Hola! dejare esto por aquí y me iré.
los quiero.
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-Lo siento, Anna. Él prometió que enviaría el permiso más tarde pero no lo ha hecho.- las palabras de la directora fueron como una chispa sobre la pólvora.
-Si ni siquiera se ha dignado a llamarme desde que me dejo aquí ¿Cómo se me puede ocurrir que enviaría el permiso?- exclamé. La directora Idun suspiró.
-seguramente se le ha olvidado. Tu padre es una persona ocupada, estoy segura de que se si lo llamo en estos días podrás ir a la ciudad la próxima vez.-
-¿ocupado? Claro que estaba ocupado, ocupado en deshacerse de todos los recuerdos de nuestra familia. Ocupado organizando la estúpida boda con esa zorra.- estallé.
-vocabulario, Anna.- me reprochó.
-lo siento.- me cruce de brazos y solté un largo suspiro.- yo solo… quiero irme a casa.- admití antes de hundir mi rostro entre mis manos.
-es difícil estar lejos.- murmurró Idun.- estoy segura de que extrañas tu casa y tus amigos, pero el enfado no es la mejor arma para superarlo.- baje las manos para poder ver a la mujer que con un gesto tranquilo se ponía de pie.- tal vez debas buscar algo nuevo. Alguna actividad que puedas sacar todo tu potencial. Este colegio fue creado para eso, para que las chicas puedan sacar lo mejor de si a pesar de las circunstancias. El propósito de está institución es crear mujeres fuertes, inteligentes, libres pensadoras.- hizo una pausa.- y yo creo que tu tienes todo el potencial para ser alguien asi.- sentí cierto sonrojo ante sus palabras. Ella sonrio.- se que tienes un buen corazón Anna y que puedes hacer algo mas productivo con todo ese enojo que solo gritar groserías.-
-supongo que puedo intentarlo.- logre decir antes de encogerme de hombros.
-debes prometerme que lo intentara, asi como yo prometeré llamar a tu padre esta misma semana.- negoció, yo sonreí mientras me ponía de pie.
-de acuerdo. Es una promesa.-
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Había terminado de arreglarme. Un vestido sencillo con flores, sandalias y mis trenzas gemelas. Me coloque el bolso, me miré al espejo y me encogí de hombros. Estaba lista para nuestra visita a la ciudad. Al final, e inesperadamente, mi padre había firmado el permiso solo que se había olvidado enviarlo, para mi fortuna la directora lo llamo y arreglo todo por lo que podría visitar la ciudad. Y luego de tanto pasármelas entre los muros del colegio, mi alma pedía a gritos, tanto libertad, como civilización. Aunque Mérida me había dicho que Arendelle no era más que un pequeño poblado; pero Rapunzel nombró infinidad de actividades que podíamos hacer y Jane me habló sobre el viejo castillo. Por lo que mis ánimos se renovaron y estaba presta a vivir una aventura. La puerta del cuarto se abrió dándole paso a Elsa se quedó mirándome con el picaporte en mano y una expresión que no pude descifrar en su rostro. Yo le sonreí.
-¿Crees que es apropiado para ir a la ciudad?- cuestioné dando un giro rápido que hizo ondear la falda de mi vestido. Ella soltó el aire como si hubiera estado asfixiándose.
-¿Vas a ir a la ciudad?- pregunto con sorpresa. Ella ya no me ignoraba todo el tiempo, de alguna manera podía decirse que era más… "cálida". Y de momento, aquello era suficiente para mí.
-Sí.- afirme viéndola cerrar la puerta despacio y girarse hacia su escritorio.- No me has respondido ¿Cómo me veo?- insistí. Mi compañera se volvió para mirarme concienzudamente. Juguetee con mis manos y me mordí el interior de la mejilla.- ¿y bien?-
-Te ves...- se aclaró la garganta y se paró en toda su altura antes de decirme en tono solemne.- Bonita.- De acuerdo no estaba preparada para eso, esperaba un te ves bien o no lo sé. Me ha dicho que me veo bonita. Tenía ganas de gritar de la emoción, me sentí desarmada entonces solo me limite a ensanchar tanto mi sonrisa que mis mejillas dolieron.
-Por favor… no hagas eso.- dijo rápidamente retomando el camino hacía su escrito.
-¿El qué?- pregunte sin borrar la tonta expresión de mi rostro.
