Disclaimer: Los personajes no son míos, la historia sí.

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Título: Alguien a quién solía conocer.

Día 5.

Prompt: Ghosting.

Rating: T.

Sinopsis: Te resignas al final, siempre al final.

Propuesta tomada de la tabla "Angstruary 2022" del grupo de FB Helsa Amor Verdadero.


La sala de estar se encontraba en completa penumbra cuando abrió la puerta, igual que el resto del departamento, devolvió sus llaves al bol de cerámica hecho a mano, colgó su abrigo en el diminuto armario, remplazó sus zapatos por los que usaba para estar dentro y se acercó hasta el sofá, donde depositó su maletín y la bolsa con comida francesa que compró en su camino de vuelta.

Solía ser así: discutían, le decían cosas hirientes al otro y al final del día, él volvía a casa con comida, se disculpaban en medio de bocados y terminaban en la cama. El sexo de reconciliación era el favorito de ambos.

Siempre.

—Traje algo de Gusteau's —dijo en voz alta mientras encendía la lámpara en la mesita—. Es esa sopa que te gusta, Els, espero que tengas hambre.

No obtuvo respuesta. Ni por parte de la blonda ni de Bruni y Marshmallow, los gatos de su novia.

—¿Elsa?

Los buscó por todo el departamento sin encontrar rastro alguno de los tres; Hans suspiró, las pertenencias de la rubia seguían ahí, aparentemente sólo había salido con los gatos, sus llaves y un abrigo. Así que era una de esas ocasiones en las que el enfado no se pasaba rápido y se iba por un par de días, el bermejo no le dio importancia.

Ya volvería. Ella siempre volvía.

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Dos días se convirtieron en una semana, una semana en dos y dos semanas en un mes; si Elsa creía que lo asustaba, entonces no lo conocía muy bien… sin embargo, solía revisar su cuenta de Instagram solo para ver si posteaba alguna cosa.

La blonda no era muy activa en las redes sociales, pero de vez en cuando compartía una fotografía donde aparecía con algunos de sus compañeros de trabajo en cualquier descanso que tuvieran. Esas semanas no hubo ni un solo post.

—¿Dónde está Elsa? —le preguntó Anastasia una noche en la que ella y Dimitri fueron a cenar al departamento con él.

—Tuvimos una pelea y se fue.

—¿Cuando?

—Hace casi cuatro semanas.

Anastasia y Dimitri lo miraron con ojos muy abiertos.

—¿Y no ha regresado? —inquirió Dima.

—Debe estar esperando a que la llame.

—¿Y a qué esperas? ¡Llámala! —insistió Anastasia.

Hans negó con la cabeza.

—Volverá. Ya ha hecho esto antes.

Hans no les dijo que nunca por tanto tiempo.

Sus amigos le dedicaron miradas incrédulas de desaprobación, pero no agregaron nada más al tema.

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Un mes se convirtió en dos y Hans finalmente se dio por vencido. Elsa definitivamente debía estar probándolo y quería ganar, pues bien, no le importaba, lo único que quería era que volviera a casa.

Llamó y llamó a su teléfono, pero siempre saltaba el buzón de voz.

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

No devolvió ninguna de sus llamadas.

Decidió que esperaría algunos días más, ella debía saber que había ganado en el momento en que comenzó a llamarla, volvería muy pronto.

Algo en la boca del estómago le dijo que no estuviera tan seguro.

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El tercer mes llegó y no había rastro alguno de Elsa, Hans pasaba los días enteros rompiéndose la cabeza, pensando en donde podría estar y con quién; no era como si solo se hubiera evaporado, tenía un trabajo, una vida… debía estar con alguno de sus amiguitos alcahuetas con los que solía beber hasta perder la consciencia.

—Hola, Isabela, soy Hans… sí, yo, huh, me preguntaba si Elsa está contigo.

¿Hasta ahora?

—Lo sé, lo sé, es solo que ella no…

No dijo a donde iría.

*

—David, soy Hans, lo qué pasa es que Elsa no ha vuelto a casa y…

Ella no quiso hablar al respecto, no tengo idea de donde esté.

*

—Es Hans ¿Mai, cierto? Sí, escucha, volví a casa y ella ya no estaba…

Lo siento, Hans, no nos dijo nada.

*

—No cuelgues, Kristoff, es Hans…

Por eso mismo quiero colgar.

—Ya sabes cómo es… cómo somos los dos cuando peleamos, y ella se va, tú la has dejado quedarse contigo.

Por dos días, han pasado tres meses, Hans.

—Creí que estaba castigándome, no puedes culparme por creerlo. Elsa es vengativa.

Escuchó un suspiro del otro lado de la línea.

Mira, hombre, te voy a decir la verdad: ella no dijo nada y nosotros no preguntamos.

—Eso es basura…

Kristoff ya había colgado.

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Tres meses se volvieron cuatro y cuatro en cinco, aquel jueves salió temprano de la oficina, se dirigió a casa, al llegar notó la puerta de entrada entreabierta, el corazón le saltó en el pecho por la esperanza y la emoción. Había vuelto.

Dios, esa mujer sí que sabía cómo llevarlo hasta el límite…

La emoción y la esperanza se congelaron ante el cuadro que tenía delante: dos de los amigos de Elsa estaban dentro de su casa.

—¿Kristoff, David? ¿Cómo entraron?

