Cambio de octubre

Cap.3

Amante del turbo


La helada nieve bajo sus patas y el aire en su pelaje le daban una grata sensación, amaba ese clima, el olor a bosque, la sensación de libertad, pero sobre todo... esa adrenalina que sentía cuando cazaba.

Estaba emocionada, esa cazadora había estado molestando a su manada desde hace unas semanas, la descarada llevaba una túnica negra hecha de piel de lobo, normalmente solo bastaba un buen susto para espantar a aquellos cazadores molestos, su manada ni siquiera se metía en territorio humano... bueno ella no tenía manada, o bueno si la tuvo, solo que la habían rechazado, debido a su naturaleza, un lobo de su edad ya tenía su pareja, sin embargo ella no lo había conseguido, no había explicación alguna para eso, era fuerte, veloz, estaba saludable, no había razón para despreciarla... así era una loba infértil, jamás tendría cachorros, y ningún lobo quería terminar su línea ahí. Sin pareja, no servía de mucho a la manada, ya que nada la ataba a ellos, así que fue exiliada, aun así, Enid tenía un corazón noble, ella iba a defender a su manda desde las sombras.

Había tardado más de lo normal en encontrar su escondite, de hecho, estaba casi segura de que no tardaría en amanecer. Un pequeño campamento que había montado muy cerca del corazón del bosque era raro que un humano lograra escabullirse tanto, le daría un punto por eso, tal vez terminaría rápido con ella. Al llegar a su objetivo encontró la fogata apagada, era su señal.


Merlina no tenía un pelo de tonta, no, para nada. Sabía que el enemigo la vendría a buscar, hasta el momento no había podido cazar nada, todas sus trampas y trucos no habían funcionado, así que se adentró al peligro, si quería obtener un progreso tenía que enfrentar al problema de frente.

Entonces sintió una presencia extraña, ya estaba dentro de su casa de campaña, pero eso no evito que se pusiera en guardia, de sus bolsillos saco dos filosas dagas de plata, preparada para lo que fuera, lo siguiente fue un zarpazo a su tienda que la dejo desprotegida, ella se hizo bolita aun con sus dagas en posición defensiva. Pero no pudo divisar a su atacante, parecía estar sola en aquel lugar, pero sentía su presencia, la presencia de una bestia.

Sin más recibió una envestida feroz, que la mando a volar contra el árbol más cercano. Ni tiempo le dio de revisar si aún tenía todas las partes de su cuerpo unidas, cuando sintió unas poderosas fauces agarrar su túnica darle vueltas y volverla a lanzar. Pero esta vez pudo maniobrar su cuerpo para caer en una posición que no comprometiera la integridad de sus huesos. Finalmente pudo ver las dimensiones de la bestia, y decir que quedo impresionada era poco, la bestia era enorme y terrorífica.

—Que belleza —dijo cautivada ante tan imponente criatura.

NA: Merlina la menos furra, sí, sí.

Gracias a sus sentidos desarrollados, Enid logró entender aquella frase, lo que la distrajo, y eso le costó caro pues Merlina se arrojó a ella dándole una potente patada en el hocico. Pero las cosas no quedaron ahí, enseguida se irguió en dos patas y dio un potente rugido. Con eso era suficiente para que cualquier cazador huyera, pero la chica seguía parada ahí, sorprendida pero no atemorizada.

La realidad, Enid no era fan de destripar gente por placer, pero tenía que hacer algo con esa chica, sin previo aviso se dejó ir hacia donde portaba sus armas, la perdida de una mano no le molestaría.

Merlina se quiso esquivar, pero la diferencia de velocidad era demasiada. Su brazo quedo prensado entre las fauces de la bestia, sin embargo, no tardo en intentar un contra ataque, quiso clavar su otra daga en la cara de la loba, pero esta sacudió su cabeza con tal fuerza que Merlina soltó su arma y se concentró en tratar que su braza conservara su lugar de origen. Después de aquellas sacudidas la Adams salió volando, nuevamente, y, nuevamente, termino estampada contra un árbol. Esta vez el rostro de dolor y los quejidos no se hicieron espera.

—Demonios —exclamó al ver su carne expuesta.

Enid, se relamió, pasando su lengua por sus bigotes, el sabor a hierro cubrió sus papilas.

