57
Edward
Heidi y yo nos detenemos en la puerta de la oficina mientras ella me habla del chico que conoció el sábado por la noche. Sostengo la bolsa con sushi en mi mano derecha mientras la izquierda alcanza el pomo.
—¿Fuiste a su casa?
—Él vino a la mía—explica.
Le entrecierro los ojos y ella sonríe, presumida.
—¿Te lo follaste?
—¡Gracias por preguntar! ¡Folla como un dios, Edward! —estampa sus manos en mi pecho—. Volveremos a salir hoy.
—Vaya—me río—, es bueno ver que finalmente estás superando a Afton.
Ella rueda los ojos.
—Cierra la boca.
Entonces entramos y Eric y Victoria detienen sus risas.
—La comida está aquí—anuncio.
Heidi alcanza su sushi vegano y yo me quedo con los rollos empanizados. Mi interior comienza a dar vueltas al recordar que tengo que invitarlos al almuerzo del sábado, en donde les daremos la gran noticia.
Trago pesadamente.
—¿Tienen planes para el sábado? —pregunto, sumergiendo mi rollo en la salsa.
—Probablemente Heidi si—responde Eric por ella.
Heidi le arroja una servilleta echa bola.
—¿Por qué? ¿Nos vas a invitar a algún lugar? —Victoria inquiere, alejando la servilleta que cayó sobre su comida.
—De hecho, si—asiento, apoyándome en el respaldo de mi silla—. Bella quiere hacer una reunión—miento—, y están invitados.
—Uuhh—Heidi canturrea—, ¿comeremos con cubiertos?
Le ruedo los ojos.
—¿Entonces? Tienen que ir. Es una orden.
Gruñen.
—Seguro, claro—responde Eric—, sólo envíanos la dirección.
—¿Qué debería usar? —pregunta Heidi—¿algún sombrero de plumas?
—Un abrigo de piel funciona—ella me muestra el dedo—. Es algo simple, en mi casa… o en su casa, aún no lo decide.
—Ahí estaremos—promete Eric y no puedo controlar el escalofrío en mi espalda.
Más tarde, recibo un mensaje de Alice, preguntándome si estoy libre por la noche.
Alice: ¿Quieres salir a cenar? Quiero hablar de mi futuro sobrino.
Sonrío y acepto.
Edward: Pasaré por ti. Llevaré a Bella.
Alice: Mmm.
Alice: De acuerdo. Los veo a las 7.
xxx
Bella pasa un buen rato frente al clóset, decidiendo qué usar y quejándose sobre sus jeans. Finalmente, decide usar un vestido floreado.
Alice ya nos espera cuando detengo el auto afuera de la casa de mis padres y se nos une, diciendo que mamá no está.
—Salió con un par de amigas o algo así.
Bella le sonríe y Alice le regresa el gesto con un saludo de mano.
—Tu vestido es lindo, Bella—dice cuando terminamos de ordenar. Pasa sus dedos casualmente por el mantel blanco.
—Gracias—Bella lo alisa y me deja enredar mi brazo con el de ella, apoyo mi palma en su rodilla.
—Luce cómodo.
—Lo es—Bella juega con los holanes en su falda—. Me lo hizo mi amiga.
—Rosalie, ¿cierto?
Bella asiente.
—¿Ya tienes un bulto?
—Podría decirse, mi vientre bajo está abultado y la ropa comienza a apretarme. Tal vez pronto comience a notarse más—Bella bebe un poco de agua y Alice sólo asiente con su cabeza, como comprendiendo.
—¿Y estás comiendo bien?
Bella me da una mirada y le alzo las cejas, esperando escuchar su respuesta. Finalmente estoy feliz con eso. Desde nuestra última cita con Zafrina, Bella comenzó a comer más y, por suerte, sus náuseas se fueron. Ahora incluso pica entre comidas.
—Si, creo que sí.
