Nada de la Leyenda de Zelda me pertenece.


Capítulo 8

-... le pasó, obviamente está fuera de sí.

Hmmm… más abajo, si, ahi, hmmm…

- Probablemente comió algo por ahí que… - Una leve tos. - alguien o algo alteró. Podría estar enfermo por todo lo que sabemos.

- Pues sería la enfermedad de abrazar todo y a todos. - No, no te detengas, por favor no te detengas… - Ayer se ancló a la puerta, a la puerta. ¿Sabes cuantas veces frotó su cara como un gato con esa puerta?

Se quejó, queriendo la sensación otra vez contra su pelo, pero no ocurrió nada para su irritación en crecimiento.

- No te rías, sea lo que sea que tiene es grave. - ¿Grave?

- Agradezcamos que no parece ser contagioso. - ¿Contagioso?

- Igual, ¿qué pasa si es permanente? - ¿Permanente?

- Oh vamos, no creo, de seguro se le pasara entre hoy y mañana-

- Lleva tres días así.

Levantó la cabeza. O trato, porque tan pronto hizo el intento fue empujado suave, pero insistentemente hacía abajo.

- Estoy segura de que se le pasará, solo hay que ser pacientes.

- ¿Y si no lo hace?, ¿si necesita tratamiento y no tenemos ni idea?, ¿y si empeora?, no hay un doctor cerca y nadie parece-hey, ¿qué pasa cari… ño…?

Se quejó de nuevo, siseo, y por fin esa mano lo dejó en paz. No era la idea, pero si lo que iba a hacer era estar empujándolo hacia abajo y no dejarlo mover… ¿por qué lo estaban mirando así?, ¿y dónde supuestamente estaba el enfermo…?, Mipha debía de saber qué hacer, pero-¡hey!

- ¿Estás con nosotros chico? - ¿Hacía falta pellizcarlo? - ¿No tienes ganas de abrazar ni ser meloso con nada por casua-

- ¡Mira!, ¡un lorito! - Era solo un dibujo de un pájaro y no uno muy bonito. - Si, ya está bien, no tiene los ojos brillosos como si hubiera bajado el sol.

- ¿Perdón? - ¿Se estaba burlando de él?

Espera, ¿cómo siquiera había terminado aquí…?

Oh.

Oh.

Oh.

- ¿Podemos pretender que los últimos días no pasaron? - ¿Por favor y gracias?

Por las miradas de los presentes, eso nunca iba a pasar.

- Podrías empezar por decirnos cómo terminaste así, si fueras tan amable.

Ugh, suponía que se lo merecía. Por supuesto que Cotera se aseguro de darle mucho más de lo que pidió. Ella o las demás hadas, era difícil de saber.

- Exceso de magia. - Y ya que tenía la vaga idea de que su reacción no era lo que debería pasar, agrego: - De hada. Se les fue la mano esta vez… - ¿Cuántos días en total fueron?, había querido un par, solo un par…

Agradecía que nada intentó matarlo, porque hubiera querido amar al asesino en lugar de defenderse y voltear las tablas. ¿Qué más patético que eso…?

- Dime que eso no significa que lo han hecho otras veces o que tu se lo pediste jovencito. - ¿Uh?

- Un par de veces, pocos días. - Bajo supervisión, técnicamente. - Supongo que escapé de ellas sin querer. - Nunca lo dejaban ir, no hasta que los efectos hubieran pasado. - Perdón por todos los inconvenientes que pude haber causado… - Y es que debió de causar un montón.

Todo era bonito, hermoso y maravilloso.

- Dime una buena razón por la cual te drogarias de esa forma. - ¿Eh?, ¿acababa de…?

Oh. Estaba en problemas. Okey.

- Dolor. - Así fue la primera vez. - Gente. - Y… ya, solo había sido un par de veces que había pedido eso. No hizo daño a nadie.

Inadvertidamente para él, habían pasado muchas cosas esa semana y tres espíritus estaban inusualmente callados solo para oír esta conversación. Lo mismo ocurría con la gente que, para bien o para mal, lo veían con otros ojos desde que se presentó en esta ocasión.

