: Hades me adoptó después de la guerra. Me acogió como un miembro de su familia y ha cuidado de mí hasta entonces.
—¿Le tienes aprecio?
—Más del que te imaginas, es mi padre, y lo aprecio como tal.
—Yo he escuchado muchas cosas sobre ustedes especialmente de Hades. Cosas sobre la revolución. En ninguna historia él sale bien plantado. Se le considera un tirano, narcisista y psicópata.
—Ninguno de nosotros dos estuvo presente en la revolución, por lo tanto, solo hemos escuchado rumores. Mi padre, Hades, no es lo que dices.
—Nunca terminas de conocer a las personas.
Shun se sintió confundido, pero un ruido lo hizo desistir de la conversación.
—No puedo hacer nada por ti, si no cooperas —dijo él saliendo del lugar.
La Cobra se acomodó en un rincón para poder descansar, sin embargo, la noche pasó con demasiada rapidez que ella sintió que apenas y había cerrado los ojos, cuando despertó, le dolía la cabeza y todo a su alrededor daba vueltas, la noche anterior había sido muy larga.
—¿Estás bien? —preguntó una voz a sus espaldas, incorporándose con afán se arrepintió cuando un súbito mareo la hizo enrojecer—. Ten, toma un poco de agua —ofreció la voz, la Cobra vio a un apuesto hombre de cabellos lilas y largos delante ella. Él estaba bajo un rayo de luz que se filtraba por la grieta del techo, notó que se trataba de un elfo.
—Te pareces a él —dijo olvidando por un momento donde estaba.
—¿A quién me parezco? —expresó el elfo buscando la mirada de la chica—. ¿A quién me parezco? —insistió.
—A nadie, a nadie. Creo que te confundí.
—¿Con quién?
—Con nadie —contestó intentando escapar de ese interrogatorio—. Estoy confundida, tuve una mala noche.
—Sí, puedo notar que te dieron una gran paliza. La señorita Makaira es muy violenta, y el señor Camus, bueno, se considera la mente maestras tras los mejores métodos de tortura. Tú tuviste más suerte que el otro.
—¿Suerte? —resopló ella.
—Al otro lo tuvieron que sacar en cuatro bolsas. Tú por lo menos sigues completa. Por lo menos físicamente.
—¿Quién eres tú?
—Mi nombre es Mu, soy un elfo, solo trato de ayudarles un poco.
—Gracias por la comida, amigo —dijo el elfo ciego—. Como siempre tan amable, pero ten cuidado te pueden descubrir.
—He sido muy precavido. No te preocupes. Ya debo irme, pero seguiré viniendo para traerles algo de pan y agua. Es todo lo que les puedo ofrecer.
—Haces demasiado, Mu —expuso el otro en lo que Shaina solo se limitaba a escuchar.
—Lamento que hayas terminado en esta situación, niña —dijo el pelilila observando a la joven—. Debo irme —continuó dando media vuelta para luego mirar sobre su hombro la celda de Shaina—. ¿A quién me parezco?
—A nadie —volvió a insistir ella, acto seguido Mu reverenció un poco y salió del lugar.
X-X
Kanon dejó caer una pesada espada en el suelo la cual hizo un ligero ruido levantando un poco de polvo, abrumado y molesto alzó el arma para luego lanzarla con furia encima de las demás espadas que estaban en una carretilla.
—¡Otra que se echa a perder! —bramó furioso en lo que su hermano Saga llegaba con otro grupo de armas.
—Son muy viejas, se rompen con solo mirarlas —dijo el mayor de los gemelos observando hacia el cielo azul en aquella maravillosa mañana—. Debemos ir por el cobre para empezar a fabricar más armas, no tenemos tiempo que perder.
—Shion no está de acuerdo. Dice que es muy pronto para salir, él teme que los vampiros estén al acecho.
—Es un elfo sabio, pero si los vampiros nos encuentran en este momento, no tendremos como defendernos.
