Este fic esta inspirado en Eleventy7 y su Collection of Unfinished WIPs.
Dear Lord
When I get to Heaven
Please, let me brig my man
When he comes, tell me that you'll let him in
Father, tell me if you can.
Lana del Rey - Young and Beautiful.
Encontró la habitación abandonada en las mazmorras un día frio y tormentoso.
Su cabeza había estado llena de pensamientos sobre la guerra que se avecinaba, Harry no podía hablar sobre ellos con Hermione y Ron, mucho menos con Ginny, con quien apenas estaba comenzando una relación, no quería asustar a ninguno.
Harry sabía que debía estar con algún tipo de depresión, tenía demasiados recuerdos que lo atormentaban y lo dejaban sin fuerzas, los días se habían vuelto pesados y era difícil levantarse de la cama. Hogwarts ya no se sentía como un hogar, no se sentía protegido y mucho menos acompañado.
Hermione y Ron estaban distraídos en su propio mundo, buscándose el uno al otro y Harry se sentía como el mal tercio cuando estaban juntos, estaba cansado de sentirse de esa manera, y aun era difícil comprender las señales que Ginny le daba, sobretodo cuando un día la veía con Dean y al otro lo miraba con sonrisas tímidas y mejillas sonrojadas. Sabía que nadie la estaba pasando bien, pero Harry no haría ese tipo de cosas con ella. No cuando sabía cuanto la podía lastimar, cómo se sentía cuando de repente lo ignoraba y volvía al lado de Dean.
Así que, Harry decidió buscar algún lugar donde poder descargar sus sentimientos tranquilo, analizarlos y fingir que solo era él en el mundo, nadie que pudiera molestarlo. Las mazmorras, por muy frías que fueran y oscuras, era el lugar perfecto donde sabía que ni Hermione ni Ron lo buscarían.
Camino un tiempo largo por los pasillos oscuros y fríos, escuchando el viento filtrándose por las aberturas, miró una que otra habitación desolada y empolvada por el tiempo en desuso, bajo por escaleras y esquivo telas de araña en esquinas oscuras y difíciles de ver. Escucha la risa antes de ver la habitación.
La puerta esta entreabierta, una débil luz amarilla ilumina el pasillo como un halo y cuando Harry se asoma por ella, con la capa de invisibilidad cubriéndolo por completo, su aliento se detiene abruptamente ante la escena frente a él.
La habitación esta completamente vacía excepto por dos estudiantes, la chica es más baja, su cabello corto y negro se mueve a medida que el chico rubio controla su agarre sobre sus cintura y su mano, ambos se mueven por la habitación como si flotaran, en un baile lento y tranquilo, en el suelo, lejos de ellos y para no obstruir el camino, hay una pequeña caja que suena.
Una radio, Harry se da cuenta, parpadeando para mirar a estos dos estudiantes de Slytherin bailando con solo la luz de una antorcha iluminando sus pasos.
Los mira en silencio, incapaz de apartar sus ojos de una escena tan irreal en esos últimos días, pasan lo que parecen horas bailando mientras ríen por lo bajo, pero cuando la música en la radio se detiene, Harry sabe que solo han pasado unos minutos desde que los descubrió.
Se hace a un lado, apoyándose contra la pared mientras los escucha detener el baile, la música comienza de nuevo, Harry tiembla cuando un viento frio recorre el pasillo, el castillo suena, como si se quejara.
Harry se aleja antes de que los estudiantes decidan marcharse.
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A la mañana siguiente, en el Gran Comedor, sus ojos se desvían a la mesa de Slytherin, Draco Malfoy parece retraído, removiendo el alimento en su plato con desgana, antes de elevar su rostro y mirar a la chica frente a él. Pansy Parkinson le sonríe suavemente, y Harry aparta la mirada cuando Ginny se sienta a su lado.
—Necesitas comer más, Harry —Ginny coloca unas cuantas salchichas en su plato.
Harry le sonríe, no se atreve a decirle que las salchichas ya no son de su agrado.
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La segunda vez que vuelve es cuando Ron y Hermione no paran de pelear entre ellos, ya sea por los estudios o porque uno ha dicho o hecho algo que no debía, Harry había pasado toda la semana sin dormir, con pesadillas atormentándolo en las pocas horas que había logrado conciliar el sueño.
Las visiones y emociones de Voldemort se quedan en su cabeza por horas, Harry se siente incomodo y nauseabundo cuando la carne se coloca frente a él en el Gran Comedor, el recuerdo de la sangre y la tortura esta vivo y fresco en su memoria.
La noche es un tanto fría, pero no lo suficiente, por lo que Harry toma su capa de invisibilidad y se escapa, perdido en sus pensamientos mientras camina por los largos pasillos, los ventanales dejan entrar la luz de la luna llena, Harry recuerda a Remus, preguntándose como lo estará pasando, baja por unas escaleras y las ventanas comienzan a desaparecer.
El frio es más fuerte en las mazmorras, los pensamientos lo mantienen ocupado y antes de que se de cuenta, se encuentra frente a esa habitación, no hay nadie dentro, solitario y oscuro, Harry abre la puerta lentamente y la cierra tras él, camina hacia una pequeña abertura entre dos columnas y se deja caer al suelo.
Con las rodillas pegadas al pecho, abrazándose a sí mismo con fuerza, Harry cierra los ojos, intentando tranquilizar su respiración acelerada, aprieta la tela de su pantalón ante el grito desgarrador que es incapaz de callar en su cabeza.
