DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
Grupo de Facebook actualizado con fotos del capítulo: Feeling the Reading: Bella Bradshaw
.
🌊 ❤️ 🌊
.
Dos semanas más tarde y con los documentos del divorcio en el fondo de mi maleta, camino por el aeropuerto para embarcar a Ibiza.
Edward me envió el billete por whatsapp al día siguiente de irse de Barcelona, asegurándose así de que yo asistiera al cierre de las discotecas tal y como habíamos hablado en mi casa.
Quiero disfrutar de este fin de semana pero la sombra de Leo, el divorcio y pensar en volver a Londres están haciéndose un hueco en mi interior llenándome de incertidumbre y malestar.
Intento dejarlo de lado en cuanto veo Es Vedrá por la ventanilla del avión.
Cojo un taxi y le digo la dirección de la villa de David. Cuando llego a la villa Edward está esperándome con la puerta principal abierta.
-Hola- sonrío quitándome las gafas de sol.
-Hola- sonríe igualmente.
Me acerco hasta él y nos damos un breve abrazo antes de caminar de nuevo hacia el taxi para coger mi maleta que el conductor ya tiene fuera del maletero.
-¿Vienes para mudarte?- pregunta riendo Edward.
Traigo una maleta grande, demasiado grande para un solo fin de semana pero mañana tengo un vuelo a Londres después de comer y allí hace mucho que no puedes usar ropa de verano.
-Recuerda que desde aquí me voy a Londres- le digo mientras pago al taxista.
Edward me agarra la mano impidiéndolo.
-Edward…- le advierto mirándole.
Sé que va a pagar él.
-Apúntalo a la cuenta de esta dirección- le dice al taxista sin molestarse en mirarme.
Edward no me suelta la mano ni me mira hasta que el taxi está dando la vuelta para irse.
-¿Por qué has hecho eso?
-Yo te he invitado así que lo mínimo que debo hacer es ahorrarte los gastos que estar aquí te supongan.
-Y yo he accedido así que sé que venir a Ibiza no es de gratis- le contradigo.
-Vale, ya pagarás otra cosa- dice soltándome la mano para coger mi maleta.
-Eso espero- digo caminando a su lado hasta entrar en casa.
Una vez arriba deja mi maleta en la misma habitación en la que dormí cuando estuve aquí hace unas semanas y bajamos al jardín.
-David está dormido aún, Martin anda por ahí, Jessica ni idea y yo tengo que irme a una reunión en 10 minutos- dice mirando el reloj.
-Vale- respondo ocultando mi decepción.
-Sé que no era el plan y lo siento mucho, me han llamado hace un rato y como es algo sobre esta noche no puedo retrasarlo ni cambiarlo- dice mirándome serio.
-No pasa nada, es trabajo, ve- le animo.
-Quiero estar aquí para la hora de comer.
-No te preocupes, iré a la playa- le informo.
-Si me da tiempo luego voy contigo, ¿a cuál vas a ir?
-Mmm Comte- digo repasando las playas de la isla que recuerdo.
-Genial- dice sonriendo y acercándose a mí.
Nos despedimos con un beso en la mejilla y él camina hacia la puerta de salida mientras que yo vuelvo al interior de la casa.
Subo hasta mi habitación, abro la maleta, ignoro los papeles en el sobre marrón y cojo el bikini azul cielo que compré el otro día en el paseo marítimo de Barcelona.
Cala Comte está a unos 20 minutos en coche así que pido un taxi para llegar hasta allí.
Cala Comte es una cala de arena dorada terminada en un peñisco de piedra desde el cual los más atrevidos saltan al mar. Hay toallas y sombrillas pero muchas menos de las que había la última vez que estuve aquí. Es final de septiembre, temporada baja.
No pierdo el tiempo y en cuanto coloco la toalla en la arena me desprendo del vestido y me meto al agua.
Está casi caliente y la sensación de estar rodeada por agua del mar me llena de paz y alegría.
Nado durante casi media hora en las aguas cristalinas de Ibiza.
Cuando salgo a la toalla decido que para evitar marcas del bikini y para secarme antes lo mejor es quitarme la parte de arriba. Hacer topless como hace unos años cuando venía a la playa a diario.
La sensación de libertad al quitarme el sujetador del bikini es indescriptible. El sol, la brisa y el agua sobre mis pechos desnudos es una experiencia simple pero maravillosa.
Tras el segundo baño en el mar miro el móvil para ver qué hora es.
Cerca de las tres.
Ninguna llamada ni whatsapp de Edward.
Tengo hambre así que decido volver a casa de David.
Cuando estoy en la puerta de la villa, el hombre de seguridad me pide mi identificación que obviamente no llevo conmigo.
-La tengo dentro, déjame entrar a por ella y te la enseño. He venido esta mañana con Edward, me has visto- le intento explicar. Ante el nombre de Edward pone cara de desconocimiento total- dj Üll- le aclaro.
-Ah, él no está.
Suspiro frustrada y me giro con el móvil en la mano.
Voy a llamar a Edward pero antes de ir a la E paso por los contactos con la letra D y veo el nombre de David.
Le llamo y antes incluso de colgar la llamada las puertas se abren.
-¡Bella!- me saluda sonriente al otro lado.
-¡David!- digo acercándome hasta él para saludarlo con un abrazo.
-Siento haberte tenido aquí esperando. Edward me dijo que venías pero no sabía cuando y no he dado tu nombre al de seguridad- me explica.
-No hay problema- respondo empezando a caminar junto a él hacia la casa.
-Me alegra mucho que estés aquí.
-A mí también- sonrío.
-Estamos esperando a un par de amigos más y empezamos a comer.
-¿Puedo ayudar en algo?
