14. Larga noche.
Makaria entró al gran salón levemente iluminado haciendo eco con sus tacones, en el interior todos los del consejo aguardaban en lo que un par de ojos observaban con desconfianza a un elfo de largos cabellos negros que estaba parado en el centro, esto llamó la atención de la vampira quien inmediatamente se enfocó en el pelinegro.
—¿Por qué este elfo no trae puesto su collar? —bramó ella con furia observando a sus acompañantes que no supieron responderle.
—Porque yo lo ordené —contestó Hades ingresando al salón en compañía de Albafica, Asmita y Minos—. De otra forma él no hubiese podido seguir las indicaciones de la misión encomendada —continuó acercándose al elfo para mirarlo a los ojos—. ¿Cumpliste con lo encargado, Shiryu?
—Sí señor —contestó el elfo con mirada baja.
—¿Shun o la humana advirtieron tu presencia?
—No mi señor, Hades, me mantuve oculto como usted me indicó y sugirió. En ningún momento ellos supieron que iba detrás o que los vigilaba.
—Minos —llamó Hades—, por favor ponle el collar a Shiryu. —. Ante el mandato el elfo se echó para atrás reflejando una leve resistencia que no pasó desapercibida por ninguno de los presentes—. ¿Tienes algún problema, Shiryu?
—Señor —se atrevió a hablar el elfo—, usted me dijo que podía ver a mi familia. Hice todo lo que me pidió, por lo que espero que cumpla con su parte del acuerdo.
—¡Oh, desde luego que sí! —respondió Hades caminando hasta el trono con gesto despreocupado—. Ahora por favor, deja que Minos haga su trabajo, Shiryu.
El elfo obedeció no muy convencido, pero sabiendo que no tenia de otra y que si quería ver de nuevo a su familia, debía acatar como se le pedía, por su parte Minos mano derecha de Hades sonrió con cinismo cuando puso el collar alrededor del cuello de Shiryu quien a su vez clavó su clara mirada en la llave que colgaba del brazo del peliplata.
—De acuerdo Shiryu —comentó Hades cuando el elfo fue apresado nuevamente—. ¿Por qué tardaste tanto? Asgard no está tan retirado de acá, debiste haber llegado hace un par de días.
—Señor —se explicó el elfo—, hubo algunos tropiezos por el camino, lo que hizo que me retrasara.
—¿De qué tropiezos hablas? —preguntó Asmita.
—Primero, la humana no quería obedecer a las sugerencias del señor Shun —respondió Shiryu—. Luego ella sufrió un fuerte golpe de calor, lo que llevó a que el señor Shun y la chica perdieran una noche y un día entero, pese a todo, el señor Shun la llevó por un túnel y ahorraron algo de camino. No obstante, después de eso, la humana cambió de descansar una hora en la noche a descansar tres y hasta cuatro horas, y al llegar a Asgard ella fue atacada por el señor Aitor, de no haber sido por el señor Shun la humana hubiese perecido.
Todos aguardaron silencio procesando las palabras del elfo, muchos no pasaron por alto aquel comentario de que Shun y Shaina se habían tomado su tiempo para continuar con el recorrido logrando que algunos, especialmente Makaira, hicieran un gesto de desaprobación entendiendo, que tal vez no había sido por salud aquellos descansos tan prolongados, sino por otras razones. Sin embargo, fue Hades quien rompió el silencio evitando que los demás, empezaran a sacar conclusiones:
—¿Qué hacía Aitor en los límites de Asgard, Makaira? ¿No debía estar vigilando el yacimiento?
—Ignoro el hecho de su desobediencia, padre —contestó la chica—. El Cid tenía órdenes estrictas de no dejar el yacimiento. No comprendo que pudo haber pasado.
—Nos encargaremos de eso después. Aitor pagará por su desobediencia más adelante —hizo ver Albafica.
—Mi señor —llamó Shiryu dirigiéndose al peliceleste—. El señor Aitor fue asesinado. El señor… el señor Shun… lo hizo.
—¿Qué? —Asmita no podía creer lo que escuchaba, un vampiro había asesinado a alguien de su clan y todo por un humano—. ¿Entre la misión de Shun, estaba asesinar a los nuestros, Hades?
—Supongo que tuvo sus razones —objetó el gran líder tratando de no perder los estribos.
—Hay que tener en cuenta que sin la humana lo perdíamos todo —habló Shaka con voz pausada disminuyendo la molestia de su padre—. Si Aitor iba a asesinarla, Shun tuvo que tomar medidas drásticas.
—Podemos entender eso —dijo Makaira—. Shun pagará en su momento si no tiene una base solida para su defensa. Por ahora, quisiera saber, ¿por qué Aitor atacó a la humana si ella estaba con Shun? Sabemos de los impulsos de Aitor, pero jamás hubiese desobedecido una orden directa, mucho menos de uno de los miembros del consejo. ¿Qué fue lo que sucedió exactamente, Shiryu?
El elfo bajó la cabeza no muy seguro de lo que iba a decir, al sentir la presión de todos sobre su persona, continuó con la historia:
—La chica atacó al señor Shun para escapar de él, lo dejó gravemente herido y corrió lejos donde fue atrapada por Aitor que esperaba a que un humano apareciera por ahí. Cuando intenté ayudarla ya el señor Shun estaba atravesándolo con su espada.
Asmita se llevó las manos a la cara, Shaka tenía razón, sin la humana no había nada, pero asesinar a otro vampiro por una misión como esa era simplemente, irritante.
—Lo importante es que dijiste que sabes dónde está el Santuario —tomó la palabra Asmita al ver que todos estaban abrumados por los acontecimientos—. Eso fue lo que dijiste, ¿no es así, Shiryu?
—Si señor —continuó el elfo—. El señor Shun llevó a la humana a Asgard y allí habían otros humanos… del Santuario —aclaró en lo que Makaira y Hades sonreían por igual al saber que tenían razón—. Lamentablemente, el señor Shun fue apresado por los humanos, se movilizaron en una carretilla, y hablaron de un auto y del cobre. Yo fui con los de la carreta quienes se dirigían al Santuario. El lugar está en lo más alto de las montañas. La verdad, es increíble que hayan podido sobrevivir en esas condiciones.
—¿Entonces el Santuario sí existe como se evidencia en los informes? —inquirió Shaka sorprendido—. No están en un bunker. Están en la cima más alta de las montañas. Ellos, ¿lo lograron?... ¿Qué tanto pudiste ver?
—No me atreví acercarme mucho, señor. Tienen vigilantes en los alrededores y un grupo de hombres bien organizados. Vi… una enorme estatua de la diosa de la guerra en la cumbre.
—Athena —susurró Hades—. Es de lo que hablaban los asgardianos. La líder del Santuario es Athena.
—Y la humana pensó que podría mentirnos —dijo el Grifo con los brazos cruzados en lo que giraba la cara molesto—. Debo admitir que tuvo mucho coraje al aferrarse a su mentira.
—Perfecto, Shiryu. ¿Shun sigue con vida? —quiso saber Hades.
—Como lo indiqué. Los humanos lo apresaron, lo llevaron con ellos y lo cubrieron con una lona gruesa, por lo que entendí, el capitán lo quería vivo para saber sobre el Inframundo. Una de las comandantes habló de encerrarlo en una celda especial.
—¿Celda especial? ¿Comandantes? ¿Capitán? —razonó Camus—. Los humanos realmente están bien organizados, parece que han logrado sobrevivir en buenas condiciones a pesar de las circunstancias. Por lo que veo, pueden tener aún su tecnología consigo, y tal vez Shun ya esté muerto… o siendo torturado para que entregue información.
Hades resopló indiferente en lo que Makaira cerraba los ojos, si las cosas estaban como ella creía el mismo Shun llevaría a los humanos hasta el Inframundo.
—¿Tienen un armamento basto? —preguntó Afrodita—. Tienen un auto, están manejando el cobre. Tienen una milicia, ¿qué más pudiste apreciar, Shiryu?
—Como lo mencioné anteriormente, tienen un grupo de hombres y mujeres muy bien organizado, con vigías en cada punto estratégico, pude ver que cada humano lleva consigo algunas armas de fuego, y enormes cuchillos. Son rápidos, y se comunican por una especie de lenguaje de señas. Ignoro los caminos que llevan hasta la cima ya que no me fue posible acercarme y las montañas dificultan la visión interior.
—De acuerdo. ¿Algo más que nos quieras compartir, Shiryu? —preguntó Hades en lo que el elfo negaba en silencio, guardándose información como de algunas trampas que alcanzó a divisar alrededor del Santuario, de la extraña cercanía entre Shun y Shaina, y de cómo los atenienses habían hablado del Templo Submarino—. De acuerdo. Minos, por favor, organiza una pequeña reunión, para que Shiryu pueda ver a su esposa Shunrei y a su hijo Kiki. ¿De acuerdo?
