Capítulo 1 - La Buscadora y el Mono

Localización desconocida… Medianoche… Tormenta…

En una fortaleza rodeada de varios anillos de tierra y mar, las aguas marinas embravecidas saltaban con las olas bravas, los vientos fuertes acompañados por los rayos y la oscuridad de una noche sin luna. Los soldados de todas las razas con armaduras y equipo de combate tiemblan ante la anterior orden de su señor. "No permitir qué los Asesinos entren". Pero no hicieron nada, al contrario los escoltaron incluso algunos se inclinaron ante ellos, no por temor sino por esperanza. En los ojos de cada uno se veía la ilusión, la esperanza, algo qué parecían haber perdido hace mucho tiempo.

14 personas llegaron hasta una puerta, al abrirla de golpe, un hombre bien trajeado con un extraño círculo de oro en su espalda está sentado en un gran sillón, se levanta para mirar a los recién llegados y dijo con voz pomposa.

– Vaya a pesar de qué no conozco a los otros si os recuerdo bien, al menos con vuestro antiguo aspecto pero ahora qué pasó mucho tiempo, os noto con algo qué nunca antes note. Deseáis mi muerte… Sombrero de Paja. –

Un rayo cruza por la ventana iluminando la estancia, un despacho lujoso pero se puede sentir la frialdad, el ego y sentimientos qué algunos ansían, en el reflejo se ve las siluetas de 10 personas pero no solo los mismos qué entraron.


3 años antes… East Blue… Amanecer…

Los primeros rayos del sol acariciaron una isla hermosa, donde las olas del mar golpean con suavidad los acantilados y la playa, el viento entra por el pueblo rústico qué hay cerca de ella, poco a poco sus habitantes se despiertan y hacen el día a día. Los Marines pasean por el pueblo dando una sensación de paz. Entre ellos está una chica de unos 19 años, 1.65 m, cabello castaño metido en un sombrero de ala ancha blanca y piel marrón claro. No se le puede ver nada más, ya qué lleva un antifaz de lobo blanco, , una gabardina blanca qué le llega hasta las rodillas y también botas marrones. A pesar de que su apariencia no llamó la atención, está persona siguió caminando hasta llegar a un callejón detrás de unos barriles donde no se la ve, una vez allí golpeó una losa de la pared, está se abrió hasta llegar a su altura. Al cruzarlo se volvió a cerrar, camino hasta llegar a una estancia rodeada de gruesas cortinas, iluminada por un candil de velas de una mesa, donde un hombre le espera y solo dice.

– Ah, Buscadora, gracias por estar aquí, a pesar de vivir en paz, hay una persona del Clan Kami en está isla y ordenó a los Marines de arrestar a las personas qué él creía del Clan Ryu. No están entre ellos, pero aún así los matarán. Buscadora, originalmente solo te iba a pedir qué obtengas unos planos para una máquina antigua. Y me encargaré de llevarlo a la biblioteca. Pero quiero qué los liberes y expongas al del Clan Kami. –

A la que llama "Buscadora" asiente a la vez qué agarra el borde del sombrero. Sale por donde entró pero está vez, va por los tejados y no por la calle. Corre por ellos sin alertar a los del interior ni a los de abajo. Corrió hasta llegar a los muros de la base de los Marines. De su gabardina sale una especie de dragón pequeño pero no salió entero solo las alas de la parte superior, elevándola hasta el tejado. Una vez allí, volvió a esconderse. Camino lo más silencioso posible hasta llegar a un despacho donde allí le esperaba una persona vestido con una armadura completa de samurái, incluido las dos espadas y la máscara. Este solo sacó una y dijo.

– Tú debes ser la Buscadora, la esperanza oculta de los Ryu. Nadie sabe tu aspecto verdadero pero dudo qué seas una humana común. –

La Buscadora solo miró inmóvil en la puerta pero algo ocurrió, el samurái le lanzó un papel enrollado y dijo.

– El del Clan Kami está en los calabozos, buscando a uno. No me recordaras pero salvaste a mi hija hace años. Deje el Clan hace tiempo, te la debo. Al igual qué a ti nadie sabe quién soy. Todos los Marines están entrenando por orden de ese Kami. Una vez más gracias, buena suerte. –

Hizo un gesto con la cabeza y se fue directamente a los calabozos y allí vio a otro samurái pero este sin la máscara, gritando y riendo como un loco.

– JAJAJAJAJAJA, SE QUÉ UNO DEL CLAN RYU ESTÁ AQUÍ, ENTREGATE Y NADIE SUFRIRÁ CONSECUENCIAS. NIEGATE Y TODOS MORIRÁN. –

Nadie dijo nada, solo los sollozos unos y la ira de otros. El silencio inundó de golpe, solo el sonido de unos pasos hacían eco. Aquel loco volteo en la dirección del sonido, antes de qué agarrara su espada, un disparo resonó en el aire. La Buscadora tenía una pistola en la mano derecha, un humillo salía de ella, el grito desgarrador del loco ya qué su mano derecha recibió el disparo, siguió caminando hasta estar a su altura. Apuntó con el arma a la frente del tipo mientras con la mano izquierda indicaba qué le diera algo. Sabía qué era y gritó con dolor.

