Capítulo 4
La noche era fría, más fría que otros días y Draco se arrepentía de no llevar una chaqueta, no es como que tuviera bastantes, pero cualquiera hubiese servido.
Sacudió la cabeza alejando cualquier tipo de pensamiento que le recuerde el frio y discretamente conjuro un hechizo de calor que lo mantendría cómodo al menos por un par de minutos.
El cigarrillo entre sus labios se iba acabando, poco a poco, mientras el olor a tabaco se iba esfumando en el viento, sus ojos rápidamente examinaron la calle en busca de algún policía o algún auror; que como siempre decida verificar que Draco Malfoy no estuviese planeando revivir a otro Señor Tenebroso, no es como que estuviese en su lista de prioridades, pero a la gente le gustaba pensar que aún era el mal personificado, aun cuando lo único malo que tenía en esos momentos era el cigarrillo que se había acabado.
- A trabajar – se dijo a si mismo mientras caminaba hacia el centro de una multitud, con total calma desenrollo una tela roja, una alfombrilla con detalles dorados, para después sacar una tetera y una taza de té de su pequeña y desgastada mochila oscura – vengan si están preparados para saber su destino – anuncio y varios giraron a verlo, si tan solo estuviese en un lugar distinto la gente lo tomaría como loco, pero la realidad era que varios lo conocían y habían estado esperando ese momento.
Draco tuvo que reconocer que sacar excelente en adivinación sirvió de algo, no es como que fuera particularmente bueno leyendo la bola de cristal, pero no le iba nada mal con las hojas de té y a los muggles les encantaba el misticismo, si tan solo supieran apreciar las runas antiguas quizá podría sacar más dinero de aquello.
- Hoy solo tendré 4 tazas – anuncio mientras formaba el número cuatro con sus largos, huesudos y estilizados dedos – así que… - con un gesto de la mano la multitud comenzó a hablar –
- 10 libras –
- Mejor que estes bromeando – se burló alguien en medio de la multitud – 20 –
- 30 –
Las ofertas continuaban hasta que se mantuvieron en 50, algunos para eso habían preferido retirarse, esperando tener mejor suerte la próxima o contar con más dinero.
- Bien, el primero que dijo 50, tú, tú y tú – eligió Draco señalando con la mano a dos chicos, un hombre mayor y una chica que lucía como si aun asistiera a la preparatoria – el resto mejor suerte la próxima – el primero que ofreció 50 era un chico, probablemente en sus 30, con el cabello engomado hacia atrás y su cuerpo ceñido en un traje, con un movimiento de mano Draco le indico que tome asiento en el suelo, frente a él, el chico obedeció y tras dejar un billete de 50 libras trago saliva, con calma.
Draco sirvió en la taza suficiente té para un sorbo y se la extendió, el chico bebió sin preguntar y dejo la taza en la alfombrilla, el rubio tomo la taza con la vista clavada en las hojas que habían quedado.
- ¿Qué dice de mi trabajo? – pregunto impaciente, frotando las sudorosas palmas de sus manos contra el pantalón de su traje.
- Te está yendo bien, solo necesitas enfocarte más en el proyecto nuevo, hay alguien que quiere que falles, probablemente sea una compañera, debes tener cuidado – giro la taza entre sus dedos – románticamente te va bien, intenta darle algo de picor a la relación para no hacerla tan monótona – le guiño un ojo juguetonamente y volvió la vista a la taza – quizá debas aumentar las verduras en tu dieta y algo de ejercicio no vendría mal – lo último no lo decían las hojas de té, pero era evidente que ese traje pedía auxilio, hubo varios murmullos sorprendidos y el chico lucia bastante feliz con su predicción, tras sonreír y agradecer con un asentimiento de cabeza se retiró, Draco guardo rápidamente el dinero en su mochila junto con la taza a la vez sacando una completamente limpia – tu – señalo al hombre adulto, él se acercó y tomo asiento sin ninguna invitación, Draco repitió el procedimiento y espero a que beba el té.
- Necesito saber cómo me ira en mi matrimonio – exigió, Draco alzo una mano mientras veía las hojas de té, tras un par de segundos una mueca se formó en sus labios delgados y bajo la mano.