La sangre y los cuerpos torturados y mutilados parecen quemados a fuego tras sus parpados, Harry solo quiere golpear su cabeza contra algo y acallar todo, borrar la sensación de hundimiento que lo deja agotado. Enfermo.
Draco Malfoy es el primero en entrar a la habitación, Harry se tensa por completo mientras lo ve asomar la cabeza, como si buscara algo o alguien, luego entra por completo, con su uniforme de Slytherin y su insignia de Prefecto, Malfoy camina hasta quedar unos metros de Harry, puede oler su perfume caro hasta donde se encuentra.
Malfoy se inclina, saca algo pequeño del bolsillo de su túnica y lo deja en el suelo, agrandándolo con un hechizo, la pequeña caja comienza a sonar casi al instante, la voz relajante de un hombro se deja oír en la habitación.
Harry mantiene sus ojos abiertos fuertemente para distinguir la figura de Malfoy en la oscuridad, el Slytherin ilumina la habitación al encender una antorcha en la pared y se queda allí, en silencio, de pie en medio de todo. Unos minutos después, Parkinson entra de manera similar a Malfoy.
Cuando sus ojos verdes se encuentran con los de Malfoy, su rostro se ilumina con una sonrisa suave. Ninguno habla cuando el chico le extiende una mano en su dirección, ella suelta una risa pequeña y se adelanta, dejando entreabierta la puerta tras su figura, toma la mano del otro y comienzan a bailar, lento y tranquilo.
Harry los observa, de nuevo sintiéndose incapaz de apartar sus ojos de Malfoy y Parkinson.
Poco a poco, mientras se deslizan a lo largo de la habitación, con Malfoy liderando el baile, riendo por lo bajo de vez en cuando y mirándose como guardaran un secreto que solo ellos saben, Harry relaja su cuerpo, su corazón se tranquiliza y cierra sus ojos, escuchando la melodía.
Cuando los estudiantes abandonan la habitación en silencio, Harry permanece allí más tiempo, hasta que la antorcha se apaga por si sola, cuando el frio se vuelve imposible de soportar y congela las mejillas y la nariz de Harry. Solo entonces se levanta y comienza su solitario camino hacia Gryffindor.
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La tercera vez, Harry y Ron pelean por una estupidez que Harry se encuentra incapaz de recordar, excepto que se niega a dormir en la misma habitación que Ron mientras su amigo continua despotricando contra él, así que lo ignora, toma su capa de invisibilidad y sale corriendo, ignorando la mirada preocupada que Hermione le da cuando la cruza en la Sala Común.
Ron no puede entender que necesita espacio para él solo; que a veces, Harry se siente sofocado y perdido, todos los días se sienten como un mal sueño. Todos están esperando que Harry los entienda, que los proteja del mal, que los salve del monstruo que se esconde en la oscuridad, acechándolos, pero Ron no parece entender que eso es lo que lo sofoca. Lo que le hace sentir como si tuviera la cabeza bajo el agua, ahogándolo.
Se siente sofocado cada día, pero Ron no puede entender eso, y cree que Harry solo esta "exagerando", porque "todos tenemos problemas, Harry, pero no nos alejamos".
Pero Harry, que creció solo, aislado en un armario sin conocer el mundo durante once años, se había acostumbrado a mantenerse solo cuando las emociones lo sobrepasaban, calmar su mente en algún rincón escondido, sin nadie para mirarlo o juzgarlo.
Cuando se detiene frente a la puerta, la antorcha ya esta encendida y los dos Slytherin bailan con la voz de una mujer, deslizándose, flotando. Olvidándose del mundo, solo dos chicos solitarios en una pequeña habitación oculta, fingiendo que no hay una guerra cerniéndose sobre ellos.
Harry se desliza hasta el suelo a un lado de la pared, escuchando la música que recorre el pasillo con estática. Harry oculta su rostro entre sus brazos, con las rodillas pegadas al pecho.
—¿Crees que exista el borde del mundo?
Harry aprieta los puños, tensando su cuerpo ante la voz de Parkinson. Malfoy ríe, bajito y casi imperceptible.
—Pansy, ¿Qué tonterías dices?
—Es solo... —la voz se detiene, Harry se asoma levemente desde donde se encuentra sentado, la puerta entreabierta le deja ver las figuras quietas, en medio de la habitación —... ¿Alguna vez has conocido un lugar, y has pensado que ese podría ser el borde del mundo? Como... que cuando lo miraste, pensaste "este es el final".
Malfoy no responde, permanece en silencio, Harry solo puede ver su espalda, Parkinson se acerca, pegándose a su cuerpo, su rostro llega a la altura de los hombros del otro, desde esa distancia, sus ojos verdes están perdidos, desenfocados en algún recuerdo.
Harry volvió a apoyarse contra la pared, esperando, no parece que Malfoy fuera a responder, la música se detiene lentamente, hasta que ya no hay sonido alguno excepto el de las respiraciones de ambos estudiantes y el silbido del viento en lo profundo del pasillo.
Después de lo que parece una eternidad, Malfoy habla:
—Los acantilados de Cornualles —su voz es ronca, Harry se sobresalta al escucharlo repentinamente — ¿Conoces ese lugar? Mi madre los visita, fui con ella una o dos veces.
—¿Es bonito?
Harry espera, apoyando su cabeza contra la pared.
—Se siente como el final.
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Una semana más tarde, se atreve a preguntarle a Hermione sobre ese lugar.
—Oh, es un lugar hermoso, Harry —ella sonríe, como perdida en sus recuerdos —. Mis padres me llevaron a verlo una vez, ¿sabes? es precioso, deberías visitarlo cuando... cuando todo esto acabe.