Kanon suspiró afligido y clavó su vista en el cielo matutino donde apenas unas nubes lo cubrían.
—Podríamos aprovechar el día y buscar refugio en las noches en lo que llegamos a ese yacimiento.
—Necesitamos el auto para poder traer el cobre —dijo Saga pensativo—. En él avanzaríamos rápido, pero Shaina no regresa.
—Y no regresará —espetó molesto Kanon—. Seamos sinceros, hace 8 días que no sabemos nada de ella. Está muerta. Ninguno aquí quiere aceptarlo pero es la realidad.
—Maldición, ella y su equipo eran muy buenos.
—Lo sé, eran de mi unidad. Shaina era una de mis comandantes, mejor que Rhadamanthys y menos posesiva que Pandora. Su equipo estaba muy bien organizado y entrenado, y aun así…
—¿Y aun así qué, Kanon? —preguntó una voz femenina haciendo que los gemelos rodaran los ojos—. ¿Les molesta mi presencia?
—Tu presencia siempre ha sido molesta —bromeó Kanon—. Pandora, ¿qué quieres?
—Te escuché hablar de la unidad seis. Crees que todo el equipo se perdió en combate, ¿no?
—Así es, Pandora —contestó Saga—. Ya sabríamos algo de ellos si fuera diferente.
—Tal vez están vivos, y tal vez necesitan nuestra ayuda —recalcó la morena.
—Los actos heroicos de los oficiales y la comandante de la unidad seis quedarán marcados en nuestro recuerdo. Pero no podemos seguir arriesgando gente. Debes entenderlo, Pandora.
—General Kanon. Uno de mis oficiales también iba con ella. Saúl….
—Tengo bastante presente a todos los que marcharon para salvar a los asgardianos, no necesitas recordarme sus nombres.
—¿Pero si tengo que recordarles que Shaina es su prima? No piensan ir a buscarla.
—Es una pena que las cosas sean así, Pandora —habló pausadamente Saga—. Shaina sabía a qué se atenía al igual que el resto. Nadie los obligó a ir. Ahora debemos concentrarnos en los asuntos inmediatos del Santuario. En cualquier momento debemos ir hasta el yacimiento. Necesitamos armas, y necesitamos que todas las unidades estén dispuestas a pelear. Deja de insistir. Nadie más arriesgará su vida. Lo único importante es proteger el Santuario. ¿Lo entiendes?
—Lo entiendo, general —soltó casi en un susurro.
X-X
¿Cuánto tiempo había pasado? Ya no estaba claro. Las mismas preguntas iban y venían y su cuerpo pedía a gritos por un poco de paz, cada día los vampiros se saciaban con su sangre, pero se contenían lo suficiente para no dejarla seca, los golpes incluso eran menos dolorosos que las mismas marcas en su cuello y muñecas, incluso algunos habían ido más lejos mordiendo la vena cerca de su ingle. No sabía si podía soportar un nuevo día, como le había prometido el elfo, no los alimentaban mucho y el agua era apenas una ilusión, de seguro había bajado unos cuantos kilos, y estaba tan agotada que ya no sentía el ardor de sus heridas.
Algo era seguro, los vampiros querían información a como de lugar y aprovechaban la situación para divertirse con ella haciéndole tanto daño que incluso estuvo a milímetros de dar la ubicación de su pueblo, pero se contuvo, y resistió tanto como pudo, pero ya no estaba segura si podría soportar y no entendía, porque simplemente ellos no acababan de una vez con su vida, incluso en algún momento se puso tan violenta que pensó que con ello lograría su propia muerte. No lo consiguió, pese a todo, los vampiros eran pacientes, no por nada habían vivido sin ninguna novedad por más de 200 años.
La fuerza se iba con cada bocanada de aire, y lo único que la mantenía con vida era la promesa que le había hecho a su hermana de que volvería, ella volvería. Pero no sabía cuando, ni estaba segura si lo soportaría.
