10. Esperanza
La falsa esperanza es mejor que ninguna esperanza, y eso es seguramente lo que muchos miembros de Asgard sentían en ese momento. El tiempo había pasado y ahora todo parecía ser de un color negro profundo. Muchos perdieron hijos, padres, esposos. Y la falsa esperanza de creer que ahí en el Santuario recuperarían a su gente se esfumaba lenta y cruelmente. Los atenienses eran impresionantes, bien organizados, con buenas provisiones y un ejército infalible, pero como todo eran simples humanos, delicados, frágiles y ambiciosos. ¿Cómo creer que los atenienses dejarían de proteger a los suyos por un grupo de inútiles campesinos? A decir verdad, de seguro en caso de un ataque los asgardianos serían los primeros en ser sacrificados.
Y aquello era lo que pensaba el pueblo de Odín, un pueblo vulnerable y sin mucho que perder. Por ello, lejos de los ojos curiosos, los asgardianos se habían reunido muy temprano a discutir sobre su gente y en vista que Hilda quería seguir las indicaciones de Athena decidieron excluirla de la asamblea. Bud, un hombre alto de cabellos verdes claros era quien lideraba la junta secundado por su hermano gemelo Syd, quien ese momento dudaba de haberle seguido el juego a su pariente, porque algo muy adentro le decía que estaba a punto de cometer una imprudencia y que aquello sería peligroso.
Ambos hermanos eran de los guerreros más fuertes de Asgard, pero se habían visto fuera de combate debido a las grandes heridas recibidas durante el ataque de los Vampiros donde lucharon con gran tenacidad, por lo que no era de extrañarse que todo el pueblo de Asgard en ese momento los siguieran más a ellos que a la misma Hilda que cada día se veía más sumergida en una depresión incontrolable. El Santuario les estaba exigiendo servir a la orden y aunque recibían asilo y alimento, en realidad los atenienses no habían cumplido con la parte de su trato, por lo tanto no era justo que ellos cumplieran con la parte del suyo. No cuando se habían visto tan desinteresados por los últimos eventos.
De hecho, se decía por ahí que tal vez no fue un ataque de los vampiros y que los atenienses habían planeado todo para quedarse con los suministros de los asgardianos. Y aunque algunos consideraban que eso era absurdo, otros, los más conspiradores no descartaban aquella idea, por lo tanto ninguno se negó cuando Bud y Syd les propusieron aquella reunión. Había algo de reticencia pero el querer ver a sus familiares era un sentimiento más grande que la prudencia.
—Debemos hacer esto si queremos volver a verlos —dijo Bud al pueblo—. Nadie irá por ellos.
—Lo sabemos —contestó su hermano—. Pero la señora, Hilda, dijo que los caminos del Santuario son peligrosos. Debemos pensar mejor las cosas e ir con prudencia.
—Hermano, no sabemos si lo que nos ha dicho el Santuario es cierto —replicó Bud mirando a su pariente y luego a todo el grupo que lo acompañaba en ese momento—. ¡No sabemos si la gente del Santuario dice la verdad o es una treta para mantenernos aquí encerrados! Su grupo de exploradores salió hace mucho tiempo y no regresan y todo parece indicar que a ellos les importa poco el bienestar de ese grupo. Ni siquiera sabemos si fueron de verdad a buscar a los nuestros o si por el contrario marcharon a tomar lo que quedaba de Asgard. No sabemos nada. Pero si la unidad seis se perdió en combate como nos lo han dicho, lo que si podemos deducir es que a los atenienses no les interesa su propia gente por lo tanto no se preocuparan por la nuestra. Yo saldré a buscar a nuestro pueblo y el que quiera venir conmigo será bienvenido.
El pequeño grupo de lo que quedaba de Asgard se armó de valor y mirándose entre sí decidieron seguir a Bud, y aunque Syd estaba vacilando aun marchó tras ellos. Escaparon por una parte poco vigilada y se aventuraron entre las montañas esperando encontrar una salida cuanto antes, caminaron cuidadosamente mirando sobre sus hombros y haciendo el menor ruido posible. Bud iba a la cabeza mientras Syd vigilaba la parte trasera. Se estaban jugando el todo por el todo. Si morían en esa empresa todo el pueblo de Asgard desaparecería por completo. No habría un legado, más del que quisiera dejar Hilda si es que dejaba uno.
No estuvieron seguros cuanto estuvieron caminando, de hecho en un par de ocasiones regresaron al mismo punto, pero después de unos minutos parecía que avanzaban, pero su alegría quedó en el olvido cuando Bud cayó estrepitosamente a un agujero muy profundo y cuando todos se aventuraron a ayudar tuvieron la misma suerte, lamentablemente, aquello disparó las alarmas y los que se hallaban en el fondo fueron atravesados por lanzas de plata.
Syd vio a su hermano sin poder hacer nada, detuvo al resto de la comitiva para evitar que corrieran la misma suerte, pero en el momento en que el chirrido de las alarmas se desplegó por todo el Santuario fue muy poco lo que pudo hacer. En un par de minutos aquella simple montaña que solo parecía peligrosa por sus caminos, se convirtió en una trampa mortal engullendo a unos y fusilando a los otros. El pueblo de Asgard había perecido. Y los atenienses no pudieron hacer nada para salvar al grupo.
X-X
—Te dije que era peligroso salir de lugar —apuntó Saori en medio de su despacho donde una afligida Hilda intentaba no echarse a llorar. Lo había perdido todo, todo—. ¿Por qué…?
—Ya no importa, ¿o sí? —contestó la peliplata apretando los brazos de la silla donde se hallaba sentada—. Ahora todos están muertos, un sermón no les devolverá la vida.
Saori suspiró pesadamente, en lo que Frodi y Lyfia los únicos en no ir con los demás, miraban consternados todo el panorama. Cuando dieron el aviso ya era demasiado tarde, y la única razón por la que Frodi desistió de ir con los demás, se debió a las súplicas de Lyfia quien le pidió quedarse al lado de Hilda y no darle la espalda como lo estaban haciendo todo los demás.
—Ya no hay nada que podamos hacer, es correcto —dijo Saori—. Pero pudimos haberlo evitado.
—Tu Santuario es una trampa mortal —continuó Hilda—. De razón, no tienen miedo de lo que hay afuera. Mi gente tenía miedo y lo único que querían era ir con los suyos. Entiendo que hemos sido una molestia —agregó poniéndose de pie—. Si nos dices por dónde ir, nos iremos inmediatamente.
—No los estoy echando —concilió Saori—. Pueden quedarse. Pero si se quieren ir no los detendré tampoco.
Como siempre Saori no demostraba residuos de debilidad, se mantenía firme en su palabra, Hilda la entendía, sólo una líder entendería a otra. Pero en ese momento todo era tan absurdamente confuso que lo mejor que podía hacer era tomarse algunos días para pensar mejor las cosas y no debía dejar que su dolor y desconcierto se terminara cargando a las dos únicas personas que seguían ahí con ella.
—Haremos lo que usted nos diga, señora —ofreció Frodi. Hilda se relajó un poco y sonrió con dificultad.
—Nos quedaremos —sostuvo Odín.
X-X
—Esta porquería ya se dañó —resopló Seiya lanzando una bicicleta lejos.
—Resistió lo suficiente teniendo en cuenta tu brusquedad. —Régulos pasó por el lado de Seiya dando vueltas en su propio vehículo.
—Pues la tuya no va por mejor camino —Seiya se tiró en el suelo y frustrado observó a su líder molesto—. Si hubiésemos venido en el auto habría sido más rápido.
—Shaina, se llevó el auto y no sabemos donde están ninguno de los dos.
—Es obvio que ella y los demás están muertos. Solo que nadie se atreve a decirlo en voz alta….
—Tal vez no —sostuvo Régulos mirando el camino—. Ella y su equipo son fuertes. Debemos darles tiempo, tiempo que nosotros no tenemos, así que apresúrate. Esta cosa también se va a dañar en cualquier momento.
—¿Cuál es tu afán? No me has dejado descansar desde que salimos —expuso. Régulos continuó pedaleando despacio en lo que Seiya caminaba a su lado—. Anoche apenas y dormí dos horas. ¿Por qué?
—Porque Saori no podrá contener a las momias por mucho tiempo —explicó—. Si Shion o Aioros vienen por nosotros no podre encontrar el bunker. Ellos estarán aquí en un parpadeo.
—¿Cuál es tu obsesión con ese maldito bunker?
—Necesito encontrarlo y… ¡diablos! —expresó cuando la cadena de su propia bicicleta se rompió—. Rob hizo un excelente trabajo. Estas cosas resistieron por tres días.
—Estoy cansado, Régulos…
—Te prometo que al regresar iremos más despacio, pero por ahora necesito llegar al bunker, y si mis cálculos no me fallan deberíamos estar a un par de horas allí.
—El sol es abrumador, necesito aire…
—Deja el drama, Seiya. ¿No es a ti al que llaman el Pegaso? Relincha y vuela Seiya de Pegaso.
—¡Cállate!