Harry asiente, mirando a la mesa de Slytherin mientras desayunan, Malfoy arregla un mechón del cabello de Parkinson, que le sonríe abiertamente, con las mejillas enrojecidas.
Los ojos de Malfoy brillan tras su mascara de indiferencia, como si Parkinson sostuviera las estrellas y las galaxias en sus manos.
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Parkinson ríe cuando Malfoy le da una vuelta entera, ambos sosteniéndose de una mano, la risa de Malfoy es fuerte cuando ella se acerca y lo toma de la otra, dando vueltas y vueltas en la habitación, la música suena, baja y distante.
Harry los mira entre las dos columnas, de pie y de brazos cruzados, no puede evitar sonreír levemente ante la felicidad de ambos.
Malfoy no parecía bien ese día, había estado pálido y distante, Parkinson lo seguía con cara de preocupación en todo momento, sin alejarse de su lado, Ron había lanzando un comentario despectivo cuando estuvieron en su habitación, pero Harry no podía preocuparse lo suficiente por eso. Su mente estaba en la palidez de ambos Slytherin, los ojos perdidos en clases, y las uñas de Malfoy que se enterraban en la palma de su mano, hasta sacar sangre.
Había llegado antes que ellos a la habitación esa noche, por un momento, después de una o dos horas en el frio, pensó que ninguno entraría por esa puerta, pero la primera en aparecer fue Parkinson, con rostro nervioso, minutos después, cuando la música había empezado, ella extendió su mano a la figura encorvada de Malfoy, que entraba sigilosamente a la habitación.
Ambos bailaron, Parkinson comenzó a hacer rostros para sacarle una sonrisa a Malfoy, hasta que se encontraron más como niños jugando que un baile, las risas por la más pequeña absurdez de las acciones del otro, los ojos de Malfoy comenzaron a brillar nuevamente para el final.
Harry sonrió, mordiendo el interior de su boca para no soltar una carcajada cuando Parkinson tropezó y se llevó a Malfoy al suelo con ella, riendo por todo lo alto, incluso después de que la música se detuvo.
Malfoy apoyo su frente contra la de Parkinson, cerrando sus ojos. Harry apartó la mirada al instante, sintiéndose como un entrometido.
—Gracias —le susurró Malfoy con la voz ronca y cansada.
—Draco —Parkinson susurró, cuando Harry volvió su vista a ellos, ella sostenía su rostro con ambas manos —, siempre me tendrás a mi.
Cuando Malfoy abrió sus ojos, sus pestañas rubias se oscurecieron y humedecieron por las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas hasta caer por su uniforme.
Con Parkinson y Malfoy en el suelo, sosteniéndose el uno al otro, con la luz amarilla creando sombras en la habitación, Harry sintió que estaba mirando una pintura, cruel y miserable.
Malfoy abrazó a Parkinson, su rostro quedó sobre el hombro de ella, sus ojos grises y resplandecientes se pegaron en la figura de Harry, o por un momento, eso parecía, pero Harry sabía que Malfoy solo veía una pared agrietada por el tiempo.
—Te tengo —susurró Malfoy, sosteniendo la figura de Parkinson con fuerza entre sus brazos.
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—Harry, ¿Qué sucede?
Harry enfocó su vista en Ginny, el salón que ocupaban estaba vacío, era de noche, la luz de la luna los iluminaba como figuras incoloras, el cabello rojo de Ginny estaba apretado en un moño alto, mechones de cabello se deslizaban por su hermoso rostro, sus ojos marrones lo miraban con preocupación.
Él se aclaró la garganta, dándole una sonrisa para tranquilizarla.
—Lo siento, solo estaba pensando en algo.
Ginny tomó su mano sobre el escritorio, apretándola con cariño.
—¿Sabes que me tienes, no? —ella susurró.
Harry permaneció en silencio, observando esos ojos que le devolvían la mirada con fuerza. Ginny siempre había sido fuerte y valiente, había algo en ella que mantenía a Harry a flote, con los pies en la realidad. Podría estar en su momento más oscuro, pero Ginny siempre estaría allí para tomar su mano y sacarlo de ese pozo, de esas aguas que parecían ahogarlo.
¿Sería así cómo se sentía Malfoy cuando estaba con Parkinson? ¿Él también la vería a ella, y pensaría en lo fuerte, en lo valiente que era? Como si pudiera retenerlo, sostenerlo de la oscuridad que parecía devorarlo.
Con un nudo en la garganta, apretó la mano de Ginny entre las suyas:
—Te tengo.
Harry quería creer eso fervientemente.
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Parkinson apoya su cabeza contra el hombro de Malfoy, están sentados en la pared frente a Harry, la caja de música suena por lo bajo y la antorcha ilumina sus figuras con una luz amarilla, el aire es frio a su alrededor, pero ninguno de los dos parece afectado como lo está Harry, quien permanece de pie, apoyado en la pared con los brazos cruzados.
—Una vez me hablaste de Cornualles, los acantilados —Parkinson susurra, como si temiera que alguien la escuchara —, el borde del mundo, ¿me llevarías allí?
Malfoy tararea, sus rodillas están contra su pecho al igual que Parkinson, ambos se sostienen de la mano con fuerza, pero los ojos de él recorren la habitación con lentitud, como si intentara grabar cada detalle de ella.
Últimamente hace mucho eso, piensa Harry.
—Cuando esto acabe... —la voz de Malfoy es baja, distante —... es más bonito cuando es de noche, te llevare allí.