- Debe cuidarse de su esposa, no está en buenos términos con usted y es evidente que busca cualquier excusa para divorciarse, aparentemente esta insatisfecha con algo –
- Eso es impo… - interrumpió el hombre molesto, Draco volvió a callarlo.
- Aún tiene una oportunidad de arreglar las cosas con ella, la respuesta la tiene su cuñada, si logra arreglarlo tendrán otro tiempo más de matrimonio, sino es mejor dejarla ir, será desgastante para ambos, pero más para usted – el hombre frunció el ceño, tras analizar todo en silencio lanzo las 50 libras en la alfombrilla y se marchó, la gente volvió a murmurar.
Draco llamo a la chica y ella se fue acercando con la mirada baja, temerosa, se sentó sin verlo y del mismo modo que los dos anteriores varones dejo el billete de 50 en la alfombrilla. El rubio rodo los ojos, fastidiado, pero repitió el proceso, cuando tuvo la taza de nuevo en sus manos se concentró en las hojas.
- Necesito saber cómo me ira en la universidad – pronuncio la chica con voz baja, lo suficiente para que Draco lo escuchara.
- Siempre te dicen que necesitas esforzarte más para conseguir mejores notas, la realidad es que tienes algo de mala suerte, nada que se pueda hacer por ahora, mejorara con el tiempo, disfruta tu juventud, sal a fiestas, arréglate, ten encuentros con protección, eventualmente algo mejorara – por primera vez la chica lo vio, Draco alzo una ceja en respuesta, ella lucia como si hubiese recibido la respuesta que necesitaba mas no la que quería, su labio inferior temblaba, Draco aparto la mirada y guardo la taza junto con el dinero.
- Gracias – murmuro ella antes de marcharse lo más rápido que pudo.
- Sigo yo – anuncio un chico, joven, algo atractivo y en forma, tal cual era el tipo de Draco, el rubio examino sus brazos fuertes aun notorios con su chaqueta de cuero, su mandíbula fuerte y sin barba, su pelo recortado, no pudo evitar sonreírle coqueto, lo vio arrodillarse detenidamente y sintió un cosquilleo en el abdomen bajo, pero no como mariposas, más bien como electricidad agradable.
- Bien – estuvo a punto de sacar la taza cuando sintió una mano fuerte alrededor de su muñeca, el atractivo joven le sonreía, los ojos del rubio viajaron inmediatamente desde la mano que lo sujetaba hasta la otra que estaba dentro de su chaqueta de cuero.
- Me parece que tus predicciones no son tan acertadas – el cosquilleo en su vientre desapareció y esta vez lo sintió en la punta de los dedos – quedas detenido por fraude – Draco pudo ver el destello pequeño de una placa dorada en la cadera del joven, unida a su cinturón negro.
- Oh, claro, lo siento oficial – al escucharlo la multitud se agito, Draco sonrió encantadoramente, batió sus rubias pestañas notando como confundía al policía y con un movimiento rápido lanzo todo el resto del té al rostro del oficial, cuando sintió que su agarre se aflojaba lo suficiente por la confusión zafo su mano, conjuro un hechizo in verbal que le permitió que la alfombrilla vuele a su mano, tirando al policía en el proceso – hasta la próxima – se despidió y echo a correr junto con la multitud, pudo escuchar al policía gruñir con enfado y no pudo evitar reprimir una risita, una lástima.
Tras correr un par de cuadras pudo tomar algo de aire, su pecho agitado iba subiendo y bajando, el frio viento le recordaba que debió llevar una chaqueta, aprovechando el momento guardo la alfombrilla en su mochila y continuo caminando, al pasar cerca de una tienda de ropa vio una chaqueta verde militar siendo exhibida tras un vidrio, reviso sus alrededores asegurándose de no ser visto, realizo un rápido movimiento de su varita y sintió un peso adicional en su mochila a la par que desaparecía la chaqueta del mostrador.
Continúo caminando un par de cuadras hasta detenerse, abrió su mochila y encontró la chaqueta verde militar, se la coloco de inmediato subiendo la capucha para cubrir su llamativo cabello rubio, un cargo de robo podía añadirse a su montón de cargos criminales. Tras otro par de cuadras vio su destino de la noche, el Soho, el sector rojo del Soho para ser más precisos, una vez comprobó que nadie lo seguía o lo vigilaba bajo la capucha de su chaqueta, recostó su espalda contra una pared de ladrillos y encendió otro cigarrillo.
