One-shot VII: Sick partner

A veces Malcolm tiene sus momentos en los que se vuelve vulnerable… needy… como aquella vez que pasó por una fase de depresión la cual toda su familia prefirió ignorar y seguir con su día normal como si nada pasara. Pero rara vez se pone a pensar así cuando está enfermo, especialmente cuando el clima no es el mejor de todos.

Todo ocurrió a mediados de octubre, era otoño y en esa temporada llovió como nunca había llovido meses atrás, Reese no había ido a la escuela porque era fin de semana y no le interesaba calificar para ninguna actividad extraescolar, pero Malcolm, era un caso aparte, de manera inútil quería valerse de una inalcanzable aprobación y aceptación social. Además de terminar con varios golpes en el cuerpo acabó con un resfriado, vaya manera de arruinar su fin de semana, la habitación era una graciosa combinación entre un adolescente y un adulto deprimido, el piso estaba lleno de polvo, tierra y lodo, sobre el buro detrás de su cama (que compartía con su hermanito, Dewey) había una caja de pañuelos y algunas medicinas que contrastaban con los demás objetos colocados en ese mueble.

Más temprano, Lois había entrado a limpiar un poco la habitación y recoger la ropa sucia, regañándolo porque tenía tanta fiebre que Malcolm deliraba cada vez que la veía entrar. Su único deseo era estar ahí tirado en su cama y sufrir, ella solo le puso otro paño frío en la cabeza y se fue porque se le hacía tarde para su trabajo en el Lucky Aide, por lo menos ahora tenía un mejor aspecto.

Reese le quitó el termómetro debajo de su brazo, se alivió de que la fiebre bajara rápidamente, ahora su hermano estaba dormido o eso creía. Se sobresaltó un poco cuando sintió que tomaba su mano, a pesar de estar despeinado y con los ojos ojerosos realmente se veía lindo, se acomodó para ponerse a su altura y entrelazó sus dedos con los suyos sonriendo. A pesar de sus tropiezos, seguía siendo un nerd comelibros introvertido y eso le gustaba.

-¿Te sientes mejor, Malc?-le preguntó en voz baja.

-Si, me siento mucho mejor ahora-dijo sonriendo-¿te quedarías conmigo por un rato?-

Lo que el menor obtuvo como respuesta de su hermano mayor fue un rápido beso en la frente, Reese le acomodó el cabello con una mano y se acostó a su lado en el espacio de Dewey que estaba vacío, ni siquiera tenía miedo de contagiarse, estar así con Malcolm era cómodo, especialmente ahora que ya no tenían muchas oportunidades de dormir juntos. Uno de esos momentos que se les fue arrebatado cuando crecieron, mejor aprovecharlo ahora que tenían la oportunidad.

-¿Aún quieres jugar basketball?-volvió a preguntar Reese casi sabiendo la respuesta.

-Diablos, no-respondió Malcolm con voz congestionada, Reese soltó una risa ligera, una vez más tomó su mano y la sostuvo acariciándola cariñosamente con su pulgar. Ninguno de los dos se dio cuenta porque sus ojos estaban cerrados pero sonrieron al sentir el tacto del otro, cuando Reese abrió los ojos, un sonrojo casi tiñó sus mejillas al darse cuenta de lo cerca que estaban a punto de rozar sus labios entre sí en cualquier momento. No obstante aquello no le molestó sino todo lo contrario, su respiración se aceleró y cuando Malcolm sintió su respiración muy cerca de su rostro, abrió los ojos con pesadez y cansancio-si vuelvo a hacer deportes ¿me cuidarás cuando termine así?-preguntó.

-Jaja, seguro-respondió el mayor-el doctor Reese se encargará de ti-

Después de decir eso, le dio un pequeño y muy corto beso, no abrió los ojos pero con ese gesto Malcolm pareció recuperar las fuerzas, aunque no hizo nada por levantarse de la cama, solo se quedó ahí acostado con su hermano mayor, no tardó mucho en conciliar el sueño, ni siquiera escucharon los pasos de Dewey cuando llegó y tampoco sintieron su peso sobre la cama cuando decidió acompañarlos en su pequeña siesta.

Malcolm estaba convencido de que ese beso había sido la mejor medicina.