—Si señor —contestó Minos tomando al elfo para sacarlo del salón.
—Que benevolente al recordar todos sus nombres —escupió Asmita.
—Y tú como siempre tan prepotente —atacó Hades—. Es lo mínimo que puedo hacer por aquellos que me llevan la comida a la mesa.
Asmita no contestó e hizo un gesto de soberbia ignorando el tono hipócrita del otro.
—¿Ahora que sabemos dónde está el Santuario, que vamos hacer? ¿Atacaremos?
—No te adelantes, Camus —contestó Hades con arrogancia—. Se acordó en reuniones pasadas de que no asesinaríamos a los humanos, sino que estos servirían de esclavos y así tendremos siempre esa ambrosía. ¿Todavía estamos de acuerdo en eso? —Ninguno objetó—. Perfecto, yo propongo que un escuadrón vaya al Santuario, ataque y tome el lugar. Si nos va bien, nos evitaremos un gran enfrentamiento, y nosotros iremos después a sentar nuestras bases frente a los humanos.
—¿Crees que todo será tan fácil? —quiso saber Albafica mirando a su líder como si hubiera perdido la cabeza.
—Tal vez no —contestó el pelinegro—. Pero no podemos arriesgarnos a ir todos tampoco. Necesitamos saber de que son capaces los humanos y que tantas armas tienen a su disposición, si quieren el cobre, es porque no tienen muchas.
—¿Entonces sugieres mandar a nuestros hombres como carne de cañón para después ir nosotros? —Asmita nuevamente se indignó, ahora entendía porque a Shun le importó menos la vida de Aitor, lo había aprendido de Hades.
—Es un riesgo que debemos correr —ofreció el pelinegro haciendo subir varias cejas.
—Me parece que es el plan más sensato —expuso Albafica en lo que Hades inflaba pecho—. Sabemos que nuestras fuerzas son superiores. Enviemos a los mejores a esta misión. ¿Cuándo atacaremos?
—En una semana —contestó Hades rápidamente.
—¿Una semana? —preguntó exaltada Makaria—. Una semana es mucho tiempo, padre. Para entonces tal vez Shun ya esté muerto. —«O traicionándonos», pero prefirió no decirlo.
—No podemos atacar en este momento —intervino Afrodita—. Los humanos están es estado de alerta debido a los últimos eventos, lo mejor es esperar a que bajen la guardia. Así tendremos más oportunidad.
—Exactamente —expuso Hades, siendo secundado por Albafica y Asmita—. Preparen al grupo que irá a esta misión y que alguien trate de comunicarse con El Cid. Mientras tengamos el cobre, tenemos la delantera, así que ese lugar es nuestra prioridad.
Los siete miembros del consejo abandonaron el salón para cumplir con lo encomendado, dejando a los tres maestros solos.
—¿Crees que Shun, sobrevivirá con los humanos? —quiso saber Asmita, aunque el chico no era de su agrado, seguía siendo parte de la manada.
—La humana sobrevivió a nosotros, él no tendrá problemas —recalcó el pelinegro, pero Asmita torció la boca.
—Me preocupa un poco la versión del elfo. La humana y Shun se tomaron su tiempo en el camino. ¿Te parece correcto, Hades?
—¿Acaso insinúas algo, querido Asmita?
—Estamos pensando —tomó la palabra Albafica—. Que tu hijo, tiene una relación con esa humana igual que lo hicieras tú antes.
—Saben perfectamente que la única forma en que ella podía salir del castillo era haciéndole creer que habíamos bajado la guardia —se defendió el pelinegro—. En la celda nunca lo lograría y no con Makaira y Aioria vigilando constantemente. Shun por su parte la convenció de poder confiar en él. Mi hijo sólo está interpretando su papel, si eso lo llevó a involucrarse con la humana físicamente, no puedo juzgarlo, es parte de su plan. Todo lo hace por la misión.
—¿Cómo matar a Aitor? —escupió Asmita.
—Sí —contestó Hades rotundamente—. Aitor no debió estar ahí, y de no haber sido por las decisiones de Shun habríamos perdido el rastro y no tendríamos nada. Aitor se merece lo que le pasó.
—Pasaré por alto la insubordinación de Shun en esta ocasión —expuso Asmita, Hades sonrió de medio lado—. No lo hago por ti, y mucho menos por él. Lo hago por el respeto que siempre tuve y siempre le tendré a la difunta Eurídice.
—Me parece sensato. ¿Qué hay de ti, Albafica?
—Me tiene sin cuidado todo el asunto —contestó el aludido—. Si con esto tenemos a los humanos bajo nuestros pies, los sacrificios serán necesarios. Según veo. Aitor no será el único que tenga que sacrificarse por esta causa. Sin embargo, espero que el dormir con esa humana les sirva de algo a ustedes dos y lo que tengamos que sacrificar sea mínimo.
—Nuevamente les reitero —aclaró Hades ya algo molesto—. No pasó nada entre la humana y yo. Jamás haría algo tan asqueroso. Ahora, si Shun tuvo que hacerlo, ya hemos decretado que fue parte del plan, pero estoy seguro que no tuvo que ser de su agrado.
—Sí, Hades, tienes razón —ironizó Albafica con sarcasmo—. Ni tú ni tus hijos hacen nada sin un propósito —recalcó con amargura en sus palabras haciendo que Hades se revolcara en su lugar, dicho esto, se dio media vuelta y se marchó. ¿A qué se refería Albafica?
X-X
Shun empezaba a tener un tic nervioso, sin imaginar que podía llegar a sentirse de esa manera, pero las horas pasaban y nadie iba a su celda; y no le importaba ver a alguna persona, solo requería saber cómo se encontraba Shaina. La visita de Pandora, no le había dado muchas respuestas y no iba a negar que se había enfocado en molestar a la morena y que eso no lo convertía en el ser favorito de la comandante. Pandora, no le diría nada de Shaina.
¿Pero dónde estaban los otros? ¿No había alguien quien quisiera interrogarlo? ¿Al menos una persona? Sin embargo, si había alguien, un pequeño intruso que llevaba varios minutos escondido en un rincón. Shun fingía no haberlo sentido, pero la intromisión de alguien que parecía no ser de mucha importancia le ponía los pelos de punta.
—¡Ya sal de ahí! —ordenó exasperado, pero no obtuvo respuesta—. ¡Sé que estás ahí, sal!
Unos hermosos ojos centellantes se asomaron desde la oscuridad, Shun observó a un pequeño niño de cabellos de fuego mirando con algo de temor.
—No deberías estar por acá, mocoso —dijo el vampiro en lo que el niño seguía sin dejar de mirarle—. ¿Qué quieres?
—¿Me dejas ver tus colmillos? —respondió el infante de una forma muy rápida.
—¿Mis colmillos?
—Sí, ¿puedo verlos?
—Oh, claro que sí puedes verlos —contestó con cinismo—. Abre la reja y te los dejaré ver, solo tienes que acercarte un poco.
—No soy idiota —comentó el pequeño sintiéndose ofendido—. En el momento que abra la reja vas a escaparte y matarme, y no voy a permitir eso.
—¿Si no eres idiota que haces acá? Porque solo un niño idiota le pediría a un vampiro ver sus colmillos.
—Es que Aioros, nunca me ha dejado ver sus colmillos.
—¿Aioros?
Ante la fascinación de Shun por aquel nombre, el pequeño supo que había hablado de más.
—Es… es… es… un…
—Así que es verdad, Aioros está con el Santuario.
—Sí, ¿y qué? Tú no puedes hacer nada ahí encerrado.
—¿Quieres apostar, mocoso? —Shun se acercó a la reja dejando ver sus brillantes ojos llenos de odio. El pequeño se asustó echándose hacia atrás, pero eso no lo hizo desistir en su labor.
—Mi nombre es Ares —continuó el niño—. ¿Quieres saber por qué me llamo Ares? Te contaré el origen de mi nombre si me dejas ver tus colmillos.
Shun resopló molesto y se alejó para acomodarse en un rincón.
—No me interesa —dijo el peliverde—. Ares era el dios de la guerra en la mitología griega. ¿Y eso qué?
—Sí, pero no por eso mi papá me llamó Ares… te contaré.
El pequeño pelirrojo se sentó delante de la celda bastante entusiasmado en lo que Shun se llevaba las manos a la cara; aparentemente no se desharía del niño tan fácilmente.
