Capítulo 13
Toma la oportunidad
En la oscuridad de la noche, acompañado de tres chicas que hacían lo mejor que podían para guardar silencio, me dispuse a hacer lo que sé hacer mejor: interrumpir.
-¡Veamos qué hay detrás de la puerta número 1!
Tire se la manija lo más fuerte que pude y la abrí de golpe, se escuchó un fuerte clack, y algunas astillas volaron. La luz de la lámpara que sostenía una de las muchachas iluminó dentro del cobertizo, sólo para revelar a mi hermano menor sosteniendo por la cintura a Anna, en una posición un tanto comprometedora. Ambos jóvenes gritaron al verse iluminados tan sorpresivamente, y las chicas a mi alrededor, rieron con ganas a carcajadas. Tamao y Jun reían con cierto disimulo, muy distinto de como Pirika reía hasta que le dolieron las costillas.
Yoh trató de sentarse correctamente, dejando a la rubia casi caerse sobre la colchoneta que rápidamente reconocí. Ella reaccionó con agilidad, dándose cuenta de inmediato de lo que estaba sucediendo y se pasó las manos por el cabello en un pobre intento de alisarlo. Un furioso carmín tiñó su rostro y se veía bastante ofuscada, mortificada de que la hubiéramos encontrado así. Mi hermano, por otro lado, lucía una cara de vergüenza e incomodidad cuando vio que habíamos llegado a su rescate, había volteado el rostro y rehuía a la mirada indiscreta de las muchachas detrás de mí. Encantado de importunar de esta manera, giré el rostro lo suficiente para dirigirme a las chicas y les guiñé un ojo, encantado de estar ante esta oportunidad de atormentar a Yoh; una de mis actividades favoritas, cabe agregar.
-¡Vaya, vaya! - le dije socarronamente - ¿Qué está pasando aquí?
Yoh y Anna estaban hechos un manojo de nervios, que él no podía disimular y que ella parecía tratar de amordazar con su enorme orgullo.
- ¿Por eso querías regresar temprano, eh? – Bromeo Pirika, dirigiendo la luz de la lámpara a Anna. Ella le dedicó una mirada asesina. Pirika la ignoró olímpicamente.
- No sabía que esto era lo que tenías en mente al decir que tenías mejores planes – comentó Jun, fingiendo inocencia.
- ¡Claro que no! – Respondió Anna ofuscada – Solo que yo ya no quería pasear más… - dirigió una mirada envenenada hacia mi persona– Estaba cansada.
Le sonreí de par en par. Y recordé lo que había sucedido esa tarde después de que habíamos salido todos, menos mi gemelo, a recorrer los barrios comerciales de Tokio.
Habíamos hecho un viaje en tren muy felices; y aunque Anna hablaba pocas veces, siempre era con algún comentario sarcástico que venía a sazonar la conversación. Siendo honestos, solamente había tenido la intención de acompañarlas como una forma de tratar de llevarle la ventaja a Yoh, quizás hasta dejar claras mis intenciones. Y en general el plan iba bien, íbamos juntos pero yo procuraba caminar justo a su lado, de vez en cuando hacía comentarios participando en la amena charla de las muchachas. hasta que Anna declaró su intención de entrar a la librería. Las chicas la siguieron, admitiendo que sería una buena oportunidad para comprar algunas cosas que necesitaban. Entramos, y en menos de dos minutos se habían dispersado y yo había perdido de vista la rubia; no le di importancia y me puse a buscar algo. No encontraba ningún título que llamase mi atención, aunque me gusta leer, no siempre hay algo para mí. Casi siempre termino leyendo lo que encuentro a buen precio o los regalos de cumpleaños que el abuelo Yohmei nos manda a Yoh y a mí. Deje un libro sobre la segunda guerra mundial en su lugar cuando note que Anna estaba en un pasillo cercano, decidiendo entre un par de novelas dramáticas.
"¿Hay algo que te gustaría leer ahora?" - comencé la conversación.
"Nada de tu incumbencia" me respondió mordaz.
"Quizás deberías buscar algo diferente a esas novelas ligeras" le dije acercándome por detrás de ella y le quite el libro de entre las manos antes de que pudiera notar mi presencia. La sorpresa en su rostro me hizo gracia.
"¿Cómo qué sugieres?"