-No, tú eres una invitada-
Me río y pongo los ojos en blanco.
-¿Ha vuelto Edward?
-No, aun no.
Frunzo el ceño pero lo quito rápidamente.
¿Cómo es posible que todos sus compañeros estén libres y él lleve en una reunión tres horas?
-Entonces iré a cambiarme antes de comer. ¿Jessica?- pregunto.
La cara de David cambia.
-En Paris- me sorprende su respuesta- discutimos y no estamos muy bien, todos lo saben así que prefiero que lo sepas por mí.
-Siento mucho escuchar eso- digo volviendo a acercarme a él y poniendo mi mano en su hombro.
-Todas las parejas tienen sus rachas y yo sé que estar conmigo no es fácil-
-No digas eso-
-Es cierto, ya lo comprobarás.
Le miro fingiendo sorpresa y escepticismo.
-¡No conmigo, con Edward!- se apresura a aclarar.
Ambos nos reímos recuperando el buen rollo que había antes de sacar el tema de Jessica.
-Edward y yo no estamos juntos.
-¿En serio? Me ha parecido raro que me pidiera una habitación teniendo la suya pero no quiero meterme en vuestros asuntos.
-Sí estamos en una zona rara- admito por primera vez en voz alta.
David levanta las manos en señal de no juzgarnos.
-No voy a alargar este tema solo diré que me gustáis los dos juntos.
Ambos sonreímos y volvemos a caminar hacia la casa.
Hay mucha más gente de la que esperaba, casi como 30 personas repartidas por la zona de jardín y cerca de la enorme mesa con manteles y sillas blancas.
Me siento un poco fuera de lugar vestida con ropa de playa mientras los demás van vestidos de calle.
Subo rápidamente hasta mi habitación donde me doy una ducha rápida prometiéndome a mí misma volver a usar ese magnífico baño para una ducha relajante más tarde.
Cuando bajo veo a Garret que antes no estaba y voy a saludarle.
Nos saludamos con un abrazo y mientras nos ponemos al día miro por encima de su hombro buscando a Edward.
-No ha llegado- me dice Garret sonriendo cómplice.
-No voy a mentirte, buscaba a Edward.
-Lo sé, sé que habéis vuelto a… hablar.
-¿Eso te ha dicho él?
-Eso he visto yo en su móvil. Todo el día iluminándose la pantalla con mensajes de ''Bella''.
Me río por como confiesa el haberse dado cuenta de mi reconciliación con Edward.
Justo en ese momento David hace un llamamiento a todos para sentarnos a comer.
La comida viene preparada por un catering. Como entrante nos sirven gazpacho de cerezas, después calamar a la plancha con verduras en tempura y por último Flaó que es una tarta de queso típica de Ibiza con menta.
Me paso toda la comida hablando con Garret sobre Barcelona. Al parecer es un gran amante de la ciudad y la ha visitado varias veces.
En el momento en el que me está hablando sobre recomendaciones de restaurantes veo a Edward entrar en casa.
Y no viene solo.
Una rubia le acompaña a su lado. Pelo largo, altísima (más que Edward incluso), ojos azules, rasgos escandinavos.
Edward lleva gafas de sol pero sé o mejor dicho siento cuando sus ojos me encuentran y se posan en mí.
Caminan hasta la mesa y ambos se separan. Edward viene hacia nosotros mientras que la mujer camina hasta David que está en la cabecera de la mesa.
-Hola- dice llegando hasta donde estamos. Se queda de pie entre la silla de Garret y la mía.
-Te has perdido la comida- le reclama Garret girándose a mirarle.
-Llevo toda la mañana reunido, entre unas cosas y otras se nos ha hecho tarde. Hemos comido unos sándwiches fríos en la oficina.
Asumo a que se refiere a que la mujer rubia y él han comido juntos.
No quiero que se note pero noto un pinchazo en el estómago ante esta información.
-Os dejo- dice Garret poniéndose de pie tras un momento de silencio.
Edward se sienta en la silla a mi lado en cuanto Garret se va.
-Lo siento de nuevo- dice mirándome a los ojos.
-Está bien- digo apartando la mirada.
-No, no lo está- dice poniendo una mano en mi hombro derecho para girarme a mirarle. Ahora estamos cara a cara.
-Tienes razón, no lo está. Tus amigos son estupendos pero yo no he venido aquí para verlos a ellos, he venido a estar contigo y si tú no ibas a estar quizás no has debido invitarme- me sincero.
-Sí, sí voy a estar. Mi plan era pasar contigo todo el fin de semana menos las horas que me tocase trabajar, lo de la reunión no estaba previsto y lo de esta comida tampoco- me contesta mirando a todos los comensales- iba a ser algo mucho más pequeño. Ahora tenemos que prepararnos para irnos a Ushuaïa y luego a HÏ pero a partir de esta noche y hasta mañana, el tiempo es solo nuestro- me promete.
-Bien- le sonrío.
-Vamos- dice dándome la mano para levantarme.
Caminamos de la mano hasta la puerta del jardín que da entrada a la cocina y seguimos caminando hasta las escaleras.
Una vez arriba nos separamos, cada uno entra en su habitación para arreglarnos.
Yo decido ponerme un vestido negro largo de crochet con apertura lateral en una pierna y cortes a la altura de las costillas. De calzado elijo cuñas de esparto.
Contrario a mi costumbre cuando salgo en Ibiza, esta vez me maquillo un poco y me trenzo el pelo siguiendo un tutorial de tiktok.
Cuando ya estoy lista bajo a la sala de estar donde está todo el mundo.
-Perdona- me dice un chico tocándome el brazo- es que te he visto antes y me suenas un montón.
