Disclamair: Disfrutad de la obra que vuestra Merced, Inoue Takehiko, hizo y que vuestra servidora solo logro hacer un simple fic.


Viernes a la mañana, algunos charcos decoraban la cancha de basquetbol a las afueras de Ryonan. Sin embargo, eso no detuvo a los dos amigos del mismo nombre para entrenar.

Sendoh hacía tiros libres mientras Higashi practicaba maniobras y piques, pero ella no estaba tan concentrada como otras veces. Había algo que no dejaba de inquietarla en el fondo de su mente.

—Akira-kun —lo llamó en voz baja con la esperanza que él no la haya escuchado.

El chico detuvo sus manos antes que pudiera lanzar la siguiente canasta.

—¿Qué pasa, Akira-chan?

Ella se encogió de hombros y se regañó a si misma por no haber hablado más bajo.

—¿No estás nervioso? mañana será tu primer partido en preparatoria.

Él sonrió y negó con su cabeza.

—¿Por qué debería estarlo? Es solo un partido de práctica. Además, no es la primera vez que juego un partido contra otra institución. En Tokio solía jugar al menos un partido una vez a la semana durante los tiempos de campeonatos.

Ella se quedó helada ¿Ese chico era humano? Siempre sonreía y parecía que podía mantener su estabilidad jugando por mucho tiempo como si nada. Con el balón en mano, la joven se lo llevó a su pecho y lo abrazó sin dejar de pensar en aquello que la molestaba ¿Sería correcto compartir su inquietud con él, en vez de con Yuzuki o Miko? Ellas eran sus amigas, bueno, él también lo era.

Se quedó quieta observando como él lograba embocar la pelota por cada tiro que daba. Nunca sería como él ¿Cómo podría entenderla? Si él no pasaba por los mismos problemas que ella.

—¿Pasa algo, Akira-chan?

Ella trató de hacerse la distraída.

—¿Por qué lo preguntas?

—Porque llevas casi diez minutos allí parada sin hacer nada.

No esperaba que fuera tan perceptivo, pero recordó que como jugador debía tener una mirada periférica de su entorno.

—No me pasa nada —. Picó algunas veces en el suelo y vio el aro—, me gustaría practicar tiros.

Akira-kun dejó de rebotar la pelota y extendió su brazo al aro.

—Adelante, es todo tuyo.

Esperaba que él le insistiera más en contarle sobre lo que le pasaba, pero aprovechó para haces unos tiros, los cuales todos le salieron mal.

—Solo unos días de no practicar y ya perdí la habilidad.

—Es porque estás nerviosa, pones mal la posición de tus brazos y te apuras más en hacer el tiro que en doblar las rodillas.

Ese muchacho la leía demasiado bien.

—Me preocupan los charcos de agua, no me quiero resbalar y que se me vuelvan a caer mis anteojos.

—Puedes comprarte unas gafas especiales que se ajustan como antiparras a tu cabeza. Con una de esas no se te caerán en el juego. A propósito, Akira-chan ¿No iban a tener mañana ustedes su partido de práctica a la tarde?

Ella intentaba alejarse del tema y él volvía a aquello.

—No, fue cancelado.

—¿En serio?

—Si, al parecer hubo una epidemia en la escuela Itonobo.

Volvió a ponerse en posición y tiró. Solo consiguió pegar en el aro.

—Que mala suerte. Lo bueno de los partidos de prácticas es que ayudan al entrenador a observar mejor el control del equipo y sus jugadores en otros entornos y con otros equipos antes de los campeonatos.

Ella atrapó la pelota y asintió sin decir más nada. Fue a sentarse en la banca y tomó agua de su botella. Sin darse cuenta, su silencio ponía nervioso a su tocayo, quien intentaba buscar una forma que ella hablara.

—En un partido de práctica tuvimos que hacerlo al aire libre y algunos se insolaron porque era verano.

En su silencio, Akira-chan pensaba una y otra vez si era una buena opción decirle su inquietud a Akira-kun ¿Él la ayudaría? ¿Se burlaría? ¿La vería como débil? No, él la vio llorar por su temor infantil a la oscuridad, entonces él podría entenderla.