—Llevaras la caja mágica, ¿no? —Parkinson sonríe, una sonrisa de dientes, que hace que sus ojos se iluminen.
"Caja mágica", Harry casi resoplo al escucharla referirse así la primera vez, pero parece que Parkinson no sabe nombrarla de otra manera. Malfoy ríe por lo bajo, sus ojos se achican en la oscuridad, negando con la cabeza.
—¿Quieres bailar allí en medio de la noche?
—¿No sería bonito? —ella parece soñar despierta cuando habla —. Al borde del mundo, con el cielo estrellado y el sonido de las olas chocando, nosotros dos, allí, bailando.
Malfoy la mira, la sonrisa de antes se vuelve más pequeña.
—Si... —el Slytherin mira nuevamente al frente —... eso sería bonito.
Parkinson le da un pequeño apretón a la mano de Malfoy, antes de llevarla a sus labios y depositar un beso en sus nudillos.
—Sobrevivamos —murmura, cerrando los ojos —. Tienes que prometerme que vas a sobrevivir y tendremos ese final. No voy a aceptar nada que no sea eso.
El rubio aprieta los labios hasta volverlos una línea fina, finalmente suspira y se pone en pie lentamente, levantando a Parkinson con él en el proceso, Harry sigue sus movimientos.
—Vamos, vamos a aprovechar esta noche —le apura él, llevándolos a ambos en medio de la habitación.
Harry lo ve sostenerla de la cintura con una mano y con la otra tomar su otra mano, Parkinson le sonrió con tristeza.
Malfoy nunca prometió nada, y Harry se siente pequeño, vacío.
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La próxima vez que se sintió sofocado, Harry busca otro lugar donde calmar sus pensamientos, no cree soportar ver el rostro de Malfoy después de esa noche, no puede ni siquiera mirarlo a través del Gran Comedor o las clases, donde se encuentra tan ausente, delgado y ojeroso, como si estuviera desapareciendo. No soporta ver la tristeza en los ojos de Parkinson.
Luego el profesor Slughorn le da un libro usado, y todo va cuesta abajo desde allí.
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Poco a poco, la habitación se olvida, nunca más vuelve, se enfoca, en cambio, en descubrir lo que Malfoy esta tramando, lo sigue a todos lados, lo vigila desde el Mapa del Merodeador, sus ojos no pueden alejarse de su figura en el momento en el que entra a la misma habitación que él se encuentra.
Ron y Hermione no paran de decirle que esta obsesionado, que debe dejarlo en paz, pero Harry sabe, lo siente en su piel, en sus venas, Malfoy esta tramando algo, oculta algo, puede verlo en sus ojos, en la manera en la que se aleja de sus compañeros, se aísla y se vuelve como un fantasma.
Malfoy ya no come, no aparece en su mayoría por el Gran Comedor, sus notas bajan exponencialmente, incluso Ron le sobrepasa, falla en sus pociones, y comienza a bajar de peso, encorvado y desconfiado de todos.
Harry lo sigue, obsesionado, incapaz de soportar la sensación de hundimiento cada vez que lo ve, la furia que corre por sus venas cuando parece desvanecerse por semanas, sin que nadie lo note, Parkinson es la única que se mantiene a su lado, sosteniéndolo del brazo, susurrando a su oído, alimentándolo en las esquinas cuando piensan que nadie los ve.
Ninguno de ellos vuelve a esa habitación, y cuando Harry encuentra a Malfoy llorando sobre el lavabo del baño de Myrtle, en lugar de hablar, de tragar el nudo en su garganta y preguntar, hacer algo, lo que fuera; Harry lanza el Sectumsepra.
Cuando el cuerpo ensangrentado de Malfoy cae al suelo, Harry corre, asustado de sí mismo. De las visiones de Voldemort, la sangre y la tortura, y los gritos desgarradores.
Huye de la mirada de Snape cuando los encuentra, de los gritos de Myrtle, no baja al Gran Comedor, no se atreve a entrar y encontrarse con los ojos de Parkinson. No cree soportarlo.
Tienes que prometerme que vas a sobrevivir y tendremos ese final.
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En vez de expulsarlo, Harry recibe un castigo, se le prohíbe jugar en el próximo partido de Quidditch, todos se quejan, sus compañeros le dan palmadas de animo, pero Harry no soporta la multitud que lo rodea. No puede soportar las caras de simpatía y lastima, no puede soportar los quejidos de Ron o las miradas que le lanza Hermione.
Casi mata a Malfoy y Harry no cree que pueda volver a mirarlo a los ojos de nuevo.
Unos días después de que ganan el partido de Quidditch, Harry se aleja de la fiesta ruidosa, de la sonrisa hermosa de Ginny y sus manos cálidas, y escapa hacia las mazmorras, a la habitación oscura y fría.
Nadie entra por la puerta esa noche, ni la siguiente, ni la otra. Nadie vuelve a esa habitación.
Harry descubre los Horrocruxes y abandona Hogwarts con Dumbledore.
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Cuando regresan a Hogwarts, en lo alto de la Torre de Astronomía, Malfoy apunta a Dumbledore con su varita, cuando vacila y baja su brazo lentamente, Snape asesina a Dumbledore sin que Harry pueda hacer nada.
Los mortifagos entran a Hogwarts, la cabaña de Hagrid arde en medio de la noche, Harry corre detrás de Snape, de Malfoy.
—¡Cobarde! —grita en la profunda oscuridad.
Malfoy nunca lo mira, nunca gira su rostro, corre, corre en esa noche tormentosa mientras el corazón de Harry se deshace en pedazos.
