17
Las bodas y el sexo tienen algo en común y es que para llevarlos a cabo debes sentirte cómodo y seguro con tu decisión, porque del resultado depende que a tu vida aporte algo bueno, muy malo o no aporte nada. Oh, y además están directamente relacionados, van de la mano, se necesitan.
—Todavía no puedo creerlo —comentó con un toque de emoción en la voz mientras seguía doblando la ropa de su mejor amiga. Yor había dejado ese par de prendas listas en la secadora, así que el trabajo fue bastante más fácil.
—¿Lo caras que son las sandías? —Inquirió ella con la voz bastante desenfocada, estaba pendiente de sus cuentas y del montón de papeles que tenía a su lado sobre el escritorio de su oficina en casa.
—Aparte —movió la cabeza al considerar que aquello también era un dato con el que no podía, especialmente cuando las comparaba con los precios de países en América del Sur, por ejemplo—. Me refiero a que estés ya cinco meses saliendo con InuYasha.
Kagome alzó la cabeza y todo pareció detenerse un segundo a su alrededor; era cierto, ya habían pasado cinco meses, bueno, con dos días si es que contaba correctamente las fechas desde la primera vez que estuvieron juntos. Habían entrado a septiembre, cómo volaba el tiempo; septiembre, el mes en el que se conmemoraba un año desde que había dejado de ser su wedding planner para posteriormente ser "su" wedding planner. Sí, era un poco extraño recordar lo de su boda fallida, pero no tanto ya que ahora también se recordaba que desde ese momento había iniciado su vínculo especial.
Era increíble también porque había sido increíble, InuYasha lo había hecho así: se llevaban de maravilla, no recordaba haber estado en una relación en la que gozara tanto en todos los sentidos, a veces incluso se sentía de nuevo una adolescente con su primera ilusión, era simplemente increíble. Y sí, estaba consciente de que toda relación era perfecta al inicio, pero de todos modos estaba feliz y aquello era algo que no se podía quitar. Habían compartido todo, incluso la había acompañado a hacer sus compras de wedding planner, había asistido con ella a un par de cenas que había organizado y a la que había sido invitada, le ayudaba en el bazar cuando tenía tiempo luego del trabajo, se llevaba bien con Ayumi, con su familia, con todos, incluso cuando parecía ser antes una persona muy reservada, había ido aprendiendo a socializar o era que todos lo hacían sentir en confianza, como fuera, era grato. Luego había llegado el nacimiento de su sobrina; no sabía que podía ser tan maternal hasta que esa niña llegó a su vida. Ya se hacía difícil vivir cuando pasaba más de un día sin verla y como Sōta y Mei habían decidido quedarse a vivir en el templo junto con su madre, era doble visita casi diariamente, ¡estaba llena de amor!
Recientemente también habían celebrado el cumpleaños de InuYasha para el cual los Taishō la habían contratado, irónicamente, a organizar. Había sido casi imposible esconderle ese hecho a InuYasha, pero lo logró; cuando se trataba de su profesión no había nadie mejor que ella.
Se sentía tan bien en esa relación que incluso, a pesar de lo difícil que era, había estado pensando seriamente en contarle a InuYasha lo que le había sucedido hacía casi seis años atrás; quizás lo haría cuando formalizaran su vínculo, todavía lo estaba pensando.
—Tienes razón, ya hace mucho tiempo —dijo después de un rato, con una sonrisa y volvió a la realidad—. Bueno, pero Miroku también lleva ya tres meses viviendo contigo en tu departamento, eh, a veces hasta se me olvida, no lo creo.
Sango sonrió y asintió. Y sí, finalmente habían dado el paso; al principio le había costado, pero luego fluyó.
—Sí, bueno, vamos poco a poco, ya sabes que nos damos nuestro espacio, esta semana se queda unos días en su departamento. —Habían decidido que para no asfixiarse estaba bien que de vez en cuando Miroku volviera a su casa, se tomara sus días solo cuando lo deseara y la verdad era que esa dinámica había sido muy efectiva para ambos. Todo en la vida era un proceso.
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—Quiero casarme con Sango —tomó en el aire la lata de cerveza Asahi que fue lanzada certera desde ese lugar, estaba helada—. Quiero casarme con Sango —repitió en una especie de conclusión más para sí que para su compañero.
—Quiiri cisirmi cin Singi —hizo movimientos con la cabeza y abrió su lata para beberla de una vez, cerrando la puerta del refrigerador con el pie—. Qué me dices a mí, no soy Sango —se encogió de hombros, rodeó el mueble y se sentó, disfrutando de un momento de relajación después de una fuerte jornada de trabajo.