—Te dejaron muy mal hoy —dijo Shun limpiando sus heridas, el vampiro iba todos los días a cuidarla después de una gran golpiza, ella ya se había acostumbrado a su presencia, y de alguna forma el que estuviera allí le daba algo de confort—. ¿Insistes con tu historia?
—No hay otra historia, Shun, puedo mentirles si quiero, decirles que si hay una comunidad a unos kilómetros de aquí, pero al llegar allí no hallaran nada y continuarán con la tortura, no sé que desean de mí.
—Puedes fingir tu muerte —dijo casi en un susurro Shaina lo observó extrañada—. Si piensas que estás muerta ya no te molestarán.
—No, solo me devoraran completa.
—Bueno sí. En realidad no sé cómo ayudarte.
—¿Acaso intentas ayudarme?
—Sí. Pero… no sé cómo, ¿quién es Am?
Shaina no contestó de inmediato y por un momento olvidó el tatuaje de una rosa atravesando su brazo con la palabra: 'Am' en el centro.
—Alguien a quien quiero mucho —respondió con voz quebrada intentando que su mente no la traicionara al traerle aquellos hermosos recuerdos.
—Pronto amanecerá, debo irme… trata de resistir.
Shaina sonrió de medio lado viendo partir al vampiro y suspiró sin ser consciente que se sentía tranquila al tenerlo tan cerca.
—No confíes en él —dijo su ciego acompañante—. Solo tiene cara de ángel pero es un demonio. Todos los vampiros lo son.
—No todos los vampiros son malos —susurró teniendo en cuenta los cuidados de Aioros en el Santuario.
—Eso piensas en un principio, pero en realidad son monstruos que solo piensan en sí mismos. Los cuidados de Shun tal vez sean una forma de sacarte información.
—No hay información que obtener de mí —suspiró, ya había pensado en ese hecho, y también habían pensado que su compañero de celda podía ser una coartada para que ella dijera algo—. Mi historia sigue siendo la misma.
—¿Entonces por qué dices que no todos los vampiros son malos? —Ante el interrogatorio Shaina se maldijo internamente.
—Porque Shun me ha salvado la vida en diferentes ocasiones —expuso—. Él ha llegado a detener los golpes cuando la situación ha sido alarmante. He estado a punto de morir tantas veces que si no fuera por él…
—Qué curioso que llegue siempre en el momento justo.
Shaina resopló guardando un profundo silencio y acomodándose lo mejor que pudo en esa pútrida celda.
—Hoy te dieron una buena paliza —continuó el elfo, ella sonrió con cinismo, ¿qué tanto podía saber un ciego de sus lamentables heridas? —. Tu respiración es agitada —indicó como leyendo los pensamientos de la Cobra—. Te cuesta respirar, parece que te rompieron un par de costillas y se bebieron una buena parte de tu sangre. Algo me dice que estás tirada sobre el suelo tratando de mantenerte consiente.
—Tenías razón —dijo con dificultad—. Esa Vampira no me quiere ni un poco… ella por lo general no me ataca, pero sonríe… sonríe cuando sus secuaces hacen lo que quieren conmigo. Y creo que la única razón por la que no han abusado de mí es porque odian la unión entre razas. Pero anoche, quien vino fue otro vampiro, él se veía más molesto, él… —se mordió la lengua para no hablar de más.
—Suerte para ti. Esa regla es una ventaja, pero no creas que te tendrá por mucho tiempo a salvo. Algunos, simplemente, olvidan las normas. Y el vampiro de anoche, bueno. Su nombre es Aioria, es el hermano menor del traidor Aioros, no le tienen mucho aprecio ni al uno ni al otro y la única razón por la que Aioria tiene un lugar en el consejo es porque su padre se sacrificó para espiar el pecado de Aioros.
