12. El Templo Submarino

En una maravillosa isla a kilómetros de distancia, se abría camino una antigua civilización. El Templo Submarino, llamado así por sus habitantes, era un lugar misterioso, sumergido en la belleza de la naturaleza. Esta fue fundada después de la revolución por un grupo de humanos, vampiros y elfos que lograron esconderse en aquel remoto lugar. A decir verdad habían tenido suerte, encontrando entre sus fauces construcciones con cimientos intactos y tierra fértil.

Las habilidades elficas, la fuerza vampírica y la inteligencia humana contribuyeron a construir una comunidad sustentable en un pequeño rincón del mundo. El espacio era suficiente para todos, habían campos de entrenamiento, grandes jardines y cultivos flotantes con los que alimentaban a sus habitantes.

Aunque en un principio a Julián, líder vampiro, le tomó algo de trabajo lograr que todos trabajaran en conjunto, después de un largo tiempo, todos entendieron que de no trabajar en equipo sería el fin de todos, no obstante, no habría conseguido tal hazaña de no haber sido por la ayuda de Ikki, Esmeralda, Aiacos y Sorrento, quienes a su modo contribuyeron y lideraron los diferentes escuadrones, y aunque tuvieron tropiezos y se enfrentaron a una gran adversidad en el camino, seguían en pie buscando el mejor momento para dejar de ocultarse.

El tiempo le había enseñado a Julián a actuar con prudencia, a buscar alianzas y todos los recursos necesarios para lograr su meta, por lo tanto, todo lo que él consideraba de utilidad lo empleaba a favor de todos. Nunca fue su intención ser un líder, él simplemente, anhelaba un mundo en el que todos pudieran vivir en paz, y aunque estaba en contra de muchas cosas, los años vividos le habían demostrado que era posible una comunidad integrada por diferentes razas. Sin embargo, incluso en su utopía se había presentado la traición, y era eso lo que hacía que algunos de sus generales se mostraran renuentes a la idea de una alianza con el Santuario.

Y no los culpaba, pero ya llevaban tantos años ocultos y sin poder ayudar a los elfos del Inframundo que cualquier alternativa debía analizarse y tomarse de ser necesaria. Si el Santuario estaba conformado por los antiguos miembros de la comunidad Rosa de los Vientos, era de esperarse que su tecnología y habilidad fueran una gran asociación y mejor estar con ellos que en su contra, y si deseaba que todos salieran bien librados era necesario las uniones.

En ese momento Alana marchaba con la cabeza en alto; su atuendo aunque de un color blanco estaba muy limpio y su cabello platinado bailaba al compas de sus pasos. No se detuvo hablar con ninguno de sus compañeros, y en un par de pasos llegó hasta el balcón de Julián a quien toda la comunidad había bautizado como: Poseidón.

—Regresaste pronto —dijo el vampiro mirando a la distancia, apreciando la inmensidad del mar y apenas consiente del acercamiento de Alana—. ¿La humana?

—Murió. O eso creo —contestó la elfa recargándose en el barandal—. Aparentemente huyó y la asesinaron los vampiros por eso.

—Esto no es bueno —suspiró—. ¿Por qué tardaste entonces si no venías con ella?

—La estuve buscando. Tenía la esperanza de que estuviera con vida. Pero no encontré rastro de ella, a decir verdad, no estoy segura de que camino tomó, pudo ser cualquiera. Habían varios vampiros en el perímetro y tuve que marchar con cuidado.

—Entiendo.

—Tal vez, Sorrento y Silas corran con mejor suerte.

Julián dejó escapar el aire de su boca, Sorrento y Silas ya tenían que haberse reportado:

—No sé nada de ellos desde ayer. Silas nos habló de una pequeña pista del Santuario, se teletransportó y no volví a saber de ellos. Silas, tenía que haber dicho algo esta mañana, pero no apareció.

—Tal vez se encontraron con la gente del Santuario —dijo ella tratando de calmar al pobre líder, quien debía tomar las decisiones difíciles y muchas veces solía equivocarse y eso hacía que la personas dejaran de creer en él, por lo tanto, en muchas ocasiones tenía que ser muy estricto e insensible—. Seguro están hablando con ellos. Deben estar poniendo resistencia. Será complicado que los humanos crean que estamos con ellos después de lo que los vampiros le hicieron a Asgard.

—Espero que estén dialogando y no en una batalla, Si los humanos hieren a Silas o Sorrento, los Generales Marinos no querrán aliarse con el Santuario. Hasta yo dudaría de esa alianza. Eso me recuerda… ¿Cómo está Mu?

—Ansioso e impaciente. Sigue pensando que lo mejor es acabar con todos. Incluso…

—Con los vampiros —completó—. No lo culpo, pero debemos tener cuidado, sus ansias pueden estar condenándonos a todos. ¿Le hablaste sobre las pistas que descubrimos del Santuario?

—No lo consideré prudente.

—Hiciste bien. Tal vez si pudiera hablar con Dohko u otro miembro seria más sencillo. Mu no nos ha hecho el trabajo fácil tampoco.

—Sabes que los elfos viejos están separados de los jóvenes. Mu hace mucho tiempo que no ve a sus padres.

—Pero hemos podido acercarnos a Mu —resopló—. Debe haber alguna forma de llegar a los otros. ¿Has podido entrar al castillo?

—Mu dice que es peligroso. No me he atrevido porque confío en él.

—Sé que lo amas —suspiró para luego mirarla a los ojos—. No sé si él siente lo mismo por ti, pero es hora de dejar tus sentimientos a un lado y dejar de confiar en él. Mu puede ser nuestra perdición. —Alana bajó la mirada sin atreverse a refutar las palabras de su líder—. Tú piensas lo mismo, ¿no? —continuó tomando a la elfa del rostro para que lo observara—. Por eso no le hablaste de las pistas. Por eso le has ocultado información de nosotros. Sabes que Mu está cegado.

—Ha sido testigo de la violencia contra nuestra gente durante 200 años. Hay odio en su corazón. Y hace poco, Lune, fue ejecutado —explicó ella, ante la última confesión Julián abrió los ojos sorprendido, no había nada más importante para elfos y vampiros que sus familias, cualquiera de las dos especies era capaz de traicionar, mentir, robar o matar por su familia—. Sabes que fue la hija de Hades quien lo sedujo y fue él quien pagó las consecuencias y a ella no le hicieron nada.

—Hades, jamás dejaría que su buena imagen se viera opacada por los impulsos de su familia. Podría jurar que él, es el único capaz de acabar con los suyos con tal de tener el control, pero aún así no dejaría que el consejo condenara a su hija por violar una regla que ellos mismos impusieron.

—¿Qué debemos hacer ahora?

—Esperamos unos días, si Sorrento y Silas no regresan pronto, quiero que vayas a buscarlos y según lo que descubramos tomaremos una decisión. No podemos hacer nada sin saber donde están los niños elficos. Y no podemos hacer nada sin herir a Shun.

Alana sonrió de medio lado y caminó con gesto de molestia hasta la salida.

—Sé que le hiciste una promesa a Ikki —dijo ella—, pero Shun es tan cruel como los otros, no ha vivido a la sombra de Hades en vano. Él fue quien arrancó los ojos de Lune, él asesinó a los nuestros cuando estábamos débiles. Él ha sido el pionero de muchas de las torturas de mi gente. Al igual que los demás, sabes que debe morir y pagar por sus actos.

—No es tu decisión, Alana. La vida de Shun le pertenece al Fénix. Él decidirá lo mejor para todos. Ese muchacho es su única familia y durante mucho tiempo lo creyó muerto. No espero que lo entiendas.