Es Martin Garrix.
Sigue teniendo rasgos de niño pero ahora con barba aparenta más edad.
-Sí- le sonrío- nos conocimos en Ibiza hace años, como unos cuatro o así- le explico.
-Bella estuvo viviendo conmigo todo el verano, de eso te suena- dice Edward llegando a mi lado.
-¿Bella?- se pregunta a sí mismo mirando a Edward fijamente- Ah ya me acuerdo de ti, vosotros…-hace un gesto moviendo el dedo señalándonos a ambos- y ahora…. Me callo.
Me río de su cara.
Está claro que en su cabeza me recordaba como la pareja de Edward, luego como su ex porque no me ha vuelto a ver en años y ahora vuelvo a estar aquí.
Edward no se ríe y le mira serio.
Martin incómodo se va.
-Habla demasiado- me susurra Edward al oído.
-No pasa nada, es gracioso. Me asombra que se acuerde de mí.
A saber cuánta gente y cuántas chicas han entrado en el círculo de estos djs en estos años.
-Algo harías bien- me sonríe- estás muy guapa- dice mirándome de arriba abajo.
-Gracias- sonrío.
-Chicos- dice David elevando la voz para llamar nuestra atención. Todos nos giramos a mirarle- aunque para algunos no sea su última sesión en Ibiza este verano, quiero aprovechar que estamos aquí juntos para deciros que hemos hecho una gran temporada. Me siento agradecido por tener este trabajo que tanto nos ha dado y concretamente me siento agradecido por ser capaz de considerar a mis compañeros de trabajo como amigos. Ponemos fin a la temporada y espero veros a todos al año que viene, mi casa es vuestra casa- dice levantando una copa de champán.
La habitación se llena de aplausos y silbidos.
-¡A por la última noche tíos!- grita uno.
No le conozco.
-Es Dimitri Vegas- me chiva Edward.
Asiento con la cabeza.
La gente comienza a disiparse y con la mano de Edward en mi espalda baja salimos hacia la puerta donde hay casi una docena de coches esperándonos.
Garret, Edward y yo nos subimos en un todo terreno negro mientras que los demás ocupan otros coches.
De camino Garret y Edward repasan el plan para hoy.
Primero Ushuaia hasta las siete de la tarde y luego Hï hasta las doce de la noche.
-¿Estás nervioso?- le pregunto girándome hacia él en el asiento.
-Un poco- sonríe débilmente- quiero dejar el listón muy alto y son dos sets diferentes en dos de los mejores clubs del mundo.
-Siempre dejas el listón muy alto, hoy no va a ser diferente- le digo sonriendo y poniendo mi mano sobre su rodilla.
-Gracias- me sonríe de vuelta poniendo su mano sobre la mía.
El momento es interrumpido por la puerta del coche abriéndose.
Un miembro de seguridad Ushuaia está esperando a que nos bajemos y entremos por la zona del hotel que va directamente a la cabina.
Desde este punto Edward no para de estar rodeado de gente.
El primero el dueño de Ushuaïa, Yann Pissenem, que le escolta hasta la cabina y durante el trayecto Edward se acerca a cada uno de los lados franqueados con vallas que están llenas de fans gritando su nombre.
Pasamos casi 10 minutos esperando a que Edward salude y se haga fotos con la mayoría.
En fila y con Garret detrás de mí subimos hasta la zona de detrás de la cabina donde aun más gente rodea a Edward y cuando finalmente lo liberan es hora de subir a pinchar.
A diferencia de otras veces aun es de día, el sol está empezando a bajar y si no calculo mal el set acabará justo en la puesta de sol.
Los segundos antes de que comience la música todo está en silencio y la gente sostiene su móvil en alto.
La música comienza.
Tiene un ritmo intermitente, cada vez va subiendo más y más el volumen.
De repente un foco alumbra solo y únicamente a Edward que está quieto con la mano levantada a modo de saludo.
Mientras la música sigue con ritmo intermitente, se encienden más luces que siguen el ritmo de la misma. Se encienden y se apagan al mismo tiempo.
El ritmo cambia, ya no es intermitente, es continuo.
Y todo estalla.
El set ha comenzado oficialmente.
La primera hora pasa sin darme cuenta bailando.
Garret va y viene pero me da igual, estoy tan metida en el ambiente que estoy bailando sola.
Varios chicos me observan.
-Pregúntala si quiere subir arriba- escucho que dicen detrás de mí.
Me giro y veo al dueño de Ushuaïa hablando con Garret.
-¿Quieres ir arriba?
-¿Arriba de dónde? ¿De la cabina?- pregunto sin aliento.
-No- ríe Yann- ahí arriba- señala.
Se refiere a subir a una de las habitaciones del hotel que dan al escenario. Están llenas de gente.
-Vale- sonrío.
Bajamos por las escaleras que dan al parking, luego accedemos al hotel y finalmente caminamos hasta los ascensores.
Abre una de las habitaciones donde ya hay más gente en el balcón bailando y saltando.
Me asomo y veo a Edward bailando en la cabina.
Desde aquí tienes una vista completa del escenario y de la pista de baile, incluyendo la piscina. Está a rebosar.
Me quedo en el balcón hasta que Garret me dice que tiene que volver a la cabina y voy con él.
Llegamos cinco minutos antes del final del set donde hay cañones de fuego y lluvia de confeti plateado.
La gente estalla y se oyen los gritos de felicidad desde aquí arriba. Los cañones de luz no paran de disparar rayos de color blanco hacia el público y cuando la canción finalmente acaba Edward da las gracias y promete verlos pronto a todos.
Cuando baja de la cabina nos encontramos con la mirada un momento pero rápidamente es abordado por muchísima gente.