—Mi papá quería que alguno de sus hijos se llamara Arles, como él. Pero ni la mamá de mis hermanos ni la mía aceptaron. Ambas decían que el nombre era horrible.
—¿Eres el hijo del capitán? —dedujo Shun, aunque había sido apresado bajo el dolor de una gruesa red de plata, había estado prestando atención a su alrededor, y desde luego supo quien era Arles, y ahora podía saber quiénes eran los hermanos de aquel mocoso—. ¿El capitán tiene dos esposas?
—No… bueno, las tuvo… bueno, no.
—Explícate antes de que pierda la paciencia.
—Verás, mi papá se casó con la mamá de mis hermanos. Dicen que era una mujer hermosa. Pero ella falleció hace 15 años, tiempo después, mi mamá se casó con mi papá y nací yo.
—Ah, ahora entiendo. ¿Qué le pasó a la madre de tus hermanos?
—Enfermó —contestó con voz apagada—. Un virus nos atacó. Algunos murieron, no pudimos hacer nada.
—¿Si no la conociste, por qué te aflige su muerte?
—Porque mi mamá también murió. Hace cinco años. También enfermó.
—Tal vez tu padre las asesinó a ambas. —Shun pasó por alto el dolor del pequeño, e igual, tampoco es que le importara mucho y si con eso lograba que el niño se fuera, le daba igual. De todas formas, de él no obtendría mucha información. ¿Qué tanto podía saber un infante? Por más que fuera el hijo del capitán eso no lo convertía en una persona de interés.
—¡Muchos enfermaron en ambos periodos! —atacó molesto el chico evitando ser traicionado por el llanto—. ¡Ese virus se llevó a muchas personas consigo!
—Eso fue lo que te dijeron. Los humanos suelen mentirles a los niños.
—¡Eso fue lo que pasó! Los padres de la señorita Kido, mi tío y mi mamá murieron, y muchas personas más.
—¿Dijiste Kido?
—No. —Ares por un momento olvidó que estaba enojado al comprender que seguía hablando de más—. No dije eso.
—Vaya, si lo dijiste. Así que los Kido siguen detrás de todo esto. Interesante.
—Tú no puedes hacer nada.
—De acuerdo, ¿y cómo es que llegamos a lo de tu nombre? —Shun pareció más comprensivo lo que hizo que Ares sonriera de alegría, y se levantó para contar su relato. Por su parte, el vampiro decidió prestar atención a las palabras del niño, tal vez podía saber algo al fin de cuentas.
—Como te dije antes, mi papá quería que alguno de nosotros nos llamáramos Arles, pero a nadie más le gusta ese nombre, excepto a él. Así que mi papá convenció a mi mamá de llamarme Ares, como el dios de la guerra. A ella le gustó y así me llamó, de alguna forma mi papá se salió con la suya porque nuestros nombres son similares. ¿No te parece interesante?
—Oh, sí, es la historia más interesante que he escuchado en toda mi vida.
—¿Entonces, me enseñarás tus colmillos?
Shun rodó los ojos, por lo que veía el pequeño no había entendido el tono sarcástico, pero había algo que tal vez, ese niño podía hacer por él.
—Te dejaré ver mis colmillos, si haces algo por mí.
—No seré tu cena.
—No, no es eso… —Shun intentó no reír ante el tonó indignado del más joven—. ¿Conoces a Shaina?
—Sí, es mi prima.
—¿Tu prima? —repitió en lo que el niño asentía—. Oh, entiendo. Bueno, quiero saber cómo está ella. Si está con vida y estable.
—Está con vida —contestó el niño, Shun intentó no alegrarse—. Pero no sé nada más de ella, no me han dejado verla.
—Pero puedes ir a verla, ¿no? —ironizó—. Llegaste hasta acá. Y no es un camino fácil. Algo me dice que eres bastante escurridizo.
—Si te traigo información de ella, ¿me dejaras ver tus colmillos?
—Sí. Pero quiero buena información, no un simple: 'Está bien'. ¿De acuerdo?
—De acuerdo. ¡Que sea un trato!
—Trato hecho. Te espero con mi recado.
—Me tomará un poco de tiempo. Mucha gente está con ella.
—No tengo a donde ir.
—De acuerdo. —Ares sonrió divertido y se alejó saltando de la celda a cumplir con su misión.
X-X
Arles y sus hijos caminaban con mucho afán, la luna era brillante e iluminaba el camino, si todo salía bien, estarían pronto con Frodi y solo debían esperar al amanecer para avanzar, no obstante, había un sabor amargo en el aire.
Arles era un hombre muy fuerte, de los mejores en la orden, y sus hijos se caracterizaban por ser precisos y agiles, Saga y Kanon, eran de los pocos, que habían logrado después de rigurosos entrenamientos, igualar y casi superar la velocidad de Aioros y Shion. Arles podía sentirse tranquilo, sus dos hijos eran los más poderosos del Santuario y llevaban tantas armas que bien podrían asesinar a cien hombres, pero algo en el ambiente le advertía que no debía confiarse y más ahora, que sus rutas se reducían a un solo y único camino.
—Tal vez debamos acortar la distancia por las fábricas abandonadas —ofreció Arles, en lo que sus dos hijos lo miraban confundidos—. Solo hay un camino, si alguien nos sigue encontrarán el auto. Si tomamos los atajos estaremos con Frodi antes de tiempo.
—Dijiste que los atajos eran peligrosos. Que debíamos seguir por la carretera en la noche —recalcó Kanon.
—Sé lo que dije. Pero me preocupa que el muchacho no haya podido ocultar bien el auto y sea presa fácil.
—De acuerdo, vamos por las fábricas —concilió Saga—. Los árboles nos ayudarán a ocultarnos. Estamos bien armados y somos rápidos. Sólo debemos ser precavidos y… —un fuerte ruido sobre sus cabezas los hizo mirar hacia arriba—. ¿Qué fue eso?
—Un ave —contestó Kanon.
—Es una ave muy grande —hizo ver Saga.
—Vampiros —susurró Arles al ver sombras saltando en los alrededores—. ¡Espalda con espalda! —Ante la orden los gemelos tomaron sus armas y se ubicaron detrás de su padre cada uno apuntando a una dirección diferente con sus automáticas—. Atentos.
—Humanos —siseó una voz entre las sombras—. Devuelvan el cobre, y tal vez seamos clementes con ustedes.
—Si quieren el cobre vengan por él. ¡Alimañas! —decretó Arles—. ¡Cobardes!
—¡A ellos! —bramó la voz.
—¡Fuego! —ordenó Arles.
Rápidamente toda la zona se convirtió en un campo de tiro, pese a la oscuridad, los humanos tenían buena vista y estaban muy bien organizados, por lo que dos vampiros recibieron fuertes impactos de bala que los dejó mal herido, y aunque los demás intentaban acercarse siempre alguna ráfaga lograba mandarlos para atrás. Los hombres giraban de vez en cuando, y cuando alguno necesitaba recargar era cubierto por los otros sin dejar brecha alguna.
El Cid y Shura observaron a los mortales desde una prudente distancia, los hombres eran veloces y descargaban sus armas sin darle tiempo a los vampiros de pensar en una estrategia, y no fue hasta que uno a uno de los chupasangres empezaron a caer muertos, que El Cid decidió tomar cartas en el asunto.
—Shura, ve por ellos —ordenó el mayor saltando por los aires a gran velocidad para caer encima de los atenienses.
—¡Arriba! —alertó Saga, pero ya era demasiado tarde, El Cid, cayó entre ellos con los ojos enrojecidos y sus afilados dientes a la vista rompiendo la formación de los humanos.
—¡No se distraigan! —acató Arles, quien al intentar dispararle a uno de los inmortales fue rápidamente desarmado.
—¡Papá! —llamó Kanon pero Shura se atravesó en su camino.
—¡No se distraigan! —volvió a ordenar Arles tratando de darle pelea al vampiro que tenía enfrente.
Por su parte Saga, intentaba evitar las embestidas del El Cid, que pese a ser uno de los vampiros de las primeras camadas, se movía con bastante rapidez, el humano también era veloz, y esto tenia al vampiro iracundo porque no había podido arremeterlo como quería. El Cid lograba escapar de las balas, y desarmó al muchacho en dos ocasiones, pero Saga seguía moviéndose y sacando artefactos para defenderse.
El Cid sonrió con petulancia, dándole la razón a Hades, y deduciendo que los humanos si estaban con Shion o Aioros, o con ambos, porque solo un inmortal sería capaz de entrenar a un hombre de esa manera, que si los humanos hubiesen aprovechado esa habilidad en el pasado, y hubiesen aprendido de los vampiros y elfos, la historia de la revolución habría sido diferente.