—La hermana de mi amiga tuvo problemas con eso, con la comida y su bebé fue muy pequeño, tuvo algunas complicaciones.
—Alice—intervengo.
Esa es una cosa muy fuera de lugar por decir. No necesito que asuste a Bella, ella no necesita escuchar todas esas historias escabrosas de partos y bebés delicados. Suficiente tiene con su preocupación de haber bebido prácticamente todo diciembre.
Caigo en cuenta de que ahora que el mundo comienza a saberlo, será difícil mantenerse alejado de dichas historias. Dios, desearía seguir estando en nuestra pequeña burbuja.
—¿Qué? —ella se encoge de hombros—, sólo digo.
—Que pena—Bella responde—, debió ser duro para ella.
—Si—Alice asiente, apesadumbrada—, a ti no te importa ganar peso, ¿verdad?
—Eso es inevitable—dice Bella, jugando con mis dedos por debajo de la mesa.
—Bueno—ella rueda los ojos—, esperemos que seas capaz de manejarlo.
¿Qué mierda?
Lo sabía. Sabía que no estaba muy bien con esto.
Le lanzo una mirada sucia y ella finge no notarla al alcanzar su vaso de agua. Bella permanece en silencio y entonces su celular comienza a sonar con una llamada de Emmett.
—Ah, lo siento, tengo que atender esto—dice, escurriéndose por el sillón y saludando a Emmett.
La observo hasta que está del otro lado del restaurante, en el aire libre y entonces enfrento a Alice.
—¿Qué mierda fue eso?
—¿Qué? —responde, toda inocente.
—Esos comentarios y "espero que seas capaz de manejarlo," ¿de qué hablas?
—A todo esto, Edward, a la maternidad.
Le entrecierro los ojos. Estoy comenzando a enojarme.
—¿Y qué sabes tú de eso? —espeto. Pequeña mierdecilla mal criada.
—Nada—alza las manos—, pero siempre son las mismas historias con chicas como Bella.
De acuerdo, estoy a punto de arrojarle el agua a la cara.
—¿Chicas como Bella?
—Si, princesitas que de pronto ¡bum! explotan.
Aprieto la mandíbula y miro a Bella. Ella continúa hablando al tiempo que teclea en su celular, parece que tiene a Emmett en alta voz. Su ceño está fruncido, concentrada.
—Alice…—inhalo, no deseando querer decirle algo que lamentaré después—, ¿qué mierda? No la conoces, es hora de que dejes de juzgarla.
—¿Crees que va a ser una buena madre?
Eso lo hace. Azoto el puño en la mesa y me inclino para hablarle a la cara, esperando que su pequeño y frito cerebro entienda.
—Si, lo será. No sabes nada de ella y no sabes nada de bebés, así que cierra la jodida boca y no intentes parecer superior a ella, ¿lo entiendes?
Ella jadea, está molesta también.
—¿Estás eligiéndola sobre mí? ¡Soy tu hermana!
—No estoy eligiendo a nadie, sólo estoy terminando con esto antes de que empeore. Sé lo que intentas hacer. No quieras ser una sabelotodo, no eres tú la que está embarazada.
Ella me taladra con la mirada y hace un mohín.
—Así que deja esa actitud, Alice. Bella está aquí ahora y seguirá estando, ¿puedes entender eso?
—Como sea—rezonga. Alcanza su celular.
—Y espero que tengas dinero contigo porque no pagaré por tu comida.
—Vete a la mierda, Edward—me muestra el dedo medio.
Me ignora después de eso y cuando Bella regresa me habla de su llamada con Emmett mientras juega ausentemente con la servilleta.
—Iré a comprar ropa mañana—me dice en un murmullo. Alice parece demasiado desinteresada en la conversación—, ¿quieres venir?
Hago una mueca. No me apetece pasar mi noche libre aburrido, sentado en una tienda, mientras Bella tarda demasiado comprando. Ella hace un puchero.