- Hey – una voz femenina se escuchó a su lado izquierdo, giro lo suficiente para ver a una chica de llamativos ojos azules y cabello castaño claro excesivamente lacio, si era plancha o genética Draco no podría decirlo. Junto a ella iba un chico de cabello decolorado de azul con unos ojos negros rasgados y la tez morena - ¿estas libre? – Draco alzo una de sus cejas rubias y tiro el cigarrillo al suelo para pisarlo con la punta de su zapatilla.
- 100 libras cada uno, no más de dos horas, fetiches es extra – inclino su rostro hacia el de la chica, esbozando una sonrisa coqueta, ella le devolvió la sonrisa y de manera osada acaricio su pecho sintiendo los músculos bien definidos a pesar de lucir tan delgado.
- ¿algún lugar que recomiendes? – pregunto el chico viendo alrededor, Draco tenía varios en mente.
- Van por cuenta suya – añadió, el chico encogió sus hombros mientras la chica continuaba pasando sus dedos por el pecho de Draco, aventurándose hacia los botones de sus pectorales que se marcaban por debajo de la tela de su camiseta, el rubio emitió un ligero gemido al sentir un pellizco notando como los ojos negros del peliazul se encendían con deseo – por allá entonces – se alejó con lentitud y comenzó a caminar hacia uno de los hoteles cercanos.
Uno barato y bastante decente, sin embargo, la iluminación no era excesivamente vulgar ni lastimaba la vista de Draco y sin duda era mejor que cualquier sucio callejón.
Tras dos horas y una ducha después Draco abandonaba la habitación dejando a la pareja durmiendo plácidamente en la cama, bastante satisfechos asumió el rubio.
Draco reviso las 350 libras que llevaba en la mochila y suspiro, volviendo a subir la capucha de su nueva chaqueta se retiró caminando.
Apenas encontró una tienda abierta compro una cajetilla de cigarrillos junto con un pastelillo de chocolate y una leche de avena, tenía hambre, pero no la suficiente para tener una comida apropiada y quería quitarse el sabor salado de la boca.
Mientras continuaba caminando fue disfrutando de su cena, era bastante tarde, los ojos comenzaban a picarle con sueño, apresuro el paso y tras girar en una esquina para descubrirla completamente desierta se apareció en su cuarto.
Su cama permanecía igual de deshecha que cuando se fue, tras un movimiento de varita la cama se hizo por su sola, Draco dejo caer la mochila en el suelo y se desplomo hacia adelante cayendo directamente en la cama, con la cabeza en la almohada, su chaqueta tenía un olor a cigarrillo, igual que todas las demás, los ojos le picaban cada vez más por el sueño, pero Draco se negaba a dormir.
Fue media hora después que tuvo que perder la batalla, al parecer Morfeo era demasiado poderoso para él.
Despertó con el sol golpeándole el rostro, emitió un gruñido insatisfecho moviendo el cuerpo lo suficiente para verificar que fue una mala idea caer desmayado en la cama sin haberse tapado con una cobija.
- Mierda – maldijo mientras se iba incorporando y sentía el cuello adolorido, tampoco fue buena idea dormir boca abajo, casi arrastrando los pies fue caminando hacia una de las puertas de su habitación, la que conducía a un pequeño y descuidado baño, tras vaciar su vejiga comenzó a desvestirse abriendo la llave de la ducha, pronto el vapor lleno la pequeña habitación empañando el único espejo que había, una vez estuvo completamente desnudo ingreso bajo el chorro de agua tibia que apenas caía sobre su cabeza, sintiendo como las gotas de agua caían por su cabello formando pequeños riachuelos por su piel, relajando sus tensos músculos.
Tuvo especial cuidado en masajear los nudos de su cuello y jabonar su cabello con su shampoo aromático, el jabón iba resbalando por su cuerpo delineando sus músculos delgados.
Se tomo un par de minutos hasta que cerro el grifo y envolvió su cadera con una toalla blanca limpia, limpio la película de vapor que se formó en el espejo y observo su cuerpo detenidamente.