Pero aunque los humanos eran rápidos y eran astutos, seguían siendo humanos, y por lo tanto su habilidad se consumía mucho más rápido que la de los vampiros, que podían mantener su velocidad incluso durante años. Los tres atenienses empezaban a verse cansados, no menos decididos pero sí más lentos, y fue esa pequeña brecha la que logró que El Cid tumbara a Saga plantándose sobre él para aniquilarlo, pero antes de poder siquiera acercar sus afilados colmillos en el cuello del muchacho, una daga que surcó el aire se clavó en su costado izquierdo haciéndolo chillar.
—¡Anciano! —musitó El Cid con los ojos enfurecidos, sin soltar a Saga y viendo como Arles le desgarraba la garganta a uno de los vampiros, y que aun así tuvo la habilidad para arrojar el cuchillo y salvar al hombre que estaba bajo él—. ¡Te asesinaré!
—Tu pelea es conmigo —exclamó Saga, sacando una semiautomática que impactó en el pecho de El Cid dejándolo en el suelo, donde rápidamente el gemelo mayor cambió la posición para darle el tiro de gracia.
—¡Padre! —llamó Shura quien había estado jugando con Kanon haciendo que gastará todas sus municiones y energía.
—No iras a ninguna parte —demandó el menor de los gemelos haciendo que Shura retrocediera al cortarle la pierna con una impresionante espada. El vampiro iracundo, tomó la hoja con la mano desnuda y aunque el dolor de la quemadura fue fuerte, logró romper el sable en dos y luego en un ataque de rabia, pateó al gemelo en la pierna derecha fracturándola de inmediato, haciendo que Kanon soltara un impresionante bramido.
—¡Kanon! —gritó Saga, donde El Cid aprovechó la oportunidad y lo arrojó por los aires liberándose de él.
—¡Kanon! —Arles, disparó su arma contra un vampiro que iba hacia él y corrió tan rápido donde se encontró con un aturdido Saga a quien levantó para lograr llegar con el menor de los gemelos, pero empezaban a rodearlos los tres vampiros que quedaban de pie, en lo que Shura estaba atento a las heridas de su padre—. ¡Kanon, Saga! ¡Granada! —bramó, los dos chicos se cubrieron los ojos y Arles arrojó una esfera al aire que se abrió reflejando una potente luz ultravioleta que cegó a los chupasangre—. ¡Vamos, vamos! —ordenó.
Saga y Arles tomaron a Kanon para desaparecer entre la oscuridad de los árboles y las ruinas de viejas construcciones.
—¡Vayan por ellos! —dijo El Cid enfurecido tratando de recuperar la visión, pero tanto él como su tropa estaban fuera de combate.
X-X
Ares se metió a hurtadillas en la enfermería, tuvo que esperar largo tiempo hasta que Shira y Pandora abandonaron el hospital y luego con delicadeza se escurrió entre las habitaciones hasta llegar cerca a la cama de Shaina que parecía estaba profundamente dormida.
—Deberías estar descansando, pequeño —dijo la Cobra. Ares suspiró derrotado al sentirse descubierto, pero no pudo evitar sentir tristeza al escuchar a su prima favorita con una voz tan apagada y marchita—. ¿Qué te trae por aquí?
—Quería verte —contestó el niño acercándose a la cama, sorprendido por lo diferente que estaba Shaina, se veía muy pálida y distante.
—No estoy en condiciones para que me veas.
—Pero quería hacerlo —dijo él sentándose a un lado de la cama.
—Me contaron, que lograste construir un computador, ¿cómo fue eso?
—No fue sencillo —contó el niño entusiasmado—. Tuve que buscar muchas piezas. Tuve que leer muchos libros, y soldar, y… bueno, fue mucho lo que tuve que hacer… ¿sabías que el primer computador fue creado en 1936? ¿Te imaginas eso? Tuvieron que usar varios códigos para hacerla funcionar, y además…
—Habla más despacio, pequeño —pidió ella—. Mi cabeza va muy lento. Creo que estoy muy medicada.
—Entiendo —sonrió él—. Debes estar mareada y confundida. Como si no supieras en que plano estás…
—Sí, sí. Eso. Por favor no empieces a enumerar todos los efectos.
—No lo haré —dijo tratando de no seguir hablando.
—No lo puedes evitar, ¿cierto?
—No —contestó con una sonrisa—. Voy a cambiar de tema… ¿cómo estás?
—Aparte de estar enloqueciendo. Estoy bien.
—No estás enloqueciendo. Los medicamentos hacen que te disocies un poco.
La explicación de Ares, parecía alentadora, pero Shaina sabía que no podía ser la misma de antes, no cuando, lo primero que hizo al estar un poco consiente fue buscar a su padre ya fallecido, se sintió como una idiota cuando le contaron gentilmente que él ya no estaba entre los vivos.
—¿Te alentaras pronto?
—¿Estas muy interesado en mi salud? —dijo ella casi cerrando los ojos—. ¿De cuándo acá tan preocupado por mí?
—Siempre me preocupo por ti. Además, el vampiro…
—¿Cuál vampiro? —preguntó ella viendo a Ares taparse la boca con las manos—. ¿Ares, has ido a ver a Shun?
—No se lo digas a mis hermanos. Van a matarme.
—Eso sí Shun, no lo hace primero.
—No creo que lo haga, parece gentil —comentó con amplia sonrisa en lo que Shaina rodaba los ojos.
—¿Cómo está él?
—¿De verdad quieres saberlo? —preguntó en lo que ella asentía—. Está bien… creo… tiene varias heridas causadas por el sol y la plata. No han sanado del todo y nadie ha ido a verlo.
—Lo dejaran morir. Él necesita sangre para recuperarse —ofreció la Cobra tratando de ponerse de pie.
—¿Qué haces? No puedes abandonar la cama. Tranquila.
—Tengo que ayudarlo.
—Yo lo ayudaré. Dime cómo. Yo lo ayudo. Pero no te muevas de acá.
—No quiero que te acerques a él, podría ser peligroso.
—Pues no tienes más alternativas. Me dices como ayudarlo o gritaré para que todos lleguen y no te dejen ir, te amarrarán a la cama y te van a sedar, tú decides.
—De acuerdo —aceptó ella acomodándose en la cama—. Mocoso manipulador… hay un poco de sangre en el refrigerador que está en el segundo piso cerca al cuarto de las enfermeras. Son donaciones de los ciudadanos para mí. Así que ve por una bolsa de esas.
—¿Pero no la necesitas tú?
—No, ya me hicieron muchas transfusiones. Toma una bolsa y llévasela a Shun.
—¿Segura?
—Sí, Ares. Haz lo que te digo.
—De acuerdo.
—¿Estarás bien?
—Sí. Dile a él, que estaré bien y que espero que él se mejore pronto también.
X-X
—No tenemos mucho tiempo —anunció Arles corriendo entre las ruinas junto a sus dos hijos, Kanon era cargado por ambos debido a su pierna fracturada—. Recuperaran la visión en cualquier momento. Paremos aquí —continuó en lo que acomodaban a el menor de los gemelos contra una base—. Eso no se ve nada bien.
—¡Maldito vampiro! —expresó Kanon tratando de aguantar el dolor.
—El hueso se salió —hizo ver Saga—. Debo acomodarlo.
—Sí, hazlo —aceptó el menor cerrando los ojos con fuerza para resistir lo que venía.
—A la cuenta de tres —empezó Saga—. Uno, dos… oye, ¿si mueres me puedo quedar con Marín?
—¡Que estupideces estás diciendo, Saga…! —un grito de dolor interrumpió la retahíla de Kanon quien hizo lo posible para no levantar mucho la voz—. ¡Maldito!
—Lo siento. Era mejor así.
—¿Cuántas municiones les quedan? —preguntó Arles mirando sus armas y vigilando los alrededores.
—No muchas. Nos hicieron gastar la mayoría en ese estúpido combate —advirtió Saga al descubrir el plan de los vampiros, bien pudieron matarlos a todos, pero los chupasangre estaban jugando con ellos.
—Alcanzaran el auto en cualquier momento —se preocupó el mayor.
—Tal vez Frodi logró esconderse bien —ofreció Saga atendiendo la pierna herida de su hermano—. Estaremos bien.
—¿Alcanzaron a ver cuántos quedaban?
—Cinco —contestaron los gemelos en unísono, Arles sonrió agradecido, fue el mismo número que divisó él.
—Podemos con los cinco —alentó Kanon, pero su padre lo miró de arriba abajo—. ¿Qué?