—¿Por favor?
—Demasiado aburrido, Bell.
—Pero luego tendrás que ir al bar.
—Buena coartada—le guiño y ella rueda los ojos.
Frota mi brazo hasta entrelazar su mano con la mía.
—Pero quiero pasar el rato contigo—implora con ojos de cachorro.
Ugh.
—Bien.
Me responde con un breve beso y entonces el mesero llega con nuestros platos.
Eso es lo único que hace que Alice deje su celular lejos.
Bella
Edward está vistiéndose para ir al bar. Sus pantalones negros se fruncen en sus muslos cuando se sienta a mi lado, apoyándose en un codo y viendo la pantalla de mi iPad.
—El sábado hará buen clima, ¿quieres que comamos afuera?
Él se encoge, pero asiente con su cabeza.
—Seguro, ¿podemos comer hamburguesas?
—Claro, es más fácil—rasco su barbilla y se inclina a besar mi boca brevemente antes de frotar su palma en mi barriga—. Prepararé algunas veganas para Heidi, ¿cuántas crees que debería hacer?
—Unas pocas—él responde—, no come mucho.
—¿Y qué postre le daremos?
Edward bufa, sonriendo.
—No es culpa del mundo que sea vegana. Comerá pastel.
Me río y coloco mi palma sobre su mano, que continúa frotando mi abdomen.
—¡Edward!
Él sonríe.
—Tiene un helado favorito. Le preguntaré y podemos comprar uno para ella.
—Genial. Me gusta la idea. ¿Alguno de ellos es alérgico a algo?
—Eric a las nueces.
—Bien, lo tendré en cuenta.
Edward no dice nada más. Sus ojos están pegados a mi torso y alza el dobladillo de mi playera (que en realidad es su playera) para revelar la piel. La próxima vez que lo miro, está frunciendo el ceño y los movimientos de sus manos son ausentes.
—¿Qué pasa? ¿Estás nervioso? ¿Ya no quieres hacerlo? Creí que te emocionaba la idea.
—No, nada de eso—aclara rápidamente—, sólo pensaba en algunas cosas.
—¿Qué cosas? —pregunto con voz suave y peino su cabello. Él me mira, pero no dice nada—, ¿quieres invitar a Alice?
—No—responde rápidamente—, sólo serán nuestros amigos.
Le frunzo el ceño.
—No es necesario que venga, ella ya lo sabe. Además, no conoce a nadie.
—Eso no importa. La sentaré junto a mis amigas, ellas la harán sentir bienvenida.
—No es necesario que venga—repite—. Y seguramente tiene planes con mamá.
Lo miro, dudosa, pero Edward se inclina a besarme y da una última palmada en mi abdomen.
—Será mejor que me vaya.
—No olvides decirle a Paul y a Seth.
—Claro—él dice sobre su hombro—. Te quiero.
—Te quiero más. Diviértete.
xxx
Los primeros en llegar son Rosalie y Emmett, pero sólo porque Emmett cree que estar a cargo de la parrilla es un gran asunto.
—Me aseguro de que nadie me robe mi puesto—anuncia cuando entra a la cocina después de que Edward haya atendido la puerta.
—Dudo que alguien lo quiera—respondo—. Todo tuyo.
—Bien—sonríe ampliamente y roba una uva.
—¿Cómo estás, Bella? —Rose besa mi mejilla y roba otra uva—, ¿necesitas ayuda con algo?
—Sólo necesito que no se coman esto mientras voy a cambiar mi ropa.
Ellos le restan importancia con un gesto de mano.
—No te preocupes. Todo estará bien—asegura Rose.
Salgo de la cocina observándolos con ojos entrecerrados. Ellos me dan sonrisas inocentes y entonces voy a las escaleras.
Edward está terminando de vestirse, su cabello está húmedo y mi habitación huele a champú. Me acerco por detrás, rodeándolo con mis brazos.