"¿Qué te parecen esos de allá?' Le señalé una saga de libros de literatura erótica, del tipo que cada dos capítulos presenta una escena llena de detalles explícitos y fantasías que explorar.
"No son tan interesantes como crees" me aseguró.
"Tienes razón. No tiene caso leer ese tipo de cosas" le dije y estire el brazo para colocar el libro en el estante, de modo que pude rodearla. Aproveche el momento e incline mi cabeza para poder hablarle al oído, asegurándome de rozar su oreja con mi boca "sería más interesante enseñártelas."
Ella se estremeció con un escalofrío que recorrió su espalda. Ella se alejó un poco de mí, fingiendo que no había sentido nada, pero yo sabía la verdad.
"No necesito que me muestren cosas que ya conozco" dijo indignada y se giró para encararme.
'no las has probado a mi modo " le dije utilizando el tono de voz correcto y acaricie su rostro con la misma mano que había acomodado el libro, me detuve en su mentón y con el dedo pulgar repase el labio inferior. "Te prometo que te encantará"
Me miró, enfadada e incrédula. Supuse que se debía a que estaba considerando mis palabras, pero en su lugar, la chica me plantó una buena cachetada y se fue de la librería, dando una pobre excusa a Jun sobre cómo tenía trabajo que hacer y no podría acompañarlas a ver la película que tenían planeada.
Pensando en cómo se había ido ofuscadamente y me había rechazado, sentí un atisbo de celos y resentimiento hacia Yoh en ese momento. ¿Cómo se atrevía a tomar la delantera? ¿porque estaba tan empeñado en ganar está apuesta? Y más importante aún ¿De verdad lograría llevarse a Anna a la cama?... no.. no lo haría … me aseguraría de que así fuera. Guarde silencio, y mantuve la sonrisa mientras escuchaba a las muchachas.
Pirika y Jun hicieron comentarios sobre como habían pasado el tiempo aquellos dos, encerrados ahí. Tamao, llevaba una sonrisa tímida en el rostro, echando ojos acusadores a mi hermano. Anna fue la primera en recobrar la compostura, se puso de pie mientras las chicas reían estrepitosamente, y se sacudió el polvo del corto vestido negro, acomodando sus cabellos detrás de las orejas y enderezándose, mostrando su entereza y carácter con ese gesto.
-Pasa que alguien no fue capaz de revisar su teléfono en todo este tiempo - me dijo acusadoramente, dándome golpecitos en el pecho con el dedo índice.
Me reí un poco, contento de haber ignorado el mensaje cuando llegó. Su mensaje había sido oportuno, justo antes de que iniciará la película, con palabras que me interesaron. Decía algo como "llegué a casa, pero necesito de tu ayuda. Estoy encerrada en un cobertizo. No preguntes. Solo ven rápido", el que usará ese "te necesito" era justo lo que mi ego herido necesitaba, pero también necesitaba pasar un rato con chicas que lo apreciara. Así que, consideré que lo mejor era que ese mensaje y su respuesta podía esperar. Siempre podría pedirle ayuda a Yoh, si es que no tenía los audífonos puestos… O, eso había pensado…
- Y veo que fue un tiempo bien aprovechado - le respondí, y ojee a Yoh que fingió tener un repentino interés por el follaje de árbol cercano.
- ¿Qué te pasa? - me reprendió enfadada - ¡de eso nada!
Volví a ver a mi hermano, que sin decir nada, movió ligeramente la cabeza de un lado a otro, de modo que pude interpretar como la confirmación de las palabras de la chica. Un gesto que solo indicaba que no había aprovechado el momento para tener un acercamiento con Anna, ni siquiera por estar solos o tener la colchoneta a disposición. La certeza de que Yoh perdería está apuesta en poco tiempo me hizo sonreír.
-Tardaron mil horas en llegar- la rubia me dio un empujón, apartándome del camino.
- Solo fue un poco - intervino Pirika, restándole importancia, moviendo la mano de arriba abajo - la verdad es que no revisó su teléfono en todo este tiempo, apenas vio el mensaje cuando entramos a la casa.
Anna frunció los labios, dejándolos como una línea fina y blanca en su rostro. En mi opinión, se estaba reservando un montón de comentarios mordaces, solo por la presencia de sus amigas ahí. Había sido buena idea el fingir que apenas había revisado el teléfono y pedirles que me acompañaran.