El capitán no contestó de inmediato porque estaba ocupado analizando toda la situación. Ocho vampiros los habían atacado y ellos habían gastado más de la mitad de municiones y energía, y, aun así, sólo habían logrado asesinar a tres vampiros y de seguro eso, había sido pura suerte. Ahora, Kanon estaba herido, la fractura de su pierna le impedía moverse libremente, sin contar que estaban en una clara desventaja en la oscuridad y los vampiros gozaban de visión nocturna.
Había un solo camino el cual podían seguir los inmortales y el cual los llevaría directo hacia Frodi y el cobre. Como lo veía Arles, todo estaba en su contra. Quedaban (si estaban bien), cinco vampiros, cinco, y ellos casi mueren en ese primer enfrentamiento. Tenían pocas armas, tenían pocas municiones, estaban cansados, y si él estaba asustado, de seguro sus hijos también lo estaban, porque podían ser muy valientes, muy fuertes, pero como todo hombre tenían temor a la muerte, y lo que estaba afuera esperándolos era la parca en su máximo esplendor.
—De acuerdo —expresó Arles buscando las palabras—. El cobre debe llegar al Santuario, no importa lo que pase. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —contestaron los chicos sin entender a donde iba todo eso.
—¿Cuántas granadas de plata tienen? —inquirió el capitán.
—Dos —respondió Saga.
—Tres —dijo Kanon.
—Perfecto, yo tengo dos más. Será suficiente —continuó el mayor tomando los explosivos para guardarlos en una de las mochilas.
—¿Qué piensas hacer? —preguntó el menor de los gemelos—. ¿Las pondrás en el perímetro?
—Estas granadas son nuestra única oportunidad —explicó Arles a sus hijos—. Necesitamos atraer a todos los vampiros y detonarlas en un solo punto, así no quedará ninguno de ellos.
—¿Y cómo piensas atraerlos? —inquirió Saga en tono molesto.
—Escuchen —dijo Arles con firmeza tomando a sus dos hijos por la nuca—. El cobre debe llegar al Santuario, ustedes aceptaron venir hasta acá sin importar el costo. Ahora les pido que obedezcan y hagan todo lo que les diga.
Los hermanos guardaron silencio por un pequeño momento analizando fríamente la situación, el plan era simple, ellos lo sabían, habían pensado exactamente lo mismo: La única forma de asegurar que las granadas detonaran cuando estuvieran los vampiros cerca, era estar uno de ellos también muy cerca de estas, y eso solo significaba una cosa…
—¡No! —refutó Kanon—. Yo lo haré, yo soy una carga. Yo lo hago, papá. Yo atraeré a los vampiros. Ustedes tienen que escapar.
—No. —Arles observó a sus hijos con una nostálgica mirada—. Ustedes, tienen que salvar al Santuario, ustedes tienen que salvar a nuestra gente y asegurarse que el cobre llegue. No quiero que se rindan ahora.
—Padre, yo iré —tomó la palabra Saga buscando la forma de convencer a su progenitor—. Soy rápido, tal vez…
—No me pidas que deje morir a uno de mis hijos. Ustedes son lo mejor de mi vida, y no los voy a perder así. Y vaya que su madre jamás me lo perdonaría. Saga, Kanon, ustedes dos son de los más fuertes guerreros, el Santuario los necesita.
—También te necesitan a ti. Nosotros te necesitamos… —Kanon bajó la cabeza intentando no ser traicionado por el llanto.
—Escuchen, creo en ustedes y en nuestra victoria, deben proteger a nuestra diosa y nuestro hogar. Ustedes llevarán al Santuario a la victoria. ¿Está bien? ¿Está bien?
—Papá… yo… puedo hacerlo. Déjame…
—No, Saga. Ahora quiero que me prometas una cosa. Quiero que me prometas, que cuidarás a Kanon y Ares. Promételo.
—Pero…
—Promételo, Saga. Ellos son tu prioridad. Deben cuidar del Santuario, sí. Pero tus dos hermanos son tu prioridad. Prométeme que cuidaras de ellos. Promételo… Saga…
—Te lo prometo —aceptó con voz entrecortada.
—Kanon, quiero que me prometas que cuidarás de Saga y Ares. Pase lo que pase. Ellos son tu prioridad, ¿de acuerdo, Kanon? ¿Me lo prometes?
—Papá…
—Promételo, Kanon. Solo hazlo, ¿quieres, hijo?
—Te lo prometo.
—Está bien —aceptó Arles abrazándolos a ambos—. Los amo. Son mi mayor orgullo. Pase lo que pase, oigan lo que oigan. No vayan tras de mí. Deben cuidarse entre ustedes. Los amo.
—¡Papá! —llamó Kanon tratando de correr tras su padre, pero Saga se lo impidió—. ¡No! ¡No!
X-X
Shiryu fue empujado adentro de una reducida habitación donde minutos después llegó una hermosa elfa de cabellos largos y negros cargando un pequeño bebé entre sus brazos.
—Shunrei —dijo el elfo mirando a su esposa y acercándose para abrazarlos a ambos—. Me alegra verlos con bien.
—No sé que tuviste que hacer para lograr este encuentro. Espero que no haya sido nada malo.
—Tenía que hacerlo, debía verlos.
—No me estoy quejando —expuso ella acariciando suavemente el rostro de Shiryu—. Pero no quiero que te expongas por unos segundos.
—Todo estará bien —dijo él abrazándola nuevamente para susurrarle en el oído—: El Santuario existe.
—¿Sí? —Ella intentó no sorprenderse.
—¿Cómo está este pequeño? ¿Come bien? ¡Hola, Kiki!
—Come más que cualquier otro. Es un niño regordete y fuerte.
—Me alegra Mucho.
—Se acabó el tiempo —dijo Minos desde la puerta donde ambos elfos se miraron con tristeza.
—Pronto saldremos de aquí —susurró Shiryu abrazando a su esposa una vez más—. Mu tiene un plan, confía en mí.
—¡Shiryu! —bramó Shunrei cuando Minos se adentró a sacar al elfo con violencia.
—Estaremos bien —dijo el pelinegro siendo arrastrado fuera del cuarto—. ¡Te lo prometo!
X-X
—¿Los encontraron? —preguntó El Cid quien apenas se recuperaba de las heridas del arma de fuego en su pecho, debido a las lesiones ellos también estaban ocultos y revisaban los alrededores con mucha precaución.
—Los perdimos —contestó uno de los vampiros.
—No deben estar lejos —recalcó Shura ayudando a su padre—. Hay un auto, te lo dije, y solo hay un camino. Yo iré tras del vehículo, estoy seguro que puedo darle alcance, los otros tendrán que salir de su escondite para protegerlo.
El líder del grupo observó a su hijo por unos segundos, de todos, él era el que menos heridas había recibido, y no esperaba menos de Shura quien siempre había sido ágil y veloz, no obstante, aunque ellos eran fuertes y poderosos, tres vampiros habían caído por culpa de los humanos. Esos hombres, no eran como los de la antigua comunidad Rosa de los Vientos, no, a ellos se les veía más decididos, más organizados, incluso eran hasta más sensatos, habían aprendido bien del maestro, ya fuera Aioros o Shion estaban muy bien entrenados. Podían tener pocas municiones, pero seguían siendo peligrosos, y El Cid estaba consciente que si no hubiese sido por Shura, en ese momento él también estaría muerto. Tenían a como de lugar, tomar la delantera y vencer a los humanos, ya que al consejo no le gustaría la muerte de sus miembros y el haber perdido la vigilancia del cobre.
El cobre. Si con tan poco los humanos eran peligrosos, no quería imaginar de lo que serian capaces si tenían el material suficiente para fabricar más armas.
—Esos mocosos son rápidos —analizó El Cid—. Sus armas son veloces, pero si necesitan el cobre es porque no tienen muchos recursos, de seguro, esos tres ya no tienen nada. Sigan buscando y, Shura, ve por ese auto. No podemos permitir que los humanos lleven el cobre a su comunidad.
—Sí.
—¡Alimañas! —bramó una potente voz—. ¿Qué pasó? ¿Están asustados? ¿Quieren a sus mamitas? ¡Salgan cucarachas! No les tememos.
—Es el anciano. Los otros dos no están por ahí —informó un vampiro de ojos verdosos.
—Seguro es una trampa —analizó Shura—. Los otros deben estar escondidos.
—Creo que el anciano busca distraernos —acotó El Cid poniéndose de pie—. Les está dando tiempo a sus hijos para que vayan por el cobre y lo resguarden. No podemos ponernos a jugar con ese hombre. Si perdemos a los humanos de vista, estaremos perdiendo el cobre que se llevaron y no podemos permitir eso. Hay que destruir al anciano de inmediato y alcanzar a los otros.
—Hay que tener cuidado, padre, sus armas son peligrosas. Si nos ataca nuevamente con la luz ultravioleta seremos presas fáciles.