Una pequeña lágrima rodó por la mejilla de la Cobra recordando cómo después de una fuerte golpiza la dejaron caer sobre el suelo cuando apareció Aioria, no iba a dudar que por un momento se sintió aliviada, pensando ingenua y tontamente que habían llegado a rescatarla, porque aquel hombre, era absurdamente parecido a Aioros, y ella como una idiota, dijo su nombre en medio del delirio. Había sido estúpida al decir el nombre de Aioros y más delante de ese vampiro, quien furioso le ordenó con rabia repetir lo dicho, y ella sabiendo que había cometido un error se negó a hablar, en lo que Aioria cerraba sus manos alrededor de su cuello cortándole la respiración y de no haber sido por Makaira, quien le ordenó al vampiro de risos rubios detenerse, la Cobra ahora estaría muerta.
—Están todos locos con esto de las traiciones —dijo ella tratando de mitigar los malos recuerdos de la noche anterior—. Castigan muy fuerte todo eso, y así quieren que yo hable.
—Que irónico, ¿no? Se toman muy en serio las ofensas.
—¿Qué hiciste tú para terminar acá? ¿Ofendiste a alguien? —El elfo suspiró abrumado y Shaina supo que había dado en el blanco.
—Te contaré, a decir verdad, no me queda mucho tiempo de vida.
—¿A qué te refieres? —preguntó ella incorporándose con mucha dificultad para poder ver al otro.
—Me dieron un tiempo para confesar y aceptar mi falta, de lo contrario lo único que me espera es la muerte. Bueno —explicó pasando su blanquísima mano sobre algunos rayones sobre el ladrillo de las paredes de la celda—. Pronto se cumplirá mi tiempo.
—¿Tú hiciste esas marcas? —inquirió mirando el vacío de la celda, de no haber sido por la luz del amanecer no los hubiera podido ver, Shaina reparó en la cantidad de líneas—. ¿Cuánto tiempo llevas acá?
—Estas marcas las hice con mis propias uñas y, según mis cuentas —dijo él sin dejar de tocar la pared—. Cinco años. —Shaina suspiró acongojada—. No querías esa respuesta, ¿cierto? Esperabas que ellos se cansaran pronto de nosotros y nos asesinaran.
—Bueno, es diferente, tú purgas una condena, ¿o me equivoco? A mí me pueden dar fin cuando lo deseen.
—Puede que sí, pero se tomaran su tiempo. Tú llevas aquí varios días y parece que disfrutan con tu sufrimiento. Te golpean apenas lo suficiente. Nunca te han dado un golpe mortal y de seguro no lo harán muy pronto.
Shaina se llevó las manos con brusquedad donde una lágrima resbaló por su mejilla.
—¿Quieres morir, niña?
—¿Cuéntame que te trajo hasta acá? —preguntó ignorando el cuestionamiento que le hacia el Elfo.
—Me enamoré —contó con amargura—. Aquí, algunos vampiros tienen Elfos de confianza bajó su servicio. Yo era un elfo de confianza, pero lamentablemente, me enamoré de mi ama —sonrió con tristeza—. Pensé que ella también sentía lo mismo, ¿pero sabes algo, niña? Los vampiros, no tienen sentimientos, solo se preocupan por su propio bienestar. Ella no estaba con nadie, y creo… que vio mi interés en ella, y me invitó a su alcoba muchas noches. Cielos, jamás sentí tanta necesidad de la carne hasta que estuve con ella. Nosotros los elfos, no tenemos esos instintos tan humanos, el sexo apenas es una prueba de amor entre nosotros y no nos cegamos por él, pero ella, hacía que todo eso fuera completamente necesario, porque todas las noches yo esperaba poder escabullirme entre sus piernas con tanta necesidad que de no tenerla sentía que era el fin del mundo. Sin embargo, una noche, su padre nos descubrió —volvió a sonreír, esta vez con algo de diversión—. Yo aun llevaba mis ropas, ella por el contrario estaba completamente desnuda, cuando su padre nos vio, ella fingió no haberme visto y luego gritó que yo había entrado a espiarla y hacer quien sabe que más cosas. En un principio pensé que lo hacía por el miedo de haber faltado a su camarilla, pero cuando su propio hermano me arrancó los ojos, la vi sonreír con demasiada satisfacción. Comprenderás, que aquel gesto lo conocía a la perfección, muchas veces me miró así mientras culminábamos nuestro pecado. Supe entonces, que ella jamás sintió nada por mí. No obstante, yo juré que ella era mi amante y que llevamos muchas noches juntos, y que fue ella quien me buscó. Pero nadie me creyó y por eso…
—Por eso esperan que confieses que sí entraste a espiarla.