-Solo…- medito un segundo.- no sonrías tanto ¿de acuerdo?- agregó sin mirarme. Me mordí el labio inferior para contenerme. Pero dioses ¿Cómo no quería que sonriera? Me dijo que me veía bonita y eso era… ¿Qué era? Acaso era especial. ¡Claro que es especial! Negué con la cabeza intentando recuperar la compostura.
-Muy bien, señorita ogro.- respondí. Ella se giró para mirarme con indignación, pero no dijo nada solo... comenzó a aproximarse. ¿Qué haces Elsa? me quede de piedra mientras contenía todo los que estaba a punto de estallar en mí. Ella se aproximó más. Sus ojos eran dos pequeñas tormentas cuando estiro su mano y su pulgar rozo mi labio inferior. La mire sin aire. Ella paseó su vista desde el sitio donde había estado su mano hasta mis ojos.
-Tenías labial.- murmuró. Creo que el sonido de mi corazón amortiguo el de su voz.
-Gracias.- susurre. Entonces Elsa se alejó sin mayores complicaciones y yo pude respirar nuevamente. ¿Acaso solo mi mundo había girado 180 grados? Tranquila, Anna ¿Qué sucede contigo?
-Que te diviertas en la ciudad.- me deseó y sonó sincera, mis pies volvieron a tocar tierra. Me quede mirándola mientras se sentaba frente a su escritorio y abría su portátil.
Tomé aire. O lo intente. Mi mente no dejaba de repetir lo sucedido hacia un segundo. Si me hubiera inclinado un poco hacia delante… negué con la cabeza.
-¿Tú… no vas a ir?- cuestione de manera tonta.
-Tengo mejores cosas que hacer. Más divertidas.- alegó sin voltearse. Suspiré. Estudiar toda la tarde ¿Enserio, Elsa?
-¡Vaya! Que lastima.- dije encaminándome a la puerta.- Entonces… hum… ¿Nos vemos luego?- Ella asintió.
-No iré a ninguna parte y, por cierto, no soy un ogro.- recalcó.
-Ya lo veremos.- dije volviendo a sonreírle de aquella manera tan abierta antes de irme.
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Elsa suspiró cuando los paso de Anna dejaron de resonar en el pasillo, echó su cabeza hacia tras y pasó las manos por su cabello. ¿En que estaba pensando? Su corazón latía frenético. Cambio de posición y apoyó su frente en el teclado de su portátil.
-Ella se veía tan... mmrg ¡Diantres! ¡No sientas, joder! No sientas.- se repitió, pero… el momento en que se acercó tras mirarle los labios… Aquello no estaba permitido. No podía suceder.
¿Por qué no podía con esa sonrisa que era tan brillante? ¿Por qué parecía que la pelirroja podía desarmarla tan fácilmente? Estaba cediendo demasiado rápido con Anna. Clavó su vista en el techo y repasó sus acciones, casi había rozados sus labios. Su pulso martilló y se irguió para poder tomar aire. Tenía las hormonas hechas un desastre. Esa tenía que ser la única respuesta.
–Ella no debería causarme esto.- se reprochó. Suspiró. De momento se sentía culpable, exaltada, perdida. Se encontró pensando en que en unas horas volvería a tener a Anna allí sonriendo o hablando de cosas sin sentido. Miró su ordenador encendido, no había mentido cuando dijo que haría algo más divertido. Jugar por horas un videojuego on-line era sin dudas mejor que ir a la ciudad. Sin embargo, en ese momento, estaba tan envuelta en confusión que terminaría siendo un caos. Cerró el ordenador, se puso de pie, cogió un libro y se dejó caer en su cama. Contempló un segundo el espacio de Anna ¿Cómo había hecho para llenar su mundo de ella? Porque eso hacia… Anna hablaba y hablaba. Le contaba cosas, reía, divagaba e iluminaba todo. Simple y llanamente lo hacía, con intensión o sin ella. Elsa respiró hondo y dejo salir el aire lentamente. La esencia de su compañera seguía allí a pesar de que no estuviera, como si le dejara siempre una diminuta parte de ella. Sonrió un segundo ante esa idea.
-Eres tan cursi, Elsa.- negó con la cabeza expulsando los fantasmas que cosquilleaban dentro. Aquellos que no debían estar allí y abrió el libro para hundirse en un romance imposible.