—Por eso rodearemos al anciano. —El Cid rápidamente hizo una señal donde todos los vampiros se desplegaron por diferentes flancos—. Tú y yo iremos al frente, Shura. Ya conocemos la potencia de esas granadas, si decide usarlas… ya sabemos qué hacer.
—Sí padre.
Shura sonrió exaltado y caminó tras su padre hasta donde Arles los esperaba.
—¿Solo quedan ustedes dos? —preguntó cínicamente el capitán muy pendiente a los movimientos de los alrededores—. Pensé que eran más fuertes. Pero solo son simples cucarachas.
—Anciano, tienes una boca muy grande —atajó Shura en lo que él y su padre se acercaban sigilosamente.
—¿Dónde están tus hijos? —preguntó El Cid, Arles apenas enarcó una ceja—. Es obvio que son tus hijos, el parecido es absurdo.
—Entonces, supongo que ese de ahí es tu hijo. ¿No? —refutó Arles mirando a Shura—. ¿O es al contrario? ¿Son hermanos? ¿O cómo es? Por la forma en la que se protegen diría que son amantes.
Las palabras del hombre hicieron enfurecer a los inmortales que rápidamente dejaron entrever sus colmillos.
—Oye, ustedes han vivido muchos años, y la verdad no he visto una mujer en su grupo, entiendo que tengan que darse amor entre ustedes, o es precisamente por eso que les gusta andar entre machos, porque les gusta duro… soy un hombre de mente abierta.
—Anciano, estás acabado —dijo El Cid, al ver a cada uno de sus hombres en su posición, desde luego Arles también fue consciente de eso, cuando empezaron a rodearlo—. ¿Y tus hijos?
—Si quieres saberlo ven por mí.
—Con gusto.
El Cid y su grupo se arrojaron con velocidad sobre el humano quien dejó caer su chaqueta dejando ver un conjunto de granadas en su pecho. El Cid conocía esos artefactos, y no, no era las granadas de luz ultravioleta que hacía unos minutos los habían cegado, no, aquellas armas estaban bien equipadas de plata, él las conocía de la anterior guerra, conocía su impacto, su potencia y magnitud; El Cid sabía lo que un solo proyectil de esos era capaz de hacer, y por la cantidad que el hombre llevaba en su cuerpo era claramente lógico que ninguno sobreviviría, y mientras el resto se lanzaba sobre el humano, él se dio rápida vuelta para proteger a Shura de la explosión .
Arles sonrió antes de apretar el botón, había logrado que los cinco se acercaran descaradamente, con ello, sabía que Saga y Kanon estarían a salvo y que ahora dependía de ellos llegar con vida al Santuario. Era una pena no poder estar a su lado, no poder ver el futuro de Ares con su ingenio en la computación, no poder estar en la boda de Kanon —si había una con Marín—, y jamás conocería a la pareja de Saga, quien siempre había estado tan dedicado a los entrenamientos que nunca se tomaba un tiempo para sí mismo habiendo tantas chicas que morían por él.
—Adiós, Saga, Kanon. Adiós, Ares…
Una onda expansiva y el ruido ensordecedor de la detonación adornaron la triste y desolada carretera, los cuerpos de los vampiros salieron esparcidos en los alrededores, en lo que la figura del gran Arles desaparecía en medio de la noche dejando solo sangre y huesos triturados. Sólo dos hombres a lo lejos sintieron su corazón desgarrarse al escuchar el estruendo y al comprender que jamás volverían a ver a su padre.
X-X
—¿Cuándo empezaremos con el experimento, joven Regulus?
—No coma ansias, señorita, Hilda —dijo el chico Kido—. La caja aún no está terminada, todos están impacientes por lo que pase con nuestro capitán y sus hijos, y hasta que no analice bien las muestras del sujeto diez no me atreveré a meter nada en sus venas.
—Pero ya viste que todo funciona —comentó Hilda—, no deberíamos perder más tiempo. ¿Te has puesto a pensar en lo que pasaría si su capitán y sus hijos no regresan? Alguien debe ir por el cobre, y esa podría ser yo. Ustedes mismos dijeron que la rata presentó resultados satisfactorios. ¿Por qué seguimos perdiendo el tiempo?
—No quiero arriesgarme —ofreció el muchacho—. Estaremos bien. El capitán y nuestros generales regresaran cuanto antes y apenas tengamos la caja, iniciaremos las pruebas en usted. Solo aguarde un poco.
—¿Y si su hermana llega antes? ¿Cree que ella nos dejará seguir adelante?
—Yo me encargaré de ella, no se preocupe.
Regulus suspiró profundo, Hilda estaba muy decidida a seguir con el experimento, pero él no estaba del todo convencido. Los resultados eran satisfactorios, pero había algo que no era del todo seguro. Inyectar el suero en Hilda podría ser bueno al mismo tiempo que podría ser contraproducente debido a las diferencias que podían existir entre un roedor y un humano, y el suero había sido creado únicamente para combinarse con el ADN humano. La rata había sobrevivido al experimento por lo tanto en un humano el suero tendría un mejor efecto, pero había algo que él todavía no podía descifrar y era eso, ese pequeño detalle era lo que no lo dejaba avanzar.
X-X
—¿Padre? —dijo débilmente Shura bajo el cuerpo de El Cid quien había recibido impactos de plata en todo su cuerpo—. ¿Padre? ¿Padre? ¡Despierta! —ordenó tratando de moverlo con cuidado—. ¿Padre? ¡Responde!
Shura observó su alrededor al poder levantarse, el cuerpo de su pariente descansaba a un costado, mientras que el resto parecían haber corrido con peor suerte. Si quedaba alguno vivo, era un milagro.
—Padre —llamó nuevamente revisando el cuerpo inerte hasta percatarse de un misil que había impactado justo en el cráneo de El Cid—. ¡No! ¡No! ¡No! ¡Voy asesinarlos malditos humanos!
X-X
Saga había usado todas sus fuerzas para retener a Kanon, quien derrotado se había dejado caer en las piernas de su hermano completamente afligido, y aunque el menor estaba gravemente herido eso no impidió que intentara correr tras su padre. Saga, estaba igual o más abatido que su gemelo, pero sabía que uno de los dos debía mantener la calma, y en ese caso, en ese preciso momento, le correspondió a él sacar no solo fuerza física sino emocional para proteger al otro.
El ruido a lo lejos había sido desbastador, como un objeto impactándose con fuerza contra una pared, pero lo que más les alteró los nervios fue el grito desesperado de Shura que ahora juraba venganza. Y aguardaron, ambos aguardaron tan derrotados y desconsolados porque el vampiro de cabello cerceta los encontrara y acabará con sus miserables vidas. Pero este nunca llegó con ellos, y lo único que sintieron fue una fuerte ráfaga sacudir los aires y dirigirse por un único camino.
—¡Frodi! —dijeron los dos en unísono mirándose a los ojos.
—¡Dame tus municiones! —demandó Saga, tomando la automática—. Debo detenerlo.
—No iras solo —refutó el menor.
—No puedes ir conmigo, apenas puedes caminar. Frodi está en peligro. Debo alcanzarlo.
—No igualarás la velocidad de ese vampiro… Frodi… morirá sin duda, y el auto será destruido. Pero si aguardamos, podemos esperar al alba para continuar con el cobre hasta el Santuario.
—Tienes razón. —Saga recargó su arma para mirar por una vez más a su hermano—. Pero ellos dijeron que querían el cobre, así que lo más probable es que se lo lleven con ellos. Debo impedir eso, si no puedo salvar a Frodi, por lo menos debo salvar el cobre. Se lo prometimos a papá.
—Pero, Saga… —Kanon no quería decirlo en voz alta, pero tampoco quería perder a su hermano mayor.
—Estaré bien, te lo prometo. Volveré por ti. Espérame acá.
—¿De verdad, lo prometes?
—Te lo prometo.
—De acuerdo.
Saga tomó el arma y a toda velocidad emprendió la marcha tratando de acortar distancia por los atajos, sólo esperaba que Frodi estuviera lo suficientemente lejos y bien escondido.
X-X
Frodi escuchó una fuerte detonación, no sabía qué era lo que estaba pasando, pero el aire estaba tan pesado que lo tenía completamente abrumado. Confiaba que el auto estuviera bien oculto, aparcado a un lado de la carretera y con un par de largas ramas encima. La verdad, si lo analizaba bien, su escondite era una basura. Frodi no tenía experiencia con el auto y estaba tan preocupado por estropearlo que había avanzado lento y no se percató cuando la batería se acabó, por lo que tuvo que improvisar con ese par de ramas. Sólo esperaba que Arles y sus hijos llegaran cuanto antes, pero había escuchado varios disparos y era de esperarse que tal vez debía seguir solo al llegar el día.