—Así es. Pero jamás lo haré, me han quitado todo, pero jamás podrán quitarme mi dignidad, y en el momento que yo diga que las cosas fueron como ella las dijo, estaría perdiendo eso. La verdad, es la verdad, y moriré defendiéndola si es necesario.
—Pero… tu familia… ¿no quieres volver con ellos?
—Ya no me queda nada. Ellos murieron hace mucho tiempo… Un consejo niña, decir la verdad no te liberara de esto, así que piensa bien si quieres morir traicionando a tu gente o protegiéndola. De todas formas vas a morir, pero entre más protejas a tu gente, más pagaras tú.
Shaina suspiró con tristeza. ¿Cuánto tiempo más podría soportar eso? Se recostó nuevamente en el suelo, y esperó a que el cansancio la sumergiera en el más profundo sueño, y así fue, por un momento todo se desvaneció en su entorno, por un escaso momento el dolor desapareció y soñó con Am.
—¡No, jamás diré eso! ¡Acaben conmigo de una buena vez!
Shaina apenas despertó angustiada al ver como se llevaban a su compañero de celda a rastras, quiso decir algo pero le fue imposible, tenía la garganta seca y los golpes le impedían apenas moverse.
—Tú también vienes con nosotros —dijo un vampiro muy alto arrastrando a la humana, quien no se resistió y vio como el elfo era llevado por otro pasillo.
—¿A dónde lo llevan? —preguntó medio adormilada debido al cansancio.
—¡Cierra la boca! —dijo el vampiro y en un par de pasos llegó hasta una puerta donde arrojó a Shaina con furia sobre el suelo.
—La quiero en la silla —ordenó Makaira apenas Shaina cayó a sus pies, el vampiro que la traía acató sin levantar la mirada—. ¿Insistes en tu historia? —La cobra asintió—. Perfecto, Grifo…
Un elegante vampiro vestido de traje se paró justo delante de la cobra, su uniforme era impecable y su chaqueta estaba bien cerrada con botones en ambos costados, tenía un cabello bastante largo y de un blanco profundo amarrado en una coleta, sus ojos estaban ocultos bajo un flequillo que solo le daba una misteriosa apariencia debido a su sonrisa siniestra. El chupasangre movía sus dedos como si tuviera hilos en las manos. Shaina se echó para atrás cuando este la miró fascinado apreciando debajo del fleco unos destellantes ojos naranjas.
—¿Esta simple humana les ha costado tanto trabajo? —dijo él mirando de reojo a Makaira.
—Es obstinada —recalcó la vampira—. Necesita una buena motivación. Y tú me querido Grifo, eres muy persuasivo.
—Sí, eso dicen —comentó él caminando alrededor de la cobra—. ¿Dónde está la otra?
—No tarda —respondió Makaria haciendo que Shaina frunciera el ceño confundida.
—Aquí está la chica —entró otro vampiro arrastrando a una maltrecha rubia, quien fue dejada en la otra silla sin ninguna gentileza.
—¡Tina! —Shaina intentó levantarse para ir con su amiga, pero apenas y pudo moverse un poco—. ¡Tina!
