El sentido del tiempo era complicado y sus sentidos estaban enredados. Para el hombre no había existido más que el sufrimiento.

Había escapado de las manos monstruosas de Zouken sólo para caer por su amor a una mujer y su devoción por los ideales. Dejar a una niña sufrir por ese viejo no tenía espacio en su mente.

Se injerto los gusanos, impíos devoradores de su cuerpo para comvocar al espíritu de un héroe que le ayudase a ganar esa guerra.

En el proceso creyó que iba a morir. Sintió sus músculos arder, su cuerpo ser devorado, cómo cada rasgo de su cuerpo era alterado y tomado abusivamente por los Gusanos Cresta de los Matou.

Entonces vino Halmeus.

Venga, El Quién Conquistó las Estrellas.

El hombre no sólo era un héroe sino la expresión máxima de la humanidad.

La convocatoria comenzó exactamente como se esperaba en lo más básico.Los encantamientos fueron impecables, el círculo estaba correctamente alineado y el catalizador estaba perfectamente en su lugar.

Como Maestro, su trabajo es anclar el Espíritu Heroico a este mundo una vez que aparece y darle suficiente prana para que tome forma física. Para ello había combinado su pobre talento mágico y los gusanos de Zouken.

Halmeus, periodo registrado: Nacimiento del Mundo, Era Anterior a la Divinidad

Que la plata y el oro sean la esencia...

En la invocación sus palabras decían una cosa, pero su alma cantaba otra. Necesitaba un héroe, necesitaba que lo salvaran.

Registros del Heroe encontrados.

Y por alguna extraña casualidad el Destino lo escuchó.

Buscando a Halmeus.

Era como si el único propósito de su invocación fuera aquél momento.

Espíritu Heroico desvanecido

Lo que no sabía era realmente a quién invitaria al plano de los mortales una vez mas.

Registros de Halmeus encontrados.

Era un ser imponente, un héroe de antaño. Uno cuyo valor nunca cambiaba.

Espíritu Heroico encontrado.

¡No! ¡Era como si su porte se hiciera cada vez más impresionante, cada acción con un propósito eterno en su ser cuanto más lo miraba! ¡Fue inmenso! ¡Fue indescriptible! ¡Fue capaz de cambiar el rumbo de una guerra en una noche, lo reflejó con una fuerza pura e inimaginable!

¡Contra su figura todos los ataques parecían inútiles! La luz de las llamas sólo agigantaba la estatura del Héroe Original.

Unos pasos le distrajeron de sus pensamientos, la figura del héroe ilustre caminaba con tranquilidad hacia la casa Matou.

En aquella persona tranquila se ocultaba el poder de apagar soles y derribar planetas... Y un alma noble que lo dió todo para salvar a la Humanidad.

– Kariya –Saludo Halmeus al llegar al lúgubre hogar de los Matou.

El rostro dolorido de su Master se torció en una sonrisa. La esperanza de salvar a Sakura no parecía tan lejana.

La noche había sido mas que agotadora, pero al mismo tiempo las emociones por las que había pasado (ignorando el pánico atroz) no era tan terrible.

Al menos volvía a un lugar más tranquilo.

Una nube de polvo que olía a podredumbre giró alrededor de la puerta y una gran cantidad de gusanos se reunieron hasta formar el cuerpo decrepito de Zouken Matou.

El anciano tenía un rostro espeluznante con aquella sonrisa que parecía partir su rostro. Sus ojos inhumanos brillaban con malicia sin esconder.

– Al parecer no eres un desperdicio, Kariya –El viejo gusano aplaudió, con más sinceridad de lo que era agradable –. Puede que tengas más que una buena oportunidad de ganar esta guerra –

Pero salvar a la chica no fue dicho. Matou Kariya lo noto y frunció el ceño.

– Y de llevarme a Sakura de vuelta a su madre –Le recordó claramente, mostrando los dientes.

– Por supuesto, por supuesto –La voz aceitosa del gusano no vacilo, aunque había un brillo extraño en sus ojos –. Solo te recordaba la gloria, el honor de tu premio –

Kariya apretó los dientes, negándose esta vez a responder. No había premio para el, sería el viejo quién alcanzaría su tan ansiada inmortalidad.

Halmeus por otro lado no dijo nada, en parte porque estaba asqueado, en parte porque otro dilema lo asaltaba.

¿Verdaderamente podría seguir sosteniendo el legado de la historia de Halmeus? Mantener un peso cómo aquel no le era fácil.

Y sabía, sabía que no era algo para pensar. Lo que verdaderamente era importante era manejar la situación que se avecinaba.

...pero la Épica de Halmeus ya no se sentía tanto cómo una tapadera, sino cómo un sueño que deseaba emular. Era tonto, era ridículo, imposible.