Sobrevivamos.
Con el cuerpo entumecido, gritando sobre el cuerpo frio de Dumbledore, Harry solloza, deseando volver de nuevo a esa habitación, con la caja de música y los dos estudiantes, que bailan toda la noche.
No voy a aceptar nada que no sea eso.
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Los meses pasan como un borrón de dolor y desesperación.
El funeral, la muerte de Alastor Moody, de Hedwing, todo atormenta a Harry por las noches, las pesadillas lo despiertan con un grito atrapado en su garganta, temiendo despertar a Ron, no puede escapar de la Madriguera, no puede huir y tener su momento solo. No allí, no con ellos.
Como no puede quitar la sensación de asfixia, Harry busca refugio en Ginny, pero esos ojos marrones, esta chica valiente y poderosa, no puede sostenerlo. Ya no, y Harry se siente perdido cuando se da cuenta de esto, cuando se siente peor después de un beso, como si estuviera muriendo lentamente.
Harry se siente desvanecer, no quiere pensar en Malfoy, en Snape, en Parkinson, no quiere pensar en Hogwarts, esos pasillos congelados de las mazmorras que lo llevaban a esa habitación con la caja de música. No quiere recordar eso.
La boda de Fleur y Bill es cálida y alegre, se supone que eso debería sentir Harry, pero no puede borrar la sensación interminable de que todo esto esta mal. Cuando ve bailar a la gente, cuando Bill sostiene a Fleur y la hace girar, por un momento cree ver a Malfoy, riendo mientras da vueltas de manera absurda con Parkinson, iluminados por esa luz amarilla.
Harry aprieta los dientes y parpadea ante las lágrimas ardientes que se acumulan en sus ojos, apartando la mirada de ellos.
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Lo ve una ultima vez antes de la batalla cuando son arrastrados a Malfoy Manor, Hermione lanza un hechizo para deformar su rostro, nadie esta seguro de si es o no Harry Potter, hasta que Bellatrix empuja a Malfoy de rodillas ante Harry, obligándolo a mirarlo.
Malfoy esta ojeroso, sus ojos están vacíos, vestido de negro le hace ver más obvio lo delgado que esta, Harry no aparta sus ojos de él, desafiándolo a que diga la verdad. A que grite su nombre, esperando eso último que Harry necesita para que demuestre quien es en realidad.
Un mortifago, como su padre, como todos le susurraron desde el primer año, desde que tenían once y apenas eran unos niños. Malfoy siempre estuvo atado por su apellido, incluso cuando era un niño pequeño, inocente, ajeno a toda la maldad del mundo.
Pero Malfoy no lo reconoce, no dice su nombre.
—No estoy seguro —dice, por lo bajo, alejándose.
Malfoy se niega a acercarse a él, y Harry siente la opresión en su pecho; más fuerte, más roto.
Antes de escapar, golpea a Malfoy, toma su varita casi sin resistencia, y entierra a Dobby en un día tormentoso. La varita es cálida contra su mano.
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Voldemort muere el 2 de mayo de 1998 y una semana después, la lluvia cae sobre Harry mientras asiste a otro funeral, ni siquiera es capaz de estar presente, su cabeza esta en otra parte, en algún lugar lejano.
Piensa en visitar Cornualles y ese mismo día, Harry emprende un viaje largo; antes se despide de los Weasley y Hermione, Ginny le mira con tristeza. Nunca le pide retomar la relación que dejaron antes de la guerra, antes de que Harry tuviera que buscar los Horrocruxes y le pidiera tiempo.
Harry no cree que pueda volver con ella, no cuando se encuentra tan arruinado.
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La carta de Hogwarts le llega unos meses después, cuando Harry esta explorando las ruinas de St Davis, cae sobre él cuando toma asiento en el césped verde, observando el paisaje que le brinda este enorme castillo. Cae sobre su regazo, cuando Hary la toma, sus manos tiemblan, solo recibe cartas de Hermione y Ron, que contesta cuando tiene tiempo suficiente para buscar un lugar en el cual dormir y comer.
Quieren que termine el ultimo año de Hogwarts, para ayudar a los más afectados por la guerra a terminar sus estudios y tener más oportunidades de trabajo. McGonagall quiere que Harry sea un incentivo para que otros quieran retomar sus estudios.
Harry se siente sofocado repentinamente, como si cayera de golpe al agua.
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Hogwarts es reconstruida casi por completo, la Directora McGonagall les da tarea a sus antiguos estudiantes, a aquellos que estuvieron en la guerra, animándolos a ayudar con la reconstrucción como un método de sanar ellos mismos. Harry cree que es absurdo, pero Hermione piensa lo contrario, ella esta extasiada.
Ron no vuelve, prefiere ayudar a George con la tienda de Sortilegios Weasley, Harry siente un nudo en la garganta cuando recuerda a George, no quiere pensar en eso. No quiere recordar en absoluto la falta de Fred.
Volver a Hogwarts lo hace sentir nostálgico, triste, notar la ausencia de muchos de sus compañeros es desgarrador, Harry intenta no prestar atención cuando los estudiantes se derrumban en la Sala Común y se consuelan entre sus amigos.
—Todos estamos tristes, Harry —dice Hermione, ambos en una esquina, observando de reojo a un grupo de chicas consolando a otra —. Pero volvimos aquí porque queremos seguir adelante.
Harry no dice nada, pero no cree que volvieran para seguir adelante. Harry no podría, no sabiendo que fue en esos pasillos, en los campos de Hogwarts, en los jardines, donde murieron todos sus amigos, sus seres queridos.