– Nunca, no tienes derecho a liberarlos, no hasta qué tenga al Ryu conmigo y lo torture. Es mi presa, y una presa es una para siempre. Tan solo porque seas una… –

Otro disparo sonó y el tipo cayó con un disparo en la frente ante el horror de todos. Guardó el arma y busco en su cuerpo algo, logró encontrar una llave y abrió la puerta. Pero aún así nadie quería irse, hasta qué uno de ellos dijo.

– Si desea nuestra muerte ya lo hubiera hecho, vámonos de aquí. –

– Tiene razón… Acaso es… ¿La Buscadora? –

Ella solo asintió y caminó en dirección hacia alguna parte de la base. Siguió hasta llegar a los archivos y mirando entre todos encontró lo qué quería. Un gran papel antiguo enrollado, al comprobarlo vio qué era lo qué buscaba. Pero para asegurarse miró en otros archivos y se llevó varios mapas, documentación y otras cosas. Los metió dentro de su gabardina. Antes de incluso salir por la puerta oyó la voz de varios soldados.

– El mercenario del Clan Kami está muerto y los prisioneros escaparon. –

– Pero buscarlos no vale la pena, les taparon las cabezas al arrestarlos. Solo ese Kami sabía sus rostros. –

– Es verdad, pero debemos mirar si hay intrusos. –

Al ver qué estaban dispuestos a entrar, miró una ventana y corrió hacia ella. Cuando el cristal se rompió en su lugar un gran dragón negro y amarillo aparece, alterando la paz de la base. Voló por encima de todos bajo los rayos del sol, en dirección al pueblo. Mientras baja la Buscadora aterriza en una azotea sin qué nadie se diera cuenta hasta llegar al callejón. Antes de qué tocara de nuevo la losa, un pequeño dragón con los mismos colores se mete en su gabardina. Entra y va de nuevo al hombre mientras le da el papel.

– Gracias Buscadora, estos planos son de una terrible máquina, lo sé pensarás qué debemos destruirlo pero es el pasado. Hemos perdido 500 o más años de historia. No quiero cometer los mismos errores, ya es hora de saber la verdad. Buscadora sé qué deseas el conocimiento del pasado. Toma este mapa, te guiará a la Biblioteca Olvidada, allí sabrás todo lo qué está pasando. Gracias por todo, sé qué antes de irte querrás despistar a los marines. Haz lo qué debas hacer. –

La Buscadora asintió y se inclinó con respeto, se metió entre las cortinas. Salió por la puerta con otro aspecto, cabello castaño largo hasta la espalda, ojos verdes, piel marrón claro. Su cuerpo es esbelto pero tiende a ir a la delgadez, no parece estar desarrollada del todo, bastante hermosa. Pantalón corto vaquero gris, camiseta turquesa, botas marrones, medias negras y una tela roja en la cintura como decoración que le llega casi al suelo tapando la pierna derecha y una pequeña mochila negra en la espalda. Camino entre los soldados hasta qué uno chocó con ella, este dijo.

– Perdone señorita. –

– No pasa nada, no pasa nada. –

Siguió su camino con una sonrisa en los labios, camino hasta llegar a un barco qué está a punto de partir, compro el billete y subió sin problemas al barco, mientras miraba como se alejan de la isla dice.

– "Haz lo qué debas hacer", pues creo qué es hora de qué La Orden de los Cuatro Mares cambie de dirección antes de qué todo acabe mal. –

Ya habían pasado varias horas desde qué salió de la isla con rumbo a República de Vientos Esmeraldas, está sentada en una tumbona leyendo el periódico, el pequeño dragón está en su regazo, tan pequeño como un gato. De vez en cuando la chica acariciaba su cabeza, en un momento este se estiró, era tan largo como un perro grande, sus alas se estiraron a la vez qué su cola, con sus cuatro patas bajo y la miró con ojos de cachorro, solo sonrió y dijo.

– Está bien, está bien. Vamos a comer. Zona de restaurante. –

Saltaba como un cachorro ante las palabras de su dueña, caminaron hasta llegar al restaurante, aunque no quedaba mucho ya. El buffet estaba casi vacío, Un chaval de unos años, 1,76m, bastante delgado a pesar de comer por varias personas. Le daba la espalda y solo ve el cabello castaño corto. La chica corrió para agarrar un plato de carne y fruta antes de qué el las agarrara. Este se giro a ella, un gran mechón negro qué le cubre la frente y unos grandes ojos negros, una marca de nacimiento debajo de su ojo izquierdo. Solo dice.

– Oye, lo iba a comer. –

– No seas egoísta, no eres el único del barco. Aunque no vi a más pasajeros. –

– Pues claro qué no hay pasajeros, este barco es uno de ricos. Solo aquellos qué se lo permitan pueden, todo porque no quieren qué otros vayan. –

– ¿Y tú qué haces aquí? –

– Estoy buscando el One Piece. –

– ¿El qué? –

– No sé qué es, pero me llama. ¿Alguna vez has sentido qué estás en un tiempo distinto al qué eres realmente? –

Esas palabras la sorprendieron y dijo suspirando mientras deja en el suelo el plato de carne a su dragón.