—Comandante, Shaina —susurró la otra intentando mantener la cabeza en alto—. No… no se preocupe por mí…
—Ustedes me han dado tantas versiones —comentó tranquilamente Makaira caminando por toda la habitación—. El hombre grande y musculoso de cabellos violeta me dijo que ustedes solo estaban por ahí hasta que los encontramos —continuó situándose tras de Shaina para hablarle al oído—. La hermosa rubia de ahí me dio casi la misma versión que tú, que eran de Asgard. Al igual que el apuesto y delicioso hombre de cabellos cenizos, de nombre Siegfried. Él me dijo, que ustedes eran de Asgard. Pero ¿sabes que más me dijo él antes de que lo dejara seco? Que Asgard era un pueblo pequeño, y que todos se conocían entre sí. Pero tu hermosa amiga, Tina, y tú, no conocían a Alberich. ¿Cómo es eso posible?
—Desde luego que Siegfried los conocía a todos —expuso Shaina—. Él era un líder, el esposo de Hilda, su familia fundó Asgard.
—Sí, sí. ¿Tú le crees, Grifo?
—Para nada —corroboró el peliblanco acercándose a la Cobra, en lo que Makaria la sostenía con fuerza—. Es mejor que empieces a decir la verdad —ordenó levantando las manos para que Shaina pudiera ver un fino hilo que empezó a descender para situarse en su dedo medio.
—Digo la verdad —sostuvo Shaina al ver al hombre enredar el hilo alrededor de su dedo haciéndolo sangrar—. Lo juro.
—¡Tina! —llamó el Grifo ignorando las suplicas de la peliverde—. ¿Dónde está tu asentamiento?
—Ya se los dije —contestó la rubia sosteniéndose con dificultad sobre la silla—. En Asgard.
El Grifo levantó la vista para observar a Makaira, quien asintió con malicia en lo que el peliplata apretaba el hilo arrancándole el dedo a Shaina. La Cobra dejó salir un fuerte grito, Tina también gritó cuando el vampiro posó el dedo de Shaina sobre sus piernas.
—¿Dónde está tu asentamiento? —volvió a preguntar.
—Yo… yo —Tina intentaba hablar pero las lágrimas no se lo permitían.
—¡Somos de Asgard! —bramó Shaina con furia dejándose caer en el suelo mientras su mano sangraba a grandes cantidades—. Por favor, déjenos en paz.
—Arráncale un dedo a la rubia ahora —ordenó Makaira y Minos sonrió divertido ante la idea.
—¡No, no¡ —suplicó Shaina levantando su mano para ser escuchada—. Les decimos la verdad.
—Te importa ella, ¿cierto? —preguntó Makaira inclinándose para ver a Shaina a los ojos—. Te interesa, ¿no? Eres una buena líder —continuó dándole un beso a la Cobra en la frente—. Duele perder a tu equipo. A mí me pasó. Tú equipo y tú mataron a tres vampiros de mi grupo. Sé lo que se siente perder a tu gente, sé lo que se siente defraudar a quien confía tanto en ti. Le fallaste a tu equipo Shaina, no le falles a Tina.
El Grifo entendió las palabras de su compañera y ubicándose detrás de Tina, puso un hilo alrededor de su cuello.
—Minos, el Grifo —prosiguió Makaira—. Es un experto manejando los hilos. Estos son muy letales, Shaina. Ya viste lo que hacen —señaló la mano ensangrentada de la Cobra—. Así que —continuó llevando sus labios hasta los oídos de la peliverde—, puedes imaginarte su filo, si te cortó el dedo tan limpiamente, dime, ¿crees que tina conservara su cabeza?
—Por favor… digo la verdad…
—¡Shaina! —bramó Tina cuando Minos hizo presión sobre su cuello haciéndola sangrar—. Estoy bien. Tranquila… está todo bien… no es tu culpa…
—Tina… —susurró Shaina con la voz entrecortada y los ojos llenos de lágrimas.