°•°•°•°•°•°

- ¿Quieres acariciarlos? - Había que ser un ciego para no ver el interés que le tenía a los caballos. - Anda, no muerden. - Convidó al ver cómo se iluminó el mocoso.

Si se apegaba a uno, ya sabrían cual darle en lugar de tirar uno al azar. El dueño entendería, se había hablado de antemano. Un animal debería hacerle la vida más fácil al chico, especialmente si iba a viajar a la montaña nevada…

- Mira que la teníamos tan fácil… - Murmuró para sí. El chico había saltado la valla en segundos.

Los caballos más cercanos se sobresaltaron por un momento y siguieron con lo suyo, un par puso su atención en el chico que se les acercaba, creyendo que-creyendo bien, muy bien. Caray.

- ¿Viendo algo interesante? - Señaló al muchacho que, por lo visto, tenía planes de engordar a los caballos. - Oh. - Precisamente.

- Ni una pizca de miedo. - Completamente cómodo, y encantado. Era de esa clase… - ¿Cuál crees que se adueñe de él y su buena voluntad?

- Apuesto 300 rupias que será Ventisca. - ¿Ventisca?, hmmm… esa yegua ni se había movido, acostada en el pasto. Era perezosa.

- ¡Yo apuesto 120 rupias a Pinchos! - ¿El joven galán que le gustaba tumbar cosas?, podría ser. - ¿Y tú?, ¿a quién le vas?

- 200 rupias a Reina. - Porque sabía que no lo dejarían en paz si no apostaba por alguien.

- A Reina le gustan todos, ya es hacer trampa…

Ignoró el resto. Si Reina no se adueñaba de este chico, pues nadie lo haría. Esa yegua era algo mayor, tenía la paciencia de un santo. Y ese muchacho era una fuerza de la naturaleza, justo esta mañana casi lo mata de un susto porque andaba cortando verduras con una espada que, si tuviera que apostar, era de los Gerudo. De lo más normal de la vida, como si fuera algo común.

Y ayer había masacrado un grupo completo de monstruos que se había acercado demasiado con una sonrisa que, desgraciadamente, le daba más miedo que los propios monstruos.

El chico era obviamente un guerrero, de esos que amaban un desafío y difíciles de derribar. ¿Lo que no era?, una persona muy social. Eso no quería decir que, si quería, podría influenciar una comunidad.

Técnicamente lo estaba haciendo y ni sabían su nombre.

Qué problema.

- Los Rito se llevarán una sorpresa. - Murmuró para sí, tratando de no reírse al ver a ese chico buscando con que acicalar a los caballos.

No sabía para qué quería ir para allá, pero si las leyendas eran ciertas…

°•°•°•°•°•°

- ¿Seguro que no quieres quedarte un poco más? - Miró de reojo a quién habló, arqueando una ceja. - Puedes partir mañana en la mañana. - Ay Mipha…

Mientras más se quedará más querría llevarse algo con él. No, era mejor así. Luego volvería y esta vez les traería manzanas. Amarían las manzanas, ya amaban las zanahorias y las bayas. Los extrañaría a todos, eso sí.

Tenía que visitar a los demás también. Y dar con más templos. Que las diosas lo perdonaran, pero que molestia eran esos templos. Probablemente no daría con todos a menos que alguien le diera un mapa en donde aparecieran, y pegaría el grito al cielo porque debían de haber cientos.

Al igual que habían cientos de tronquitos con hojas como cara que le daban… algo. Si, iría con algo, porque sí que olía mal y tomaba mucho de sí recordar que solo eran semillas. Si ignoraba eso y los extraños y recónditos lugares en que podrían meterse, eran espíritus agradablemente tiernos.

Menos mal que hablaban, porque los hubiera quemado vivos creyendo que eran monstruos la primera vez que vio uno.

Había cada cosa rara en este mundo, ya nada debería de sorprenderlo…

- ¿Ya te vas? - ¿Uh?

Era la primera vez que le pasaba esto en estos lugares. Ni idea como se llamaban. No es como si fuera muy importante, ¿verdad?