—¡Poseidón! —habló ella con firmeza—. En el momento indicado, todo el consejo vampiro debe pagar y sabes muy bien que aquí muchos anhelan la cabeza de Hades y la de sus dos hijos. No esperes que condonemos a Shun solo porque su hermano es uno de los nuestros. Espero que el Fénix sepa entender eso también.

—Piensa que Shun ha hecho lo que se la ha enseñado —intentó conciliar.

—¿Y quién haría algo como eso? Si lo ha hecho es por placer, no existe otra explicación.

—Coacción —dijo sutilmente, haciendo que Alana frunciera el ceño.

—¿Piensas que los vampiros del Inframundo merecen salvarse? —preguntó, pero Julián no contestó—. Es eso. Tú no deseas destruirlos. Deseas que sean parte de nuestra comunidad. Ellos son malvados.

—Sólo han seguido a un mal líder. Tú sabes que es posible convivir todos. Esto es una clara muestra de lo que podemos hacer.

—Nosotros hemos aprendido a vivir en paz, sí —ofreció ella—. Pero en el momento en que mi gente sea liberada marcharé con ellos. No digo que tengamos que ser enemigos, podemos trabajar juntos, pero no nos pidas trabajar con los vampiros del Inframundo. No cuando ellos han actuado con tanta violencia. No estoy de acuerdo con una segunda oportunidad para ellos.

—Pensé que tú lo entenderías.

—Entiendo, entiendo que podemos ser civilizados, entiendo que incluso y pese a lo que los humanos han hecho podamos trabajar con ellos. Pero perdonar al Inframundo. Eso no puedo entenderlo. Y no creo que muchos lo entiendan. Julián, aquí más de uno pedirá sus cabezas, muchos resentimientos tienen nombre propio y espero lo tengas en cuenta y que en el momento indicado sepas a quien apoyar.

Alana se dio media vuelta dejando a Poseidón sumergido en sus pensamientos. Él era consciente que no todos los vampiros eran malos, siempre habían excepciones como él, y eso era algo que estaba muy lejos de la compresión de los elfos, más cuando ellos eran los más resentidos con el Inframundo. Seguramente, nunca podría salvar a los suyos y tendría que conformarse con salvar a los otros.

X-X

Un elfo observaba con detenimiento un viejo muñeco de tamaño real, parecido a un espantapájaros y con un collar grande de color negro en el cuello. Era el sujeto de prueba numero 50 y aún no estaba ni cerca de una solución. Los recursos para sus experimentos se estaban agotando, el elfo era consciente que de no encontrar una respuesta pronto, jamás tendrían alternativa y escape. Suspiró, observó el viejo muñeco por enésima vez y se aventuró a presionar en cierta parte del collar que terminó volando la cabeza de su portador.

—¡Maldición!

—¿Siguen explotando? —preguntó una voz, cuando el elfo levantó la vista vio caminando hacia él a un impresionante vampiro de cabellos azules y mirada melancólica.

—Ikki —nombró el elfo y ahora era el vampiro quien observaba con mesura lo poco que había quedado de la cabeza del muñeco—. Se me acaban los materiales y las ideas. El maldito collar explota con todo. Me sorprende que mi pueblo aún conserve sus cabezas sobre sus cuellos.

—Han sido cuidadosos —consoló el Fénix—. Pero debemos darnos prisa, en el momento que decidamos dar el primer paso los collares deben estar desactivados o perderemos vidas importantes, Aiacos.

—Lo sé —suspiró el elfo tomando una toalla para limpiar sus manos—. Pero he probado de todo. El sistema de los collares es muy complejo y delicado. Es una bomba de tiempo y Mu no ha podido dar con la llave.

—Sé que Alana estuvo en la Ciudad del Norte nuevamente. ¿Por qué?

—Sí, estaba buscando una copia de la llave, pero no halló rastro, no obstante, Mu encontró información del Santuario.

—¿Mu? ¿El Santuario?

—Parece que necesitas hablar con Poseidón, Ikki. Estás muy poco enterado de los últimos eventos.

—No es como si me importara. Lo único que me interesa es derrotar a Hades y su ejército.

—Han pasado tantos años y sigues con aquel resentimiento —dijo el elfo en lo que Ikki lo miraba por encima del hombro—. Aquí lo importante es rescatar a los elfos del yugo de los vampiros… y a tu hermano si es que hay algo que aún se pueda rescatar de él.

Ikki suspiró pesadamente, sin embargo, no dijo nada. Por azares del destino, el Templo Submarino había encontrado en medio de una exploración el lujoso castillo de los vampiros, que de no haber sido por lo bien conservada que estaba la estructura ellos hubiesen pasado de largo. Pero al ver tan impresionante monumento en pie, imaginaron que alguien o algo lo habitaba, y no se equivocaron. Lo difícil fue lograr comunicación con los elfos en el interior, les tomó algunos meses encontrar desde afuera un secreto que los pudiera llevar con los de adentro y fue así como pudieron comunicarse con Mu.

Mu había sido astuto desde su infancia, siempre hizo caso y nunca protestó ante las exigencias del los vampiros, con el tiempo, fue ganando su confianza, y se convirtió en el elfo personal de Shaka uno de los grandes miembros del consejo. Realmente, no le tomó mucho esfuerzo, el siempre obediente Mu escaló peldaños muy altos y aunque esto le costó en cierta medida el odio de los suyos, no fue hasta que aparecieron los Generales Marinos que los elfos entendieron el actuar de Mu para con los vampiros.

Los Generales Marinos, sembraron la esperanza en un pueblo que se había perdido hace mucho, pero algunos sucesos habían impedido que Poseidón líder del Templo Submarino se erigiera sobre Hades y su ejército. Primero estaban los collares, aquellas cadenas inmisericordes que al ser manipuladas de forma imprudente podrían volarle la cabeza a su portador. Por ello, Ikki y Aiacos habían viajado en diferentes ocasiones a la antigua Ciudad del Norte, para traer cuantos aparatos pudieron y buscar una forma de retirar los collares sin afectar a nadie, pero todo esfuerzo era en vano, y cada que creían estar cerca lo único que conseguían era dañar algún muñeco o estatua que servía como guía. Por otro lado estaban los niños, los pequeños elfos que nacían cada año y eran cruelmente separados de sus padres. Solo los vampiros conocían el paradero de los más chicos y hasta no saber dónde encontrar a los elfillos los Generales Marinos se veían atados de manos.

Pero ¿Por qué llevaban 200 años sin obtener respuesta de los infantes o solución para los collares? Esto se debía a que por largos años los Generales Marinos se vieron fuera de combate, y todo esto por la traición, porque aunque el Templo Submarino alguna vez gozó de maravillosas estructuras y armonía entre elfos, vampiros y humanos estos últimos por temor o ignorancia perjudicaron sustancialmente a los inmortales, quienes decidieron nunca volver a aliarse con los hombres, por ello algunos no concebían la idea de Julián de unirse al tal Santuario del que todo el mundo hablaba. Y aunque algunos preferían mantenerse prudentes a la información y otros apoyaban la idea, miembros como Ikki preferían no enterarse de nada y enfocar todos sus pensamientos en el objetivo importante: Vencer a Hades y recuperar a su hermano Shun, del cual nunca hubiese sabido que vivía de no haber sido por la información suministrada por Mu.