El muchacho resopló molesto, se había ganado el apodo, no por alguna hazaña heroica, sino porque cuando era un infante, se dejó engañar creyendo que los pegasos eran reales y por mucho tiempo estuvo hablando de que algún día él sería el jinete de un Pegaso, le tomó varios años comprender que aquellos seres fantásticos solo estaban en su imaginación y en los libros antiguos, una mala treta de Régulos, y de los hijos mayores de Arles.
Horas después y luego de un agotador camino, Seiya estaba tirado en el suelo mirando a su líder en lo que este andaba de lado a lado con un mapa en la mano y un gesto de frustración.
—Debería estar por aquí —expuso Régulos, Seiya sonrió por lo bajo—. Ayúdame.
—Oye si estuviera por acá, ya lo hubiéramos visto. No está.
—Es porque es subterráneo, baboso. Lo que estoy buscando es la puerta para entrar.
—¡Ah! Lo hubieses dicho antes —aclaró poniéndose de pie y caminando por el lugar—. Pues no lo veo.
—Apenas y diste un par de pasos.
—Igual no lo veo. ¿Seguro que es acá?
—Sí, nunca me equivoco… ¡Seiya! —Régulos gritó desesperado al ver a Seiya desaparecer bajo la tierra, alarmado corrió hasta donde segundos antes estaba su compañero—. ¿Estás bien? —preguntó alumbrando con una linterna el interior de la caverna—. ¡Seiya!
—Estoy bien —contestó el otro—. Y creo que encontré la entrada del bunker.
—Bien, tienes talento, amigo. Ya bajo —continuó descendiendo por las escaleras que llevaban al interior.
—Ten cuidado, creo que el último escalón está roto… —sin embargo, Régulos cayó a los pies de Seiya—. Te dije que el último escalón estaba roto.
—No, no me dijiste nada —expuso el otro poniéndose de pie, ambos permanecieron por un par de segundos observando el lugar—. Creo que es ahí.
—No sé si deberíamos entrar.
—Vamos no seas cobarde.
Régulos fue el primero en llegar ante una gran puerta de metal, cuando intentó abrirla esta no se movió ni un milímetro y aunque Seiya se apiadó después de su compañero, entre los dos tampoco lograron un avance.
—Creo que no podremos entrar —dijo Seiya.
—Sí, empuja más fuerte —ordenó Régulos y en esta ocasión lograron que la puerta cediera un poco—. Espera —agregó agachándose para poder meter la mano y retirar la tierra que no les permitía abrir la puerta—. Vamos, empuja.
Media hora después la puerta cedió lo suficiente para dejarlos pasar, adentro, la oscuridad era más espesa.
—No veo nada.
—¿Para qué traes una linterna, Seiya, si no lo vas a usar?
Pegaso refunfuñó molesto, estaba agotado y hambriento, por lo que había olvidado ese pequeño detalle.
—Creo que estamos en la primera planta —hizo ver Régulos alumbrando con la linterna todo el lugar.
—¿Cuántas plantas eran?
—Tres.
—Ah, ¿y estamos arriba o abajo?
—Arriba.
—Ah.
—Debemos llegar a la primera planta. Ayúdame a buscar las escaleras.
Seiya hizo como se le indicó encontrando en el camino una palanca grande de color rojo que decidió empujar sin tan siquiera analizar la situación.
—¡No toques nada! —expuso Régulos, pero ya era demasiado tarde, cuando Seiya subió la palanca todo el bunker se iluminó—. Hay energía en este lugar. ¿En serio?
—Vaya —suspiró Seiya—. ¿Si había energía por qué no fuimos de aquí? Esto es muy espacioso. Seguro tus abuelos no querían vivir a miles de kilómetros bajo tierra.
—No estamos a miles de kilómetros. Pero se supone que por la falta de energía debíamos irnos. Leí en los planos del bunker que los generadores abastecerían de energía por 20 años o más con los debidos cuidados y mantenimientos. ¿Cuál era el afán de Sasha de sacarnos de este lugar?
—Yo lo sé: todos los Kido están locos.
Régulos le regaló una mirada furiosa al otro.
—Vamos, aprovechemos la luz, de seguro el generador no durara mucho —hizo ver el muchacho Kido.
—Hace mucho frío —acotó Seiya al descender las escaleras—. ¿No te parece? Creo que a medida que bajamos, hace más frío.
—Eres insufrible. Mira esta es la puerta a los laboratorios.
—Creo que está sellada —recalcó Pegaso viendo al otro intentando abrir la puerta inútilmente—. ¿Y ahora? Necesitas un código, ¿no?
Régulos no pronunció palabra alguna y con furia apretó los botones de la pequeña pantalla una y otra vez ingresando todos los códigos que se le ocurrieron.
—Tal vez si apagamos las luces se abran las puertas. —Seiya sonrió ante su idea, pero Régulos lo observó para luego rodar los ojos.
—Sí haces eso, lo único que lograras es que la puerta quede sellada para siempre. El generador debió sobrecargarse cuando encendimos las luces y se sobrecalentara cuando las apaguemos nuevamente y la puerta no se abrirá.
—¿No me digas que hasta aquí llegamos, Régulos? No soporté tres días sin dormir para darme por vencido delante de una puerta tonta.
El muchacho Kido resopló frustrado buscando entre los documentos que llevaba algún indicio para poder ingresar a los laboratorios.
—¡Maldición! —bramó Pegaso dándole una fuerte patada a la puerta.
—Espera, espera —dijo el otro poniéndose de pie en lo que digitaba cuatro números en la pantalla, la puertilla hizo un ligero ruido y con dificultad logró abrirse—. ¡Sí!
—¿Cómo lo hiciste?
—Había un código en los registros.
—Debiste haberlo usado antes —apuntó en lo que Kido lo observaba molesto.
—No me digas.
—Pues si te digo.
—Asegura la puerta para que no se cierre —ordenó—, creo que nos quedaremos sin energía pronto y no querrás quedarte aquí encerrado conmigo.
—Claro que no.
Régulos y Seiya traspasaron la puerta, la primera planta era incluso más grande que las otras dos y sus pasillos se unían entre sí como un laberinto, a los chicos les tomó tiempo ubicarse, cada que giraban se hallaban frente a un camino sin salida. Régulos buscaba en cada gaveta que encontraba, Seiya simplemente, observaba como su amigo y líder se debatía deslucido buscando algo que él no comprendía.
—¿Quieres ayudar? —pidió el muchacho Kido, Seiya estaba sentado en una enorme sala esperando a que Régulos terminara de sacar todos los documentos de un archivador.
—Ni siquiera sé que estás buscando —aclaró y dio un rápido vistazo a lo lejano donde le pareció ver algo—. ¿Qué es eso?
—¿Qué?
—Nada. Debe ser la falta de sueño.
—Por qué no revisas ese pasillo a ver qué encuentras.
—Está bien.
Seiya caminó de mala gana adentrándose en las habitaciones que hallaba a su paso, sin embargo, aunque había varios archivadores, él no estaba seguro de lo que Régulos necesitaba, no, hasta que sus ojos castaños se posaron en una pequeña nevera con unos tubos que contenían un líquido de color azul muy brillante.
—¡Régulos, ven, creo que encontré algo!
El otro chico llegó con demasiada rapidez únicamente para situarse al lado del Pegaso donde leyó la etiqueta y comprendió cual era el contenido de aquellas botellas.
—¿Qué haces? —preguntó Seiya al ver como Kido abría la pequeña puerta para sacar con delicadeza los tubos dejándolos con cuidado dentro de su maleta—. ¿Es eso lo que creo que es?
—Es un suero y ya.
—Oye, yo no soy estúpido. Ese suero es el que se usó en el proyecto alfa. ¿Cierto? ¿Régulos, me trajiste hasta acá por ese suero? ¿No recuerdas que todo se fue a la mierda por ese suero?
—Escucha, sí. Es el suero. Pero no lo voy a usar. Te lo juro. Necesito estudiar sus componentes, su historia, su todo. Además, lleva 200 años aquí metido, de seguro ya se echó a perder. Tranquilo.
—¿Por qué quieres estudiar ese suero?
—Mi padre pensó que los científicos cometieron algunos errores en su momento —explicó con tranquilidad—. Él dice que hicieron falta algunos componentes para convertirlo en algo perfecto.
—¿Qué se supone que hace ese suero?
—Nos da la resistencia para lo que sea. Seremos inmunes a las enfermedades y a las heridas. Nos proporcionará una fuerza nunca antes vista. —explicó. Seiya no estaba convencido—. Mitsumasa Kido, pensaba que esto sería el arma perfecta para enfrentarnos a los inmortales y no estaba equivocado, pero en su afán por librarse de ellos no perfeccionaron el suero y todo se fue la mierda, como dices tú.
—¿Y tú quieres hacer lo mismo?
—No, solo quiero investigar para saber en qué podemos mejorar. Oye confía en mí. Ahora, necesito más información, ¿sí?
—Sí —contestó Seiya sin ánimo observando cómo Régulos intentaba hacer funcionar alguno de los ordenadores—. ¿Ahora qué haces?