– Si, todos los días. ¿Cómo te llamas? –

– Nozomu D. Rody. ¿Y tú? –

– Linatia Saika y este dragón es Golddust. No has pagado el billete, ¿Verdad? –

– No, me colé. De todas formas solo estamos nosotros y la tripulación. –

– Empiezo a sospechar qué es una trampa. ¿No estás preocupado? –

– Na, todo lo qué pase pasará, bueno Saika. Si sabes luchar prepárate. Es hora de divertirse. –

– ¿Divertirse? –

Varios soldados vestidos con uniformes verdes y rifles. Cada uno apuntando a ellos, Golddust se enroscó en Saika hasta estar en su cabeza y gruñir a los soldados. Rody los miró sonriendo alegremente. el qué parecía el líder dijo.

– A pesar de tener billetes no tienes autorización para ir a La República de Vientos Esmeraldas

– Puede ser, pero para tener autorización hay qué ir y como habéis dicho no se puede ir sin dicho documento. Pero se contradice, en otras palabras… Quiere qué nadie vaya, permitiendo qué la gente de su interior viva aislada del exterior impidiendo la extensión del comercio y conocimiento. –

– Sabes mucho para ser extranjera, tendré qué interrogarte luego. –

Rody le colocó delante de ella y dijo.

– Señores, señores. por favor. Solo estamos de paso. Tal vez puedan serme de ayuda. ¿Saben dónde está o qué es el One Piece? –

Todos los soldados temblaban como flanes, el líder dijo levantando su arma.

– No hables de cosas prohibidas, si conoces esas palabras debes ser ese famoso Buscador, aunque decían qué es una mujer. No importa, los dos están bajo arresto de La República de Vientos Esmeraldas. –

Antes de qué Saika hiciera algo, Rody sacó unas barras blancas conectadas con cadenas, la giró al frente y se volvió un bastón tan largo como él, a su vez su aspecto cambiaba a un mono humanoide, su cola larga como el acaba con la punta negra. Agarró con ella a Saika y dijo.

– Pues lo lamento pero no haremos tal cosa. –

Los disparos sonaron pero no había nadie, solo los agujeros de las balas. Con la confusión había salido por la puerta dando un salto, corrió por los pasillos lo más rápido qué podía, Golddust volaba detrás de ellos, al llegar a cubierta atranco la puerta y dijo.

– No será mucho pero estaremos a salvo. –

La boca de una pistola fue la respuesta de Saika y dijo enfadada.

– No vuelva hacer eso, usuario. Creí qué todas las Akuma no mi estaban catalogadas. ¿Cuál es? –

Guardó el arma en la funda de su pierna derecha, oculta por la tela roja. Rody dijo aún en híbrido.

– No lo sé, comí una fruta rara hace unos 13 años, sabía fatal. No sabía qué era una Akuma no mi hasta qué empecé a robar por comida, aprendí mucho a usarla gracias a un viejo Gyojin qué también me dio este bastón. Algo en mi me decía qué debía buscar algo… –

– El One Piece. –

– Si, ese viejo Gyojin me dijo qué buscara gente, se quedó conmigo hasta qué cumplí los 12 y se fue. Se esfumó. Viajo solo desde entonces. –

– Por eso vas a La República de Vientos Esmeraldas para buscar aliados. –

– Camaradas, busco camaradas. ¿Quieres unirte? –

– ¿Un usuario con una chica con un dragón?¿Estás seguro? –

– No, pero no pierdo nada. –

Rody le extendió la mano, Saika miró a Golddust, solo se frotó contra su cara. Se la estrechó y dijo tirando a la vez qué corría.

– De acuerdo, pero debemos irnos de aquí. Si cogemos uno de los Acuanios, podemos ir a otra isla hasta saber por dónde ir. No quiero quedarme y menos son esos tipos. –

– Yo tampoco. –

Volvió a su forma humana y guardó el bastón. Lo colocaron encima del mar y se subieron a un Acuanios (Una especie de moto acuática pero mucho más rara, ya qué está hecha de un metal con marcas verdes y la parte trasera es más alargada pudiendo caber unas cinco personas contando al conductor, ya qué no solo tiene un asiento y el resto es plataforma.) Saika sacó dos pistolas y apuntó a las cuerdas. Dos cuerdas, dos disparos, dos cortes y una caída al mar. Una vez tocado el agua, Saika arrancó los motores y salieron disparados, alejándose del barco crucero. Rody miró hacia el barco y dijo para sí.

– ¿Por qué siento qué esto ya lo viví antes? No me estaré equivocado. ¿O no? –

– Agárrate, si ven nuestra estela estaremos en problemas. –

– No estoy preocupado, confío en ti Saika. –

– De unos completos extraños a camaradas, lo siento Tía Himiko, llegaré tarde. –

Dicen qué para encontrarse a uno se deben encontrar a otros, tanto Rody como Saika y Golddust conocerán a un espadachín qué sobrepasa los límites, y llegan a una extraña biblioteca oculta en una isla qué no aparece en los mapas.