Salió del auto casi por inercia, mirando sobre sus hombros y buscando en la oscuridad alguna señal de vida y se controló lo suficiente para no gritar y no sacar la linterna de su cinturón.
—Con que este es el auto —dijo una voz escalofriante, Frodi se giró encontrándose con un hombre que estaba parado sobre el vehículo—. He leído sobre esto. Autos conducidos con energía solar. Eso explica muchas cosas. Son astutos, humanos.
—¡Apártate! —ordenó el asgardiano apuntando frágilmente con su arma.
—¿Piensas matarme?
Frodi no contestó y detonó el arma que hizo que el vampiro desapareciera en la oscuridad con una sonrisa, el asgardiano, nervioso y temeroso se refugió nuevamente en el interior del vehículo y completamente fuera de sí intentó que este encendiera.
—Sé que no tenemos este tipo de tecnología en el Inframundo —bramó Shura plantándose sobre el capo—. Pero hasta yo sé que sin luz solar no echaras a andar esta máquina.
El vampiro sonrió divertido al ver la cara de terror del otro a través del cristal y con la misma soberbia y fuerza atravesó su puño tomando a Frodi de la camisa el cual fue arrastrado hasta chocar con el parabrisas.
—Primero voy a devorarte —dijo el vampiro en lo que el asgardiano buscaba entre sus ropas y era lentamente sacado del auto—. ¿Tienes algo que decir?
—Sí. ¡Vete al diablo! —contestó el humano roseando con plata coloidal la vista del inmortal que rápidamente lo soltó para restregar sus ojos.
—¡Maldito, ¿qué me hiciste?! —bramó fuertemente, en lo que recibía un disparo en el pecho que lo hizo enfurecer todavía más—. ¡Desgraciado voy a matarte!
X-X
Saga corría tan rápido como sus piernas le permitían, esperaba poder encontrar a los vampiros antes que ellos encontraran a Frodi, pero un disparó no lejos de ahí lo hizo maldecir, entendiendo, que el asgardiano debido a su miedo por conducir no había ido a buena velocidad en el auto y que su imprudencia lo dejó muy cerca de todos, por lo tanto, cuando escuchó la detonación y el rugido de dolor del vampiro se apresuró imprimiendo toda la velocidad que su agotado cuerpo le permitía. Lamentablemente, no llegó a tiempo y cuando se acercó al auto, encontró a Shura con la cabeza de Frodi entre sus manos, en lo que este disfrutaba salvajemente de su sangre.
Saga perdió toda razón en ese momento al ver el cuerpo ensangrentado y a uno del los causantes de la muerte de su padre delante de él, y apuntó con la ametralladora la cual descargó completamente contra el vampiro, quien al estar cegado por la plata coloidal recibió todo los impactos que el humano le propinó y que se hacían más potentes debido al acercamiento de este que continuaba disparando y gritando de frustración.
Shura cayó a un lado del auto tratando de levantarse, pero las múltiples heridas no le permitieron moverse, y cuando logró divisar en la oscuridad, se encontró con los ojos iracundos de Saga y una semiautomática que le apuntaba directamente. El gemelo, no dudó y disparó un tiro a la cabeza del vampiro, quien se quedó inmóvil, no obstante, el muchacho agobiado vació todo el cargador en el cuerpo del inmortal aunque este ya estaba muerto, y dejó salir un grito desgarrador que lo hizo caer de rodillas junto al cadáver.
X-X
Kanon tastabillaba por la carretera sosteniéndose de un bastón improvisado, el dolor en su pierna crecía con cada movimiento, pero el sol ya empezaba asomarse y esperaba estar cerca del auto, y no se equivocó. La noche había sido larga, muy larga y aunque él había prometido quedarse en su sitio, no fue hasta que Saga se marchó que él tomó otro camino, otro camino que lo dejó completamente abatido. Ahora, a la distancia, su hermano mayor estaba sentado frente al auto, con la mirada ida y con la automática en la mano.
—¿Saga? —llamó con algo de incredulidad. El aludido se puso de pie e inmediatamente apuntó a su cabeza—. Tranquilo. Soy yo, Kanon.
—Kanon —susurró con los ojos enrojecidos—. Te dije que esperaras… yo, iría a buscarte, pero tenía que vigilar el auto… Frodi…
Kanon observó el cuerpo sin vida del asgardiano dentro del vehículo, su cabeza estaba a un costado.
—Pobre, me caía bien —dijo el menor acercándose despacio para apreciar ahora el cuerpo sin vida de Shura—. Vaya, descargaste toda tu furia en él. Lo dejaste como un colador.
—Quédate acá —pidió Saga con semblante agotado—. Tengo que revisar que todos estén muertos.
—Lo están —corroboró Kanon haciendo que Saga levantara una ceja—. No discutas. Tenía que verlo con mis propios ojos… un par seguían vivos, se estaban arrastrando, me encargué de ellos. Y no, no quedó nada de papá. Absolutamente nada. Bueno, su sangre por todo lado… pero él… no querrás verlo… creo que estamos a salvo.
—Caminaste toda la noche… No debiste ir… yo…
—No puedes cargar con todo tú solo, hermano. Déjame ayudarte. Tú siempre te encargas de todo. Si yo no fuera tan descuidado…
—No fue tu culpa…
—Sí… me distraje, papá tuvo que… papá…
—Él lo haría de cualquier forma. Ya sabes que siempre le gustó el drama —ambos se echaron a reír con algo de amargura—. Debemos irnos pronto, no quiero estar aquí afuera. Empujaré el auto. No podemos esperar a que se cargue para arrancar, así que iremos avanzando y apenas tenga la suficiente energía seguirás sin detenerte hasta el Santuario. Tal vez llegues antes de que se agote la batería.
—No iré yo en el auto, tienes que ir tú. Mira mi pierna, no puedo manejar.
—Tienes dos piernas. La otra todavía sirve, podrás hacerlo.
—¿Saga?
—Kanon, no voy a discutir. No puedes ir detrás del auto, con tu pierna lastimada no avanzarás ni un kilómetro. Lo sabes, ¿no?
—¿Ah, no? Llegué hasta aquí sin ayuda de nadie.
—¡Y apenas puedes mantenerte de pie! Esa herida es delicada, Kanon, es una fractura. Si no fuera por ese pedazo de palo que estas usando como bastón, te hubieses tenido que arrastrar.
Kanon resopló molesto, guardándose el hecho de que en un par de veces, si se tuvo que arrastrar para poder avanzar.
—Saquemos algo del cobre —sugirió el menor—, dejémoslo oculto y ambos iremos en el auto, después tú y los demás pueden venir por el resto.
—No voy a discutir, Kanon, harás lo que te digo.
—Entonces no voy a obedecer —dijo tirándose en el suelo sin intención de moverse.
—Kanon, no es tiempo para esto. Oye… ¡Maldita sea! Sube al auto, iré por los caminos del bosque y nos encontraremos en la intersección. Ahí decidimos que hacer, ¿te parece? Kanon, ¿te parece?
—De acuerdo, de acuerdo. Pero no tardes.
—Conozco el camino como la palma de mi mano, llegaré antes que tú.
—Si, como no. ¿Tienes municiones?
—No.
—Me queda un solo cartucho. De acuerdo. Llévatelo.
—Tal vez tú lo necesites…
—¡Llévatelo Saga! —la voz quebrada de Kanon desvaneció toda protesta del mayor.
—De acuerdo. Nos veremos en la intersección, ¿sí?
—Sí.
Ambos chicos se miraron por escasos segundos, el menor se adentró en el auto ignorando el dolor en su pierna, en lo que Saga empezaba a empujarlo para sacarlo a la carretera, un kilómetro después y con el sol en lo alto, el vehículo fue tomando potencia, y por el camino, Kanon se despidió de su hermano alejándose poco a poco.
Saga sonrió con amargura, apretando su arma contra su pecho, después, y como le prometiera a Kanon, se adentró entre los árboles, para alcanzarlo donde habían quedado. No se detendría, aunque sintiera sus piernas flaquear y su cuerpo desfallecer, no se detendría. Estaba agotado, incluso no había terminado de descargar su dolor por la muerte de su padre, estaba hambriento y sediento, pero nada de eso, lo detendría de encontrar al final del camino a su hermano menor.
X-X
El auto trabajó apropiadamente, la carretera estaba despejada gracias a la labor anterior por lo que fue un camino sin tropiezos. Kanon no se había detenido en ningún momento, ni siquiera lo hizo cuando tomó del botiquín los analgésicos que encontró para aliviar el insoportable dolor. Tenía una sola ruta y una única misión.