Pero el tiempo pasaba y los vampiros se extendían por la tierra a una velocidad impresionante y aprendía nuevas cosas cada día y esto los hacía más peligrosos y superiores. Antes, los elfos podían estar seguros debido a la motricidad ruda de los chupasangres, pero ahora, los vampiros eran capaces de construir, de analizar y formular estrategias, de ser prudentes y cuidadosos y aunque algunos eran despiadados, otros se mantenían en completa serenidad y lograban su objetivo sin ningún contratiempo. Los vampiros, no solo tenían una fortaleza impenetrable, si no que se habían organizado dejando puestos de control y refugios por doquier, y eran muy pocos los que los Generales Marinos habían podido identificar. En esto el Templo Submarino se había quedado atrás y el Inframundo les llevaba la delantera.

X-X

Era un día sumamente caluroso. Shaina llevaba horas caminando bajó un sol muy fuerte sin tener cerca un lugar donde descansar un poco y tampoco quería hacerlo, estaba empeñada en llegar cuanto antes, así que se obligaba a continuar de pie y seguir con la marcha. El agua se había acabado cinco kilómetros atrás, y aunque Shun le había dicho sobre un río cerca, la Cobra ya había pasado por ahí hace mucho y no estaba dispuesta a dar marcha atrás. Entre más lejos estuviera del Inframundo más tranquila estaría y llegaría con los suyos.

Sus pies dolían demasiado, se había exigido mucho y aunque ya no estaba descalza como cuando salió del castillo, las botas pesadas de su ropa hacían que el esfuerzo fuera el doble, sin contar que no poseía la mitad de sus fuerzas de antes. La comida era escasa, el camino muy extenso y con el paso del tiempo, el dolor era insoportable y su mente le jugaba de vez en cuando malas pasadas. Estaba enloqueciendo. En ocasiones hablaba con su padre fallecido quien le decía en algunas ocasiones que debía detenerse o seguir; Tina también caminó un par de veces a su lado, y cuando Shaina volvía a la realidad y recordaba que ella ya no estaba, no podía evitar echarse a llorar sin consuelo alguno.

La relación con Shun se había hecho más amena, ella solía caminar toda la mañana hasta llegada la noche cuando él le daba alcance y continuaban marchando hasta que el vampiro la obligaba a descansar un poco antes de seguir el recorrido, por lo tanto Shaina dormía apenas un par de horas y se levantaba dispuesta a llegar cuanto antes a su destino. Pero ahora todo el esfuerzo le estaba pasando factura, porque cada paso era la promesa de perder la conciencia, ya, ni siquiera veía con claridad lo que tenía en frente.

X-X

Un pequeño ruido la despertó con un sobresalto. Observó su alrededor sin estar segura de donde estaba, adentro todo era oscuro, apenas iluminado por una pequeña vela. Estaba acomodada en un viejo catre, rechinaba un poco pero las sabanas estaban limpias, Shaina intentó recordar cómo había llegado hasta ese lugar, pero fue completamente inútil, de hecho solo recordaba estar caminando por una carretera que parecía no tener fin.

—Por fin despiertas —dijo Shun entrando a la habitación donde Shaina se sintió un poco confusa al ver una enorme puerta de acero en forma circular—. Te encontré desmayada a mitad de camino. Es una suerte que no te hayan devorado los lobos o los osos. Bebe un poco de agua.

—¿Dónde…? —quiso preguntar donde estaban, pero su garganta estaba muy seca y áspera por lo que de un sorbo que le hizo doler el estómago bebió del agua que amablemente le ofrecía Shun.

—Estamos en una antigua bóveda, según leí los humanos lo usaban para guardar su dinero y cosas importantes como joyas y esas cosas. Era una… entidad financiera o algo así.

—Está en buen estado.

—Cuando la hallamos, estaba bajo el agua. Algunas de las cajas habían sido saqueadas —señaló, Shaina observó su alrededor y vio pequeños agujeros a cada lado en perfectas figuras rectangulares que antes resguardaban tesoros—. Nos tomó mucho tiempo hacerla habitable. Nos esforzamos mucho porque el lugar está reforzado con grandes capas de acero. Es un lugar impresionante. Algunas de las joyas que encontramos las usamos en nuestras armas y vestimenta. El dinero, bueno, ese apenas y sirvió para hacer una buena hoguera, no era mucho lo que quedaba realmente.

—Había escuchado de esto —dijo ella ya más tranquila y sentándose al borde de la cama para ver mejor el lugar—. Antes la gente moría por el dinero, todo giraba en torno a ese papel. Incluso cuando empezó la gran crisis, muchos prefirieron asegurar su dinero que a sus familias. Sé que hubo un gran conflicto por quien tenía más plata. Ahora, apenas y sirve para hacer fuego. Qué ironía, ¿no?

—Bastante irónico, sí. Que la gente se mate por un pedazo de papel solo demuestra lo involucionados que eran los humanos. Pero era precio que había que pagar en ese entonces. En un futuro las cosas serán mejores.

—¿Con los vampiros repoblando la tierra? —preguntó ella con sarcasmo.

—Así es. Y es un plan a futuro. Pero seremos mucho mejores de lo que los hombres fueron.

—¿Estás seguro de eso, Shun? Los humanos habrán pensado lo mismo en su momento y aquí estamos.

—Pero antes el mundo se dividía entre naciones e idiomas y eran gobernados por la codicia. Ahora, seremos una sola potencia, con un objetivo en común —enfatizó. Shaina quiso decir algo pero Shun habló primero—. Vamos paso por paso, por ahora ese es el menor de nuestros problemas. Hasta ahora estamos empezando a explorar el mundo, por lo que aún falta mucho por descubrir y abarcar.

—Espero que puedan hacer un mejor trabajo que el de nosotros —suspiró poniéndose de pie no quería entrar en discusiones—. Ahora vámonos —pero al terminar la frase cayó sobre la cama—. Estoy un poco mareada.

—Necesitas descansar —recalcó Shun acercándose a ella—. No has comido ni dormido bien, por esta noche guarda reposo, yo estaré vigilando.

—No. No, podemos seguir. Vamos. —No obstante, no fue capaz de moverse de su lugar.

—¿Cuál es tu afán?

Ante la pregunta de Shun, Shaina pasó saliva, estaba siendo muy obvia con su actuar, y es que ella solo quería llegar con Athena para contarle los planes de los vampiros, quienes cada día se hacían más fuertes. Jamás imaginó encontrarse con una raza que les llevara de esa manera la delantera, de haber sido los elfos que siempre contaron con más inteligencia seria otra cosa, pero los vampiros, no solo se habían vuelto estrategas, ahora sabían de construcción y de armamento.

—No quiero llegar a Asgard y que ya esté invadido por los vampiros —contestó apresurada tratando de restarle importancia.

—Eso no pasará. Como te dije: Asgard era un pueblo muy pequeño, sin mayor provecho. No algo que nosotros necesitemos. Lo tomaremos en su momento. Pero por ahora, nadie se acercará a él, nuestros esfuerzos están enfocados en otros lugares de mejor provecho.

—¿Qué lugares son?

—No te ofendas, pero eso no te interesa —dijo con algo de burla mirando la cara de desilusión de la Cobra—. Son un par de lugares que encontramos hace poco. En la parte norte.

Shaina sonrió desinteresada, intentando ocultar sus emociones, ellos iban hacia el oeste, por lo tanto parecía que aquellos lugares estaban lejos del Santuario.

—Ahora, ¿qué te parece si descansas? —pidió él inclinándose para ver a la Cobra a los ojos—. Como ya te dije, tenemos tiempo.

—¿No te esperan en el Inframundo? —preguntó con algo de ansiedad, esperando que por ese lado, Shun tuviera necesidad de apresurar el paso.