—No encuentro información relevante en los documentos, tal vez haya algo en estos aparatos —analizó, pero nada de lo que hacía funcionaba—. Demonios, creo que después de 200 años estas cosas no funcionan. ¡Malditas máquinas!
—Si alguna llega a encender tal vez se queme antes de darte alguna información.
—Ayúdame a revisar los demás, ¿quieres?
—Pero no sé cómo hacerlo.
—Seiya, protesta menos y ayuda más.
—Eres insufrible —aceptó Pegaso entrando a otra de las habitaciones. Sin embargo, después de fingir por media hora con uno de los computadores, este emitió un ligero sonido—. ¡Oye, Régulos! ¡Régulos!
—¡¿Qué?! —contestó molesto desde el otro lado.
—Este de acá me parece que encendió —explicó señalando uno de los ordenadores que estaba bajo gruesas capas de polvo.
—No es cierto, ¿de verdad? —Régulos llegó de inmediato y sin gentileza quitó a Seiya del frente.
—Oye, yo lo encontré.
—Sí, sí gracias —un ruido hizo que ambos muchachos salieran a revisar el pasillo—. ¿Qué habrá sido eso?
—Fantasmas —contestó Seiya algo nervioso.
—No existen los fantasmas. Ve a revisar.
—¿Qué? Claro que no.
—Vamos, tengo que examinar esa computadora para ver si funciona. Ve y revisa.
—¿Y si son fantasmas?
—Los fantasmas no existen. Además, no es que eres un poderoso guerrero, el Pegaso alado y no sé que más cosas.
—¿Quién dice eso?
—Yo lo estoy diciendo ahora.
—Está bien —aceptó frustrado—. Pero si algo te atrapa, dejaré que mueras.
—Gracias.
Seiya caminó con las manos en los bolsillos completamente enojado, en lo que Régulos volvía a la habitación para continuar revisando. No sabía cómo funcionaba un computador, pero había leído tantos libros al respecto que podía hacerse una idea. La pantalla era pequeña y reflejaba una luz tenue, pero no había rastros de vida en ella, lo que hubiese escuchado Seiya ya no estaba y el aparato de ahí era igual de inútil al resto. Pensar en que un computador pudiera funcionar después de 200 años era la idea más tonta que había tenido.
—¡Maldición!
Por otro lado, Seiya, caminó distraído por los corredores, no quería perderse así que procuraba siempre ir de frente dejando un pequeño rastro con unos pedazos de papel, todo allí abajo estaba muy tranquilo, además, de frío, no habían nadie, solo ellos dos, por lo que empezó a atribuirle aquel ruido a una brisa del viento aun teniendo en cuenta que no había ninguna ventana, o a fantasmas como se le cruzó varias veces por la cabeza.
—¡Oye! —llamó al ver una sombra correr de un corredor a otro—. ¡Oye! —repitió tratando de darle alcance pero al girar en la esquina ya no había nada—. ¿Habrá sido mi imaginación? —sin embargo, un ruido de cristal rotó lo llevó directamente con el invasor—. ¡Alto ahí¡ —bramó Seiya con todo la voluntad que le quedaba, había alguien oculto tras un escritorio—. ¿Quién eres? Habla de una vez o disparo.
—No, no, Seiya. No dispares, soy yo —un pequeño niño de ojos brillosos y hermosos risos rojos salió con las manos en alto.
—Genial, ¿qué haces aquí, Ares?
—Quería ayudar.
—¿Ayudar a qué? —Seiya resopló frustrado—. Tu padre debe estar como loco.
—Bueno, él no sabe que vine.
—¡Por eso mismo! —Pegaso observó al muchacho con cara de inocente, ahora entendía que fue todas esas veces en las que se sintieron perseguidos—. No deberías estar acá. Vamos.
—No es justo que por ser pequeño me hagan a un lado. Tú y Régulos son de los más jóvenes y salen a maravillosas misiones como estas, yo también quería.
—Mira, Ares, apenas tienes 8 años. Eres un niño pequeño que debería estar en el Santuario…
—Tengo 10 —aclaró el pelirrojo con cara de pocos amigos.
—No me importa. —Seiya y Ares caminaron en completo silencio hasta llegar al salón donde un enojado Régulos no hacía otra cosa que darle golpes a la mesa—. Encontré al fantasma por si te interesa.
—¿Ares, que haces aquí? ¡Maldición! Tu padre ya debe estarnos buscando.
—Tal vez —contestó el niño—. Vaya, mira ese aparato tan viejo. ¿Aún funciona? Es impresionante. Vaya mira su procesador, a esta cosa tuvieron que meterle mucha información —continuó en lo que revisaba la parte de atrás de la pantalla abriéndola con facilidad—. Anteriormente estos aparatos venían acompañados de unas torres enormes que alimentaban todo el computador, después de un tiempo de se redujo a esto. Creo que el disco duro aún sirve.
Seiya y Régulos se observaron por un par de segundos.
—¿Ares, sabes cómo usar eso?
—Sí. Hay muchos libros de tecnología, programación y sistemas operativos en la biblioteca. También encontré algunos escritos de cómo nuestros antepasados se apoyaban en estos aparatos. Prácticamente hacían de todo.
—¿Crees que puedas hacerlo funcionar?
—No es tan simple —contestó el niño haciendo que los otros dos refunfuñaran—. Tal vez algunas partes funcionen. ¡Tal vez podamos hacer un nuevo computador con las partes buenas que encontremos! —agregó efusivamente.
—¿Seguro?
—Sí, Seiya —contestó Ares—. Si encontramos las piezas suficientes, tal vez una de estas máquinas funcione. ¡Miren una laptop! ¿No es genial? Y se ve en buen estado. Necesito abrirla para mirar su sistema y el estado en el que está.
Los dos mayores continuaron con la vista fija en el pelirrojo quien al sentirse observado y que seguía sin recibir alguna ayuda les devolvió la mirada con petulancia.
—¿Piensan hacer algo o no? —dijo el niño.
—Tal vez deberíamos llevar al Santuario todo esto. Allá hay muchas herramientas que nos servirán para echar a andar estos aparatos.
—¿Régulos? —llamó Seiya en lo que los ojos de Ares brillaban con optimismo.
—Oye, necesitamos estos aparatos, si podemos hacer que funcionen, sería fabuloso.
—¡Qué maravilla! —volvió a expresar el niño en lo que la luz parecía bajar un poco.
—Apresúrense —ordenó Kido—. Tomen todo lo que puedan, no tenemos mucho tiempo. Creo que los generadores no aguantaran más.
—Debieron haber usado un dínamo para que durara por tanto tiempo. Sé que hay un mar cerca, de seguro se alimenta de ahí —explicó el niño—. Pero cuando se prendieron las luces para todo el bunker generó una sobrecarga. El dínamo debe estar trabajando al doble de su capacidad por eso la luz empieza a descender, sin contar que los ventiladores también están funcionando, lo que hace que todo el condensador se esfuerce más.
—¡Eres un demonio! ¿Cómo sabes todas esas cosas? —sostuvo Seiya.
—Se la pasa más de la mitad del tiempo en la biblioteca. ¿Qué esperabas? —acató Régulos—. Parece que saltarte los entrenamientos para meterte en los libros te ha servido mucho. Hablaré con tu padre y con mi hermana para que no te sigan obligando a entrenar. Tal vez —continuó ubicándose junto al niño— pueda buscar otra actividad para ti. Algo en lo que seas experto.
—Si hacemos funcionar alguno de estos aparatos y construimos más, yo puedo enseñarle a otros —dijo el niño con entusiasmo.
—De acuerdo.
—¿Harás eso? —preguntó Seiya en voz baja a Régulos cuando este llegó con él—. Todos deben pasar por los entrenamientos. Él no podrá escoger una profesión hasta que cumpla 17.
—Es un genio. ¿No vamos a obligar a un genio hacer algo que no quiere? —expuso Kido—. Creo que sus habilidades se pierden en el campo. Lo entiendo, yo quisiera dedicarme a la ciencia, pero en el Santuario solo se puede ser médico y ya.
—Sólo no le des falsas esperanzas al niño.
—Ahora entiendo porque Arles lo cuida tanto —hizo ver Régulos—. Es el futuro de la familia. No como sus hermanos que se mataran entre sí en cualquier momento —bromeó.
—Te estoy escuchando. Mis hermanos no son lo que tú dices.
—No ellos están más locos —aclaró Seiya haciendo enojar a Ares.
—Seiya, continuemos revisando. También necesitamos radios, antenas. Todo lo que les parezca que pueda servir no duden en traerlo consigo.
—De acuerdo —aceptó Pegaso.
—No se alejen demasiado —ordenó Régulos—. Y procuren no encender más luces o harán que se vaya la energía.
—Si señor —sostuvo Ares con gran nobleza arrastrando a Seiya consigo.