Merlina observó a la gran bestia, ahora sí que estaba indefensa ante semejante monstruo, sus sentidos le alertaban que debía irse del lugar. Sin más, se levantó, su corazón bombeada sangre a toda velocidad, sabía perfectamente cuando debía retirarse, si era sincera con ella misma, se había confiado, había cazado muchos lobos, pero este en especial, lucia muy, muy fuerte.

Sus piernas y su corazón no tardaron en echarse a andar con todo lo que tenían, y que una bestia la estuviera siguiendo no ayudaba del todo a su condición, sumándole a que se estaba desangrando.

Merlina, miró hacia atrás, pero ya no encontró a su perseguidor. Esto la hizo detenerse unos minutos.

Entre aquellos pinos Enid se movía ágilmente en silencio, daba círculos mientras acechaba a su presa, lista para lanzarse en cualquier momento. Merlina observaba todo a su alrededor, era muy difícil localizar a aquel gigantesco animal pesa a su tamaño, a pesar de su experiencia era la primera vez que se encontraba en una situación así, comenzaba a temer por su vida, y eso era muy excitante.

De entre los pinos, la imponente bestia salto, dejándola tendida en el suelo, enseguida un potente rugido choco contra su rostro, sintiendo el aliento y saliva que caían sobre ella. Estaba tan cerca, podía ver los afilados colmillos en aquellas gigantes fauces, los ojos amarillos que la analizaban, buscando cual sería el lugar más prudente para morder y dejar a su presa sin escapatoria. Quedaron así unos momentos, observando a su contraría, pensando en el siguiente movimiento.

Tal vez lo pensaron demasiado, el pelaje claro, casi rubio comenzó a brillar y un sonido, inconfundible, de huesos rotos se escuchó, Merlina conocía muy bien ese sonido, y también sabía que no eran sus huesos los que lo producían.

Adolorida, la criatura se alejó se ella, sometida ante su propia trasformación, su estado más vulnerable el cual solo mostraba ante su manada y ahora estaba ahí frente a esa humana, mostrándose de esa manera.

Gemidos, crujidos y algún que otro chillido brotaron de un cuerpo, que poco a poco iba adoptando una figura humana femenina, el pelaje comenzó a desaparecer, el tamaño disminuyo hasta dejar frente a Merlina a una joven, tan vez de su edad, rubia y delicada frente a ella.

Lo siguiente que Merlina vio fueron unos ojos azules, vivos y hermosos frente a ella.

—Wow —pronunció ante lo que su vista le permitía contemplar.

Era la primera vez que veía a un hombre lobo en su forma humana pues cuando los mataba, conservaban su forma bestial.

Enid se quedó quieta con el aliento saliendo frenético de su boca, "¿Ahora qué?" se preguntó así misma.

Por extraño que parezca Merlina se encontraba casi igual, la herida profunda de su brazo se le comenzaba a hacer insoportable, necesitaba detener la hemorragia, así que hizo lo que su instinto le dictaba. Se puso de pie y se aproximó a la chica frente a ella, quien retrocedió poniéndose a la defensiva, que estuviera en su forma humana no significaba que no pudiera defenderse, además de que su oponente estaba mal herida.

Lo siguiente Enid sintió fue una cálida túnica encima de su cuerpo.

—Tengamos una tregua —dijo Merlina cansada — no puedo seguir.

Dicho esto, la Adams dio media vuelta para reunirse con los suyos.

Enid quedo ahí parada, estupefacta, estaba sorprendida por la actitud de aquella cazadora, quito la túnica que estaba encima de ella y la miro con asco, se desharía de ella.

Paso exactamente una semana después de aquel incidente, Enid daba su diario pasea nocturno por el bosque. Cuando sus oídos captaron un sonido extraño, aunque más que un sonido era una melodía. Guiada por su curiosidad, busco el origen de aquella melodía, cuando se dio cuenta llego al mismo lugar donde había sido su primer encuentro con aquella cazadora, esto hizo que Enid se pusiera en guardia enseguida.

Por su parte Merlina sintio la nueva presencia que le acompañaba más allá de su violonchelo. Sonrío para sí misma, aunque no la pudiera ver, sabía que era la misma loba de hace semanas, procedió a tocar hasta casi el amanecer, después de eso tomo sus cosas y se retiró tranquilamente del lugar. Dejando a Enid confundida.

Así pasaron algunos días, la loba no se mostraba ante Merlina, solo se quedaba ahí, al asecho escuchándola tocar y cuando terminaba esta se iba. Comenzaba a hacérsele rutina. Hasta que una noche, Merlina no llego con su instrumento, sino que llego como aquella noche en la que se conocieron.