—InuYasha, no seas envidioso —él también se sentó y volvió a beber, estaba de bastante buen humor—. Que tú no tengas novia oficialmente no me hace a mí automáticamente también un solterón por ser tu mejor amigo—le devolvió la puya, pero InuYasha sonrió con suficiencia.
—No te confundas, que no tenga un título con Kagome no significa que no estemos en algo serio —se tiró para atrás en el sofá y cruzó la pierna—, prácticamente somos una pareja, y muy estable —enfatizó—. Casi como tú y Sango —señaló y se alzó otra vez la lata.
Miroku negó con el dedo, fingiendo haberse ofendido.
—No, no, eso no, Sango y yo ya vivimos juntos.
—Ah, por favor, si Sango todavía te pide espacios —Takeda puso los ojos en blanco, no iba a discutir lo sano que era eso para una pareja que apenas empezaba esa etapa—. Además, volviendo al tema de la boda, sabes que Kagome y Sango no creen en los matrimonios como tal —le señaló y el pelinegro hizo una mueca de fastidio, recordando que era verdad y lo peor era que él sabía exactamente por qué. Pero algún día tenía que creer porque él sí quería casarse y pronto, no estaría traumada toda la vida por un pelele que no valía nada—, así que olvídalo, nos cruzamos con las chicas anti bodas.
El director de ventas vio una oportunidad para burlarse y la usó.
—Sin embargo, lo tuyo es bastante curioso, ya que tu chica es literalmente una wedding planner —se acabó la bebida y para ese tiempo, Taishō ya lo miraba achicando los ojos—, es como si la mía no creyera en las leyes siendo abogada.
Su mejor amigo asintió.
—Sí, y como si yo no creyera en los golpes en la cara cuando claramente quiero darte uno.
—Quisieras.
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Las tardes siempre la ponían ansiosa en buen plan porque significaban que ya podría ir a visitar a Kiara, tomarla entre sus brazos y abrazarla tanto como pudiera, con cuidado de no lastimarla; era tan inocente, tan pequeña, tan frágil… La primera vez que la vio tuvo ganas de llorar de lo delicada que era, parecía que se iba a romper en cualquier momento y aunque tuviera pulmones de acero, ella la seguiría viendo así, estaba muy flechada con esa pequeña. Por momentos se preguntaba cómo sería ella si fuera madre, incluso adoptando o decidiendo parir, de cualquier forma, siempre había querido ser mamá y quizás ese era un indicio de que podría hacerlo bien, quizás.
¿Tendría hijos con InuYasha alguna día? Buah, eso era demasiado pensar, ¿no? ¿Hijos? ¿Él querría hijos con ella? Deberían estar juntos mucho tiempo para eso. Se quedó un rato en su nebulosa hasta que Ayumi la trajo a tierra; tenía toda la cara roja por lo que había estado fantaseando.
—¿Estás bien, jefa? —Le inquirió con una sonrisa. Desde que había empezado a salir con InuYasha y que su sobrina había nacido estaba más enamorada que nunca, bueno, nunca antes la había visto enamorada a menos que no fuera de su trabajo, así que eso era lindo de alguna forma.
—Oh, ¿qué?, sí, nada, Yum, todo está bien… —se sintió tonta por lo que acababa de hacer y segundos después ambas estallaron en risas—. ¿Ya te vas?
—Sí, hoy salgo más temprano para ayudarte con el presupuesto de la cena de aniversario que nos cotizaron ayer, ¿recuerdas? —Le informó mientras revisaban que todo estuviera en su bolsa.
—Oh, es cierto, te agradezco mucho la ayuda —le dijo con un tono apenado, hizo una reverencia.
—Ah, por favor, Ka, por eso somos socias —le hizo movimientos con los dedos para que espabilara y con eso la devolvió a la realidad.
A veces lo olvidaba, hacía muy poco tiempo que se habían hecho socias, ahora su firma era más grande y cada una tenía una nueva asistente, en el caso de Kagome, se trataba de Yuka, una trabajadora y simpática muchacha que ella misma reclutó. De todas formas, Ayumi había decidido conservar su lugar en el bazar y eso lo agradecía, ahora ambas se turnaban para atenderlo y la agenda se había apretado un poco más para la azabache.
—Es cierto. Pues mucha suerte, socia —se despidió con un guiño y poco después solo quedó el sonido de las campanitas que eran golpeadas por la puerta cada vez que alguien entraba o salía.
Empezó a ordenar un par de cosas, atendió a unos clientes y perdió un par de llamadas en su teléfono. Cuando despidió a los compradores, volvió a su celular para ver que eran llamadas de su madre. Se le bajó la presión, ¿le habría pasado algo a Kiara? Le devolvió la llamada en menos de un parpadeo y los segundos se le hicieron eternos.