Régulos observó el archivador que estaba en aquella habitación, suspiró abrumado pensando en que no encontraría nada relevante, pero igual decidió revisarlo. En este halló un par de cosas notables, además de unas cintas de vídeo, los escritos eran muy antiguos y estaban hechos a mano por un hombre llamado Andreas quien hablaba de los sueros usados para cada una de las razas y hacía claridad sobre los resultados arrojados, enfatizando detalladamente los métodos y procesos del proyecto Alfa. Seiya y Ares por su parte revisaron hasta el último rincón de los laboratorios encontrándose con algunas puertas cerradas de difícil acceso y llevándole al heredero todo lo que les pareció relevante, no obstante, empezaba a oscurecer, y los otros dos muchachos se anidaron en un rincón para poder descansar mientras su líder, seguía firme frente al archivador que ahora parecía ser su mejor amigo.
A las dos de la mañana Régulos se encontró con un informe muy interesante que contestaba algunas de sus preguntas: El fallo del proyecto Alfa. Parecía un documento hecho a la carrera, pero explicaba superficialmente lo que realmente había pasado: Se había utilizado 120 sujetos de prueba entre hombres y mujeres comprendidos en las edades de 14 a 36 años, todos sanos. Se les inyectó el compuesto directamente en sus venas, y como se esperaba los sujetos adquirieron una fuerza inimaginable, no obstante, los componentes del suero causaron una alteración en el ADN de los sujetos, transformándolos en bestias salvajes e irracionales, debido a esto se selló todo el ala este.
—¿Cómo que la sellaron? —susurró levantando ligeramente la vista para ver a los otros dos profundamente dormidos en un incomodo sofá—. ¿Qué usaron para sellarla? —preguntó pasando las hojas con afán sin encontrar más información más que una pequeña nota al final del informe—: 'Evolución y capacidad de raciocinio. El alfa no estaba entre ellos'. ¿Qué significa esto? —suspiró y todo el bunker se quedó sin energía y en completa oscuridad.
—¡Maldición!
X-X
En la mañana siguiente, Régulos Kido se puso rápidamente de pie. Levantó violentamente a su amigo Seiya y notó la desaparición de Ares que otra vez se escabullía de ellos. Antes de poder irse, tuvieron que revisar todo el interior del bunker para encontrar al más joven aprovechando para buscar algo que les sirviera como medio de transporte para las cosas que llevaban consigo, que finalmente fueron muchas y luego de una hora de búsqueda, Ares llegaba con ellos con una sonrisa de oreja a oreja y una carretilla.
—Encontré esto en la segunda planta.
—Ares, no puedes andar por ahí. Es peligroso —regañó Régulos—. Has tenido mucha suerte hasta hoy, pero eso no durará para siempre, además —el heredero clavó sus ojos brillantes en el infante quien se echó para atrás—. Ayer encontré información importante, decía que hay una radiación en el lugar, algo muy corrosivo en el ambiente, razón por la que todos marcharon del bunker. Si te expones, tendrán que ponerte muchas inyecciones. ¿Quieres eso? ¿Estás contagiado de algo?
—No… lo juro.
—¿Seguro? Porque la mayor concentración estaba en la segunda planta.
—Te lo juro, Régulos. Yo no estuve por ahí.
—¿Y esa carretilla?
—La encontré en la segunda planta, pero a la entrada. No llegue más lejos.
—Te creo, ahora salgamos de aquí. Siento que nos quedamos sin aire.
Ares caminó con rapidez arrastrando la pequeña carretilla, Seiya despreocupado se acercó a Régulos.
—¿Es eso cierto? ¿Lo de la radiación? —quiso saber Pegaso.
—No. Es para que no vuelva a escapar por ahí —contestó Kido divertido—. El niño no es tan astuto —sonrió—. Espero que le tome tiempo darse cuenta que le mentí.
—Creo que no ha leído nada de radiación.
—Seguro no hay libros de eso por ahí.
—Señor, Régulos —dijo el niño desde la salida haciendo que Kido levantara una ceja confundido. Ni Ares ni Seiya solían llamarlo 'señor' amenos de que hubiera alguien por ahí cerca—. Lo están buscando.
Ante las últimas palabras ambos muchachos corrieron hasta la salida sólo para encontrarse con Shion y Arles.
—Hola —saludó Régulos Kido.
—Sal de ahí rápido —ordenó Shion.
—Le dije a Saori que diera mi ubicación en cinco días, me delató mucho antes —acotó Régulos saliendo del lugar para encontrarse con los dos mayores.
—Te sorprenderá saber lo persuasivo que es Arles —explicó Shion—. Que hacían acá. ¿Qué encontraron?
—Nada, solo unos computadores que queremos llevar. Necesitamos tecnología para… —Régulos observó a Seiya buscando ayuda—. Para… además, también necesitamos los radios.
—Encontramos muchas computadoras, papá —dijo Ares—. El señor Régulos, me trajo para ver las computadoras. Si logramos hacer que funcionen, podre enseñarle al resto a usarlas. ¿No es genial?
—¿Por qué quieren aprender a usar una computadora? —interrogó Arles.
—¡Porque es genial! —contestó el niño.
—Porque es divertido —dijo Seiya.
—Porque puede servir de algo —corroboró Régulos.
Arles rodó los ojos, sabía que no lograría nada, y esperó a que Shion tomara la palabra, pero este estaba atentó a la entrada del bunker como esperando que alguien más saliera de allí.
—¿Pasa algo? —preguntó el hombre al elfo.
—No —contestó Shion observando a Régulos—. ¿Todo bien allá adentro?
—Sí.
—De acuerdo, hora de irnos. Sellemos esta entrada, no queremos que los vampiros descubran esto. El viaje será largo. Así que vamos con cuidado.
Arles dio un rápido vistazo hacia las cosas que traían los muchachos, y la pequeña carretilla aunque resistente, parecía no soportar el largo trayecto.
—Maestro, Shion, ¿qué tal si te adelantas con las cosas que encontraron los muchachos?
—No pienso dejarlos aquí solos —protestó el elfo.
—Sera un par de minutos —hizo ver Arles—. Es simplemente, para que lleves todo. Te esperamos aquí en lo que sellamos la entrada.
Shion suspiró pausadamente mirando a la distancia y analizando las palabras de Arles, si lo pensaba bien teletransportar los aparatos sería de gran ayuda. Ellos podrían ir más de prisa sin tanto equipaje.
—De acuerdo —aceptó caminando hasta la gran montaña de cosas—. Todo esto, ¿en serio? —los otros tres se alzaron de hombros—. Estaré aquí en un par de segundos.
El elfo desapareció de la vista de todos, Arles apenas tuvo tiempo de soltar el aire de sus pulmones cuando el inmortal volvió a aparecer ante sus ojos.
—Oye —dijo este dando un paso hacia atrás—. Volviste muy pronto. —Esta vez fue Shion quien se alzó de hombros.
—No puedes dejar esos aparatos por ahí tirados —alegó Régulos.
—Parece que se les olvida mi gran velocidad —explicó el elfo mirándolos a todos—. No dejé las cosas por ahí tiradas, las dejé en la caverna, cuando volvamos podemos entrarlas sin problema. Ahora, a sellar esa entrada y larguémonos de aquí.
X-X
—Esta información parece interesante —dijo Shaka en medio una gran sala revisando los documentos llevados por Mu—. ¿Piensas que ellos lograron hacer semejante hazaña?
Mu guardó silencio por un momento completamente confundió al notar que el vampiro estaba pidiendo su opinión.
—Pienso que sí —contestó con algo de prudencia—. Los hombres han demostrado mucha habilidad en sus creaciones. Míranos nada más a nosotros.
—Tienes razón —suspiró Shaka acomodándose mejor en su puesto—. Pero esto es diferente, es un trabajo engorroso además de desgastante, si lo hicieron les debió tomar años. He leído algunos libros de ingeniería pero nada como esto. Construir toda una civilización en lo más alto de las montañas me parece absurdo. No creo que alguien sobreviva en esas condiciones. Es una pena que esto no sea más que un pequeño informe elaborado por la hija de Kido. Hasta donde sé ella no estaba involucrada en los proyectos, o eso se dice.
—Era una líder pacifista —recordó Mu lo poco que Sasha se involucraba en los asuntos de su padre—. No obstante, ella redactó ese informe, ¿no? Tal vez lo demás esté en el bunker que se menciona ahí. Tal vez podríamos buscarlo.
—Tal vez no, los humanos estuvieron escondidos durante muchos años, es de imaginar que si lograron encontrar otro refugio no dejaron huella en aquel bunker. Sería lo más sensato.
—¿Y si están ocultos en el bunker? —sugirió Mu—. Lo dijiste, construir una civilización en medio la montaña es absurdo, ¿y si nunca lo hicieron? ¿Y si se quedaron en el bunker?
—Es una excelente deducción. Según algunos artículos científicos, decían que más de la mitad de la tierra iba a terminar bajo el agua, entre esos, todo el continente de América. Es posible que no existan muchos lugares habitables, según nos han dicho los mayores, fueron muy pocos los humanos que quedaron en pie. Existe la posibilidad de que el Santuario sea ese bunker, y por eso no los encontramos. Están bajo tierra.
—Entonces debemos mirar bajo nuestros pies.
—Así es —señaló los documentos mientras observaba a Mu—, aún siguen con vida y la chica nos está mintiendo.
—Es una buena mentirosa. Ha soportado una gran tortura.