—Necesito que vayas abajo—murmuro con mi boca presionada entre sus omoplatos—o Rose y Emmett se terminarán la comida antes de que siquiera sea comida.
Edward se gira en mis brazos y me sonríe.
—De acuerdo—dejando un beso en mi frente sale de la habitación, pero no sin antes golpear mi trasero—. No tardes.
Uso un vestido blanco sobre la rodilla y lo acompaño con un cardigán suave del mismo color. Me calzo rápidamente mis botas y cuando estoy acomodando mi cabello en un moño flojo, el timbre suena.
Los nervios están comenzando a manifestarse y el estómago se me retuerce cuando escucho la gran carcajada de Emmett.
Estuve debatiéndome sobre el hecho de contárselo en privado. Es muy posible que este tema sea delicado para él también. Incluso llamé a Rose para consultárselo.
Ella me tranquilizó, diciendo que él no sería capaz de quedarse callado y que lo tomaría bien porque Emmett siempre tomaba las cosas bien, que estaría feliz por mí porque siempre piensa en la felicidad de los otros antes que en la suya. Rosalie tiene razón en eso.
Pero me sigo preguntando si podrá tomar esto bien. No lo sabré hasta verlo.
Ángela llega y con su ayuda, Rose y yo colocamos el mantel en la gran mesa del jardín. Pasamos el rato ahí mientras el resto hace sus apariciones, Edward encargándose de la puerta todo el tiempo.
Heidi, Victoria y Eric son los últimos en llegar y cuando llaman a la puerta, sé que son ellos, así que voy hacia allá.
Escucho sus voces y luego a Heidi.
—Ah, creí que sería una mansión—comenta entre dientes. Oculto una risa y voy al pasillo—. ¡Bella! —saluda, demasiado sonriente.
—Hola, ¿cómo están?
Edward habla con Eric sobre algo entre risas y Victoria y Heidi sonríen, diciendo que están de maravilla y las guío hasta el jardín.
—Oh, comeremos hamburguesas, pero preparé unas especiales para ti—le hago saber a Heidi—, ¿quieres verlas para asegurarte de que están bien?
—Ah, seguramente lo están—le resta importancia con un gesto de mano, toda acomedida, pero trato de convencerla.
—¿Y qué pasa si no?
Ella se rinde y se queda conmigo en la cocina mientras Eric y Edward encuentran a Victoria a medio camino.
Heidi está contenta con su comida y, por supuesto, con su helado.
—Es muy amable de tu parte hacer esto—señala alrededor, hacia su comida—, planeaba comer ensalada. Siempre hay ensaladas en todos lados.
Me encojo.
—Está bien. No iba a olvidarme de ti. ¿Vamos?
Ella sonríe dulcemente y frota mi hombro antes de seguirme al jardín.
—Miren eso…—Heidi murmura viendo hacia el asador luego de un largo rato—un grupo de tontos viendo cómo un trozo de carne se cocina.
Todas (y Seth) miramos hacia allá. Ellos están junto a Emmett, observando la parrilla y hablando en murmullos, sosteniendo una cerveza.
—Que buena vista—Seth se saborea—, son tan guapos.
—¡Ugh! —una ola de quejidos se alza y él sólo puede rodar los ojos.
—¡Bien! Sigamos con esto—dice, alcanzando el mazo de cartas.
Edward permanece junto a Paul y a Seth mientras comemos y parece que Rosalie y Heidi se han hecho buenas amigas mientras que Victoria y Jessica no dejan de hablar.
—¿Y por qué decidiste hacer esto, Bella? —me pregunta Ángela—. Pásame una servilleta.
Me encojo, fingiendo que no estoy nerviosa.
—No lo sé, sólo creí que necesitábamos algo como esto. Además, Edward ha estado muy estresado y juntar a todos nuestros amigos parecía una buena idea.