—Kagome.
—¡Mamá! Vi tus llamadas, pero estaba ocupada, ¿está todo bien con la niña? —Juraba que había empezado a sudar, pero respiró hondo cuando Naomi negó, aunque su voz se oía apagada—. ¿Qué sucede entonces? Te oigo rara.
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—Pues… —Naomi miró apenas hacia atrás, estaba tan nerviosa y shockeada que le costaba hilar las ideas—. ¿Vas a venir pronto?
—Sí, ma, sabes que siempre voy a las 6 —le respondió con el tono más relajado.
—Pues ven ahora, Kagome —cerró los ojos, sabía que estaba perdiendo el control.
—¿Qué pasa?
—Está aquí, Kagome.
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La azabache sintió que el mundo se le cayó a pedazos solo con esas palabras. Su mamá no necesitó decirle quién era, ella lo supo al instante. Sus ojos empezaron a picar y los párpados experimentaron los típicos espasmos que tienes antes de llorar.
—No puede ser… —negó, sus manos empezaron a sudar. ¡No, no, no! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué en ese momento que estaba tan feliz?!
—Ha vuelto.
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Al llegar al lugar más cercano en el que se pudo estacionar, se quedó un momento dentro del carro tomando aire, llamando a la mujer superada y racional que había dentro. No podía ser que después de tanto tuviera que enfrentar así su pasado, de golpe y con tan poca antelación. Le había mentido a InuYasha probablemente por primera vez, diciéndole que esa tarde tuvo que salir de improviso con Ayame a buscar a un proveedor y que no irían al templo, por la mañana habían quedado en ir juntos, pero esa vez era obvio que no pasaría así. Se maldijo mil veces, es que todavía no sabía cómo reaccionar.
—A ver, Kagome, vamos —golpeteó las palmas contra el volante, inspiró, exhaló, volvió a hacer lo mismo tres veces, se quitó el cinturón y salió del vehículo.
Llevaba las manos temblando y las escaleras hacia el templo se hicieron cada vez más lejanas, como si nunca tuvieran fin. En esos momentos todos los recuerdos llegaban a ella como si jamás se hubieran ido, aquello era su cerebro diciéndole que todavía no había cerrado ese ciclo a pesar del tiempo y de lo bien que iba su vida hasta ese momento.
No iba a llorar, esa vez no. En un par de meses cumpliría treinta años, ya no era la tonta de veinticuatro que fue maltratada aquella vez. Cuando estuvo arriba, juró que se vio a sí misma corriendo y siendo perseguida por otra pequeña pelinegra de cabello corto.
"—¡Espérame, Kagome! —la escuchó gritar, agitada y al punto del llanto.
—¡Alcánzame si puedes, Yu, si no, me comeré tu porción de pastel! —Ella rio y aceleró el paso. Como le llevaba dos años, la diferencia de edad ya hacía una distinción entre la velocidad de ambas.
—¡Niñas, vengan a comer! —Su mamá salió a llamarlas. Sōta también, con seis años, se pegaba de las faldas de su progenitora mientras las veía correr; estaban sucias, seguramente se habían caído jugando.
—¡Tía, tía, Kagome dice que se va a comer mi parte de pastel si no la alcanzo, pero no puedo correr tan rápido como ella! —La pequeña había cambiado su rumbo y ahora corría hacia la mujer, encontrándose con su primo y escondiéndose a su lado.
—Kagome, deja en paz a tu prima.
La azabache hizo muecas de inconformidad al ver que la diversión se había acabado y porque ahora Naomi la llamaba para que fuera a tomar un baño. Era de las primeras veces que se animaba a jugar luego de la muerte de papá, así que a regañadientes siguió a su familia dentro y pronto se hizo de noche"
Tenía el corazón apretado, los recuerdos en ese templo parecían mantenerse vivos y reproducirse siempre que era necesario para recordarle o que era muy afortunada o muy miserable. Negó, volvió a tomar aire y se puso en marcha hacia la casa, tenía que ir fuerte. Abrió la puerta, se quitó los zapatos, pasó hasta la sala y ahí estaba su madre, tenía a la bebé en brazos.
A pesar de todo, la mirada de Kagome se suavizó, su corazón pareció volver a la vida. Naomi tenía una cara de preocupación enorme y empeoró cuando vio a su hija acercarse con esa expresión dulce.
—¿Cómo está Kiara? —Se arrodilló ante Naomi para descubrir a la bebé de la manta, pero grande fue su sorpresa al encontrarse con otro bebé de al menos ocho meses de vida. Se puso de pie de inmediato, no lo quería creer—. ¿De quién es ese niño?
