Capítulo 1: Kagami

Para Kagami fue una sorpresa cuando su madre le dijo que se mudarían a Francia. Ella se lo había dicho sin previo aviso y eso le pareció extraño. Tomoe Tsurugi no era de las personas que actuaban sin ningún motivo o que actuaba de forma impulsiva, sin embargo allí estaba, frente a ella y diciéndole que debía subir a la limosina que la llevaría a su nueva casa.

—Descuida —le dijo Tomoe y su rostro no mostraba ninguna expresión, algo que era usual en ella —. Me he asegurado de que puedas seguir practicando esgrima y que no te pierdas ninguna de tus clases. Irás a una escuela pública y te he conseguido a un tutor para evitar cualquier inconveniente.

—Sí, madre —respondió Kagami.

Ella no sabía cómo sentirse al respecto. Ir a una escuela y poder hacer amigos era algo que la asustaba y emocionaba en igual medida, pero no podía decirlo en voz alta, mucho menos a su madre. Para Kagami era impensable hacer algo en contra de los deseos de su madre por lo que negarse ni siquiera era una opción.

Lo primero que hizo al llegar a París fue dirigirse a la clase de esgrima. Ella había escuchado que era una de las mejores y eso le bastó para querer formar parte de la misma.

Ella se presentó con su uniforme de esgrima y su actitud era desafiante.

—¡Hey, tú! Armand D'Argencourt, el famoso profesor de esgrima. Quiero unirme a su grupo.

—Solo aceptamos a los mejores, delincuente.

Kagami se sintió insultada. Para ella, el esgrima se trataba de algo serio y el que cuestionaran sus habilidades era algo que encontraba ofensivo. Empuñó su espada, determinada a hacer que el instructor se retractara de sus palabras.

—Yo lo era, en todas partes.

La expresión en el rostro del instructor cambió. Armand reconoció su valor y, aunque no la aceptó de inmediato, dejó en claro que solo debía vencer a uno de sus estudiantes.

Kagami sonrió bajo la máscara y se acercó a los estudiantes. Ella mantuvo su actitud desafiante en todo momento.

—¿Cuál de ustedes es el mejor combatiente?

Kagami era una Tsurugi, estaba acostumbrada a lo mejor y si tendría que poner a prueba sus habilidades, esperaba que fuera en un combate digno.

Todos los estudiantes, con una única excepción se hicieron a un lado, claramente asustados. Eso no le ofendía, al contrario. Kagami se sentía orgullosa al ver que la reconocían como una oponente digna de temer.

—Adrien, dale una lección de caballeros.

—Lo haré maestro.

Kagami sonrió bajo la máscara, eso era algo que quería ver.

La pelea dio inicio y ninguno se contuvo. Kagami disfrutó de tener a un adversario que representara un verdadero desafío y pidió que no se usaran las máquinas. Ella estaba determinada a ganar y eso era lo único en lo que podía pensar.

—¿Quién tocó primero? —preguntó con impaciencia, pese a que estaba segura de la respuesta —. ¿Quién?

Una joven torpe y asustadiza fue la que tuvo la última palabra.

—No lo sé… yo creo que… fue Adrien.

Kagami aceptó la mano de Adrien, pero no estaba conforme con el resultado. Su corazón estaba lleno de rabia y decepción, pero no se permitió exteriorizar ninguno de esos deseos. Ella era una Tsurugi y mostrarse débil era algo inaceptable.

El árbitro había dado su última palabra y era inaceptable el solo cuestionar su veredicto.

—¡Oye! ¡Espera! ¡Tu sable!

Kagami se quitó el casco antes de voltearse. Adrien se sonrojó, algo a lo que ella no le prestó atención realmente.

—Te… parece… una revancha.

—¿Cuál es el punto? No existen segundas oportunidades en mi familia. Me voy, adiós.

Kagami no sabía qué hacer. Había perdido, fuera justo o no, el resultado era innegable y el sabor de la derrota extremadamente amargo. Pensó en su madre e incluso imaginó las palabras que le diría. Estaba segura de que estaría muy decepcionada.