No ve a Malfoy hasta un mes después de retomar las clases.
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No sabe que es lo que lo llevo a bajar por esas mazmorras.
Quizá fue el silencio en su habitación individual, porque se lo "merece", según McGonagall, o los llantos que se escuchan en medio de las noches, quizá fue el nudo en su garganta cuando se despierta después de una pesadilla, que queda grabada en su cabeza, en su piel, cruda y dolorosa. Pero Harry escapa, sin la capa de invisibilidad y sale al exterior de la Sala Común de Gryffindor.
El pasillo es silencioso, Harry es el único que los recorre con lentitud, sin miedo a que lo atrapen, los cuadros lo miran, silenciosos y distantes, nunca le dirigen la palabra, no desde la guerra. Ninguno ha vuelto a hablar, como si temieran alertar a presencias indeseadas, nadie entiende lo que les sucedió a los cuadros para dejarlos en un silencio tan profundo.
Baja las escaleras, hasta las mazmorras, el frio es peor en esa noche tormentosa, como aquel día que descubrió por primera vez esa habitación, Harry lo soporta, apretando los dientes y sosteniendo su varita con un Lumos en su mano, sintiendo la calidez que irradiaba la otra en el bolsillo de su túnica.
Con un Nox, Harry se queda en la oscuridad, solo necesita doblar una esquina más para poder distinguir la puerta, pero incluso desde esa distancia, puede escuchar la música que recorre los solitarios pasillos.
Dobla la esquina y se detiene, escuchando la voz femenina, la estática que se entrecorta, como algo antiguo, la puerta esta entreabierta, la luz amarilla ilumina débilmente el pasillo.
Harry camino, lentamente, con la varita en mano, los ojos sin poder abandonar esa luz, como una polilla. Se detiene frente a la puerta, puede ver la sombra de alguien, moviéndose lentamente a lo largo de la habitación, Harry se asoma, lento, con la respiración acelerada, esperando volver a ver a esos dos estudiantes de nuevo.
Malfoy se desliza a lo largo, sus manos en la posición en la que sostenía a Parkinson, bailando lentamente, pero solo esta él, no hay nadie más que él, bailando en esa habitación.
Cuando da un giró y Harry puede ver su rostro, hay lágrimas que se deslizan de sus mejillas pálidas. Harry puede sentir las suyas cuando oculta su boca tras su mano, evitando soltar algún sonido.
Se desliza a un costado, hacia la pared, sosteniendo la respiración mientras escucha los últimos tonos de la canción. Cae al suelo en silencio, pegando sus rodillas a su pecho, apretando los brazos con fuerza alrededor de sí mismo, abrazándose en ese frio pasillo.
Malfoy sigue bailando, solitario en esa habitación con la caja de música, con la ausencia de un amor que nunca volverá.
Fade into you
Strange you never knew
Fade into you
I think it's strange you never knew
I think it's strange you never knew
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No vuelve a esa habitación hasta que el año finaliza, nunca habla con Malfoy, no mira a su dirección, la ausencia de Parkinson es notable.
Según Hermione, murió en la batalla, luchando para proteger a los Slytherin de primer año, nadie más que ella permaneció hasta el final, protegiéndolos en esas mazmorras a las que McGonagall los había obligado a permanecer, nadie se dio cuenta de los mortifagos que habían se habían dirigido hasta esas partes.
Parkinson lucho, lucho hasta que el ultimo de los niños estuviera a salvo, y murió en manos de Malfoy cuando llegó, porque ambos se habían prometido encontrarse allí, pero fue demasiado tarde, Parkinson estaba agonizando, casi muerta. No había manera de salvarla.
Malfoy había enviado un Patronus en busca de ayuda, pero nadie acudió, así que la cargo en sus brazos hasta la enfermería, hasta donde los Parkinson habían estado esperando encontrarla, Malfoy se la entrego a sus padres y luego fue aprisionado por los Aurores.
No pudo asistir al funeral de Parkinson porque estaba cumpliendo su condena de tres meses en Azkaban.
Harry pasa los meses siguientes como en un estado entumecido, puede ver la figura de Malfoy, como un fantasma, caminando por los pasillos, delgado y encorvado.
Sobrevivamos. Tienes que prometerme que vas a sobrevivir y tendremos ese final. No voy a aceptar nada que no sea eso.
Al final, fue Parkinson quien no pudo cumplir su promesa.
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Harry se acerca a Malfoy unos meses después de haber terminado Hogwarts, es un día caluroso de verano, el aire es sofocante, la brisa quema la piel de Harry, ya bronceada por los días en los que había estado viajando, en cambio, Malfoy es pálido aún, es imposible no notar su figura en la calle.
Camina entre la gente, aunque es más alto que Harry por unos centimetros, se ve pequeño cuando los que lo rodean le dan miradas venenosas, ojos críticos, Harry puede verlo encorvarse, esquivando uno que otro empujón.
Tiene que respirar hondo, calmar la ira que hierve en su sangre cuando ve las acciones de esta gente. Esta gente por la que Harry sacrifico toda su vida para salvar, para cambiar el mundo.
—¡Malfoy!
Los ojos grises que evocan recuerdos le devuelven la mirada, Malfoy parece volverse más pequeño cuando Harry lo alcanza, sosteniendo su brazo cuando ve la intención de seguir su camino en el rubio.
—Malfoy, espera —pide, se sorprende cuando su mano crea un contraste tan obvio entre su tono de piel morena y el pálido de Malfoy.