—Kagome… —su madre parecía apenada, pero antes de que pudiera responder, la persona que menos deseó apareció detrás de ella.
—Tanto tiempo sin vernos, Kagome.
Higurashi giró de inmediato y pálida observó la figura frente a ella, casi no lo podía creer.
—Yura…
—La misma —asintió y sonrió.
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—Me gustaría saber qué diablos haces aquí y cómo te atreviste a volver a pisar esta casa —a pesar de que no gritaba, la ira de Kagome era evidente en sus expresiones.
Por respeto al bebé, aquella conversación la tendrían afuera, más cerca del árbol sagrado en donde nadie pudiera escucharlas. El viento era fuerte y movía sus cabellos cada cierto tiempo. Yura no se lo había recortado, lo traía más abajo de los hombros cuando siempre había sido bastante más corto. Ambas mujeres se miraron desafiantes, en ellas habían rencores que no iban a arreglarse con tanta facilidad.
—¿Es que estás ciega? —Le inquirió con sorna. A los ojos de la azabache, no quedaba ni sombra de la mujer que era, estaba destruida, mucho más delgada, parecía que no comía bien, descuidada, sin vitalidad—. Tengo un hijo ahora que necesita mantenerse.
Higurashi tragó duro. Entonces era cierto, ese bebé era de ella. No tuvo ni siquiera que preguntar quién era el padre, se notaba a leguas, además, quién sabía todo lo que había pasado en esos casi seis años, todavía era horroroso para ella, tenía el estómago revuelto.
Se encogió de hombros como si de verdad no le importara, pero la verdad era que sí, no necesitaba querer al niño para sentirse horrible por él y por cómo lo estaría pasando con ese par de animales que tenía por padres. Además, si Yura iba hasta ahí era porque realmente estaría muy mal. Y, de todos modos, ese pequeño era su familia, su sobrino, para ser más exacta.
—¿Y a mí qué me cuentas, Yura? ¿Acaso el niño no tiene un padre para que se haga cargo de él? O es que los ha dejado abandonados, como era de esperarse —sonrió con burla, pero por dentro también estaba herida. Lo maldecía mil veces y deseaba golpearlo o algo.
—Te equivocas, jamás nos abandonó —y así era, durante esos años había estado con él incluso cuando perdieron a dos de sus hijos, aquel era el último y que iba por el mismo camino—. Es solo que algunos de sus negocios no salieron bien y tuvimos que-
—Huir —completó. ¿En serio en eso se había convertido el gusano ese? ¿Y en dónde estaba? Tendría que andar cerca—. Ya.
—No huimos, solo necesitamos encontrar algo para mantenernos y a nuestro pequeño —mentía, sí que habían huido. A él lo buscaban unos narcotraficantes por haber perdido una carga, así que estaban perdidos si se dejaban ver, necesitaban del mayor de los anonimatos.
—Insisto: ¿qué quieres aquí? No deberías haber vuelto.
—Pensé que al ver a tu sobrino podrías compadecerte y ayudarme a buscar un trabajo para mantenerlo —la vio cambiar la expresión, era obvio que eso le había llegado.
Kagome siempre había sido una mimada niñita de mamá más bien tonta, demasiado buenita, cualquier causa cautivaba su corazón o lo rompía, así que sabía que viendo al pequeño accedería sí o sí. De todos modos, si no funcionaba, ella ya tenía su as bajo la manga.
»Después de todo, nos criamos como hermanas.
—¡Cállate! —Alzó la voz, indignada. No podía creer hasta dónde llegaba su cinismo, es que era una infeliz desgraciada—. ¿Cómo tienes el valor de mencionar que nos criamos como hermanas después de todo lo que me hiciste? —Achicó los ojos, tenía ganas de abofetearla.
—Lo dices como si fueras mejor que yo —le atacó de inmediato, se habían quedado frente a frente a una distancia prudencial.
—Claro que lo soy —le dijo, con orgullo, era lo único que le quedaba—, siempre lo he sido, porque yo jamás te habría hecho la porquería que me hiciste —se apuntó con el índice y se tragó las lágrimas—. Nunca a nadie y menos a una hermana.
—Sí, siempre te creíste mejor que yo —soltó, ella también tenía sus reproches—, por eso mereces lo que te hice y más.
Claro que lo siguiente que se podría haber escuchado sería la bofetada colosal que Kagome le hubiera puesto, pero a cambio suspiró, se calmó y finalmente sonrió; ya tenía un plan, había llegado como un rayo.