—Ya que tienes tanta experiencia con partidos, Akira-kun ¿Alguna vez te cancelaron uno?

Él adoptó una pose pensativa con el índice en su mentón.

—Si, una vez. Fue hace tiempo, creo que en mi segundo año de secundaria baja.

—¿Y cómo te sentiste?

—Un poco decepcionado. Pasar a la semifinal sin haber luchado por ello se siente un poco vacío.

—¿No estabas aliviado?

—No ¿Por qué lo estaría?

Higashi jugó con sus dedos mientras sus ojos parecían posicionarse en sus manos, pero su vista estaba puesta más allá todo lo que la rodeaba. Pasó unos segundos y decidió ser sincera con su amigo.

—Cuando nos enteramos de la noticia, todas mis compañeras estaban decepcionadas. A decir verdad, me decepcioné un poco pero… —inhaló y habló—. Pero luego me sentí más aliviada.

Sendoh parpadeó varias veces y se sentó a su lado en la banca.

—¿Y eso por qué?

—No sabría cómo decirlo, pero me pone nerviosa tener que jugar en un partido. No creo estar a la altura de mis senpais.

—Todos estamos nerviosos en nuestro primer partido, Akira-chan.

—¿Tú lo estuviste?

—Un poco, estaba más ansioso —ella dejó escapar un bufido—. Lo que me pasó es que me sentía con el mundo en mis manos. Suele ser así cada partido, estoy un poco nervioso, un poco ansioso, con ganas de iniciar ya y con ganas que todo termine pronto, no sabría cómo explicarlo. Tan pronto inicia el juego, siento que puedo ganar y en cuanto la pelota llega a mis manos es como si… —el muchacho miró al cielo y su amiga notó un cambio en su sonrisa a medida que más explicaba—. Todo es más divertido, es como si nada, ni nadie me detuviera.

Era la primera vez desde que se conocían que Akira miraba esa faceta de él. Nunca le habló con ese sentimiento como ahora.

—Realmente amas el basquetbol ¿No?

El volvió a dirigirle la mirada sonriendo y asintió

—En verdad que si, más que nada.

—Y… ¿Cuándo planeas la boda?

El muchacho volvió a parpadear varias veces, confuso.

—¿A qué te…? —entonces, entendió lo que ella dijo y soltó una carcajada. Ella también rio a su lado.

Simplemente, ella no era de bromear a menudo. Sus comentarios con fines irrisorios eran pésimos o aburridos, pero por alguna razón, Higashi presintió que sería una broma apropiada que él podría entender. Y vaya que su presentimiento acertó; ahí estaban, riéndose juntos, lado a lado, mientras mantenía el dorso de su mano tapando su boca. Sendoh se percató de ese detalle y esperaba ver su risa sin que ella la ocultase, algún día.

—Es un chiste malo ¿Sabes? —él dijo cuándo pararon.

—Lo sé, pero te reíste —otra carcajada casi se le escapa, pero tapó su boca como si estuviera a punto de estornudar—. Perdón, se me ocurrió porque… bueno, en verdad, parecías enamorado cuando hablabas del básquet.

—¿Así? Amo el básquet pero no es lo que más amo en toda mi vida.

—¿Seguro? Dijiste "más que nada".

—Solo exageré.

—¿Y qué amas más? ¿La pesca o el básquet?

—Amo ambas cosas, pero de un modo diferente. A veces depende de mi humor que es lo que más quiero hacer—. Akira estiró sus brazos y los volvió a colocar sujetando el borde del banco. De nuevo permaneció en silencio y recordó lo que a su amiga le preocupaba—. ¿Te sentiste culpable por tu alivio?

Ella sacudió sus hombros y recordó aquel tema. Volvió a hacer una mueca de disgusto.

—Si, se siente raro cuando eres el único que difiere de un grupo.

—No siempre eres el único, a veces alguien más también se siente como tú, pero no quiere admitirlo. Pero sabes, es muy normal tener esa clase de nervios. No te dejes llevar por tu debilidad y piensa "soy fuerte", siempre mantente pensando en tus puntos fuertes, de esa forma tu mente ayudará a tu cuerpo a moverte —dijo señalando su sien—. La mente es algo poderoso, Akira-chan.