Pasan casi 10 minutos hasta que nos podemos acercar.
-Impresionante. Tengo fuera cerca de 500 personas escuchando tu set que no han podido entrar- le felicita Yann.
-El placer ha sido para mí- le responde Edward.
-Hablamos estos días. Finales de octubre empiezo a organizar la temporada del próximo verano-
Ambos se despiden con un abrazo y chocando la palma contra la espalda del otro. Muy de hombres.
Entonces es mi oportunidad para acercarme a él y abrazarle.
-Increíble, en serio- rompo el abrazo pero seguimos sujetándonos.
-¿Te ha gustado?
-No, mucho más que eso- me río- no sé cómo vas a superar este set, no sé cómo voy a superarlo yo.
Hablo completamente como una fan.
Edward suelta varias carcajadas.
-¿Listo para el segundo round?- pregunta Garret.
-Vamos a por Hï- le contesta.
Edward me suelta para coger una botella de agua y bebérsela casi de un trago.
-Ven- dice dándome la mano y llevándome con él por donde hemos entrado antes.
Nuevamente los fans le abordan desde las vallas y se detiene a hacerse más fotos.
Volvemos a montar en un coche, no estoy segura de si es el mismo de antes o no.
HÏ está cruzando la calle pero si Edward decidiera ir andando sería abordado por cientos de fans antes de pisar fuera de la acera.
Aparcamos en un parking subterráneo y salimos del coche.
Hay más gente de seguridad esperándonos.
-Vamos al camerino y comemos algo- propone Edward- aun tenemos tiempo.
Caminamos a través del edificio y llegamos a una puerta cerrada.
Nada más abrirla veo a David y a Armin Van Buuren.
-¿Qué tal?- nos preguntan ambos.
-Genial- dice Edward- ¿vosotros?
-Yo he venido para ir de fiesta porque hasta las cuatro de la mañana no empiezo- confiesa Armin riendo.
-Yo te estaba esperando a ti. Tenemos una sorpresa preparada.
-¿Vosotros dos?- pregunta desconfiado Garret.
-No seas así, fíate- le regaña Edward.
Ambos se ríen de la cara de Garret.
Había una zona de buffet libre en el camerino.
No tengo mucho hambre así que no me acerco a la zona.
-Come- me dice unos minutos después Edward dándome un plato con medio sándwich frío, brochetas de pollo teriyaki y una pequeña tarrina con frutas variadas.
-No tengo hambre, gracias.
-Come- me repite dándome el plato.
Me rio pero lo acepto.
-Pero come conmigo- le pido.
-Ahora voy sí- dice caminando de vuelta a la zona de buffet y cogiendo hamburguesa, pizza y patatas.
-Ya está Edward montándose el menú infantil- se ríe de él Armin.
-Me faltan los macarrones- le responde este riendo.
Me río de su interacción, se nota que hay buen rollo.
Comemos mientras hablamos del verano y de otros sets.
Cuando terminamos entra más gente al camerino, más chicas.
Hay una especialmente interesada en David y éste parece darle libertad para flirtear con él.
Voy al baño un momento donde me aseguro de que mi maquillaje sigue intacto así como mis trenzas.
Cuando vuelvo aun hay más gente en el camerino.
Visualizo a Edward hablando con una chica morena, por su cara sé que es una conversación cordial.
Después viene otra chica más y luego finalmente está hablando como con seis chicas.
Se nota que cada una de ellas estaría dispuesta a hacer lo que sea por follárselo.
No estoy celosa porque Edward se limita a responderlas y ya.
Me siento al lado de Armin en un taburete, este está mirando el móvil pero levanta la vista cuando me acerco.
-Me acuerdo de ti. De la entrevista en UNTOLD.
-Así es- le sonrío.
-No sabía que estabas con Edward.
-No lo estoy.
-¿Entonces estás con Garret?- pregunta sorprendido.
Me río.
-No, con ninguno. Somos amigos.
-Ah genial. ¿Una copa?- me dice señalando el mini bar.
-Sí, ¿por qué no?
Armin prepara dos cocteles, con vodka y diferentes zumos.
Seguimos hablando mientras nos acabamos la copa. Luego sigue otra y cuando Garret viene gritando que solo quedan quince minutos para subir al escenario, voy un poco achispada.
Edward vuelve conmigo y se toma una copa a velocidad record.
Choca la palma con Armin y le desea suerte arriba.
Cuando salimos del camerino el camino hasta la cabina está atestado de gente que Edward quiere saludar.
Finalmente llega arriba y el espectáculo en HÏ comienza.
La discoteca está cubierta de pantallas que aportan luz y movimiento.
La música es diferente a Ushuaia, más techno, sin letra.
La sorpresa que estaban guardando David y Edward era que iban a pinchar juntos.
Por lo que dicen por el micro han estado todo el verano trabajando y esta sesión está llena de nuevos remixes y temas.
La sesión me gusta pero es menos movida que la de Ushuaia.
Tan solo pinchan durante una hora y cuando terminan volvemos rápidamente al camerino.
-Ahora sí, se acabó. Vacaciones hasta dentro de tres días- se ríe David descorchando una botella de champán.
En el camerino hay muchísima gente, llega incluso a ser agobiante.
Mi copa de champán se vacía y se llena con la misma facilidad y el culpable no es otro que David.
Son casi las dos de la mañana cuando Edward me pide que nos vayamos.
Salimos del camerino riendo.
-He de confesarte que estoy un poco borracha.
-He de confesarte… que yo también- responde riendo.
Seguimos riendo e intentando andar derechos, hasta salir a la zona donde nos espera un taxi.
-¿Y el otro coche?
-Para Garret- dice abriéndome la puerta.