—No —contestó—. Le prometí a mi padre que te llevaría con él. —Shaina no supo como tomar esas palabras pero se armó de valor para no salir corriendo—. Él sabe que soy tan terco que haré todo lo posible para llevarte de vuelta. No te preocupes. Sabes que no lo haré, pero él debe estar pensando que la razón por la que no regreso es porque te estoy buscando. Tranquila —continuó levantando el rostro de Shaina por el mentón—. Estás a salvo conmigo.

—Te creo —ofreció ella por inercia, analizando mentalmente que de alguna forma un poco retorcida sí sentía a salvo con él, porque siempre de alguna manera él lograba ser luz pese a su naturaleza oscura—. De verdad te creo —continuó acercando su rostro hasta rozar sus labios con los de Shun, quien no correspondió de inmediato pero tampoco se apartó.

—Necesitas descansar —fue todo lo que dijo, pero ella continuaba en la misma posición.

—Sí, lo sé. Y eso haré. Descansa conmigo.

Shaina enredó sus brazos por el cuello del vampiro besándolo apasionadamente, él correspondió de la misma manera, abrazándola con fuerza como si de ese beso dependiera su vida. Estaban bastante apartados del Inframundo, muy lejos de cualquier lugar habitable o de algún puesto de control u otro refugio, por lo que Shun dejó de preocuparse por la guardia y le siguió el juego a Shaina dejándola sobre la cama.

El leotardo era bastante estorboso, el vampiro podía apreciar los labios de Shaina con intensidad, pero aquellos lugares más frágiles no estaban a su alcance y aunque él no era inexperto en el campo, nada inexperto, no quería que ella diera marcha atrás, ya que no estaba seguro si sería capaz de poder soportar sus instintos más primitivos, porque desde hace mucho tiempo la deseaba.

Pero todo siguió y se presentó perfectamente, el inmortal alcanzó la cremallera del leotardo y con delicadeza empezó a bajarla en lo que le robaba pequeños suspiros a la Cobra, ella por el contrario esperaba ir más rápido, sin entender porque anhelaba tanto estar con él. No le producía miedo, ni asco, adoraba sus palabras, sus ojos, y ahora adoraba sus caricias y sus besos. No iba a negar que en algún momento tuvo miedo de él pero con el pasar de los días un sentimiento creció en su interior y lo único que ella quería era que él estuviera a salvo, ignoraba sí él pensaba lo mismo, pero por parte de ella, era algo real, y le rompería el corazón saber (pese a que podía pasar) que todo eso no era más que un engaño.

¿Y si por un momento se olvidaban de todo? ¿Y si por un momento olvidaban que eran de dos especies diferentes que estaban en conflicto? Además, ¿quién decía que humanos y vampiros no podían vivir en paz y enamorarse?

Un suspiro muy largo escapó de su garganta cuando Shun rodó su boca por su cuello y ante sus pensamientos, Shaina no pudo evitar sonrojarse, ¿de verdad estaba pensando en estar enamorada de él? Pero es que Shun era el más dulce alivio al final del día más duro. ¿Cómo era posible, que un ser como él viviera en medio de la sombras y estuviera bajo el estigma de la maldad y la oscuridad? ¿Cómo era posible que todos los hechos de belleza y hermosura estuvieran enredados con lo horrible y lo fúnebre?

Si había amor o no, realmente, no importaba, no en ese momento en que su cabeza daba tantas vueltas y le jugaba de vez en vez malas pasadas. Tal vez todo eso ni siquiera estaba pasando, aunque era imposible ignorar el placer que sentía con la boca de Shun succionando sus pezones y acariciando con la punta de sus dedos sus senos y es que ni siquiera supo en qué momento había sido desprendida de su ropa, pero con la misma agilidad ella logró que Shun quedara en igualdad de condiciones. Bajo la poca luz de las velas podía verlo, al hombre escondido debajo de gruesas capas de sobriedad que ahora dejaba caminos brillantes sobre su piel aterciopelada y escondía sus dedos dentro su húmedo sexo.

Shaina no se percató de lo rápida que fue y él no opuso resistencia cuando ella lo hizo acomodarse de espaldas a la cama para recibir con agrado a la Cobra quien en un parpadeo se sentó ahorcajadas sobre su torso desnudo.

Aquello era… diferente, algo demencial, pero sublime, no era delicado como Am, aunque Am no fuera para nada delicada, no era aterrador y apresurado (por parte de ella) como cuando estuvo con Hades. No, aquello era tranquilo, sensual y necesario. Así que no hubo temor ni duda cuando ella se abrió como una flor para recibirlo a él en todo su esplendor con su miembro endurecido que la hizo regocijarse al sentirlo adentro. Él estaba dentro de ella, como un misterio y un pecado, ¿por qué cuantas faltas estaba cometiendo? ¿Cómo vería a los ojos a Am, después de todo eso? ¿Cómo podría decirle a Am, que un sentimiento diferente crecía cada día al lado de ese inmortal? Sonrió, si aun podía llegar al Santuario sería un milagro.

Él era enérgico, no esperaba menos, por lo que no se sorprendió cuando le dio la vuelta y quedó Shun sobre ella como si lo necesitara con locura, Shaina estiró el cuello esperando que la mordiera. Cerró los ojos deseando ser penetrada por esos afilados colmillos, pero contrario a como lo hacía Hades, Shun fue malditamente delicado, bebiendo de su sangre sin ningún afán. Ella no sabía que tenían las perversas mordidas, pero cuando se presentaban en medio del sexo, eran jodidamente agradables, de forma perturbadora, sentir su sangre ser succionada era excitante y afrodisiaco. Muy afrodisiaco, y no sabía si era por el miedo a morir desangrada o la adrenalina, pero aquello era celestial y acompañado de las grandes embestidas del vampiro, el roce se hacía más y más placentero.

Él no lo pidió, se había mantenido al margen pese a las miradas que le lanzaba con lujuria de vez en cuando, por eso Shaina estaba atónita de que hubiera sido ella la que empezó con el festín, y no lo hacía por querer sobrevivir como había pasado anteriormente, a él, a Shun, simplemente, lo quería. Esa noche, Shaina, la Cobra, no descansó como Shun le había pedido, porque ella se perdió entre sus besos y sus caricias una y otra vez sorprendiendo al vampiro con tanta resistencia. Finalmente, el alba llegó, agotando a ambos por igual, a él por la luz del día que era su punto débil y a ella porque ya no pudo más. Ambos se quedaron profundamente dormidos, y Shaina antes de perderse entre sus sueños, se maldijo internamente, porque eso significaba un día de recorrido perdido, pero no lo importó, por un momento, solo quería estar sumergida en los fuertes brazos de Shun.

X-X

Shaina no podía creer que hubiera dormido todo el día, no solo porque se sentía tranquila al lado de Shun sino porque de verdad estaba exhausta y llevaba mucho sin descansar adecuadamente y aunque el sueño fue reparador, ahora se lamentaba el haber perdido un día entero de camino. Shun estaba tranquilo, disfrutando de su compañía hablando de varias cosas sin mayor interés y aunque la Cobra no quería demostrarlo, quería encontrar una forma de que la marcha fuera más rápida. Necesitaba recuperar el tiempo perdido.

—Iremos por acá y así ahorraremos camino.

Shun se aventuró por una vieja avenida y llegó hasta unas desgastadas escaleras que llevaban a un túnel muy decrepito y oscuro.

—¿Qué es este lugar? —Shaina empezó a temer por su vida. Podría ser el lugar donde al final seria sacrificada.

—Un túnel. Nos ahorrará camino como ya dije. Son unas antiguas vías de tren —continuó él descendiendo en lo que Shaina continuaba contemplando el lugar—. ¿No vienes? Las estructuras son firmes. Vamos. Si seguimos por otros senderos tardaremos dos días más.