- Oh. Las chicas querrán verte, pero primero… - Pestañeo varias veces ante el brazo en los hombros. ¿Debía preocuparse? - ¿Cuál de ellos es tu preferido? - ¿Ah?

Fue gracias a las risas de Urbosa y al comentario extra de Daruk sobre si iban a ver a los caballos que entendió.

- Ninguno. - No, no y más no. Ellos se quedaban allí tranquilitos y bonitos. No.

- ¿Ninguno?, oh vamos, debe haber uno que te agrade más que los-

- No. - No iba a volver a pasar por eso, no iba a volver a pasar por eso, no lo iba a volver a vivir.

Dicho esto, porque no iba a quedarse ni a discutir ni nada, activó la tabla.

Caminaría mucho más de lo planeado, pero le valía un cuco.

°•°•°•°•°•°

-... Link. - Lo bueno de que tu compañía fueran fantasmas era que solo podían hablar y no podían detenerte de ninguna forma.

Lo malo de tener compañía fantasma era que, bueno, te perseguían fantasmas y no podías detenerlo. Pero volviendo a lo bueno no había forma-¡Owowowowwww!, pero que rayos…

- No sabía que tu escudo era tan fuerte incluso en la escala más débil. - Un silbido apreciativo en todo el medio.

Miró feo a todos los motivos de su desdicha de la última hora, deseando poder dejarlos botados en algún lado. Estaba anclado, anclado, la cosa extraña estaba por todos lados. Eso, y ahora estaba bañando todo en sangre, su nariz… ¿Tenían idea de lo molesto que era esto?, ¿cuánto tiempo tardaría en dejar de sangrar?, si no fuera porque la tabla le daba limpieza instantánea a lo que se ponía, buscaría de inmediato cómo deshacerse de esta gente. Eran un problema, un problema.

- Chicos… - Si algo sirviera, si tan solo pudiera…

- Está molesto, ¿que esperabas Mipha? - ¿Oh?, ¿solo molesto? - Calmate un poco, nos duele hacerte esto, ¿sabes?

No, no les dolía ni un poquito y estaba hasta los-¡UGH!

- Creo… creo que esto no está funcionando Urbosa. - Tenía la tabla, tenía la tabla…

- ¿Prefieres que siga así al-clic.

¿La parte buena de tener un artefacto mágico?, podía irse a donde quisiera. ¿La parte buena de poner distancia y hacerlo indefinidamente?

Un dolor de cabeza, estar perdido, y lejos de toda fuente de vida.

°•°•°•°•°•°

- Esto no es bueno. - Nada, para nada bueno.

Usar tanta magia seguida tendría consecuencias. Tenía consecuencias. Esa tabla funcionaba en base a la magia del usuario. Link no sabía usar magia, pero tenía magia. Todo ser vivo tenía magia. Eso iba a morderle el trasero en grande, eso iba-

- ¿Tienes idea de a dónde podría ir? - Jamás había visto a ese chico moverse tan rápido, pero estaba más que molesto…

Y por eso es que quiso detenerlo, estaba molesto y eso solo terminaba en una serie de peleas sin cuidado a su integridad física. Cuando no estuvieran allí, cuando Mipha no estuviera allí, no tendría quien le salvará el pellejo si llegaba a tener una mala pasada, si llegaba a…

- Huyó de nosotros. - Y no era ese el mayor golpe.

El Link de antes no se dejaría llevar por la ira de ese modo, pero el Link de antes no tenía la muerte de nada para meterse con su estado emocional y tenía anclas. Ahora solo iba en lo suyo por el propósito de la siguiente pelea y porque quería conocer a quien sea que le había puesto nombre.

Zelda no iba a perdonarse esto cuando lo viera, cuando supiera…

- Tarde o temprano tiene que ir a ver a Revali. - Y ya que no podían detenerlo…

Aún así había algo raro con esto. Link no debió de ser capaz de escaparse de ellos tan fácil como lo hizo. No era tan rápido.

°•°•°•°•°•°

-...da!, ¡hey!

Sin pensarlo dos veces, apuntó y soltó las flechas. Una tras otra. No tenía la paciencia de tomarse su tiempo, no tenía la paciencia de nada.