Él se sube detrás de mí y le da la dirección de la villa.
Los primeros cinco minutos los pasamos en silencio, solo el sonido de la radio inunda el coche.
-¿Cómo de borracha estás? Del 1 al 10
-Como un 6- le digo riendo.
Maldito Moët.
-O sea que te acuerdas de nadar.
-Sí, ¿por qué?
-Gira a la izquierda en el próximo desvío. Habrá un cartel- le dice Edward al taxista mirando el móvil.
-Por allí no hay nada a estas horas.
-Usted gire hacia la playa del Bol Nou y ya está.
-¿Vamos a la playa ahora?- le pregunto en voz baja.
No me parece ni mala idea ni buena idea, simplemente me sorprende.
-Tengo muchísima adrenalina aun. No voy a poder dormir y esta mañana no he podido acompañarte a la playa, así que vamos a ir ahora.
-No tenemos ropa de cambio.
-Hace calor, se secará.
El taxista serpentea por la carretera, sobre todo es cuesta abajo, señal de que nos acercamos a la playa.
Finalmente para y está tan oscuro que no se distingue nada.
-No les recomiendo bañarse.
Edward paga con su tarjeta y luego ambos nos bajamos del taxi. Una vez que estamos solos ambos encendemos las linternas del móvil.
-Quítate los tacones- me pide.
Me agacho para desabrochármelos con dificultad.
Cuando están fuera Edward los coge sujetándolos por la tira del tobillo con sus dedos y con la otra mano agarra la mia.
Mi mano libre la uso para llevar el móvil con la linterna encendida.
-Vamos por ahí- dice caminando hacia la izquierda.
Hay unas enormes paredes rocosas enmarcando la playa, por eso no se veía nada al bajarnos del taxi.
El mar está completamente negro.
No hay luna llena así que la visibilidad es limitada.
Al fondo de ven unas diminutas luces propiedad de barcos que estarán pescando a millas de la costa.
Caminamos hasta la orilla y nos soltamos las manos.
Edward comienza a quitarse los zapatos, luego la camiseta.
-¿Qué? ¿Me vas a dejar dándome un baño solo?
-No- digo llevándome la mano al nudo del vestido detrás del cuello.
Aunque me esté desnudando no paro de mirarle.
Se quita los pantalones y observo el contorno de su pene cubierto por unos calzoncillos blancos.
-Ayúdame- le pido girándome.
No puedo desatarme el nudo.
Edward sustituye mis manos por las suyas y en menos de dos segundos mi escote halter cae.
Bajo el vestido por la cintura hasta los pies y salgo de él.
-Venga vamos- me dice dándome la mano.
Corremos los pocos metros que quedan hasta la orilla y cuando el agua me llega por las rodillas grito y le suelto la mano.
-¡Está muy fría!- digo cruzándome los brazos.
Él se ríe.
-Es porque esta cala es abierta. No te eches atrás ahora.
-No voy a meterme entera.
-Yo creo que sí- dice en tono pícaro acercándose a mí.
-Espera, espera- le pido riendo y caminando hacia atrás- luego no voy a tener con qué secarme.
-Mi camisa es tuya- dice caminando hasta mí nuevamente.
Pienso en el momento salir del agua y me da horror.
Es septiembre y por la noche refresca.
-Voy a salir un momento y ahora vuelvo.
-Bella…
-Confía en mí- digo caminando hacia la arena.
Cuando llego hasta la arena me quito el sujetador dándole la espalda a Edward.
Ahora solo llevo un tanga.
Vuelvo a introducirme en el mar tapándome el pecho con un brazo.
Cuando llego donde Edward me pongo a su lado.
-Espero que no te incomode pero el sujetador iba a tardar en secarse horas.
-No me incomoda- dice colocando su mano en mi brazo y bajándomelo.
Ahora mis pechos están completamente expuestos hacia él.
-¿Y a ti? ¿Te incomoda?- me pregunta dejando de mirar mis pezones para volver a mirarme a la cara.
-Me gusta- digo acercándome a él.
Mis pechos rozan su abdomen y nuestros brazos se funden uno con el otro.
Su calor corporal es reconfortante.
-Nademos- digo separándome de él un poco.
-Espera- dice cogiéndome de la mano.
Noto como su mano se posa en mi cadera, la otra en mi espalda.
La mano que tenía en la cadera se va moviendo hasta mi pubis.
-Edward- susurro.
-No sexo, lo tengo presente- me susurra en mi oído.
-¿Entonces qué haces?
En ese momento él se rie y mete su mano en el hueco entre mis muslos.
Me sujeta y me eleva sobre el agua.
-¡Edward, no, no, no, no!- le pido riendo e intentado agarrarme a su cuello.
Él continúa riéndose hasta que me lanza hacia el agua de nuevo.
Me zambulle completamente en el mar y cuando vuelvo a la superficie él está como a dos metros de mí riéndose.
-¿Ves como sí te ibas a meter entera?
-Tenías esto planeado.
-Desde antes de bajarnos del taxi- se ríe.
Se sumerge nuevamente desapareciendo bajo el mar y cuando sale está a mi lado.
-Nademos hasta esas rocas- le propongo señalando la pared rocosa de la derecha- el primero gana.
-¿Y qué gana?
-Ya veremos- me río- ¿preparado?- le pregunto mirándole.
-Vamos-
Nos zambullimos de nuevo en el agua, brazada tras brazada. Cuando quedan unos pocos metros para llegar a las rocas Edward mete la cabeza debajo del agua y bucea hasta las mismas.
Casi cuando voy a tocar las rocas, emerge hacia la superficie y sacude la cabeza quitándose el agua de los ojos.
-Gane- expresa triunfal.