Malfoy se sacude, alejándose de su toque.
—¿Qué quieres, Potter? —las palabras salen como un siseo, bajo y profundo.
El rubio mira a su alrededor con desconfianza, la gente los mira entre susurros que van en aumento cuando Harry le sonríe a Malfoy, pequeño y casi imperceptible.
Había olvidado que no todos lo adoraban. Es difícil encontrar a alguien que se atreva a usar ese tono con él.
—Tranquilo, Malfoy —Harry eleva ambas manos al aire, para demostrarle que no planea atacarlo ni nada, Malfoy lo mira esconder sus manos en los bolsillos de su pantalón —. Quería darte algo.
Duda un momento, antes de sacar la varita de Malfoy, el chico frente a él parpadea cuando Harry se la muestra, hay un reconocimiento en esos ojos, es casi imposible de ver, excepto que Harry lo nota al instante. Para algo sirvieron esos años en los que estaba obsesionado por descubrir lo que Malfoy tramaba.
Los murmullos se vuelven más fuertes, la gente mira a Harry con sorpresa y a Malfoy con desconfianza.
—Yo-
Harry le interrumpe, elevando su otra mano frente al rostro de Malfoy para que se calle, Malfoy cierra la boca al instante, parpadeando.
—Antes de dártela, quiero pedirte un favor —dice, algo vacilante, siente su corazón latir rápidamente, el sudor que se desliza de su espalda ya no es solo por el calor.
—Por supuesto —Malfoy susurra entre dientes, dando un paso lejos de Harry, su expresión es furiosa —, por supuesto que querrías algo a cambio.
Harry niega con la cabeza.
—No, escucha, lo único que quiero es-
—Puedes quedártela, Potter, no la necesito.
Malfoy se aleja, dándole la espalda nuevamente y comenzando a caminar más rápido, dejando a Harry allí, en medio de la calle, estupefacto.
Cuando reacciona, Malfoy ya se encuentra a unos metros de él.
—¡Maldición, espera, Malfoy! —acelera su paso, en solo unos segundos puede alcanzar la figura de Malfoy, sosteniendo nuevamente la muñeca pálida debajo de ese traje oscuro, pero esta vez, cuando Malfoy intenta soltarse, Harry no lo permite — ¡Déjame terminar lo que estoy por decir, carajo!
Malfoy retiene la respiración por un momento, cuando lo mira, luce como si fuera a gritar, pero la luz en sus ojos se apaga tan pronto como vuelve a mirar a los ojos de Harry, suelta el aire que estaba sosteniendo, como si Harry no valiera la pena su esfuerzo. Su ira.
El corazón de Harry se estruja ante la posibilidad.
—Solo iba a pedirte que tomaras algo conmigo —balbuceó, cuando vio confusión en los ojos grises, soltó la muñeca de Malfoy, carraspeando —, un café, lo que sea, pero me gustaría hablar un poco.
—Sobre qué, Potter —Malfoy mascullo, encorvándose cuando alguien paso por detrás suyo y lo empujo, Harry apretó los puños —, ¿sobre qué podríamos hablar nosotros dos? ¿sobre lo miserable de la vida?
—Yo-
Harry lo pensó, de hecho, había estado pensando en la conversación que podría tener con Malfoy cuando le entregara la varita. No quería, ni creía que fuera correcto simplemente enviarla por una carta como Hermione y Ron lo habían sugerido, sentía que debía hablar con Malfoy.
Pero, ¿Qué hablarían? ¿Sobre cómo Harry estuvo espiándolo en esa habitación todas las noches, casi todos los días, viéndolo bailar junto a Parkinson? ¿Sobre la ultima vez que lo vio, cuando Malfoy lloraba al bailar, solo?
Con un escalofrió, Harry bajo la mirada al suelo.
—Sobre... ¿los acantilados de Cornualles? —murmuró, al final.
No podía ver el rostro de Malfoy, pero pudo escuchar el sonido confundido del ex Slytherin.
—¿Cornualles? —inquirió Malfoy.
Harry asintió, mirándolo entre los mechones de pelo que se interpusieron en su visión, Malfoy se veía increíblemente confundido, parpadeando ante su rostro.
Harry se armo de valor.
—Visite Cornualles, los acantilados, de hecho, y fue, eh —se paso la mano por la nuca, incomodo —, una gran experiencia, si... umm, me preguntaba si había alguien, es decir, le pregunte a alguien si conocía a otra persona, ya sabes, que le gustara viajar, o que hubiera viajado por otros lugares similares y, eh, escuche que tú, umm... bueno, que te gustaba viajar, supongo y-
—Potter, detente —Malfoy le interrumpió, mirándolo con la expresión más desconcertada que Harry hubiera visto en alguien —. No entiendo cual es tu punto, solo dilo y ya, no tengo tiempo para tus balbuceos.
Suspirando, Harry reprimió el calor de sus mejillas, ¿Por qué era tan incomodo entablar una conversación civilizada?
—Me gustaría solo, hablar, Malfoy —farfulló, estaba empezando a enojarse por la falta de empatía de Malfoy ante su clara incomodidad —. Como gente civilizada, sobre lo que sea, sobre lo que sucedió en la escuela, sobre nuestros años escolares. Me gustaría preguntarte cosas, ¿no hay cosas que te gustarían preguntarme? Sobre mí, sobre lo que sea.
Harry se lo debía, por todas las veces que había violado su privacidad y la de Parkinson, cuando se suponía que debían estar solos, en su propio mundo. Si Harry se ponía a reflexionar, que había hecho mucho desde la guerra, no había sido para nada cómodo darse cuenta de lo invasivo que había sido en aquel entonces.