- ¿Eh?

Suponía que los dientes y el corazón era lo más que podría tomar en esta ocasión, no tenía la paciencia para arrancarles la piel y de todos modos no eran tan bonitos. Los plateados y los dorados eran otro tema, pero dado el-

- ¿Acaso tu eres mi salvador? - Oh. El tipo casi llorando a lágrima viva en el árbol.

Asintió a duras penas, guardando su arco. No había nada más en las cercanías, no había-truck.

- Mi nombre es Beetle, ¡gracias por…! - Si, si, lo que digas, lo que digas…

¿Por que era que estaba yendo por este camino otra vez?, ya ni se acordaba y-¿ahora qué?

Hizo una doble toma, miró al tipo otra vez y luego a lo que estaba en sus manos. Negó con la cabeza, haciendo un gesto de mano de que no pasaba nada, que todo estaba bien…

El señor lo tomó como indicación de que quería otra cosa en lugar de lo que verdaderamente trataba de decir. Múltiples veces.

La única razón por la cual no se teletransportó fue porque, en una de esas, había sacado carne en vara.

°•°•°•°•°•°

-... y por eso estoy viajando, hay que expandir el negocio, ¿sabes? - Beetle, por supuesto. Ya se estaba haciendo raro que no apareciera, sería…

Se le cayó el diario de cuentas, y probablemente alguna otra cosa. No podía ser. Sus ojos debían de estarlo engañando, no podía-

- ¡Hey!, ¿me extrañaban?, tengo nueva mercancía~ - La mochila gigante en la espalda hablaba por sí sola como era. - ¡Oh!, ¡y un nuevo amigo! - Señaló a la fuente de preocupación de la última semana, quién tenía pinta de estar más dormido que despierto.

Beetle tenía ese encanto en la gente cuando hablaba mucho. Diría pobre chico si no lo hubiera dejado toda la semana creyendo que lo había espantado permanentemente. Aún tenía la-

- Le gusta comer. - Dio como explicación el vendedor, dándole una vara de carne al chico tan pronto comenzó a mirar a los lados.

Ah. La vieja confiable. Por supuesto.

- ¿La habitación de siempre? - Y ya que estaban en eso: - Las chicas se alegraran de verte. No estás herido en algún lado, ¿verdad? - No tocaría el tema de los caballos. De hecho, no tocaría nada que el chico no tocará primero, y dado que casi no hablaba…

- ¿Se conocen? - Oh Beetle, tienes a una celebridad al lado, pero cómo decírtelo si no puedes verlo…

El chico en cuestión subió la cabeza, y lo miró. Fueron los segundos más tensos de su vida, y el veredicto fue:

- Hola. - Tal y como si nada hubiera pasado, lo más interesante era la comida ya casi desaparecida de sus manos.

Solo las diosas sabrían a dónde se iría todo eso, porque el chico era un pozo sin fondo.

°•°•°•°•°•°

Si hubiera podido, rodaría los ojos y jalaría a Link de las orejas por haber dejado a los otros a la deriva. Ese comportamiento… si recordaba a los otros… no sería lindo, y tenía que preguntarse si realmente era buena cosa que recordara o no.

Se veía feliz aquí, así. Al menos más feliz de lo que solía ser.

- Te buscan señor malcrio a todo lo que no hable hylian. - Canturreo, más divertida que otra cosa, a quién solía acompañarla a todos lados.

¿No era irónico que ahora fuera ella quién lo siguiera como un verdadero fantasma?, ¿más allá que aquí?, desearía al menos poder ayudar, pero no se atrevía a tocar nada más. Lo último que necesitaban es que Ganon se escapará de sus manos, que en cualquier momento pasaría.

El tonto de su caballero no sintió nada hasta que unos de los caballos lo mordio del pelo. De la sorpresa Link dejó caer las armas que estaba puliendo y afilando. Bueno, una. Las demás ya estaban en el suelo desde hace rato, o en la tabla Sheikah.

