Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es RMacaroni, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to RMacaroni. I'm only translating with her permission. ¡Ronnie, te adoro!


Capítulo 39

7:00 AM

El ajetreo de doctores y enfermeras que cambian de turno señala el comienzo de la mañana. He estado durmiendo por momentos en la incómoda silla de la sala de espera.

Nada de Bella.

Nada de nadie, en realidad.

Nada.

9:00 AM

Phil llega cargando dos bolsos, estoy seguro que uno es de Bella—el que empacó para venir aquí, el que estaba en el cuarto de hotel, en nuestro cuarto de hotel. Él rápidamente me ignora y se dirige al cuarto.

11:00 AM

Veo la competencia de elevaciones en pareja en mi teléfono. Una pareja de la Universidad de Kentucky gana.

2:00 PM

Almuerzo y busco café rápidamente de la cafetería y entonces veo a mi equipo competir con Jessica y Newton en el lugar de Bella y el mío. Él la deja caer dos veces.

6:00 PM

Los resultados para Coed Grande son anunciados. Terminamos quintos en el campeonato. No ganamos nada. Me hundo en la silla, mi cabeza pesada.

6:15 PM

Mi teléfono vibra en mi mano, casi haciéndome soltarlo en el suelo.

Bella.

Hola, ¿puedes venir a verme? ~B

Es como si una dosis de adrenalina hubiera sido inyectada en mi pecho. Ya ni siquiera me siento cansado o soñoliento.

Estoy aquí, escribo con dedos temblorosos—he bebido demasiado café. No me he ido desde que fuiste ingresada. ~E

Saldré en cinco. ~B

6:30 PM

Bella sale de su cuarto, caminando hacia la sala de espera—hacia mí. Renée se encuentra detrás, pero se queda en el pasillo.

Bella me sonríe cariñosamente mientras se acerca, vestida con prendas que no reconozco. Casi puedo escuchar mis latidos, bombeando en mis oídos. Mantengo mi mirada en ella, temiendo mirar su cuerpo, con miedo de cómo la haría sentir.

—Mierda, Swan, es tan bueno verte —susurro cuando ella se detiene frente a mí, mi cuerpo es inútil, cerniéndose sobre ella—. ¿Estás bien? —Sé que es algo estúpido de preguntar, pero mi cerebro no está funcionando por completo.

—¿Quieres ir abajo conmigo? —pregunta, dando un paso atrás. Miro a Renée, que nos observa atentamente—. Así podemos hablar. Solo nosotros —aclara Bella.

—Está bien. —Aceptaré lo que sea que me de un tiempo con ella.

Bella marca el camino, manteniendo una distancia segura, y presiona el botón del ascensor sin mirarme. El suéter tejido que tiene puesto es demasiado grande para ella, las mangas enrolladas en sus muñecas. Ella esquiva mi mirada mientras inconscientemente juega con la cinta que sostiene la sonda contra su mejilla.

Una vez que estamos en el ascensor, Bella respira profundo, y cuando las puertas se cierran, se estrella contra mí. Su rostro se entierra en mi pecho mientras me abraza, pequeños sollozos se escapan de ella.

—Lo siento —dice, una y otra vez.

—Swan, está bien. —La silencio a pesar de sentir el nudo en mi garganta, abrazándola fuerte y plantando besos en su cabeza—. Estoy aquí. Está bien.

Una vez que las puertas se abren, Bella da un paso atrás, no dice nada más, y sale caminando alrededor de la recepción y hacia afuera mientras la sigo. Ella camina hacia un par de bancos cerca de la entrada y levanta la mirada al edificio.

Me pregunto si sus padres pueden verla desde allí arriba. Probablemente sea el caso ya que Bella permanece atípicamente lejos de mí.

Tengo un mal presentimiento sobre todo—me envuelve como las nubes que comienzan a oscurecerse sobre nosotros.

—Voy a regresar con mis padres a Boca Raton. —Bella comienza, girando y retorciendo sus dedos frente a ella—. Tienen un centro de tratamiento hospitalario donde puedo ser internada por un mes más o menos hasta que pueda regresar a casa.

—De acuerdo —digo, tratando de apoyarla, preguntándome cómo podré quedarme en Florida y por cuánto tiempo—. Ese es un increíble primer paso, Swan.

—No volveré a Summit —dice sin mirarme.

Eso supuse.

—Estoy seguro que encontrarán una manera de que no pierdas ningún crédito. Tu salud está primero.

—No me estás escuchando. —Me echa un vistazo, y estudio sus ojos. Frustración. Furia. Dolor. Miedo.

—Puedo volver después de la semana de finales —insisto—. ¿Permiten visitantes en el centro?

—Cullen…

—No te preocupes por mí, ¿sí? Encontraré una manera. —Exhalo y jalo de mi cuello—. Solo concéntrate en estar mejor. Eso es todo lo que importa.

Ella suspira y baja la mirada a sus manos. Sus ojos están vacíos cuando me mira. Me congela hasta los huesos.

—No quiero que vengas a visitarme —comienza—. Se acabó.

—¿Qué acabó?

—Esto. Nosotros —dice tranquilamente, y es como si la alfombra metafórica estuviera siendo jalada de bajo de mis pies, y caigo sobre mi trasero metafórico. Completamente tomado por sorpresa—. Lamento haber permitido que perdurara por tanto tiempo. —Bella cierra los ojos mientras continua, destrozándome con cada palabra—. Tenías razón. Si me retienes. —Me devuelve mis palabras, de la noche en nuestro banco cuando discutimos nuestros planes de verano—. Y necesito enfocarme en mí misma desde ahora.