Shaina observó nuevamente el interior y las escaleras desgastadas, nunca había visto un lugar como ese en sus exploraciones, pero en algunos libros y revistas de la gran biblioteca habían fotos de vías de trenes subterráneos que se veían mucho mejor que ahora. Shun tenía razón, era una vía directa, y ella ya había perdido mucho tiempo desde su fuga, no solo por haberse quedado dormida al lado de Shun sino por sus constante desaciertos yendo por el camino equivocado y corriendo de un lado a otro huyendo de los vampiros. Y si aquel camino le ayudaba a llegar más rápido lo tomaría, suspiró impaciente y empezó a descender las escaleras mientras el vampiro marchaba a su lado y le ofrecía una pequeña linterna que ella reconoció como suya.

—Te será más fácil ver con esto —dijo él, ella aceptó el obsequio algo frustrada de que Shun no le devolviera toda la mochila, ¿Qué más había dentro? ¿Y por qué no le entregaba una de las espadas que él cargaba a sus espaldas? Decidió no darle importancia y continuar, parecía que el haber dormido con él no la hacía alguien de confianza.

—¿Ustedes se quedan aquí? —preguntó ella al ver el deterioro en las paredes y la humedad en cada rincón.

—Realmente no —contestó caminando delante de ella—. Lo hemos explorado nada más, pero debido a que no tenemos necesidad de este, no nos hemos tomado la molestia de arreglarlo.

—¿Estás seguro que las estructuras son seguras? —Shaina alumbró el techo y nuevamente pasó la luz por los alrededores.

—Sí —respondió escuetamente—. Por aca —continuó bajando un alto y pronunciado andén donde Shaina pudo apreciar lo que quedaba de las antiguas vías y un vagón aparcado al fondo—. Debemos ir por acá. Es un camino largo, pero calculo que en tres horas ya estaremos del otro lado.

«Tres horas» Meditó Shaina observando la inmensidad del túnel y se preguntó si podría aguantar tanto tiempo, ya que su cuerpo parecía no querer reaccionar y continuar por ese camino.

—¿Vamos? —dijo él ofreciendo su mano para ayudarla a bajar. Shaina no se hizo esperar por más tiempo y descendió para continuar el camino.

El trayecto era muy largo y la oscuridad muy espesa, la pequeña lamparita de la Cobra iluminaba levemente su camino, ya llevaban más de una hora desplazándose por aquel viejo túnel y Shaina luchaba contra sus pensamientos, no podía estar segura de lo que hubiese más adelante y lo único que percibía era el ambiente pesado y los pasos haciendo eco resonando en las paredes de concreto. Iba muy callada, en ocasiones era Shun quien decía algo para hacerla hablar o por lo menos para saber que ella continuaba detrás de él.

Un ligero chillido de un par de ratas corriendo en las esquinas la hizo sentirse aterrada. Aquellos roedores y las siluetas inquietantes que danzaban a la distancia con cada uno de sus movimientos la perturbaban con el pasar de los segundos. Sabía que era su propia sombra pero no podía evitar que viejos y falsos recuerdos se acrecentaran en su cabeza, estaba perdiendo la batalla.

Un dolor en su pecho la hizo detenerse, su corazón empezó a latir con demasiada fuerza en lo que sus músculos empezaron a tensarse y tuvo que cerrar los ojos porque sentía que con cada paso el túnel se hacía más estrecho. Dejó caer la linterna atrayendo la atención de Shun quien se devolvió para mirarla, ella apretó las manos y dejó escapar un gemido de agobio, tirándose al suelo.

—¡Déjame salir de acá! —dijo angustiada mientras su mente distorsionaba todo a su paso, aumentando el olor a humedad y la sensación de estar atrapada—. Debo volver —continuó tratando de levantarse y caminando de regreso.

—Espera, estamos más cerca de la salida que de la entrada.

—No. ¡Quiero volver, quiero volver! —acotó desesperada respirando con rapidez y sintiendo los segundos pasar lentamente, como si el tiempo se hubiese detenido apropósito.

—Tranquila, tranquila —ofreció el vampiro tomándola de los hombros—. Mírame, mírame Shaina —la chica se tomó varios segundos y clavo su ojos en él—. Tienes que respirar lento, olvida todo. Solo mírame a mí y respira profundo y despacio.

—Déjame ir por favor. Tengo que salir de acá.

—Y lo harás, saldremos de acá. Pero necesito que te concentres. ¿Sí? Cierra los ojos. Shaina cierra los ojos.

Seguir la simple instrucción de Shun estaba siendo muy complicado. Era una instrucción sencilla que ella no podía ejecutar.

—Shaina, por favor, cierra los ojos. Hazlo muy despacio. Vamos.

La Cobra quería correr y salir de allí cuanto antes y estar ahí de pie era aterrador.

—Shaina. —Esta vez Shun la zarandeó para que lo observara—. Cierra los ojos —dijo con firmeza y después de unos segundos la chica hizo como se le pidió pero sin dejar de temblar—. Perfecto, ahora quiero que te concentres en mi voz y respires lentamente. Es fácil. Cuenta conmigo. 1,2,3… Shaina cuanta conmigo.

La Cobra respiró profundo, y luego empezó a contar al unisonó de Shun, en lo que sintió lentamente disminuir su ritmo cardiaco.

—Vas bien, quiero que mantengas tus ojos cerrados —pidió y tomó un pedazo de tela de su camisa para vendar a la cobra.

—¿Qué haces?

—Tranquila, confía en mí —ofreció él y ella accedió algo preocupada, luego él la tomó con mucha delicadeza para llevarla entre sus brazos.

—¿Qué haces?

—Nos falta poco —dijo él con voz suave y apacible—. No te quites la venda, y ya verás como en unos minutos estaremos afuera.

No fueron unos minutos o tal vez sí, el camino fue sumamente extenso para ella. Por ahora estaba afuera, arrodillada en un rincón tratando de controlar sus pensamientos.

—No sabía que eras claustrofóbica —analizó él teniendo en cuenta que nunca la vio con un episodio de esos durante el tiempo que estuvo en la celda.

—No lo era —contestó agotada—. Cada vez que me acerco a un espacio reducido siento que estoy en esa prisión.

—Entiendo. Cuando te sientas mejor, continuaremos.

—Estoy mejor —respondió sin moverse de su lugar.

—Claro. —No quiso llevarle la contraria—. Cuando lo desees podemos continuar.

—De acuerdo —contempló y por alguna razón sentía demasiado frío.

—Pregúntame algo personal, lo que quieras —pidió él con una gran sonrisa—. Lo que tu curiosidad quiera preguntar sobre mí. No importa que sea.

—¿Has estado con un elfo? —Ni siquiera sabía por qué hacía esa pregunta, pero no iba a negar que era algo que la estaba consumiendo.

—Sí.

Shaina resopló ante la respuesta.

—Sus reglas cualquiera las puede romper. No —atacó con sarcasmo en lo que Shun sonreía divertido.

—Sí. Lo dejaré de esta forma: Después de 200 años te aburres de comer siempre lo mismo. Hay que variar.

—¿Y eso incluye a seres del… mismo sexo?

—Claro.

—Oh.

—Son muy pocos los vampiros que se han dedicado toda su vida a una sola pareja. Como Asmita y Albafica. Que aunque su esposa murió hace mucho, nunca lo he visto buscar la compañía de nadie. Los elfos son interesantes —continuó él al notar que la Cobra parecía recuperarse—. Y debido a su debilidad por los collares, nosotros hemos aprendido a ser pacientes y delicados. En otra época no habrías sobrevivido al sexo con un vampiro.

—¿Así de salvaje son? —preguntó con ironía.