No fue una sorpresa para ella que esa simple acción y la mirada esperanzada de caballos queriendo bocadillos fueran suficiente para robar toda la atención de Link, y su colección de manzanas. Los iba a engordar, los iba a poner quisquillosos con la gente del establo. ¿Le importaba?, obviamente no.

Cuando salieran de esto iba a asegurarse de que tuvieran al menos un caballo. Y cualquier otro animalito que pudiera. No tenía idea de cómo iba a hacer, pero también le encontraría un buen lugar en donde estar. Por más que le gustará la naturaleza, un lugar propio le haría maravillas. Si estaba cerca de un pueblo, o un establo, o algo en dónde hubiera vida, mejor.

Tanto tiempo solo no le estaba haciendo un bien. Por más centrado que eso lo llevará de desafío en desafío, no era sano a largo plazo.

Eso sí salían de esto vivos.

- Por supuesto… - Murmuró para sí.

Un caballero que no recordaba ser uno pareció mirar en su dirección por un momento antes de volver a su tarea, la cuál era acicalar al caballo más perezoso que hubiera visto en su vida.

Lo único que había hecho ese animal al verlo fue levantarse para empujarlo con la cabeza, tomar su bocadillo, y volver a acostarse debajo del árbol.

Y aquí estaba el tonto de su caballero, malcriando al animal aun más y acomodándose al mismo y no a la inversa.

Ignoraría cualquier similitud con el pasado. También ignoraría las ganas de querer desaparecer ese caballo.

Era un caballo.

°•°•°•°•°•°

Esta vez nadie diría nada de nada, comentaría nada de nada, con respecto a los caballos. No, no iban a espantar al chico. No, no querían tocar lo que obviamente era un nervio.

El muchacho pasaba al menos la mitad del día con los caballos y no en otra cosa. Ni siquiera le pagaban. El chico pagaba su estadía, y las comidas. No pagaba nada más porque no sabía si debía o no. Beetle se había ido más que feliz con todo lo que llevaba en su mochila gracias al mocoso. Sabían que tenía cosas, pero no que tanto.

Era… era abre mundos, por decirlo de alguna manera.

Por ello nadie fue sorprendido y nadie dijo nada al ver al mocoso con su armadura Zora otra vez, dejando todo impecable detrás de él.

Nadie respiró cuando desapareció en el establo otra vez, pero no era una sorpresa que fuera a ir a darles más bocadillos a quienes no iban a entender después porqué no tenían tantos bocadillos como ahora.

No era de extrañar que saliera solo…

- Ten, para el viaje. - Si había algo que el chico no rechazaría nunca era comida. Si lo hacía se sentía mal.

Si en medio de eso había otras cosas, nadie dijo nada. Si el chico no lo noto, no se lo dijeron. Mucho era que se quedará y permitiera que se despidieran propiamente de él.

El chico llegó a las afueras, sacó su artefacto mágico y lo próximo que se oyó fue un estruendo, un gran golpe de algo pesado caer.

Ojos de un brillante azúl subieron, en alarma, y no era de extrañar porque. Para bien o para mal, no hubo tiempo de sacar las armas.

Colocó 300 rupias fuera de la vista a sus acompañantes al oír pezuñas.

°•°•°•°•°•°

- No. - La yegua le bufó con sorna, audiblemente. - No, no. - No se movió, y por más que la empujara no se movía.

Y nadie lo estaba ayudando. Nadie.

Y proponerle bocadillos solo funcionó la primera vez. Después de allí la yegua con la que pasaba las tardes dormitando hacía la vista gorda como si la cosa no fuera con ella.

Si movía un pie a la izquierda, ella movía una pezuña a la izquierda. Si daba un paso hacía la derecha, ella daría un paso a la derecha inmediatamente.

Esa mirada que le estaba dando no le daba buena espina, sentía que le decía: "no me vas a dejar una segunda vez". Para una yegua sumamente perezosa, esto era inaudito. ¿Tal vez no entendía?, ¿o se sentía mal…?

Podría darle un fin a todo si simplemente-¡Hey!, nononono…

- Es peligroso. - Se limitó a decir a quien lo había tumbado y luego había pateado lejos la tabla. Sabía, sabía.