—Swan, no hagas esto. —Mi voz es apenas un susurro.

—Deberías regresar a Utah y seguir con tu vida. —Intenta mantener su tono regular, pero no me engaña. Sus ojos están llenos de lágrimas cuando los abre. Está temblando, abrazándose con sus propios brazos—. Así ya no serás una distracción para mí.

—¿Eres tú o Phil que está hablando? —espeto, sintiendo todo dentro de mí derrumbarse.

—Necesito hacer lo mejor para . No quiero que me hagan pelear con mi familia.

—¡Eso no es lo que estoy haciendo! —Jalo de mi cabello—. ¿Esto es por lo del tour de verano? Iré si eso es lo que quieres.

—No es por lo del tour —dice, mirándome, su expresión derrumbándose—. No quiero que me veas así. —Se pasa las manos por debajo de sus ojos, secando las lágrimas.

—Swan… —Doy un paso hacia ella, pero levanta una mano para detenerme.

—Por favor, solo respeta mis deseos —dice, dando un paso atrás—. N-No quiero verte más. No quiero hablar contigo. No me busques. Ni intentes comunicarte conmigo.

—¿Eso es lo que realmente quieres? —Mi voz es ronca con cansancio y dolor.

Ella respira profundo, negando con la cabeza, y entonces da un paso atrás.

—Sí. Lo siento. —Solloza y entonces gira y se aleja de mí para siempre.

~F~

El sol está poniéndose y la lluvia está cayendo cuando regreso al hotel. Abro la puerta del cuarto, apenas registrando que Emmett y Vicky se encuentran allí. Ambos me miran como si hubieran estado esperando.

Me dejo caer boca abajo en una de las camas, en la que Bella y yo dormimos la noche anterior a la competencia. Alrededor de cuarenta y ocho horas atrás.

Estudio el banco junto al televisor, donde había colocado nuestros bolsos cuando nos registramos en el hotel. El de Bella estaba medio abierto ayer por la mañana, antes de que nos dirigiéramos a la competencia, con cosas asomándose como siempre, con el mío prolijamente ubicado junto al suyo. Ahora solo está mi bolso allí. Todo lo demás ya no está.

—¿Dónde están sus cosas? —Mi voz es amortiguada por la mitad de mi rostro presionado contra el colchón.

—Su papá vino y se llevó todo esta mañana —dice Vicky, sentándose al borde de la otra cama, mirando en mi dirección. Así que sí era el bolso de Bella el que Phil estaba cargando.

—¿Qué está pasando? —pregunta Emmett mientras giro sobre mi espalda y observo el techo. El ventilador está girando lentamente en un círculo hipnotizante—. ¿Swan está bien?

—Ella no está bien —digo simplemente—. Está estable, pero necesita tratamiento. Tratamiento hospitalario. Irá a casa con sus padres así puede ponerse mejor allí.

—Entonces, ¿te quedarás en Florida? —pregunta Emmett—. ¿O volverás con nosotros mañana por la mañana?

—Ella no quiere saber nada conmigo. —Mi voz parece desconectada de mi cuerpo. Mis palabras no se registran. El dolor en mi pecho me traga por completo. Observo por el rabillo de mi ojo cómo Vicky y Emmett se miran entre sí, y entonces finalmente me permito dormir.

~F~

Avanzo por inercia. El viaje en autobús. El aeropuerto. El vuelo. El segundo viaje en autobús. Hasta que finalmente estamos de vuelta en Ogden.

Mi mente nunca deja de dar vueltas. Siento como si hubiera dejado la mitad de mi ser en Florida.

Decido que no puedo simplemente sentarme aquí y no hacer nada. Así que después de llevar nuestros bolsos a los dormitorios y Emmett se deja caer en su cama, volteo hacia él.

—¿Puedo tomar prestado tu Jeep? —Podría reservar un vuelo de Greyhound a Portland, pero entonces estaría atrapado allí—. Es para un largo viaje.

—¿Adónde vamos? —Se apoya sobre sus codos, mirándome expectante. Cuando no le contesto, se sienta y aún así busca sus llaves como el buen amigo que es.

—Necesitas estudiar para los finales. No sé cuánto tiempo me llevará. —Tenemos difícilmente una semana para los finales, y espero estar de regreso a tiempo para estudiar lo que necesito para pasar. No que importe mucho eso ya.

Él resopla, parándose.

—Tenemos toda una semana.

—Puedo ir solo —insisto—. Está bien.

Él me tiende las llaves, mirándome.

—Bebé, ¿estás bien? —Es lo que ha estado preguntándome, al parecer, cada cinco minutos desde que salimos del hotel en Daytona.

—Deja de preguntarme, ¿de acuerdo? —Cierro un puño sobre las llaves y meto varias prendas limpias en mi mochila—. Porque no sé qué decir.

—¿Cuándo volverás?

—En un par de días, creo. —De acuerdo con Google Maps, es un viaje de quince horas. No lograré llegar allí esta noche, sino mañana, con suerte. Si me canso mucho, me detendré en alguna parte entre Idaho y Oregon.

—Está bien, haz lo que tengas que hacer. —Emmett se pone de pie, lleva ambas manos a mis hombros y luego me jala hacia un abrazo—. Cuídate. Llámame… cuando sea, ¿sí?

Asiento y camino hacia la puerta, pero la voz de Emmett me detiene, con mi mano en el picaporte.

Me detengo a considerar, sin saber si mi destino significa algo para él, pero se lo digo de todos modos.

—Forks, Washington.