—Esta noche vengo a despedirme —dijo Merlina a la aparente nada. —Les he dicho a los lugareños que no he podido cumplir con mi objetivo, pude quedarme unos días más, pero se me está acabando la estadía en este lugar. Solo quiero añadir que este tiempo ha sido grato, y que he podido ver algo diferente a mis costumbres habituales.

Merlina no mentía, había visto humanidad aquella noche cuando vio a la loba, además de que todas esas noches que fue a tocar para ella le dejo en claro que la loba disfrutaba de la música, de otra forma no hubiera ido a verla o simplemente estaba esperando el momento para atacarla, Merlina prefería creer en la primera opción.

Enid no podía responderle estando en su forma de lobo, y agradecía que su cara no pudiera mostrar tantas expresiones, de otra manera tal vez la cazadora hubiera podido ver que sentia un tanto de tristeza.

—Ha sido un placer —Merlina se inclinó un poco para hacer una leve reverencia — me iré en cuanto se ponga el sol, así que esta vez me iré antes de la hora habitual.

Dio media vuelta y se marchó del lugar, dejando a Enid con un sabor agridulce.

—Entonces, ¿no cazaste nada? —Eugene un chico local que se había vuelto cercano a la cazadora le ayudaba a cargar el corcel en el cual se iría.

—Esta vez ha sido diferente —explico Merlina —necesito volver con los Adams, tal vez encuentre algo de información ahí.

—Es raro que quieras ir encontrar de la naturaleza de tu familia.

—La naturaleza de mi familia no es cazar lobos, es ir en contra de la naturaleza de la mayoría. — Eugene se rio con fuerza. —¿Por qué crees que siempre nos están linchando? Lo de ser cazadores de lobos es para que dejaran de condenar a las mujeres de la familia por brujería, aunque cazar enormes bestias es entretenido, estoy convencida de que hay algo más.

Terminaron de cargar las cosas, ya estaba lista encima del caballo se despidió de Eugene. No había avanzado tanto, cuando comenzó a sentir una presencia.

—¿No tienes una manada?, ¿Qué haces aquí? —preguntó Merlina.

De entre los árboles apareció una chica rubia, cubierta por una túnica negra hecha de piel de hombre lobo.

—¿Eso importa? —respondió agresiva, ni siquiera sabía porque estaba ahí.

—No tengo problema con un lobo, puedo hacer que pases desapercibida, pero no podría ocultar a una manada, entera.

—No hay manada —Enid dijo eso con algo de tristeza.

Merlina lo notó, pero no hizo más preguntas, solo comenzó a avanzar, al notar el movimiento Enid comenzó a seguirla, en completo silencio ambas chicas comenzaron su viaje. En poco tiempo comenzaría a anochecer.

—¿Acamparemos? —pregunto Enid viendo que su compañera no tenía intención de descansar.

—No —respondió seca — me he desarrollado en ambientes oscuros, trabajo mejor de noche, a no ser que quieras descansar.

—¿Estas tratando de decirme algo? —Enid rebatió con agresividad, sentía que la estaban provocando.

—Solo digo que si no te quedan energías podemos darnos una pausa, cachorrita —añadió Merlina, la verdad es que disfrutaba burlarse de su acompañante, nunca pensó en compartir ese tipo de conversación con un licántropo.

—Me dices eso cuando estas arriba de un caballo, y mi nombre es Enid, no me llames de esa manera —comenzaba a dudar si seguir a la cazadora había sido buena idea.

—Bien, si logras avanzar más que yo al final de la noche te llamare así.

—¿Y que gano yo?

—Saber mi nombre.

No dijo nada más y echo a andar al caballo.

—¡Ni si quiera se a dónde vamos, imbécil! —Enid pronto se echó a correr, no lograría alcanzarla de esa manera, pero no faltaba mucho para que la noche cayera. Así que en el tiempo que quedaba para que ocurriera su transformación corrió con autentica furia.

—¡Vamos!, ¡alcánzame! —retó Merlina a la cabeza. Tal vez debió medir más sus palabras.

Enseguida una inmensa criatura se posiciono a un lado de ella, Merlina recordó su primer encuentro, se veía tan imponente como aquella noche, podía ver toda su fuerza expresada en velocidad, era algo impresionante, ella trataría de no quedar atrás echándole toda la rienda a su caballo para lograr estar a la altura.