Había sido un día con bastante sol, algo que Kanon le agradeció a los dioses si es que aún había alguno que se preocupara por los hombres. Ahora, faltaban dos horas antes de que la luna reclamara su lugar, y el tiempo pasaba y su hermano Saga no aparecía en el punto indicado. El gemelo no pudo sentirse más frustrado y se maldijo por no haber sido más irritante y haber convencido a Saga de marchar con él en el auto.
No sabía dónde estaba su hermano, no sabía si iba a volver, y no podía tomar el valor de seguir el camino sin él.
—El cobre debe llegar —dijo analizando su mapa. Si se iba en ese momento aprovechando las pocas horas del luz, estaría lo suficientemente cerca del Santuario para pedir ayuda. Pero debía hacerlo ya, no podía esperar más.
Subió al auto y lo encendió dando un vistazo rápido, apretando el volante y rogando que Saga apareciera como lo había prometido, pero no había nada, nada y Kanon no pudo evitar bajar la cabeza enojado. No podía perder a Saga también, no era justo que todos se hubieran sacrificado por él. No lo era.
—¿Piensas irte sin mí? —preguntó Saga llegando a un lado del auto, Kanon sonrió agotado y lo miró a través del vidrio.
—Te tomaste tu tiempo.
—Estaba más lejos de lo que pensé. ¿Ahora qué propones?
—Podemos esconder algo de cobre por acá. Tendrás espacio e iremos los dos en el auto. Ya estamos cerca.
—Pero no llegaremos antes del anochecer —dijo Saga mirando hacía el frente—. Tú sigue, te alcanzaré, y luego empujaremos el auto el recorrido que haga falta.
—¿Estás loco? Te propongo esto. Sigo, oculto el auto, y me alcanzas, esperamos a la mañana y nos largamos los dos.
—Estamos muy cerca Kanon, no nos falta mucho. Estaremos a las ocho o nueve de la noche en casa. Te lo prometo.
—¿Saga, y si esas cosas, nos siguen hasta el Santuario? ¿No sería mejor ocultarnos?
El mayor dejó escapar el aire de sus pulmones, Kanon tenía un buen punto y no podía permitir que en su afán, los vampiros los descubrieran, pero estar una noche más afuera, significaba la muerte. Kanon estaba herido, no tenían municiones, y el auto era lo único que tenían y debía llegar al Santuario.
—Podemos hacer esto —sugirió Saga—: Ocultas el auto, que sea antes de que se agote la batería. Algo me dice que ese fue el primer error de Frodi. Y luego, yo seguiré hasta el Santuario para pedir ayuda.
—¿Saga?
—Oye, sé que quieres protegerme porque se lo prometiste a papá, pero necesitamos….
—¡Quiero protegerte, porque de verdad me importas, no porque se lo haya prometido a papá…! ¿Por qué eres tan idiota, Saga?
—Lo siento, fue estúpido lo que dije… pero también quiero protegerte. Y estar otra noche aquí afuera podrá matarnos. Lo sabes, ¿cierto? No podemos perder más tiempo. No sabemos si hay más vampiros por ahí. Yo iré al Santuario, y traeré a todos, a Marín, a Rhadamanthys, a Pandora, a Touma. Los traeré a todos. Esos miserables, chupasangres, no podrán contra nosotros. ¿Sí?
—Es una pésima idea, pero es la mejor opción que tenemos. De acuerdo. Lo haremos así. Conoces la señal. Alcánzame hermano.
—Lo haré.
Kanon emprendió la marcha, en lo que miraba a su hermano por el retrovisor quien trataba de poner su mejor cara. Tres horas después, el auto empezaba perder potencia debido a la noche, así que antes de cometer el mismo error de Frodi, se deslizó fuera de la carretera adentrándose con el auto en medio de los árboles tratando de ocultarlo tanto como pudo. Ahora, solo debía esperar, y en esta ocasión no tuvo que sentarse a suplicar que Saga apareciera, porque este llegó antes de tiempo, no era un secreto que el mayor se había exigido para poder alcanzar a Kanon.
Como habían acordado, Saga seguiría adelante, en lo que Kanon se quedaría a vigilar el auto, ya estaban a cinco kilómetros del Santuario, pero en vista que debían ser cuidadosos, Saga debía ir oculto entre las sombras.
Nuevamente la angustia fue tomando su lugar en la maltrecha mente de Kanon, su hermano estaba en peligro y no había nada que pudiera hacer para ayudarle, más que tener paciencia y él nunca se caracterizó por ser paciente, por eso cuando escuchó a los caballos y vio varias luces a lo lejos supo que Saga lo había logrado. Pronto estarían en casa y la pesadilla terminaría.
X-X
Eran las nueve de la noche cuando todas las alarmas del Santuario se activaron, en el interior del refugio todos corrían de un lado a otro, preparándose para cualquier eventualidad.
Todo había empezado cuando Saga apareció de la nada, en completa alteración pidiendo ayuda, y sin dar muchas explicaciones se llevó a los comandantes consigo donde recogieron a Kanon para regresar a casa. Los ánimos en el Santuario no eran los más alentadores, de los cuatro hombres que habían viajado hasta el yacimiento sólo dos habían regresado y ambos completamente heridos y descompensados.
El perder a Arles, era algo con lo que ninguno contaba, y tampoco sabían cómo aceptar y procesar esa triste noticia. El capitán, siempre se había caracterizado por su nobleza y gran ejemplo, nunca se rendía y estaba dispuesto todo el tiempo a ofrecer una mano a aquellos que lo necesitaran, por lo que no fue un hecho aislado en que todo el lugar se escureciera en completo luto por la muerte de Arles, y aunque muchos prefirieron guardar silencio, esa noche, el pequeño Ares se acostó en su cama inundado en una inmensa melancolía, y aunque Saga le había dicho que todo estaría bien, eso no bastó para que el pelirrojo no arremetiera en un desconsolado llanto que hizo entristecer a más de uno que escuchó y sintió tan desgarrador dolor.
Hacer que Ares se calmara, fue incluso una tarea más complicada que llevar el cobre hasta el Santuario, pero al final de cuenta, Saga había conseguido que el menor tomara una siesta luego de mucho llanto, ahora, el mayor daba un último vistazo a la habitación del niño para cerciorarse que todo estaba bien, pero el pequeño no estaba…
—¿Ares? No puede ser, ¿Ares, donde estás?
No había rastros del niño en ninguna parte de la habitación, y lo que pretendía Saga que era descansar un poco se había convertido en una exploración por todo el Santuario en búsqueda de su hermano menor.
X-X
Shun sintió en el aire el olor a sangre y el olor de la muerte. En esa noche, la luna anunciaba la pérdida y la tragedia, ¿Qué había pasado? Él no lo sabía, y tal vez nunca lo sabría, horas antes había escuchado el replicar de las alarmas y a lo lejos apreció varias voces abatidas y nerviosas, pero ahora todo estaba en completa calma, había mucha calma realmente, y eso no era bueno. El tiempo le había enseñado a nunca bajar la guardia.
Unos pasos se acercaron con afán, Shun reconoció la esencia del pequeño que se las había ingeniado para llevarle información de Shaina y un poco de sangre fresca. Ahí estaba, delante de él, el niño pelirrojo que había perdido el brillo de su mirada.
—Por tu culpa —dijo Ares, apuntando al pecho de Shun con un arma de fuego—. Mi padre murió por culpa tuya y de tus amigos. Ahora… tendrás que pagar…
Continuará…
.
.
Monse: Hola. Sí, por fin Shaina logró llegar al Santuario y vaya que fue un camino muy largo. Con Hilda, bueno, pues ya verás XD… oh, una abrazote para ti también. Mil gracias por tu maravilloso apoyo.
8D: Tremendo despelote armé yo aquí XD… hola, ¿Cómo estás? Yo sé que siempre estás presente y te agradezco mucho eso. Por otro lado, claro, los del Santuario igual siguen siendo muy inteligentes e igual tienen los medios para continuar adelante con sus propósitos, lo cual, es y siempre será un punto a favor. Ahora ver, que tal les va con ese suero. Bueno, ya ves que por ahora la Cobra está a salvo, y ya veremos que está planeando Mu o más bien, como él va a manejar todo a su favor. Las cosas se van a empezar a complicar, además, que ya estamos en la recta final, así que como hoy, a preparar los pañuelos, porque varios van a pasar a mejor vida, como dicen por ahí. Por ahora, mil gracias, espero terminar este fic este año XD pero según yo, ya falta poco. Un abrazote.
Nos estamos leyendo.