-Vamos, Anna-san - dijo Jun en un tono conciliador - trajimos unos bocadillos, están en la cocina. Podemos comerlos juntas.
- Eso sería fantástico - dijo Pirika, con los ojos abiertos de par en par, brillando de entusiasmo - podemos comer todas juntas en mi habitación
- ¡Si! Puede ser una noche de chicas - coincidió Jun
- ¡UNA PIJAMADA!
Pirika, entusiasmada, junto ambas palmas con un solo aplauso, contenta con la idea. Si hay algo que a la joven de Hokkaido le gusta, es hacer fiestas o asistir a ellas.
-Hace mucho que no hacemos una pijamada - reconoció Tamao - ¿qué dices, Anna-sama ?
Anna dejó, a de mirarnos con esos ojos asesinos, y reluctante asintió con la cabeza
-La verdad, es que no he comido bien está tarde, comer algunos bocadillos suena excelente.
- Perfecto - decidió Pirika - la comida siempre es mejor cuando estamos acompañados. Vamos.
Sujetó a Anna de la mano y las cuatro chicas se fueron entre risas que inundaron el jardín, llevándose las lámparas consigo. Alcanzaba a distinguir algunas frases sobre como Yoh había dejado todo desordenado en las alacenas. Era obvio que las chicas se llevaban bien.
La oscuridad nos rodeó a Yoh y a mí. Continuamos parados, en medio del pasto desprolijo sin comentar nada. Apenas unos pocos rayos de luz de luna iluminaban tenuemente el lugar. Yoh se levantó, se sacudió el pantalón, y luego se detuvo junto a mí, me dio un pequeño puñetazo amistoso en el hombro, con lo cual que me daba a entender que sabía perfectamente bien que todo lo de revisar el celular hacía pocos momentos era una treta. Asentí con la cabeza y le devolví el saludo. Yoh sonrió.
A veces, no eran necesarias las palabras para poder comprendernos. Éramos hermanos, nos conocíamos desde siempre, y hasta ahora, en estos 18 años de vida, no nos habíamos separado realmente. Siempre iba a tener a Yoh a mi lado, incluso en los días en que no teníamos mucha tolerancia el uno con el otro.
Permanecimos así, en silencio otro rato, hasta que comenzamos a escuchar el escándalo de las chicas en las habitaciones. Una luz que provenía de una de las ventanas se podía distinguir a lo lejos. Yoh parecía pensativo, con ambas manos en los bolsillos, observado la luna menguante. Y de nuevo, tuve la certeza de saber lo que rondaba su cabeza, como si pudiera leerla, y tomé la palabra.
-Parece que no puedes aprovechar tus oportunidades, Yoh - le dije socarronamente -incluso cuando lo intentas.
La expresión de Yoh no tardó en ensombrecerse y pude notar, como se había tensado, seguramente tratando de contener las ganas de estrangularme ahí mismo. Había dado en el clavo. Para variar, no había sabido acercarse a Anna lo suficiente, al menos, no tanto como él estaba esperando. Si bien habían quedado convenientemente solos en la pensión, el idiota de mi hermano no había podido robarle siquiera un beso. Su mala suerte y poco tacto estaban dejándolo fuera de la competencia… o…
O quizás sus avances fueron rechazados esa tarde, igual que los míos.
Medite un poco en esto, y me pareció extraño. Él siempre había sabido ganarse el corazón de las chicas con su cortejo taimado, pero con Anna, no parecía seguir sus mismas artimañas de antes. La verdad es que ella parecía inmune a cualquier tipo de coqueteo, y se resistía con maestría a cualquier insinuación (incluso las mías). Me reí un poco, sin pensarlo, ya que tal vez está apuesta era más retadora de lo que los dos pensábamos, sobre todo teniendo en cuenta que Yoh había aceptado.
-Cállate - me espetó y yo solté una carcajada más fuerte de lo que pretendía. - ¿Cuánto tiempo tenías detrás de la puerta?
- Lo suficiente - le dije.