Pero al final era lo que deseaba Halmeus, el hombre oculto detrás de la historia.

Aquella noche había tenido suerte y la ayuda de Muramasa, aunque quizás una pizca de habilidad podria llegar a atribuirsela a si mismo... Pero tenía serías dudas de que incluso ese reclamo fuera del todo cierto.

Tenía más probabilidades de sobrevivir al menos. Al inicio no quería pensar demasiado en la victoria porque incluso con sus recuerdos algo vagos cada Guerra del Grial que vió era agonía en su final. Si no liberabas Todos los Males del Mundo era seguro que tendrías otro gran obstáculo.

Aún así...

El precio de un deseo que un servant normalmente no alcanzaría nunca debía ser pagado con dolor. Era injusto y cruel, pero era el camino necesario para llegar a Heavens Feel: la Copa del Cielo que atraía el poder de la Tercera Magia.

Aún asi, una parte de mi no podía dejar ir el sueño, la locura de desafiar las probabilidades.

Pero maldita sea ¡Quería alcanzarlo! Quería vivir, quería llegar al final. Y si lo hacía quería disfrutar su victoria.

Sus ojos contemplaron la desaparición del viejo espeluznante y busco en su mente los lejanos recuerdos de la Cuarta Guerra del Grial.

Algo a lo que renunció pronto cuando noto la mirada de su Master. Habían estado un tiempo frente a la puerta sin necesidad... Y era preferible entrar.

Halmeus simplemente se dejó caer en una cama al costado de la de Kariya. Después de todo, Zouken tuvo dinero extenso.

Kariya sonrió en el baño, viendo un rastro de la palidez enfermiza retroceder en su rostro al mirarse en el viejo espejo. Algunos cabellos negros oscilaban entre los blancos.

Zouken se aparece más tarde, contrariado. Sus ojos miran con odio el cuerpo de Kariya.

– Así que tu Espíritu Heroico te ha salvado hasta ahora –Escupio

– ¿Halmeus...? ¡No, espera! ¿Querías matarme, bolsa de huesos? –Kariya paso del asombro a la ira en instantes –. No te basta con torturar a una niña y descargar tu basura en mi ¡Tu codicia no conoce límites –

Halmeus escuchó rápidamente los gritos y apareció en un borrón junto a su Master.

Muramasa le siguió pronto, siempre fiel, flotando al lado suyo.

– Al parecer, así son las cosas –Respondio fríamente el Makiri.

Hay un grito y un silbido cuando el monstruo se lanza hacia ambos. Enormes gusanos salen expulsados de las paredes de la casa mientras una enjambre inmundo los rodea.

Las sombras se alargan alrededor de Zouken Matou, un aura amenazante oculta bajo el acto del anciano decrépito se muestra en todo su poderío.

Y aquella última sonrisa, señaló la maldad al mundo.

Kariya palideció, retrocediendo sólo para encontrarse aislado de cualquier escape.

Halmeus se adelantó, más por el impulso de Muramasa que otra cosa. Pero cuando eres un servant puedes pensar y actuar más rápido que un ser humano.

Ignoraba porque estaba de vuelta en el espacio terrenal. Ignoraba muchas cosas, pero en aquel momento entendió una de tantas.

No quería que todas las victorias fueran de la suerte. Apretó el mango de su katana y el mana chisporroteo quemando el aire.

El metal está oxidado y deformado, las losas picadas como por ácido.Los extraños crecimientos de los gusanos se cierran sobre ellos. Pueden ver sus ojos, sus picos chasqueando de forma asquerosa.

Pero la hoja que mata al Primordial corta a través de la maldad, empuñada por el Héroe Original.

La hoja atraviesa la oscuridad de los insectos, atraviesa las crestas implantadas en ellos con circuitos magicos de decenas de víctimas.

E incinera el alma corrupta del monstruo.

Kariya tropezó hacia atrás, aturdido. Halmeus sostiene su espada japonesa hacia adelante, no menos asombrado.

Apenas podía creer lo que veía y no era para menos.

Zouken Matou, el gusano que acumuló centurias, estaba muerto.

El hijo renegado del gusano se echó a reir, tan fuerte que las lágrimas escapan de su rostro.

Verdaderamente, estar con Halmeus había sido una de las mejores cosas que le habían ocurrido. El era fuerte, pero no arrogante, tranquilo e introvertido, pero no inaccesible.

Un guerrero astuto, un hombre soñador y un buen amigo. Esperaba que las cosas pudieran seguir así.

De todos modos, aún había trabajo por hacer. Halmeus sonrió brillantemente, sosteniendo la katana asesina de primordiales. Sentía más confianza que nunca, por primera vez había realizado un acto verdaderamente heróico.

Si, había una Guerra por ganar.