La muchacha asintió y por alguna razón, su corazón parecía más liviano. El haberle dicho a alguien lo que la inquietaba la relajó y el consejo de Sendoh hizo que una gran determinación naciera en su pecho.

—Muchas gracias, Akira-kun.

Con la pelota en manos, ella volvió a correr a la cancha mientras la picaba más rápido con su mano derecha. Puso en práctica esas palabras, se sentía fuerte, muy fuerte y Akira-kun estaba viéndola. Esta vez, Higashi no quería practicar tiros, deseaba mejorar su forma de maniobrar, rebotar la pelota y pasarla. Estuvo largo tiempo rebotando y trataba cada vez de hacerlo más rápido.

Sendoh observó como ella maniobraba con más rapidez que antes. Se sorprendió lo mucho que unas simples palabras podían afectarla. Ella lucía tan impresionante, su rostro resplandecía a la luz del sol de la mañana y no solo por su sudor. El gran empeño y esfuerzo que ponía para entrenar lograba hacer que él se sintiera conmovido. Las palabras que ella le dijo hace poco aparecieron en su mente: "parecías enamorado cuando hablabas del básquet". Nunca antes se había sentido así, al menos no recordaba haberse enamorado de alguien real, pero sintió a su corazón latir más rápido cada vez que ella pegaba un salto cerca de la canasta para hacer una bandeja.

Mientras corría por la cancha, Akira no notó un charco por el que terminó resbalándose. Cayó al piso y el balón se le escapó. Sendoh salió de su ensoñación tan pronto vio como la chica caía y corrió a ayudarla.

—¡Akira-chan! ¿No te lastimaste? —preguntó arrodillado a su lado.

—Solo me duele un poco la pierna izquierda ¡Ay! ¡Ay!

La muchacha dejó escapar algunos gritos cuando su amigo tocó su tobillo. El otro Akira trató de ser delicado con su extremidad y tomó su pierna izquierda para masajearla.

—Ten cuidado, no querrás lesionarte antes de tu debut ¿O si?

—¡Claro que no! Soy fuerte —le afirmó sonando muy decidida.

—Así me gusta.

Ella pudo percatarse que la sonrisa que esta vez él hizo era diferente. No sabría cómo explicarlo, pero Higashi se quedó embelesada con su rictus. Estuvieron un rato así, hasta que ella recordó que no quería que nadie tocara sus piernas, en ese momento, alejó su extremidad de él en un rápido movimiento. Aquel acto sorprendió al chico pero asumió que ella se había sentido invadida por el largo tiempo que llevó con la mano en su pierna.

—Lo siento, Akira-chan, no quería incomodarte —se disculpó.

Ella negó.

—No me incomodaste… es solo que no me gusta… —ella calló sin saber que decir. No quería hablar de sus piernas, le avergonzaba, pero él creyó entender su situación.

—Está bien. No fue correcto de mi parte.

Él desvió su rostro y pasó su mano por la nuca en un gesto de timidez, Higashi creyó ver por un rato sus mejillas un poco rojas.

—¿Te sientes bien, Akira-kun?

—Si, yo debería preguntarte eso a ti —volvió a mirarla a los ojos con su misma sonrisa y eso la tranquilizó. Él seguía siendo el mismo.

—Creo que ya no me duele.

Intentó pararse, pero seguía sintiendo su rodilla entumecida. Él observó cómo se le dificultaba pararse y le tendió su mano.

—Sostente de mi.

Akira-chan parpadeó sorprendida por su ofrecimiento pero recordó que era parte de su amabilidad ser así. Ella no tenía idea que si fuera otra chica, tal vez Akira-kun no se comportaría así.

—Gracias.

Agarró su mano, pero aún le costaba pararse.

—Discúlpame, pero creo que así será más fácil —le dijo inclinándose de frente, pasando su brazo libre por su cintura y atrayéndola a su pecho. Ejerciendo fuerza, la levantó hasta que sus pies dejaron de tocar el suelo.

Higashi se quedó atónita, le impresionó lo fuerte que era su amigo, podía sentir la musculatura de su brazo incluso con una capa de ropa cubriéndola, pero más le impresionaba lo cerca que estaba su pecho del suyo, mientras sus manos seguían juntas, parecía su pose como las de las parejas de bailes.