Ya lo había visto, tenía que haberlo visto, de otra forma no sabría qué planeaba hacer. Diosas, esto no era-tump.

Pidió ayuda con la mirada, y se consiguió solo con una yegua que no solo lo estaba desafiando con la mirada, sino que lo estaba mirando de tú a tú.

- Es peligroso. - Repitió, inútilmente. Conocía esa mirada. La veía cada vez que veía su reflejo en el agua. - Podrías morir. - Aparte de: - Vas a caminar, mucho. Tendrás que correr, no vas a estar cómoda, no vas a…

Fielmente un pie daba un paso, una pezuña sonaba justo detrás, en sincronía, fuerte y sin duda.

°•°•°•°•°•°

- ¡Alto! - Sea quien sea que venía no le paro metra, a máxima velocidad. - ¡He dicho alto! - No, ni una pizca de su tiempo. - ¡HEY!

El caballo y su jinete le pasaron por un lado como si no estuviera allí.

Esto… esto no pintaba bien.

Nada bien.

°•°•°•°•°•°

La noticia del día venía en la forma de una yegua tomando agua y siendo acicalada por su jinete, quién andaba en su propio mundo porque no le paraba a nada a menos que lo tuviera de frente.

O le gustará, en el caso de la casa más alejada del pueblo, que se había vuelto el centro de atención porque fue allí en dónde se detuvo el jinete. Un jinete que no era nada más que un muchacho, un simple muchacho.

O eso quisieran decir si no tuviera las pintas de ser la persona más rica en existencia combinado con una que no temía usar la espada que tenía en la cintura. Se oían los rumores, corrían muchos rumores en los establos, pero jamás ni nunca hubieran pensado que este rumor en particular fuera verdad.

Quizás fue por esta misma razón que, cuando la primera persona se acercó y el mocoso le presentó las partes de monstruos que pidió, las precauciones pasaron a segundo plano.

Dado que sabían de los rumores, los siguientes días fueron de esperar con cabezas de monstruos, un chico bañado en sangre aquí y allá, intercambios que no se habían podido hacer en años…

Si quería la casa que se quedará la casa. Estarían locos si dejaban ir a una persona así, fuera muda o no.

°•°•°•°•°•°

- ¡Linky! - Tan pronto oyó las noticias por parte de su asistente tuvo que venir a ver.

Los rumores lo pintaban como alguien tan errático que no se fiaba que no fuera a pasar de largo y seguir su camino, fuera cual fuera porque nadie sabía con exactitud. Ella tenía una buena idea de a donde iría, y tenía más que una advertencia gracias a su hermana sobre que Link tenía un rango de atención casi inexistente. Y nula memoria.

El idiota no tuvo ninguna reacción, limpiando sus armas cuidadosamente. Ni un movimiento de oreja, como solía pasar en el pasado.

- ¡Mira que hacerme caminar todo este tramo!, que malo eres Linky. - Enfatizó el nombre a ver si así al menos la miraba. - Puedo aumentar la capacidad de almacenamiento de tu tabla Sheikah. - Soltó al ver que no ocurrió nada.

Ajá. Ahora sí tenía su atención. Y no le creía, pero tenía su atención.

- Soy Purah. - Se presentó, sin entrar en detalles porque si perdía su atención ahora iba a ser un problema obtenerla de vuelta. - Con tal de que hagas un par de favores desbloqueare cosas para ti en esa tabla. ¿Qué te parece si te doy una muestra? - Pidió la tabla en gestó.

Si le desbloqueaba las fotos debería bastar para que viera que no estaba mintiendo y que le convenía buscarla. Todo lo demás podía esperar un poco más.

Zelda la mataría si dejaba más tiempo a Linky ir por allí con la tabla en su modo básico cuando podía estar mucho, mucho mejor.

Robbie más vale que agradeciera que lo iba a señalar con colores y todo para que Linky fuera para allá. Había tenido que venir ella a buscarlo, por todos los cielos. ¿Alguien tenía la mejor idea de lo que era buscar a una persona en todo Hyrule?, ¿al elegido mismo?, ¿en plena misión?