Poco después ella tendría su primer encuentro con un akuma. Kagami sabía que las emociones negativas habían nublado su mente, pero no recordó lo qué hizo ni siquiera la voz de Hawkmoth. No había recuerdos de nada, solo un vacío y una enorme sensación de vergüenza.

Kagami no se consideraba impulsiva e insegura, sin embargo sus emociones negativas habían sacado lo peor de ella.

—Lo siento —dijeron Kagami y Adrien al unísono. Ella hizo una reverencia, demostrando lo sincero de su arrepentimiento.

—¿Podrías aceptarlo, por favor?

—No, yo perdí. Quédatelo tú.

Kagami consideraba que el gesto de Adrien era tierno, pero se sentía indigna de él. No solo se había dejado llevar por sus emociones sino que también había perdido en el esgrima.

—En mi opinión el punto era tuyo.

Kagami estaba sorprendida. Ella también lo pensaba, pero no esperaba que Adrien pensara del mismo modo.

—Eso no fue lo que dijo tu amiga.

—Marinette se pone nerviosa fácilmente. Su intención era buena, nunca haría trampa. Esa era su primera experiencia con el esgrima.

Kagami sonrió. Las palabras de Adrien habían hecho que su molestia fuera menor, pero eso no era lo único en lo que pensaba.

—Te agrada mucho ¿verdad?

—¿Marinette? sí, claro, es una gran amiga y a ti también te agradara cuando llegues a conocerla.

Kagami aceptó la espada que Adrien le ofrecía y también la revancha. Adrien le parecía dulce y genuinamente quería conocerlo mejor. También quería conocer a Marinette, si bien era cierto que ella no le había causado una buena primera impresión también lo era que confiaba en Adrien y que consideraba que valía la pena darle una oportunidad.

El tiempo le demostraría lo equivocada que estaba.

La actitud de Kagami en su primer día de clases no fue muy diferente a la que había tenido cuando se unió al club de esgrima. Si bien es cierto que no hizo ningún desafío, también lo era que su actitud fue mucho más amistosa de la que había tenido en ese momento.

Enterarse de que Adrien fuera su compañero de clases fue motivo de alegría pese a que no se sentarían juntos, ese lugar lo tenía Nino. Saber que tendría a alguien a quien conocía la hacía sentir más segura. También localizó a Marinette y se dijo que hacer amigos sería sencillo, especialmente si tenía ayuda.

Las clases comenzaron y para Kagami fue gratificante comprobar que la diferencia no era demasiado grande. Tomoe solía ser exigente, algo que agradecía ya que gracias a eso sus calificaciones y su agenda no se verían perjudicadas.

El recreo llegó y Marinette fue la primera en hablarle. Ella estaba acompañada por sus compañeros, o al menos la mayoría. Chloe y Sabrina fueron la excepción y se mantuvieron al margen. Ambas permanecieron sentadas en su asiento, observando ocasionalmente a la nueva estudiante y limitándose a usar el teléfono celular.

—¡Bienvenida! —le dijo Marinette y no parecía tan asustadiza como lo estuvo en el equipo de esgrima —. Espero que podamos ser amigas.

Kagami sonrió. Había leído que una sonrisa era la mejor forma de empezar una conversación y quería intentarlo.

—Gracias. También cuento con lo mismo.

Kagami escuchó con atención las presentaciones de sus compañeros, en especial la de Alya.

—¿El Ladyblog? ¿Es ese blog el que habla sobre las aventuras de Ladybug?

Alya asintió con orgullo.

—¿Qué sabes sobre las akumatizaciones? —preguntó y su curiosidad era genuina.

Kagami se había sentido especialmente interesada por el tema después de que ella fuera víctima de una akumatización. Si bien era cierto que no era la primera vez que escuchaba del tema, en Internet y en muchos noticieros se hablaba de ello, lo cierto era que no le dio importancia. Un villano que usaba a personas emocionalmente vulnerables le parecía sacado de un mahou shoujo.