Aunque en realidad, no tenía más de dos minutos. No me había Sido necesario el escuchar tras la puerta para saber que ocurría dentro, simplemente había notado como estaba todo en silencio, y una extraña sensación me había cobijado una vez que puse la mano en el pomo de la puerta arrancada; esa sensación que los gemelos compartimos. Pero, no tenía caso aclararle esos detalles a Yoh, él estaba rabiando aunque en su rostro mostrará una tenue sonrisa. Y, sinceramente, me divertida bastante saber que seguía llevando la ventaja. Continúe con la charada un rato, solo para ver si lograba hacer que echara espuma por la boca.
-Siempre tan oportuno
-Es un don. ¿Hasta dónde llegaste?
- Creo que lo sabes
"Si lo sé, ningún beso" pensé. Me lamente un poco, ya que si los hubiera interrumpido en medio de una sesión de besos, hubiera sido mucho más satisfactorio. Yoh estaría rabiando sin ninguna reserva. Suspiré al pensar en la diversión perdida.
-Supongo que tienes suerte de no haber recibido una cachetada otra vez.
- Lo sé - dijo tranquilamente - fue mejor que en otras ocasiones. Pero al menos creo que ya no soy solamente su compañero de clase al que tiene que obligar a trabajar.
- Oh, así son las cosas ahora - le sonreí desenfadado - ¿Entonces? ¿Crees que tienes posibilidad?
- Por supuesto, no te dejaré ganar. No está vez - me sonrió abiertamente.
No pude evitar poner los ojos en blanco.
- Sinceramente, Yoh, no sé porque te empeñas tanto en ganar está apuesta, no es la gran cosa… - me gire para poder encararlo - además, ya has perdido en muchas veces… terribles y humillantes ocasiones.
- Y que lo digas - se estremeció ligeramente. Hacia un tiempo que había perdido la cuenta de todas las veces que después de haber perdido, él había tenido que pagar con un trozo de su dignidad.
- Piensas que lo que está en juego es algo enorme - hice un ademán con las manos, para ilustrar lo que trataba de expresar, - pero no es así. Si pierdes… realmente no estarías perdiendo nada… - me quedé de frente a él, buscando las palabras para convencerlo - no es el fin del mundo… solo sería…
- Eso no importa - me interrumpió y su rostro se tornó serio
- Vamos, solo deberías rendirte de una vez - me crucé de brazos - lo más seguro es que…
- Que pierda - completó la frase - se perfectamente bien que apostaste esto así para que yo perdiera.
Trate de fingir inocencia, pero ¿Qué caso tenía?. Ambos lo sabíamos muy bien: Yoh no sería capaz de acostarse con alguien solo para ganar. Nunca lo había hecho. Eso rebasaba sus principios.
La verdad es que así era, en esta ocasión quería asegurarme de obtener lo que quería a toda costa, y conociendo al santurrón de mi hermano menor, sabía perfectamente que no trataría de acostarse con una chica solo porque sí. Tiene esa clase de brújula moral intachable e inequívoca, mientras que la mía es más bien inexacta e intrépida. Pero, verlo así de determinado, aún y cuando era obvio que yo llevaba la ventaja, me daba a entender que él realmente estaba dispuesto a jugársela, a entrar en ese terreno truculento que es jugar con el corazón de una señorita…
-Entonces, ¿Porque aceptaste? -le dije en tono serio, dejando de lado toda broma.
Ahora era su turno de encogerse de hombros
-¿Convivencia ?
Arqueé la ceja, incrédulo de su respuesta.
-Claaaaro - le contesté.
Guardamos silencio otra vez. Ninguno de los dos se movió. Yoh seguía absorto en el astro nocturno sobre nuestras cabezas, mientras que yo trataba de distraerme, adivinando de que iba el alboroto que armaban las muchachas dentro de la casa.
Decidí que era momento de entrar. Tal vez, hasta causar un poco de caos mientras los ojos acusadores de Keiko aún estaban lejos de la pensión. Mientras aún estuviéramos mi hermano y yo solos en ese hogar. Eche a andar y sentí que Yoh me seguía distraídamente.
-En verdad, no es tan malo - dije en un murmuró cuando me alcanzó.
Yoh se llevó las manos a la cabeza y se colocó los audífonos detrás de las orejas.
-¿Dijiste algo?
"Yoh siempre será Yoh" pensé. Continué mi camino y cuando estuve a cierta distancia una idea intrusiva entró en mi cabeza y salió por mi boca
-Olvídalo. Ven, Vamos a divertirnos. Se me ocurren un par de cosas.