—Sí —dijo él despreocupado—. El sexo entre vampiros, es realmente brusco.

—No quisiera imaginármelo.

—No te lo imagines por favor.

—Lo siento. Muy tarde, ya está en mi mente. —Ambos se echaron a reír para luego volver a guardar silencio por unos segundos—. ¿Por qué lo llamas Asmita? ¿Acaso no es tu abuelo? Escuché que Makaria lo llamó abuelo alguna vez. A menos que haya escuchado mal.

—Asmita es el padre de Perséfone, quien fuera la madre de Makaira. Perséfone murió durante la revolución. Asmita adora a Makaira, es lo único que le queda de su hija. Pero yo… yo no soy parte de esa familia. Hades y Makaira me aceptan como su hijo y hermano. Pero Asmita y su esposa Astrea jamás me han visto como su nieto.

—Las familias son complicadas —intentó suavizar, al parecer había hablado de más—. Aunque tu hermana sea una demente, parece que te quiere.

—Ella… es complicada —explicó con seriedad—. Se la ha pasado toda su vida intentando enorgullecer a nuestro padre. Por alguna extraña razón él parece… odiarnos. A veces nos mira de una forma aterradora, para mí es fácil entender eso, no soy su familia aunque me trate como su hijo sé que no soy su familia. Pero para ella es difícil entender que esconde Hades que en algunas ocasiones parece que lo que hacemos no es suficiente. Es una especie de dolor o resentimiento resguardado en lo más profundo de su alma. Como si Makaira y yo no debiéramos estar aquí. O le recordáramos algo malo.

—¿Entonces Hades realmente no los quiere?

—Tiene una forma retorcida de amar —contestó poniéndose de pie—. Al final, todos somos fichas en su juego.

—Y a Hades le encantan sus juguetes —dijo con cinismo.

—Así es. ¿Seguimos? —ofreció su mano para ayudarla a levantar—. Ya estamos a afuera. Lo lograste.

—Gracias —contestó ella intentando sonreír.

—¿Estás bien? ¿Quieres descansar un poco más?

—Estoy bien, pero no estoy del todo bien —respondió pasando sus manos por su cabello en lo que sus ojos brillaban por las lágrimas amenazantes—. No sé si pueda estar bien algún día. Me siento cansada, frustrada y ahora cada cosa me produce terror. A veces… a veces veo fantasmas, he girado varias veces pensando que Tina viene detrás de mí. Pero sé que está muerta.

—Estarás bien, pronto tu mente se aclarará. Has pasado por muchas cosas, pero todo estará bien.

—Eso espero. Pero creo que no volveré a ser la misma de antes. Yo… a veces no quisiera seguir adelante.

—No está mal sentirse así. Yo, iré a dónde tú lo desees. Podemos irnos tan lejos de todos y dejar todos estos malos recuerdos atrás, podemos dejar de preocuparnos por otros y solo ser tú y yo. ¿Qué dices? Iré a dónde tú vayas.

Shaina sonrió complacida, podría hacerlo, podría huir con él y dejar a todos atrás, no tendría que dar explicaciones ya no habría nada porque temer o de qué preocuparse, era una idea excelente, no obstante, no podía dejar a su hermana, a su madre, a Athena y mucho menos a Am.

—Por ahora –contestó agotada–. Quiero llegar a Asgard.

–De acuerdo.

X-X

Al grupo de Saori les tomó cuatro días llegar hasta el Templo Submarino, a Sorrento le habría tomado no más de cinco horas alcanzar el lugar, pero debido a su acompañante humana tuvo que ir despacio, y aunque ella insistió en dormir tres horas al día, igual había sido un camino muy largo para lo que estaba acostumbrado. Ahora el grupo estaba frente al mar, donde una malhumorada Saori miraba a su alrededor sin entender, pues sus ojos lo único que podían ver era kilómetros y kilómetros de agua.

—¿Esto es una broma? —dijo ella mirando al vampiro de cabellos lila quien tan solo la observó de reojo.

—No mi señora, aquí es —contestó Sorrento haciendo resoplar a los otros dos inmortales.

—¿Es una trampa? —inquirió la heredera en lo que los otros ya empezaban a caminar alrededor de Sorrento.

—Tampoco mi señora —prosiguió el General—. No esperaba que estuviéramos a plena vista. No después de todo por lo que hemos pasado.

—¿Por cuantas cosas han pasado? —quiso saber ella.

—Es mejor que el señor Poseidón se lo cuente.

—¿Y dónde está él?

—Tranquila, señorita. Pronto su transporte llegará.

Al finalizar las palabras Sorrento extendió su mano derecha hacia el horizonte, donde una figura se acercaba en un pequeño bote, cuando Saori agudizó la vista pudo ver que habían tres canoas más dirigiéndose a ellos, de sus tripulantes no podía saber nada ya que la luz de la luna no dejaba ver con claridad. No pasó mucho tiempo, cuando tres elfos y un vampiro se unieron al grupo que esperaba en la orilla.

—Su transporte princesa —aclaró Sorrento, en lo que los nuevos llegados clavaban con desconfianza su fría mirada en los tres desconocidos.

—No irá sola —se adelantó a decir Shion al ver espacio solo para ella en el primer bote.

—Tranquilos —calmó Sorrento antes que los otros pudieran reaccionar—. Ustedes irán en las otras.

—¡Claro que no! —Esta vez protestó Aioros—. No la dejaremos sola.

—Estaré bien —tranquilizó Saori.

—Es la única forma de llegar al Templo Submarino —dijo Sorrento mirando a los dos guardianes de la guerrera—. Si quieren se pueden quedar aquí.

—¿Suelen remar hasta la orilla para recoger forasteros? —preguntó Shion con sarcasmo, ya que era bastante curioso que llegaran cuatro botes a recogerlos.

—Tenemos buena vista maestro Shion —dijo una dulce voz femenina, cuando Shion la reconoció su corazón saltó de alegría—. Usted mejor que nadie lo sabe. Nuestros vigías los vieron a lo lejos. Sorrento hizo la señal y aquí estamos. Puede confiar en nosotros.

—Esmeralda —susurró el peliverde a la joven—. Me alegra verte con vida.

—A mí también me alegra, maestro Shion y espero que este encuentro sea propicio.

—Lo será —tomó la palabra Saori—. Ahora llévenme con Poseidón.

Ninguno de los recién llegados protestó. Contrario le dieron paso a la heredera y sus acompañantes, donde cada uno tomó un lugar en los respectivos botes. Shion y Aioros miraban sobre sus hombros la canoa en que se transportaba Saori, quien a diferencia de ellos iba muy tranquila. No hubo palabras en todo el recorrido, los Generales Marinos remaron por varios kilómetros hasta una isla con frondosos y bastantes árboles. La heredera Kido hizo apenas un gesto, pensando en que tal vez se había metido a la boca del lobo, ya que no creía que fuera posible que alguna comunidad viviera allí y si había alguna de seguro no contaban con muchos recursos.

Saori Kido no pudo estar más equivocada, la isla era bastante grande bañada por las olas del mar, con arena blanca y suave, las conchas marinas decoraban la línea costera, y a medida que se adentraban el misterio se hacía más evidente. El sonido de las olas del mar se mezclaba con el canto de las aves y el zumbido de los insectos, era acogedor y tranquilo. Poco a poco el camino fue tomando forma y ella quedó completamente impresionada al encontrarse con una enorme puerta donde aparentemente empezaban las tierras habitadas del Templo Submarino. Un hermoso palacio de cultivos fértiles y nativos jóvenes y bellos se presentó ante sus ojos sorprendidos. Realmente, no esperaba encontrarse con aquella maravilla allí escondida y es que el palacio submarino no tenía nada que envidarle al Santuario.