—Bien, pues te ayudaré —Yura frunció el ceño, no se lo esperaba, de hecho tenía claro que acababa de perderlo todo con esa intervención, así que la miró con desconfianza—. Claro que al ver a ese pobre bebé ahí me compadecí, no merece la madre que tiene —la insultó de forma muy sutil, pero Yura estaba demasiado atenta a que no fuera una trampa como para reclamar—, así que voy a ayudarte. ¿Traes una maleta o algo así?
Más confundida todavía, negó.
—Solo la pañalera —porque su identificación la traía en el bolsillo de su chaqueta gastada y un poco maloliente.
—Maravilloso —era impresionante cómo a pesar de todo el dolor y resentimiento que tenía dentro, Kagome parecía intacta y astuta—. Entonces ven, voy a dejarte mientras tanto en un asilo que conozco para mujeres en tanto busco algo para ti, sígueme —iba a darse la vuelta para empezar a caminar, pero ella la detuvo.
—¿Cómo que asilo? ¿Y qué hay de mi hijo?
—Ah, claro que él se quedará aquí en casa con mamá, Mei y Sōta, que, por cierto, también tienen una niña, ¿no es maravilloso? Estará rodeado de amor —en partes era irónica y en partes realista.
—Por supuesto que no lo dejaré —la miró con tanta ira, quería golpearla. Kagome era diferente, parecía más sagaz, incluso estaba más fuerte, parecía llevar una buena vida, no quedaba nada de la mujer que había dejado hacía tiempo.
—Ay —hizo una mueca de fastidio—, como si te importara.
—¡Claro que me-…!
—¡Ah, ya, ya, shh! —Le hizo una señal de alto con la mano, no la quería oír más—. El niño se quedará con nosotros y punto —le lanzó una mirada gélida y avanzó unos pasos para tenerla mucho más cerca. Yura la desafió, no iba a dejarse vencer por una pose de malota de esa tonta de Kagome—. Ah, y algo más, Yura Sakazagami —lo mala seguramente lo había heredado de su padre, porque su madre, tía suya y hermana de su papá, era un pan de dulce—, si mamá me llama a decir que has venido a robarte al bebé o algo por estilo, juro por mi vida que te buscaré por cielo y tierra y voy a destruirte, desgraciada —arrastró cada palabra—, porque ya no soy la tonta Kagome a la que le clavaste un puñal por la espalda —ladeó el rostro—, ahora yo soy la que te clavaría veinte de esos por los ojos.
—Perra… —le dijo en el mismo tono.
—Gracias —sonrió de inmediato como si le hubiera hecho un halago—. Camina al auto o llamo a la policía.
Sakazagami no tuvo otra opción que seguirle el juego mientras por dentro solo tenía en mente sacar su última carta si eso iba a ser así.
»
Tiempo llevaba pensando en la escena del reencuentro y la verdad me ha gustado el resultado. Siento que Kagome está llena de odio todavía. Ya que por fin se resolvió el arco de InuYasha, en breve pasamos a Kagome y creo que ya se habrán dado una idea bastante clara de lo que le pasó y por eso lo mucho que le cuesta hablar de eso y ahora todavía es peor, de todos modos, seguiré manteniendo el «anonimato» de ciertos personajes y otros detalles hasta contarlo abiertamente en una escena específica. Al final, cuando se resuelva esto, que la verdad irá avanzando breve, en cada capítulo ya hay algo planeado, nos iremos despidiendo de esta payasada mal llamada fic y por fin podré graduarme como una ficker que hizo un long fic de no más de 30 capítulos, porque calculo que no faltan ni diez ya.
10 de octubre de 2023.
¡MIS NIÑAS! Ah, qué alegría volver a leernos en esta actualización, extrañaba mucho actualizar este fic, pensaba hacerlo ayer, pero finalmente el tiempo no me alcanzó, así que hoy sí cumplo. Sé que algunas de ustedes esperaban ya esta actualización y creo que era hora de darles noticias. Kagome ha llegado a ese momento de su vida en que debe enfrentar su pasado si quiere un futuro limpio con InuYasha, así que este es el momento.
Como siempre, un placer leer todos sus comentarios, fueron muy creativas y me alegro que la anterior actualización les haya gustado tanto, realmente lo aprecio demasiado. Un beso enorme y espero leernos pronto por RC.
Cindy Osorio
MegoKa
Rosita Taishō
Marlenis Samudio
Annie Perez
Rocio K. Echeverria
KagomeHb
Carli89
Karii Taishō
Invitado
Fuentes Rodriguez
Tatiana Ocampo
Kcar
Susanisa
Un beso enorme para todas.