—Que la mayoría han sido provocados por Chloe Burgeois.

Fueron varios los que se rieron al escuchar esas palabras. Adrien se mostró un tanto incómodo, no obstante, no dijo las miradas se posaron en Chloe por lo que Kagami no tuvo ningún problema en reconocerla. La mirada de soberbia en su rostro reforzaba la imagen de que ella era una bully, alguien a quien no valía la pena prestarle atención. Con el tiempo, la imagen que tenía de ella cambiaría drásticamente

—¿Hay alguna forma de protegerse?

Kagami recordó los videos que había visto en el Ladyblog. En uno de ellos Alya había sido secuestrada por un akumatizado con apariencia de faraón egipcio. El akumatizado planeaba secuestrarla y lo habría logrado de no ser por la intervención de Ladybug y Chat Noir. Ella consideraba que era necesario tomar medidas y que dos superhéroes podrían no ser suficiente para combatir una amenaza como esa.

Todos los estudiantes intercambiaron miradas.

—Supongo que funcionaría mantenerse lejos de situaciones estresantes, especialmente de Chloe. Hawkmoth suele atacar cuando alguien se encuentra triste o enojado.

—¿Hay algún tipo de plan en caso de akumatizaciones? ¿Un lugar seguro o una ruta de evacuación?

Todos los estudiantes intercambiaron miradas. Algunos inclusive se mostraron un tanto confundidos.

—No tendría sentido —comentó Alya —. Un refugio sería una trampa si alguno de nosotros fuera akumatizado. Tampoco es buena idea enfrentarse a alguien con superpoderes, especialmente cuando Ladybug y Chat Noir pueden encargarse del asunto.

Kagami pensó que era algo razonable, no obstante seguía pensando que era imprudente el que se tomaran esa situación con tanta ligereza. Por lo que había escuchado y leído en diversas fuentes, parecía que la única estrategia era esperar a que Ladybug y Chat Noir se encargaran de la situación y salvaran el día.

—¿Cómo llaman a Ladybug y Chat Noir?

—No lo hacemos. Ellos son superhéroes y siempre saben cuándo actuar.

—Es absurdo. Los akumatizados son seres impredecibles. Yo he sido akumatizada, algo de lo que no estoy orgullosa, no recuerdo nada, pero sé que no era dueña de mis actos y que todos somos vulnerables.

—Hawthmoth quiere los miraculous de Ladybug y Chat Noir. Él buscará la forma en que se entere.

Kagami se sentía un tanto molesta. Le parecía tan absurdo el que se tomara con tanta naturalidad algo como la akumatización. Había una persona con el poder de darle poderes a personas inestables, deseosas de venganza. En su opinión era irresponsable el que las escuelas no tuvieran un plan de emergencia o que nadie pareciera interesado en dar con Hawkmoth. El Ladyblog, sitio conocido por ser una de las fuentes más confiables sobre los héroes parisinos y el primer blog en hablar del objetivo de Hawkmoth, conseguir los miraculous, se dedicaba exclusivamente a exaltar las hazañas de Ladybug.

La conversación terminó con el sonido del timbre escolar. Las clases continuaron con tranquilidad. Kagami prestó atención a las lecciones pese a que eran temas que ya había aprendido durante sus clases particulares y que dominaba en su totalidad.

Las clases terminaron y Adrien se acercó a ella, parecía un tanto nervioso.

—Me dijeron que te ayudara para que puedas adaptarte con las clases —le dijo Adrien y su sonrisa era gentil.

Kagami le devolvió la sonrisa.

—Mi mamá me habló de ello. Podemos vernos en la biblioteca para repasar el plan escolar.

Adrien se sonrojó levemente.

—Kagami ¿puedo hablar contigo?

Kagami vio a Marinette tropezar y eso le recordó a la mujer que había visto durante su primer día en el grupo de esgrima.

—Seguro.

—Espero no interrumpir, Adrien, es solo que me pareció muy interesante la propuesta de Kagami y creo que es mi deber como representante de la clase.