—Algunos humanos son muy leales. Pero en algún momento su seguridad es más importante que su lealtad. Aunque he pedido su cabeza en otras ocasiones, no te voy a negar que me llama la atención su tenacidad. Solo pelearías así si tienes algo que proteger.
—El Santuario… —susurró Mu.
—Su familia —aclaró Shaka y Mu comprendió, había una persona o personas muy importantes en el Santuario para Shaina—. Y te aseguro también, que Aioros o Shion están detrás de todo esto. No creo que la antigua comunidad Rosa de los Vientos haya sobrevivido todo este tiempo con tanto valor sin la ayuda de uno de ellos.
—Shion… —susurró.
X-X
—No debiste haberlos dejado llegar al bunker. —Aioros se sobó las sienes y se acomodó en su silla mirando el semblante agotado del elfo—. ¿Por qué?
—Si Arles no hubiese insistido en ir, habría viajado más rápido —se defendió Shion—. A los muchachos les tomó menos tiempo del esperado. Iban en bicicletas.
—¿Bicicletas?
—Las hizo Rod, por petición de Saga.
—¿Saga sabia de esto?
—No —Shion tomó una gran bocanada de aire—. Las mandó a hacer para viajar hasta el yacimiento. Los hijos de Arles andan tomando decisiones sin consultarme nada. Ahora entiendo porque tiene tantas canas, esos tres muchachos son peligrosos.
—No están donde están solo por un apellido. ¿Qué hallaron en el bunker?
—No sé, cosas de computadoras y eso… quieren hacer funcionar uno de esos aparatos.
—¿Por qué?
—No lo sé, porque son curiosos. La verdad, no considero que sea malo recuperar algo de tecnología. Las cosas serían más sencillas.
—¿Qué hay del resto?
—Todo parece estar bien. Pero Régulos oculta algo. Y no sé que es… es un niño… Los Kido son una verdadera patada en el trasero.
Aioros se echó a reír.
—Todo está bien, Shion —dijo el vampiro preparándose para decir algo que estaba atorado en su garganta—. Pienso que es hora de salir por el cobre.
—Es muy pronto.
—Es el momento. Mira, Régulos y los otros salieron por seis días y no tuvieron ningún percance. Tal vez no haya vampiros por ahí. Necesitamos el cobre. Además, si vamos los dos, podemos volver con el cobre en un parpadeo y regresar con el escuadrón para asegurar su regreso e integridad.
—Es una buena idea. Me teletransportaría hasta el yacimiento, pero ignoro donde está, pero puedo usar la teletransportación para regresar al Santuario con todo el material que hallemos.
—Perfecto. Debemos decirle al capitán.
—No marcharemos hasta que el perímetro sea seguro —ironizó logrando que Aioros dejara caer los hombros—. No iremos a ninguna parte hasta que el grupo de Kanon no termine de asegurar los alrededores y después de lo que pasó con los asgardianos una buena parte de los caminos quedó desprotegido.
—Es una pena, no debieron… —Aioros suspiró pesadamente—. No creo que les falte mucho. Las trampas estarán listas pronto.
—Entonces ten paciencia.
X-X
—No puedo creerlo. Este fue el suero que volvió loco a todos.
Saori estaba en su habitación en compañía de Régulos, el menor había llevado directamente hasta su hermana los hallazgos del bunker, y ahora ella contemplaba uno de los cilindros de los laboratorios.
—En bestias salvajes según dice el informe —aclaró el muchacho.
—Se ve muy bien conservado para llevar 200 años bajo tierra.
—Estaba en una pequeña nevera con nitrógeno líquido.
—¿Nitrógeno liquido? Eso es asombroso. El nitrógeno pudo mantener sus componentes intactos.
—Los laboratorios estaban completamente abandonados, algunos documentos estaban destruidos y había varias puertas completamente selladas. Pero lo que llamó mi atención fue que los generadores funcionaban. Aun así esto fue todo lo que recuperé.
—¿Los generadores funcionaban? —preguntó confundida.
—Sí, ¿no te parece curioso? Digo, pudimos vivir en el bunker, y lo que invertimos aquí lo habríamos aprovechado allá. ¿No te parece?
—¿Qué hay del espacio? ¿Era adecuado para nuestros entrenamientos?
—No —contestó arrugando la nariz—. Pero pudimos salir a la superficie.
—Y nos hubiésemos expuesto. Aquí estamos bien. ¿Qué piensas hacer con todo esto?
—Estudiarlo —explicó tomando el cilindro mientras su hermana le dirigía una mirada acusadora—. No lo voy a usar. Ni siquiera sé si funciona después de todo este tiempo. Quiero analizarlo y ya. Confía en mí.
—Confío en ti, hermano, pero sé que también…
—No te afanes —continuó guardando todo en su mochila—. No haré ninguna estupidez. Shion no sabe nada de esto y quiero mantenerlo así. ¿De acuerdo?
—De acuerdo. ¿Cómo vas a analizarlo entonces?
—Utilizaré la vieja cueva que está cerca del rio.
—Es un terreno peligroso, Régulos —regañó con las manos en la cintura.
—Estaré bien, pareces mi madre, que molesta eres —dijo saliendo de la habitación a toda prisa antes de que Saori le arrojara una almohada que se estampó contra la puerta.
—Ay, Régulos.
X-X
¿Cuánto tiempo había pasado? Ella ya no lo sabía, solo sabía que llevaba días, días sin saber de su gente y siendo rehén del grupo de vampiros, por lo menos ahora ya no la agredían con tanta violencia, ya no estaba en la oscura celda húmeda y mal oliente, ya no tenía que preocuparse por quien llegara cada noche a golpearla e interrogarla y beber de su sangre, ahora su único verdugo era Hades, quien todas la noche se saciaba con su liquido escarlata y con su carne, por lo menos eso no era tan malo y aunque al principio ella estuvo asustada por como pudieran ser las cosas íntimamente entre ambos, notó con pasión que sus miedos estaban infundados, pese a no ser muy experta, el vampiro le había hecho ver las estrellas en más de una ocasión.
Pero tenía que escapar, tenía que ir con Athena y contarle sobre el ejército de vampiros, y como no, del ejército de elfos, porque algo muy adentro le decía que Mu y Rhea tampoco eran de fiar. Pero si tenía que usarlos a todos para lograr su liberación lo haría, fingiría tanto como pudiera hasta salir de allí. Por lo tanto cada mañana al salir el sol ella se aventuraba por el castillo revisando cada rincón, anotando en un papel —que logró obtener gracias a Rhea a quien le dijo que le gustaba dibujar, consiguiendo un pedazo de carboncillo y una minúscula libreta— los turnos de las guardias y memorizando los pasillos vacíos.
Y esa mañana había un último rincón que revisar, una vieja puerta, en lo alto, pero que tal vez podría ser la promesa de una salida. En la parte inferior no había más que guardias, por lo que era necesario buscar una escapatoria en la cumbre. La cobra no lo pensó dos veces y con cuidado se deslizó de la cama buscando su viejo vestido arrugado para cubrir su desnudez y luego con sigilo como siempre salió de la recámara sin que el rey lo notara.
Los pasillos estaban iluminados por la luz del día y ella ya conocía el recorrido de los guardias, por lo que no le tomó mucho llegar hasta las escaleras y escabullirse entre los parajes. Sabía que no tenía tiempo, pero si no se movía con cuidado podía ser descubierta y su plan se echaría a perder. Así que debía estar horas escondida mientras llegaban los cambios de guardia o mientras algún elfo se distraía para ella continuar su recorrido. Su corazón latía apresuradamente, pronto llegaría a su destino, y solo esperaba que lo que hubiera tras esa puerta sirviera de algo, de lo contrario le quedaba únicamente lanzarse por el balcón de la habitación de Hades y no estaba dispuesta a darse por vencida.
Una puerta de madera envejecida aguardaba pasiblemente, Shaina pasó su lengua por sus labios para humedecerlos y se aventuró abrir la puerta de par en par, lo que hubiera allí serviría: una soga, un cuchillo, lo que fuera debía servir, pero sus esmeraldas ojos se encontraron con una gran terraza completamente desierta.
—De acuerdo —se dijo tratando de convencerse—, tal vez pueda bajar por acá —carraspeó ofuscada y caminó hasta el borde de la torre donde pudo apreciar el gran río que rodeaba el castillo y unos metros a la distancia observó asombrada una represa—. No puede ser —por un momento quiso saltar de alegría, eso es lo que faltaba en el Santuario, no era mucho lo que alcanzaba ver, pero estaba segura de que la represa estaba en funcionamiento, seguramente los elfos eran los pioneros de esa hazaña—. La energía del castillo viene de esa represa. Tengo que salir de aquí.
Shaina miró nuevamente su alrededor sin encontrar nada, luego desvió su mirada hacia el vacío era una larga distancia, si saltaba desde allí seguramente no sobreviviría, frustrada mandó una fuerte patada al aire que la hizo caer al suelo, no le dio importancia al dolor o a la sensación de derrota, algo dentro de ella le decía que podía salir de ahí, sólo tenía que concentrarse y observar bien sin perder la paciencia.