—No es tu culpa…
—¡Hazlo! —ordenó la Vampira, y Minos sonrió perversamente al arrancarle la cabeza a la otra.
—¡No! ¡No! —Shaina gritó tan fuerte, como si le hubiesen desgarrado el alma, no había sentido un dolor similar hasta ese momento. Tina era la más joven de sus oficiales, se había ganado su lugar con mucho trabajo, y pese a lo que todos decían debido a su corta edad, Tina demostró siempre estar por encima del promedio. En casa la esperaba su madre y su pequeño hermano de 9 años, quien se entrenaba febrilmente para seguir los pasos de su hermana—. ¡No!
—Estoy muy impresionada de la valía de las dos. En serio, fueron las que más pelea dieron —explicó Makaira—. No podemos desperdiciar esto. La sangre de Tina siempre me pareció exquisita. Llevémosla antes de que se eche a perder. Chicos —llamó a los dos vampiros que servían de guardianes—. Les dejo a esta belleza —señaló a la Cobra—. Hagan lo que quieran con ella, pero no la maten. Y cuando digo lo que quieran… habló en serio, no se contengan. ¿Qué tan interesante puede ser una humana para ustedes, caballeros? Tienen todo mi permiso. Solo, no la maten. Si la matan se las verán conmigo. Shaina —continuó levantando el rostro de la Cobra y limpiando su cara con el dorso de su mano—. Oye, si tuviera más amigos para ti, te traería sus cabezas una a una, pero ya solo quedas tú. Así que por tu bien, espero que mañana en la noche tengas algo interesante que decirme o te voy arrancar miembro por miembro.
Makaira salió de la habitación en compañía de Minos quien se había echado el cuerpo de Tina a los hombros, mientras que con su mano derecha tomaba la cabeza de la rubia dejando un rastro de sangre en el camino. Apenas, ambos desaparecieron, los otros dos vampiros sonrieron con complicidad acercándose a la cobra.
—¿Has estado con una humana? —preguntó uno de ellos, sus cabellos eran muy rojos al igual que sus ojos.
—La única vez que vi a un humano, fue cuando tenía 10 años —sostuvo el otro de ojos naranjas y nariz enorme.
—Te diré que son una delicia. Cuando estuve en los campos de prueba de los humanos, me obligaron a estar con un par de ellos. Los maté… —aclaró—. Fue difícil resistirme a no hacerlo. Pero ahora sé cómo controlarme. Tú solo haz lo que yo… ¡levántala!
—De acuerdo —aceptó el vampiro de ojos naranjas, pero cuando puso a Shaina en pie ésta le lanzó un fuerte golpe al otro haciendo que se echara para atrás—. Aún tiene fuerza.
—Eso es mejor. No me gusta cuando se quedan quietas —expresó propinándole un fuerte golpe a la Cobra en el abdomen que la hizo retorcerse y la única razón por la que no cayó fue porque el otro la sostenía con fuerza—. Oye —llamó levantando el rostro de Shaina—. Te necesito consiente, así no es divertido.
—Su sangre es exquisita —dijo el otro lambiendo la mano de la chica—. ¡Apresúrate!
—A eso me refiero. Hay que tener la suficiente calma para no matarla. Ahora ven —dijo halando el cabello de Shaina hacia atrás—. ¿Qué tienes para mí? —Sin embargo, por respuesta recibió un escupitajo—. ¿Así quieres jugar? —interrogó en lo que el otro reía divertido—. ¡No es gracioso! —agregó y ahora lanzó su puño contra el rostro de la chica, esta vez, logró tirarla al suelo.
—¡Oye! La señorita, Makaira, fue muy clara. No podemos matarla. Mide tus golpes.
—¡Cállate! —expuso sentándose sobre la cobra—. Esto no te parecerá tan divertido. Voy a disfrutar mucho esto —acató rompiendo las ropas de la chica hasta hacerlas añicos.
—¡Suficiente! —demandó una voz con firmeza, el elfo de cabellos rojos refunfuñó decepcionado.