Marinette había tartamudeado un par de veces, jugó con sus dedos de forma nerviosa e incluso llegó a tropezar. Para Kagami resultó evidente que estaba nerviosa y que su compañero era el motivo de ese nerviosismo. Eso le pareció un tanto molesto. Kagami había sido educada para despreciar la debilidad y no podía entender por qué alguien con esas características tendría un cargo tan importante.

—¿Te molesta si empezamos con nuestras clases mañana?

Adrien negó con un movimiento de cabeza. Pese a sus palabras, había algo en su expresión que delataban la tristeza que sentía.

—No te preocupes por eso. Puedes buscarme si llegas a necesitar algo.

Pese a sus palabras, era evidente que estaba afectado. Su voz demostraba tristeza y su mirada parecía decepcionada.

—Lo haré —le dijo —. Y descuida, procuraré no hacer nada que pueda afectar tu agenda.

—Tú nunca serías una molestia.

Marinette se interpuso entre los dos. Lo que empezó como un ataque de impulsividad se transformó en nerviosismo.

—No quise molestar, es solo que Adrien tiene una agenda muy ocupada y este plan puede ser muy importante para la escuela.

Adrien y Kagami no encontraron nada inusual en ese comportamiento. Tiempo después las cosas serían muy diferentes, pero seguirían sin ver quién era ella realmente.

A Kagami le agradaba Adrien. Si bien era cierto que no se podían reunir con frecuencia, Marinette solía insistir en que era necesario trabajar en el plan anti-akumas, podía apreciar muchas de sus cualidades y varias de las cualidades que tenían en común.

El joven Agreste era un estudiante sobresaliente. Ver sus apuntes le permitió confirmar lo que ya sospechaba, ella no estaba atrasada con el plan escolar y Adrien era un estudiante sobresaliente. Sus apuntes eran bastante completos y su caligrafía cuidadosa.

Otro problema con el que tenían que lidiar era el hecho de que ambos tenían una agenda muy ocupada. Ambos tenían muchos compromisos, clases particulares e incluso trabajos. Esto no le molestaba a Kagami, al contrario, sentía que había encontrado a alguien que podía entender su estilo de vida y que podría comprenderla.

Los primeros días fueron muy silenciosos y a simple vista, incómodos. Ninguno hablaba a menos de que fuera necesario y solo lo hacían para discutir sobre un tema relacionado con los estudios o las clases de esgrima. Kagami estaba bien con ello, sentía que, por primera vez, tenía un amigo.

—¿Cómo van con el plan anti-akumatizaciones?

—Avanzamos —respondió Kagami —. Hemos pensado en hacer simulacros, ya sabes, para estar preparado en caso de un incidente.

Adrien sonrió, ligeramente sonrojado.

—Eres increíble.

Kagami se sonrojó ligeramente. Había algo en Adrien que le parecía adorable y muy dulce.

—Me ha sorprendido la cantidad de akumatizaciones que ha provocado Chloe Burgeois.

—Ella no es tan mala.

Esas palabras tomaron por sorpresa a Kagami.

Los akumatizados también hicieron acto de aparición, causando caos y destrucción por donde pasaban.

El primer akuma que Kagami presenció fue Señor Pichón. Ella se encontraba en el aula de esgrima, en medio de un calentamiento. El cielo se vio cubierto de palomas y ella escuchó varios comentarios que le parecieron un tanto inusuales.

"¿Cuántas veces han akumatizado a ese hombre?", pensó Kagami mientras empuñaba su espada de madera. Ella no sabía cuáles eran los poderes de Señor Pichón, pero sí que no estaba dispuesta a caer sin dar pelea.

—Debo irme —Adrien estornudaba sin parar y era evidente que necesitaba alejarse cuanto antes.

Kagami lo acompañó hasta el baño e hizo todo lo que estaba a su alcance para alejar a las palomas. No fue una tarea especialmente difícil, pero eso evitó que ella pudiera ver el momento en que Chat Noir hacía acto de aparición, dejando el lugar donde Adrien se había ocultado poco antes.