—Siempre hay algo —se dijo revisando a conciencia cada milímetro de aquella terraza hasta que sus ojos se posaron en una pequeña capilla en toda la esquina.
Se levantó decidida y caminó hasta el interior. Era una saetera, pero como todas daba hacia el vacío y aunque debajo de ésta habían otras, además de troneras, los agujeros estaban tan lejos el uno del otro que sin el equipo apropiado era imposible escalarlos, y tal vez en otra época con todas sus fuerzas al 100% se hubiera podido colgar de éstas sin ningún problema. Pero estaba débil y hasta caminar era todo un desafío.
No tenía nada. Nada, absolutamente nada. Si trataba de bajar por el balcón de la habitación de Hades seguramente moriría y sería fácilmente atrapada debido a que dicho balcón estaba dentro del castillo, si intentaba escalar la torre en la que se hallaba su destino seria el mismo con la diferencia de que al caer al río su cuerpo no sería encontrado, lo cual era bueno de cierta manera, pero no lo que necesitaba. Y si usaba la parte inferior seguro seria atrapada por los elfos en el mejor de los casos.
El castillo era enorme, demasiado a decir verdad y ella era consciente de que no había recorrido ni la cuarta parte de este, pero tampoco podía arriesgarse a ir más lejos. Su suerte se acabaría en cualquier momento. Y no solo eso, su energía. Cada día se sentía más cansada y débil, pese a que se había convertido en la amante de Hades y esto le daba ciertos privilegios, la comida élfica se reducía a simple fruta y agua, y ella necesitaba proteína, algo que parecía no existir en esas tierras. Los elfos, bien podían pasar una semana completa con una sola manzana, pero ella era un ser humano que requería mucho más que eso.
—¡Maldita sea! —dijo sentándose en el borde mirando el interior de la pequeña capilla—. Vamos, Shaina siempre hay algo —repitió, su padre le había enseñado eso, le enseñó a no darse por vencida y a mirar más allá de sus ojos: 'siempre había algo'.
Una pequeña loza cuarteada llamó su atención, parecía sobre puesta, y le recordó por un momento los secretos ocultos del Santuario. Shaina le contempló por largo tiempo antes de acercarse y levantarla con cuidado.
—Un túnel —comento entusiasmada y revisó el interior del lugar. Era profundo pero no podía estar segura de eso debido a la enorme oscuridad que yacía en el fondo, pero había unos ladrillos asomados formando una escalera—. Tiene que ser una salida —suspiró. Ese era un castillo muy viejo y de seguro debía tener pasajes secretos. Sin embargo, ese tal vez era un simple escondite—. Debo bajar —se convenció y aprovechando las horas que le quedaban de luz se deslizó con dificultad siendo consciente que su mano herida y mutilada no le daba el apoyo que necesitaba.
Un par de minutos después entre maldiciones Shaina llegó hasta el fondo, pero todo estaba tan completamente oscuro que era imposible saber si había un camino o no, no obstante, esto no la hizo desistir y tomando aire y apoyando la palma de la mano en la pared logro marchar dos metros.
—Debe ser un túnel de salida —volvió a decirse como una manera para calmar su alma marchita y convencerse que la esperanza es lo último que se pierde.
Y tal vez era una salida o tal vez era un lugar donde mujeres y niños solían refugiarse en caso de una invasión. Pero la entrada era tan estrecha que era imposible pensar que se tratara de una salida de emergencia o un refugio, y lo más probable es que por allí pasaran los mensajeros en épocas de guerra. Pero… existía la posibilidad de que el otro extremo estuviera sellado.
El castillo era viejo, de seguro había sido remodelado en la época antigua para el turismo, y eso era evidente, porque varias partes del lugar eran modernas, hasta el sistema sanitario estaba adecuado a una época más actual. Eso no era trabajo de los vampiros ni de los elfos, quienes al no necesitar un excusado, no se habrían molestado en mejorar ese detalle y lo único que les importaba, teniendo en cuenta los largos baños que le gustaba tomar a Hades, eran las enormes bañeras, que para entonces ya contaban con un buen sistema de tuberías. Sin embargo, ese túnel ubicado en esa torre era parte de la historia y cuando lo tomaron tal vez, solo tal vez no lo notaron y quedó ahí olvidado por los antiguos dueños y por los actuales también, así que, si Shaina quería continuar debía jugarse el todo por el todo.
La Cobra suspiró, debía continuar, pero no en ese momento. Necesitaba luz, toda la que pudiera obtener y en su mente se dibujó la pequeña lámpara de gas que Hades dejaba encendida todas las noches, misma que le pedía apagar al llegar el alba cuando se hartaba de ella y se giraba para dormir. Necesitaba esa lámpara y necesitaba varias cosas para poder escapar y aguantar el largo camino. No podía irse sin suministros, precisaba algo de agua y comida para viaje, ella estaba segura que no sería muy largo, la misma noche que la atraparon fue llevaba al inframundo, por lo tanto era consciente que estaba a una distancia corta de Asgard. Ya allí, y si sus congéneres no habían encontrado el auto, ella podría escapar en él hasta el Santuario.
Sabía que era una idea bastante idealista, pero tenía, debía intentarlo.
Había una salida o algo parecido a una, ahora debía aguantar una noche más y prepararse para escapar de allí. Satisfecha con su descubrimiento se dio media vuelta para volver a la recámara de Hades. Después de unas horas ya estaba lo bastante cerca de la habitación, a penas y logró dar un paso hacia el frente cuando fue detenida por una suave mano que le tapó la boca y la arrastró hasta un pequeño closet, ella intentó defenderse pero le fue imposible debido a su estado tan precario.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó el extraño, al reconocerlo ella bajó la guardia y dejó de luchar.
—¿Mu, que haces acá?
—Eso mismo te pregunto yo —demandó él con voz firme—. ¿Acaso buscas que te maten? —Shaina no respondió desviando la mirada—. ¿Qué es eso? ¿Una libreta? —continuó quitándole el elemento—. ¿Qué es esto?
—Nada —Shaina fue lo suficientemente rápida y no dejo que el elfo viera sus notas—. Me gusta dibujar. Tu madre, me obsequió esto, y bueno, en cuanto a mi salida. Solo estiraba las piernas.
—Buscas una salida, ¿no? Créeme si la hubiera ya la habríamos usado.
Shaina giró los ojos, pero no dijo nada.
—No sé que tanto estás sacrificando para estar a salvo de Hades, pero supongo que no debe ser nada bueno —continuó Mu abriendo levemente la puerta para asegurar que nadie estuviera cerca, ella por su parte apenas hizo una mueca—. O si es bueno, pero no digno. Él puso las reglas de no permitir relaciones entre vampiros y otras razas —observó a la chica de arriba abajo—. Parece que lo hiciste quebrantar su propia ley. No lo culpo, pero si es un maldito hipócrita. Hades, siempre hace lo que se le da la gana. Pero si juegas bien tus cartas, tal vez él te deje salir de la habitación eventualmente. A Hades le encantan sus juguetes.
Shaina no pudo evitar fruncir el ceño, eran las mimas palabras de Rhea.
—No deberías hablar así de tu señor —comentó ella con sarcasmo.
—¿Te parece que quiero estar de su lado?
—Tal vez, eres la mano derecha de los vampiros. ¿O por qué andas por ahí sin vigilancia? Parece que eres de los pocos que tiene ese privilegio.
—Eso es porque he jugado bien mis cartas. Debes regresar con Hades.
—Por lo que veo haces todo el trabajo sucio —escupió.
—Intento ayudarte. Una pregunta. ¿Shion está contigo? —El cuestionamiento la tomó por sorpresa—. Él era mi maestro —contó con voz apacible—. Mi amigo, era como mi familia, espero que esté bien.
—Supongo que estará bien —dijo ella sin comprometerse—. Pero Mu, si de verdad quieres ayudarme, sácame de aquí.
—Eso quiero hacer —contestó. Ella quedó congelada—. Necesito un par de días más, y te sacaré de aquí.
—¿De verdad me sacarás de aquí? —No quiso parecer optimista pero cualquier promesa de salir de allí era suficiente para creer lo que fuera.
—Escucha —el tono de voz de Mu sonó sereno pero firme—. Estuvimos en la ciudad del norte, y encontramos documentos que hablan sobre el Santuario. —Shaina intentó no sorprenderse—. No dice mucho, pero parece que fue su salida y salvación.
—No sé nada de ningún Santuario —contestó con toda la sinceridad que pudo—. Ya te dije, soy de Asgard.
—Shaina, tarde que temprano descubrirán la verdad.
—Esa es toda la verdad. Sé que hay escuadrones de búsqueda y todo eso, pero te juro que no hay nada y si encuentran algo, yo no estaba con ellos —acotó buscando acomodarse en un rincón—. Ahora con tu permiso, debo volver con Hades.
Mu suspiró pesadamente y derrotado dio media vuelta para salir del lugar.
—¿De verdad me sacarás de aquí? —preguntó ella ahora no muy convencida, siempre pensó que Mu era un espía de los vampiros y tal vez no estaba equivocada.