Malfoy lo miraba desconcertado, a diferencia de Harry, no parecía verse afectado por el calor, con su cabello cayendo en su rostro sin el gel que parecía usar en los años de Hogwarts, su traje negro y ancho en su cuerpo delgado. Harry se sentía sofocado de solo mirarlo.
—Vamos, Malfoy, se que te gusta verme como si fuera un idiota —se quejó, acalorado cuando el sol les dio de lleno —. Solo apiádate de mi por un momento y acepta mi invitación.
—Esta bien.
—Oh, bueno, de todas formas sabia que no aceptarías, aquí tienes- —Harry se cortó, mirando con sorpresa a un inexpresivo Malfoy — ¿Si?
Se sentía como un bobo, parpadeando ante Malfoy como un búho, a pesar de que fue él quien pregunto.
—Si, esta bien —Malfoy respondió, sus ojos se volvieron distantes por unos segundos —. Hay algunas cosas que me gustaría preguntarte.
Harry se emociono.
—¿Si? ¿Cómo cuales? —pidió, nervioso.
Malfoy bajo el rostro, su cabello oculto su expresión de Harry cuando hablo:
—¿Por qué nos espiabas a Pansy y a mi todas esas noches?
El corazón de Harry se detuvo.
—¿Eh? —el sonido salió bajito, como un animal herido.
Los ojos grises le devolvieron la mirada, unos ojos llenos de emociones desconcertantes, pero no había enojo en ellos. Quizá era más confusión y vergüenza que enojo.
—Yo-
—Pero será cuando me invites un café —Malfoy volvió a interrumpirle, mirando el reloj de su muñeca izquierda —. Tengo un lugar al que llegar.
Harry intento hablar más allá de la vergüenza que se estaba volviendo más grande a medida que pasaban los minutos.
—Uh, si, tu varita, toma
Malfoy negó con la cabeza, alejándose.
—Cuando nos reunamos, después de que respondas esa pregunta, me la darás —decidió el rubio, comenzando a caminar lejos de él —. Por favor, que no sea un lugar publico, se que puedes darte el lujo de invitarme un café en algún sitió privado.
Si, con la fortuna que había acumulado y seguía acumulándose, Harry podría comprar una cafetería entera simplemente para que Malfoy se sintiera cómodo.
—Si —asintió Harry, como un tonto.
¿Qué le diría ahora a Malfoy?
Con un suspiro profundo, sintiendo sus mejillas arder por la vergüenza de saber que Malfoy siempre supo que estaba allí, Harry lo vio alejarse con su varita en la mano, sintiendo la calidez que irradiaba, como si intentara tranquilizar su magia.
Necesitaba hablar con Hermione para algunos consejos, pensó, mientras se alejaba del tumulto de gente que se había reunido a su alrededor.
.
.
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Esa noche, mientras bebía un café caliente en la cocina después de despertarse de una pesadilla tortuosa, Harry miró por la ventana de su apartamento, a los edificios nublados de Londres.
Se pregunto, muy en el fondo, si Parkinson había muerto tranquila al saber que Malfoy había sobrevivido pese a la guerra tan desastrosa que los había arrancado de su infancia, que los había obligado a volverse adultos a una corta edad. Que les había destrozado los corazones, hasta dejarlos vacíos, perdidos en un mundo que se reconstruía lentamente.
Se preguntó si estaría feliz, o por el contrario, al saber el despreció y el odio que cargaría por sus acciones, estaría triste de saber que Malfoy había sobrevivido para seguir luchando, incluso después de la guerra.
Apretando la taza caliente entre sus manos, Harry cerró los ojos, apretándolos tras sus dedos cuando sintió el ardor característicos de las lágrimas.
—Lo siento —susurró en la solitaria habitación, vacía e incolora, sabiendo que Parkinson nunca tendría la oportunidad de escucharlo —. Lo siento.
Porque si Malfoy sabía que él se encontraba ahí, Parkinson también lo hacia y, sin embargo, ambos volvieron a esa habitación, aunque Harry pudiera haberlos perturbado. Volvieron una y otra vez, y el corazón de Harry se aliviaba por un escape de la realidad cada vez que los veía deslizarse por esa habitación, bailando, a pesar de la guerra oscura que se cernía sobre todos ellos.
Le permitieron a Harry vivir en ese pequeño espacio con ellos, escapar junto a ellos en bailes nocturnos y conversaciones entre susurros, le permitieron ver ese mundo junto a ellos y fingir que el mundo real, cruel e injusto no existía por solo esos momentos.
—Gracias —susurró.
Cuando sus ojos vieron la varita de Malfoy sobre la encimera de la cocina, de alguna manera se sentía más tranquilo ante la posibilidad de charlar sobre eso con él.
—No voy a dejar que se hunda —siguió, sin poder detenerse.
Si Parkinson estaba en algún lugar, escuchando, necesitaba decírselo.
—Sobrevivirá —dijo, con más determinación, recordando la delgadez de esa muñeca pálida, casi fantasmal —. Prometo que sobrevivirá. No voy a aceptar nada que no sea ese final.
Cuando el silencio volvió a reinar, se sintió menos solitario. Más cálido, como si hubiera sido escuchado.
Quizá lo fue.
Tenía una canción para cada vez que Harry los viera bailar, pero no me gusta meter la música entre medio de los fic, la única que me atreví a poner fue Fade Into You de Mazzy Star.