Sus pies bajaron hasta el suelo y él parecía no darse cuenta de la presión que ejercía en su pecho.

—Listo, Akira… —en ese momento que él quedó mudo, fue cuando se dio cuenta la extraña pose que estaban.

Ambos se quedaron en silencio mirándose con los ojos más abiertos de lo que sus parpados les dejaban mientras sus mejillas se ruborizaban poco a poco.

—Akira-kun… —ella susurró y él tuvo consciencia de la situación. Soltó su mano y sacó su brazo.

—Lo siento, Akira-chan.

El muchacho desvió su cara y volvió a la antigua pose que denotaba su incomodes con su mano en la nuca, sin sonreír. Por su parte, su tocaya miraba al suelo frotándose un brazo. Ella pensó en decir algo para no empeorar la situación.

—Ya sudé mucho y tengo hambre, iré a comer.

Su pierna no le dolía y fue caminando al banco.

—¿No deberías estirar primero? —la llamó.

—Cierto, gracias por hacérmelo recordar —la chica volvió a donde estaba e hizo unos estiramientos en silencio.

Como él no había practicado mucho, se alejó hacia el banquillo a relajar sus hombros y estirar sus brazos. Seguía en silencio sin poder parar de pensar en la situación. Desde que empezaron a entrenar había estado tan raro, no sabía cómo explicarlo pero Higashi hizo algo que lo dejó sin aliento y no tenía idea que fue.

Ella también estaba igual. Estiraba dándole la espalda y no quería hablarle ¿Qué iba a decirle? Lo único que quería era irse lo más pronto posible… y tomar una ducha. En cuanto terminó fue por su bento y se sentó a su lado sin mirarlo. Él tampoco la miraba, notó que ella ni le ofreció un poco de su caja, desvió sus ojos a sus zapatillas.

—¿No tienes zapatillas para básquet?

—Tengo, hace poco me las compraron. Mi papá lo hizo cuando supo que empecé a jugar, solo que hoy me levanté apurada y me puse estas —ella acomodó sus anteojos y recordó el asunto de sus gafas—. ¿Recuerdas que me dijiste que podía comprarme unos anteojos para basquetbol? —el asintió—. Sucede que las zapatillas salieron tan caras que no quiero comprarme nada nuevo hasta el próximo mes.

—Pero es algo importante, no falta mucho para el campeonato.

—Puedo esperar hasta el próximo mes, hasta entonces jugaré con mucho cuidado —declaró ajustando sus anteojos.

Se llevó otro bocado de su bento y se dio cuenta que no le había compartido a su tocayo.

—Akira-kun ¿Quieres de mi-

—Está bien, ya comí —la interrumpió mirándola a los ojos con su sonrisa, pero esta parecía un poco forzada.

—Si tú quieres.

Volvió a comer en silencio y notó lo distinta que estaba su sonrisa.

—Akira-kun, hay algo que quería preguntarte desde hace tiempo —él hizo un gesto con su cabeza que la escuchaba— ¿Por qué sonríes siempre? ¿Fuiste operado por un comprachicos?

Sendoh no entendió la palabra y dejó escapar una gran risa por lo rara que le sonaba.

—¿Un qué?

—Un comprachicos ¿Conoces la historia de "El hombre que ríe"?

—No, ni me suena.

—Transcurre en Gran Bretaña, creo que por el siglo XVIII, y un chico es vendido de bebé por unos comerciantes llamados "comprachicos" que se especializaban en deformar a los infantes que les vendían. A este niño le hacen una enorme sonrisa, como la tuya y por más que lo intente, nunca puede cambiar su expresión, ni siquiera cuando está triste.

La gracia que le causó la extraña palabra a Akira-kun se desvaneció y cambió a un sentimiento de melancolía.

—¿En serio? ¿Y por qué le hicieron eso?

—Para venderlo y ser usado como entretenimiento, supongo. No leí la novela, pero en la película mostraban eso y la vi hace mucho tiempo.

—Suena muy cruel —comentó el muchacho con su vista perdida y sin sonreír, pero al poco tiempo volvió a su expresión habitual—. ¿Cómo es que siempre terminas viendo películas así de raras?