Había visto uno de los guardianes ser llevado a chatarra y humo por la ventana en la lejanía hace tan solo un día. El combate duró al menos una hora. Y todo porque Linky no tenía el poder suficiente para hacer más daño que el mínimo que podía hacerles, porque por todo lo demás…

Miro de reojo al caballero personal de la princesa del reino. Aparte de unos rasguños aquí y allá, se veía perfectamente intacto en su necia faena de deslumbrar a toda criatura viviente con que estaba más que fuera del mercado.

Si es que aún la gente recordaba lo que significaba, en su totalidad, cada marca que este idiota mostraba orgullosamente al mundo.

Sin tener la más mínima idea de lo que estaba haciendo, para variar.

- ¿Qué dices?, ¿interesado~? - Que dijera que sí o Zelda no estaría para nada feliz con ella cuando volviera.

Este terco testarudo que tenía de caballero personal era más que capaz de enfrentarse a la Calamidad en interiores con un palo, tomarán las horas que tomara.

Hizo algo similar justo ayer que no quería volver a ver. Si se moría, el siguiente elegido se las iba a ver muy mal, si es que tenían tanto tiempo.

Y para nada, porque supuestamente era la misma alma, sólo otra vida. Probablemente otro elegido tendría una personalidad muy similar al que tenía enfrente. Eso, claro, sin contar lo desdichada que estaría Zelda si Linky llegaba a morir. Otra vez.

No, definitivamente no quería volver a vivir eso. Muchas gracias.

°•°•°•°•°•°

- Ah… - Fue lo que salió ante la montaña de partes de Guardianes que acababan de soltar a sus pies.

Y rupias.

- Vuelve mañana. Tendrás todo listo al amanecer. - Quizás no era lo más listo cobrarle al elegido, pero…

Necesitaba fondos.

- Diosas… - Murmuró para sí llevándose una mano a la frente una vez que se vio solo.

El elegido era de temer, solo podía imaginarse lo que tardo para derribar cada máquina, expuesto a un láser mortal a cada segundo.

Las únicas armas que tenía que podían funcionar contra ellos eran dos. Y el daño era mínimo.

Y mejor no mencionar las defensas.

- Siempre dijimos que ese muchacho era una bestia, pero… - Pero nunca a este nivel.

¿Como fue derrotado la primera vez?, ¿que tenía, o no tenía, ahora que no estaba antes?, porque diosas…

°•°•°•°•°•°

- Estoy temiendo que le pasó algo. - Mato con la mirada a Daruk para que se callara.

¿Acaso se le olvidaba que Mipha estaba justo al lado y ella, si estuviera viva, hace mucho hubiera entrado en una crisis nerviosa?

- Estoy segura de que está más que bien. - Tenía que pensar así, no podían hacer nada. La impotencia iba a ser el fin de ella, o lo que quedaba de ella.

Allí sentadita con Daruk, Mipha estaba sumamente quieta desde hace días. No miraba a otro lado que no fuera el camino por delante. Link, lo quisiera o no, tenía que pasar por aquí si-tap tap tap tap tap tap tap

- Qué extraño, no pasan muchos jinetes por aquí. - Y no veía nada en el camino, por la dirección del sonido venía-¡Zasss!, ¡tump!, tap tap tap…

- ¡Por las diosas!, ¡¿de dónde rayos-¡¿LINK?!

Esa armadura era inconfundible, inconfundible, y se estaba alejando rápidamente.

Les había saltado encima sin miramiento alguno, había salido de la selva. Quizás no los vio, pero lo dudaba muchísimo.

El mocoso aun estaba molesto con ellos por lo visto, porque en lugar de parar como todo buen amigo debería, aceleró y se metió por otro tramo que no era el camino principal.

Si, aún no los había perdonado y planeaba hacerles la existencia miserable por lo visto.

Quizás esta era su temida respuesta al porque ese muchacho nunca se rindió con Zelda. Era más terco que ella.

Si pudiera castigarlo le daría el peor castigo que se le pudiera ocurrir por atreverse ahacerles esto justo ahora.