Múltiples marcas rojizas y moradas se exhibían por su cuello, clavícula, pectorales y abdomen, acompañadas de marcas de dientes aun recientes por lugares similares, su ojo derecho aun exhibía un tono azul que lentamente se iba desapareciendo, en su antebrazo izquierdo una marca de una calavera con una serpiente saliendo de su boca se exhibía, Draco sintió nauseas de inmediato con solo verla y aparto la mirada, dándole la espalda a su reflejo, exhibiendo más marcas rojizas o azules en su espalda y varias marcas de uñas aun recientes.
Tomo toda su ropa del suelo y abandono el baño, lanzo la ropa a un cesto cercano medio lleno y suspiro sabiendo que pronto tendría que lavar toda su ropa.
Tomo un conjunto limpio de ropa de su cómoda y se lo coloco rápidamente, tomo su varita entre sus dedos y tras moverla suavemente todas las marcas, incluyendo el tatuaje, desaparecieron de su cuerpo.
Salió de su pequeña habitación hacia la sala que también conectaba con una cocina bastante pequeña, al abrir el refrigerador su estómago gruño descontento, no había nada más que algunos vegetales que ya habían pasado a mejor vida, un bote de mayonesa medio vacío, otro de mantequilla y una botella medio vacía de leche, soltó un suspiro frustrado, tomo el bote de mantequilla y fue al mesón donde comenzó a untar la mantequilla en los pocos panecillos que le quedaban, su estómago dejo de gruñir de hambre, tomo la única taza que tenía y a punto de echarle café escucho que alguien tocaba la puerta.
Camino rápidamente hacia la entrada de su departamento, tomándose un par de segundos para pelear con la puerta antigua para poder abrirla, delante suyo estaba una mujer adulta canosa, baja, delgada, de cabello oscuro con un mal rizado, su rostro lleno de bastantes arrugas cubierto con un tono de maquillaje más claro de lo que en realidad era su piel y sus labios pintados de un llamativo violeta.
- Señora Martinelli – saludo con una sonrisa amplia - ¿a qué debo su hermosa visita? – descanso su hombro contra el marco de la puerta a la par que la mujer le sonrió mostrando una fila de dientes amarillentos por el tabaco.
- Mio bambino – saludo con un acento italiano, movió su mano derecha a la altura del pecho de Draco, exhibiendo una larga fila de anillos dorados con algunas piedras azules, el rubio no dudo en tomar su mano y depositar un beso en el dorso de su mano sintiendo las arrugas bajo sus labios – como sabes es día de renta –
- Oh ¿Tan pronto? El tiempo pasa realmente rápido – soltó su mano y sus cejas rubias subieron en sorpresa, pero su sonrisa no desapareció.
- ¿Tienes dinero cariño? ¿Necesitaras más tiempo? – no era la primera vez que Draco necesitaba más tiempo y la mujer lo sabía.
- Esta vez no mi señora – con un movimiento de su varita, sin que la mujer lo viera, conjuro el dinero en su bolsillo, saco varios billetes arrugados y comenzó a contarlos – 500 libras – ofreció entregándole el dinero.
- Oh cariño ¿no te informaron? Tuve que subir la renta, ahora es 600 – Draco borro su sonrisa por un segundo, mordió el lado interno de su mejilla y formo otra sonrisa al mismo tiempo que sacaba un billete de 100 libras de su bolsillo, extendiéndolo a la mujer – ya sabes que siempre existirá el "descuento" para mis niños – la mirada oscura de la mujer encontró sus ojos grises.
Draco claro que sabía de qué era el descuento, bajo la faceta de aquella mujer vieja y de mal maquillaje se escondía su verdadero rostro, una mujer empresaria se hacía llamar, aquella mujer había terminado en Londres durante la Segunda Guerra Mundial huyendo de los fascistas, con pocos ahorros, pero el conocimiento de los bajos mundos que aprendió de su difunto esposo rápidamente abrió un burdel.
Sus niños no eran más que chicos y chicas desamparados, con demasiadas deudas o vicios, vendiendo sus cuerpos en los burdeles que ella administraba, Draco tenía la sospecha de que también se dedicaba a la trata de personas, pero nunca lo había comprobado, no es que no hubiese considerado ser uno de sus niños y pagar menos renta, pero simplemente no le apetecía tener que compartir sus ingresos.