—¿En serio crees que son raras? Para mi no lo son.

—Lo que quiero decir es que no son muy conocidas.

—Es que son muy viejas, "El hombre que ríe" es una película muda que a mi nii-san le gusta, de los años veinte. Recuerdo que la sonrisa del personaje causaba gracia a todos pero a mi me daba un poco de miedo.

—Con que tu hermano ¿Eh? Parece que le gusta asustarte.

—No, no le gusta, siempre me advierte que clase de películas él va mirar. En todo caso es mi culpa por ser tan soberbia y creerme que puedo con todo —Higashi evocó la otra película que le había dado mucho miedo a tal punto de causarle pánico la oscuridad—. En la película Mr. Sardonicus el personaje también tenía una sonrisa escalofriante que nunca podía borrar.

—¿La película que ayer me comentaste?

—Si. Un hombre pobre tenía a su padre que compró un boleto de lotería. El padre murió al poco tiempo y dejó el boleto de lotería en su saco y con ese mismo atuendo lo enterraron. Poco después, al hombre le llega la noticia que los números de su padre ganaron la lotería pero debe presentar el boleto que está en el saco del muerto. Su esposa lo convence de exhumar su tumba y él lo hace, pero al ver el ca-cada- —Higashi se quedó muda cuando empezó su tartamudeo, recordaba porque le daba tanto miedo—. Cuando vio a su padre le provocó tanto miedo que quedó con una horrible sonrisa que nunca podía modificar. Por lo que usaba una máscara para tapar su horrible cara.

Al terminar de relatar, Higashi sintió un escalofrío y se frotó los brazos. Una cálida mano se posó en su espalda y ella volteó a su amigo

—Akira-chan, está bien, fue solo una película.

—S-si, pe-pero no quita que-que no de miedo.

La joven bebió agua de su botella y trató de relajar sus hombros.

—Pero tú no te pareces en nada a Mr. Sardonicus —le afirmó sonriendo, él movió su cabeza sin entender—. Él era malo y su sonrisa es escalofriante, en cambio tú eres bueno y tu sonrisa me relaja. Tú eres más como Gwynplaine.

—¿Quién?

—Él es el hombre que ríe. A pesar de lo horrible que le hicieron, tenía un corazón de oro y siempre era amable con todos, a tal punto que rescató a una bebé en medio del invierno y la arropó con lo poco que tenía de abrigo.

—Creí que te daba miedo su sonrisa.

—Cuando era pequeña, ahora siento más melancolía que miedo cuando lo veo.

Sendoh pensó lo sincera que fue con él, incluso le habló de donde venía su miedo y aunque quiso tapar su tartamudeo, era obvio que aún la llenaba de espanto esa película. Pero lo que más tocó su corazón fue que dijo que él era bueno y su sonrisa la relajaba. También quería ser sincero.

—Akira-chan —la llamó—. Me preguntaste porque sonreía. Yo sonrió porque en verdad me siento feliz, de hecho, tu compañía me hace feliz.

Un gran sonrojo se apoderó del rostro de la chica. Apretó su botella y quiso pensar en otra cosa.

—Cre-creo que es tarde, debemos ir a cambiarnos.

—A penas tocaste tu comida —notó el chico.

Era cierto, a ella le encantaba comer al menos la mitad de su bento en la mañana.

—No tengo tanta hambre, ni ganas de comer como creía —dijo rápido y se fue corriendo con su mochila al baño.

Akira-chan trató de hacer lo posible para que él no viera su rostro. Recostó su espalda contra la puerta del baño y posó su mano en su pecho, no podía contener a su corazón, latía fuera de control. Sacudió su cabeza, había cosas más importantes por las que preocuparse, como el campeonato y su pronto debut.


Las película "Mr. Sardonicus" está inspirada en la novela "El hombre que ríe" por eso de que hay dos personajes protagonistas que no pueden borrar su sonrisa de sus caras. La versión que habla Higashi de "El hombre que ríe" es la de Conrad Veidt, y si buscan foto del personaje notarán un cierto parecido con El joker, porque fue de este personaje que se basaron para hacer este villano.