—Si, fue buena idea. Es bueno salir con personas de mi edad, ¿sabes? Estoy rodeada por niños de cinco años todos los días.
—¿Tan malos son?
Ella parece considerarlo.
—No… no siempre—responde—, la mayoría del tiempo son tiernos e inocentes. Quisiera morderles las mejillas.
Ángela parece ser un puerto seguro. Puedo preguntarle sobre niños pequeños sin miedo a que me juzgue o a que piense que estoy preocupándome por nada. Intento sonsacarle información durante la comida y finalmente, llega la hora del postre.
Seth viene conmigo a la cocina y revolotea alrededor, echando ojeadas sobre mi hombro.
—Uh, ese pastel luce delicioso, ¿de qué es?
—Chocolate con betún de queso crema—respondo, haciéndome espacio en la barra con los codos.
—¡Genial! —luego sacude mi brazo—. Necesito tu consejo.
Le frunzo el ceño.
—¿Respecto a qué?
—A un chico.
Lo miro rápidamente, alzándole las cejas.
—Uuhh, ¿Conociste a alguien?
—Ajá—canturrea, coqueto.
—¿Yyy?
—Lo conocí en el bar. Es algo rockero y tuvimos una cita.
—¡Eso es genial, Seth! —sacudo su brazo y él asiente, sonriente—¿Cómo se llama?
—Diego.
—Oww, Seth, estoy feliz por ti, pero, ¿qué está mal?
—Es que en realidad me gusta—se lleva las manos al pecho—, pero no lo sé, no quiero apresurarme. Estaba apresurándome con Riley y ve lo que pasó—rueda los ojos—, quiero llevarlo lento, ¡pero me estoy muriendo por él!
—¿Y él ha dicho algo al respecto?
—¡No! —gime—, es más bien del tipo reservado. Soy como masilla frente a él.
Me río y sacudo la cabeza.
—Si parece reservado es muy probable que le guste tomarse su tiempo. ¿Ya lo besaste?
—¡No! —lloriquea—y a veces pienso que si no lo beso en los próximos cinco minutos podría morir.
—¿Cuántas veces has salido con él?
—Ya perdí la cuenta—le resta importancia con un gesto de mano—, pero lo conocí a inicios de marzo y hemos salido por las tardes.
—¿Es por eso que te sientes desesperado?
—Así es, siento que ya es tiempo de, al menos, un beso, pero…—sacude la cabeza—¿qué si no me ve de esa forma?
—Aceptó salir contigo por una razón, seamos sinceros.
—¿Debería esperar?
—¿Por qué no intentas hacer un movimiento? Si él lo rechaza pueden llegar a un acuerdo o finalmente puedes descubrir cuáles son sus intenciones.
—¿Las intenciones de quién? —Edward entra a la cocina, con los aderezos en sus manos.
—De mi nuevo novio—presume Seth.
Edward le frunce el ceño.
—Apenas ayer estabas quejándote de cómo no tomaba tu mano ¿y ahora ya son novios?
—No hay necesidad de ser cruel—Seth finaliza, alcanzando una uva y regresa al jardín.
Edward me alza las cejas y suspira, dejando los aderezos sobre la encimera.
—¿Estás lista?
—Ni de cerca—meneo la cabeza y detengo mis manos ansiosas sobre el pastel—, ¿quién se los dirá?
—¡Tú lo harás! —se apresura a responder y se lleva una mano al pecho—yo le dije a mi familia.
—Te correspondía hacerlo—le alzo las cejas.
Él entrecierra los ojos.
—Pero ellos son tierra de nadie justo ahora—señalo hacia el jardín con mi barbilla.
—Deberías decirles tú—me pica la barriga con su dedo índice—, todo el mundo tiene esta idea de ti siendo una persona amable y dulce.
—¿Eso qué tiene que ver? —me cruzo de brazos.
—Que embarazo combina con amabilidad—él está lleno de mierda—, como que se lo esperarían.