—Sí, no quiero guerras con nadie. Sé que mi pueblo está condenado, pero tú, tú puedes salvar al tuyo.
Ahí estaba, él esperaba la confirmación de ella.
—No tengo un pueblo que salvar, Mu —sostuvo firmemente—. No te preocupes por mí. De todas formas, ya no me queda nada.
El elfo sonrió de medio lado hizo una ligera reverencia y se marchó del lugar, ella por su parte corrió tan deprisa y con mucha delicadeza se adentró en la recámara sentándose en el sillón de siempre. No le gustaba despertar al lado de Hades. Así que pasaba el resto del día en ese rincón, hasta que llegaba la noche y le llevaban algo de alimento y agua y Hades se iba a atender sus asuntos hasta ya llegada la madrugada.
X-X
Era ahora o nunca, como todas las noches, Hades salió de la recámara sin tan siquiera mirarla, cinco minutos después llegó Rhea a organizar todo y llevarle algo de alimento, no hubieron palabras entre ambas esa noche, tampoco es que tuvieran algo de qué hablar, Shaina, como siempre se quedó en su rincón esperando a que la elfa terminara sus deberes. Comió un poco de lo ofrecido, y lo demás lo guardó en un pedazo de tela que cortó de su propio vestido. Apenas una hogaza de pan, un manojo de uvas, y una manzana. No tenía un recipiente para llevar agua, así que sabía que eso debía conseguirlo por su cuenta al salir de ahí.
Ya todo estaba listo y lo único que tenía que hacer era esperar el alba para poder salir de allí.
Aquella noche fue la más larga de todas, Shaina sintió que el tiempo transcurría lentamente como si se hubiese detenido en algún punto torturándola aún más de lo que podía soportar. Una sonrisa, casi de alivió se dibujó en su pálido rostro cuando Hades entró a la habitación, el rey frunció el ceño confundido, pero ella sabía que su llegada significaba que ya era más de las tres de la mañana y que no hacía falta mucho para que saliera el sol.
—Es la primera vez que te alegras de verme. ¿A qué se debe?
—Me estoy acostumbrando a ti. Me gusta estar a tu lado —sostuvo con firmeza, Hades sonrió de medio lado.
—Conozco a las mentirosas —repitió él sentándose en la cama para descalzarse. Shaina no impidió que eso la desanimara y continuó con su estúpida sonrisa—. Iré a bañarme, ya vengo por ti.
—Claro —dijo y por un momento pensó en la posibilidad de matar al gran líder antes de marchar, pero nuevamente estaba la pregunta. ¿Con qué? La luz del día no lo mataría de inmediato y lo único que lograría sería poner a todo el castillo en alerta.
Al rey del inframundo le tocaría morir en otra oportunidad.
Unas horas más a su lado. Era la última vez que compartiría el lecho con él, que dejaría que la tocara y que se saciara con su sangre y carne.
Era la última vez… y él no ganaría, no esa vez.
Quería salir de eso cuanto antes, así que no esperó a que él llegara con ella y con mucha actitud se levantó de su lugar y se dirigió al enorme baño azul, donde Hades sumergido en la bañera aguardaba tranquilo con los ojos cerrados. Él desde luego sintió su presencia pero no se molestó en levantar la mirada, no obstante, Shaina siguió decidida en su empresa y caminó ligeramente hasta él dejando caer su vestido, no necesitó quitarse más y si lo pensaba con seriedad debía agradecer que por lo menos le habían otorgado una prenda para cubrirse y que no la tuvieran desnuda y con un collar andando a la sombra de Hades.
Cuando el vampiro la sintió cerca se limitó a mirarla con ligera sonrisa, mantenía los brazos a los lados sobre los bordes y su brillante mirada se intensificó expectante a lo que la humana pretendía hacer, ella, no dijo palabra alguna y con la misma seriedad de siempre lo observó ahogando todos sus sentimientos negativos y sus infinitas ganas de verlo morir. Su pierna se dobló con algo de torpeza e intentando no caer se metió en la bañera donde el rey del inframundo seguía sonriendo ladinamente.
Shaina respiró profundo, nunca había sido tan osada o por lo menos no en ese sentido, siempre dejaba ver sus más perversas intenciones con Am, pero a nadie más le mostraba aquella faceta de mujer dominante y hambrienta, pero urgía porque todo acabara tan rápido que el pasar de las horas en medio de la soledad era una completa agonía, y ya estaba allí, ya lo había hecho antes, no tenía nada de malo volverlo hacer siendo aquella la última vez.
‹«La última vez» Se repitió.
Hades no hizo el menor movimiento, clavando su fría y divina mirada en ella quien parecía por un momento tener un pequeño conflicto interno. Shaina resopló y sacudiendo su cabeza se sentó a ahorcajadas sobre el vampiro, quien la recibió con el mayor de los agrados, deslizándose en el interior de ella con algo de dificultad debido a una pequeña resistencia y la falta de lubricación por parte de ésta.
«Hagamos esto rápido» Se dijo la cobra.
—No será como tú quieras —siseó Hades como leyendo sus pensamientos y halándola del pelo hacia él, pero ella no permitió que aquella ligera amenaza la detuviera o la hiciera perder su desdén.
—Sí, será como tú quieras —aceptó con lujuriosa mirada y sínica sonrisa cosa que pareció sorprender al señor del inframundo quien prefirió dejarla seguir con aquel jugueteo y ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar la Cobra la cual parecía ahora muy preparada para complacerlo.
Un beso fugaz, algo rudo y placentero dio Inicio al baile, donde la delicada figura de la cobra subía y bajaba empapándose por el agua y el sudor y la única melodía era el gemido placentero emitido de su propia garganta. No lo miraba a los ojos, prefería no hacerlo, como fingiendo que él no estaba allí, a él tampoco le importaba, por lo general solía perderse entre los cabellos verdes de la cobra buscando su cuello descubierto para clavar una y otra vez sus afilados dientes.
Una línea de sangre se deslizó por su cuerpo de porcelana formando un dulce camino desde su cuello hasta sus pechos. Desde luego Hades lo recorrió con su lengua hasta que alcanzó uno de esos bellos pezones canela. Las mordidas ya no la distraían ni asustaban como antes, de una forma enfermiza aquel acto era casi afrodisiaco y lograba disuadirla y ponerla más sensible, una mordía de Hades era como un elixir que la obligaba a ser más exigente buscando profundidad y agudizando sus movimientos, clamando por más.
No todo acabó tan rápido como Shaina habría querido, la sesión en la bañera fue bastante productiva, pero no lo suficiente para lograr agotar al rey del inframundo, y claro, eso era imposible, ellos parecían tener energía infinita por lo menos en la noche, porque en la mañana solían perderla al caer en un profundo sueño, aunque esto tampoco era garantía de que no pudieran pelear o continuar con la faena.
Así que aunque Shaina estaba agotada, y que llegó ella muy rápido al orgasmo debido a su entusiasmo, el vampiro no estaba igual de complacido, y como si se tratara de una muñeca la tomó por las caderas y en un parpadeó quedó Shaina bajo él, ahora en la gran habitación donde el chupasangre se divirtió hasta hartarse dejándola completamente exhausta y abrumada.
Después de todo, el día llegó, apenas un reflejo de luz que se filtró por la comisura de las cortinas y Hades se sumergió en un profundo sueño. Ella se puso rápidamente de pie, vigilando sus movimientos porque no quería que sus ansias por salir de allí la traicionaran y como pudo se ató los suministros en la espalda y con delicadeza tomó la pequeña lámpara para luego desaparecer de la oscura habitación.
Llegar hasta la torre donde estaba el túnel le tomó más tiempo del planeado, y todo por dos elfos que se quedaron conversando de cosas sin transcendencia en el cambio de guardia, jamás había visto a un elfo tan hablador pero ese día estaba segura que si el inmortal no se callaba y tomaba su lugar frustraría sus planes.
Pero por fin estaba allí frente al túnel de salida. En esta ocasión tuvo que tener más cuidado al descender, especialmente si no quería que la lámpara callera de sus manos y se rompiera en mil pedazos y aunque le costó mucho esfuerzo además de dolor debido a su mano cercenada, ya estaba en el fondo del túnel, donde al prender la lámpara sus ojos apreciaron un largo y estrecho pasillo. Shaina quiso brincar de alegría, porque aquello significaba que sí había una salida. No quiso parecer optimista, cavia la posibilidad de que el otro lado estuviera sellado y seria su fin.
El tiempo apremia se dijo mentalmente y caminó decidida prestando atención al pasaje, pero después de un largo recorrido se encontró con pared, aunque quiso maldecir, sabía que tenía que mantenerse serena para observar detalladamente su alrededor y no pasó mucho tiempo cuando vislumbró en un rincón otro pequeño orificio dejando ver una empinadas escaleras que la invitaban a seguir descendiendo. Bajó con cuidado vigilando el lugar y procurando no pisar en falso. Al final de las escalinatas se encontró en medio de una cueva que parecía no ir a ninguna parte.