Sorrento caminó lento al ver a los otros tres contemplando con asombro cada detalle del lugar y no pudo evitar sonreír con petulancia e imaginó que de seguro los Generales Marinos estaban en mejores condiciones que los atenienses. Un castillo modesto se alzó en medio de la isla, a la entrada dos guardias observaron preocupados a Sorrento y a sus invitados.

—La señorita, Kido, desea hablar con el señor Poseidón —comentó Sorrento mirando a sus compañeros quienes fruncieron el ceño—. Ella es la representante del Santuario.

Shion y Aioros carraspearon incómodos en el momento que la identidad de Saori quedó en evidencia delante de todos.

—Siga señorita —dijo uno de los guardias de ojos aguamarina y cabello alborotado.

—Gracias —dispuso ella caminando hacia el interior donde a Shion y a Aioros se les impidió el paso.

—Solo ella puede pasar —advirtió el otro guardia parándose enfrente de los dos atenienses.

—No entrará ahí sola —protestó Aioros.

—Estaré bien —dijo Saori con una ligera sonrisa—. Tranquilos, no quiero empezar una disputa con nuestros anfitriones.

Y aunque Shion y Aioros no estuvieron de acuerdo, se hicieron a un lado rogando internamente que la heredera Kido regresara cuanto antes y en una sola pieza.

X-X

Saori fue conducida por largos pasillos para luego subir una inmensa escalera en forma de caracol, ya en el balcón donde se podía apreciar gran parte del océano, Saori vio sentado en un rincón a Julián.

—Mi señor, le pido mil disculpas —tomó la palabra Sorrento haciendo una ligera reverencia—. Esta señorita es Saori Kido, representante del Santuario y desea hablar con usted.

Julián observó a la joven de cabellos lila por largo rato, no pudo evitar sentir algo de nostalgia al encontrar tantas similitudes entre Saori y Sasha. Sin duda la mujer delante de él era una Kido. Sonrió, era de suponerse que los Kido seguían a la cabeza de todo, ellos jamás entregarían la batuta fácilmente.

—Bienvenida, señorita —dijo Julián poniéndose de pie para observar fijamente a la joven—. Ahora entiendo tu demora, Sorrento. ¿Y Silas?

—Él… —Sorrento carraspeó un poco en lo que Saori pasaba saliva—. Él…

—Fue asesinado por uno de los nuestros —se adelantó la chica mirando fijamente a Poseidón—. Pensamos que estaban con el Inframundo. Fue, un malentendido.

Julián apretó los labios ligeramente, giró un poco el rostro y después de dejar escapar el aire de sus pulmones dijo:

—¿Y eso le diré a su familia? ¿Qué por un malentendido Silas fue asesinado?

—Lo lamento, intentamos protegernos, hemos perdido mucha gente desde que nos vimos involucrados con la gente del Inframundo.

—¿Y quieres que simplemente lo dejé pasar? —dijo el representante del Templo Submarino completamente irritado.

—Sé que una disculpa no cambiará nada. Nos equivocamos, pero en su momento, yo misma pagaré por ello. Por ahora, vine porque quiero y pienso que podemos trabajar juntos ya que ambos tenemos un enemigo en común.

Saori no quiso darle vueltas al asunto, sabía que la muerte de Silas jugaría en su contra, pero aun así debía intentarlo y quedarse lamentándose por lo sucedido no era más que una pérdida de tiempo. Cada segundo valía y era imperativo iniciar una estrategia cuanto antes, porque en cualquier momento el Inframundo tocaría a su puerta.

—Déjanos solos —pidió Julián a Sorrento quien se marchó con una reverencia—. ¿Qué me ofreces a cambio, Saori Kido? —preguntó con algo de desdén, su sonrisa incómoda no amedrentó a la humana.

—¿Qué desea el líder de los Generales Marinos de Athena?

Julián sonrió de medio lado observando a la chica de arriba abajo con algo de lujuria.

—Tú no eres una princesa, eres una reina, ¿no? —dijo él acercándose deliberadamente—. Una reina sirviéndome fielmente en todo lo que necesito y demando, sería interesante.

—¿A qué te refieres exactamente? —preguntó ella con apatía.

—No creo que tenga que explicártelo —continuó Julián caminando hasta el barandal donde se recargó a ver el mar en lo que Saori llegaba a su lado—. Bien podemos luchar juntos, derrotar a Hades, y reinar la tierra los dos. Todo esto será nuestro. ¿No te parece adecuado, Athena? —Saori no contestó—. Pero si lo prefieres, puedo esperar a que Hades y tú se acaben entre sí, con algo de suerte y si sobrevives, puedo después… amarrarte a mi cama y que me sirvas como mejor me parezca.

—Vaya —resopló la muchacha mirando a la distancia—. ¿Debería sentirme alagada? Yo te hago una contrapropuesta. Peleas a mi lado, y pasaremos por alto cualquier falta cometida por los tuyos. Vivirán en su parte del mundo sin ser molestados. Pero si te rehúsas, luego de tomar la cabeza de Hades, vendré por la tuya.

El vampiro sonrió con sarcasmo mirando a los ojos de aquella muchacha que no estaba dispuesta a ceder y mucho menos de demostrar un poco de debilidad.

—¡Escúchame bien, Saori Kido! —bramó él, con un tono moderado pero potente—. Si quieres llegar a un acuerdo conmigo no vengas con esa actitud, ni mucho menos ignores el hecho de que fueron ustedes los que cometieron una falta. Los humanos son despreciables, ya nos hemos visto vulnerados por ustedes. Y cuando queríamos formar una alianza mataron al mensajero. Un amigo y familia para nosotros. No estás en posición de negociar, niña.

—Como te dije antes, estoy dispuesta a asumir las consecuencias de la muerte de Silas, incluso con mi vida si es necesario. Pero por ahora, no podemos discutir cuando nuestro enemigo se hace más fuerte. Tú lo sabes. Son poderosos y no le temen a nada.

—El Templo Submarino lleva prácticamente el mismo tiempo de ser cimentado que el Inframundo —explicó Julián sentándose en la mesa en lo que cruzaba la pierna—. Tenemos elfos y vampiros conviviendo como una única sociedad. ¿Sabes por qué no hay humanos con nosotros? ¿Te has preguntado por qué no hemos atacado directamente al Inframundo? Te pondré en contexto querida niña, tal vez así entiendas quien le debe que a quien.

Saori suspiró con fuerza, pero no dejó que las palabras afiladas de Poseidón la intimidaran y como toda una dama se sentó delante del gran líder.

—Después de la revolución —explicó él—. Vampiros, humanos y elfos escapamos de las malas decisiones tomadas por Hades. Nos vimos expuestos por los efectos del arma biológica, no de la misma manera que los del Inframundo, pero nos mantuvo fuera de combate. Nos tomó tiempo encontrar este lugar, y me tomó tiempo lograr que todos trabajaran juntos, pero lo conseguí. Esto era un antiguo fuerte, por lo que mucha de su estructura estaba en pie e intacta. Como equipo hicimos varias modificaciones y arreglos. La inteligencia de los humanos nos ayudó bastante, la fuerza de los vampiros junto con las habilidades extraordinarias de los elfos hicieron posible esto.

Saori esperó pacientemente a que su anfitrión continuara, pero éste clavó su clara mirada en el agua y su rostro se ensombreció cuando llegaron los recuerdos del pasado.