—¿Te das cuenta de que eres el padre? Estás ligado a esto, ¿acaso tú no "combinas"? —incluso hago las comillas.
Él evita una sonrisa.
—De hecho, no lo hago—asegura—. Así que se los dirás tú. Yo sólo estaré a tu lado y seré tu lindo ayudante.
—¿Ayudante? —le arrugo la nariz.
Él toma el cuchillo y lo coloca sobre la charola del pastel.
—Si, te ayudé a quedar embarazada, duh—me mira como si fuera una tonta y va hacia la puerta—. Y te ayudaré con esto—alza el pastel.
Jodidamente increíble.
Cuando voy al jardín, con el helado de Heidi en mis manos, Edward ya está simulando partir el pastel y Seth señala la rebanada que quiere.
Pellizco la cintura de Edward y él pega un salto. Le tiendo su helado a Heidi y ella sonríe, complacida.
—Partiremos el pastel luego de que se los digas—le cuchicheo a Edward.
—Claro, luego de que tú se los digas, si—asiente incluso con su cabeza.
Le entrecierro los ojos y él me los entrecierra de vuelta.
—Sólo hay una manera de resolver esto—aclaro.
—Soy todo oídos.
—Cara o cruz.
Me da una mala mirada y su frente se arruga.
—¿En verdad resolveremos esto con un volado?
—Claro, dame una moneda—tanteo sus bolsillos y aleja mis manos de un golpe.
—¡No tengo monedas conmigo!
—¿Quién tiene una moneda? —pregunto al aire, llamando la atención de los invitados.
Paul es el más cercano, así que la tomo de su mano y le sonrío a Edward.
—¿Qué están apostando? —Seth quiere saber y los ojos de todos están sobre nosotros.
—En un momento lo sabrán—respondo, sin alejar mi vista de Edward—, ¿cara o cruz?
Él bufa, seguro de sí mismo.
—Cara—incluso apoya su mano al borde de la mesa.
Los chicos están sonriendo y muy interesados en el resultado. Lanzo la moneda y Edward ya está sobre mí incluso antes de que retire mi mano para revelar la respuesta.
Es cara.
—¡JA! —chilla, picando mi costado.
—Maldición—mascullo y ellos ríen, totalmente confundidos.
—¿Me harías el honor? —él dice, haciendo una reverencia y tendiéndome el cuchillo.
—Hazte a un lado—lo empujo. Él lanza una risa.
—¿Apostaron quién va a partir el pastel? —Jessica quiere saber, antes de darle un trago a su cerveza.
—No. De acuerdo…—agito el cuchillo sobre el pastel y ahora que le presto atención a mi cuerpo, noto que mis piernas duelen por estar temblando, mis manos están sudando y mi corazón late muy rápido.
Edward traza círculos en mi espalda baja, en un gesto tranquilizador que no funciona. Sé que está igual de nervioso que yo, puedo imaginar su estómago hecho nudos.
—Eh, yo quiero el centro—Seth me hace saber—, así que recuerda trazar un círculo. Sólo que no me gusta la cereza.
Despego mis ojos del pastel y miro a nuestros invitados, que esperan ansiosos una rebanada y que no tienen idea de lo que va a pasar a continuación.
—De acuerdo, chicos…—trago, nerviosa, sintiendo mi boca repentinamente seca. Carraspeo para ocultar el temblor en mi voz—gracias por venir, pero antes de partir el pastel, hay algo que quiero contarles.
Miro a Rose. Ella tamborilea sus dedos en el borde de la mesa, aumentando la velocidad en un gesto ansioso. Luego me sonríe, ladeando la cabeza, alentándome.
Bien, Rose, aquí vamos.
¡Si! Aquí vamos... terminé el capítulo aquí sólo porque soy dramática.
Háganme saber qué piensan y ¿qué sobre Alice? ¿Creen que esté contenta al 100 con esto?
Nos seguimos leyendo.