Ambos nos agarramos de la primera roca, que es pequeña y nos permite sujetarnos sin esfuerzo, mientras recuperamos la respiración.
La arena donde hemos dejado nuestra ropa está a unos 20 metros.
-Cóbrate tu premio- le digo cuando mi respiración vuelve a ser normal.
Edward me mira fijamente serio.
Tarda en hablar, por lo que está valorando qué pedir de trofeo.
-Dame un beso.
Sonrío.
En realidad el premio es para mí, porque llevo deseando besarle desde esta mañana al bajarme del taxi.
-Ven aquí- digo acercándome a él.
Cuando nuestros cuerpos están pegados excepto por nuestros brazos que nos sujetan a la roca, junto ambas bocas.
No es un beso tierno, mi lengua sale a jugar desde el primer momento y él no se queda atrás.
Me acerco más a él pasando mi pierna por su cintura.
Su mano libre busca mi culo y me acerca más aun a él.
Mientras nuestras bocas juegan entre sí, nuestras caderas buscan fricción donde más lo necesitan.
Edward rompe el beso.
-Vamos a una zona menos profunda- dice antes de volver a besarme y empezar a nadar hasta la arena.
Yo le sigo y cuando veo que él se pone de pie yo tanteo con los pies a ver si toco la arena.
Cuando vuelvo a hacer pie camino un poco hacia afuera pero el agua sigue cubriéndome a la altura del pecho.
-Ven aquí- dice girándose hacia mí y repitiendo mis palabras.
Me acerco a él y esta vez engancho ambas piernas en su cintura.
También soy yo la que junta ambas bocas de nuevo.
Nos besamos mientras sus manos recorren mi cuerpo. Una de ellas está en mi pecho y otra en mi culo.
Bajo mis piernas un poco, lo justo para que nuestros sexos se encuentren.
Ambos gemimos por la fricción.
Puedo notar su miembro duro.
-Me tienes mal Bella- me susurra ente besos.
Agarra una de mis manos y la lleva a su polla por encima de la tela.
Aprieto ligeramente.
Él gime.
Le muerdo el lóbulo de la oreja.
Se aprieta más contra mí.
La mano que ha usado antes me toca por encima de la tela.
Su dedo índice recorre el borde de mis bragas.
-Edward- gimo mientras aprieto su polla con mi mano.
Ahora mismo podría correrme solo rozándome por encima del tanga.
-Dime qué quieres- me pide excitado apoyando su frente contra la mía.
Fóllame, pienso para mí. Quiero que me folle, quiero su polla dentro de mí.
¡Qué estúpida fui al poner la regla de no sexo!
-Tenemos que hacer algo con esto- dice volviendo a colocar su mano sobre la mía y haciéndome sentir su polla.
Su dedo se pasea por mi clítoris por encima de la tela.
-Haz que me corra- le pido mirándole- córrete conmigo- añado metiendo mi mano dentro de la tela.
Agarro su polla con mi mano.
Está increíblemente dura y gruesa.
Edward gruñe.
-Me encanta tu polla- le susurro mientras le masturbo con mi mano.
Su dedo deja de pasearse por mi tanga y le aparta hacia un lado.
-He echado de menos tocarte así- dice metiendo un dedo en mi interior.
Nos masturbamos mutuamente entre gemidos y ocultos por el agua del mar.
Introduce un dedo más en mi interior mientras nos besamos.
Su mano choca contra mi clítoris una y otra vez.
-Ah- gimo cuando me corro.
Edward sonríe mientras continua moviendo su mano.
Su boca va directa a mis pechos chupándolos y mordiéndolos.
-Adoro ver como hago que te corras-
Me río y le beso.
-Ahora yo quiero que tú te corras- le respondo bombeando su polla con más fuerza.
Cuando creo que está a punto de correrse por el sonido de su respiración contra mi oído, un foco nos apunta desde la arena.
-¿Qué coño?- digo separándome de Edward.
Él se gira y mira la luz con el ceño fruncido.
El foco se mueve y veo unas luces azules.
-La policía- susurra.
Un silbato nos alerta y dos hombres hablando en español nos hacen gestos para que nos acerquemos.
Nos colocamos la ropa interior malamente y caminamos hacia la arena.
-Está prohibido bañarse en la playa de noche- nos dice uno de ellos.
-Perdón, no lo sabíamos- le respondo en español.
-Es una infracción leve que puede llegar a los 150€
-Ha sido por desconocimiento- le digo empezando a asustarme.
-Lo dejaremos pasar, por esta vez. ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? No hay coches en el aparcamiento.
-En taxi- responde Edward en inglés.
-Recoged. Os llevaremos a vuestro hotel.
Nos vestimos apresuradamente. De hecho Edward tiene que ayudarme a atarme el vestido porque no acierto a hacer el nudo.
-Lo siento- me susurra.
-No es culpa tuya- le digo dándole la mano.
Ha sido una de las mejores noches que he pasado junto a él y no voy a dejar que la policía lo empañe.
Caminamos juntos hasta el coche, un policía me abre la puerta dejándome ir primero y luego sube Edward.
Cuando arranca el coche Edward les da la dirección de la villa.
El coche entero está en silencio. El aire se puede cortar con un cuchillo.
Aun siento el miedo en el cuerpo por la posible multa.
Miro a Edward que está mirando por la ventanilla completamente abstraído.
Mi mano agarra la suya sobre el asiento.
Él se gira a mirarme y me sonríe levemente. Aprieta mi mano y se la lleva a los labios.
Mantenemos las manos unidas hasta que llegamos a casa.
El policía que iba de copiloto baja a abrirnos la puerta y salimos del coche.