—Pero los humanos son cobardes, Athena, y son individualistas y narcisistas —resopló—. Una noche nos encontramos con un grupo del Inframundo. Los espectros como acostumbramos a llamarlos, estaban delicados de salud, y les hicimos frente sin ningún problema, los destruimos a todos y empezamos a buscar su refugio. Sin embargo, los pocos humanos que estaban presentes en esa batalla… se asustaron. Y por lo tanto decidieron que lo mejor era pelear por si solos. Decidieron que la ayuda de los inmortales era innecesaria, no sé en qué demonios estaban pensando, pero quisieron tomar este lugar. Sabían que no podían ganarnos, así que hicieron sus propias exploraciones y trajeron consigo el veneno.

—¿Veneno? —preguntó Saori confundida.

—Viajaron a la antigua Ciudad del Norte —continuó tratando de relajar su expresión—. Y trajeron plantas y agua contaminada por el arma biológica; los elfos comieron y bebieron de estos alimentos, enfermaron y nosotros enfermamos con ellos debido a que solo nos alimentábamos de los elfos. Los humanos tenían todo acá, pero prefirieron traicionarnos. ¿Y sabes? —sonrió con algo de burla—. Fueron tan estúpidos e impacientes, que no esperaron lo suficiente, y atacaron cuando aún podíamos defendernos. Por supuesto ganamos, porque si hubiesen esperado un poco más, este lugar sería diferente. Pero no. Su soberbia fue más grande que su prudencia. Ese día murieron muchos humanos señorita, Kido, y los pocos que quedaron vivos los desterramos. No pasó mucho tiempo hasta que perecieron en su propio camino. Nosotros nos recuperamos lentamente, nos costó varias vidas, incluso volvimos a encontrarnos con la gente del Inframundo y esta vez ellos ganaron. Así que tuvimos que estar escondidos, y no hace mucho fuimos capaces de recuperarnos, pero antes, cualquier cosa jugaba en nuestra contra.

Saori se acomodó incómoda en la silla y observó al vampiro esperando que continuara su relato.

—Ahora, tenemos una misión —dijo él esta vez con voz pausada—. Queremos rescatar a los elfos que están en el Inframundo, y sé que… con lo que tenemos, no podemos llegar muy lejos. Supe hace poco de la existencia del Santuario y dedujimos que eran descendientes de la antigua comunidad Rosa de los Vientos. Señorita, Kido. Yo soy testigo del gran valor de los hombres y de lo peligrosos que son. Debo admitir, que pensé muy ingenuamente, que podía llegar a un acuerdo con ustedes y que su tecnología y nuestra fuerza podrían ser una sola potencia contra el Inframundo. Pero la muerte de Silas, me deja en claro que una vez más me equivoqué y que mi gente tiene derecho a estar molesta conmigo y dudar de mi liderazgo. Los humanos no son de fiar y yo he abogado por ustedes en varias ocasiones, pero eso no volverá a pasar.

—Podemos llegar a un acuerdo. Sé que hemos cometido errores y que…

—¡Tráeme la cabeza de la persona que asesinó a Silas y tendremos un trato!

Saori se echó hacia atrás ante la propuesta y la mirada retadora del vampiro.

—No puedo hacer eso.

—Entonces, ve a luchar sola, Athena. Yo solamente estoy exigiendo lo justo. Ustedes mataron a uno de los nuestros, el castigo es la muerte aquí en mis tierras. Por lo tanto, exijo su cabeza. Si me traes la cabeza de ese infame mi ejército servirá fielmente a tus órdenes, Athena.

—Como te dije antes, con gusto ofreceré mi vida para saldar mi deuda con Silas y su familia.

—¿Lo mataste tú, Saori Kido? —preguntó intimidante buscando los ojos de su acompañante—. No fuiste tú. Quiero a la persona que lo hizo, un líder es capaz de sacrificarse, ¿y el verdugo de tu ejército es capaz de sacrificarse por ti?

—No voy a hacer semejante cosa. —Saori se puso abruptamente de pie—. Jamás sacrificaría a uno de los míos solo por satisfacer tu ego.

—¿Mi ego? —dijo él levantando el tono—. Nosotros nos acercamos a ustedes como aliados, y como los animales salvajes que son asesinaron a un buen elfo, no era simplemente, un guerrero, era mi familia, y tu gente lo mató.

—Si la única forma de llegar a una acuerdo es por medio de la violencia, no cuentes conmigo —aclaró ella dándose media vuelta para marcharse—. Pero como te dije antes, después de acabar con Hades, vendré por ti. Eso te lo prometo.

—No si voy yo por ti primero, querida Athena —atacó con cinismo, la chica no se molestó en mirarlo—. Seré un espectador. Al final del día yo iré por el que quede en pie y será sencillo para mí. Sin tantas preocupaciones.

—Como un carroñero —acertó la joven mirando sobre su hombro—. Porque solo eso puedes llegar a ser. Muchas gracias, por recibirme señor Poseidón, pero debo atender asuntos realmente importantes.

Julián sonrió de medio lado casi cautivado por la osadía de la chica. La humana era petulante, pero de cierto modo aquel carácter era: agradable.

X-X

Saori salió del castillo completamente enojada, Aioros y Shion no habían quitado la vista del interior del lugar, por lo que al ver a su líder tan embravecida, simplemente, se limitaron a caminar cada uno a su lado. En esta ocasión nadie escoltó a los invitados, y al llegar a la orilla los barqueros esperaron unos segundos antes de empezar a remar y llevar a los atenienses al otro lado del mar. No hubo palabras por parte de nadie. Al llegar, Saori descendió y con un ligero gesto agradeció el ser transportada y los Generales Marinos se esfumaron entre la niebla mañanera después de despedirse cortésmente de la joven y sus acompañantes.

—Parece que no llegamos a un acuerdo —comentó Shion mirando a la heredera.

—Poseidón está dispuesto a una alianza a cambio de la cabeza de Pandora. Así que no, no llegamos a un acuerdo.

—¿Por qué quiere la cabeza de Pandora?

—Porque ella fue quien asesinó a Silas —contestó Saori, Shion y Aioros comprendieron la gravedad de la situación.

—¿Y ahora que haremos?

—Nada. Pero si Julián quiere una guerra también la tendrá. Por ahora, Aioros debe ocultarse de los rayos del sol —Saori dio media vuelta y emprendió la marcha sin dar lugar a replicas. Los dos inmortales no tuvieron de otra que marchar a su lado.

Continuará…

.

.


Holis, sí todavía estoy por aquí, me tomó un poco de tiempo este capítulo, la verdad llegué a pensar que quedaría más largo jejeje por ahora, no me queda más que agradecerles como siempre a todos por su compañía y paciencia.

Monse: Hola, gracias a ti por leer y dejarme un comentario, gracias, gracias. Sí, no es bueno confiar en Shun o tal vez sí, bueno ya lo verás. Para el próximo capítulo verás a los gemelos malvados y a su padre enfrentarse a los problemas, porque los tendrán y bueno, no te digo más porque te daño la historia jejeje

8D: Gusto en saludarte, amigo. Sí la pobre Shaina no va muy bien, pero ella es fuerte, a ver cómo le va por el camino con Shun, como ves, esos dos no pierden el tiempo XD. Y como ves los impulsos de la Pandora, llevaron a que Saori no lograra un acuerdo. Y aquí un poco de los generales, que están tratando de buscar la mejor solución para todos. En cuanto Regulos, el cobre, y todo lo demás espero poder aclarar eso en el próximo capítulo, pero ya casi. Un abrazo enorme.

Gracias por leer, recuerden que si algo, en mi página de Facebook dejo el enlace de las actualizaciones, entre otras cositas que voy encontrando por ahí. Un abracito. Nos estamos leyendo.