- Estoy bien Señora Martinelli – con un movimiento delicado coloco uno de los rulos mal hechos detrás de la oreja de la mujer, rozando levemente su piel, ella sonrió satisfecha y soltó una risa estridente.
- Bueno, sabes dónde encontrarme cariño – agito su mano llena de anillos emitiendo un tintineo por las pulseras que tenía en la muñeca – ciao - agrego antes de girar y marcharse, Draco cerró la puerta y su sonrisa desapareció.
Saco la madeja de billetes que tenía en el bolsillo y procedió a contarlos, 120 libras, maldijo por lo bajo y soltó un suspiro, de repente las ganas de beber café se esfumaron y whisky de desayuno no sonó nada mal, no era un whisky caro, era de hecho el más barato que pudo comprar, el sabor fuerte quemo su garganta, pero no emitió ningún quejido, al finalizar echo un chorro de agua de grifo en la taza y la dejo boca abajo.
- Mierda – murmuro al consultar su reloj, corrió al baño para cepillarse los dientes casi con rabia, salió de su departamento lo más rápido que pudo e intento no matarse al bajar las escaleras, en la entrada tuvo que esquivar un par de drogadictos y logro salir del edificio.
El día estaba nublado, pero al menos no frio, ajusto su chaqueta azul oscuro y continúo caminando, había mucha gente caminando hacia sus trabajos, escuelas o lo que sea que tuvieran que hacer.
Tras un par de cuadras ingreso a un supermercado, saludo brevemente al guardia de seguridad antes de dirigirse al cuarto de empleados.
- Vaya, vaya, así que tendremos turno juntos – una voz gangosa se escuchó a su derecha mientras dejaba su chaqueta en su casillero, Draco gruño por lo bajo con fastidio cerrando su casillero con más fuerza de la necesaria emitiendo así un sonido metálico, giro la cabeza para ver a un chico con bastante acné y problemas de peso.
- Así es Eric, para tu suerte tendremos turno juntos así que intenta no deslumbrarte con mi belleza – anudo el delantal de empleado que tenía y le sonrió con burla – no querrás atender ningún cliente con una erección ¿verdad? – aseguro su casillero y abandono el cuarto de empleados.
Eric, en opinión de Draco, era un verdadero dolor en el culo, un idiota de 26 años con bastante acné para su edad, problemas de peso, con las chicas y en general el típico perdedor resentido con una actitud bastante desagradable, Draco lo había atrapado varias veces viendo su trasero y por más desagradable que le resultaba no podía denunciarlo, el bastardo era hijo del gerente, por lo que cada día se recordaba que no debía perder otro trabajo.
Comenzó sus actividades después de marcar su tarjeta de empleado, su trabajo era relativamente sencillo, debía acomodar lo que era necesario, ayudar a encontrar cosas, era bastante físico lo que le permitirá estar lo suficientemente distraído para evitar que su mente se pierda en sus pensamientos.
Durante la hora del almuerzo, después de esquivar a Eric y tomar un emparedado del área de pastelería, se fue a la terraza del supermercado para mordisquearlo, sentado cerca del borde de la terraza dejo que el viento frio golpeara su rostro y cabello, su mente volvía a pensar y volver a pensar llevaba a cosas no tan agradables.
- Magnifico cerebro, realmente eres el más brillante de tu generación – escupió con sarcasmo, acabo su emparedado de dos mordiscos y decidió que era hora de regresar al trabajo.
Iba ordenando las latas de sopa cuando sintió unas pisadas acercarse a donde estaba.
- Eh… disculpe – una voz varonil habló desde su izquierda, el rubio coloco la última lata de sopa y enderezo su postura para encarar al cliente – quería saber dónde tenían sopa de… - la voz se cortó apenas sus ojos se encontraron.
Draco maldijo internamente y tuvo nauseas, quizá se debía a la falta de alimentos o al pelinegro que tenía frente suyo.
Hola.
Gracias de nuevo por llegar hasta aquí.
Un capitulo desde la perspectiva de Draco para darles un poquito de contexto sobre lo que viene luego.
Espero que continúen disfrutando la lectura.
Hasta la siguiente ^^