-Repasad las normas de cada playa antes de ir- nos aconseja.
Entramos en la villa mientras el coche de policía sigue fuera, no se van hasta que nos ven entrar.
En cuanto estamos en la privacidad del jardín de David, Edward me gira.
-Lo siento.
-Que no es tu culpa.
-La idea fue mía. No sabía que podían multarte por bañarte de noche en la playa.
-Para la próxima ya lo sabemos- le sonrío- no te quedes con este mal rato, ha sido una noche maravillosa.
-¿No hemos cruzado ninguna de tus líneas rojas?- me pregunta volviendo a sonreír.
-Oh sí, lo hemos hecho. Pero no me arrepiento, ¿y tú?- pregunto mirándole fijamente.
-Nunca me arrepentiré de estar contigo- confiesa antes de besarme.
Paso mis brazos por detrás de su cabeza y él aprovecha para levantarme del suelo.
Me río contra su boca.
Seguimos besándonos hasta llegar a la entrada de la casa.
-Duerme conmigo- me dice llevándome dentro de su habitación.
La habitación de Edward es parecida a la mía porque tenía dos alturas, pero la suya tenía jacuzzi incorporado.
-¿Jacuzzi en la habitación?- le pregunto acercándome a verlo.
-Mañana le estrenamos- dice llegando hasta mí y abrazándome desde atrás.
-Siento decir esto ahora pero mañana me voy- le respondo triste.
-¿A qué hora?
-Antes de comer.
-Mierda nena, ¿por qué te has cogido un vuelo tan pronto?
Creo que él no se ha dado cuenta pero yo sí.
Me ha llamado nena, como hace años.
Me giro y le miro.
-¿Qué?
-Me has llamado nena-
-¿Y no te gusta?- pregunta volviendo a acercarse a mí y besándome el cuello.
-Solías llamarme así, antes. Me gustaba, me gusta.
-Bella- me llama separándose de mi lo justo para mirarnos a los ojos- estoy en serio contigo.
-Yo también. Estoy tan, pero tan mal por ti- le digo repitiendo sus palabras de hace un rato.
Le beso cerrando los ojos.
Es un beso tranquilo, pausado, disfrutando de tener nuestros labios unidos.
-Vamos a dormir- me dice separándose.
-Tengo que ir a mi habitación a por el pijama.
-Yo te dejo una camiseta, no salgas- dice volviendo a besarme.
Luego nos separamos y me da una camiseta suya.
Me quito el vestido, el sujetador y dudo sobre quitarme el tanga que está empapado.
-Quítatelo, estará mojado.
La tira negra corre por mis piernas hacia abajo.
Edward me está mirando fijamente.
Estoy completamente desnuda delante de él.
-Tú también deberías quitártelo, también estará mojado- le señalo.
En cuestión de segundos ambos estamos completamente desnudos. Observo su cuerpo, reconociéndole. Tiene más tatuajes de los que recordaba.
-A la cama- me dice guiñándome un ojo.
Él se mete a la cama por el lado izquierdo y yo por el derecho, tal y como siempre hemos hecho.
Totalmente desnudos bajo las sábanas y con mi cabeza apoyada en su pecho nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente me despierto sola en la cama.
Al principio no recuerdo donde estoy pero luego todo lo que pasó ayer vuelve a mí.
Miro el móvil en la mesilla, son las nueve y media y mi vuelo es a las 13:30.
Camino hasta el baño para hacer pis y mirarme al espejo. Gracias a que mantengo las trenzas de ayer mi aspecto no es del todo malo.
Salgo de la habitación con el vestido puesto pero sin ropa interior y corro a través del pasillo hasta mi habitación oficial.
Me quito las trenzas y me ducho tranquilamente para quitarme los restos de salitre que tenga en mi piel.
Me visto con unos shorts y una camiseta básica y bajo al salón.
-Buenos días- me dice David sentado en un sofá toqueteando algo en su móvil.
-Buenos días- respondo sonriente.
-¿Qué tal anoche?
-Bastante bien.
-Cuando llegamos a casa seguíais sin estar- dice en tono curioso.
-Llegamos muy tarde, es verdad. ¿Dónde está Edward?
-Tu chico está fuera.
Me río por lo de mi chico mientras camino hacia el jardín.
Abro la puerta y bajo las escaleras hasta donde estaba ayer la mesa de la comida.
Ahora la mesa ocupa mucho menos de largo y solo hay dos personas sentadas ahí.
Edward y la rubia nórdica.
Camino hacia ellos y veo que están desayunando pero también hay muchos papeles sobre la mesa.
-Buenos días- saludo llegando hasta ellos.
-Buenos días- me dicen ambos.
Me pongo al lado de Edward y este no pierde el tiempo pasando su mano por detrás de mis piernas.
-Siéntate- me pide tocando la silla de su lado.
Mientras me sirvo el desayuno ellos continúan hablando sobre compraventa de bienes y sociedades financieras.
La reunión o lo que sea solo dura un poco más de unos minutos y en seguida la rubia se despide.
Edward se pone a recoger todos los folios, amontonándolos.
-¿Quién es esa rubia?- pregunto cuando ella ya no puede oírme.
Edward para de recoger los folios, me mira y se ríe.
-Es Aneka, la mujer de Yann Pissenem, le conociste ayer.
-Ah- digo simplemente.
No me esperaba este giro argumental para nada.
-Y además de que está casada, no le caigo muy bien porque quiero comprar acciones de Ushuaïa. Así que no te pongas celosa- termina riendo.
-No estaba celosa- le aseguro- estaba… curiosa- le digo dando un sorbo al café.
-Ya…- dice sentándose a mi lado otra vez- ¿has dormido bien?
Asiento sonriente.