Ladybug hizo acto de aparición y Kagami pudo verla en acción. La superheroína hizo aparecer una caja roja con lunares rojos y logró derrotar a Señor Pichón con un plan que le pareció un tanto rebuscado. Ella usó la caja y a Chat Noir para tenderle una trampa y destruir el objeto en donde se encontraba el akuma,

El segundo akumatizado del que supo fue Problemática, aunque no fue de manera presencial. Ella estaba viendo el programa de Jagged Stone y observó cuando Penny, la asistente de producción, era víctima de un akuma. También notó que Marinette estaba enamorada de Adrien, o tal vez obsesionada, pensó Kagami. Ella se sintió un tanto incómoda al ver la cantidad de fotografías del modelo adolescente en la habitación de su compañera de clases En esa ocasión no pudo presenciar la derrota del akuma, pero se enteró de todo lo ocurrido en el Ladyblog.

Kagami no había derrotado a Adrien, al menos esa era la versión oficial, pero nadie tuvo problemas con aceptarle en el grupo. El instructor se mostró emocionado al verla regresar y ella rápidamente se convirtió en una de las estudiantes más sobresalientes.

Adrien y Kagami tuvieron numerosos enfrentamientos y Kagami siempre resultaba como vencedora. Ambos estaban a un nivel bastante similar y cada uno de sus movimientos demostraba la habilidad que poseían. Todos los estudiantes solían reunirse alrededor para presenciar esos encuentros y nunca terminaban decepcionados.

Cierto día Kagami notó algo inusual en su compañero de batallas. Ella supo que algo no andaba bien desde el primer momento en que chocaron sus espadas. Sus movimientos eran demasiado predecibles y eso no era nada típico de él.

—Demasiado predecible —le dijo Kagami de forma burlona, mas no había maldad en sus intenciones.

Adrien no dijo nada, pero su silencio lo decía todo. Su rostro denotaba tristeza y su espada una preocupación que no le gustaba en lo más mínimo. Él dejó el gimnasio y Kagami lo siguió, dispuesta a averiguar qué era lo que planeaba.

—¿Qué está pasando, Adrien? Por lo general me gusta vencerte, pero no es divertido si es tan fácil.

Adrien suspiró. Su mirada se mantenía fija en la rosa roja que sostenía entre sus manos.

—¿Alguna vez te has sentido estancada, Kagami? ¿Qué sin importar las cosas que hagas nada va a cambiar?

Kagami tomó asiento al lado de Adrien. En ese momento todo cobró sentido para ella. Su compañero estaba enamorado, pero no era correspondido. A ella no le gustaba verlo sufrir, pero en el fondo se alegraba de que hubiera pasado algo así porque eso significaba que tenía una oportunidad.

—Adrien, el error más grande de un esgrimista no es usar la técnica incorrecta, sino elegir el blanco incorrecto —Kagami acarició su mejilla —. Cambia el blanco.

Kagami sonrió y Adrien le devolvió la sonrisa. Él le entregó la rosa roja y ella se sintió conmovida. Saber que lo había hecho sentir feliz, hacía que ella también se sintiera mejor.

Los días pasaron y Adrien le pidió que hablaran a solas. Él se veía inusualmente nervioso y eso era algo que le pareció perfecto. A Kagami le gustaba el joven torpe e ingenuo que se esforzaba en todo lo que hacía y que deseaba ser libre, algo con lo que ella se sentía identificada.

—¿Te gustaría acompañarme a patinar?

—Será un placer.

La cita ocurrió al día siguiente, un domingo en la tarde. Kagami se sintió un tanto decepcionada al ver que Adrien estaba acompañado por dos amigos, Marinette, su compañera de clases y Luka, el hermano de una de sus compañeros, algo que ella no sabía en ese momento.

Luka fue introducido al grupo y los cuatro entraron a la pista de hielo. Solo habían dos personas, el alcalde y el instructor, ambos parecían discutir.