—La señorita, Makaira, dijo que podíamos jugar con ella.
—Y yo te estoy diciendo que la liberes —aclaró—. ¿Piensas desobedecerme? —preguntó al ver que el otro no hacía el mínimo movimiento para soltarla—. ¿Piensas desobedecerme?
—¿La quiere para usted, señor Shun? —comentó el otro—. Podemos compartir.
—Retírate —volvió a ordenar debido a que el pelirrojo continuaba en la misma posición—. ¡Ahora¡
Los otros dos retrocedieron, siendo el vampiro de ojos rojos quien estaba más molesto por aquella intervención.
—No quiero que le vuelvas a poner un dedo encima, Zacarías, o te las verás conmigo.
—Como ordene, mi señor.
Shun tomó a Shaina entre sus brazos, observó por una última vez a los otros dos y se marchó molesto.
X-X
Shaina despertó en su celda abrumada, aun estaba oscuro y todo su cuerpo dolía con mucha violencia, alguien intentaba curar sus heridas, y pensó que era Shun. Pero al recuperar del todo la consciencia se percató que quien la curaba era una hermosa elfa de cabellos muy largos y lilas.
—Estarás bien —dijo la elfa terminando de vendar su mano—. Mi trabajo aquí ya terminó, señor Shun.
—Gracias, Rhea, puedes retirarte.
La elfa hizo como se le indicó, pero la cobra continuó en la misma posición.
—Lamento mucho lo de Tina. Era una buena persona. —Shun se adentró en la celda para verla mejor—. Esto no tenía que terminar así.
—¿Por qué no me dejas morir, Shun? —susurró, el vampiro tuvo que acercarse un poco para poderla escuchar—. ¿Por qué? Siempre, siempre, llegas… siempre estás ahí…
—¿Crees que he interrumpido tu muerte? —preguntó sentándose en un rincón en lo que ella asentía con dificultad—. Claro que no. Siempre se limitan. Sabemos dónde golpear y como para provocar una muerte, y nunca has estado cerca de una. Yo sólo he evitado una mayor agresión. Como la de hoy.
—Tina… ¿Dónde…?... ¿Por qué? —Su cabeza daba vueltas y no era capaz de unir una oración sin echarse a llorar.
—Estaba en otra celda. Hay tres grupos de calabozos en el castillo en tres diferentes secciones. Los teníamos a todos separados para evitar que pudieran inventar algo entre todos. Tú versión y la de Tina siempre fueron incongruentes. A ella… —continuó. Shaina parecía haber perdido la voz—, no la pude defender de lo que casi te pasa hoy a ti. Llegué muy tarde. Era muy difícil tratar de mantenerlas a ambas con vida pese a mi velocidad. Debo irme…
—Por favor… déjame morir…
—¿Quieres morir, Shaina?
—Sí… por favor.
—De acuerdo. Haré lo que pueda por ti.
Continuará…
.
.
Muchas gracias a todos por seguir leyendo.
8D: ¡Amo tus comentarios! Siempre me haces reír mucho. Sí, pasó harto tiempo, pero era justo y necesario para desarrollo de la trama jajajaja yo aquí justificando mis actos, y bueno, sí, Sasha tenía que tratar de enmendar los errores de su padre, hizo lo que pudo, pero igual consiguió paz (por ahora) para los humanos. Manejar tantos personajes no es fácil, y ahora que se me dio por mezclarlos es más difícil, pero ahí voy con mis apuntes o sino, se me olvida todo XD… y bueno, ya sabes cómo le está yendo a la pobre Shaina, como ha avanzado un poco el Inframundo, y más adelante sabrás de Poseidón, al igual que si quieres saber cómo es que son esas reuniones del consejo vampiro, tendrás una idea de estas en el próxima capitulo. Mil gracias por tu apoyo, nos estamos leyendo. Un abrazo.
Nos estamos leyendo.