Escuchó al moreno maldecir por lo bajo y Kristoff se apretó el puente de la nariz.

—Elsa nos dio la llave —David levantó el juego de llaves que tenía en una mano.

—¿Y qué hacen aquí?

Antes que ninguno de los dos pudiera responder, Isabela salió del pasillo que daba a la cocina con una caja repleta de artículos que pertenecían a Elsa en las manos, apretó los ojos con fuerza al verlo, Mai entró poco después, tan distraída como siempre.

—Ya llevé todas las cajas con su ropa, me faltan los zapatos y las cosas de los gatos… Hans, carajo.

El bermejo sintió que el aire le faltaba de pronto, entendía perfectamente lo que estaba sucediendo.

—Elsa nos pidió que recogiéramos sus cosas por ella —explicó Kristoff con voz paciente.

—¿Dónde está?

—Nosotros no…

—No me digas que no lo saben, porque eso es pura mierda.

—Iba a decir que nosotros no vamos a decirte nada.

Hans paseó la mirada por cada uno de los presentes, ninguno parecía apenado o comprensivo, había cansancio en sus rostros y un poco de molestia por verse descubiertos.

—Los problemas que hayan tenido son entre ustedes, Elsa es nuestra amiga y nosotros solo hacemos lo que ella nos pidió, si quieres saber dónde está, pregúntale.

Hans volvió a tomar sus llaves y salió del departamento como huracán, estaba seguro de una cosa: no podía soportar verlos llevándose las cosas de Elsa. Llamó y llamó, pero nunca cogió el teléfono.

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

—Si ibas a dejarme, pudiste tener la decencia de decírmelo.

*

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

—Entiendo que ya no quieras volver a casa, pero no debiste hacerme esperar cinco malditos meses… no somos adolescentes para que dejes de hablar conmigo así como así.

*

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

—Se acabó ese día, de acuerdo, pero no tenías que sacarme de tu vida así, no puedes hacer como si no hubiera pasado nada… no puedes hacer como si nosotros no fuéramos nada.

*

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

—No tenías que caer tan bajo enviando a tus amigos a recoger tus cosas, Elsa.

*

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

—Escucha, ganaste ¿bien? Lo siento mucho. Ven a casa.

*

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

—¿Dónde estás, Copito? Dímelo e iré por ti. Haré lo que sea ¿sí? Solo… solo dime dónde encontrarte.

*

[Soy Elsa, deja un mensaje y te devolveré la llamada más tarde]

—Elsa, por favor. No me dejes.

No hubo respuesta.

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Regresó al departamento después de la media noche, había pasado horas sentado en una fría banca del parque cerca de su edificio mirando a la nada; el lugar volvía a estar a oscuras, como lo estaba siempre que regresaba del trabajo desde que Elsa tomó a sus gatos y se marchó .

Fue una pelea, solo una pelea, igual que las muchas que tuvieron antes, no entendía qué había sido diferente en aquella ocasión…

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—¡No puedo creer que tengo que conocerte por el resto de mi vida!

—¿Sabes qué, Elsa? A veces quisiera que desaparecieras.

—El día que lo desees en serio, ven y dímelo, podemos arreglarlo.

—Pues esta vez lo digo de verdad —espetó—. No tienes idea de lo mucho que deseo que desaparezcas de mi vida para siempre.

La sonrisa engreída en la boca de la albina se ensanchó.

—¿Ah sí?

—Si pudiera garantizar que Bruni y Marshmallow estarían bien, desearía que cogieras un virus en ese maldito hospital, te enfermaras y te murieras, y así no existirías más. Así no tendría que volver a verte de nuevo.

—¿De verdad?

—Créeme, nunca he hablado más en serio.

La blonda le dedicó una mirada vacía.

—No te preocupes, no encontrarás rastro de mi en ninguna parte.

Hans tomó su maletín y se apresuró a marcharse, cuando la miró por última vez mientras salía del departamento, la sonrisa había abandonado el impávido rostro de Elsa.

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Le había dicho que desapareciera. Le había dicho que era en serio.

"—No tienes idea de lo mucho que deseo que desaparezcas de mi vida para siempre."

"—El día que lo desees en serio, ven y dímelo, podemos arreglarlo."

Las piernas le fallaron y cayó al sofá, aguardó un momento en la oscuridad hasta que no pudo soportarlo más, asustado de que las sombras lo engulleran, estiró la mano para encender la lamparilla y un jadeo se atoró en su garganta: las paredes estaban desnudas, los cuadros que Elsa lo hizo poner se habían ido, miró hacia los lados y descubrió con agonía que las fotografías de ambos tampoco estaban.

"—No tienes idea de lo mucho que deseo que desaparezcas de mi vida para siempre."

La nariz le picó con el aroma de la lejía y el limpiador para madera… y eso fue todo, la esencia de Elsa, esas dulces notas que dejaba como toque personal, de ella no había rastro alguno, parecía ser que Elsa Solberg nunca se paró por ahí a pesar de haber pasado los últimos cuatro años de su vida en ese departamento. Se había borrado de su vida.

"—No te preocupes, no encontrarás ni un rastro de mi en ninguna parte."

Ella no volvería, hizo lo que le había pedido: desapareció. Para siempre.


NA: Hans was like- you treat me like a stranger, and that feels so rough and he was very real for that. Yo ghosting people soy como Copito. Hasta mañana.

HH.