Kagami estaba atando sus patines cuando vio a Adrien buscar a Marinette. Ambos se veían nerviosos, pero en el caso de Marinette era más que evidente. Ella tropezó y habría caído al suelo de no ser por la intervención de Luka. El joven la tomó de la mano y la llevó hasta la pista.

—No tengas miedo, no le diré a nadie.

—Decir ¿qué? —el nerviosismo de Adrien se hizo más evidente.

—Que no sabes atar tus agujetas —comentó ella de forma burlona.

Kagami ató los patines de Adrien y lo guió a la pista de patinaje. Ella había esperado que su compañero se sintiera más tranquilo, pero no fue así. Él buscó a Marinette con la mirada y eso era algo que no le gustaba.

—¿Los invitaste porque te da miedo estar a solas conmigo?

— No, es que le pedí ayuda con algo a Marinette.

El nerviosismo de Adrien se hizo mayor y eso hizo que ella sospechara. Adrien le agradaba y no quería pensar que él se sintiera incómodo a su lado, que ella fuera el problema.

—Ayuda con qué.

—Perfeccionar mi patinaje sobre hielo.

—Pero no la necesitarás.

Kagami soltó la mano de Adrien y comenzó a hacer unas cuantas volteretas y giros. Ella logró llamar la atención de los presentes, pero fue el instructor de la pista quien se acercó a ella.

—Tienes lo necesario para ser campeona, estilo, talento. Déjame ser tu entrenador.

—Sólo practico artes nobles como tiro con arte y esgrima.

Kagami se alejó.

—Esto es por diversión.

Kagami pensó en su madre, consciente de que ella estaría decepcionada en el caso de que aceptara. Aprender a patinar y a dibujar eran cosas que le fascinaban y que había tenido que aprender a espaldas de Tomoe.

Philippe no dejó de insistir en que se inscribieran a su clase, aparentemente siendo incapaz de aceptar una respuesta negativa. Lo único que lo hizo detenerse fue la intervención del alcalde Bourgeois. Kagami no imaginaba que poco después sería akumatizado.

Marinette tropezó una vez más y, tanto Adrien como Luka se apresuraron en ir a su ayuda. Kagami notó la indecisión en el rostro de la joven de coletas y eso le molestó. La japonesa había sido educada para despreciar la debilidad así que hizo lo que le pareció más sensato. Tomó su mano y la ayudó a ponerse de pie, diciéndole las palabras que, en su opinión, ella necesitaba escuchar.

—La única razón por la que caes es porque siempre dudas. En cambio yo nunca dudo ¿Nos vamos?

Kagami no quería que Marinette abandonara la pista de patinaje, mucho menos que Adrien fuera detrás de ella. Su compañero le habían dicho que ella era su amiga por lo que le parecía normal el hecho de que quisiera ayudarla, pero aún así, tenía el presentimiento de que se estaba perdiendo de algo y no le gustaba.

Helador apareció poco después de que Marinette desapareciera. Kagami no sabía si Adrien había logrado encontrarla, pero sí que ambos aparecieron poco después de que el akumatizado fuera derrotado.

—¿Por qué sigues haciendo lo que los demás quieren que hagas?

A Kagami no le molestaba que Adrien hubiera accedido a darle publicidad a Philippe, simplemente quería saber cuáles eran sus motivos, quería saber si él se sentía del mismo modo en que ella lo hacía.

Adrien le abrió la puerta del carro.

—No, sólo quiero que sea feliz y no voy a cambiar de blanco, aunque tenga que fallar una y otra vez.

La mirada de Kagami se posó sobre Marinette, preguntándose si ella era a quien amaba. Si bien era cierto que Adrien había dicho que era solo una amiga, pudo notar lo mucho que se preocupaba por ella y que la joven de las coletas estaba interesada en Luka. Marinette se había sonrojado varias veces y Luka también parecía interesado en ella.

—Ya verás.

—Cuando te des cuenta que es el blanco incorrecto, aquí estaré.

Kagami besó su mejilla. Adrien le gustaba y ella también estaba interesada en conquistarlo.