-Yo también- sonríe de vuelta- ¿a qué hora tienes el vuelo?
-13:30
-El aeropuerto está a unos veinte minutos de aquí así que ¿salimos a las doce?
-Vale.
-¿No había vuelos más tarde?
-No sabía si ibas a querer tenerme tanto tiempo aquí- le digo riendo mientras corto el kiwi.
-Eres boba-
-Eh- finjo molestia- los demás vuelos eran demasiado caros.
-El dinero no es problema.
-Para mí sí- me giro a mirarle- o sea no tengo problemas para llegar a fin de mes ni nada que se le parezca pero la diferencia era abismal, el vuelo de por la noche costaba 300€ y el mío 60€, por una diferencia de siete horas.
-Siete horas pueden dar para mucho.
-No lo dudo- le sonrío- para la próxima lo cojo con más antelación y ya está. Que por cierto, ¿cuándo va a ser la próxima?- le pregunto.
La cara de Edward cambia. Es sutil, pero lo noto.
-¿Qué pasa?- le pregunto.
Pensaba que después de anoche habíamos avanzado.
-Ven- dice palmeándose la pierna para que me siente encima de él.
-No. Dime qué pasa- rechazo su invitación seria.
Suspira largamente.
-Empiezo el tour por la India este sábado.
-¿Cuánto dura el tour?
-Tres semanas.
-O sea vamos a estar tres semanas sin vernos.
-Sí- dice tocándome el pelo.
-No es que me ponga feliz ni mucho menos, pero sabíamos que no siempre íbamos a vernos tanto como quisiéramos. ¿Tendrás tiempo de hablar por teléfono?- le pregunto intentando retomar el ánimo.
-Sí, eso sí- sonríe- por eso sería perfecto si hubieras cogido un vuelo más tarde.
-Ya, no sabía tus planes. ¿A qué hora vuelas el sábado?
-Por la mañana.
-Y yo vuelvo de Londres el viernes por la noche.
-Aun así sería imposible vernos porque yo vuelo a Madrid el viernes. El avión sale desde allí.
Asiento.
-¿Y luego? Cuando acabes en India- pregunto.
-Luego vuelvo el 21 de octubre creo y el 25 tengo evento en Amsterdam. Después vuelo a Estados Unidos. Podríamos vernos en ese periodo- me propone.
-Vale. Como vamos a hablar a diario podremos concretar más adelante, pero cuento contigo esos días.
-¿Qué vas a hacer en Londres?- pregunta cambiando de tema.
-Principalmente ver a mi familia y a mis amigas, es el cumpleaños de mi padre, por eso voy hoy.
-¿Los echas de menos?
-Sí. Barcelona es genial pero al final estoy sola.
-Te entiendo- me dice sonriendo- ¿qué quieres hacer en esta hora y cuarto que nos queda?- me dice mirando el reloj.
-Podríamos ir a Ibiza ciudad, dar una vuelta y luego ir desde allí al aeropuerto que son diez minutos.
-Me gusta el plan-
-Voy a lavarme los dientes y bajo.
-Subo contigo y te ayudo con la maleta- dice poniéndose en pie como yo.
Termino de guardar algunas cosas en la maleta, repaso que tenga los líquidos en una bolsa transparente, la documentación a mano y que no me dejo nada.
Me cambio de ropa, me pongo un vestido corto algo más arreglado que los shorts junto a las cuñas de ayer.
Edward baja mi maleta por las escaleras y la mete en el coche mientras yo me despido de David y de Martin que acaba de bajar de su habitación.
Aparcamos en un parking de pago y caminamos hasta Dalt Vila disfrutando de los puestecitos de las calles. Entramos en un mercado típico y finalmente tomamos algo en el mítico bar s'escalinata.
A las doce volvemos al coche y Edward insiste en acompañarme hasta dentro así que dejamos el coche en el parking.
En cuanto entramos en la terminal nos recibe un cartel con su cara en grande anunciando su residencia en Hï este verano.
-¡Vaya qué tío más guapo ese!- le digo señalándole.
Él se ríe levemente y se acerca a mí.
Yo le paso los brazos por detrás del cuello y nos damos un abrazo.
-Escríbeme cuando llegues- me pide.
-Lo haré. Ahora dame un beso- le pido separándome de él.
Me sujeta de las mejillas con ambas manos, me mira fijamente a los ojos durante unos segundos y finalmente me besa.
Ninguno quiere parar el beso.
Mucho menos sabiendo que es el último hasta dentro de tres semanas.
-Voy a echarte de menos.
-Te voy a echar de menos.
Decimos ambos a la vez.
Nos reímos por haber dicho lo mismo al mismo tiempo.
-Disfruta mucho de la India.
-Y tú de Londres y de tu familia y amigas- me dice.
-Lo haré- le digo volviéndole a besar por última vez.
Nos despedimos esta vez definitivamente y me giro dándole la espalda para subir a la zona de salidas del aeropuerto.
.
🌊 ❤️ 🌊
.
¡Hola! Perdón por el retraso pero es que he estado de vacaciones precisamente en Ibiza. He podido visitar muchos de los lugares que aparecen en la historia y si tenéis la oportunidad de ir, no dudéis, es una isla preciosa.
Ya han cambiado las cosas, ya no son solo amigos.
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿La vuelta de Bella a Ibiza? ¿El momento baño nocturno en el mar? ¿Y ahora qué ocurrirá con el divorcio de Bella? Van a estar tres semanas sin verse….¿lo sobrellevarán? Esperando leer todas vuestras impresiones en los review.
Como siempre cada review recibirá un adelanto del siguiente capítulo.
¡Muchas gracias por viajar a Ibiza conmigo un capítulo más!