—Te es fácil torturarte —se dijo, pues era consciente de que no había revisado todo el interior de esa recámara, por lo que continuó apoyando el pie con firmeza hasta llegar al borde de una larga caída—. Diablos —musitó alumbrando con la lámpara todo el interior hasta que vio una escalera improvisada de metal puesta a un rincón—. Nunca pierdas la esperanza.
Shaina no saltó de alegría porque se sentía agotada, la noche anterior no había dormido nada y las horas al lado de Hades la dejaban sin energía, sin contar que todo el camino fue bastante largo, pero eso no ensombrecía el hecho de que estaba cerca de una salida. No importaba cuánto tuviera que andar con tal de salir de ese lugar. Bajó las improvisadas escaleras con cuidado, debido a los años los peldaños estaban sueltos y si no se apresuraba caería inevitablemente, ya en el fondo pudo apreciar otro hoyo muy profundo que tuvo que rodear con mucha precaución para poder alcanzar el pasadizo que la esperaba para seguir su camino.
Aquel pasadizo fue realmente largo y con cada paso se hacía más angosto, Shaina no estaba segura si el espacio se reducía o era su imaginación, porque un fuerte mareo y una extraña sensación de pánico empezaron a apoderarse de ella, súbitamente el recuerdo de la celda vino su mente, las paredes altas y húmedas remplazaron la vieja cueva de tierra mojada. Le era imposible caminar y su respiración empezó agitarse de manera violenta.
—¡Tengo que salir, tengo que salir, tengo que salir! —se repitió tirándose a un costado y tomando su cabeza con ambas manos, pero se estaba hiperventilando.
Hasta entonces no había tenido ningún problema, pero ahora su mente era consciente de que estaba lejos del peligro y le traía el recuerdo de viejos traumas, de aquella maldita celda en la que estuvo varios días encerrada, del miedo latente que crecía cada día porque no podía imaginar que nuevas y despiadadas sorpresas tenían los vampiros para ella.
«Shaina, no te des por vencida» Escuchó la voz de su padre en su cabeza. «Nunca te des por vencida, no importa lo que pase, no importa a quien enfrentes, no te des por vencida»
—No puedo respirar —protestó como si aquel hombre que le enseñó a pelear, que la vio crecer y la ayudó levantarse tantas veces estuviera allí. Él ya no estaba, años atrás se había ido.
Tomó una gran bocanada de aire, no había llegado tan lejos para ser presa del miedo, para quedarse a mitad de camino y morir bajo el castillo del Inframundo y sin saber si había una salida. Tenía que respirar, tranquila y con pausa…
—Uno… dos… tres… uno… dos… tres…
La angustia se fue disipando los malos recuerdos también, nuevamente estaba en aquel túnel y aun tenía camino que recorrer. Suspiró pesadamente dejando que sus ojos se adecuaran a la oscuridad y la pequeña luz de la lámpara y después de un par de segundos se levantó con más fuerza que antes.
Debía seguir.
Poco tiempo después pudo ver algo de luz, parecía que por fin estaba cerca de una salida, no quería seguir allí, solo esperaba que aquel extremo no la llevara de vuelta al castillo, porque existía la posibilidad de que saliera en medio de la plaza del Inframundo. Nuevamente el vacío se presentaba ante sus ojos, esta vez era una larga caída contra la tierra, no la mataría pero la dejaría mal herida si no tenia cuidado y su única forma de llegar al otro lado era cruzando un viejo y maltrecho puente de madera.
Se armó de todo el valor que le quedaba, podía sentir una ráfaga del aire que provenía del otro lado y debía llegar a esta. Plantó primero un pie, no con tanta firmeza, pero asegurándose de que el punto no fuera a ceder, y al no ver resistencia se permitió avanzar, pero cada paso era la promesa de un desplome, podía escuchar la madera crujir y ceder ante su peso.
—Solo un poco más —dijo tratando de convencerse pero era difícil mantener el equilibrio.
El ruido ensordecedor de la madera rompiéndose la hizo acelerar el paso, debía cruzar cuanto antes porque el puente iba romperse en cuestión de segundos, y aunque ella logró correr no llegó al otro lado cuando este se desplomó.
—¡Maldición! —bramó con potencia colgada del borde del otro lado, pero sin la fuerza para sostenerse por mucho tiempo.
La lámpara se había hecho añicos en el vacío y ahora una liviana llama iluminaba el lugar. Shaina no podía sostenerse por más tiempo, y pese a sus esfuerzos cayó junto a la pequeña flama que se extinguió al igual que su conciencia.
X-X
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuánto tiempo llevaba ahí inconsciente en el vació de la oscuridad? Tal vez no mucho, podía distinguir unas pequeñas luces filtrándose por las grietas de las paredes pero ahora debía buscar la forma de subir y estaba bastante alto. En otra época y con más fuerza y energía en un par de saltos estaría arriba, pero en su condición con dolor en sus huesos y en sus músculos, dudaba mucho poder siquiera elevarse lo suficiente para por lo menos alcanzar el borde.
Dio un rápido giro, observó una montaña de piedras al otro lado, si podía apilarlas en la dirección correcta tal vez podía salir de allí.
—¡Diablos! —maldijo, las rocas eran pesadas y debía usar mucha fuerza para moverlas, pero tenía que intentarlo. Agotada logró formar un pequeño tumulto, pero aun estaba muy lejos—. Vamos —expresó tratando de alcanzar la cima.
Había llevado todas las rocas que pudo cargar, las demás eran muy grandes y pesadas y no pudo moverlas ni un centímetro. Tenía que saltar, debía hacerlo como antes. Y tomando todo el impulso lo intentó una y otra vez sin ningún éxito.
—¡Maldición! ¡Maldición! —gritó tratando de recuperar aire.
Pero esta vez y sin tan siquiera pensarlo se arrojó con fuerza subiendo la pequeña montaña y saltando tanto como pudo hasta que logró quedar colgada del borde, no tenía tiempo que perder, debía imprimir todas sus fuerzas en ese momento, era su única oportunidad y aunque sentía que la carne se le desprendía y que su hombro se dislocaba hizo lo que pudo para poder subir y lo consiguió pese a las adversidades.
—¡Lo logré! ¡lo logré! —celebró dejándose caer en el suelo completamente agotada, pero sabía que debía seguir, al llegar la noche saldrían a buscarla y ella debía marcar una gran distancia entre el Inframundo y ella.
Se levantó con más energía que antes, tanto la lámpara como sus miserables provisiones ahora descansaban en el vacío de aquel agujero que casi se convierte en su tumba, se preocuparía por eso después, podía sentir la brisa, estaba cerca. Un camino de agua verde y mohosa se dejó ver bajo el ocaso, un escalofrió corrió por todo su cuerpo al meter el pie descalzo en aquel liquido y continuó su marcha sin problema, pero a medida que avanzaba se hundía más. No quiso pronunciar palabra esta vez, tenía todo el aire aprisionado en su pecho hasta que por fin la luz del sol la cegó por un momento.
Estaba afuera.
Estaba afuera, metida en medio de una pequeña zanja, pero estaba afuera. Alrededor solo se veían grandes árboles y de seguro le tomaría un buen rato poder salir de ahí, pero estaba afuera. Sólo tenía que escalar esa última brecha y seria libre. Y no se detuvo a pensar en nada y después de tres intentos logró llegar hasta la cima donde inmediatamente y sin fijar un camino se echó a correr. No importaba el dolor en la planta de sus pies, el ardor en su estómago, o lo seca que estaba su garganta, simplemente, necesitaba huir de ahí.
Shaina corrió a toda velocidad, sin embargo, sus piernas flaquearon y el olor sobre su cuerpo la hizo detenerse y vomitar lo poco que había comido. Un fuerte mareo la obligó a hincarse, los golpes físicos y psicológicos empezaban a manifestarse salvajemente en su cuerpo y en su cabeza. El sol era muy brillante y el pasto se sentía áspero. Su estómago estaba vacío y cada pasó que daba era un completo suplicio, las piernas le dolían tanto y todo a su alrededor se volvió nubloso. Finalmente, Shaina perdió la consciencia.
X-X
—¡Despierta¡ ¡Vamos, despierta!
Shaina abrió lentamente los ojos, estaba oscuro y frío era una noche llena de estrellas, de sombras y voces lejanas.
—Oye, ¿me escuchas?
Una voz muy a lo lejos la llamaba, la Cobra no lograba distinguir ni razonar, sentía el cuerpo dormido y un fuerte mareo, como si su cerebro se hubiese desprendido y marchado para siempre. Una pequeña sombra la movía con delicadeza, esa sombra repetía su nombre con tono angustiado. Poco a poco la sombra fue tomando forma, una forma conocida que logró hacerla estremecer y llorar. ¡Eso no podía estar pasando! Ella había escapado, ¿entonces por qué él estaba ahí? Había pasado por mucho, se había esforzado demasiado, por poco muere en el interior de ese túnel. Y él estaba ahí. Él… ¿Por qué? ¿Por qué? Tal vez era solo un sueño, una horrible pesadilla, pero su voz, su mirada, su larga cabellera alborotada, su suave tacto. Era él, no había duda. Era él…
—¿Shun?
Continuará…
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Edgar Allan Poe.
